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UNA PROPUESTA SOBRE EL ORIGEN DE
Lorenza
Ruggieri
(“Centro de Lenguas Modernas” de
Resumen
A propósito de las expresiones españolas buena y mala sombra, la opinión corriente vincula las locuciones a la importancia
que la sombra reviste en regiones muy calurosas, y ubica su génesis en el
ambiente andaluz y gitano. Según la mayoría de las fuentes, las locuciones
nacerían de la idea de ‘protección’ que está asociada a la imagen de sombra.
Con el presente artículo nos proponemos ofrecer una perspectiva
diferente en la investigación relativa al origen de dichos modismos, perspectiva
que indaga en tradiciones atávicas comunes a todo el Mediterráneo.
Palabras-clave:
Buena sombra, mala sombra, expresiones
coloquiales españolas
Abstract
About the Spanish expressions buena y mala sombra, common
opinion links them to the importance that shadow has in very warm regions, and
places their origin in Andalusian and gypsy context. According to the majority
of sources, the idioms would be originated bay the idea of ‘protection’ which
is associated with shadow image.
Through the present article we propose a different
perspective in the research about the expressions, perspective which
investigate in ancestral traditions belonging to all the Mediterranean area.
Key-words: Buena sombra,
mala sombra, Spanish colloquial
expressions
1. Introducción
El objetivo del presente artículo es proponer una nueva
perspectiva a propósito del origen de las expresiones españolas buena y mala sombra.
La mayoría de los estudios relativos a dichas locuciones
–de amplio uso en el español actual– parten del postulado de que se trata de
formas de origen andaluz o gitano y asocian su procedencia a la apreciación que
se adjudica a la sombra en regiones en las que la temperatura atmosférica, en
determinados períodos del año, puede alcanzar valores elevados.
En contraste con la opinión general, se propondrá un
diferente recorrido etimológico que conduce a creencias atávicas y comunes a
todo el mundo mediterráneo.
2. Conjeturas sobre el
origen
El Diccionario de
Los diccionarios regionales andaluces se ocupan
mayoritariamente de la locución mala sombra: el Vocabulario andaluz[3],
s. v. malasombra, define la expresión
como ‘desangelado, avieso’, y el Vocabulario
popular andaluz[4],
s. v. mala sombra, después de dar el
significado ‘sin gracia’, añade que, la lengua coloquial, para aludir a
personas antipáticas o desabridas, emplea giros como mala follá, mala pipa, malasombra, malage.
Algunos repertorios
de refranes y frases hechas intentan explicar el origen de la expresión. El Diccionario de refranes, dichos y proverbios[5]
considera la locución tener buena (o mala)
sombra un modismo de procedencia andaluza, según la base de la importancia
que en esas tierras pueda tener la sombra en épocas calurosas: de ahí la
conexión entre la buena sombra y la
‘simpatía’, la ‘gracia’, la ‘viveza intelectual’, y la mala sombra con el ‘carácter molesto y desabrido’. Este diccionario
supone un probable origen calé de la voz.
Confirma tales suposiciones el Diccionario de dichos y frases hechas[6],
s. v. tener uno mala o buena sombra,
que define la expresión negativa como ‘tener mala idea, malas intenciones’,
‘ser desagradable’ y ‘tener mala suerte’ y añade que la forma positiva es de
menor empleo. Según el citado diccionario –que trae como ejemplo la expresión me cago en tu sombra–, la locución nace
en el ámbito de los conjuros de las costumbres gitanas y tiene origen en la
asociación de la sombra con la influencia que ésta puede ejercer sobre a una
persona a la que protege[7].
Asimismo, considera la influencia que pudo haber tenido, en esta interpretación
del término sombra, la creencia de
que algunos árboles, como la higuera, puedan tener una sombra maléfica.
Iribarren[8]
corrobora la hipótesis de la ascendencia andaluza, y especialmente gitana, con
la aportación de las investigaciones de 1898 de Rafael Salilla, el que
vinculaba el simbolismo relacionado con la sombra a la cultura del nomadismo.
La sombra, en esos contextos, podría ser buena
–la de la primavera, del otoño y del verano– o mala –la del invierno–. Según Salilla, la asociación del referente sombra, bien con la ‘agudeza’, el
‘ingenio’ y la ‘gracia’, bien con la la ‘antipatía’ y lo ‘insulso’ derivaría,
como tropo antitético, de la importancia que ésa posee en una región soleada
como Andalucía y estaría relacionado con la idea de protección y amparo –concepto
de gran importancia en la cultura nómada– que una persona puede ejercer sobre
otra.
La tesis que identifica la sombra de ciertos árboles con
lo desfavorable es apoyada también por el Tesoro
léxico de las hablas andaluzas[9],
que, s. v. sombra, define de mala sombra ‘el “cítrico” que produce
poca cosecha sistemáticamente’ y trae la locución tener sombra de higuera negra con los valores semánticos de
‘presagiar mal’, ‘ser de mal agüero’.
Confirmaría indirectamente la hipótesis
del origen andaluz, la teoría propuesta por Américo Castro[10]
que, no obstante, partiendo de la inexistencia de conceptos similares en latín
y en otras lenguas romances, se aleja del concepto de protección y amparo ínsito
en la idea de sombra y vincula las expresiones buena y mala sombra “a la
idea oriental de que la sombra tiene existencia propia, como aspecto, y se
introduce en la persona como un ángel o como un diablo”[11].
Castro, para corroborar la hipótesis de que las locuciones españolas son calco
del árabe, documenta, en esta lengua, el empleo de dos términos: zill, usado en la acepción de
‘protección’, refugio’, y jayāla[12]
‘lo que se percibe como sombra’ –la imagen en un espejo, la imagen de una
persona lejana, etc.–. Según el testimonio del filólogo, en el castellano
arcaico constelado de arabismos hablado por los hebreos de Marruecos, se
documenta la presencia de la locución buen
jial –en la que jial es el árabe jayāla pronunciado según las normas
fonética marroquíes– referida al agradable aspecto de la mujer[13].
Por lo que concierne a la posibilidad de
que la locución sea arabismo, Corriente (2000), s. v. الظل (zill) ‘sombra’, trae las
expresiones de significado análogo a las españolas, خفيف
الظل –en sentido
literal ‘sombra ligera’– para buena
sombra y ثقيل
الظل –en sentido
literal ‘sombra pesada’– para mala sombra.
◊ ◊ ◊
La hipótesis más acreditada, por lo tanto, busca el origen
del concepto de buena y mala sombra en la transposición
metafórica de la imagen de sombra, de la cual también derivaría la idea de
refugio y protección.
Con este significado encontramos un primer testimonio
literario: en la obra anónima La corónica
de Adramón (c. 1492), en relación a
El corde documenta sólo en 1534, en
A la misma época se remonta el testimonio proporcionado
por Corominas-Pascual: la fórmula boa
sombra ‘gracia de una mujer’ es empleada por Gil Vicente el que, en
Por otro lado, la locución mala sombra es atestiguada por el corde en La vida y la muerte o Vergel de discretos
(1508) de Francisco de Ávila:
O passó por mala sombra,
o fue la hora menguada;
si la cruz no se nombra,
yendo por encruzijada;
o si fue carne cortada
a pospelo por mal tajo,
o tuvo caýdo el cuajo
o spinilla levantada[18].
Volviendo al origen del modismo, frente a la opinión que
sugiere la ascendencia andaluza y calé, la falta de la expresión en los
repertorios léxicos de la lengua gitana[19],
y su presencia, por el contrario, en otros idiomas –aunque no se pueda rechazar
de antemano la posibilidad de que se trate de calco de la forma andaluza[20]–
ponen en tela de juicio que la expresión sea exclusiva de la zona de Andalucía[21].
De hecho, en las investigaciones de carácter diacrónico de
la expresión realizadas hasta ahora ha pasado por desapercibida la importancia
de la acepción –característica de una gran mayoría de lenguas– de sombra como ‘espectro o aparición vaga y
fantástica de la imagen de una persona ausente o difunta’[22].
El Diccionario de
Autoridades[23]
define sombra también como ‘espectro,
u phantasma, que se percibe como sombra’ y añade la procedencia del latín umbra ‘spectrum’[24].
El latín umbra,
además de significar ‘sombra’, tiene el valor de ‘sombra (de un muerto)’,
‘fantasma’, ‘espectro’, ‘manes de los difuntos’ o ‘sombras de los infiernos’[25];
y umbrifer, en una de sus acepciones,
es el ‘que transporta las almas de los difuntos’[26].
Los manes, en la
religión de los antiguos romanos, eran las almas de los muertos y eran objeto
de culto como divinidades. Según una antigua creencia, se pensaba que, con la
muerte, las almas de los difuntos se transformaban en espíritus que podían
vagar en la tierra y ejercer su influjo sobre sus descendientes. Si se creía
que obraban con bondad tomaban el nombre de lares
–posteriormente identificados con los antepasados mismos de la familia– si con
maldad, larvas o lémures –espíritus malignos de un difunto que en vida había sido
malvado y que, bajo forma de espectro, aterrorizaban a los vivientes–[27].
Los lémures eran
conjurados durante una fiesta celebrada las primeras décadas de mayo, las lemurias: la celebración se realizaba
durante la noche, en la que el pater
familias, descalzo, salía de casa y después de lavarse las manos en la
fuente, sin mirar, lanzaba detrás de sí habas o judías, pronunciando nueve
veces la frase “por estas habas yo me rescato a mí y a mi familia”. Luego el
oficiante percutía el bronce gritando “sombras
de mis antepasados, idos”. Sólo en ese momento podía mirar atrás, los lémures se habían marchado por un año[28].
Tales creencias aparecen reflejadas en la expresión
italiana malombra –de mal[o] y ombra– que, en las tradiciones de las poblaciones meridionales de
Italia, alude a un ‘fantasma, spettro maligno’ (en De Roberto, 1861-1927), y,
por extensión, ‘persona disonesta, malvagia’ (Bernari, 1909-1922)[29].
Parecería, por lo tanto, que diferentes idiomas reflejan
la supervivencia de la opinión ancestral según la cual el destino de un
individuo sería marcado por el destino que fue de su ascendencia[30].
La hipótesis de que sombra
se emplee en las locuciones tener
buena/mala sombra como metáfora de la ascendencia de una persona, se
destacaría también del empleo que se hace del término en la locución me cago en tu sombra, como eufemismo de
expresiones de enfado y enojo más injuriosas que tienen como objeto a miembros
del parentesco o incluso a los difuntos de la persona ofendida[31].
Por lo
tanto, así como expresiones como mal
ángel o mal genio se referirían a
la índole de una persona, a su espíritu inmanente[32],
la locución mala sombra podría
referirse a la ‘genealogía’ y al ‘linaje de un individuo’[33].
3. Conclusiones
El
español actual registra un amplio uso de las locuciones buena y mala sombra con
el significado, respectivamente, de ‘ser agradable, simpático’ y ‘ser
desagradable’ o ‘ejercer mala influencia’.
Si la existencia de documentos escritos nos facilita la
colocación cronológica de las primeras atestaciones de dichas expresiones
alrededor de finales del siglo xv
y principios del xvi, más
espinosa resulta la cuestión de su origen.
El cotejo de los diccionarios y repertorios léxicos españoles
nos ha permitido destacar la existencia de una casi total unanimidad en las
conjeturas sobre el génesis de esas fórmulas: se trataría de modismos de origen
andaluz, procedente de la transposición metafórica de la imagen de la sombra,
transposición asentada en la relevancia que ésa reviste en una región calurosa
como Andalucía. Incluso, dicho simbolismo podría estar relacionado con la
cultura nómada –gitana–, en cuyas tradiciones la sombra podría ser buena –en
verano– o mala –en invierno– y asumiría el significado de ‘protección’ y
‘amparo’. De ahí la equivalencia de la buena
sombra con la simpatía y la gracia, y de la mala sombra con la aspereza de carácter y el ejercicio de una mala
influencia.
Sin embargo, la carencia de estructuras similares en la
lengua calé, por un lado, y su presencia en otros idiomas, por otro, sugerirían
la posibilidad de que el origen de las expresiones pueda remontarse a
tradiciones arcaicas pertenecientes a una cultura común del área mediterránea.
Según estas ancestrales creencias, el destino de los antepasados tendría
repercusiones en la vida de la progenie, que estaría marcada por la influencia
que pueden ejercer los espíritus de los difuntos, influencia que puede
determinar que un individuo tenga buena
o mala sombra, mal ángel, mala genio,
etc.
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[1] Real Academia Española, 2001.
[2] Dan definiciones similares
Sánchez, 2001, Cantera Ortiz de Lubina- Gomis Blanco, 2007 y Alonso, 1982. Para
un amplio repertorio de los casos de empleo de mala sombra en la literatura y prensa contemporánea cfr.
Seco-Andrés-Ramos, 2004.
[3] Alcalá Venceslada, 1980.
[4] Álvarez Curiel, 1997.
[5] Junceda, 1998.
[6] Buitrago Jiménez, 2007.
[7] La idea de protección aparece también en una de
las muchas acepciones de la voz sombra
‘asilo, favor, defensa’ (drae, s. v.). Cfr. también, infra,
las conjeturas de Salilla y de Spitzer.
[8] Iribarren, 1994, s. v. tener buena [o mala] sombra.
[9] Alvar Ezquerra, 2000.
[10] Castro, 1983, p. 65-66.
[11] Castro, 1983, p. 66. De este
concepto el autor derivaría también la locución española tener ángel.
[12] Deverbal de jāla
‘imaginar, pensar’. Castro, ibídem.
[13] Se aleja, en parte, de la opinión
de Castro, Spitzer, 1949, p. 142-149, que considera la posibilidad de que el
marroquí tener buen jial podría ser
calco del español. Sobre el interesante intercambio de opiniones entre Castro y
Spitzer a propósito del origen de las locuciones españolas analizadas y de la
existencia de expresiones similares en otros idiomas románicos, cfr. también
Castro, 1949, p. 149-158.
[14] “La oracyón y petycyón del
príncipe era con tanta afycyón y voluntá y de todo su corazón que
[15] La idea de refugio aparece, por
ejemplo, también en Rojas, 1998, p. 193: “Pues mira, amigo, que para tales
necesidades como éstas, buen acorro es una vieja conocida, amiga, madre y más
que madre; buen mesón para descansar sano; buen hospital para sanar enfermo;
buena bolsa para necesidad; buena arca para guardar dinero en prosperidad; buen
fuego de invierno rodeado de asadores; buena
sombra de verano; buena taberna para comer y beber. ¿Qué dirás, loquillo, a
todo esto?”; y en Cervantes, 1980, p. 797: “- Sí soy -respondió Sancho-, y soy
quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los
buenos, y serás uno de ellos", y soy yo de aquellos "no con quien
naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me
he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que y ha muchos meses que ando en
su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo, que
ni a él le faltarán imperios que mandar, ni a mí ínsulas que gobernar”.
Cursivas mías.
[16] “Vos os engañáis" respondió miser César
Gonzaga "porque así como no puede haber corte ninguna, por grande y
maravillosa que sea, que alcance valor ni lustre ni alegría sin damas, ni
cortesano que tenga gracia o sea hombre de gusto o esforzado o haga jamás buen
hecho, sino movido y levantado con la conversación y amor dellas; así también
el tratar agora esta materia desta cortesanía no alcanzará su perfición si
ellas no se atravesaren, poniendo en ello aquella parte de buena sombra y de gentil gracia, con la cual se hace perfeto el ser
del cortesano”, corde, «31.01.08».
Cursiva mía.
Asimismo, la locución buena sombra es atestiguada por el corde,
«31.01.08», en varios libros de
refranes de mediados del siglo XVI.
[17] Corominas-Pascual, 1980-1991, s.
v. sombra.
El Corpus do português, «09.05.08»
(cpor)
documenta el uso de la locución boa
sombra –empleada con el sentido de ‘gracia’, ‘buen aspecto’, ‘elegancia’ o ‘buenas maneras’– a
partir del siglo XV, además que en el Auto da Festa de Gil Vicente –“Rascão Olhai-me
esta boa sombra este lírio esmaltado
que vos parece senhora?”–, en Décadas da
Asia de João de Barros, en Saudades
de Gaspar Frutuoso, en
[18] corde, «31.01.08».
[19] Tal ausencia, no obstante, podría
atribuirse a lo incompleto y obsoleto que, por lo general, es propio de los
diccionarios gitano-español. Cfr. Rebolledo, 2006 [1909], que presenta las
voces parín o paren con el significado de ‘sombra’, sin añadir ninguna locución
creada a partir del término. No hay, además, que rehusar la posibilidad de que
la expresión, en la lengua gitana, sea calco de la española. Sobre la
influencia de la lengua del poder constituido sobre el calé, cfr. Clavería,
1951.
[20] El testimonio tardío de la forma portuguesa má sombra parece ser prueba de la
procedencia española, bien que el empleo literario de la expresión en época
relativamente reciente no esté en contradicción con un posible anterior uso
oral. Cfr. infra, n. 19.
[21] La expresión existe también en
portugués –de má sombra ‘mal
encarado’ (Martínez Almoyna, 1998), documentado por primera vez en Camilo
Castelo Branco (A queda dum anjo,
1866: cpor,
«01.04.2008»)–, en gallego ter boa sombra
‘ser agradable’, ‘tener suerte’ y ter
mala sombra ‘tener mala suerte’, ‘ser
desagradable’ (AA.VV., 1986)–, e incluso en lenguas de origen no indoeuropeo
–el vasco itzalkeria ‘mala sombra’,
‘mala influencia’ –de itzal ‘sombra’–
(Arriaga, 1984)–.
[22] drae, s. v. sombra.
[23] Real Academia Española, 1990.
[24] Alonso, 1982, s. v. sombra, atestigua el
uso de sombra como ‘espectro o aparición vaga y fantástica de la imagen de una
persona difunta’ a partir del siglo xviii
(en Fernández de Moratín) y, empleado en registros familiares, con el
significado de ‘suerte, fortuna’ desde el siglo xix.
[25] Blánquez Fraile, 1985 (dlat).
El concepto no es exclusivo del área latina. Cfr. el griego
σκίά ‘sombra’, y también ‘sombra de los muertos, fantasma’
(Sebastián Yarza, 1954).
[26] Cfr. umbrarum terrores (Quintiliano) ‘el miedo a los difuntos’ y non me habent tristes umbrae (Virgilio)
‘no habito en los infiernos’ (dlat, s. v. umbra).
[27] A los manes
se les atribuía una predecesora común, Mania,
que pertenecía a los genios
populares. Los genios, en la
mitología romana, eran seres inmanentes a cada persona, lugar e institución. En
latín existía la expresión indulgere
genio ‘ceder uno a su propia índole’ y se hacían juramentos sobre el propio
y ajeno genio. Poco a poco fueron identificados con los manes. Nótese cómo reflejo de esta creencia puede sobrevivir en la
expresión española tener genio, lo
que añadiría crédito a la tesis del origen arcaico de la locución que se
estudia en este artículo.
[28] Cfr. aa.vv., 1998 y Grimal, 1997, s.v. Lemuri y Mani.
[29] Cfr. Battaglia, 1961-1998, s. v. malombra. Según los ejemplos mencionados
por el diccionario –también en los otros significados en los que el término es
empleado en sentido metafórico–, la voz parece de empleo exclusivo meridional.
Asimismo, si por un lado, el empleo tan tardío de la expresión puede ser el
resultado de la falta de documentación que se refiere a la lengua oral, por el
otro, su empleo en tierras de larga dominación española, podría inducir a
considerarlo también hispanismo.
El vasco emplea una
expresión similar, illen itzalak
(según la grafía actual, hilen itzalak)
construida a partir de la voz itzalak ‘sombra’,
con el significado de ‘manes, espectros, almas de los muertos’ (dcastvas).
[30] Nótese cómo hulleas de tales creencias afloren en
una obra tan arraigada a los mitos de las antiguas culturas mediterráneas como Bodas de sangre de F. García Lorca,
donde el sino de un individuo es predeterminado por el de su estirpe (designada
casta, sangre, ralea). Cfr. García Lorca, 1995: “Tu padre sí que me
llevaba. Eso es de buena casta”, p. 95; “Ése busca la desgracia.
No tiene buena sangre”, p. 131; “¿Qué
sangre va a tener? La de toda su familia.
Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y
gente de falsa sonrisa”, p. 131; “Expresaba el sino de su casta”, p. 142; “Su casta
de muertos en mitad de la calle”, p. 142; “¿Ves este brazo? Pues no es mi
brazo. Es el brazo de mi hermano y el de mi padre y el de toda mi familia que
está muerta”, p. 148; e incluso “¡Tú hija, sí! Planta de mala madre, y él, también él”, p. 139, donde se reproduce
el frecuente tropo que compara la genealogía humana con la ramificación de un
árbol. En ese mismo sentido, compárese la copla “que no te quiere a ti soy yo, tronco de tan mala rama” y el dicho
popular milanés de un pomm pò minga nass
un per [‘de un manzano no puede nacer una pera’]. Sobre la idea de familia
vinculada con el símbolo de la sangre, cfr. también el proverbio italiano buon sangue non mente ‘las mejores
actitudes de los padres tienden a manifestarse también en los hijos’
(Sabatini-Coletti, 1999, s .v. sangue).
[31] Para un más detallado examen de
dichas expresiones, cfr. Carbonell
Basset, 2000, s.v. me cago en. Una locución similar a la española me cago en tus muertos existe en el término, de empleo regional en
el área de Lacio, mortacci,
despectivo de morti ‘muertos’, usado
en expresiones interjectivas o como imprecación violenta y vulgar, o como
maldición (cfr. Battaglia, 1961-1998, s. v. mortacci).
[32] Cabe constatar que esta acepción
de genio y ángel no es exclusiva de las lenguas romances. Compárese el empleo
sinonímico de los dos términos con el significado de ‘inclinación’ y ‘carácter
de una persona’ también en Shakespeare: en Antonio
y Cleopatra, el adivino, hablando con Antonio a propósito de Octavio, así
se expresa: “Thy demon, that's thy
spirit which keeps thee, is / Noble, courageous high, unmatchable, / Where
Caesar's is not; but, near him, thy angel
/ Becomes a fear [Tu demonio, quiero decir, tu espíritu custodio, / es
alto, valeroso, noble, incomparable / cuando César no está, pero si él está
cerca / tu ángel tiene miedo, se siente derrotado]”, Shakespeare, 2001,
p. 266-267; en Macbeth,
el protagonista afirma sobre si mismo: “[…] and, under him, / My Genius is rebuked; as, it is said, /
Mark Antony's was by Caesar […]” [y bajo él / mi genio está abrumado como,
dicen, / ante César lo estaba Marco Antonio], Shakespeare, 2008, p.
170-171.
[33] A esta interpretación se
adaptarían también otras expresiones –algunas de las cuales antes citadas–: mala follá, probable metáfora del
engendramiento, mala pipa, quizás
sinónimo de ‘semilla’, y mal vahío
‘mal vagido’. Sobre la coincidencia semántica de esta última con mala sombra y malange, cfr. Sender, 1995, p. 40:
– ¿Qué es malange?
– Mal vahío, zeñora.
– ¿Qué es mal vahío?
– Mala zombra, zeñora […].
Con respecto a la imagen de
la familia de origen como germen,
compárense los parlamentos en Lorca 1995: “Mi hijo la cubrirá bien. Es de buena
simiente”, p. 132; “Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú”, p. 133.
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