REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


Ken Benson: Fenomenología del enigma. Juan Benet y el pensamiento literario postestructuralista.
Rodopi, Amsterdam-New York, 2004 (406 páginas)

 

David Pujante

(Universidad de Valladolid)

 

 

Este concienzudo estudio del catedrático de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), Ken Benson, afronta un importante reto que no ha tenido hasta la fecha buena resolución en la amplia bibliografía existente sobre Juan Benet: Ofrecer las claves necesarias para que el lector entre en la obra de este difícil autor de la narrativa española del siglo XX; un autor de culto, pero verdadero jardín cerrado para muchos y abierto para pocos. La pretensión de Benson es tan amplia como dificultosa: Quiere procurarnos las estrategias de descodificación de un discurso tan rico y complejo como es el del narrador Benet. Cree necesario para ello el descifrar previamente la poética del autor, su propuesta y apuesta teórica, la que Benson considera como la más radical dentro de la generación de narradores a la que Benet pertenece; un pensamiento que condice con el pensamiento teórico europeo que en esos mismos momentos se despliega bajo el conocido rótulo de postestructuralismo. Sin duda Benson pretende un verdadero sentido práctico para la crítica literaria que él quiere ejercer, sin que por ello renuncie en ningún momento a todo el utillaje teórico del que cree necesario pertrecharse para conseguir su objetivo.

 

Para Benson es clave el planteamiento antimimético de Benet, que produce una relación metafórica entre su mundo literario y la realidad histórica en la que le ha tocado vivir (tanto la experiencia traumática de la guerra como la de la ruinosa postguerra). La relación del narrador con el mundo no lo conduce, pues, a la creación de una prosa testimonial (Benet se muestra equidistante de todos los realismos, el del mundo literario acomodado al franquismo y el del realismo social), procurando crear un discurso complejo, de sentidos múltiples, abiertos, que no busque la solución al enigma del poliédrico y complejo vivir, sino la degustación del deseo de buscar lo desconocido, deseo que se configura como puro juego creativo, sabiendo el autor cuáles son los límites del decir. El autor sabe los límites del conocer (la experiencia de la condición humana como inextricablemente enigmática (Benson, 2004:18)) y sabe los límites del decir, sabe que la creación no soluciona el enigma. Pero la literatura es un proceso lúdico, que llega a conseguir un goce textual, que refleja lo sinuoso, lo indeterminado de la vida, en una prosa plurisignificativa y enigmática. En este planteamiento lúdico de lo literario, además, se instala una carga de profundidad al Estado y a la sociedad franquista en que se inscribe. “La literatura es un proceso lúdico —dice Benson— que subvierte el orden establecido por el ‘Estado’ y por la ‘sociedad’.” (Benson, 2004: 19-20)

 

Benson nos quiere comunicar que en este planteamiento del juego creativo de Benet está la clave para configurar al tipo de lector que esa escritura necesita, un lector dispuesto a dejarse llevar “por el párrafo laberíntico”, que acepte “que el texto carece de trama, de una lógica de acciones, así como de unos personajes verosímiles.”(Benson, 2004:20)

 

Benson, con sus planteamientos a la hora de afrontar la lectura de Benet, quiere dejar muy claro que sólo es posible abordar con éxito dicha lectura desde la asunción más contemporánea de la obra como texto abierto a “diversas posibilidades significativas” (Benson, 2004: 17), y desde el entendimiento de la creación como “juego” que configura la relación metafórica entre mundo real y mundo de ficción, juego que permite la ironía, la sorpresa, la sinrazón que conduce a los lectores a realizar la crítica del mundo que metaforiza el novelista. Todo eso lo consigue Benet transgrediendo los presupuestos de la literatura realista; y requiere, su producto literario, de “un lector que se atreva igualmente a saltar las reglas del canon novelístico prevaleciente en el momento de la publicación de sus primitivos relatos.” (Benson, 2004: 20) Nos viene a decir, pues, siguiendo la tradición hermenéutica de la estética de la recepción, que la lectura de Benet implica una importante ampliación de nuestro horizonte de perspectivas, y que, en sus planteamientos creativos tan claramente instalados en el pensamiento más contemporáneo sobre teoría literaria, representa un espléndido reto y una soberbia novedad para el lector español dispuesto a seguirlo.

 

Ciertamente Benet se instala en todo un pensamiento general sobre la creación que tiene sus inicios contemporáneos en Nietzsche y, consecuentemente, en todo el pensamiento que puede denominarse globalmente como Nietzsche-Renaissance y pasa por la nueva hermenéutica, por la desconstrucción, por el pensamiento débil, por todos los postestructuralismos.

 

Recordemos que para Nietzsche, todo acto creativo es un acto de afirmación vital, como lo es toda afirmación amorosa. La voluntad de poder ser llega a dos grandes cotas: el amor y la creación. En esas misteriosas situaciones, el hombre ama su vida por encima de las miserias que entraña vivir. El propio hombre que experimenta esas sensaciones no entiende nada, pero sabe que goza. La razón se hace cien mil añicos. Aunque quisiera entender su gozo, sólo ama, sólo crea.

 

Benson no se va a esos comienzos, pero se ampara en la estela nietzscheana francesa de los postestructuralistas, entre los que se encuentra el pensamiento de Lacan sobre el lenguaje (la interrelación entre estructura del inconsciente y lenguaje, la primacía del significante sobre el significado, y que sólo accedemos al inconsciente mediante la representación de las imágenes oníricas a través del lenguaje). A Benson le interesa destacar que esas imágenes tienen una significación caduca, al ser parte de “un flujo de imágenes oníricas que van desapareciendo con la misma celeridad con la que aparecen. Esto es, se ‘escapan’ de ser ‘atrapadas’ por un significado fijo y estable. Tenemos así una primera interrelación entre la concepción del lenguaje inconsciente, según es descrito por el psicoanálisis, y la teoría del lenguaje literario propuesto por Benet, según la cual el lenguaje (comenzando por los vocablos) carece de un significado estable.” (Benson, 2004:105-106) No es el lugar de una reseña el más indicado para polemizar sobre los límites de planteamientos así, y hay mucha literatura teórica en el ámbito de la teoría y la crítica literaria que ha afrontado esta difícil cuestión que se opone a los universales expresivos del lenguaje. Desde luego comparar el flujo de la conciencia de cualquier persona con la plasmación de una creación literaria quizás requiera muchos matices que, insisto, no es este ámbito el apropiado para empezar a hacerlos. Pero más allá de lo polémico del asunto, Benson nos muestra muy elocuentemente la contemporaneidad del pensamiento y del hacer de Benet, su consonancia con los planteamientos propios de su tiempo.

 

Cuando Benson nos ilustra la teoría benetiana sobre el texto en estampa, lo que sucede en el capítulo 2, y puesto que ésta implica la ruptura temporal y racional, nos lleva a lo que Benson denomina, en el apartado 2.3, ‘retórica del oxímoron’. Se refiere a algo que ha captado la crítica en general sobre el autor, y que Benson denomina “una retórica de oposiciones”. (Benson 2004: 47) Es de lamentar que aquí sólo se le vean las orejas a la idea, una idea que no llega a explicitarse, porque el planteamiento de este libro no se encuadra en ningún momento en la teoría retórica de la narración. La idea referida, que explicita y apunta quien ahora reseña el libro, se concreta en la observación de que muchas manifestaciones de microconstrucción textual (me refiero a las bien conocidas figuras retóricas) tienen sus correlatos en macroconstrucciones que han venido siendo desatendidas por toda la crítica de la narración de las últimas décadas. Al hablar del oxímoron, que es una figura de sentencia, de entre las figuras frente al asunto, que hay que colocar entre las formas especiales de realización de la antítesis, nos cabría preguntar, puesto que se intenta dar la clave de los modos creativo-configurativos de la narrativa de Benet, si la oposición en contacto de palabras con sentido opuesto que se hacen compatibles en el contexto en que aparecen (es decir, si el tradicionalmente conocido oxímoron de la línea sintáctica), podría también encontrarse en estructuras más generales del texto, donde los oponentes fueran tiempos y espacios. No es una reseña el espacio para hacer otra cosa que señalar un camino. Y el camino señalado no desdora en nada el texto que se reseña, pues su lectura ha llevado precisamente a hacer la pregunta. Sé que otros teóricos españoles, implicados en los estudios del discurso retórico desde la contemporaneidad, en concreto en aspectos de estructura narrativa, han comenzado a andar en esa línea que acabo de señalar. Pienso en Tomás Albaladejo y en su reciente trabajo para la revista Salina titulado “El metarrelato en el cuento Chato Juan de Asensio Sáez”, que he leído en manuscrito proporcionado por el autor, y donde se habla de una estructura que es el ‘metarrelato en zeugma’, desde el convencimiento de que las figuras retóricas son mecanismos más generales que lo que nos hace ver su adscripción a la retórica. Así, partiendo de la correspondencia (canónica o paradigmática) metáfora-alegoría, podríamos seguir: zeugma-zeugma narrativo (o metarrelato en zeugma).

 

La lectura del libro de Benson, como puede deducirse de las palabras previas, levanta el interés y las ganas de diálogo, se lee con gusto y con ganas, resulta un diseño de ideas inteligentemente realizado y sin duda ocupa ya un lugar destacado en la bibliografía teórico-crítica sobre la obra de Benet.

 

Trece capítulos sostienen el desarrollo de su planteamiento:

 

Tras los prolegómenos (capítulo 1), los capítulos 2 al 5 sirven para situar contextualmente la obra toda de Benet. Primero, en relación con su propio pensamiento literario. Así en el capítulo 2, ‘Poética del enigma’, se manifiesta la poética de la estampa (de referencia cuando se nos hable del cronotopos mental en el capítulo 6, y base del entendimiento de la escritura de Benet). Esta poética benetiana de la estampa “trata de buscar en la plasmación textual del lenguaje literario la experiencia de las sensaciones tal y como se forma en la conciencia. La literatura en estampa tiene consecuentemente por objetivo llegar a transmitir cómo tiene lugar esta experiencia, sin romper su sincronía caótica. Frente a la linealidad del tiempo ordenado por la razón, se trata de reflejar la percepción en la conciencia respetando su continuum y su falta de estructura fija.” (Benson, 2004: 45) Si existe confrontación con la lógica del pensamiento en este modo de escritura, no lo existe para el ámbito literario, donde estos modos expresivos “están perfectamente integrados en la retórica literaria y en la figura literaria del oxímoron.” (Benson, 2004:45)

 

El capítulo 3, ‘Lecturas’, sirve para situar la obra de Benet  en el contexto de la crítica habida sobre ella, y el capítulo 4, ‘Teorías’, en el del pensamiento occidental que le es contemporáneo, es decir, la teoría postestructuralista . En el capítulo 4, Benson sostiene y desarrolla que Benet mantiene una postura fenomenológica en su manera de conformar su mundo literario y de relacionarlo metafóricamente con la realidad histórica que le ha tocado vivir. Lo que ya quedaba resumido en estas palabras anteriores: “El presupuesto central del presente estudio es que la teoría literaria de Benet puede entenderse con mayor matización a la luz de la fenomenología.” (Benson, 2004:50). En este capítulo 4, dedicado a toda la teoría que fundamenta su estudio, Benson despliega su planteamiento en el contexto de la fenomenología de Ricoeur y Valdés, apartado 4.1. Dedicando otro amplio apartado del capítulo al inconsciente estructurado como lenguaje (4.2): a la relación significado-significante en el ámbito lacaniano (a lo que ya nos hemos referido), al lenguaje como expresión del fluir de la conciencia, al sujeto escindido, al geno-texto y a la estampa. Una nueva sección del capítulo (la 4.3) lo dedica a perfilar algunas formas literarias de Benet que nacen de los planteamientos teóricos antes expuestos: figuración irónica, relación paródica, lo fantástico subversivo; cerrándose el largo y enjundioso capítulo con una sección dedicada al proceso fenomenológico de la lectura (4.4). El capítulo 5, ‘La poética de Benet en el contexto del pensamiento postestructuralista’, recapitula las ideas principales de toda esta primera sección contextualizadora de la obra benetiana.

 

Los capítulos 6 al 13 constituyen una serie de análisis textuales de la obra literaria de Benet con la intención globalizadora de ofrecernos el funcionamiento de la mente del creador. Así el capítulo 6 (‘El discurso como cronotopos mental’) muestra la configuración de un cronotopos particular, propio de su mundo interior, pero con referente en las acciones externas que tienen lugar en la sociedad. Se sirve de estudios parciales de Volverás a Región, Saúl ante Samuel, Una leyenda: Numa, La otra casa de Mazón.

 

En el capítulo 7 (‘La percepción subjetiva: entre la indeterminación y el absoluto’) analiza cómo el discurso se centra en la forma de percibir el mundo el creador. La relación dialógica en la percepción humana del mundo es objeto del capítulo 8 (‘La conciencia escindida’), donde analiza ejemplificarmente Un viaje de invierno. Y la complejidad de la percepción humana plasmada en el laberíntico párrafo benetiano es tratada en el capítulo 9 (‘El laberinto textual/existencial’). La propuesta poética y en concreto narrativa del autor, lo que constituye el particular estilo benetiano, se estudia en el capítulo 10 (‘El gran estilo o la imaginación metafórica’), donde se ilustra con Herrumbrosas lanzas. Los capítulos 11 y 12 están dedicados al estudio de dos modalidades literarias del discurso benetiano: el fantástico (capítulo 1l, ‘Horror vacui’), donde estudia el relato Una tumba, y la parodia (capítulo 12, ‘Parodia y carnavalización. más allá de la estética modernista’), donde analiza  En el estado y En la penumbra. Cerrando el libro con un capítulo, el capítulo 13 (‘Fenomenología del enigma’), de síntesis de los resultados de toda la sección analítica.

 

Una amplia bibliografía, dividida en fuentes primarias y secundarias, culmina las 406 páginas de un libro que, a pesar de su extensión, se lee con facilidad y constante atención, por la claridad expositiva y la utilidad crítica que muestra en todo momento frente a la difícil narrativa de Benet. Es un libro igualmente de imprescindible lectura para los estudiosos de Benet (o en general para los interesados en la lectura de dicho autor) y también para los teóricos de la literatura, pues se hace un amplio repaso por gran parte de la teoría literaria postestructuralista, se relaciona con la teoría poética de Benet, y se procura darle una utilidad metodológica a la hora de los análisis textuales de las distintas novelas y relatos benetianos. Ciertamente Benson, tal y como ya dijimos al comienzo de la reseña, pretende que su estudio sea útil al lector, que su crítica ayude a la lectura de Benet, lo único que realmente sigue siendo importante, lo único que valida todo texto de crítica literaria, cuando las modas teórico-metodológicas de todo tipo pasan.