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LAS
SAETAS, GERARDO DIEGO Y EL POETA BILBILITANO FRAY IGNACIO GARCÍA
Antonio Sánchez
Portero
(Centro de Estudios Bilbilitanos, de la institución “Fernando el Católico” del CESIC)
RESUMEN:
En el siglo XVII, y quizás antes, volaban saetas como
golondrinas tempranas por los cielos de España, de Nueva España y por todos los
países hispánicos, no sólo en Cuaresma y Semana santa, sino durante todos los
meses del año. Pues bien, uno de los creadores de estos versos fue el padre
franciscano Fray Ignacio García, nacido en Calatayud, tierra pródiga en poetas
desde que naciera en su solar de Bílbilis, en el siglo I, el universal
epigramático Marco Valerio Marcial. Con la trascripción de algunas saetas y
letras de Fray Ignacio García recordamos su memoria y le rendimos un justo
homenaje.
ABSTRACT:
On the XVII century, or
perhaps befote arrows flew as early swallows, over the Spanish sky, New Spain
and over all spanish countries, not only on lent or holly week, but durant all
of months of the year. Well, one of the creators of these verses, was the
father franciscano Fray Ignacio García, who was born in Calatayud, prodigal
land of poets since he was born on his land of Bílbilis, on the first century,
the universal epigrammatic Marco Valerio Marcial, with the transcription of
some saets and letters of Fray Ignacio García we remember him and we submissive
him a just homage.
Por
inverosímil que parezca, el Quijote
ha motivado que saque a colación las saetas y a los poetas bilbilitanos. Desde
hace algún tiempo, estoy empeñado en demostrar que Pedro Liñán de Riaza, poeta
de Calatayud[i] es
quien se oculta tras el seudónimo de Avellaneda, el autor del Quijote apócrifo. Y reuniendo toda la
información que poseo sobre este destacado poeta del Siglo de Oro, he llegado
indefectiblemente a mis dos antologías poéticas, una ya del siglo pasado (1969)
y otra reciente (2005)[ii],
y junto al capítulo dedicado a Liñán, separado por el que protagoniza Baltasar
Gracián, bilbilitano a todos los efectos, autor de El Criticón, quien hizo también sus pinitos poéticos[iii],
se encuentra un capítulo dedicado a “Otros poetas del siglo XVII” y, entre
ellos figura el Venerable Padre Fray Ignacio García.
Transcurrido
poco tiempo después de la publicación de la primera Antología, apareció en La Estafeta Literaria un excelente y
completo estudio del académico, poeta y músico Gerardo Diego, titulado Las saetas, devoción, poesía y música[iv].
El principio del artículo es el
siguiente:
La saeta es una palabra española que se deriva de otra latina. El
sagitario del zodiaco nos está recordando en mapas celestes y dibujos de
horóscopo la temblorosa punzada de la saeta. De igual modo, el martirio de San
Sebastián nos muestra la bandada de saetas bebiendo sangre en torso blanco y
bellísimo, mientras que nuestras veletas apuntan a la brisa rectificando
siempre su rumbo encadenado por la cola de gallo a la carabela que ofrece ─timón─ obstáculo al empuje del aire. Y
ya tenemos los elementos de la saeta de Semana Santa, de la popular copla
trágica.
Ya en el siglo XVII, y sin duda antes, volaban saetas como golondrinas
tempranas por los cielos de España y de Nueva España. El franciscano fray
Antonio de Ezcaray, en su libro contra los descotes y otras profanidades
titulado Voces con dolor, impreso en
Sevilla, en 1691, dice que en Méjico salían a medianoche él y otros frailes a
echar saetas por la ciudad. Y añade: “Mis hermanos los reverendos padres del
convento de nuestro padre San Francisco, todos los meses del año, el Domingo de
Cuerda por la tarde hacían misión, bajando la comunidad a andar el ‘Vía Crucis’
con sogas y coronas de espinas, y, entre paso y paso, cantan saetas y después
hay sermón.” Tenemos, pues, saetas, no sólo en Cuaresma y Semana Santa, sino
todos los meses del año. Las oiría desde su convento sor Juana Inés de la Cruz
y de los franciscanos españoles aprenderían a cantarlas los criollos y los
indios devotísimos de Méjico, de Santa Fe de Bogotá y de Lima.
He aquí algunas de las saetas que se cantaban en toda la extensión de
ambos mundos de habla castellana:
Confiésate, pecador,
que cuando más descuidado
puedes morir en pecado.
Hombre que estás en pecado,
si en esta noche murieras
mira bien a dónde fueras.
Estas saetas me sonaban. Y tanto que
así era, pues junto con diversas letrillas y varios poemas, todos ellos
religiosos, no hacía mucho habían sido objeto de mi estudio y selección para
ser incluidos en el correspondiente capítulo de la Antología que se encontraba
en vías de publicación.
Gerardo
Diego no nos decía quien era el autor de estas saetas. Sin embargo, transcribe
y analiza otras de Manuel, Antonio, Francisco y Federico, “dos sevillanos” y
“dos del reino de Granada”, que son Manuel y Antonio Machado, y Francisco
Villaespesa y Federico García Lorca. El nombre que omite Gerardo Diego ─¿por no conocerlo quizás? Es el de Fray Ignacio García. Los versos que
cita forman parte de “Las saetas de desengaño”, de las que incluyo una
selección en las citadas antologías, y aquí las transcribo en su conjunto:
Despierta, hombre,
despierta,
no aguardes a que la muerte
condenado te despierte
Si un pecado mortal sólo
te lleva al eterno fuego,
cómo duermes con sosiego?
Si al Cielo quieres entrar,
María ha de ser la puerta,
siempre a los suyos abierta.
Entre Demonios rabiando
como fiera bramarás
sin gozar de Dios jamás.
O momento!, o punto!, o
instante!
De quien depende lo eterno,
Gloria siempre, o siempre Infierno.
Más te valiera acostar
con mil Demonios al lado,
que no dormir en pecado,
que te puedes condenar.
Responde al que hoy como
Padre,
te llama; porque otra vez
te ha de llamar como juez.
Hombre que estás en pecado,
si aquesta noche
murieras,
piensa bien a
donde fueras?
De parte de Dios te digo,
que trates de confesarte,
si no quieres condenarte.
La sangre de Dios vertida,
que hoy te convida al perdón,
será tu condenación.
Nadie pecara, si advierte,
que a Jesús condena a muerte.
Una eternidad te espera
de eterna Gloria, o tormento,
y depende de un momento.
Confiésate, pecador,
que cuando más
descuidado,
puedes morir en
pecado.
Dios te llama, y no lo oyes:
Tiempo, pecador, vendrá,
que oírte Dios no querrá.
Si prosiguiendo esta vida,
haces el pecar eterno,
eterno será tu Infierno.
Por dilatar a mañana
el confesar sus pecados,
están muchos condenados.
Si algún pecado callaste,
en la confesión que hiciste,
peor que entraste saliste.
En vano te confesaste,
si algún pecado callaste.
Confiesa lo que has callado,
no amanezcas condenado.
Si sin propósito firme
sales de la Confesión,
cierta es tu condenación.
Mira que al que va a pecar,
a Dios va a Crucificar.
El hombre que tiene vicio
de jurar a Dios eterno,
camina aprisa al Infierno.
Si a tu enemigo no quieres
Perdonar de corazón,
No esperes de Dios perdón.
Presto, torpe, pasarás,
de tus carnales contentos
a los eternos tormentos.
Siendo tan frágil la vida,
quien por un deleite breve,
a perder a Dios se atreve?
Huye el pecado primero,
por si acaso es postrero.
Restituye, y paga luego,
que una mortaja, y no más,
de este mundo llevarás.
El Venerable Fray Ignacio García nació
en Calatayud el 28 de septiembre de 1641[v].
Sus padres fueron Martín García y Damiana la Fuente. En 1656 ingresó en el
convento de San Francisco de su ciudad natal, donde profesó al año siguiente.
Concluidos los estudios de Filosofía oyó
Teología en el colegio de San Diego de Zaragoza, y después enseñó estas asignaturas
y fue lector jubilado. Vicente de la Fuente[vi]
dice que fue gran predicador y misionero y poeta “a lo divino”, como entonces
se decía a los que escribían poemas místicos y sobre asuntos religiosos. Y
expone que “Aunque natural de Calatayud, su vida está menos relacionada con
nuestra historia que la del Ven. Rodríguez. Sólo dice en este concepto su
biógrafo, el P. Arbiol, que en ocasión que vino a Calatayud una compañía de
cómicos logró con sus pláticas que apenas fuera nadie a sus representaciones.
Los cómicos y sus partidarios quisieron apalearle, pero creyendo que nada
lograban se fueron con la música a otra parte.”
En 1690 fundó en Calamocha (Teruel) el
Colegio de San Roque de misioneros franciscanos, siendo en varias ocasiones
superior del mismo, donde fue notable su ejemplo y muy edificante su
instrucción. Se sabe también por su biógrafo que fue borbónico muy decidido.
Murió en Calamocha el 5 de noviembre de 1719.
Escribió las siguientes obras[vii]:
Como Fray Ignacio García es uno de los creadores de las saetas que
“volaban como golondrinas tempranas por los cielos de España y de Nueva España”
allá por el siglo XVII, por la importancia y trascendencia que eso tuvo, y
tiene, estimo que, ante la dificultad ─casi imposibilidad─ de llegar a la producción de este poeta bilbilitano, que
destacó en su tiempo y ahora permanece en el abismo del olvido, es justo
transcribir aquí alguno de sus poemas como homenaje y recordatorio:
SAETAS DE DESENGAÑO
(Continuación[viii])
Ay de ti! Hasta
cuando esperas?
Ay de ti!
Si esperas a
cuando mueras.
Muy dudoso es que
se acierte
la buena muerte
en la muerte.
Hombre, Cristo te
habla de mí,
si no lo oyes, ay
de ti!
Inmenso Dios, por
mí tan mal herido,
piadoso Dios, por
mí crucificado,
pésame, buen
Jesús, porque yo he sido
la causa de que
os hayan afrentado:
Misericordia,
gran Señor, os pido.
Arrepentido estoy
de haber pecado,
la oveja soy, que
si perdió la senda,
sois Pastor, que
la busca, y que la enmienda.
Ya vuelvo a
vuestros pies, Padre amoroso:
Hijo pródigo soy,
que al cielo clama,
con hambre, y sed
de vuestro amor ansioso,
a vuestras
puertas mi gemido llama.
Mostraos conmigo
misericordioso.
Pésame, que
ofendí a quien tanto ama.
Muera el dolor de
vida tan perdida,
quien en pecados
consumió la vida.
Padre y Señor,
conozco mis errores,
Dulce Jesús,
confieso mis pecados,
y que son
vuestras penas, y dolores
de mi ciego vivir
originados:
Esos que padecéis
duros rigores,
por mis culpas se
ven multiplicados.
A vuestros pies
estoy, y de esta suerte,
espero me dé vida
vuestra muerte.
LETRAS QUE SE CANTAN EN LAS MISIONES
LETRAS AL PECADOR, Que camina
al Infierno
Donde vas, hombre perdido,
ofendiendo a Dios así?
A las penas del Infierno;
si allá fueses, ay de ti!
Vuelve atrás, vuelve, no
sigas
las sendas del vicio vil,
que vas a dar en las llamas;
si allá dieres, ay de ti!
Ciego vas, abre los ojos,
pon a tus pecados fin,
antes que Dios te condene;
si te condena, ay de ti!
Por qué le ofendes sin
causa?
Por qué lo tratas así?
Huyendo vas de la gloria;
si la pierdes; ay de ti!
Si no sirves a Jesús,
tendrás desdichado fin,
y te dexará María;
si te dexare; ay de ti!
Dios te llama!, pecador;
si no te quies convertir,
cuando quieras no podrás;
si así mueres; ay de ti!
Mira que viene la muerte,
como Ladrón, sin sentir,
en pecado no te coja;
si te cogiere, ay de ti!
Los que están en el
Infierno,
allá no pensaron ir,
y tú irás si los imitas;
si allá fueres; ay de ti!
Vivir mal, y acabar bien
no es fácil de conseguir,
pues cual la muerte es la muerte;
si vives mal, ay de ti!
LETRAS A LOS ETERNOS Gozos de la Gloria
Pues libre de
todo mal
estará la Alma en
el Cielo:
Dadnos Señor el
consuelo
de la gloria
celestial.
La Gloria es todo
hermosura,
nada noche y todo día,
todo gozo y alegría,
todo apacible dulzura;
todo dicha sin igual,
todo gusto sin recelo, etc.
Es aún más que una Región
de oro puro fabricada,
de diamantes esmaltada,
con una gran proporción;
cuyo delicioso suelo
le baña un claro raudal, etc.
La alma toda suspensa
en un éxtasis divino,
verá allá a Dios uno y trino
con su perfección inmensa;
no ha de impedirle aquel velo
que en esta vida mortal, etc.
El cuerpo se gozará
con la humanidad de Cristo,
cuyo esplendor será visto
de los que reinan allá;
y así logrará su anhelo
el sentido natural. Dadnos, etc.
La Virgen, airosa y bella,
el Palacio ha de hermosear,
y a todos han de ilustrar
los rayos de aquella Estrella;
verá su pureza el cielo
como el más claro cristal, etc.
Los justos y serafines,
en sagrada melodía,
harán eterna armonía
con dulcísimos festines;
excede el gozo al desvelo
del más excelso caudal, etc.
LETRAS A LAS PENAS DE JESÚS
Crucificado,
que se cantan al salir la procesión de penitencia
Pues mis culpas,
Señor, son
las que os han
crucificado,
reconocido y
postrado
os pido, mi Dios,
perdón.
Si por mí una vez sufristeis
el ser vendido, ay de mí!
Que mil veces os vendí,
después que vendido fuisteis!
Como si fuerais ladrón,
por mí os han aprisionado, etc.
Por remediar la dolencia
de mi ambicioso deseo,
os llevaron como reo
entre jueces, sin clemencia;
contra vos la acusación
de mis delictos se ha dado, etc.
Con apretados garrotes
a una columna amarrado,
el judaísmo obstinado
os dio cinco mil azotes;
descubrióse el corazón
por el cuerpo desgarrado, etc.
La fealdad de mi torpeza
abrió esas sienes divinas
con setenta y dos espinas
taladrada tu cabeza;
tal fue el dolor y aflicción,
que el cielo quedó pasmado. (1)
De mi vida el desconcierto
en una cruz os clavó,
más nuestra muerte nos dio
la vida puesta en vos muerto;
tocó a doble en comoción
todo el orbe alborotado, etc.
Otro tormento cruel
fue el de la sed que tuvisteis,
y el dolor que padecisteis
con el vinagre y la hiel;
de todo fue la ocasión
mi espíritu destemplado, etc.
Quedó el cuerpo desangrado
cual diamante misterioso,
que descubre lo precioso
cuando con sangre es lavado;
precio de mi redención
fue tu sangre, y yo el culpable. (2)
Quedáronse sin cerrar
las llagas, del Cielo puertas,
para que las halle abiertas
quien por ellas quiera entrar;
y pues tanta es mi afición
de entrar en vuestro costado. (3)
Doleos ya, pecadores,
mirad la sangre que brota,
pues no le ha quedado gota
por lavar nuestros errores;
y con viva contrición decidle:
decidle, Jesús amado,
arrepentido y postrado,
os pido mi Dios perdón.
(1)(2) (3) sic,
¿falta “etc.”?
Y para concluir este artículo, no
puedo evitar referirme a los vates de Calatayud. Cabe la posibilidad de que,
proporcionalmente a su población, sea una de las ciudades donde mayor cantidad
de poetas se concentran por metro cuadrado a lo largo de su historia. En mi
última Antología hay recogidos ciento veinte, con más de 160 libros publicados
de los que puedo dar razón. Pero sospecho, con fundamento, que tienen que haber
sido muchos más los poetas, así como sus libros, pues no es lógico que durante
largos periodos se haya interrumpido la fluida producción poética. Más bien
creo que, durante estos periodos (alguno de siglos), se han borrado las
huellas, o no he sabido encontrarlas.
Reconozco que, al menos, un tercio de
los versistas recopilados son de andar por casa. Bastantes han alcanzado,
digamos, la categoría provincial. Un buen número de estos bardos han hecho sus
pinitos a nivel nacional, logrando algunos premios. Otros, si no como poetas,
que lo son, han conseguido notoriedad en otras facetas literarias, como ─cito por antigüedad─: el filósofo y novelista
mundialmente conocido Baltasar Gracián; el dramaturgo Valentín Gómez; el
periodista y autor dramático Joaquín Dicenta Benedicto; Ángel Espinosa, novelista
y pintor de personajes famosos; y José Muñoz Román, comediógrafo, autor de
zarzuelas y revistas, entre las que destaca “Las Leandras”.
Pero quienes se llevan la palma y
elevan a Calatayud a la más alta cumbre poética son, además de Fray Ignacio
García, el culto y elegantísimo poeta
latino Antonio Serón (1512-1569), cuyas Obras
Completas en dos tomos (558 y 302 páginas), edición crítica, bilingüe y
anotada por José Guillén, fueron editadas por la Institución “Fernando el
Católico” en Zaragoza, en 1982.
Capítulo aparte merece Pedro Liñán de Riaza (h.1558-1607),
íntimo amigo de Lope de Vega, autor de comedias y destacado versificador en una
época especial como lo fue la del Siglo de Oro. Si como pretendo, consigo
demostrar ─yo estoy
plenamente convencido─ de que Liñán es
Avellaneda, o sea, el autor del Quijote
apócrifo, que tanta repercusión se reconoce ahora ha tenido en la elaboración
de una obra cumbre de la literatura universal como lo es el Quijote de Cervantes, nos encontramos
ante un escritor y poeta fuera de serie, sólo superado por uno de los bardos
universales por antonomasia, el incomparable Marco Valerio Marcial, cuyos
versos siempre han sido, como hoy en día de máxima actualidad, como recién
creados, un epigramista extraordinario que en el siglo I favoreció a Calatayud
naciendo en su solar de Bílbilis.
Calatayud, 22 de
junio de 2007.
[i] .─: El
‘toledano’ Pedro Liñán de Riaza ─candidato a sustituir a Avellaneda─ es aragonés,
de Calatayud, Revista Electrónica LEMIR, nº 11, 2007, páginas
61-78.
[ii] .─ Sánchez Portero, Antonio: Noticia y antología de poetas bilbilitanos, Zaragoza, Imp.
Tipo-Línea, S. A., 1969, 422 páginas, y Segunda
noticia y antología de poetas bilbilitanos, Zaragoza, Editorial Cometa, S.
A., 2005, 500 páginas.
[iii] .─ Sánchez Portero, Antonio: Un retrato del “poeta Baltasar Gracián”, atribuido a Velázquez en el
Museo de Bellas Artes de Valencia. El escritor aragonés, en una faceta casi
desconocida, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Ficha de Estudio
Crítico nº 24.248.
[iv] .─ La estafeta Literaria, nº 417, 1 de abril de 1969, ensayo ilustrado con
media docena de fotografías, una del autor ocupando toda la portada, y cuatro
páginas completas.
[v] .─ Arbiol, P. Fray Antonio: Epítome de la vida y sermones de misión del Ven. P. Fray Ignacio García,
Zaragoza, 1720, en 4º, 634 páginas. Biblioteca Universitaria de Zaragoza. R.
14.040. D-23-251.
[vi] .─ De la Fuente, Vicente: HISTORIA
de la siempre augusta y fidelísima Ciudad DE CALATAYUD, Calatayud, Imprenta
del Diario,1881,Tomo II, págs. 456-457 y 474-475.
[vii] .─ Latassa, Félix: Bibliotecas
Antigua y Nueva de Escritores Aragoneses, aumentadas y refundidas en forma
de Diccionario Bibliográfico-Biográfico por D. Manuel Gómez Uriel. Zaragoza,
Imprenta de Calixto Ariño, Tomo I, páginas 607 y siguientes.
[viii] .─
Los versos incluidos en este artículo se encuentran en el citado libro del P. Arbiol,
páginas 254 y siguientes.
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