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EL ESCRITOR MEXICANO CARLOS
FUENTES HABLA DE LA POLÍTICA MIGRATORIA DE EE. UU.[1]
Alejandro Manrique y Manuel
Martínez
(Editores Diarios RUMBO)
Lecturas Dominicales
EL TIEMPO (Bogotá)
5 de Noviembre de 2005
Desde el caso de su país, se refiere, en general, del encuentro o
choque de las dos culturas continentales.
A los 77 años, Fuentes no sólo derrocha vitalidad. También reparte, a
borbotones, humildad, generosidad y una clarividencia que impresiona. Y como
buen clarividente, Fuentes parece ver lo que muchos no ven cuando dice que pese
a la nueva realidad económica del mundo –un estadio superior del capitalismo
que él llama la era de la tecnoinformación– la política migratoria del gobierno
norteamericano aún no entiende que los inmigrantes no vienen a reemplazar al
trabajador norteamericano.
También dice que la tesis del profesor Samuel Hungtinton, según la
cual la identidad anglosajona se ve amenazada por la inmigración
latinoamericana a EE.UU., es una "pendejada y una provocación".
"Las culturas se hacen de encuentros, de asimilaciones mutuas, no hay una
sola cultura pura en el mundo", dice el escritor.
Pero tal vez lo que más conmueve de entablar un diálogo con Fuentes
–fuera de su caballerosidad a toda prueba o de que pueda hablar con propiedad
casi de cualquier tema– es su permanente defensa de los débiles y de cultura
hispanoamericana. "La lengua española se defiende bien en América. Eso de
tener el orgullo de una sola lengua es una prueba de ignorancia y de falta de
civilización asombrosa que yo encuentro a veces en EE. UU.".
¿Usted ha dicho que la inmigración
está cambiando la cara tanto de EE. UU. como de México, ¿Podría elaborar más?
Yo creo que la presencia del trabajador migratorio mexicano e hispano
en general en EE.UU. es un factor muy importante de la vida de este país en
términos laborales, sobre todo. Porque expulsan a estos trabajadores sin darse
cuenta de todas las cosas que no se hacen en EE. UU., es una montaña de cosas
que se dejarían de hacer. ¿Quién las va a hacer? De manera que ahí hay un
factor económico de la presencia, de trabajo, que es esencial para el bienestar
de EE. UU. A mí no me pueden decir que van a expulsar a los trabajadores y no
pasa nada, porque eso lo toma un americano. Simplemente no es cierto. Los EE. UU.
'have to come to terms', como se dice en inglés, con la nueva realidad
económica del mundo que no es ya la de la revolución industrial, se acabó la
revolución industrial, eso le toca a Honduras hacerlo, pero no a EE. UU. que ya
han entrado a la era de la tecnoinformación, es una etapa superior del
desarrollo capitalista, ya no es la revolución industrial de 1780, es otra cosa
muy nueva, se tienen que adaptar a eso. Es una revolución que va a requerir
menos trabajadores en las industrias, pero más industrias con más trabajadores.
Es decir, menos trabajadores en cada empresa, pero más empresas con más
trabajadores. Esto no lo ha entendido la tradición sindicalista y laboral
norteamericana todavía y el gobierno tampoco lo ha entendido porque creen que
los trabajadores mexicanos vienen a quitarles el trabajo a los norteamericanos.
Simplemente, no es cierto.
Y no podemos hacer una política migratoria bilateral basada en engaños
porque los dos países nos estamos engañando. EE. UU. diciendo detengan a los
inmigrantes que les quitan trabajo a los estadounidenses cuando saben
perfectamente que esos inmigrantes cumplen con labores indispensables que no
cumple el trabajador americano. Nosotros, por nuestra parte, mentimos porque
nada más decimos maravilloso, nos mandan yo no sé cuántos miles de millones de
dólares, creo que 12 mil millones de dólares, es el primer rubro de ingresos en
dólares en México, y esto lo acaba de celebrar el presidente Fox, diciendo qué
maravilla, nos mandan mucho dinero. Sí, pero no hay que olvidar que lo ideal no
es que se vayan, lo ideal es que se queden, que México les ofrezca trabajo a
los trabajadores migratorios, esto sería lo perfecto. Y se van los trabajadores
porque no hay trabajo o porque hay injusticia, eso no se menciona mucho. Huyen
del cacique, del político, de situaciones de injusticia, de la falta de
legalidad. Entonces lo ideal sería que, por un lado, EE. UU. se adapte a la era
tecnoindustrial, según lo que acabo de decirles de reparto de trabajo, y que
México cree más trabajo dentro de sus fronteras. Entonces, los EE. UU. se van a
encontrar un buen día con la pregunta: ¿de dónde vienen los trabajadores que
necesitamos?
Supongamos que México tenga resuelto el problema del empleo, entonces
E.U. se va a preguntar y ahora quién va a trabajar en los hospitales, en los
autobuses, en los restaurantes, en agricultura, ¿quién lo va a hacer? Los van a
tener que traer del Polo Norte. Pero que no nos hagan de chivo los tamales, esa
es la cosa.
Pero esto es en términos
económicos. Cuando usted dice que cambia la cara a ambos países, en términos
culturales, ¿cómo sería?
Claro que sí, cuando la lengua española es la segunda lengua más
hablada de EE. UU., claro que ha cambiado ya la naturaleza de la cultura
americana. La cultura no admite fronteras, puede haber la frontera del río
Bravo o río Grande, pero la cultura no va a admitir fronteras. La presencia
latina de la lengua española, las costumbres, la familia, la comida, las
canciones, los sueños, todo lo que usted quiera va a influir sobre el ánimo norteamericano,
de la misma manera que la muy poderosa cultura comercial de EE. UU. influye en
México: las cadenas de restaurantes, los hábitos, las formas de vestir, las
películas, la televisión. Yo creo que la cultura mexicana es más fuerte que la
norteamericana, es más antigua, tiene raíces más fuertes, resiste más, es una
cultura más defensiva, la cultura americana es más abierta. Pero la realidad
esencial de México es muy antigua, viene desde los aztecas, de los mayas. La
mexicana es una cultura de capas, mientras que la cultura americana es de
aluvión, de río, de fusiones inmediatas.
¿Cuándo habla de esas fusiones
inmediatas frente a esa cultura de capas, ¿cómo ve este influjo de culturas, a
ambos lados, en hechos concretos como la aprobación del voto paisano (voto
mexicano en el exterior)?
No espero grandes cosas del voto paisano. El hecho es que muy pocos
mexicanos han acudido a los consulados en EE. UU. Se esperaba que fueran miles,
son cientos. Hay muy poco interés. En términos generales, en todo el mundo hay
un declive de la voluntad de voto. Pasa en EE. UU., pasa en México, pasa en
Europa. Es un fenómeno universal. Ha pasado algo interesante y es que las
ideologías se han borrado mucho. En el siglo XX las ideologías eran muy claras,
en el siglo XXI son muy difusas. Lo que hay es una tendencia hacia la
socialdemocracia centrista.
Más allá de las remesas, ¿cuál es
el impacto del regreso de los latinos hacia sus países?
Es muy grande, empieza a ser muy grande, se ve con un hecho nada más:
se acaban las taquerías y empiezan las pizzerías, es lo que está pasando en
todo México, porque el inmigrante que regresa lo que quiere es una pizzería, no
una taquería, empieza a haber casas con techo de dos aguas en vez del techo
plano mexicano, empieza a haber front
yards, pocos, pero ya hay front yards
a la americana. Hay muchos cambios que trae el inmigrante que regresa.
No es posible que en la globalización haya un intercambio de todo tipo
de bienes y servicios y el intercambio de personas esté limitado (...) hay un
panorama de endurecimiento de la frontera en épocas de globalización.
Es un error garrafal porque es como darse un tiro en el propio pie. En
primer lugar, causa tensiones y violencias y muertes. Lleva el tema de la
inmigración de la agenda diplomática, de discusión bilateral, de acuerdos en
general a un terreno de violencia y de agresión y de fuerza. Esto es
simplemente para darles salida a ánimos, a espíritus de tipo violento que han
existido en todas las sociedades. Si no se detienen se acaba en lo peor. Así se
empieza en Alemania con el nacionalsocialismo, en Italia con el fascismo, es
permitir que estas pandillas violentas asalten el derecho e impongan su propia
ley. No lleva a ningún lado, es la violencia engendrando más violencia, no es
la salida para nada. Y además es una mentira, es una hipocresía, porque repito
estos trabajadores son necesarios, los necesita la economía, si estos
vigilantes se salieran con la suya habría un derrumbe de la economía
norteamericana. Saquen a los trabajadores mexicanos y no va a haber productos
agrícolas en EE. UU., la gente no va a tener tomates, no va a tener lechugas,
no va a tener naranjas. Simplemente es un ánimo que ha exaltado mucho el
gobierno de Bush de patrioterismo, de supremacía de E.U. y de una cultura de la
violencia y de la agresión, que es la manera torpe como se responde a la
agresión de tipo fundamentalista islámico, creando un fundamentalismo
norteamericano. Dos fundamentalismos, frente a frente, resultado: catástrofe.
¿Cuáles serían los elementos clave
de una propuesta migratoria?
Primero, sentarse a negociar, saber negociar, lo que pide la propuesta
Kennedy McCane, que me parece muy honorable. Desde la época de Cárdenas y
Roosevelt llegamos al acuerdo de negociarlo todo, que no haya más violencia
entre México y EE. UU., que no haya agresiones como las que hubo en el pasado,
sino que todo sea objeto de negociación. Este es el gran tema para negociar en
estos momentos. Entonces, la propuesta Kennedy-McCane no es la de fronteras
abiertas, sino la de fronteras reguladas, pero reguladas a través de la ley, no
a través de la fuerza. Entonces sentarse y negociar qué es lo que vamos a hacer
y cómo lo vamos a hacer. Y luego tomar en cuenta en cualquier negociación los
temas de temporalidad del trabajo, de adquisición de la residencia y de
adquisición de la ciudadanía para los trabajadores que se queden, tampoco esto
se puede evitar. Tiene que haber un acuerdo comprensivo, una negociación muy
amplia entre las dos partes, tomando en cuenta como lo decía anoche y lo repito
que el tema migratorio ya no es un tema bilateral sólo entre México y EE. UU.,
hay muchas bilateralidades (varias en Europa) y una necesidad de verlo ya como
un tema global, como un tema internacional, que requiere yo creo la atención de
un sindicato mundial de trabajadores migratorios, en defensa de la colectividad
de los trabajadores migratorios en todo el mundo.
Usted dice que el trabajador
migrante es el gran protagonista del siglo XX...
Sí, sí lo es. Susan Sontag dice que son las mujeres, yo digo que son
los trabajadores migratorios, pero creo que son los dos.
En toda propuesta migratoria siempre está el tema de la asimilación,
lo que vemos con los hispanos es que la tienen muy difícil, que de alguna
manera tienen dificultades para entrar al sistema de seguridad social, al
sistema de salud, para educar a sus hijos en universidades, viven como en este
mundo doble en el que sus hijos hablan inglés y se quieren asimilar y ellos
están todavía en México y anhelando vivir allí...
Yo estoy de acuerdo con todo lo que usted dice, simplemente son
obstáculos que habría que ir limando y al cabo sobrepasar. En segundas y
terceras generaciones ya esos temas no aparecen, se han asimilado a la sociedad
americana, a veces son bilingües, a veces son monolingües, pero ya son
aceptados, son electos, son ricos, el aumento de la riqueza en los migrantes de
segunda y tercera generación es impresionante, daba como ejemplo al condado de
Los Ángeles donde tienen un aumento bárbaro de empresas creadas por México, de
ingresos de mexicanos de segunda o tercera generación, creo que es también una
cuestión de tiempo como lo fue para los italianos, los polacos, los rusos, los
judíos, todos tuvieron etapas muy difíciles de asimilación, vivían en guetos,
tanto en Polonia como en Nueva York vivían en guetos, y ahora se han asimilado.
¿Y sobre la afirmación de Samuel
Hungtinton de que la mayor amenaza a la identidad nacional de E.U. viene de la
continua inmigración de América Latina?
Esa es una pendejada, esa la despacho como una suprema pendejada, es
un provocación y una pendejada. Las culturas se hacen de encuentros, de
asimilaciones mutuas, no hay una sola cultura pura en el mundo. Si EE. UU.
quiere volver a ser un país totalmente puro tendrían que ser un país deshabitado,
hasta los indios venían por Alaska, este era un continente vacío, no hay nadie
que sea originario del continente americano, nadie. En todo caso serían los
indígenas, entonces que se vayan los ingleses, que se vayan todos los
inmigrantes que han venido, que se vayan los negros a África, ¿de qué estamos
hablando, verdad? Huntington vive en una sociedad de integraciones, de
civilizaciones, ¿lo va a negar? ¿Qué propone? ¿Una civilización anglosajona
solamente? Es ridículo, a mí me parece una perfecta pendejada, no tengo otra
manera de decirlo, me parece tan estúpido, no sé por qué perdemos el tiempo con
Huntington (risas)... Gracias porque me permite atacar a ese baboso.
¿Cómo ve el estado del español en
EE.UU.? ¿Avanza o retrocede?
Avanza, sin duda alguna, porque es la segunda lengua más hablada en EE.
UU. Dentro de toda la problemática que se ha venido señalando hay ese hecho:
después del inglés, la lengua que más se habla es el español, creo que la
hablan cerca de 40 millones de norteamericanos. No hay 40 millones de
hispanoamericanos que hablen inglés yo siempre lo he dicho: el inglés en México
sólo lo hablamos bien Jorge Castañeda (ex secretario de Relaciones de México) y
yo (risas). Nadie más. Dos. Pero no hay una invasión del inglés. La lengua
española se defiende muy bien en el continente americano, en el mundo
hispánico, en cambio que en EE. UU. es un hecho: hay un bloque de
hispanoparlantes sumamente importante, casi la cuarta parte de la población,
algo así. De manera que hay que saber cómo se vive con otra lengua. Hay quienes
consideran que el monolingüismo debería ser la norma. Vi una calcomanía en un
coche aquí en Texas que decía, monolinguism
is a curable disease, y sí es una enfermedad. En las escuelas europeas se
enseña desde la primaria otra lengua, una segunda lengua y una tercera lengua
si quiere el estudiante. Eso de tener el orgullo de una sola lengua es una
prueba de ignorancia y de falta de civilización asombrosa que yo encuentro a
veces en EE. UU. Simplemente, porque es la principal potencia del mundo cree
que todo el mundo va a hablar inglés, pues no es cierto. Entonces debería haber
una segunda lengua obligatoria, yo no digo que sea a fuerza el español, debía
ser el chino quizá por intereses y defensa en el futuro. Antes de la Guerra Fría
se decía: los optimistas aprenden ruso, los pesimistas aprenden chino. Hoy
todos tienen que aprender chino porque va a ser la potencia rival de EE. UU. en
20 o 30 años. No tiene otro rival. De manera que yo soy muy partidario del
bilingüismo o del plurilingüismo. Un europeo normalmente habla dos, tres hasta
cuatro idiomas y sale ganando, cruza las fronteras con facilidad, los países se
entienden entre sí. Esa debería ser la norma, aprender lenguas, lo demás es una
consagración de la ignorancia, es engañarse a sí mismos.
Lo que vemos es más militarización de la frontera, pero a su vez más
tráfico de drogas y aparición de pandillas, como los Zetas, Mara Salvatrucha y,
es paradójico, porque a más militarización más conflicto.
Naturalmente, a la fuerza no se contesta con la fuerza, se contesta
con otras medidas. Hay que tener confianza en esta frontera. Es una frontera
buena, noble, que crea riqueza de ambos lados, favorece a México, favorece a EE.
UU., si destruimos esta frontera con estas medidas estamos simplemente dándoles
alas a los peores elementos, a los narcos, a las maras salvatruchas, a las
pandillas, es esto lo que se quiere, generar violencia para contestarle a la
violencia y en consecuencia una contraviolencia. ¿Dónde termina la espiral de
la violencia? Hay que irse por otro rumbo.
¿Podría hablar un poco de la
Luisiana pobre y de toda esta paradoja que implica que este país haya ido a la
guerra contra Irak y que haya desatendido esa zona?
Todo esto demuestra que hay un tercer mundo dentro del primer mundo,
de la misma manera que hay un primer mundo dentro del tercer mundo. En América
Latina hay un primer mundo, bien desarrollado, rico, sofisticado, contra
millones de pobres. Y aquí también hay un mundo sofisticado, desarrollado,
rodeado, a veces, de un mar de miseria, como lo demostró ‘Katrina’. Entonces,
‘Katrina’ tuvo la enorme ventaja de desnudar las políticas de la administración
republicana, el error enorme de la guerra de Irak, una guerra totalmente
innecesaria, que desvió la atención del combate contra el terrorismo mientras
estaba en Afganistán con Al Quaeda. Osama Bin Laden no estaba en Irak, en
Bagdad, con Saddam Hussein, que es otra cosa: un tirano horrendo. Pero EE. UU.
lleva 20 años tratando con él, dándole armas, mimándolo, y si se trata de
derrumbar tiranos, ahí tenemos por lo menos 20 en el mundo, ¿por qué Saddam
Hussein o la Junta Birmana? ¿Moamar Kadafi? ¿Por qué contra este? ¿Porque tenía
petróleo? me pregunto. El hecho es que fue un error gravísimo. El presidente
Bush proclamó la victoria, prematuramente, desde un portaviones en California:
"Ha terminado la guerra, hemos ganado". No. La guerra no fue
terminada, la guerra no ha terminado, no contaban con lo que era Irak más allá
de Saddam Hussein. Un pueblo muy dividido entre tres facciones religiosas,
multitud de cacicazgos locales, alianzas tribales, no contaron con esto para
nada, no lo previeron, creían que iban a ser recibidos como triunfadores,
creían que Irak era Japón o Alemania. No es Japón o Alemania, es un país muy
diferente, y el hecho es que están enfrentados a una insurgencia que ya lleva
más de mil muertos de las Fuerzas Armadas norteamericanas, es una sangría
brutal y el problema de EE. UU. es cómo salir de Irak sin perder. Bush metió a
EE.UU. en un atolladero peor que la guerra de Vietnam y le va a costar muy
caro.
Entonces, ¿cómo salir de Irak?
El problema es cómo quedarse y cómo salir, los dos son problemas. Un
alto mando de la OTAN me decía la única solución es un mando de transición
militar de la ONU. Pero le dije la ONU no tiene mucha fuerza y no la respetan
mucho. El me dijo que si es una ONU con elementos árabes, el mando árabe
musulmán y tropas musulmanas de los países musulmanes tendría entonces
importancia. No saldrían a matar a las tropas de la ONU si son musulmanas.
Puede ser una idea que poco a poco se retire EE. UU. y deje entrar a fuerzas
bajo la bandera de la ONU pero con elementos traídos desde los países árabes,
de los países musulmanes. No le veo otra posibilidad por el momento. Es una
catástrofe que le ha costado mucho al mundo y a Bush.
García Márquez dice que usted es
una persona muy generosa con los que van a ser herederos de la generación de la
literatura del ‘boom’. ¿Cómo ve esa generación? ¿Qué deberían estar haciendo?
¿Qué deberían estar escribiendo?
En lo que podría ser el preboom había pocos novelistas, antes de
nuestra generación usted cuenta con los dedos de las manos, Borges, Asturias,
Cortázar, Carpentier, Lezama Lima, Onetti, quizá son media docena. Con nuestra
generación aumentó mucho el regimiento de buenos novelistas. Ahora está la
generación que yo llamó del bumerán, que es una generación dominada por
escritoras, aparecieron muchas, Isabel Allende, Marcela Serrano en Chile, Luisa
Valenzuela en Argentina, Ángeles Mastretta, Laura Esquivel en México,
escritoras que surgieron del bumerán o postboom. Y ahora hay una nueva
generación entre los 25 y 45 años digamos, que todavía no tiene denominación,
lo que tiene es una calidad y cantidad que no se había visto nunca en América
Latina. Es un número increíble de escritores escribiendo buenas novelas desde
México hasta Chile y Argentina. En México destaco mucho a los escritores del
crack, que son Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Xavier Velasco,
excéntrico muy original, una escritora notabilísima Cristina Rivera Garza, ya
con esos cinco nombres está asegurada la literatura actual de México con un
altísimo nivel, si vamos hacia el sur vamos a encontrar lo mismo. Yo creo que
está muy afincada ya la buena literatura en América Latina. César Aira va a
ganar el Nobel, a base de dos novelas por año puede que sí. Es el Joyce Oates
latino, yo creo que escribe hasta cuando está tomando una regadera.
¿Cómo está García Márquez? ¿Está
escribiendo las memorias?
Está muy bien de salud. No sé. Él es muy misterioso.
¿Qué opina del actual Nobel?
Ya era tiempo de que le dieran el Nobel a un dramaturgo con una visión
totalmente revolucionaria del teatro. Hay muchos candidatos actuales para el
Nobel de Literatura: Philip Roth en EE. UU., Juan Gotysolo en España, entre
otros.
¿Cuando uno piensa en el próximo
Nobel latinoamericano aparecen los nombres de Carlos Fuentes y Mario Vargas
Llosa?
A mí ya me lo dieron. Cuando se lo dieron a Gabo me lo dieron a mí y a
mi generación.
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