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María José Martínez Gimeno
Tres libros escritos por mujeres han irrumpido en el panorama literario
internacional en los últimos años. Impactantes porque consiguen su fin
divulgativo, representan el auge de tres escritoras que ofrecen historias
valientes desde el efervescente oriente medio. Tres historias que no dejan
indiferente y plantean la cuestión de cómo podemos ver el mundo sin la
perspectiva que ellos nos proporcionan. No sólo abren horizontes a otras cosmogonías,
también dejan el sabor agridulce de la vida real, cerca o lejos, ahora o antes.
Un libro ha resultado tan peligroso para su autora como lo fueron los Versos
Satánicos para Salman Rushdie. Azar Nafisi, iraní y actualmente profesora en el Instituto
de Política Exterior de la universidad internacional de Washington, escribió
sobre su etapa como profesora de Literatura Occidental en la universidad de
Teherán. Tras la revolución iraní de 1979 impartió sus clases en la Universidad
Islámica libre de Teherán, antes de ser expulsada de la universidad por negarse
a llevar el velo, en 1981. Exiliada a Estados Unidos, ganó respeto nacional y
reconocimiento internacional por su defensa de los intelectuales y jóvenes
iraníes, sobre todo de las mujeres. Ha escrito extensamente sobre las
implicaciones políticas de la literatura y la cultura, sobre los derechos
humanos en su país en lo concerniente a la mujer, y sobre el papel que las
mujeres pueden y deben desempeñar en el anhelado proceso de cambio hacia el pluralismo
y la apertura social en Irán y el resto de culturas musulmanas cercanas.
Su best-seller, Reading
Lolita in Tehran: a memoir in Books, fue
publicado en el año 2003 y está traducido al español en la editorial Mondadori. Su punto de partida es un club de lectura muy
particular, una reunión semanal clandestina de alumnas en casa de su profesora.
Arriesgando su libertad y quizá su vida, leen y comentan obras prohibidas por
el Ayatolá Jomeini, obras condenadas por ser
occidentales. El arte les ofrece un refugio y se convierte en una actividad
altamente subversiva de resistencia a la tiranía. Ese deseo insaciable por la
libertad intelectual es una sublimación de la realidad diaria ante la opresión
de la mujer, en una sociedad donde un mechón de pelo o un milímetro de piel al
descubierto llevan a la cárcel, o una belleza natural a la condena a muerte: no
se puede ir provocando.
Las jóvenes desafían a la impuesta negación de sus libertades individuales
pintándose las uñas o llevando vaqueros debajo del chador,
pero sobre todo leyendo a los autores extranjeros que se enfrentaron al
autoritarismo y la represión anteriormente.
Azar Nafisi utiliza nombres falsos para proteger
a las chicas que aún quedan en Irán. Otras lograron emigrar. La descripción de
la vida durante la guerra contra Irak y de las miserias y penalidades sufridas
por niñas y mujeres abre una ventana a la situación de otras mujeres, un mundo
que ni imaginamos, que sólo intuimos gracias a alguna noticia que se filtra de
vez en cuando al exterior. Irán es noticia en tanto en cuanto que potencia
nuclear, es decir sólo si puede afectar la seguridad del mundo occidental. La
situación de sus gentes transciende con suerte gracias a contrabandos como
éste.
La novela es una joya para cualquier lector recalcitrante como ellas, nos
reafirma en la necesidad y bondad de los libros más ajenos a nuestra propia
cultura, y nos asoma a una sociedad misógina con detalles que igual arrancan la
lágrima que la sonrisa. No hay que perderse la explicación de por qué se prohibió
la traducción al inglés de la tesis doctoral de Jomeini:
a saber, si un hombre podía comerse un pollo que había utilizado para calmar
sus apetitos sexuales. La respuesta es genial y está en el libro. Y es que en
el extranjero no pillaban la profundidad del dilema...
Muriel Maufroy, periodista
del BBC World, se especializó en la obra de Jalaluddin
(Celaledin) Rumi, más conocido aquí como Mevlana
(Nuestro Señor), creador de la orden de los derviches giróvagos en Konya, en la actual Turquía.
Rumi fue un poeta
místico sufí que escribió sus versos durante el siglo XIII. Muriel Maufroy escribió un libro con los 26000 pareados de Rumi traducidos antes de escribir la novela Rumi’s daughter. Su
ficción suple la carencia de información sobre el gran místico con una historia
perfectamente plausible.
La vida de Rumi
transcurre entre la realidad y la leyenda. Nació en 1207 en Balkh,
hoy Afganistán, y murió en 1273 en Konya (o Karaman). Sus enseñanzas buscaban ayudar a encontrar el
camino que deja la esclavitud mundana y conduce al yo hacia lo divino, es
decir, a la unión con la única fuente de amor y conocimiento. Sus escritos
místicos son equiparables a los de San Juan de
Es un hecho histórico que Rumi le ofrece al rudo
derviche bebedor de vino la mano de una hija adoptiva y que los fieles
envidiosos le culpan de la repentina muerte de la niña.
El resto es una posibilidad, pero tan bien escrita que parar de leer es
imposible.
Maufroy se
basa en la amistad espiritual que unió a Rumi con Shams pero la protagonista es esa hija adoptiva que Rumi acogió en su casa. En la novela, Kymia,
traída de una aldea rural en la Anatolia, en los
montes Taurus, experimentaba trances místicos
incomprendidos en su familia. Kymia crece testigo de la
decadencia del Imperio Bizantino y las crueles invasiones mongolas
en una Konya bulliciosa y misteriosa, vibrante y
tolerante con nuevas opciones religiosas. Rumi y Shams sufren sin embargo la incomprensión de sus vecinos
cuando introducen la música, ese fenómeno pecaminoso, y giran con la cabeza
inclinada hasta lograr la fusión de su alma con la divinidad. Kymia es testigo y discípula privilegiada. Su vida es de
aceptación y contemplación, su matrimonio con Shams
es como mínimo peculiar, su aprendizaje espiritual será ejemplar.
La novela es una historia llena de imaginación y ternura, invadida por
frases sencillas pero profundas que la autora pone en boca de Rumi: son realmente sus versos, sorprendentemente vigentes
y útiles hoy en día para guiarse en una vida igual de compleja espiritualmente
que en el año 1200.
Buket
Uzuner, nacida en Ankara, ha escrito varias
novelas de éxito desde 1992, que han sido traducidas a varios idiomas. Recientemente
fue destacada como una de las mujeres más influyentes de Turquía. Su novela The Long White Cloud – Gallipoli, vendió más
de 50000 copias en tres meses cuando fue publicada en 2003, constituyéndose en
un best-seller nacional. Al leerla es fácil comprender porqué.
En el año 2000, una joven neozelandesa visita un pueblecito de Gallipoli con su guía y traductor. Anuncia a todos los
presentes en el bar del pueblo que es bisnieta de su
gran respetado héroe de la Primera Guerra Mundial, Ghazi
Alican Taylar. Afirma que
ese patriota turco, herido en la batalla de Gallipoli,
casado, fallecido y enterrado con honores en el pueblo, fue realmente un
soldado neozelandés. El escándalo se desata incluso a nivel nacional, políticos
turcos, historiadores, medios de comunicación y miembros del servicio de
inteligencia utilizan estas alegaciones “contra el patriotismo turco” para
correr una cortina de humo que disimule los problemas reales del país aunque
sea temporalmente.
Mientras, Vicky “hanim”
averigua que los tres hijos del héroe se llamaban Uzun,
Beyaz, y Bulut, o sea,
Larga, Nube, Blanca, traducción del nombre que los maoríes dieron a Nueva
Zelanda. Beyaz Hala, la única que todavía vive,
ayudará a Vicky a encajar las piezas del puzzle.
El misterio es adictivo y la lectura introduce elementos punteros de la
sociedad turca: ese señor omnipresente en fotos en cada habitación, las
delicias de la comida turca o el inevitable çay.
Algunos datos históricos son de agradecer, ayudan a entender la tragedia de Gallipoli
y por qué se llena de australianos y neozelandeses cada año en conmemoración a
la gran pérdida de vidas jóvenes en ambos bandos en una guerra incompresible y
ajena para ambos bandos.
Otros datos son más particulares, como la situación de la región de Gallipoli tras la Primera Guerra Mundial. Había perdido a
casi la totalidad de su población masculina adulta en las campañas de los
Balcanes, Trípoli, Suez, y en los frentes de los Dardanelos
y Anatolia. O la reflexión de los soldados ANZAC (Australian and New Zealander Army
Corps): ellos venían de muy lejos a una guerra ajena,
convocados por el Imperio Británico. Los Aliados también habían traído negros
de las colonias francesas en África, mercenarios Gurkhas
y Sikhs de la India, y divisiones sionistas
voluntarias desde Palestina. Todos lucharían juntos contra turcos y alemanes en
el nombre de Inglaterra. Con musulmanes entre los indios y egipcios, habiendo
sido Egipto territorio otomano hasta hacía nada, la sensación de enviar a unos
musulmanes contra otros resultaba antinatural al sargento Alistair
John Taylor.
Un libro lleno de sorpresas y valiosa información histórica, pacifista pero
glorificador del héroe de guerra por accidente, crítico y conciliador,
embarrado con el sinsentido de la gran batalla y lleno de la esperanza de dos
culturas que se reúnen cada año a conmemorar el haberse dado muerte contra su
propia voluntad.
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