REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


ALÍ TAMER, MEDIADOR SOCIO-SANITARIO

Susana Ridao[1]

(Universidad de Almería)

sridao@ual.es

 

Nacido en 1965 en Damasco (Siria), Alí Tamer cursó bachillerato científico y realizó hasta tercero de Filología Árabe. En 1986 se traslada a Granada para matricularse en Hostelería y turismo, al tiempo que fue cofundador y presidente de la Asociación de Estudiantes Sirios. Al finalizar estos estudios, regresa a Siria, pero tras cuatro meses allí, vuelve a España, en esta ocasión decide establecerse en Almería, donde ha ejercido, entre otros oficios, de traductor para la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Palacio de Justicia. En 2006/07 realizó el Máster de Mediación e Intervención en Contextos Interculturales en la Universidad de Almería, y desde entonces es mediador socio-sanitario de manera profesional en los centros de salud de Campohermoso y San Isidro, si bien desde su llegada a Almería ha ejercido de mediador intercultural de manera desinteresada. Desde noviembre de 2008 es vicepresidente de la Asociación de Inmigrantes de Níjar (AIN), acrónimo simbólico cuyo significado en árabe es manantial de agua. En la actualidad, está trabajando en la constitución de la Asociación para la Inserción Social de los Reclusos Inmigrantes, junto a profesionales procedentes del campo jurídico.

Susana Ridao: ¿En qué consiste el trabajo de un mediador socio-sanitario?

Alí Tamer: Nosotros entramos a las ocho de la mañana en el centro de salud. A primera hora estamos en el mostrador colaborando con la realización de las tareas administrativas. Cuando se inician las consultas, comenzamos a trabajar con los profesionales sanitarios –médicos, matronas y enfermeros– e incluso con los trabajadores sociales. Los mediadores socio-sanitarios trabajamos a demanda; es decir, cuando el profesional sanitario o el usuario solicitan nuestros servicios. A veces, nuestro trabajo ha dado lugar a malentendidos; por ejemplo, cuando llevábamos poco tiempo en estos centros de salud en una ocasión los usuarios que estaban en la sala de espera al vernos entrar a la consulta con un individuo inmigrante, pensaron que dicho paciente carecía de cita y que nosotros le estábamos dando prioridad.

Nuestro trabajo no es monótono, todo lo contrario, cada día nos encontramos con la posibilidad de aprender algo nuevo, puesto que tratamos directamente con el público, y con unos usuarios culturalmente muy heterogéneos. En algunos casos los profesionales sanitarios solicitan la búsqueda de una persona, ya que en los análisis practicados ha dado positivo algún indicio de enfermedad. Los mediadores socio-sanitarios somos los encargados de localizar a estos usuarios, que en la inmensa mayoría de las ocasiones son individuos de origen foráneo. Según el protocolo que seguimos, en primer lugar, intentamos contactar con ellos por teléfono, pero, si esta opción falla, nos personamos en el domicilio que aparece en su ficha sanitaria. Curiosamente, pocas veces hemos logrado localizar a estas personas en las direcciones que nos facilitan, y es en estos momentos cuando hacemos de detectives, pues preguntamos a familiares o a compatriotas por este individuo. Para ello hablamos su lengua materna, por lo que despertamos en estas personas sentimientos de confianza, de manera que contribuyen con la localización de estos sujetos. A veces hemos conseguido encontrar a gente que otros servicios ya habían desistido en su búsqueda. Esto demuestra que para obtener cierta información en determinadas ocasiones la proximidad cultural es una variable determinante.

También hacemos seguimiento de los tratamientos o las derivaciones a distintos niveles. Explico lo que significa esto último: con frecuencia, los médicos de cabecera derivan a los pacientes a un especialista. Los inmigrantes, al desconocer el funcionamiento del sistema sanitario, en lugar de realizar la solicitud para acudir al especialista, no hacen nada, por lo que a los pocos días se presentan de nuevo en el centro de atención primaria para contarle su dolencia al médico de cabecera. Otra tarea propia de los mediadores socio-sanitarios es la confección de dípticos, trípticos, folletos y carteles en cinco idiomas: español, árabe, inglés, francés y rumano. Igualmente, organizamos charlas a grupos de usuarios en las que explicamos el funcionamiento del sistema sanitario; en el centro médico de Campohermoso tenemos una sala habilitada para este fin.

S. R.: ¿Con qué población trabajáis? 

A. T.: Sobre todo atendemos a población marroquí; me atrevería a decir que este grupo asciende al 70% de las personas foráneas. También asistimos a rumanos, a argelinos y a subsaharianos. Como he dicho anteriormente, trabajo tanto en el centro de salud de San Isidro como en el de Campohermoso. En este último centro contabilizamos el porcentaje de usuarios de un día que había acudido a atención primaria, y obtuvimos como resultado que el 70% de los pacientes eran de origen foráneo. Ello se debe a la alta tasa de población inmigrante existente en la comarca de Níjar, donde, si consultamos los datos del censo de 2008, observamos que había 26897 personas censadas en el municipio, de las cuales 9879 eran extranjeras, lo que supone un 36,7%. Además, a esta cifra hay que añadir los inmigrantes que no están censados. Para ser atendido en un centro sanitario no es necesario estar censado, tan solo les pedimos algún documento oficial donde conste su nombre, apellido y fecha de nacimiento, y estos datos están disponibles únicamente en nuestro registro sanitario.

Tenemos más usuarios masculinos que femeninos, ya que en la comarca habitan más hombres inmigrantes que mujeres. En 2008 hemos atendido a 12894 usuarios, de los cuales 7952 (el 61,67%) son hombres y 4942 (el 38,32%) son mujeres. Precisamente encontramos grandes problemas con las mujeres embarazadas, ya que muchas acuden por primera vez al centro médico cuando ya están de ocho meses de gestación. Si nos llega información de mujeres que están embarazadas y que no solicitan asistencia médica, acudimos a sus domicilios, para concienciarlas de los servicios sanitarios existentes en el país de acogida. Del mismo modo, nos encontramos a veces con niños que han sido vacunados de manera incorrecta, esto es especialmente característico de la comunidad rumana.

S. R.: ¿Cuáles son los problemas comunicativos y lingüísticos que presentan los usuarios? 

A. T.: Los problemas lingüísticos y comunicativos que, por lo general, presentan los usuarios de los servicios de mediación socio-sanitaria son bastantes. La mayoría hablan árabe, pero esta lengua tiene muchos dialectos, los cuales presentan grandes diferencias con respecto al árabe clásico. Desde que empecé a trabajar con la policía de traductor, encontré serias dificultades para entender a los individuos que hablan árabe marroquí, de ahí que enseguida optara por documentarme y consultar monografías y manuales sobre este tema. Yo hablo árabe clásico, y estudié hasta tercero de Filología Árabe en la Universidad de Damasco. Las diferencias existentes entre el árabe clásico y el árabe marroquí no solo afectan al nivel léxico –ya que en el árabe marroquí encontramos muchos extranjerismos tomados del francés y del español–, sino que la sintaxis del árabe marroquí también está influida por las estructuras sintácticas de lenguas romances como el francés o el español. Por ejemplo, en español el orden normal de la oración es sujeto, verbo y complementos. En cambio, en el árabe clásico primero ponemos el verbo, después el sujeto y por último los complementos.

Se dan casos de personas inmigradas que llevan en España cuatro o cinco años y no hablan nada de español. Sin ir más lejos, la semana pasada acudió a atención primaria una mujer marroquí de unos treinta y cinco años que llevaba residiendo en España nueve años y no sabía decir absolutamente nada en español. Sobre este tema se está interesando, en cierto modo, el sistema sanitario, de manera que los médicos cuando atienden a un paciente extranjero les deben preguntar por el tiempo que llevan viviendo en España, con el fin de obtener estadísticas de esta tipología de usuarios. Volviendo al tema de esta señora procedente de Marruecos, como solo se relaciona con familiares o compatriotas, su integración es nula. Con bastante frecuencia sus hijos hacen la función de traductores. No obstante, desde que se creó la figura de los mediadores socio-sanitarios, los médicos no permiten que familiares o compatriotas entren en las consultas para hacer de traductores de los pacientes.

Uno de los objetivos prioritarios que tiene la Asociación de Inmigrantes de Níjar es sacar a este prototipo de mujeres de la situación de aislamiento social en que están inmersas. Debemos dejar muy claro que el caso que acabamos de contar es muy extremo, no siendo lo normal, pero tenemos que ser conscientes de que estas excepciones existen. En nuestra asociación queremos organizar talleres, cursos, conferencias y charlas, entre otras actividades, para que las mujeres inmigrantes salgan de sus redes de aislamiento y se integren en la sociedad de acogida. Sabemos que nuestra meta no es nada fácil y que debemos trabajar muy duro con el fin de obtener tales objetivos. Para conseguir la anhelada integración, uno de los pasos más importantes que debemos dar es derribar la barrera lingüística, de forma que los foráneos adquieran competencia comunicativa en la lengua de la sociedad de acogida.

Con el colectivo rumano o subsahariano utilizamos otra lengua vehicular, como puede ser el inglés o el francés. Yo me encargo de atender a las personas que hablan inglés, y mi compañero de los individuos que se comunican en francés. Éste es el motivo por el que cada quincena intercambiamos nuestros centros de trabajo. En cambio, el árabe, que es, junto con el español, los idiomas que más utilizamos en nuestro día a día, lo hablamos los dos. Valoro muy positivamente este cambio de ubicación laboral, porque me permite conocer a más profesionales sanitarios y a más usuarios de la comarca de Níjar.

S. R.: ¿Los extranjeros que no hablan la lengua vehicular se sirven de gestos para hacerse entender? 

A. T.: Sí, por supuesto, pero no solo los extranjeros, también recurren a los gestos los profesionales sanitarios, e incluso nosotros mismos, los propios mediadores socio-sanitarios. Para comunicar dónde sienten el dolor, en efecto, los gestos son muy eficaces. Cuando les tenemos que explicar cómo deben entregarnos los envases de recogida de muestras, si no compartimos ninguna lengua, se lo indicamos por gestos; en esta situación, entendernos es bastante sencillo, se lo explicamos por señas y ellos lo comprenden perfectamente, pues casi siempre nos devuelven los envases con las muestras correctas. En realidad, los gestos en muchos casos nos permiten comunicar lo básico.

Una costumbre muy habitual por parte de los autóctonos es elevar el volumen cuando interactúan con los inmigrantes, hecho que nunca realizamos los mediadores socio-sanitarios, dado que no solo conocemos su nula eficacia, sino que también hemos sufrido estas situaciones. El director de la zona básica de salud de Níjar recientemente ha mandado un comunicado a todos los profesionales sanitarios de la zona pidiéndoles que sean más competitivos y comprensivos con los usuarios de origen foráneo, de manera que traten de crear vías de comunicación con esta tipología de pacientes, siendo los gestos una herramienta muy útil para tales fines.

S. R.: ¿Qué opinan los profesionales médicos de la figura del mediador socio-sanitario? 

A. T.: Hay de todo, por supuesto, pero para la mayoría somos imprescindibles, sobre todo en Níjar. Yo entiendo que un mediador socio-sanitario en una zona como puede ser el barrio de Oliveros de Almería, donde la tasa de inmigración es ínfima, no es necesario. En Níjar desde el día que empezamos a trabajar, el 16 de abril de 2007, cada vez con mayor frecuencia los médicos comunican al director de la zona la importancia del trabajo de los mediadores socio-sanitarios. Somos los pioneros en la comarca de Níjar en el servicio de mediación socio-sanitaria, y me atrevería a afirmar que también somos los primeros de toda Andalucía. Antes de que nosotros trabajásemos en estos centros de salud, casi todas las semanas la guardia civil tenía que acudir para resolver conflictos violentos entre profesionales sanitarios y usuarios inmigrantes. Se han dado casos de malentendidos donde el foráneo ha confundido al personal administrativo con los profesionales médicos, pues ambos actores llevan batas blancas. Cuando el extranjero, que se encuentra enfermo, trata de que el auxiliar administrativo le haga un reconocimiento médico, y no consigue tales objetivos, a veces se han desencadenado episodios violentos. Esta confusión es tal que incluso a los mediadores socio-sanitarios nos llaman los “médicos marroquíes”, e incluso los “médicos moros”, porque vestimos bata blanca. Una de mis funciones como mediador es explicarles que en el sistema sanitario español hay diferentes profesionales que visten bata blanca y que no son médicos. Desde que hay mediadores socio-sanitarios en los centros de salud, estos episodios de violencia han sido erradicados en su totalidad.

S. R.: ¿Nos puedes contar algún caso de malentendido entre médico y paciente?

A. T.: Lo cierto es que hay muchos malentendidos, y todos estaremos de acuerdo en asumir que los problemas relacionados con la salud son muy serios. El caso de malentendido comunicativo más frecuente, sin duda, se da en las enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, pues los médicos, al no entender exactamente lo que le pasa al paciente, pueden recetar medicamentos contraproducentes. A su vez, nos hemos encontrado con chicos con tuberculosis que han de tomar las medicinas antes de desayunar, y ellos han entendido que debían ingerirlas tras el desayuno; por tanto, pasado un mes y no notando ninguna mejoría, vuelven a la consulta médica.

Otra situación que observamos con asiduidad es la confusión entre tomar un medicamento tres veces al día y tomar tres dosis tres veces al día. Si consumen antiinflamatorios los usuarios suelen acudir a la consulta médica a los pocos días sintiendo una fatiga extrema. Por otra parte, algunas mujeres marroquíes han llegado a confundir la vía por la que deben ingerir las pastillas, sobre todo cuando éstas tienen tamaño grande. También nos encontramos con casos aún más graves, en los que cuando el médico prescribe la receta los pacientes no pasan por la farmacia para retirar la medicación, pues desconocen que éste es el protocolo de actuación en el sistema sanitario español.

Además, los médicos siempre preguntan a los pacientes si son alérgicos a algún fármaco; sin embargo, hay usuarios foráneos que no entienden al profesional sanitario, puesto que anteriormente jamás han acudido a una consulta médica. Hemos catalogado casos de personas de hasta cincuenta años que nunca habían recurrido a los servicios sanitarios, como consecuencia de que en sus naciones de origen la sanidad es privada y los honorarios que han de aportar para recibir tales atenciones son demasiado elevados.

Junto a esto, con frecuencia hallamos pacientes afectados con enfermedades de transmisión sexual, que en ocasiones suelen ser patologías bastante delicadas, como puede ser la sífilis, una enfermedad casi erradicada en España. Lo que más me sorprende de esta situación es que haya señoras inmigrantes con estas enfermedades que están casadas; si hablamos de mujeres que se dedican a la prostitución, nos encontramos con enfermedades de transmisión sexual extremadamente graves.

S. R.: ¿Cuál es el papel de la traducción en las tareas propias de un mediador socio-sanitario? 

A. T.: En primer lugar, debemos dejar muy claro que no debemos confundir a un mediador socio-sanitario con un traductor, pues ambas figuras profesionales tienen cometidos diferentes entre sus tareas. He de reconocer que para realizar las funciones propias de un mediador socio-sanitario resulta de gran ayuda hablar otro idioma con el que poder comunicarte con los individuos de origen extranjero. Cuando llega un paciente y le hablas en su lengua materna, por comodidad él prefiere comunicarse de esta manera. Nos hemos encontrado con situaciones en las que los usuarios, que llevan residiendo en España dos años, solicitan el acompañamiento del mediador socio-sanitario en la consulta médica. Ante este panorama, los mediadores incitamos a los usuarios a que se comuniquen en español.

No obstante, insisto en la idea de que a pesar de que el mediador socio-sanitario utilice en su trabajo la traducción como una herramienta muy útil, sus funciones son más amplias; es decir, van más allá de la mera traducción. Lo importante es explicarles a los foráneos cómo funciona la sociedad de acogida, en todos los sentidos. Nosotros nos dedicamos principalmente a atender los contextos sanitarios, pero como en realidad somos empleados del ayuntamiento de Níjar, a veces nos piden que solucionemos servicios tan dispares como arraigo social, reagrupación familiar o absentismo escolar. Aparte, también acuden a los mismos centros sanitarios individuos extranjeros solicitándonos ayuda para realizar alguna gestión con hacienda, el INEM, documentación del colegio de los hijos e incluso multas de tráfico. En todos los casos, no nos limitamos únicamente a hacer de traductores, sino que nuestra función es que los usuarios entiendan el funcionamiento de un sistema social que es muy distinto al que ellos estaban acostumbrados en sus países de procedencia.

S. R.: Y para acabar, una pregunta inevitable: ¿Cómo ves el futuro de las personas foráneas en España? ¿Es posible la integración? 

A. T.: En estos momentos todos estamos viviendo una etapa de crisis económica. Para mí el concepto de crisis es bastante más restringido, ya que entiendo por tal una situación económica en la que existen serias dificultades para poder adquirir los productos de primera necesidad. Quizá si no hubiera crisis y laboralmente los inmigrantes fueran necesarios, este colectivo tendría mejor futuro del que yo veo ahora mismo. En estos momentos, en el aspecto laboral los inmigrantes están siendo relegados a un segundo plano. Hay un elevado número de extranjeros que lleva muchos años acomodado en España, y ya se ha acostumbrado a este tipo de vida; a estas personas volver a su nación originaria les resulta muy difícil.

¿Es posible la integración? Bajo mi punto de vista la integración es el único camino viable. ¿Cómo accedemos a ella? Con la ayuda de todos, tanto autóctonos como extranjeros, sin que cada grupo renuncie a su base cultural fundamental. La Asociación de Inmigrantes de Níjar tiene como objetivo prioritario la integración de los extranjeros, por lo pronto hemos centrado la zona geográfica en Níjar, pero en un futuro nos gustaría expandir nuestro campo de trabajo.

La mediación es un camino hacia la integración. Si se fomentara la figura de los mediadores interculturales, estoy convencido de que la integración será una realidad, no una utopía. Debemos preocuparnos por el hecho de que el mediador intercultural ejerza las funciones propias de su profesión, y no realice competencias que pertenecen a otros expertos. Con esto último aludo a la necesaria distinción entre mediador intercultural y trabajador social.

Como decía Calderón de la Barca, la vida es sueño; cada persona, independientemente del lugar donde hayamos nacido, tenemos un sueño. El mío es que algún día los foráneos puedan formar parte de la sociedad de acogida en igualdad de condiciones que los autóctonos y sin sufrir ningún tipo de discriminaciones.

S. R.: Muchas gracias, Alí, por compartir con nosotros tu interesante experiencia, tanto personal como laboral.

 



[1] Agradecemos a la Fundación Cajamurcia y al Ministerio de Innovación y Ciencia (proyecto ALCERES) el apoyo mostrado para la realización de este trabajo.