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PÍRAMO Y TISBE DE ANTÓN DE MARI-REGUERA
Pedro Correa
(Universidad de Granada)
Resumen
El poeta escribe esta
fábula en el dialecto asturiano literario del siglo XVII. Su comienzo y final
constituyen una escena costumbrista al calor de la lumbre, una vez terminadas
las faenas del día. El dueño de la casa cuenta a los reunidos la historia de Píramo y Tisbe dándole un
carácter ejemplar.
Palabras clave: mito,
dialecto, costumbrismo
Abstract
The
poet writes this fable in the literary Asturian
dialect from the XVII century. Its beginning and ending constitute a custom and
manner scene to the heat of the fire, once one hs finished the tasks of the day. The owner of the
house tells the people who are meeting the story of Píramo
and Tisbe giving an exemplary character.
Key
words: myth, dialect, local customs and manners
Es versión muy interesante, desde todos los puntos de vista,
esta fábula mitológica. Situada dentro de un ambiente rústico, escrita en bable
literario, constituye una nota de realismo pleno en medio de la difusión del
gongorismo dominante. Tiene tres partes bien delimitadas. La primera es una
preparación para que el amo de la casona cuente un relato de amores con su
sentido ejemplarizante. La segunda es la relación de la fábula con sus toques populares.
La tercera supone el remate, terminación de la reunión, y descanso para iniciar
la tarea al despuntar el sol.
Está poetizada en bable, el dialecto leonés peculiar de
Asturias, y creemos que representa el estadio en que dicho dialecto se
encontraba en el siglo XVII, a pesar de lo poco fiables que son las copias
conservadas. Responde, en líneas generales, a las características reconocibles
hoy en día entre los hablantes de concejos alejados de los centros de
comunicación y cultura.
El sentido de la precisión es asombroso. La fábula va a ser
contada en la última noche de octubre, una vez terminada la tarea y sentados
los contertulios en torno al fogón para dar cuenta de una frugal cena. El fuego
estaba en todo su esplendor; apagaron el candil, y una vez que terminaron de
cenar encontramos en torno a la lumbre mayores y jóvenes
de ambos sexos. El autor hace una cala e interrumpe el decurso de su poema para
decirnos quien es el dueño de la casa.
Se llama Xuan García, hombre honrado,
instruido, pues sabe leer y escribir; en sus años mozos aprendió algo de latín
y se dirige a los suyos para que todos en común den gracias a Dios por la
felicidad de la tarde-noche, porque todo ha terminado con bien. Prosigue su
intervención haciendo toda una serie de recomendaciones, en especial y mozos y
mozas, acerca de los males que acaecen en el mundo. Muchos de ellos se deben a
causas muy heterogéneas, pero le interesa los que se derivan del amor como
introducción al relato de la fábula:
De los namoramientos no se cuenta,
magar Dios crió el mundo, cosa bona.
El amor en sí mismo se escarmienta;
illi sin otru mal nos desazona.
El fruto con q'a simples acallenta
de Bertumno lo echó de ver Pomona,
quien dempués que non pudo como vieyo,
llogró remocincándose el pelleyo.
Y para que vos sirva d'escarmiento,
mientres tanto q'el alba va viniendo
tengo cuntavos un extraño cuento.
que bien ayá aprendí nun llibro llendo.
Xuanín, cierra
esa puerta que fai viento:
Marina, ve les breces encendiendo;
mete un felechu, Roque, na cencerra
al xatu, y arrecueye aquesa perra.
La segunda octava no tiene desperdicio; es una pequeña escena
costumbrista que nos refleja la situación acaecida a numerosas familias
campesinas que han de matar el tiempo en torno al fuego reconfortador.
Anuncia a sus interlocutores que va a contar un cuento relacionado con los
"namoramientos", que aprendió en un libro,
y que así se les hará menos larga la espera hasta la llegada del alba. A cada
uno de sus hijos va a encomendar una tarea necesaria. Xuanín
debe cerrar la puerta, porque hace frío; recordemos que estamos a la entrada de
noviembre. La hija es la encargada de alimentar el fogón con
"breces". Roque tiene la obligación de poner un helecho en el llar, tener cuenta del gato y de la perra. A continuación
comienza la fábula de Píramo y Tisbe. Esta introducción dispone de siete octavas.
El inicio es prodigioso. Establece una comparación entre
Babilonia y Campumanes; si la ciudad asiática, cuna
de la fábula, es veinte veces mayor que dicho municipio asturiano, no lo es el
ganado, la pesca y los productos del campo que lo hacen mucho más rico y
productivo:
mas no tan
abundante de ganado,
figos, truches, mantega
nin ablanes,
a Píramo crianon, e la de llado
que se podín besar de les ventanes,
nacego Tisbe, rapacina
honrada,
fresca, rolliza,
blanca y colorada.
La breve descripción de Tisbe se puede
confundir con una asturiana nacida en un pueblo; es una rapacina,
rolliza y fresca. Por su parte Píramo es alimentado
con productos propios de Campumanes. Aparece un dato
propio de la fábula: la proximidad de ambas casas, hasta el punto de que las
ventanas de una y otra estaban muy juntas.
La octava siguiente está dedicada a la niñez de los
protagonistas y nos habla con ternura de sus diversiones infantiles en las que
aparece algún rasgo definitorio de su destino como enamorados:
Como tan d'entre puerta eran vecinos,
comenzanon tratase de cretures:
facín morades y a los caballinos
xugaben y sabín dos mil veyures,
Tisbe a Píramo daba bocadinos;
Píramo a Tisbe otres llambiures,
y estaben de manera aficionados
que ya non s'afabayen apartados.
La proximidad y su condición de niños les permitía
estar juntos, divertirse haciendo casitas y jugando a los caballitos y tal era
su afinidad que no podían estar apartados una del otro.
Por esta razón, conforme fueron creciendo, los juegos pasaron a
mayores y comenzaron a sentir la comezón del amor. Esta es la razón por la cual
los padres impidieron sus relaciones. El poeta apunta la posibilidad de que
hubiera enemistad entre ellos como afirman todos los que han tratado esta
fábula mitológica a la manera ovidiana:
mas los padres
que por desavenencia
debín tener les suyes encontrades,
comentanon conxuros y amenaces,
porque non se falasen los rapaces.
Sin embargo, el amor es capaz de encontrar el remedio necesario
capaz de romper todos los inconvenientes y, en efecto, en la pared medianera
había una pequeña falla por la que pasaba la voz y esto les permitía
comunicarse:
Fuxo un furaco per u oír podía
lo que un
amante a otru enxaramiella.
Falábanse per allí a todes
hores
mientres que yos les daba amor meyores.
Las dos octavas siguientes establecen un símil muy plástico
entre la naturaleza y el amor. El campo sorprendido en verano, refrescado por la
llovizna característica del Cantábrico, y rezumante de vida es parecido al amor
que ambos sienten; tan poderoso que el resquicio de la pared no les sirve y no
tienen más remedio que estar juntos para calmar su sed de amor. Se anuncia que
van a abandonar sus respectivas casas y huir a un monte próximo. Se enlaza de
un modo natural la leyenda con la realidad inmediata del poeta, clérigo de un
pueblecito asturiano, lleno del olor a campo que parece meterse en su
habitación mientras escribe la fábula. Así está descrita la naturaleza; el
poeta se dirige a sus oyentes y cómo no a sus lectores:
¿Non viestes de la tierra pel verano
desque cayen dalgunes
goteriques,
salir a calentalla el sol temprano
fumo como de cucho de boñiques,
que empuxado de fuerte tramontano
cerrándolo con fuertes tarabiques
una ñube tres sí, da un estallido,
y sal a rellumones convertido?
Este mismo estallido provoca el amor en los corazones de los
jóvenes:
Pos ansina se fo
metido en trena
el amor d'estos neños refinando:
espatexó, rompegó la cadena;
dexó sos corazones baboriando,
Fayaron la
ocasión; pe la melena
la pescanon al punto, concertando
cómo fuxir a un monte allí cercano
para poder
tratarse más a mano.
La salida de Tisbe es todo un perfecto
acomodo al nacimiento del día en un lugarejo de Asturias. Responde a la fábula
el que sea ella la primera que se prepara para emprender la partida. Pero es
propio del autor la espera a la llegada del alba que se la anuncian las
esquilas del ganado y el "pasiquín" con el
que sale de su casa para no ser notada. La descripción de la llegada al lugar
convenido es fruto de una precisa observación del campo comarcano y la nota
entre humorística y antifeminista es la comparación que hace entre la rapidez
que invade a la mujer cuando desea poseer algo y el dinero en posesión de
alguien que litiga por alguna cosa:
Entamó caminar a carrenderes,
y nada se'i ponía per delante;
que suelen ser
llixeres les muyeres
como bolsa de probe llitigante.
Atravesó el llugar, pasó les eres,
mirando a todas
partes por so amante,
y antes de fer el alba so orizonte
ya estaba la cuitada al par del monte.
Lo mismo le ocurre a la descripción de la noche y el camino que
sigue Tisbe hasta llegar al lugar convenido. La noche
fresca, la presencia de la arboleda, la colina, la proximidad del alba, el
rocío que cae sobre las flores precisado con la palabra "orbayada" que hace alusión a la llovizna imperceptible
humedecedora de los campos asturianos:
La noche yera clara y fresquillina:
traza d'amanecer no había denguna;
pe l'arboleda, el campo y la colina
rellumaben los rayos de la lluna,
barruntaba que l'alba fos
vecina,
pos de llamaricar la vieya Zuna
lo da'entender nes flores que va
irguiendo
inchides d'orbayada arrecendiendo.
Durante un cierto trecho el autor va siguiendo los incidentes de
la fábula no sin dejar caer ciertas notas locales y amplificaciones que vienen
al hilo de los acontecimientos. La presencia de la fuente, la proximidad del
moral, la llegada de la leona con la boca llena de sangre, la huida
precipitada, la caída de la toca. Junto a esto encontramos el gusto por el
campo siempre verde de su tierra, la presencia abundante del agua, la
existencia de un sendero y las consecuencias inmediatas de la presencia de la
fiera con la intervención concreta del autor, instando al lector u oyente a
tener precaución y no exponerse a un peligro de esta clase:
Dios nos llibre d'anguna
mala maña
que siendo
natural tardi se pierde:
el que está
ducho de ferir con saña
non tien falata que naide i lo recuerde;
por un tris el coléricu s'ensaña,
los güeyos enfurez, los llabios muerde,
ejercitando con furor insano
la rabia en
lo q'encuentra más a mano.
No aparece en la versión ovidiana y es, por lo tanto, imputable
al autor, lo que hace la leona con la toca. Cree que el lienzo es otra cosa,
quizá comida y comienza a engullirlo. No le sabe muy bien y lo arroja todo
ensangrentado. A renglón seguido, abandona el lugar internándose en el monte.
Poco después llega Píramo todo ufano y
lo primero que contempla es la toca llena de sangre en el suelo; no hay rastro
de su amada, sólo pisadas de una fiera. El dolor se apodera de su persona:
donde Píramo al punto dio consigo
prometiendo a so amor xentil folgancia:
pero d'un fieru mal mortal testigo
que de llercia y dolor l'alma i allancia,
ve la toca sangrianta y les pisades
que dexara la fierra allí marcades.
La muerte de Píramo se produce sin
transición. Dice el autor que se mata, porque no estima su vida una vez que la
amada ha muerto. No hay nada de heroico en su muerte; el poeta pasa en puntillas
sobre este acontecimiento y lo despacha a mi modo de ver con cierta vulgaridad:
y al cuido
de so suerte desgraciada,
la espada s'espetó pe la barriga;
a mió ver
porque ya no estima nada
la vida, si
les diches ya non goza
que ciega i
prometiera la so moza.
Apenas Píramo se ha herido con la
espada, aparece Tisbe, recobrada del miedo que había
pasado y se encamina al moral donde ve el cuerpo de su amante con las ansias de
la muerte reflejadas en la cara. Sacando fuerzas de flaqueza dice antes de
morir:
........................ "Ya non puedo
según la sangre
y fuerces van faltando,
vivir, Tisbe, tal quieren les estrelles":
dixo, y entamó dar les bocadielles.
La respuesta de Tisbe no se hace
esperar. Llora desconsoladamente y sin pensárselo dos veces se hunde en el
pecho la misma espada causadora de la muerte de Píramo.
La octava en la que se describe el desconsuelo de Tisbe
tiene una gran fuerza expresiva:
Plasmada se quedó la probetina
al ver so
amante en tanta desventura.
A esmesase los pelos antaína;
crita, llora desfecha de tenrura,
y en vez de convertise a la divina
piedad, col desesperu que l'apura
a su Píramo el fierru desensierta,
espétalu en so pechu y queda muerta.
En diversos momentos asoma la condición clerical del autor. Su
recurrencia a Dios en los momentos difíciles, obviada por los protagonistas de
la fábula, hubiera sido mucho más deseable que las consecuencias derivadas de
un amor invencible. Por eso en la penúltima estrofa del relato, numen del
autor, nos quiere dar una lección ejemplar acerca de los peligros que el amor
encierra. Cumple así con el propósito inicial formulado por el padre de
familia, el carácter didáctico que la fábula encierra en las dificultades y
problemas que el "enamoramiento" encierra:
"¡Ay Dios¡" ¿A quién non causa
sentimiento
q'así faga el amor perder el seso?
¡Oh, si a munchos
sirviera d'escarmiento
para amar en
sin fer dengún exceso!
¿Por un leve
y simplón divertimiento,
por un folgáse col amor travieso,
¿será bien que persona de bon xuicio
faga del cuerpo y alma desperdicio?
La última estrofa está dedicada a la metamorfosis del fruto del
moral provocada por la abundante sangre salida de sus cuerpos y que llegada
hasta la raíz del árbol, transforma las moras que eran verdes y pajizas en
oscuro rojo:
Falta decir q'al pie de la morera,
vertieron los amantes infelices
abonda sangre, tanto que pudiera
recalar hasta el
fondo las raíces.
Esparcida pel tronco y la cimera,
les mores que
entre verdes y paxices
fasta aquel tiempu yeran, vendimiades,
desde entonces
se cueyen colorades.
El poeta da por terminada su intervención y a través del relator
se dirige a los mozos y mozas, para que aprendan de la historia lastimosa que
acaban de oír. Que nunca la olviden y la retengan siempre en la memoria, como
una lección de sencilla y profunda enseñanza:
Mociques, bien oyestes esta historia
a fe bien llastimosa. El cielo quiera
que siempre la
tengáis e na memoria,
para vivir
templados de rabera.
El autor retoma el comienzo de la fábula. Regresamos a la
realidad, a la reunión casera con una serie de órdenes para sus contertulios.
Ha terminado la noche y se acerca el alba. Es hora de comenzar la faena
interrumpida el día anterior. A Antón le recomienda que acuda al prado, porque
llueve muchísimo y es necesario cuidar del abono. A Xuanín
le pide que tenga cuidado del ganado y procure que coma. Pachu
debe ir al castañar. A Maruxa le encarga que vaya al
mercado ovetense, porque los huevos están a buen precio. Y a todos los lectores
y oyentes ficticios que perdonen si su relato les ha causado fastidio. Se
cierra su intervención invitando a todos a oír misa, amanece ya y tocan en la
capilla:
Vosotros perdonai aquisti
enfadu
y mandai, q'obligado de vos quedo.
Amanez y ya
toquen na capilla:
si acasu a misa ye podéis oílla.
Antonio González de
La fábula ha sido contada toda vez que se ha terminado la
esfoyaza. Esta consiste en una reunión de mozos y mozas en torno a un trabajo
agrícola o manual en el que reina la algazara y se entretienen cantando
romances o temas populares. Unas veces se desarrolla mientras enristran el maíz
dorado, pero en numerosas ocasiones es junto al fuego, hilando, mientras en el
exterior llueve y en numerosas ocasiones cae la nieve con abundancia. Es, por
lo tanto, un medio a través del cual el pueblo asturiano rural fue capaz de
conservar un riquísimo patrimonio tradicional rescatado a partir del siglo XIX,
susceptible de ser transmitido de generación en generación. Es interesante la
introducción puesta por J. Menéndez Pidal (1885:III-XV).
BIBLIOGRAFIA
CANELLA SECADES, F. Poesías selectas en dialecto asturiano,
Oviedo 1887.
CAVEDA, J. Colección de poesías en dialecto asturiano,
Oviedo 1839, pp. 34-38.
COSSIO, J. Mª. Fábulas mitológicas
en España, Madrid 1952, pp. 723-727.
DIAZ CASTAÑON, C. Trabajos sobre el dominio románico leonés,
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GALLARDO, B.J. Ensayo de una
Biblioteca de libros raros y curiosos, tomo I, 1863, pp. 402-403 (edición facsímil 1968).
MENENDEZ PIDAL, J. Colección de los viejos romances que se
cantan por los asturianos en
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