REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


 

 

Reseña de Ilan Stavans (2003). Spanglish: The Making of a New American Language. New York: Harper Collins. 274 pp.
(ISBN 0-06-008775-7).

 

                                                                                                                            

Juan Manuel Hernández-Campoy

(Universidad de Murcia)

 

 

 

Este libro presenta una nueva variedad lingüística nacida en los Estados Unidos como el resultado de un alto contacto lingüístico entre el español y el inglés. El espanglés, como Stavans lo define, es un híbrido –un español con léxico inglés o con términos anglosajones traducidos defectuosamente. Pero ahí está, a pesar de resultar para muchos aparentemente ‘ridícula’, la emplean muchos de los 28 millones de latinos residentes en territorio estadounidense, especialmente en lugares como Miami, Los Ángeles, San Antonio, Houston, Albuquerque, Phoenix y Denver. Si la mortandad lingüística constituye la consecuencia más dramática de deslealtad lingüística, por el contrario, la formación de una nueva lengua representa el efecto más motivador de lealtad lingüística, y, en este caso, de dos identidades distintas: la lengua familiar, de uso doméstico en su mundo vernáculo y el pragmatismo de los  beneficios de una lengua oficial. El trabajo de Ilan Stavans ilustra el hecho de que las prácticas y usos lingüísticos van, como apunta Mar-Molinero (2000), inextricablemente ligados a la socio-política, la historia, la cultura y la literatura.

          Además de la Bibliografía (págs. 259-270), y la sección de Agradecimientos (págs. 271-274), el libro contiene una Introducción (págs. 1-54), unas Instrucciones para el Usuario (págs. 55-61), la sección de Diccionario Espanglés-Inglés (págs. 65-250), y un Apéndice con la traducción del Capítulo I de la Primera parte del Quijote de Miguel de Cervantes (págs. 251-258).

          La introducción, que sigue un formato y estilo ensayístico, trata muy distintos aspectos que son ciertamente significativos desde una perspectiva sociolingüística, como la relación entre lengua y poder, lengua e identidad, mortandad lingüística, bilingüismo, diglosia, planificación lingüística, diversidad lingüística, actitudes lingüísticas, norma, traducción, y también cuestiones lingüísticas relacionadas con la política en el vasto espectro del mundo de habla hispana. La investigación hecha conducente a este libro (véanse págs. 20-21, 56) se remonta a los años noventa, cuando el autor empezó a compilar un lexicón  de espanglicismos.

          Su definición de ‘espanglés’ (págs. 18, 22) como una variedad de contacto, fruto de la mezcla de las dos lenguas más habladas en los Estados Unidos, es crucialmente importante: el encuentro entre culturas y el mestizaje de los pueblos anglosajón e hispano, intercambiando vocabulario y gramática desde que empezaron a convivir en el continente Norteamericano (págs. 38-41). El autor también establece diferencias entre las dos fuentes lingüísticas del espanglés: mientras el español es típicamente normativo y conservador (controlado por la Real Academia de la Lengua Española), el inglés, por su parte, es una lengua considerablemente más flexible e innovadora y sin políticas prescriptivistas ni instituciones para ello. Sin  embargo, también es cierto que auto-proclamados guardianes de la ‘virtud’ y ‘pureza’ de la lengua inglesa han abundado igualmente en su historia (véase Andersson y Trudgill 1999). En cualquier caso, desde los años de 1960, y ya desde una perspectiva sociolingüística, estudios basados en trabajos empíricos han demostrado que no hay en absoluto razones lingüísticas para atribuirle a una determinada lengua alguna superioridad o inferioridad inherente, puesto que absolutamente todas las lenguas son sistemas lingüísticos igualmente buenos y adecuados. No hay razones lingüísticas para decir que una lengua es superior a otra. Esto es, todas las lenguas son igualmente ‘buenas’. No hay forma de evaluar una determinada lengua más favorablemente que otra. Todas las lenguas son complejos sistemas igualmente válidos como medios de comunicación. Cada lengua hace frente a las necesidades comunicativas de sus hablantes de una manera enteramente adecuada, y, si estas necesidades cambian, la lengua también. No hay nada que se pueda hacer o decir en una lengua y que no se pueda hacer o expresar en otra, y si las lenguas son distintas, sólo difieren en lo que tienen que decir, no en lo que pueden decir (Andersson y Trudgill 1990). Las lenguas son un reflejo de las necesidades comunicativas de sus hablantes, de manera que, por ejemplo, si la lengua esquimal tiene varias palabras para referirse a varios tipos de nieve, lo que ninguna otra lengua tiene, y en Australia hay palabras distintas para referirse a varios tipos de tierra, lo que ninguna otra lengua tiene tampoco, ello simplemente significa que las diferentes palabras esquimales referidas a nieve son tan relevantes en Australia como las de tierra en la sociedad esquimal. Y si algunas lenguas amerindias habladas en la jungla brasileña no tienen palabras para referirse a láser, compact disk, escáner, televisión, etc., esto significa simplemente que ellos no tienen láser, ni compact disk, ni escáner, ni televisión, puede que no sepan ni lo que es, ni tampoco les preocupe (Trudgill 1975: 25-26).

          Es, por tanto, deplorable que, ya a principios del siglo XXI, todavía haya gente que considere sistemas lingüísticos ilegítimos e inadecuados en tanto que medios de comunicación humana a variedades como el espanglés, y que todavía proliferen ataques como los que Ilan Stavans denuncia haber sufrido (págs. 48-49). Consiguientemente, el trabajo de Stavans ha sido valiente y motivador, sobreponiéndose a las actitudes negativas ante esta variedad lingüística (págs. 3, 4, 16, 46-51). Al igual que los pidgins y criollos en su momento, el espanglés ha sido estigmatizado, en gran medida, socialmente, dadas las características de sus hablantes –fundamentalmente la población latina estadounidense–, y sociolingüísticamente, porque diferencia ha sido equiparada con deficiencia, y simplicidad de estructuras con ingenuidad, y también  por la posible amenaza que esta variedad pueda suponer para el inglés o, más especialmente, el español. Pero estas lenguas de contacto, a pesar de ser fruto de situaciones inusuales, no son formas ‘malas’, ‘adulteradas’, ni ‘corruptas’ de la lengua base de la que proceden. Desde un punto de vista puramente lingüístico, son lenguas que cubren todas las necesidades de sus hablantes y cambian para ajustarse a éstas. El espanglés es un sistema lingüístico complejo, perfectamente estructurado (y por consiguiente válido), y si de le tacha de ‘inadecuado’ es por toda una serie de connotaciones sociales más que por algún tipo de inferioridad inherente. Además, como es bien sabido, el ciclo innovación-resistencia-aceptación siempre opera cuando un rasgo lingüístico innovador, gramatical, léxico o fonológico, surge en la lengua de una comunidad de habla (véase Trudgill 1975, 2000; Andersson y Trudgill 1990; y Hernández Campoy 1993). Afortunadamente, podemos esperar que el espanglés llegará a ser una lengua ampliamente –e incluso totalmente– aceptada en su momento.

          Especialmente interesante es la insistencia de Stavans en que la lengua debería considerarse no sólo como un medio de comunicación humana, sino también como un símbolo de identidad y pertenencia grupal (págs. 3, 4). En muchos casos, la lengua puede ser esencial para la pertenencia social o étnica, conllevando también diferenciación propiamente social o étnica. Hay muchas comunidades donde los distintos grupos étnicos hablan lenguas diferentes o la misma lengua aunque con diferencias cualitativas o cuantitativas en el uso de determinadas formas lingüísticas. Donde hay diferentes lenguas implicadas, la lengua puede actuar como una característica definidora, en el sentido de que los individuos se identifican a sí mismos como pertenecientes a un grupo étnico determinado dependiendo de cuál de las lenguas habladas en la comunidad sea la suya materna. Éste es el caso de un suburbio en las afueras de Accra en Ghana, donde hay hablantes de más de 80 lenguas diferentes en las que los distintos grupos étnicos mantienen su independencia e identidad en la comunidad tanto a través de la lengua como por otros medios. Pero el lenguaje puede actuar igualmente como una característica identificadora, en los casos en los que están envueltas diferentes variedades de la misma lengua e implican diferenciación social (Trudgill 2000). Éste es el caso, por ejemplo, de las diferencias existentes entre el habla de los americanos negros y blancos: el Afro-American Vernacular English (AAVE), referido al inglés no estándar hablado por los negros de clase baja en los guetos urbanos de los Estados Unidos. Como indica el autor, el espanglés, al igual que el yidish y el ebonics, «también is often an intra-ethnic vehicle of communication though only en los Unaited Esteits. It is used by Hispanics to establish a form of empathy between one another».

La visión del autor del lenguaje como fenómeno socio-cultural, histórico e incluso político muy estrechamente unido a la estructura social y el sistema de valores de la sociedad, así como su apología de la diversidad lingüística en tanto que portadora de la cultural, es manifestada e incluso subrayada en múltiples ocasiones, lo cual es muy loable. Su concepción más descriptiva que prescriptiva de la lengua como «the most democratic of human endeavors: it is by people and for the people» también está permanentemente presente a modo de su único dogma (págs. 54, 58 por ejemplo).

En sintonía con su defensa de la diversidad lingüística y cultural, el glosario espanglés-inglés, como él indica en la sección de Instrucciones para el Usuario, es sensible a la compleja heterogeneidad de la lengua, dado que distingue, por ejemplo, variación geográfica y semántica en las entradas: alude a orígenes de los términos desde chicanos, cubano-americanos, dominicano-americanos, o de las áreas estadounidenses de Los Ángeles, Massachusetts, Nuevo México, o Nueva York, hasta puertorriqueños, argentinos, centroamericanos, chilenos, colombianos, cubanos, mejicanos o incluso españoles. Para él, no hay un solo espanglés sino muchos (pág. 13). Miles de entradas, a pesar de proceder de distintos grupos nacionales de latinos (mejicanos, cubanos, puertorriqueños, o dominicanos, por ejemplo), han cruzado las fronteras y se han convertido en un tipo de pan-espanglés, en gran medida con la ayuda de los medios de comunicación (pág. 14), mientras que otros ciertamente son geográficamente específicos (pág. 56). Evidentemente, hay destacadas ausencias (laquear, guachear, cuitear, joto, mollo, junto con muchas otras): «ni están todas las que son, ni son todas las que están», como Ilan reconoce (p. 61). Pero, dada la naturaleza tan intrínsecamente dinámica del lenguaje (pág. 36), aspirar a compilar todas las entradas de espanglés sería una tarea prácticamente utópica.

          Desde una perspectiva extralingüística, el espanglés es más que una lengua de contacto, es la perfecta metáfora del crisol norteamericano, «the perfect metaphor for an America that is a hybrid, a sum of parts», y, como tal, lingüísticamente, nos ofrece un ejemplo fascinante de las consecuencias lingüísticas a que puede dar lugar la interacción social de diferentes grupos socio-demográficos, étnicos y lingüísticos en determinados contextos socio-culturales, a pesar de lo ridícula que pueda aparentemente resultar ahora para muchos en sus estadios más inmaduros. Inicialmente diagnosticada como una práctica de cambio de código (o ‘code-switching’), los efectos sociolingüísticos de su desarrollo están todavía por llegar a materializarse y por investigarse con la objetividad e interés que caracteriza a la Ciencia Lingüística. Y a pesar de su naturaleza amateur, admitida en la página 20, así como del limitado número de léxico recogido (en torno a 6.000), este libro de Ilan Stavans ya supone un grano de arena pionero y crucial en el progreso de nuestro conocimiento del espanglés.

 

REFERENCIAS

 

Andersson, Lars & Trudgill, Peter.  (1990). Bad Language. Oxford: Blackwell.

Mar-Molinero, Clare. (2000). The Politics of Language in the Spanish-Speaking World. London/New York: Routledge.

Trudgill, Peter. (1975). Accent, Dialect and the School. London: Arnold.

Trudgill, Peter. (2000). Sociolinguistics: An Introduction to Language and Society. London: Penguin (1ª Edición: 1974; 2ª Edición: 1983; 3ª Edición: 1995; 4ª Edición: 2000).

 

Otras Fuentes Adicionales del Spanglish:

Información

http://www.ia.uned.es/~fjdiez/spanglish/

http://www.elcastellano.org/spanglis.html

http://www.elcastellano.org/spangli.html

http://www.spainview.com/spanglish.html

http://www.gsi.dit.upm.es/~gfer/spanglish/

http://spanglishlife.blogspot.com/

http://www.iula.upf.es/altres/terminfo/spanglish.htm

http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/spanglish.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Spanglish

http://victorian.fortunecity.com/vangogh/555/Spell/spanglish.htm

http://www.spanglish-unlimited.com/

http://spanish.about.com/cs/historyofspanish/a/spanglish.htm

http://msnbc.msn.com/id/3069153/

http://victorian.fortunecity.com/vangogh/555/Spell/saxon-spanglish.html

http://chronicle.com/free/v47/i07/07b00701.htm

http://www.uta.fi/FAST/US8/SPAN/span.html

 

Diccionarios

http://members.tripod.com/~nelson_g/spanglish.html

http://www.tecapro.com/spanglish.html

http://www.jergasdehablahispana.org/eeuu.htm

http://www.esi2.us.es/~jon/spanglist.html#L