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El TEATRO EN EL ARTE NARRATIVO DE LOPE DE VEGA
Rafael Sánchez Martínez
(Universidad de
Murcia)
Lope de Vega publicó en sendas misceláneas[1] en 1621 y 1624 cuatro
novelas cortas que constituyen su aportación literaria a este género. La
influencia del teatro en estas narraciones cortas será el objeto de este
análisis.
Un punto en común entre novela corta y el teatro de esta época era su
consideración social a partir de ser tomados como libros de lectura. Eran
tenidos como lectura desconsiderada.
La novela corta y teatro
eran dos formas de literatura que continuamente estaban en liza por parte de
los censores de la moral. Un ejemplo de esta idea es el siguiente fragmento del
Criticón de Baltasar Gracián:
“Llegaron en esto las guardas con una gran
tropa de pasajeros que los habían cogido descaminados. Mandaron fuesen luego
reconocidos por
Sin duda, un efecto
sugerente que proporcionaba la lectura de una comedia era, en palabras de
Baquero Goyanes, el efecto sonoro de los versos de la comedia. Seducción sonora
que arrobaba más a las mujeres en general que a otro tipo de lector de la
época. Testimonio de este apasionamiento de una lectora con una comedia es el
que da Zabaleta en su libro Día de fiesta:
“La doncella lo lee con el mismo deshacimiento
que pudiera si le estuviese sucediendo el caso.”[3]
En efecto, desde Boccaccio
se ha vinculado la lectura de novela, primero, y de novela y comedias, después,
a la mujer. Pues, retomando el concepto de seducción sonora, la mujer, cuando
leía una comedia, modulaba el tono y gesticulaba como si estuviera actuando en
un corral. Pues con la lectura de las novelas ocurría lo mismo. El grado de
seducción por la fonía y de pasión era muy parecido y cercano. Para Baquero
Goyanes esto supone una clave importante en la relación de la novela corta y el
teatro:
“En mi opinión, ésta pudiera configurarse como
una clave relativamente importante para entender algunos aspectos del
allegamiento de comedias y de novelas, especialmente de aquellos que parecen
referirse a determinadas zonas de uno y otro género, inscribibles precisamente
en el dominio de esa que hemos llamado seducción sonora.”[4]
Pero existen más
concomitancias entre narrativa corta del siglo XVII y el teatro, en un artículo sobre la novela Experiencia de amor y fortuna de
Quintana publicada en 1626, Zimic hace una reflexión cercana al tema que trato:
“En ambos géneros notamos la misma
impaciencia por proceder delante de manera incontenible. Es así que la acción
rápida, dinámica y el afán de continuo movimiento determinan la creación del
personaje e imposibilitan un detenido análisis psicológico de él. Aceptando,
pues, esta analogía entre la novela cortesana y la comedia y considerando que
en el caso de Quintana la influencia de la comedia de Lope sería poderosa, nos
parece oportuno acercarnos a los personajes de esta novela con los mismos
criterios que hoy se emplean para el estudio de los personajes de comedia”.[5]
Zimic cree que los
caracteres psicológicos de un personaje de comedia son atribuibles a un
personaje de novela de Quintana. Pero no sólo pasa con la obra de Quintana sino
con otros muchos más personajes-estereotipos de otras novelas que también lo
son, de la misma manera, de muchas obras de corral. De la misma manera, el desarrollo de la
acción de muchas novelas cortas se parece a como se desarrolla la acción en una
comedia. Normalmente se han identificado los protagonistas de la novela
cortesana, en el ámbito narrativo, con los protagonistas de la comedia de capa
y espada, en el ámbito dramático. Semejanzas que van desde la onomástica hasta
como sentían o actuaban en ciertas peripecias. Una de éstas era el recurso de
la mujer disfrazada de hombre que en tantas comedias del Siglo de Oro podemos
hallar. Por ejemplo D. Gil de las calzas
verdes de Tirso de Molina o El
anzuelo de Fenisa de Lope de Vega. En la época ver a una cómica vestida de
hombre tenía una fuerte connotación erótica porque llevaba menos ropa y esta
circunstancia también aparece en las novelas. La referencia visual no era
inmediata pero si existía en la memoria del hombre del XVII la visión en más de
una ocasión de un mujer vestida de hombre en el teatro. La lectura de este
recurso lo llevaría a activar el recuerdo del corral, este motivo por lo tanto
era más que interesante para los lectores de este tipo de novelas. Este tópico
llega hasta Lope de Vega y sus novelas cortas, en Guzmán el Bueno como también en la novela corta Las fortunas de Diana. En la primera D. Félix
de Guzmán tras matar a Leonelo por el amor de Felicia huyen y en esta huida
sufren cautiverio en Túnez. Allí se presentarán los protagonistas como don Félix
y Mendoza, siendo este último el personaje de Felicia vestida de hombre. Esto
provoca que en un momento de la novela intervenga, como en muchas otras
ocasiones, Lope y diga:
“Ella era hermosa
últimamente, y no mal entendida; llamábase Susana, pero no le parecía en
castidad como en el nombre, porque puso los ojos... aquí claro está que vuestra
merced dice en don Félix; pues engañóse, que era más lindo Mendocica.”[6]
Y es que Mendocica era una
mujer. También es utilizado este ardid
en Las fortunas de Diana. La
protagonista es una mujer que ha pasado muchísimas aventuras y circunstancias.
Tras el parto de su hijo decide vestirse de varón. Lope lo relata así:
“Vistióse finalmente un gabán, y cortándose
los cabellos, cubrió con un sombrero rústico lo que antes salían cuidadosos
lazos, diamantes y oro. Era Diana bien hecha y de falto y proporcionado cuerpo;
no tenía el rostro afeminado, con que pareció un hermoso mancebo.”[7]
Cuenta el autor que no sólo
utiliza el disfraz de hombre sino que físicamente Diana tenía proporciones y
hechuras de hombre. Es ilógico que Diana vestida de hombre le cambie el rostro
de diosa que le atribuye Lope anteriormente. Esta contradicción, el hecho de
que ahora se presente con unas facciones muy masculinas sólo contribuye, y por
eso lo utiliza Lope, a dar mayor verosimilitud a que se pudiera convertir
Diana, por engaño, en Virrey e incluso que una mujer se pudiera enamorar de
ella. Pero dando un giro en el tópico explica Lope a su interlocutora, Marta de
Nevares, cómo se produce este suceso, no porque Diana disfrazada de mozo
resultara muy atractivo, sino porque la hija del mayoral está en época de
merecer todos esos sentimientos:
“Paréceme que dice vuestra merced que claro
estaba eso, y que si había hija en esa casa, se había de enamorar del
disfrazado mozo. Yo no sé que ello hay sido verdad, pero por cumplir con la
obligación del cuento, vuestra merced tenga paciencia, y sepa que la dicha
Silvania tendría hasta diez y siete o diez y ocho años, edad que obliga a tales
pensamientos.”[8]
A lo largo de la novela se
van haciendo referencias a cómo este tópico no es nada nuevo en su memoria
cultural, ya que lo habían presenciado en muchísimas ocasiones en el teatro.
Tanto para Lope como para Marta, y por extensión todos los lectores, le era
familiar este recurso.
Son los finales de Las fortunas de Diana y La más prudente venganza otra relación
novela-teatro. En la primera observamos esta relación por un doble motivo. El
primero es el desenlace rápido y acelerado que nos ofrece la novela, lo que más
se potencia en las novelas, no sólo en Lope sino en general, es la trama, el
nudo. La mayoría de las acciones ocurren en esta parte de la narración. Esto
nos lleva a un principio mínimo donde se presentan a los protagonistas y a un
desenlace rápido y en ocasiones en unos cuantos párrafos todo queda solucionado
y la acción se ha completado. Esta técnica es una técnica, al menos para las fortunas de Diana adquirida del
teatro donde ocurría algo parecido. En la comedia aurisecular se empleaban unos
pocos versos al principio para situar la acción, la mayor parte se dedicaban a
la trama, y para el final, para la conclusión de la acción dramática, igual que
en nuestra novela corta, se utilizaban muy pocos verso en relación con las otras
partes de la comedia. En una metáfora cinematográfica podíamos decir que Lope
utiliza muchos fotogramas para describir el nudo de la acción y sólo gasta un
fotograma para la presentación y un fotograma para la conclusión. Esto conlleva
a que la emoción, el suspense se dilaten mucho. De esta forma el lector o el
espectador de comedias estaban intrigados hasta muy próximo el final. E igual que las obras de teatro esto ocurre
en Las fortunas de Diana. Hay otro efecto muy teatral en Novelas
a Marcia Leonarda, y es la presencia al final del rey imponiendo justicia y
orden. Existen ejemplos como Fuenteovejuna
o Peribañez y el comendador de Ocaña, pero
realmente aparece en muchísimas obras del Fénix de los Ingenios y en el teatro
del XVII en general. En Las fortunas de Diana es al final y por
intercesión del rey, como en las comedias, cuando es perdonado Celio, es
descubierto el engaño de Diana y se produce la boda de los protagonistas; un
final feliz bendecido por el Rey Católico. Incluso se recuerda al hijo que tuvo
en secreto Diana y se lo devuelven a la madre. Tanto por la presencia del rey,
como por la boda, como la presencia (en forma de recordatorio de Lisena y
Otavio) de otros personajes en el fin de la obra; creemos que la fuente de
inspiración para este final son los centenares de comedias que así terminaban,
que el propio Lope había confeccionado.
Igualmente, en su propio
teatro existe un final de una comedia que en un aspecto importante nos recuerda
el final de la novela corta La más
prudente venganza. Si buscáramos un adjetivo para la forma de terminar la
obra sería el de sangriento. No sólo muere al final Laura sino también
tres personajes más de la obra. Y estos
atentados se cuentan justo en las últimas líneas de la novela. En una digresión
el mismo Lope se sorprende de tanta muerte y tanta sangre:
“Bien pudiera
contentarse la honra deste caballero con tres vidas, y si era mancha por
las leyes del mundo, ¿qué más bien lavada que con tanta sangre?”[9]
Tras
esta digresión todavía se produce una muerte más en el texto. Las muertes no
son caprichosas. Fallecen quienes han promovido la deshonra de Marcelo. Todos
estos hechos nos recuerdan el final de un drama de Lope de Vega: Los comendadores de Córdoba. En esta
obra el protagonista, el Veinticuatro, en un final lleno de sangre y violencia
mata a casi toda la gente de su casa cuando se entera de su agravio; su mujer
le había sido infiel con unos primos suyos. Cuando el Veinticuatro se entera
sólo salva su honor con sangre y mata a todos los que habían colaborado en el
engaño, igual que en el final de la novela, aunque en el drama las muertes son
inmediatas y no se dilatan en el tiempo como en la novela corta y se parece más
a la batalla de Odiseo y Telémaco contra los pretendientes de Penélope en
A lo largo de la colección
de las novelas se van incluyendo en ellas muchas referencias a obras de teatro.
Obras de teatro que podían ser del propio Lope o de cualquier otro dramaturgo.
Así pues, rastreando en las novelas cortas podemos encontrar alusiones directas
a la Celestina. En la novela las fortunas de Diana hay una alusión
clarísima y directa a esta obra de teatro. En una de las copiosas digresiones
que hace Lope de Vega para dialogar con su Marcia dice:
“Aquí
me acuerdo, señora Leonarda, de aquellas primeras palabras de la tragedia
famosa de Celestina, cuando Calisto
le dijo: “En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios”. Y ella responde: “¿En
qué, Calisto?” Porque decía un gran cortesano que si Melibea no respondiera
entonces “¿en qué, Calisto?”, que ni había libro de Celestina ni los amores de los dos pasaran adelante.”[10]
Es
un ejemplo de cómo busca un referente en el teatro para explicar una acción de
la novela corta, un ejemplo de metaliteratura. Lope de Vega en la novela La más prudente venganza introduce la
queja del padre de Laura a la muerte de ésta,
recuerda al planto que hace Pleberio a la muerte de Melibea:
“¡Ay- decía el desdichado viejo padre de
Laura, teniéndola en brazos-, hija mía y sólo consuelo de mi vejez! ¿Quién
pensara que os esperaba tan triste fin y que vuestra hermosura se viera
manchada de vuestra misma sangre por las manos de un bárbaro, parto de la
tierra más infeliz del mundo? ¡Oh muerte! ¿ Para qué reservarte mi vida en
tanta edad, o por qué quieres matar tan débil sujeto con veneno tan poderoso? ¡Ay,
quién no hubiera vivido para no morir con el cuchillo de su misma sangre!”[11]
Se
puede apreciar como el parecido de este parlamento por la muerte de una hija es
grande respecto al planto de Pleberio en
Otra referencia directa al
teatro dentro de las novelas cortas es la que se haya en los primeros
derroteros de La desdicha por la honra.
Justo empezada la acción Lope hace una interrupción para reflexionar sobre que no
hay que contar los hechos que sean cercanos en el tiempo, advierte esta
circunstancia para que nadie pueda identificarse en la obra que escribe el
autor. Y pone como ejemplo una anécdota que le pasó (pudo ser inventada) con
una obra de teatro suya. Explica que escribió El asalto de Mastrique (IV parte de comedias de Lope de Vega, circa
1614). Al salir del corral un militar riñe con Lope porque el actor de la
compañía que hacía el papel de alférez era de poca valía y como este reconoció
en el personaje a su hermano se enfadó mucho con Lope. Finalmente se cambió el
actor y quedaron amigos.
En
la misma novela existen más referencias al teatro del siglo XVII. Dice el
narrador que los cautivos cristianos del sultán Amath para ganarse el favor de
la sultana, que tenía origen español, se dedicaban a estudiar las comedias que
compraban en Venecia para representarlas ante la dicha sultana. Y como
Felisardo, que ya era de la religión mahometana, quería agradar a la sultana
dice el narrador que se vistió de cómico e interpretó el papel protagonista de La fuerza lastimosa. Este título es una
comedia de Lope de Vega que se encuentra recogida en
“Que
ni a mí está bien referirla, ni a
vuestra merced escucharla. Y aunque para esta ocasión pudiera remitirla al
divino Herrera, que lo fue tanto en la prosa como en el verso, me parece que es
más acertado que la busque en uno de los tomos de mis comedias, donde la
entenderá con menos cuidado.”[12]
Lope no recomienda a Marta
que lea a Herrera, que seguro que Marta de Nevares entendería y gozaría, sino
que acuda a su teatro.
Las reminiscencias al
teatro no sólo se fijan en el teatro aurisecular. Poco antes de esta escena
aparece una referencia al Anfitrión de Plauto:
“Se determinó de perdonarla, que las iras que
intervienen amando, como lo siente el
Anfitrión de Plauto, vuelven los que se aman a mayor amistad y gracia.”[13]
Y
en La más prudente venganza para
explicar el amor entre padres e hijos Lope de Vega expone como argumento de
autoridad unos versos dramáticos de Fedra
de Séneca:
“¡Con
cuán estrecho lazo
de sangre asido tienes,
naturaleza poderosa, a un padre!”[14].
Y a renglón seguido nombra
a otro dramaturgo romano:
“Hiciéronla mil regalos,
aunque riña Cremes a Menedemo, que no quería en Terencio que se mostrase amor a
los hijos.”[15]
Además de todo lo señalado hasta ahora, teatro y novela
corta están aproximados por una cuestión conceptual, si comparamos este
fragmento del prólogo a La desdicha por la honra:
“Demás que yo he pensado
que tienen las novelas los mismos preceptos que las comedias, cuyo fin es haber
dado su autor contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte.”[16]
Con los versos
del Arte nuevo de hacer comedias:
“Los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle
en necio para darle gusto.”16
Se entiende que los dos géneros
están motivados a partir de la doctrina que crea Lope Vega para el teatro de su
época. O sea, que la base intencional
del teatro y de la novela corta del XVII es la misma. La declaración de
principios que hace Lope de Vega para su forma de narrar es la misma que hace
para su nueva forma de hacer las comedias. ¿Puede haber relación más directa
entre novela corta y teatro? Aunque se ahorcara el arte y no se cumplieran los
preceptos, había que narrar historias que le gustasen a los lectores igual que
había que crear comedias que le satisficiera al público de los corrales de
comedias. Esta ideología de contentar al público ante todo nace para el teatro
y Lope de Vega la lleva posteriormente a sus narraciones cortas, en lo que es
la más importante relación del teatro del XVII con la novela corta de la misma
centuria.
BIBLIOGRAFÍA
BAQUERO GOYANES, Mariano: «Comedia y novela en el siglo
XVII» Serta philologica. Homenaje a F.
Lázaro Carreter, Madrid, Cátedra, 1983.
VEGA, Lope de: Novelas
a Marcia Leonarda, edición de Julia Barella, Júcar, Madrid, 1988.
VEGA, Lope de: Arte Nuevo de hacer comedias, edición de
Juana José de Prades, Madrid, Gredos, 1985.
ZABALETA, Juan de: Día de fiesta por la tarde, Madrid, Castalia,
1948.
ZIMIC, Stanislav:
«Francisco de Quintana, un novelista olvidado, amigo de Lope de Vega», Boletín de
[1]
[2] Gracián, Baltasar, Criticón, en Mariano Baquero, «Serta philologica.
Homenaje a F. Lázaro Carreter», Cátedra, Madrid, 1983, p. 14.
[3] Zabaleta, Juan de, Día
de fiesta por la tarde, Castalia, Madrid, 1948, p.111.
[4] Baquero Goyanes, Mariano, «Comedia
y novela en el siglo XVII», Serta
philologica de F. Lázaro Carreter, Cátedra, Madrid, 1983.
[5] Zimic, Stanislav., «Francisco de
Quintana, un novelista olvidado, amigo de Lope de Vega», Boletín de
[6] Vega, Lope de, op. cit., p.205.
[7] Vega, Lope de, op. cit., p. 75.
[8] Vega, Lope de, op. cit, p. 77.
[9] Vega, Lope de, op. cit., p. 184.
[10] Vega, Lope de, op. cit., p. 51.
[11] Vega, Lope de, op. cit. , p. 183
[12] Vega, Lope de, op. cit., p. 198.
[13] Vega, Lope de, op. cit., p. 130.
[14] Vega, Lope de, op. cit., p. 147.
[15] Vega, Lope de, op. cit., p. 147.
[16] Vega, Lope de, op. cit., p. 103.
16 Lope de Vega, Arte nuevo de hacer comedias,
edición de Juana José de Prades, Madrid, Gredos, 1985, p. 285.
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