REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


CONCLUIR

 

Lázaro Carrillo Guerrero

(Universidad de Granada)

lzro@msn.com

 

 

Resumen:

    La acción de concluir forma parte de todo acto comunicativo, y es una operación situada en el proceso de la argumentación, la cual está, explícita o implícitamente, presente en todo discurso. Esta operación se realiza en las estructuras lingüísticas de una interacción comunicativa, donde interviene el proceso lingüístico-cognitivo de la inferencia. En esta interacción, se combinan informaciones textuales e inferencias para llegar a la coherencia textual. La inferencia es un procedimiento lógico que establece una progresión textual, y que en el procesamiento comunicativo de la lengua natural viene desde la propia experiencia del usuario. Pero la inferencia como proceso para llegar a una conclusión, se sitúa en la perspectiva comunicativa que se establece entre los interlocutores, donde además de la acción de la lengua interviene la acción cognitiva y emocional de éstos. Acciones que, a través de la acción de la retórica logran la intencionalidad y efectividad comunicativa. Esta acción de la retórica, o retoricidad, ejecuta y adapta a la situación o interacción comunicativa la gramaticalidad o competencia lingüística y la racionalidad o competencia lógica. Ésta última, interviene, a través de un determinado proceso de razonamiento y conjuntamente con las demás competencias comunicativas, en la construcción y extracción del significado. Donde, discursivamente y en un mundo referencial y comunicativo, la competencia lógica construye unas relaciones lógico-semánticas en el texto y procesa unas estructuras lingüísticas concluyentes.

Palabras clave: lógica, retórica, argumentación, comunicación, cognición.

 

Índice

1. Introducción

2. Coherencia comunicativa

3. La inferencia

4. Movimiento comunicativo

5. Competencia lógica

6. Conclusiones

1. Introducción

 

    La función esencial del sistema de la lengua, y por tanto de su gramática (Dik, 1997), es pragmática, es decir: la función de ser un instrumento de interacción interpersonal. Donde hay una dimensión argumentativa que se sitúa en estas propiedades interaccionales o de diálogo que todo acto comunicativo y toda codificación lingüística tienen. Y en esta dimensión argumentativa existe una lógica natural, con unos razonamientos cotidianos, donde abundan las inferencias, en forma de silogismos. Inferencias que tienen una naturaleza argumentativa, y orientan el uso de la lengua hacia la construcción de algo (una realidad) como concluyente o como cierto. Aquí, concluir forma parte del acto retórico (López Eire, 2000:185), y es una operación situada en un proceso de argumentación, que está presente en todo discurso. Esta operación se realiza, de manera explícita o implícita, en las estructuras lingüísticas de una interacción comunicativa. Siempre se está, de alguna manera, concluyendo.

    Pero concluir[1] es una operación de razonamiento que tiene que ver, además de con unas premisas explícitas o implícitas, con procesos de ostensión y de inferencia (relevancia), con estructuras lógicas y con una lógica pragmática, y con la coherente construcción de la realidad. El entendimiento comunicativo entre las partes es interaccional, inferencial y concluyente, y donde siempre se está haciendo balance entre lo que se dice y lo que se significa, para tratar de determinar los propósitos comunicativos del interlocutor, y llegar a un consenso. Lo que se dice no necesariamente siempre refleja lo que se significa. Y en la interacción comunicativa, además de codificar, se incita a inferir, donde el acto de inferir, ya nos conduce hacia algo concluyente. Un turno de conversación, o un segmento de cualquier texto, puede estar cohesionado al anterior, no a través de los medios lingüísticos directos, sino a través de un proceso de inferencia con respecto a su significado indirecto. Aquí, y de acuerdo con Beaugrande y Dressler (1981:8), la operación de inferir puede entenderse como el medio mediante el cual el receptor mantiene la coherencia de un texto, al hacer sus propias contribuciones al sentido de este texto.

El uso de la lengua presenta estructuras y textos que no son totalmente explícitos, y éste uso no es solo un mecanismo de codificar y descodificar, sino que además requiere de los procesos de ostensión e inferencia (Sperber y Wilson, 1986:174). Y en contraste con la lógica formal que demuestra de manera explícita unas conclusiones mediante la aplicación de unas reglas deductivas, las conclusiones en lengua natural obedecen, más bien, a un proceso de comunicación ostensivo-inferencial, que no es demostrativo. 

Por lo tanto, en estos mecanismos y procesos comunicativos, llegar a conclusiones es producir e interpretar evidencias mediante una construcción lingüística y contextual de la realidad. Y todo ello en unas estructuras y referencias lingüísticas que no solamente reflejan lo explícito, sino que también llevan una carga importante de lo implícito, sobre lo cual tenemos que inferir. Ambos rasgos, lo explícito y lo implícito, son constantes en las estructuras textuales. En las cuales, los contenidos explícitos son lógicamente primeros, y sobre ellos se apoyan los contenidos implícitos para llegar (inferir) al significado concluyente. Pero en este significado concluyente, los contenidos implícitos pesan más, en el sentido de que ellos juegan un rol crucial en el funcionamiento de la máquina interaccional (Kerbrat-Orecchioni, 1998:6).

 

 

2. Coherencia comunicativa

 

    Las situaciones retóricas y los contextos argumentativos determinados hacen que las estructuras lingüísticas no ofrezcan la posibilidad de ser totalmente explícitas. Por ello necesitamos inferir para, entre otras cosas, llegar a una conclusión primera y fundamental, la coherencia de un texto o un discurso. Ésta es una primera conclusión que se infiere mediante un proceso interpretativo, que es cognitivo: la descodificación de los signos lingüísticos combinándose con estrategias de procesamiento del conocimiento del mundo, y con otras habilidades cognitivas características del interlocutor (propósitos, motivación, etc.). De esta forma, se combinan informaciones textuales e inferencias para llegar a la coherencia textual.   

Una coherencia textual, donde, de acuerdo con Tomlin et al. (1997:66), se distinguen tres niveles: 1) Una coherencia global: los participantes desarrollan un sentido de lo que trata el conjunto del texto. 2) Una coherencia episódica: los participantes son sensibles a unidades de escala más pequeñas que contribuyen a la coherencia global, pero que exhiben una esencia interna propia. 3) Una coherencia local: los participantes dan sentido a la contribución de las expresiones u oraciones individuales. Estos autores afirman que el discurso no es ni uniforme ni lineal en su organización, sino que es jerárquico: las oraciones forman unas estructuras de un orden más alto, los párrafos, los cuales, a su vez, se combinan para formar unos episodios o unas secciones más grandes.

Sanders y Spooren (2001) entienden que la representación del texto es una entidad cognitiva o construcción mental que juega un papel crucial en su producción y su comprensión. Desde esta posición, señalando la necesidad de una iniciativa interdisciplinar[2] (entre lingüística y psicolingüística), distinguen tres tendencias[3] generales en el estudio lingüístico y cognitivo de la representación textual:

1) Representaciones múltiples. En psicolingüística se afirma que los receptores hacen múltiples representaciones de las oraciones de un texto: un código de superficie (una representación, de duración corta, del material lingüístico exacto de las frases), un texto base (conteniendo las proposiciones expresadas por las oraciones y sus interrelaciones), y un modelo de situación (en el cual el material lingüístico es integrado con el conocimiento de base del receptor). En lingüística, la idea es que las expresiones lingüísticas son instrucciones que actualizan las actuales expresiones mentales, las cuales se basan en discursos previos, conocimiento de base e inferencias.

2) Especificación insuficiente de las representaciones mentales. Aquí, la idea es que una expresión codifica, explícita y solamente, parte del significado, siendo proporcionado el resto por el proceso de inferir.

3) Representaciones dinámicas. Se entiende que las representaciones de los textos se construyen dinámicamente. El efecto de un elemento de la lengua sobre una representación es dependiente del estado actual de esa representación.

Sanders y Spooren (2001) consideran que la noción de coherencia debe de estar, y de manera prominente, situada en la intersección de la lingüística y la psicolingüística. Ellos destacan dos tipos de coherencia. 1) Coherencia referencial: unidades conectadas por una referencia recurrente al mismo objeto (recursos anafóricos y catafóricos). 2) Coherencia relacional: segmentos de texto conectados entre ellos por medio de una relaciones de significado, o conceptuales, tales como causa-consecuencia, lista y solución del problema, etc. Estas relaciones pueden hacerse, pero no necesariamente, por medio de unos marcadores lingüísticos explícitos (si…entonces, pero, etc.).

    Por su parte, Sperber y Wilson (1986:263) entienden que las nociones de cohesión y coherencia son categorías derivativas, y fundamentalmente derivativas de la relevancia comunicativa del texto. Recordemos que ésta implica un proceso ostensivo-inferencial[4]. Donde la necesidad de inferir, es sobre todo una necesidad comunicativa, y orientada hacia unas ciertas conclusiones relevantes. Ellos definen la inferencia de la siguiente forma:

 Inference is the process by which an assumption is accepted as true or probable true on the strength of the truth or probable truth of other assumptions. It is thus a form of fixation of belief. There are other forms: perception, for instance, is a process by which an assumption is accepted as true or probably true on the strength of a non-conceptual cognitive experience. Demonstrative inference, the only form of inference that is well understood, consists in the application of deductive rules to an initial set of premises.(Sperber y Wilson, 1986:68)

Así, de las inferencias hechas en un razonamiento deductivo o analítico, es necesario distinguir las inferencias más bien pragmáticas que realizamos en el uso cotidiano de la lengua. Se tratan de razonamientos inductivos (y subjetivos), en los que las premisas pueden no incluirse en la conclusión, pueden estar implícitas (al igual que puede estarlo la conclusión), y/o pueden proporcionar nuevas informaciones.

 

 

3. La inferencia

 

    La inferencia puede considerarse como una operación que establece un dinamismo de progresión que parte de lo conocido para hacer admitir lo no conocido. Esta operación, que está tanto en los razonamientos formales como en los no formales, puede venir: a) desde la propia experiencia que tenemos del mundo, y no por un razonamiento progresivo, b) desde un razonamiento progresivo dentro de la propia experiencia (razonamientos empíricos), c) desde un razonamiento progresivo fuera de la experiencia (razonamientos de las ciencias exactas).

    Las inferencias realizadas a través de las reglas lógicas o razonamientos formales pueden establecerse, principalmente, en dos procedimientos: la deducción y la inducción.

 A) La deducción es un razonamiento que va de lo general a lo particular. Respetando el principio de extensionalidad: se muestra la validez de los razonamientos independientemente del contenido de las proposiciones. Su instrumento base es el silogismo, que consta de tres proposiciones: la primera es una ley general, llamada premisa mayor; la segunda es un hecho particular, llamada premisa menor; la tercera es la conclusión que se deriva de las premisas anteriores, ella es la inferencia que para ser valida debe atenerse a unas reglas extensivas, independientes del contenido empírico de los términos (en caso contrario se hablaría de reglas intensivas). Al lado del silogismo, se han situado otros procesos inferenciales que no aseguran la validez del proceso silogístico: el paralogismo o falacia, y el sofisma. Ambos se caracterizan por no respetar alguna de las reglas que aseguran la validez del silogismo. Por ejemplo: las dos premisas y su conclusión pueden ser verdaderas, pero la conclusión no se desprende de las premisas. Es decir, ambos se caracterizan porque sus inferencias no son válidas. Y se distinguen entre ellos, en que el paralogismo o falacia se mueve hacia el error, y el sofisma (que también es un paralogismo) sirve a los intereses o a las pasiones del hablante.

Los razonamientos deductivos sobrepasan el marco de lo formal, mediante unos silogismos que no se presentan bajo la forma canónica de las tres proposiciones tales como: el sorites, el epiquerema y el entimema.

El sorites consta de muchas proposiciones encadenadas. Las premisas se encadenan en número indefinido.

El epiquerema consta de una o varias premisas, acompañadas de unas pruebas para las premisas juzgadas poco convincentes.

El entimema en vez de aumentar (como el sorites o el epiquerema), reduce la expresión del silogismo. Es incompleto en su formulación, pues carece de una de las premisas, y se funda sobre unas premisas solamente probables. La premisa que falta suele ser suficientemente evidente, y se hace por una economía lingüística, o porque que se quiere hacer ostensivamente esa evidencia en el proceso comunicativo.

B) La inducción va de lo particular a lo general. Es un razonamiento que en el campo científico permite sacar unas leyes a partir de hechos observables, pero, en la vida cotidiana hay, también, numerosos razonamientos de este tipo. En lógica se suelen distinguir, principalmente, dos tipos:  

1) La inducción completa que permite inferir a partir de la observación y estudio completo de todos los hechos en cuestión.

2) La inducción amplificante, que utiliza sólo una muestra de los hechos para su razonamiento y proceso de inferencia. Es más susceptible de errores. Este razonamiento inductivo puede no llegar siempre a una generalización, y quedarse a veces en unas conclusiones.

Pero en la base de este proceso inductivo, está también el silogismo. Donde las premisas proporcionan (o parecen proporcionar) algún grado de apoyo para la conclusión (a diferencia del proceso deductivo, donde este apoyo es completo).

    Sobre estos dos procedimientos de inferencias, se han distinguido dos tipos principales de argumentos: el argumento deductivo (si todas las premisas son verdad, la conclusión debe, también, de ser verdad), y el argumento inductivo (si todas las premisas son verdad, la conclusión es probable que sea, también, verdad). Y correspondiéndose con la validez del argumento sólido o deductivo, y la validez del argumento convincente o inductivo, se distinguen, también, dos tipos de falacias[5]. La falacia deductiva, que es un argumento no válido, ya que las premisas pueden ser verdaderas, pero su conclusión es falsa. La falacia inductiva (menos formal que la deductiva), que es un argumento no válido, ya que sus premisas no proporcionan suficiente apoyo para la conclusión[6].

Sobre esta validez argumentativa, nos parecen muy acertadas las distinciones que hacen Rybacki y Rybacki (2003:132 y sigs.). Ellos distinguen tres tipos de falacias:

a) Falacias en el razonamiento. Están relacionadas con los errores lógicos, tales como generalizaciones precipitadas, y basadas en muestras inadecuadas o defectuosas;  razonamiento circular o para eludir la cuestión, donde la verdad de la conclusión es asumida por las premisas; consecuencias inaceptables; una causa falsa; negar una conclusión evidente en un argumento inductivo; etc.

b) Falacias en la apelación. Basadas en apelaciones a la ignorancia, atacando a la persona en vez de al argumento, a la emoción, autoridad, fuerza o temor, compasión, popularidad, tradición, etc.

c) Falacias en la lengua. Interfieren con el entendimiento de lo que un argumentador quiere decir con esta o aquella frase o término, llegando a la ambigüedad[7], equivocación (el mismo término usado con dos significados diferentes), términos de jerga no claros, etc. (aunque, entendemos, que el contexto lingüístico y pragmático las puede resolver).

Las dos últimas, falacias en la apelación, falacias en la lengua, tienen su origen en el proceso comunicativo del argumentador, formando parte de ciertas intenciones comunicativas.

 

 

4. Movimiento comunicativo

 

    Aunque el proceso de inferir se sitúe en la acción comunicativa del receptor, nosotros entendemos que la inferencia, como proceso para llegar a una conclusión, es una perspectiva comunicativa entre los interlocutores de la comunicación, de acuerdo con sus propósitos: el hablante, de acuerdo con su intención comunicativa, es relevante en su discurso, y el oyente capta, a través del texto, la intención de su interlocutor, su relevancia:

According to the inferential model, communication is achieved by the communicator providing evidence of her intentions and the audience inferring her intentions from the evidence.” (Seperber y Wilson, 1986:24)

 Ello marca un contraste con la inferencia demostrativa, que, centrada en el mensaje, puede que se sitúe, más bien, en una perspectiva interpretativa del receptor. Con todo ello, las inferencias son construcciones mentales, basadas en el texto y su discurso, que añaden estructuras lingüísticas y significado a la información textual, y realizan así el discurso, y la coherencia de éste. En ellas se basa el movimiento comunicativo de la conclusión, que representamos de la siguiente manera:

T

E

X

T

O

 
 


                                                                                   EMISOR              

         CONCLUSIÓN    INFERENCIA                                                            

                                                                               RECEPTOR                               

 

     Movimiento comunicativo de la conclusión

 

    Meijs (1992:123), asumiendo que las inferencias implican, a menudo, una referencia a ítems que no están realmente presentes en el texto sino que están implicados o son entendidos en algún sentido, manifiesta que el acto de inferir obedece a una activación semántica extensiva y automática compatible con unas consideraciones funcionales de la gramática y un conocimiento del mundo. Y Beaugrande y Dressler (1981:101-2) entienden que la operación de inferir implica proporcionar relaciones y conceptos razonables para llenar un hueco o discontinuidad en un mundo textual. Ello requiere, por parte del receptor, una acción cognitiva y emocional en la situación comunicativa, lo cual puede variar considerablemente.  Ellos contrastan la operación de inferir con la activación extensiva[8], la cual ocurre cuando algún ítem del conocimiento es activado y otros íntimamente asociados con él, en el almacenamiento mental, llegan también a ser activados. Esta activación extensiva media entre los conceptos y relaciones activados explícitamente y la riqueza detallada que un mundo textual puede asumir. Pero, los dos procesos, inferir y activación extensiva, extienden, actualizan, desarrollan o complementan el contenido expresado en el texto.

Beaugrande y Dressler (1981:84) consideran que el sentido[9] intencionado de las expresiones de un texto puede no estar claro debido a que esté presente la noción de “lo indeterminado”. Esta noción de “lo indeterminado” puede realizarse por ambigüedad (si no es intencionada) o por polivalencia (si el interlocutor quiere transmitir varios sentidos al mismo tiempo). En ambos casos, entendemos que se precisa del proceso de inferir para llegar a un sentido concluyente. La búsqueda de este sentido concluyente es una actividad rutinaria en la comunicación humana, y donde la retórica actúa para hacer esta comunicación efectiva: resolviendo ambigüedades, polivalencias, infiriendo lo implícito y lo indirecto, y llegando a conclusiones a través de las configuraciones de los distintos textos.

La retórica opera en el campo de lo indeterminado, y debido a ello se caracteriza por la probabilidad de un campo de posibilidades para el significado y la acción (Jost y Hyde, 1997:xviii). Ello implica que los significados (de palabras, expresiones, textos) sean retóricos, entre otras causas, porque son parcialmente determinados y parcialmente abiertos. Cerrados y concretados en una acción y situación retórica determinada. Un mismo modelo gramatical puede motivar dos significados mutuamente exclusivos, que la acción y situación comunicativa despeje.

    Para Anscombre y Ducrot (1988:10 y sigs.) el acto de inferir es un acto de lengua, cuya realización implica la producción de un enunciado. Ellos lo diferencian del acto de informar, en el sentido de que en virtud de unas reglas y de unos principios, el interlocutor pasa de un enunciado a otro que es concluyente. Ello hace que aparezcan dos predicados fundamentales (pág.27 y sigs.):

a) utilizar el enunciado A a favor de la conclusión C (= dar a A la orientación argumentativa de C),

b) considerar A como más eficaz que B (= como un argumento más fuerte que B) a favor de C.

Y a esto, presentan tres restricciones:

1) El paso de A a C (el hablante dice A con el fin de que el destinatario concluya C) debe de hacerse en virtud de unas reglas y unos principios que el destinatario tenga por válidos.

2) La descripción argumentativa de los enunciados se confundiría con la semántica lógica, que define el sentido de un enunciado como el conjunto de sus consecuencias.

3) Argumentar para C, por medio de A (emplear A en favor de la conclusión C), es presentar A inicialmente para conducir al destinatario a concluir C, es decir, dar A como una razón para creer C.

Entre las causas que conducen a emplear un enunciado A para una conclusión C, ellos distinguen (pág.35) tres categorías:

1) Las consideraciones de oportunidad: el enunciado A es (no es) oportuno decirlo de acuerdo con las circunstancias; pero para ellos se trata de una retórica no integrada.

2) Las razones de hecho: se cree (o no) en la verdad de A y de C, ya que la verdad de A genera la verdad de C.

3) La estructura argumentativa, objeto de la retórica integrada[10]: se trata de una orientación interna de los enunciados hacia un tipo de conclusiones, pero esta orientación no es deducible del contenido informativo. Aquí, ellos introducen la noción de estructura argumentativa, mostrando con ello que ciertos enunciados, independientemente de toda lógica, no son aptos para apoyar ciertas conclusiones.

Ellos se interesan (pág.91) por las relaciones entre los encadenamientos sintagmáticos concluyentes y las relaciones inferenciales paradigmáticas (empíricas o analíticas). Donde el encadenamiento puede o no extender sintagmáticamente unas inferencias paradigmáticas.

    Gumperz (1982:153), desde su perspectiva de la lingüística interaccional, plantea la inferencia conversacional como el proceso de interpretación, vinculado al contexto y a la situación, por medio del cual los participantes en un intercambio comunicativo calculan o aprecian las intenciones de los otros, y sobre el cual (sobre este proceso de interpretación) ellos basan sus respuestas. Es asumido que en este proceso de interpretación, el conocimiento gramatical y léxico son sólo dos de los varios factores que intervienen junto a otros, tales como: el escenario físico, el conocimiento personal de los participantes y sus actitudes hacia cada uno, las presunciones socioculturales de acuerdo con el rol y el estatus en sus relaciones, además de los valores sociales asociados con los varios componentes del mensaje. La cuestión es que al nivel de la conversación, hay siempre muchas más posibles interpretaciones alternativas que al nivel de la oración gramatical. La elección entre estas posibles y alternativas interpretaciones viene preceptuada por lo que el hablante intenta lograr en una interacción determinada, además de por las expectativas acerca de las reacciones y presunciones del otro. De esta forma, una estrategia interpretativa se sostiene hasta que algo que ocurre en la conversación hace que los participantes entiendan que se está indicando un cambio en esa estrategia. De modo que, las interpretaciones son negociadas, reparadas y alteradas a través del proceso interaccional más que encauzadas unilateralmente. En la evaluación de estas inferencias e interpretaciones conversacionales, Gumperz (1982:162) habla de “expectativas coincidentes”, refiriéndose a esa base lingüística que es adquirida en el transcurso de la experiencia previa a la interacción y que forma parte de nuestro habitual e instintivo conocimiento lingüístico. Estas expectativas nos capacitan para asociar maneras de hablar con presuposiciones contextuales.

    Sin embargo, Kerbrat-Orecchioni (1998:24) entiende que la inferencia es una unidad de contenido y no una operación para llegar a algo. Ella la define como toda proposición implícita que se puede extraer de un enunciado y deducir de su contenido literal, en combinación con informaciones internas y externas. Esta definición corresponde a lo que se podría llamar inferencias naturales, para distinguirlas, según ella, de los mecanismos inferenciales que operan en la lógica formal, donde los procesos de extracción son más rigurosos, y generan unas inferencias analíticas o pragmáticas, e inferencias lógicas o empíricas. Ella distingue dos tipos de inferencias naturales: presuposiciones (independientes del contexto) y sobreentendidos (dependientes del contexto). Las presuposiciones son producidas por la formulación del enunciado, donde se encuentran inscritas intrínsecamente cualquiera que sea la especificidad del cuadro enunciativo. Los sobreentendidos engloban todas las informaciones que son susceptibles de ser llevadas por un enunciado, pero cuya actualización depende de las particularidades del contexto enunciativo. Esta distinción[11] (presuposición/sobreentendido) coincide con la establecida por Charolles (1978) entre presuposición vs inferencia, y por Martin, R. (1976) entre inferencia necesaria vs inferencia posible. Y es similar a las siguientes parejas nocionales: implicatura convencional vs implicatura no convencional (en particular conversacional) de Grice; implicación lógica vs implicación conversacional de Recanati (1979a,b), implicación vs implicitación de Sperber y Wilson (1989) (Kerbrat-Orecchioni, 1998:355).

Kerbrat-Orecchioni considera a los sobreentendidos mucho más interesantes que las presuposiciones en la medida en que ellos muestran la complejidad de los mecanismos interpretativos. Sin embargo, afirma (pág.23) que las presuposiciones representan un nivel subliminal de la argumentación, donde unos contenidos implícitos, al ser menos perceptibles, menos importantes en apariencia, y más discretos, traen consigo una fuerza y un poder manipulador.

    Con todo, entendemos que el proceso de inferir para llegar a un sentido concluyente se resuelve en una marco de comunicación efectiva, donde se resuelven ambigüedades, polivalencias, se infiere lo implícito y lo indirecto, se llega a conclusiones a través de las configuraciones de los distintos textos. Un marco de actividades rutinarias en la comunicación humana, donde la retórica actúa para hacer esta comunicación efectiva.

La retórica opera en el campo de lo indeterminado, y debido a ello se caracteriza por la probabilidad de un campo de posibilidades para el significado y la acción (Jost y Hyde, 1997:xviii). Ello implica que los significados (de palabras, expresiones, textos) sean retóricos, entre otras causas, porque son parcialmente determinados y parcialmente abiertos. Cerrados y concretados en la acción y situación retórica determinada. Un mismo modelo gramatical puede motivar dos significados mutuamente exclusivos, que la acción y situación comunicativa despeje.

 

 

5. Competencia lógica

 

    Todo este panorama de diferentes matices acerca del movimiento comunicativo de la inferencia y de la conclusión lo enmarcarmos dentro la retoricidad[12], o competencia pragmática y comunicativa. Ésta ejecuta y adapta a la situación o interacción comunicativa la gramaticalidad o competencia lingüística, y la racionalidad o competencia lógica. En la retoricidad no operan sólo principios discursivos, sino que operan también reglas gramaticales, operaciones lógicas y operaciones enciclopédicas en una relación de interdependencia para negociar el significado y lograr la comunicación : la puesta en común. En esta competencia están presentes todas las competencias involucradas  en  la  interacción comunicativa, pero entendemos que sus tentáculos son las operaciones lingüísticas y las operaciones lógicas. Y en estas operaciones lógicas, la competencia lógica opera, interviniendo conjuntamente con las demás, a través de un determinado proceso de razonamiento, en la construcción y extracción del significado.

Kerbrat-Orecchioni (1998:166 y sigs.) circunscribe a tres categorías las diversas operaciones que permite efectuar esta competencia lógica:

1) Operaciones que se parecen a aquellas de la lógica formal (esencialmente al razonamiento de tipo silogístico). Los silogismos formales son raros en la lengua natural, y producen un efecto no natural. En cambio los silogismos incompletos (los entimemas) son constantes. Éstos caracterizan las argumentaciones naturales; y gran parte de los slogans publicitarios se construyen sobre algún tipo de entimema. Se trata de un razonamiento lógico paraformal donde un enunciado que se infiere  de otro necesita de una proposición implícita para que el encadenamiento pueda ser satisfactorio. Los razonamientos naturales (Perelman los llama “casi lógicos”) son casi siempre elípticos, donde la coherencia textual se restablece al reconstruir la proposiciones implícitas. Estas proposiciones pueden corresponder a un contenido ya conocido y que se moviliza para interpretar el encadenamiento, o pueden corresponder a un contenido nuevo, surgiendo a favor de la estructuración interna del enunciado. En el orden de las proposiciones inscritas en un enunciado, explicita o implícitamente, Kerbrat-Orecchioni distingue tres tipos:

a) Orden de sucesión lineal en la superficie textual.

b) Orden lógico abstracto (mayor – menor – conclusión).

c) Orden de la cronología de la descodificación: se efectúa, en general, según el orden lineal en la superficie del texto, pero se logra sobre la reconstitución de la proposición implícita, la cual (aún siendo bien una mayor, una menor, o una conclusión) va a funcionar como la conclusión del razonamiento interpretativo, y a veces como la verdadera conclusión argumentativa del enunciado.

2) Operaciones más específicas de la lógica natural. Por lógica natural se entiende el conjunto de mecanismos que caracterizan los razonamientos o argumentaciones efectuados en lengua natural. Estas operaciones tienen poca relación con aquellas que reglamentan la lógica formal. Kerbrat-Orecchioni señala cuatro importantes operaciones, y sus roles en la génesis de las inferencias:

1. Inferencias que surgen en el establecimiento de relaciones de asociación o de disociación. Éstas se ven en estructuras sintácticas, y relaciones coordinativas: en estructuras de analogía (comparación y metáfora) en el primer caso, y en estructuras y relaciones disociativas en el segundo.

2. Post hoc, ergo propter hoc. Cuando dos hechos se presentan en relación de sucesión cronológica (o de coexistencia), se tiene, a menudo, la tendencia de establecer entre ellos una relación lógica de causa/consecuencia o de consecuencia/causa. Se trata de un deslizamiento interpretativo que ocurre, constantemente, en las lenguas naturales, y que caracteriza a todas las estructuras sintácticas que literalmente enuncian una relación de contigüidad: yuxtaposición, coordinación, expansión.

3. Deslizamiento de la condición suficiente a la condición necesaria. En la lógica formal, la estructura “si p, entonces q” enuncia que p es la condición suficiente de q. Pero las lenguas naturales son menos unívocas, y esta estructura puede recibir otros valores. Así, esta estructura, “si p, entonces q” enuncia explícitamente que p es la condición suficiente de q, e implícitamente que p es también la condición necesaria de q; es decir que el “si” tiene tendencia de ser interpretado como un “si y solamente si”.

4. Inferencias ligadas a una estructura predicativa de tipo “x es p”, donde los elementos y y p’ son evocados implícitamente por esta misma estructura, “x es p”: y es no-p (solamente x es p), x es no-p’ (x es solamente p).

3) Inferencias praxeológicas. Son las informaciones que se presuponen o sobreentienden en un enunciado de acuerdo con una lógica de regularidad de las acciones, y que implican necesariamente o eventualmente la realización de otras acciones necesariamente o eventualmente correlacionadas. Esta lógica de la regularidad se organiza en guiones, marcos, macroestructuras o praxeogramas. Es decir, en conocimientos del mundo interiorizados y representados cognitivamente.

Kerbrat-Orecchioni concluye (pág.191 y sigs.) que el grado de codificación de las reglas constitutivas de esta competencia lógica es extremadamente variable. Razonar en lengua natural e interpretar un razonamiento natural, es, en todos los sentidos, derivar en argumentaciones que construyen una cadena de equivalencias conceptuales aproximativas. Se trata de relaciones imprecisas, de vagos valores de verdad, de razonamientos aproximativos, donde los enunciados naturales están cargados de inferencias, y donde la competencia lógica entra en juego con la lingüística y la pragmática.

    Pero este juego, entre competencia lógica, lingüística y pragmática, va dirigido a lograr una determinada efectividad comunicativa, donde es esencial concluir. Y entendemos que al proceso de concluir en lenguas naturales, y por tanto a esas operaciones lógicas o competencia lógica que se requiere, van unidos dos importantes factores que actúan en los niveles semánticos y pragmáticos de la lengua: la opacidad y la transparencia[13] referencial, que, a su vez, tienen que ver con las situaciones de ambigüedad referencial que se puedan crear.

La opacidad (o difícil de entender) se puede definir como el grado en el cual una representación más abstracta[14] difiere de una menos abstracta. Por ejemplo, significados expresados en estructuras oracionales constituyendo unas relaciones complejas (incrustadas unas dentro de otras) serán más opacos que los mismos significados expresados en relaciones complejas más simples.

La transparencia (o fácil de entender) se puede definir como el grado en el cual una representación más abstracta (estructura profunda) corresponde a una menos abstracta (estructura de superficie)[15].

Está claro que la opacidad referencial se clarifica a través de la situación comunicativa y el mundo referencial que se comparte entre los interlocutores. Estos dos factores resolverían la ambigüedad que pudiera crearse. Leech (1980:52) expone que un hablante puede considerar que un universo de referencia difiera del universo real, al menos, por tres razones: a) porque quiera llevar a conclusiones erróneas al oyente; b) porque su conocimiento es defectuoso; c) porque las diferentes partes de este universo se consideren con diferentes grados de seguridad. Así, según esto, un universo de referencia no es de ningún modo una copia de la realidad. Sino que son la interacción comunicativa y el texto los que procesan cognitivamente la realidad, con un determinado grado de opacidad o transparencia referencial.

Dentro de este mundo referencial y comunicativo, los enfoques mentalistas en cognición social, al tratar las inferencias sociales, asumen que las facultades de inferencia trabajan sobre la información que viene al sistema cognitivo para sacar conclusiones acerca de algo (Condor y Antaki, 1997:325). En el caso de la lengua, serían las informaciones textuales y contextuales del discurso que operen en el sistema cognitivo, las que conducirían a sacar conclusiones. Condor y Antaki (1997:325-6) exponen dos importantes teorías en estos enfoques mentalistas:

a) La teoría de errores y predisposiciones en juicios sociales, que plantea que hay una tendencia, bien conocida, de la gente a ser inapropiadamente impresionada y, sobre esta base, a hacer inferencias erróneas. Halminton (1981) lleva esto a una teoría de estereotipos, argumentando que ciertas clases de estereotipos se forman cuando la gente percibe falsamente una asociación o una correlación ilusoria.

b) La otra teoría sobre la inferencia social, es el estudio de los efectos lingüísticos (especialmente de palabras y frases) automáticos en la producción y comprensión de mensajes. En este sentido, Semin y Fedler (1991) nos recuerdan que átomos tales como las palabras individuales (verbos y adjetivos) pueden jugar roles importantes en la disposición del discurso. La cuestión es que las implicaciones cognitivas de palabras y frases pueden revelar efectos significantes en el discurso, a la vez que mecanismos automáticos y de procesamiento de información interior que el estudio de la retórica deja sin examinar (Condor y Antaki, 1997:326).

    Con todo, entendemos que al igual que una palabra aisladamente puede tener muchas acepciones, esta misma palabra, insertada en un cotexto y en un contexto, limita estas acepciones a una de ellas. Y de la misma manera, las inferencias posibles en un texto estarían limitadas por el cotexto producido ostensivamente y por el contexto de la situación. Y aquí, posiblemente radique la gran diferencia entre la lógica formal y la lógica natural. La lógica formal aplica un número de reglas deductivas sobre estructuras o frases aisladas (y realiza unas inferencias demostrativas (Sperber y Wilson, 1986:68 y pássim)), y la lógica natural aplica las inferencias ostensivamente planteadas (inferencias no demostrativas (Sperber y Wilson, 1986:64 y pássim)) en estructuras lingüísticas que están insertadas en un proceso discursivo, y participando de un cotexto y un contexto.

En este proceso discursivo, Dijk y Kintsch (1983, en Meijs, 1992:129), en la perspectiva de la comprensión de un texto, distinguen entre dos tipos de inferencias: “aquellas que unen”, “aquellas que elaboran”. Las primeras son necesarias para la comprensión y la coherencia del texto. Las segundas no son necesarias para la comprensión del texto, y ocurren cuando el usuario utiliza sus conocimientos acerca del tema que trata el texto, para añadir detalles adicionales no mencionados en el texto o para establecer conexiones entre su procesamiento del texto y otros conocimientos. Nosotros, considerando la dinámica interaccional del discurso, entendemos que ambos tipos de inferencias conducen a estructuras lingüísticas concluyentes que son características de sus procesos respectivos, y que reflejan o construyen unas relaciones lógico-semánticas en el texto, negociando cognitiva y lógicamente el significado. Entendiendo que los significados son organizaciones de la lengua que responden a la función comunicativa de los textos y a las intenciones de los hablantes.

 

 

6. Conclusiones

 

    El discurso desarrolla una acción retórica en la interacción comunicativa de los participantes y en el texto que produce. Todo ello, en una relación entre realidad y mente, y donde siempre estamos llegando a unas conclusiones. Y, llegar a unas conclusiones es producir e interpretar evidencias mediante una construcción lingüística y contextual de la realidad. Donde, las estructuras y referencias lingüísticas no solamente reflejan lo explícito, sino que también llevan una carga importante de lo implícito, sobre lo cual tenemos que inferir. En este marco, concluir es una operación de razonamiento que tiene que ver con unas premisas explícitas o implícitas, con procesos de ostensión y de inferencia (relevancia), con estructuras lógicas y con una lógica pragmática, y con la coherente construcción de la realidad.

 

 

Bibliografía

 

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[1] Según Aristóteles (Analíticas Pr.67a, 12b) sacar una conclusión requiere un movimiento del pensamiento, una explicitación de lo que pueda estar implícito y una actualización de conocimientos. En este proceso, la deducción (el silogismo) va de lo universal a lo particular, y la inducción va de lo particular a lo universal. Dos formas de deducción son: el ejemplo y el entimema. El ejemplo, como modo de razonamiento, corresponde a las formas retóricas del silogismo, y permite aplicar unas conclusiones generales a unos casos particulares. El entimema difiere del silogismo en que saca una conclusión a partir de unas premisas simplemente probables. Aristóteles distingue dos clases de entimemas: a) los argumentos específicos a una ciencia determinada, b) y los argumentos sacados de los lugares (topoi). Él clasifica a los lugares según cuatro tipos: lo posible e imposible, el futuro (propicio a la elocuencia política), el pasado (propicio al judicial), y la grandeza (propicio al epidíctico).

[2] However, we relieve it is fair to say that researchers have not always appreciated this interdisciplinary aspect, and have often worked in isolation, thereby maintaining the traditional borders between the two disciplines: linguists describe language structures, psycholinguists study mental representations and processes.” (Sanders y Spooren, 2001:2)

[3] Ver a Sanders y Spooren (2001) para una relación muy completa de investigadores en estas tres tendencias.

[4] Inferential communication and ostension are one and the same process, but seen from two different points of view: that of the communicator who is involved in ostension and that of the audience who is involved in inference.” (Sperber y Wilson, 1986:54)

[5] Lo Cascio (1998:304-5) afirma que las falacias: “…forman el esqueleto y la praxis argumentativa cotidiana,… tienen un efecto a veces superior al que se obtiene mediante argumentaciones correctas. Es tal su fuerza que a veces acaban incluso por estar codificadas. …Los argumentos que contienen falacias son, a veces, aceptables o indispensables.”

[6]― También se podría hablar de “paradojas”, donde se llega a una conclusión desconcertante.

  ― Martinich (1984:95-112) analiza una taxomonía de falacias que contravienen las máximas conversacionales de Grice.

[7] Ambiguity can result in three different ways, because three different components determine the sense of a sentence: syntax, semantics and phonology. Corresponding to these three components are the fallacies. The fallacy of amphiboly is a fallacy that results from a syntactic or structural ambiguity. […] Equivocation is a fallacy that results from a subtle semantic ambiguity. The fallacy of accent is a fallacy that results from a phonologically based ambiguity.” (Martinich, 1984:101)

[8] Beaugrande y Dressler (1981:37-38) distinguen tres tipos de búsqueda por la conectividad, que operan en la resolución de problemas en la textualidad y procesamiento del texto: Depth-first search (es una búsqueda unidireccional hacia el propósito u objetivo, prestando poca atención a las alternativas en el progreso hacia adelante). Breadth-first search (mira hacia delante solamente hasta un próximo sub-objetivo y sopesa los varios caminos para llegar, elige el mejor camino, y si es exitoso repite el mismo procedimiento con el próximo sub-objetivo hasta alcanzar el principal). Means-end analysis (identifica las principales diferencias entre el estado inicial y el estado del objetivo, y trata de reducirlas una a una; si las diferencias parecen demasiado grandes, se coge un sub-objetivo intermedio para la comparación).

[9] Beaugrande y Dressler (1981:84) distinguen entre significado (el potencial de la lengua) y sentido (el realizado en un texto). De modo que, muchas expresiones pueden tener varios significados virtuales, pero, en condiciones normales, solamente un sentido en el texto.

[10] La idea de retórica integrada es una hipótesis según la cual las relaciones argumentativas entre los enunciados no son deducibles de su contenido informativo, sino más bien de sus relaciones semánticas. (Anscombre y Ducrot, 1988:36).

[11] Aunque el punto de partida de la distinción de Kerbrat-Orecchioni (1998) es Grice, ella fundamenta principalmente esta distinción en Ducrot (1977).

[12] Entendiendo por ésta, a esa operación pragmática que activa a las demás competencias para adaptarse a la situación y lograr el objetivo comunicativo.

[13] Estos términos fueron usados por Chomsky al final de los 1970.

[14] Se entiende que una representación o estructura abstracta es aquella que difiere de las que son más transparentes.

[15] Las estructuras de superficie, diacrónicamente, pueden cambiar gradualmente, a través de desplazamientos estilísticos, contactos con otras lenguas, etc., pero las estructuras profundas permanecen constantes.