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Xavier Laborda
(Universidad de Barcelona)
Magalí Benítez
Cibermaneras. Comunicación, cortesía y consejos de convivencia en
Barcelona, Ediciones Gestión 2000 –Planeta DeAgostini–,
2008; 102 pág.
ISBN 978-84-9875-010-2
El libro de Magalí Benítez, Cibermaneras,
es una aportación que enlaza directamente con intereses de la vida cotidiana.
Su subtítulo, Comunicación, cortesía y consejos de convivencia en
La autora es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales. Se ha
especializada en publicidad digital y es formadora en Google
Adwords. Su escritura tiene agilidad, concisión y
claridad. Y está impregnada de un espíritu de tutora, con consejos y máximas
que son buenas guías en la práctica. El propósito es que el internauta
tenga la capacidad de mostrar la atención, el respeto y los sentimientos que
correspondan a las circunstancias de su interacción.
El libro se compone de doce capítulos que destacan por una brevedad y un
ritmo apropiados a los hábitos culturales del cambio de canal y las
multitareas. En los primeros capítulos, Benítez llama la atención sobre la
importancia de cuidar las maneras. La inmediatez, la gratuidad y la facilidad de la comunicación en la red
son un espejismo sobre la bondad de los mensajes y el control de sus efectos.
Subyace en todo ello lo que representa para la formalidad expresiva la
comunicación planificada y el dominio de un registro elaborado. La confusión
con entornos orales y de relación personal es causa de los malos usos y
conflictos que el libro pretende superar.
Como sea que no hay normas para todo y que el usuario ha de desarrollar una
pericia pragmática, la autora repasa las características y pautas de diversos
géneros del cibermundo. El primero y más influyente
de ellos es el correo electrónico. Con una prosa sencilla y desinhibida trata
de las fórmulas expresivas en el saludo y la despedida, del correo no deseado y
las cadenas, de la privacidad y la visibilidad de los destinatarios en un envío
colectivo o de la denominación del asunto del mensaje. Con ejemplos simples
ilustra sobre estos detalles. Así, sobre el asunto de un mensaje que recibió
por primera vez de Laura, y que rezaba así, “el bosque salvaje de la web”, Benítez razona del siguiente modo: “Le fue de un pelo
que su mensaje no fuera eliminado, y todo por ser original y creativa con el
asunto” (p. 33). La conclusión que extrae Benítez es que no conviene ser
original, aunque mejor sería decir a nuestro entender que no es la originalidad
sino precisamente la falta de concreción y de adecuación al acto comunicativo.
Al capítulo del correo electrónico le siguen otros sobre mensajería
instantánea, blogs, los canales de charla, las listas
de correo y las redes sociales como Facebook o Friendster, Destaca en estas secciones las indicaciones
sobre cómo completar el perfil personal o cómo moderar la expresión e
incrementar la aceptación de las opiniones divergentes. Estas recomendaciones
combinan principios para promover la sociabilidad y para ser precavidos en las
intervenciones de la vida pública, con máximas elementales como “participa” o
“da la cara”. En particular prescribe un cuidado especial cuando se usa los
recursos de la empresa, de modo que se sepa separar lo profesional de lo
privado con tonos y direcciones de correo diferentes.
El libro tiene el mérito de ofrecer una panorámica breve y sencilla de los
géneros de internet. La elección de un registro
informal y, en algunos pasajes, coloquial es coherente con un propósito de
libro de guía y autoayuda. Mandamientos como “guárdame un secreto”, “no me
sonrojes” o “escucha antes de hablar”, acompañados de una escueta explicación,
convocan a un lector que no sólo se siente inseguro con el ordenador en
Por ello es de lamentar que no aparezca ni se intuya en el libro un bagaje
que ofrezca pistas y nuevas fuentes a un lector interesado en principios de
la comunicación. Los conceptos de la comunicación planificada y del registro
elaborado o los de la cortesía y la cooperación lingüísticas, por citar algunos
fundamentales, no tienen cabida aquí porque el objetivo es primario. Por ello
nos tomamos la libertad de proponer la consulta de nuestro artículo “Estilo
y cortesía en el correo electrónico” (Tonos Digital, 6, diciembre
de 2003).
La ilustración de la portada tiene un múltiple sentido simbólico. El
chimpancé que con tanta seriedad como incompetencia teclea en un ordenador es
el símbolo de la inseguridad con que nos comunicamos en
El descuido formal que avala la editorial colisiona con el ámbito de la
obra, pero no con el tenor vivaz y condescendiente de Cibermaneras.
Si consideramos que un libro similar sobre cómo utilizar el correo electrónico
fue un éxito de ventas en Estados Unidos hace unos meses, es de suponer que el
presente texto se dirige a una gran audiencia en potencia. Y sus consejos
pueden tener el efecto beneficioso de promover sentido común, respeto, una
escritura más pulcra y responsabilidad en
Como decíamos al inicio de la reseña, el libro de Magalí
Benítez, Cibermaneras, es una aportación que
enlaza con intereses cotidianos. Pero hay más. En su lectura cabe apreciar el
tratamiento de un ámbito que es tan sugerente y productivo para la vida
profesional como para la investigación y la docencia. Como decía el maestro a
un alumno poco aventajado: “Necesita mejorar”… en cibermaneras.
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