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A MIGUEL HERNÁNDEZ. HOMENAJE COMPARTIDO[1]
Fernando Reig Serna
(Aula de Mayores.
Universidad de Murcia)
Es una oportunidad, casi imposible de repetir,
el poder conmemorar una efemérides tan importante para el mundo de las letras,
y, sobre todo, para los oriolanos, con el sentido total que conlleva la palabra
“oriolano”, queriendo obviar la repetida frase “sin distinción de …”, el centenario
de nuestro poeta universal en el año 2010.
Se ha escrito mucho y se escribirá de su
obra; desde sus primeros pasos en la poesía, del pastoreo con las cabras
mientras leía a los clásicos, de las tertulias en la panadería de Efrén Fenoll
en la calle de Arriba, de su amistad con Ramón Sijé, de sus viajes a Madrid, de
su primer libro “Perito en lunas”, en definitiva, de toda su trayectoria
literaria; pero poco se ha escrito, o a mí me lo parece, de la época de su
niñez, es comprensible, pues sus biógrafos empiezan ya en su etapa de
adolescente y juventud que es donde empieza su vida de escritor, pero olvidan o
ignoran, ese tiempo que va desde los primeros años hasta la juventud.
Todos sabemos que Miguel Hernández nació en
la calle de San Juan (hoy Antonio Pinies), y al poco tiempo sus padres se
fueron a vivir a la calle de Arriba pasado el arco, donde está ubicada
La infancia de estos amigos transcurría con normalidad, compartían las Escuelas del Ave María, subidas a la sierra con algún cabritillo al cuello, juegos en la calle en las traseras del colegio Santo Domingo, en las horas libres ayudaban a sus padres a ordeñar las cabras y repartir la leche, y en las noches de invierno compartían habitación y lecho en la casa de alguno de ellos.
En algunas ocasiones
decía el tío Vicenterre a su vecino “deja al crío que se quede esta noche
a dormir en mi casa para hacer compañía a Miguel”. Años más tarde cuando su
amigo se fue a vivir a la calle Nueva, junto a la plaza de D. Jaime y quedaban
los viernes de productor para ir al cine al Teatro Circo, a general, a la
salida pedía Miguel a su amigo que lo acompañara hasta su casa a la calle
de Arriba, ya que “le imponía” irse solo a esas horas de la noche.
A pesar de los pocos condicionantes favorables
que había para la intelectualidad y la cultura en el seno de la familia que le
tocó a Miguel, la única solución que había para el sustento era el trabajo puro
y duro de todos sus miembros. La naturaleza es sabia y no tomó en cuenta este
aspecto, e impregnó en Miguel una casta especial propia de los elegidos; era
autodidacta, pero con una voluntad de hierro para compaginar el trabajo con la
lectura de libros que le dio la preparación y la inteligencia necesaria para
acometer toda su obra literaria y llegar a ser considerado como uno de los
poetas más importantes de la literatura universal.
Quiero aprovechar estas líneas para decir
que Orihuela tiene una deuda inmensa con su hijo ilustre; además de los muchos
homenajes que se harán a nivel local, provincial y nacional, Orihuela le debe a
Miguel Hernández una calle importante de la ciudad, una calle de referencia,
podría ser la calle José Antonio, y un monumento de cuerpo entero con sus
alpargatas, donde se identifique al poeta cabrero con su pueblo que tanto le ha
dado.
Sería una insensatez, por mi parte,
comentar cómo era Miguel, pero me voy a permitir recordarlo; que era una gran
persona, amigo de sus amigos, intelectual, rebelde, idealista, y sobre sus
cualidades, que recitaba muy bien las poesías. De todos es sabido la vocación
que tenía Miguel por el teatro, no me refiero a las cualidades como autor, ahí
están sus obras; el Auto Sacramental “Quién te ha visto y quién te ve y sombra
de lo que eras”, “El labrador de más aire”, “El torero más valiente”, y algunas
más; me refiero a las dotes que tenía como actor, tenía muchas “tablas” y el
arte escénico lo dominaba como nadie; su amigo y también escritor Carlos Fenoll
relata las dotes de actor tan buenas de las que disponía Miguel comparándolas e
igualándolas con las de poeta. Es aquí, en este punto, donde quiero destacar un
hecho que considero crucial en la vida de Miguel Hernández.
Cuando Miguel, su amigo de la infancia y
varios chicos más, pasaron de la niñez a la juventud, se despertó en ellos una
inquietud artística. Orihuela siempre ha sido un pueblo culto con una
sensibilidad literaria muy acusada por la cantidad de revistas, semanarios y
periódicos que se publicaban en aquel tiempo, y por una afición muy grande al
teatro y la zarzuela. Por aquel entonces había en la ciudad dos importantes
centros culturales, el Círculo Católico y
Pero he aquí que a Miguel se le cruzó en su
vida, quizás fuese el destino, una obra de teatro cuyo título es “JUAN JOSÉ”,
una de las principales y la más conocida obra dramática del dramaturgo Joaquín
Dicenta (murió en Alicante en 1917), estrenada con éxito en el Teatro de
Esta pieza abre
la puerta al drama social en España y contiene denuncia social donde los personajes
claman por la libertad y contra la opresión; el autor denuncia el malestar
social generalizado y resalta las protestas de los trabajadores de sus condiciones
de vida y de trabajo; todo ello enmascarado en un argumento de amor y celos
protagonizado por un obrero y su patrono enamorados de la misma mujer. Se
desarrolla en una taberna frecuentada por albañiles, y por supuesto el vestuario
más importante del protagonista era un mono de trabajo. Durante algún tiempo
fue esta pieza teatral de representación casi obligada en los centros culturales
obreros españoles. En Alicante se representaba habitualmente todos los primeros
de Mayo hasta 1936. La obra “JUAN JOSÉ” se convierte desde su estreno en paradigma
del teatro obrero. Don Miguel de Unamuno escribía con respecto a la obra “el
drama del Sr. Dicenta es bueno artísticamente por revelar la esencia de la
vida social de hoy en uno de sus aspectos, por su resplandor de la verdad,
por revelarnos la honda satisfacción de un mundo”.
Después todos sabemos lo que ocurrió; la
guerra civil, la posguerra, la miseria, la ausencia de libertades, la venganza,
la censura y lógicamente la obra de Dicenta “JUAN JOSÉ” dejó de reponerse y finalmente
cayó en el olvido. Dudo que incluso en la democracia se haya puesto en escena
en alguna parte de la geografía española, habida cuenta que en su tiempo se
convirtió, junto con Don Juan Tenorio, en la obra más representada en nuestro
país (según don Francisco Arias Solís).
También en Orihuela tuvo su eco el
movimiento social obrero y en
Todas estas vivencias y opiniones acerca
del cambio que se produjo en Miguel Hernández, a partir de la interpretación de
“ JUAN JOSÉ”, se las debo a su primer amigo de la infancia; en realidad quiero
hacer con este relato un reconocimiento al que compartió con Miguel sus
primeros años de vida. Poco antes de morir, le acompañé por última vez a su
casa, a la casa de Miguel Hernández, estuvimos recordando vivencias en el patio
con la higuera recorriendo todas las dependencias, me hacía sugerencias de cómo
estaban los objetos, algunos bien colocados, los cambios que veía, donde
estaban las tinajas, la cocina y quién dormía en cada habitación. Me recordó el
día que Miguel le regaló su primer libro “Perito en lunas” dedicado a él; fue
un día inolvidable, se despidió y salimos, fue la última vez que le vi llorar.
A Miguel Hernández le van a hacer muchos
homenajes en el centenario de su nacimiento. Quisiera unir este humilde y
sincero homenaje a otro personaje, su amigo de la infancia, y por una vez
sacarlo del anonimato y juntarlos, otra vez, en el centenario de ambos. Quizás
las únicas cualidades que les unieron fueron la amistad, el ser buenas personas
y el amor a Orihuela. Para mí es suficiente, ya que si Miguel legó al pueblo de
Orihuela todo su acerbo cultural, su amigo legó estas cualidades a toda su
familia, su mujer y sus hijos. Gracias por los momentos tan felices que me has
hecho vivir y gracias por enseñarme relatos inéditos de Miguel.
Todo esto se lo debo a Vicente, el amigo de
Miguel Hernández, a Vicente Reig, a MI PADRE.
P.D. Sería interesante
que en el año del centenario se programara la reposición del Auto Sacramental
(la última vez fue en 1977), y cómo no, el melodrama del Joaquín Dicenta “JUAN
JOSÉ”. Es posible que conocida la obra entendamos mejor la evolución que llevó
a Miguel Hernández a ocupar el sitio en
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