REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


MAREROS SE EXTIENDEN EN MÉXICO

Tienen alrededor de 5,000 seguidores en 23 de los 32 estados, según la CNDH

Gardenia Mendoza Aguilar

Corresponsal de La Opinión

03 de abril de 2008

MÉXICO D.F.— La presencia de pandillas de origen centroamericano conocidas como maras extendieron en los últimos años su presencia en 23 de los 32 estados del país delinquiendo como narcotraficantes, homicidas, asaltantes, extorsionadores, coyotes y violadores.

Esta fue la conclusión a la que llegó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), luego de estudiar durante tres años a tales pandillas que hoy cuentan con cinco mil seguidores, de los cuales el 44% son de origen salvadoreño y hondureño, pero el resto son mexicanos que han sido enganchados.

"Al parecer es ya un problema de seguridad nacional", destacó José Luis Soberanes, presidente de la CNDH, quien solicitó al gobierno federal tomar cuanto antes cartas en el asunto, ya que por "combatir al narcotráfico ha dejado de lado este problema".

Sin embargo, algunas de las 200 células —principalmente de los grupos Mara 18 y Mara Salvatrucha— se han convertido en parte de las asociaciones de la delincuencia organizada.

"Se relacionan con organizaciones mexicanas de traficantes de narcóticos para convertirse en pequeños distribuidores, contrabandistas, transportistas y distribuidores de droga", advirtió Soberanes durante la presentación del análisis.

"Hasta el momento ninguno de los planes de seguridad pública que se aplican en el país ha alcanzado desarticular a esas organizaciones… no existen seguimientos sistematizados y registros de las autoridades de los tres niveles de gobierno sobre [los mareros]".

En Aguascalientes, Baja California, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Distrito Federal y Estado de México, donde se ha afianzado la presencia de las maras, se ha registrado un notable incremento en la delincuencia.

De acuerdo con la CNDH, los pandilleros participan en allanamiento de domicilios, asaltos, extorsiones, homicidios calificados, lenocinios, lesiones calificadas, privación ilegal de la libertad y violaciones sexuales, apoyados de armas de uso prohibido, cuya procedencia se desconoce.

Por la cercanía geográfica a los países originales de las maras —El Salvador y Honduras—, muchas de sus cuadrillas, integradas por 25 miembros en promedio, realizan sus actividades delictivas en el estado fronterizo de Chiapas.

En esa zona, sus principales víctimas son migrantes centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos utilizando como polizones el tren de carga que atraviesa México de sur a norte y que inician el recorrido en esa entidad.

Más adelante, en estados como Veracruz, Oaxaca y Tabasco, los indocumentados también son alcanzados por las maras. En días pasados, Guillermo Ramírez, presidente de la Casa del Migrante Santa Faustina Kowalska, presentó una queja ante la CNDH por las desapariciones de migrantes centroamericanos supuestamente perpetradas por pandilleros.

En diciembre de 2006, en Ixtepec, Oaxaca, Alejandro Solalinde, sacerdote de la Diócesis para la Movilidad Humana del Episcopado de México, dio a conocer la presencia de bandas de secuestradores de indocumentados, integradas por policías estatales y municipales y pandilleros de la Mara Salvatrucha.

Soberanes solicitó ayer a las autoridades atender el problema sin confundir a los migrantes que van en busca de empleo con los pandilleros establecidos. Para ello, dijo, hace falta una mejor coordinación de esfuerzos regionales entre los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) y a nivel internacional para sumar acciones específicas que atiendan las causas y efectos del problema.

El pasado 10 de marzo, el defensor del pueblo de México y su homólogo salvadoreño, Óscar Humberto Luna, informaron sobre un acuerdo para intercambiar información sobre las pandillas, especialmente las maras.