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NI MIEMBROS NI 'MIEMBRAS'
El Parlamento Europeo propone un rígido manual de
estilo para acabar de una vez con el uso sexista de la lengua
RICARDO M. DE RITUERTO - Bruselas - 18/03/2009
Bibiana Aído, ministra de Igualdad, hubiese evitado muchas
críticas de haber tenido la suerte de que el Parlamento Europeo hubiese sacado
antes el manual de estilo para acabar de una vez con el lenguaje sexista en
Interpretan los expertos de ese grupo, con criterio
cuestionable, que el lenguaje sexista tiende a implicar que uno de los sexos es
superior al otro. Y así recomienda, en sus orientaciones específicas para el
español, que en vez de usarse la expresión "los andaluces", que
aparentemente excluye a "las andaluzas", se emplee la más ecuménica
de "el pueblo andaluz".
Dicen los especialistas, avalados por el secretario
general del Parlamento, Harald Romer, que "el uso del masculino genérico
puede producir ambigüedades y confusiones que pueden dar lugar a una falta de
visibilidad de las mujeres", de ahí que "los médicos" deba ser
desplazado por perífrasis como "las personas que ejercen la
medicina". Los expertos buscan donde haga falta para evitar la intolerable
palabra "hombre" como referencia al conjunto del género humano y
proponen sustituirlo por expresiones no excluyentes del sexo femenino como
"las personas", "la gente", "los seres humanos" o
"la especie humana". Debe evitarse hablar de "el hombre
medio" en beneficio de "las personas corrientes". Y quien dice
"hombre" dice "niño". Nada de "los derechos del
niño", hay que hablar de "los derechos de la infancia".
Al aludir a profesiones o cargos que hagan referencia a un
sexo o se perciban como excluyentes del otro hay que optar por el
universalismo. "Las azafatas y los pilotos" se convierten en "el
personal de vuelo", del mismo modo que "las mujeres de la
limpieza" derivan en "el personal de la limpieza". En las
fórmulas de tratamiento se elimina la distinción entre "señora"
(entendida como mujer casada) y "señorita", por sexista frente al "señor"
que no atiende a estado civil, y se encarece el uso del término
"señora".
Como cada lengua tiene su historia, tradiciones y
gramática, el grupo de Romer, a veces, riza el rizo. En inglés muchas palabras
terminan con la sílaba man (hombre), en plural men (hombres). En
http://www.elpais.com/articulo/internacional/miembros/miembras/elpepiint/20090318elpepiint_4/Tes
INFORME SOBRE EL LENGUAJE NO SEXISTA EN EL PARLAMENTO EUROPEO
(Aprobado
por la decisión Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad de 13
de febrero de 2008)
¿QUÉ ES
EL LENGUAJE NO SEXISTA?
La finalidad del lenguaje no
sexista o lenguaje neutral en cuanto al género es evitar opciones léxicas que
puedan interpretarse como sesgadas, discriminatorias o degradantes al implicar
que uno de los sexos es superior al otro, ya que en la mayoría de los contextos
el sexo de las personas es, o debe ser, irrelevante.
La utilización de un lenguaje
no sexista es algo más que un asunto de corrección política. El lenguaje
influye poderosamente en las actitudes, el comportamiento y las percepciones.
El Parlamento como institución respalda plenamente el principio de igualdad de
género, y el lenguaje que utiliza debe reflejar este hecho.
Para este fin, es importante
establecer orientaciones que aseguren en la medida de lo posible que el
lenguaje no sexista es la norma, en lugar de ser la excepción, en los
documentos parlamentarios.
Estas orientaciones deben
reflejar dos rasgos particulares del trabajo del Parlamento: en primer lugar,
su medio de trabajo multilingüe y, en segundo lugar, su papel como legislador
europeo.
En el medio multilingüe del
Parlamento Europeo, el principio de neutralidad en cuanto al género no se puede
aplicar de la misma manera en todas las lenguas. Algunas expresiones pueden ser
aceptables en una lengua pero controvertidas en otras (por ejemplo, «derechos
humanos» y «Menschenrechte» frente a «droits de l'homme»). Es esencial que
los autores en el Parlamento Europeo tengan en cuenta estas diferencias
culturales y lingüísticas.
La manera en que el principio
de neutralidad en cuanto al género se refleja en un texto dependerá en gran
medida del tipo y registro del texto de que se trate. Por ejemplo, lo que puede
ser adecuado en un discurso («Señoras y señores») o en la forma de dirigirse a
alguien directamente («Muy señor mío» o «Muy señora mía» en el encabezamiento
de una carta) no se ajusta necesariamente a las limitaciones formales de un
texto legislativo, que debe ser claro, preciso y coherente y no debe prestarse
a soluciones de vanguardia que creen ambigüedad (tales como la alternancia de
las formas masculinas y femeninas para el pronombre genérico o la utilización
únicamente de la forma femenina en algunos documentos y de la masculina en
otros). Los autores deben asegurarse de que la solución elegida es adecuada
para el tipo de texto y para el uso que se le vaya a dar ulteriormente.
CUESTIONES COMUNES A
Aunque los problemas
específicos en cuanto a la forma de evitar el lenguaje sexista varían de una
lengua a otra, varios de los problemas siguientes son comunes a la mayoría de las
lenguas:
(a) Uso genérico del género
masculino
La convención gramatical en la
mayoría de las lenguas europeas es que, para los grupos que combinan ambos
sexos, el género masculino se usa como «inclusivo» o «genérico», mientras que
el femenino es «exclusivo», es decir, que se refiere solamente a las mujeres.
La utilización genérica o neutral del género masculino se percibe cada vez más
como una discriminación contra las mujeres.
Evitar el uso genérico de la
forma masculina no siempre es fácil, especialmente en textos formales. El uso
de «él o ella» resulta poco elegante si se repite y hace que las frases sean
más largas. Este es un problema particular de las lenguas con flexiones, en las
que la utilización de ambas formas del pronombre implica que muchas otras
palabras en la frase tienen que duplicarse para concordar con ambos géneros.
Las formas combinadas («él/ella») se consideran generalmente torpes y difíciles
de pronunciar. La alternancia de las formas masculinas y femeninas es otra
estrategia que a veces se utiliza, pero puede resultar confusa y ambigua y no
se recomienda en un marco formal como el del Parlamento Europeo.
En muchas lenguas, la palabra
«hombre» se utiliza en una amplia serie de expresiones idiomáticas referidas
tanto a mujeres como a hombres. Por ejemplo, hombre de negocios, hombre medio,
hombre de letras, etc. Con un poco de esfuerzo, estas expresiones pueden
hacerse neutrales en cuanto al género. Mediante la combinación de varias
estrategias (véanse las orientaciones específicas), el principio de neutralidad
en cuanto al género debería ser posible y el uso ocasional del género masculino
en contextos más difíciles se podría considerar aceptable.
(b) Nombres de profesiones y
cargos
Del debate público desarrollado
en este ámbito en años recientes es posible identificar dos enfoques
principales pero divergentes para evitar un lenguaje sesgado en cuanto al
género para los términos de profesiones y cargos.
La tendencia actual en
determinadas lenguas europeas (por ejemplo, en inglés y en las lenguas
escandinavas) es reducir el uso de términos específicos en cuanto al género.
En la mayoría de los casos,
esta tendencia neutral en cuanto al género ha llevado a la desaparición de
antiguas formas femeninas, convirtiéndose en unisex las formas masculinas (por
ejemplo, en inglés, «actor» en lugar
de «actress»). Este principio, sin
embargo también ha actuado al revés. En Escandinavia, por ejemplo, los
enfermeros prefieren que se les designe con el término (gramaticalmente)
femenino. De hecho, el término masculino equivalente se refiere a una función
distinta (de menor nivel).
Este enfoque neutral en cuanto
al género contrasta con la tendencia en otras lenguas (por ejemplo, en alemán y
en francés y en algunas lenguas eslavas) a introducir más términos específicos en
cuanto al género. Esta diferencia se explica por el papel estructural
mucho mayor del género gramatical en esas lenguas. Dado que tienen género
masculino y femenino específico, la mayor parte de las ocupaciones son por
tradición gramaticalmente masculinas, con pocas excepciones, típicamente para
trabajos tradicionalmente femeninos como «enfermera» o «comadrona». En estas
lenguas la sensación de discriminación es particularmente fuerte y ha llevado a
la creación de equivalentes femeninos de prácticamente todos los cargos de
género masculino («Kanzlerin» (Cancillera), «Présidente» (Presidenta)).
En el Parlamento, los
términos que designan las categorías profesionales se refieren por
igual a personas de ambos sexos, independientemente del género gramatical del
término de que se trate. Para que el mensaje sea claro incluso en las lenguas
con géneros específicos, los anuncios de vacantes en el Parlamento normalmente
usan la forma genérica tradicional, seguida de la expresión «f/m».
En el medio multilingüe del
Parlamento, se recomienda por razones prácticas evitar las formas dobles en
favor de términos genéricos cuando éstos se refieren al cargo. Los términos
específicos en cuanto al género sólo deben usarse si el sexo de la persona es relevante
para la cuestión de que se trate o —en el caso de «una lengua específica en
cuanto al género»— cuando se refieren a personas individuales («
(c) Nombres, estado civil y
tratamientos
En una serie de lenguas oficiales
(especialmente las introducidas a raíz de la ampliación de 2004), la forma de
los nombres se modifica tradicionalmente de acuerdo con su función gramatical
(flexiones). Esto ha resultado particularmente difícil en el medio multilingüe
de las instituciones europeas donde la norma es no flexionar los nombres.
En algunas lenguas (por
ejemplo, en francés, en alemán y también en español) el tratamiento utilizado
para dirigirse a una mujer mayor, no casada o cuyo estado civil se desconoce,
es el mismo que para una mujer casada («Madame»,
«Frau» o «Señora», respectivamente). En el Parlamento se
evita, en general, hacer referencia al estado civil de la mujer. Habitualmente
el tratamiento se omite y se sustituye por el nombre completo de la persona.
En términos generales, debe
respetarse el deseo de la mujer en cuanto a la manera en que quiere ser tratada
(«Madame le Président» o «Madame
CONCLUSIONES
Lo que sirve para una lengua
puede no servir para otra. Para cada una de las lenguas oficiales debe
encontrarse una terminología adecuada no sexista que sea conforme con las
costumbres nacionales y tenga en cuenta la legislación nacional en la materia,
las orientaciones a nivel nacional y otras fuentes autoritativas.
Al mismo tiempo, sin embargo,
hay que subrayar que se exige a los traductores que traduzcan los textos de una
manera fiel y exacta en su propia lengua. Si un autor intencionalmente usa un
lenguaje específico en cuanto al género, la traducción debe reflejar esta
intención. Esto hace que sea importante que los autores de los textos en y
sobre el Parlamento sean plenamente conscientes de los principios del lenguaje
no sexista.
Los autores también deben ser
conscientes de las grandes diferencias culturales en este ámbito entre las
diferentes lenguas europeas, lo que hace imposible que se pueda armonizar
plenamente su uso en el Parlamento Europeo.
Un lenguaje neutral tiene más
posibilidades de ser aceptado por los usuarios si es natural y discreto. Deben
buscarse alternativas neutrales e inclusivas genuinas en lugar de expresiones
que se presten a controversia.
Anexo
ORIENTACIONES ESPECÍFICAS PARA EL ESPAÑOL
(a) Uso del masculino con valor genérico
El género masculino posee un
doble valor, como específico, referido a los varones, y como genérico, referido
a ambos sexos. La utilización del masculino con valor genérico es mucho más
frecuente en plural que en singular ya que los plurales masculinos de los
nombres apelativos de persona se aplican a hombres y mujeres conjuntamente cualquiera
que sea el número de ellos y de ellas en el grupo.
No obstante, el uso del
masculino genérico puede producir ambigüedades y confusiones que pueden dar
lugar a una falta de visibilidad de las mujeres en el discurso, por lo que
conviene recurrir a técnicas de redacción que permitan hacer referencia a las
personas sin especificar su sexo.
Técnicas de redacción que evitan el sexismo en el lenguaje:
- Utilización de sustantivos genéricos y
colectivos:
Ejemplo:
«el interesado», «los andaluces», «los profesores»
Propuesta de cambio: «la
persona interesada», «el pueblo andaluz», «el profesorado»
- Utilización de perífrasis:
Ejemplo:
«los médicos»
Propuesta:
«las personas que ejercen la medicina»
- Utilización de construcciones metonímicas:
Ejemplo:
«los directores», «el Presidente de
Propuesta:
«la dirección», «
- Utilización del imperativo:
Ejemplo:
«El candidato debe enviar su currículum a la dirección indicada»
Propuesta:
«Envíe su currículum a la dirección indicada»
- Utilización de la forma pasiva:
Ejemplo:
«El solicitante debe presentar el formulario antes del día 15»
Propuesta:
«El formulario debe ser presentado antes del día 15»
(Este recurso debe utilizarse con
precaución en textos jurídicos)
- Utilización de estructuras con «se» (impersonal o
pasiva refleja)
Ejemplo:
«El juez dictará sentencia»
Propuesta:
«Se dictará sentencia judicial»
- Utilización de formas no personales del verbo:
Ejemplo:
«Es necesario que el usuario preste atención»
Propuesta:
«Es necesario prestar atención»
(Este recurso debe utilizarse con
precaución en textos jurídicos)
- Utilización de determinantes sin
marca de género u omisión del determinante en el caso de sustantivos de una
sola terminación:
Ejemplo:
«Todos los miembros del comité recibirán la información por escrito»
Propuesta:
«Cada miembro del comité recibirá la información por escrito»
Desdoblamientos
La utilización de los dos
géneros gramaticales o desdoblamiento («los ciudadanos y las ciudadanas de
Sólo cuando la oposición de
sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia
explícita de ambos géneros: «La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se
ha ido invirtiendo progresivamente», en otros casos es recomendable utilizar
alternativas como las mencionadas más arriba.
Barras
Deben evitarse los dobletes mediante barras como
«el/la usuario/a».
Empleo
del término «hombre» con valor genérico
Para referirnos al conjunto del
género humano conviene evitar el vocablo «hombre», o su plural «hombres» y
sustituirlo por otras expresiones no excluyentes del sexo femenino como «las
personas», «la gente» los «seres humanos», «la humanidad», «el género humano»,
la especie humana». Conviene igualmente utilizar el adjetivo «humano» en lugar
de «del hombre» en expresiones como «el cuerpo humano», «la inteligencia
humana».
Ejemplos de expresiones que deben evitarse y
posibles soluciones preferibles
Ejemplo:
«el hombre medio»
Propuesta:
«las personas corrientes»
Ejemplo:
«hombre de negocios»
Propuesta:
«la gente de negocios, la clase empresarial»
Ejemplo:
«hombre de letras»
Propuesta:
«la gente de letras»
Ejemplo:
«día-hombre»
Propuesta:
«día-persona»
Lo anterior es aplicable al término «niño».
Ejemplo:
«Los derechos del niño»
Propuesta:
«Los derechos de la infancia»
(b) Nombres de profesiones y
cargos de responsabilidad
Hay que distinguir entre el
nombre de la profesión o el cargo y el tratamiento de la persona que lo
desempeña («Se ha cubierto el puesto de director que quedó vacante el mes
pasado: la nueva directora, Ana Fuentes, tomará posesión mañana»).
Para hacer referencia a una
categoría general de personas entre las que pueden encontrarse hombres y
mujeres se utilizará el nombre de la profesión o cargo en masculino genérico,
prefiriendo el plural cuando sea posible. («Los diputados podrán organizarse en
grupos políticos»).
Cuando nos refiramos a una
persona concreta, el nombre del cargo se utilizará en su forma femenina si se
trata de una mujer y en su forma masculina si se trata de un hombre. La
feminización de los términos que designan profesiones y cargos puede hacerse
mediante el morfema de género o mediante el empleo del artículo. («La diputada
socialista Cristina Martínez», «la fiscal encargada del caso»).
Algunas mujeres prefieren
utilizar la forma masculina para designar su cargo o profesión; si la persona a
la que nos dirigimos ha expresado su preferencia por utilizar el tratamiento en
masculino, esta debe respetarse.
Para los nombres de las
categorías profesionales se utiliza la forma masculina genérica («programador
de sistemas», «traductor») como es el caso en los anuncios de vacantes en el
Parlamento Europeo que van seguidos de la mención («f/m») para que no
haya ninguna duda de que el puesto está abierto a candidatos de ambos sexos.
En el caso de nombres de
profesiones o de cargos que hagan referencia a un sexo o se perciban como
excluyentes del otro, se recomienda utilizar términos incluyentes de ambos
sexos:
Ejemplo:
«las azafatas y los pilotos»
Propuesta:
«el personal de vuelo, la tripulación aérea»
Ejemplo:
«las mujeres de la limpieza»
Propuesta:
«el personal de limpieza»
Ejemplo:
«los médicos y las enfermeras»
Propuesta:
«el personal médico, el personal sanitario»
Ejemplo:
«las secretarias»
Propuesta:
«el personal de secretaría»
Formas
masculina y femenina de nombres de cargos habituales en el Parlamento Europeo
- el presidente - la presidenta
- el diputado - la diputada
- el cuestor - la cuestora
- el director - la directora
- el jefe de unidad - la jefa de unidad
- el ponente - la ponente
- el asistente - la asistente
- el ujier - la ujier
(c) Fórmulas de tratamiento
Tradicionalmente se han empleado dos términos
diferentes: «señorita» y «señora» para
dirigirse a una mujer soltera o casada respectivamente. Para el varón, sin
embargo, se ha utilizado «señor» con
independencia de su estado civil.
Para evitar el sexismo debe emplearse el término «señora» para
todas las mujeres independientemente de su edad y estado civil.
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