|
BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE LITERATURA DE
VIAJES COMO GÉNERO LITERARIO
José María Santos Rovira y Pablo Encinas Arquero
(Division of
Internacional Communications. University of Nottingham. Ningbo. China)
Resumen:
El presente artículo
pretende abordar el concepto de literatura de viajes como género literario.
Tradicionalmente, este tipo de literatura ha sido englobado dentro del género
narrativo, como un subgrupo temático de éste, algo que, a nuestro juicio, no
refleja la realidad literaria de las obras de este género. A través de una
aproximación histórica, queremos dar lugar a una reflexión sobre la teoría de
los géneros literarios, así como a una nueva consideración de la literatura de
viajes como género independiente.
Palabras
clave: literatura, viaje, géneros literarios.
Abstract:
This
article aims to address the concept of travel literature as a literary genre.
Traditionally, this type of literature has been encompassed within the
narrative genre, as a sub-cluster of it, something which, in our view, does not
reflect the reality of the literary works of this genre. Through an historical
approach, we want to give rise to reflection on the theory of literary genres
and a reconsideration of the travel literature as an independent genre.
Keywords: literature,
travel, literary genres.
“Viajar es establecer una conexión entre el mundo
exterior
y la
identidad del que se traslada.”
Patricia
Almarcegui.
1.
Antecedentes históricos de la
teoría de los géneros literarios.
Los géneros literarios no son, en realidad, más que una
clasificación de las obras literarias que se hizo en
Posteriormente se escribieron otras obras en las que
igualmente se daba una clasificación de los textos literarios, pero siempre
siguiendo los pasos aristotélicos. Así Horacio escribió su Epístola ad
Pisones (
Durante siglos, estos fueron los textos fundamentales
para la crítica literaria, sin considerables cambios con respecto a las
primeras formulaciones de
Pero, por diversas razones que no entran dentro de
nuestra intención al escribir este artículo explicarlas, ha seguido siendo la
teoría de los géneros de Aristóteles la comúnmente aceptada como válida por
toda la crítica literaria hasta nuestros días, a pesar de varios intentos de
redefinición de los géneros que no han llegado a tener la suficiente acogida
entre el sector crítico y académico.
A nuestro modo de ver, la teoría clásica, a pesar de sus
múltiples limitaciones, no debe ser anulada, ya que, y aquí nos hacemos eco de
las palabras de José María Casasús (1991: 92):
“El conocimiento del sistema de
géneros, y no su ignorancia, estimula a superar o modificar los modelos o
esquemas tradicionales. Sólo el conocimiento de lo que existe en determinado
campo de la técnica permite transformar la realidad. No se puede avanzar en un
campo que se desconoce. El estudio de los modelos de géneros del pasado es el
mejor instrumento para progresar en la experimentación renovadora del
discurso... No se puede innovar si se ignora lo que se ha hecho antes en la
materia objeto de estudio”.
Por el contrario, pensamos en la necesidad de un
replanteamiento de la teoría de los géneros para adaptarla a las nuevas realidades
que van surgiendo o, como en el caso de la literatura de viajes, de esas
realidades que, por unas u otras razones, no han sido consideradas con la
debida apreciación.
2.
Una reflexión acerca de la
literatura de viajes.
Tradicionalmente, la literatura de viajes no ha sido
considerada como un género literario propio sino enmarcada dentro del género
narrativo como un subgrupo temático más. Esta postura está basada en la teoría
de los géneros antes explicada, la cual no dejaba espacio a novedades creativas
en cuanto a los géneros se refiere. Por ello, a pesar de que los libros de
viajes se desarrollaron desde
Si bien a la pregunta: ¿qué es un género literario?,
podría responderse diciendo que es una clasificación de las obras literarias
que tienen una serie de aspectos comunes en su forma textual que las diferencia
de otras pertenecientes a géneros distintos, estas normas clasificatorias no
son ni eternas ni inmutables, sino que deben permitir la flexibilidad. En
palabras de García Berrio (1993: 34-35):
“Procediendo con astucia o más bien, casi
siempre, por ignorancia simple, se atribuye automáticamente un poder de
determinación textual a las reglas de género procedentes de la primitiva
clasificación expresiva, que ni aquéllas pretendían tener, ni pueden alcanzar,
lógicamente, en la realidad de las cosas. La decisión de género determina una
opción solamente inicial cuyas reglas constitutivas afectan, sí, a la fisonomía
general del texto, pero no al texto como entidad lingüística total. [...] No se
deben confundir, pues, dentro del bloque de información textual, las reglas
específicamente genéricas con la totalidad de las reglas performativas de
texto, contra lo que a menudo se practica. [...] Esto es así, en primer lugar
[...], porque la limitación real de las reglas de género específicas deja
amplios espacios de variación para la actuación de las otras reglas
performativo-textuales independientes de las de género. En segundo lugar,
porque las reglas expresivas de cada género —incluso también las menos
delimitadas condiciones simbólico-referenciales— admiten no sólo la composición
de las obras por yuxtaposiciones sucesivas, sino otras muchas posibilidades de
hibridación y de contaminación posibles”.
Con ello podemos apreciar con claridad que existen
motivos más que suficientes para considerar a la literatura de viajes como un
género literario propio, sin necesidad de englobarla dentro de cualquier otro
grupo o subgrupo, dígase narrativa o similares. Las diferencias existentes
entre los libros de viajes con respecto a los de cualquier otro género,
convierten a este tipo de literatura en una modalidad bien diferenciada. Dichos
libros fueron escritos con la intención de dar a conocer nuevos territorios y
culturas, a través de la descripción, real o imaginada, de las vivencias de un
viajero en tierras extrañas. Esta característica basta por sí sola para
reflejar el hecho de que este género no tenga comparación con ninguna otra obra
narrativa. Cualquier otra modalidad novelística no ofrece las cualidades
descriptivas de gentes y paisajes que nos ofrece la literatura de viajes.
Si continuáramos analizando otras
características de estas obras como la intención del autor, el tratamiento del
tema, la exposición del argumento, la construcción de las imágenes, no haríamos
sino reforzar la tesis de la literatura de viajes como género diferenciado.
En esta apreciación no nos encontramos solos, antes al
contrario, han sido muchos los que han defendido la tesis de la literatura de
viajes como género. En infinidad de libros y artículos podemos encontrar
referencias a ésta considerándola como un género literario propio. Soledad
Porras Castro (2004) nos describe su concepto de literatura de viajes:
“Tratar
de describir la génesis de
Como la anterior, las definiciones
del concepto de literatura de viajes abundan en las publicaciones tanto
españolas como extranjeras, y cada una de ellas aporta su granito de arena para
la configuración de la misma como género literario. Interesante, por lo
poético, es la definición realizada por Manuel Lucena Giraldo y Miguel Ángel
Puig-Samper (2003: 6) donde aúnan, en una frase, toda la tradición de los
libros de viaje: “La literatura de viajes, un nuevo género hecho de ropajes
demasiado viejos”.
Pero no sólo se ha escrito sobre la literatura de viajes en general o
sobre los libros de viajes en particular. También ha habido contribuciones a la
difusión de otra faceta de autores ya conocidos por sus celebérrimas obras
literarias en otros géneros, la de grandes creadores de libros de viajes. Así,
Lozano Marco (2000: 69) nos da una visión muy personal de Miguel de Unamuno
como escritor de este género de literatura:
“Miguel de Unamuno, como autor de
libros de viajes, es un escritor crucial y representativo de una época, tal vez
por extremar el elemento subjetivo en su visión de lugares y paisajes. Sus
visiones de España son, por encima de todo, visiones de su propia alma, que
adquiere de ese modo una dimensión física adoptando forma espacial para
evadirse de la pura inmaterialidad”.
Sería
extendernos demasiado continuar con las referencias a conocidísimos literatos
como autores de elaboradas obras del género de la literatura de viajes, por lo
que baste la anterior como dignísimo ejemplo.
Siguiendo con nuestra exposición, no es la literatura de
viajes un género considerado únicamente como literario en sentido estricto, es
decir, un género donde lo narrado es una pura creación artística, sino que se
ha tomado también como fuente de conocimientos diversos. Así, Suárez-Japón
(2002: 133) nos dice:
“La lectura de textos literarios es
una vía posible de conocimiento geográfico. El nuevo papel asignado a lo
subjetivo en
Y no acaba aquí su muy positiva valoración de esta
literatura sino que continúa su exposición acerca de las virtudes de este
género:
“A caballo entre estas dos formas de
conexión entre Geografía y Literatura están las llamadas literaturas de viajes,
donde intenciones descriptivas e impulsos subjetivos se muestran
indisociables….Cierto que se han desprendido en gran parte del valor, casi
romántico, de los históricos, de acercarnos a lugares desconocidos, y que rara
vez pueden adornarse ya con el aura de la aventura más o menos pionera. Pero en
cambio estos textos viajeros contemporáneos nos aportan visiones subjetivas,
perceptivas, de sus autores, de suerte que lo que pudiese mermar en interés
informativo lo ganan como materiales para el análisis de las geografías
subjetivas y de las percepciones espaciales” (pág. 135).
Por todo lo anteriormente expuesto, consideramos que la
literatura de viajes no debe quedar reducida a ser un subgénero o grupo
temático, ya sea de la narrativa o de cualquier otro, sino que debe gozar del
estatus de ser un género literario propio, por su forma, por su contenido, por
su estilo y, por supuesto, por la importancia que ha tenido, tiene y, sin lugar
a dudas, seguirá teniendo en la historia de la literatura.
3.
Bibliografía.
-
Almarcegui Elduayen, Patricia (2004),
“La metamorfosis del viajero a Oriente”, en Revista de Occidente, nº
280,
http://www.ortegaygasset.edu/revistadeoccidente/articulos/(280)Patricia_Almarcegui.pdf
-
Aristóteles (
-
Casasús, José María y Núñez Ladeveze,
Luís (1991), Estilo y géneros
periodísticos, Barcelona, Ariel.
-
Chico Rico, Francisco (2002), “Los
géneros literarios. Una aproximación cognitiva a la luz de los estudios
empíricos de la literatura”, en Revista electrónica de estudios filológicos,
nº 4,
http://www.um.es/tonosdigital/znum4/estudios/Chicorico.htm
-
García Berrio, A. (1993), “El debate
de los géneros como cuestión sintomática de la teoría literaria actual”, en I.
Paraíso (coord.): Retos actuales de la teoría literaria, Valladolid,
Universidad de Valladolid, pág. 31-49, en Chico Rico, Francisco (2002), “Los
géneros literarios. Una aproximación cognitiva a la luz de los estudios
empíricos de la literatura”, en Revista electrónica de estudios filológicos,
nº 4, http://www.um.es/tonosdigital/znum4/estudios/Chicorico.htm
-
Hegel, G.W.F. (1832), De lo bello
y sus formas, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1958.
-
Horacio (
-
Longino (siglo I), Sobre lo
sublime, Madrid, Gredos, 1979.
-
Lozano Marco, Miguel Ángel (2000), Imágenes
del pesimismo. Literatura y arte en España 1898-1930, Alicante,
Publicaciones de
-
Lucena Giraldo, Manuel y Puig-Samper,
Miguel Ángel (2003) “Caminar escribiendo: expansión europea y literatura de
viajes”, en Revista de Occidente, nº 260, pág. 5-6,
http://www.ortegaygasset.edu/revistadeoccidente/articulos/(260)Presentacion.pdf
- Porras Castro, Soledad (2004),
“Hombre, sociedad y cultura popular. Viajeros italianos a España en el siglo
XIX”, en Garoza (Revista de
-
Suárez-Japón, Juan Manuel (2002),
“Geografía y literatura en los escritos de viaje de José Manuel Caballero
Bonald”, en Boletín de
www.ieg.csic.es/age/boletin/34/3410.pdf
|