Ensayo sobre la lucidez, José Saramago
(Madrid, Alfaguara, 2004)
Con el paso de los días, de
un modo casi imperceptible al principio, comenzó a notarse que la palabra
blanco, como algo que de pronto se hubiese convertido en obsceno o malsonante,
estaba dejando de utilizarse, que las personas se servían de rodeos y
perífrasis para sustituirla. De una hoja de papel blanco, por ejemplo, se decía
que estaba desprovista de color, un mantel que toda la vida había sido blanco
pasó a tener el color de la leche, la nieve dejó de ser comparada con un manto
blanco para erigirse en la mayor albura de los últimos veinte años, los
estudiantes acabaron con eso de estar en blanco, simplemente reconocían que no
sabían nada de la materia, pero el caso más interesante de todos fue la
inesperada desaparición de la pregunta con la que, durante generaciones y
generaciones, padres, abuelos, tíos y vecinos supusieron que estimulaban la
inteligencia y el espíritu deductivo de los niños, Blanco es, la gallina lo
pone, y esto sucedió porque las personas, con el acto de negarse a pronunciar
la palabra, se dieron cuenta de que la adivinanza era absolutamente
disparatada, puesto que la gallina, cualquier gallina de cualquier raza, nunca
conseguiría, por más que se esforzara, poner otra cosa que no sean huevos.
(pp. 68-69)
Ése es uno de los efectos
del proceso semántico, dijo desde el fondo el ministro de cultura, Y qué tiene
eso que ver con los votos blancos, preguntó el ministro de asuntos exteriores,
Con los votos en blanco, nada, pero con el estado de sitio, todo, corrigió
triunfante el ministro del interior, No entiendo, dijo el ministro de defensa,
Es muy simple, Será todo lo simple que usted quiera, pero no lo entiendo,
Veamos, veamos qué significa la palabra sitio, ya sé que la pregunta es
retórica, no es necesario que me respondan, todos sabemos que sitio significa
cerco, significa asedio, no es verdad, Como hasta ahora dos y dos han sido
cuatro, Entonces, al declarar el estado de sitio es como si estuviésemos diciendo
que la capital del país se encuentra sitiada, cercada, asediada por un enemigo,
cuando la verdad es que ese enemigo, si se me permite llamarlo de esta manera,
está dentro, no fuera. Los ministros se miraron unos a otros, el primer
ministro se hizo el desentendido, removió unos papeles. Pero el ministro de
defensa iba a triunfar en la batalla semántica, Hay otra manera de entender las
cosas, Cuál, Que los habitantes de la capital, al desencadenarse la rebelión,
supongo que no exagero dando el nombre de rebelión a lo que está sucediendo,
fueron por eso justamente sitiados, o cercados, o asediados, elija el término
que más le agrade, a mí me resulta indiferente, Pido licencia para recordarle a
nuestro querido colega y al consejo, dijo el ministro de justicia, que los
ciudadanos que decidieron votar en blanco no hicieron nada más que ejercer un
derecho que la ley explícitamente les reconoce, luego hablar de rebelión en un
caso como éste, además de ser, como supongo, una grave incorrección semántica,
espero que me disculpen por internarme en un terreno en el que no soy
competente, es también, desde el punto de vista legal, un completo
despropósito, Los derechos no son abstracciones, respondió el ministro de
defensa secamente, los derechos se merecen o no se merecen, y ellos no los
merecen, el resto es hablar por hablar, Tiene toda la razón, dijo el ministro
de cultura, realmente los derechos no son abstracciones, tienen existencia
incluso cuando no son respetados, Lo que faltaba, filosofías, Tiene algo contra
la filosofía el ministro de defensa, Las únicas filosofías que me interesan son
las militares y aun así con la condición de que nos conduzcan a la victoria,
yo, queridos señores, soy un pragmático de cuartel, mi lenguaje, les guste o no
les guste, es al pan, pan y al vino, vino, pero, ya puestos, para que no me
miren como a un inferior en inteligencia, apreciaré que se me explique, si no
se trata de demostrar que un círculo puede ser convertido en un cuadrado de
área equivalente, cómo puede tener existencia un derecho no respetado…
(pp. 80-81)