REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


CUADERNO DE IDA Y VUELTA

(Manuscrito con amor)

Carmen  Agulló  Vives

 

 

Albacete 2009

Edición artesana limitada, no venal

Agradezco la colaboración de Conchita Cuenca Alejandre y

Colette Bezaudun

 

 

Í N D I C E

 

(Textos publicados en P.M.="Piezas de Mosaico", V.P="Vivos en mi Palabra", B.N=“Bendita Navidad”, C.="Crónicas de dos siglos”. A continuación de las siglas va el número de la página. Los que no tienen indicación son inéditos.)

 

 1  Cuaderno de ida y vuelta

 2  Manuscrito con amor

 3  Bodas de Oro 2009

 4  La temible doña Inés

 5  La esposa del Juez de las tres cruces

 6  Gracias, doña María

 7  Doña Julia, entre la ficción y la realidad

 8  La ilustrísima Inspectora

 9  A Ana María Vicent

 10  Soneto a Conchi Cuenca

 -  Piezas de mosaico (poema) (P.M. 13)

 -  Celeste don (P.M. 147)

 11  Albacete, Otoño, 2007

 12  Verano 2007, a Alicia Villar

 -   Villancico 1998 (B.N. 35-36)

 -   Soneto a un pajarito (V.P. 133)

 -   Texto soneto (V.P. 134)

 13  Soneto al Sagrado Corazón de Jesús

 14  Dos décimas a María

 -   Cinco cartas (C. 61-64)

 15  Versos de repente

 16  En la Natividad de María

 17  Oda a la Amistad

 18  Villancico de los amigos

 19  Al fotógrafo artista….

 20  Castillo de Almansa

 -   Interludio poético (C. 131-32)

21  Madrugada

22  Marina

23  Voces

24  Salto del Atlántico y otros

25  Soneto a Abelardo Cuesta

26  Traduciendo a Antero de Quental

27  Bodas de Oro

28  Bodas de Plata Aranda

29  A Sissi y Enrique en Viena

30  Cristo vivo

31  Don José

32  Madre

 -    Octavo aniversario (V.P. 181)

33  Comentario en prosa

34  Sigo con los aniversarios

 -   A Mariano Rodríguez, I.M. (V.P. 210)

35 Mi soneto anónimo

36 Epílogo en 2009

37 Como las olas….

 

1

 

CUADERNO DE IDA Y VUELTA 

 

 

         No es comedia de Jardiel. Más bien está emparentada esta historia con los cuentos de “objetos pequeños” que con tanto amor y agudeza estudió don Mariano, siempre tus padres, Ana, en mi compañía. ¡Cómo le hubiera gustado a ella ver el precioso cuaderno!

         Para describirlo nada mejor que copiar las indicaciones que, en varios idiomas, nos da el editor:

         Las cubiertas de este cuaderno nos proporcionan una mirada fascinante a un tradicional proceso creativo francés de diseño textil. La inspiración de las mismas procede de un sorprendente patrón de los años 1860, en el que figuran elementos del mundo natural, como exuberante y sofisticado follaje y flores, pintadas a mano o impresas a partir de bloques tallados de madera. El patrón maestro se realizaba sobre papel para luego ser pasado a una plantilla para la producción en masa. Con una elegancia atemporal, la silenciosa belleza de este diseño floral nos recuerda el refinamiento de los lujosos salones de mediados del S. XIX.

         ¿Cómo llegó esta exquisitez a mis manos? Jamás tuve diario de tales características, pero….

         Es lo bueno de haber ejercido la más ingrata y gratificante de las profesiones. Siempre aparece un antiguo alumno que te sorprende con el regalo inesperado. A la sensibilidad y buen gusto de Conchi Cuenca lo debo. De Sevilla me lo mandó como regalo de Navidad el año pasado después de un azaroso peregrinaje: llegó a Albacete y fue devuelto por desconocido a su origen. La remitente, que al principio no entendía nada, tuvo que reconocer un fallo personal al escribir la dirección, no imputable al Correo. Y por fin, en segundo viaje, llegó el cuaderno a mis manos, acompañado de un práctico atril de madera.

         Me confesó Conchita, y es nuevo detalle por su parte, que el cuaderno me podía servir para conservar manuscritos algunos de mis artículos, publicados o inéditos; la escritura a mano tiene un valor añadido, indicio de la personalidad del autor, si creemos a los grafólogos. Dios mío, y qué hago yo con esta deteriorada letra, nunca la tuve muy allá pero ahora…. sobre irregular, ilegible. Todo sea por la buena intención de mi querida y excelente alumna, tendremos que comenzar a escribir.

         Ha sido un ejercicio gratificante y muy necesario. El temblor de la mano derecha, unos días más, otros menos, se ha ido domesticando una vez aplicada la terapia con cierta mesura y regularidad. Han ayudado mucho unas líneas marcadas, casi imperceptibles pero suficientes para guiar la letra. Es precioso mi cuaderno.

         Al azar, o no tanto, he ido escogiendo artículos publicados e inéditos, de distintas épocas y temática, con alternancia de prosa y verso como es mi costumbre.

         Manuscritas sus 144 páginas, me veo obligada a digitalizar los textos por caridad hacia los posibles futuros lectores ¿quién desentrañaría sin esfuerzo el contenido de artículos no publicados si yo misma tengo que recurrir a las páginas mecanografiadas en tiempos pasados para leerlos?

         También he redactado un índice indicando las páginas del cuaderno y las del libro correspondiente, en el caso de textos publicados. Todo en orden.[1]

         Y ahora viene la segunda parte, el final sorprendente en el caso de los buenos cuentos, don Mariano dixit.

 

         Querida Conchita, con todo mi amor vuelve el cuaderno a Sevilla, por enésima y última vez. Tuya fue la idea y tú debes conservar el original, ¿enriquecido? con mis garabatos. No encuentro persona que lo estime más, te pertenece.

Me quedo con fotocopia de las cubiertas y algunos artículos; con ello he confeccionado una breve réplica, testigo permanente de la historia.

 

 

En Albacete, para Sevilla, noviembre, 2008

 

P.S. Solo te pido que no cuentes a tus compañeras de promoción esta historia hasta que pase la celebración de vuestros 50 años de fin de carrera, en 2009. Quiero sorprenderlas enviando por Internet algunos artículos que aparecen en el cuaderno. Ya imaginas que me refiero a las semblanzas de las profesoras, mis colegas, y alguno más. Gracias.

 

 

2

 

MANUSCRITO CON AMOR

 

 

Nunca pude tan siquiera sospechar que un cuaderno sin apenas precio iba a cobrar tanto valor en tan poco tiempo; y mucho menos, que iba a ser salvado de su anonimato.

Su historia comenzó una tarde, cuando, después de darle vueltas pensando en un detalle con que felicitar a doña Carmen, opté por dirigirme a “Buró”.

Como su nombre indica, es una tienda pequeñita de objetos bien seleccionados para escritorio. Allí me llamó la atención un atril portátil de madera muy ligero, que sostenía un cuaderno sobrio, casi diría masculino.  Compré sólo el atril, creyendo que no iba a ser difícil encontrar un cuaderno de las mismas dimensiones, pero algo más vistoso. Y me fui a “Maspapeles”, un lugar con los materiales más variados de papelería. En efecto, fue entrar y verlo: de colores vivos, para una persona tan jovial; floreado y con un bonito diseño, para una mujer, y con un cierre de imán bastante original.

Al día siguiente, fui a correos; lo introduje en el sobre acolchado, y allí mismo me puse a escribir la dirección ilusionada... Lo envío. Espero una semana...; diez días... Me empieza a resultar raro seguir sin noticias. Cuando llamo por teléfono a doña Carmen, me dice que no ha recibido nada. Extrañada, le ruego se informe en Correos, después de darle los datos del resguardo. El paquete había llegado a  Albacete a los dos días, pero lo devolvieron, casi de inmediato, al no encontrar al destinatario. Voy a Correos a reclamarlo y aún debo esperar a que lo traigan a mi domicilio. Cuando, por fin, llega a mis manos, no puedo creer lo que están viendo mis propios ojos: he omitido el número de la calle. Bien dice el refrán:”con las glorias se van las memorias”. Así que de nuevo reenvío el paquete, y esta vez sí que llega, puntualmente, a su destinataria. Y hasta aquí, la primera parte.

Lo que sucedió meses más tarde, jamás lo habría imaginado. Recibo primero una llamada de doña Carmen para confirmar mi dirección. Me confiesa que piensa enviarme una sorpresa. Se lo agradezco y me quedo bastante intrigada. Días después llega a mis manos un sobre-paquete. Lo abro pensando en un nuevo libro y, como por arte de magia, mi cuaderno está otra vez de vuelta. Os podéis figurar mi desconcierto...”¿Por qué me lo devuelve?”. “¿Qué significa esto?”. Lo abro y me quedo pasmada: viene MANUSCRITO de la primera a la última página, fechado y rubricado, con unos textos incluso inéditos y otros ya publicados. No hay palabras para expresar el embargo de emociones...”¿No ha sido bastante con regalarnos sus libros...? ¿Con despertar mi vocación por la Lengua y Literatura? ¡Qué derroche de tiempo y generosidad!”

 Pienso que este cuaderno es como el broche de oro de sus publicaciones, por ser manuscrito. Aunque es cierto que también lo elegí pensando en que podría servirle para hacer su propia antología, jamás pasó por mi imaginación que mi casa iba a ser el lugar de su destino. Y aquí está y estará este cuaderno, como paño en oro, del que me siento, más que propietaria, depositaria; porque así lo ha querido su verdadera dueña: en depósito y a vuestra disposición este “CUADERNO DE IDA Y VUELTA”, como ella lo ha bautizado.

 

 

  Conchita Cuenca Alejandre

Sevilla, Diciembre, 2008

 

 

         Ha cumplido Conchita con mi encargo y nada contó a sus compañeras de este proyecto que está tomando cuerpo ya en 2009. Pese a la insistencia de las organizadoras de esa celebración cincuentenaria en que acuda a Córdoba y las acompañe, me mantengo en el propósito de no hacerlo.

         Irá mi palabra a Córdoba por correo como antaño lo hacía yo en trenes de muy diversa índole y comodidad. Siempre en mi recuerdo el Sevillano-Catalán aquel con asientos de pura madera en la clase inferior, y los acolchados viejísimos de primera clase. Cierto es que he sobrevivido y viajado en AVE en tiempos recientes.

         Ahora ni ese lujo me permito, que los huesos están, como “los muros de la patria mía”, “de la carrera de la edad cansados”. Y sigo con Quevedo, “retirada en la paz de estos desiertos, / con pocos pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos”.

         Si no por muerta, denme por ausente, / mis queridas alumnas cordobesas, / y cuando ya mi cuerpo sea pavesas / estaré con mis versos aún presente.

         Esto no es de Quevedo que lo acabo de componer. Y cambio de tercio, ritmo y rima, para alegrar la fiesta.

 

 

3

 

BODAS DE ORO 2009

 

 

En el año dos mil nueve

unas mozas cordobesas

con juvenil entusiasmo

Bodas de Oro celebran.

Pero no de matrimonio,

que también las hay solteras,

 viudas, casadas, alguna

tal vez separada sea…

y en esto no he de meterme,

cada palo con su vela…

 

A las bodas me refiero

que hicieron con la docencia,

muy ilusionadas todas

al terminar la Carrera

y salir de la Normal

para no volver a ella.

Al menos en calidad

de estudiantes a la fuerza.

De todas fui profesora

en una lejana época,

luego me vine a La Mancha

y nada supe de ellas

hasta que, ya jubilada,

regresé por esas tierras.

Varios años he ido a Córdoba

al llegar la primavera

y fiel he sido a la cita

hasta que, en reciente fecha,

decidí no viajar

pues ya pesan la maletas

(y pesan más todavía

los años, la verdad sea).

Cuando yo me determino

a hacer algo, no hay quien pueda

conseguir que no lo haga,

es que en esto soy muy terca.

Así que, queridas mías,

confórmense con las letras

que mando con todo amor

y suplirán mi presencia.

De hecho, escribir mi oficio

es, además de maestra

de Lengua y Literatura,

ustedes bien lo recuerdan.

Yo soy yo y mi circunstancia

como muy bien dijo Ortega,

si lo vuelvo por pasiva

diré que yo soy mi lengua

y por ella estoy presente

sin que mi persona vean.

Con todo amor, como digo,

para que todas lo lean,

mando unas cuantas semblanzas

de personas que os afectan

y algo tuvieron que ver

con la vida allá en la Escuela

Normal, la de San Felipe.

Espero que se sorprendan

pues, aunque yo era muy joven

y había gran diferencia

de edad con las retratadas,

allá en los años ochenta

escribí lo que ahora mando

recordando cómo eran

después de veinte pasados

sin que yo volviera a verlas.

Con humor y con amor,

el que aún siento por ellas,

les envío los retratos

y espero que las comprendan

y miren a nueva luz,

nacida de la experiencia.

Felices Bodas de Oro,

mis queridas cordobesas.

 

 

Albacete, Enero, 2009.

 

 

         Siguen unos artículos en prosa dedicados a las profesoras que conmigo compartieron los años de docencia en la Normal de Córdoba. Quiero con ello rendirles homenaje e invitaros a que, con la madurez, las veáis a nueva luz. Y, como complemento, mi particular visión de una Inspectora que, a buen seguro, algunas de vosotras tuvisteis que soportar. Finaliza esta breve antología con el recuerdo a una entrañable amiga, todas la habréis conocido, con quien compartí hospedaje en la Residencia de Los Dolores.

 

 

4

 

LA TEMIBLE DOÑA INÉS

 

 

         Fiel a la cita con los Tribunales de Oposiciones, casi todos los años era nombrada Presidenta de alguno. Y fiel también su hígado, a la hora de comenzar los pesadísimos ejercicios orales, hacía acto de presencia con el cólico correspondiente y doña Inés presentaba su certificado médico y abandonaba el Tribunal. Era proverbial en Córdoba que doña Inés iniciaba todas las Oposiciones y no terminaba ninguna.

         La mejor presentación que puedo hacer de la que fue mi Directora en la Escuela Normal cordobesa es como una enferma crónica de hígado. Con ello se explica todo lo que sigue. Yo comprendí muy bien a doña Inés y sentí de veras su muerte a pocos meses de haberse jubilado, ella que tanto suspiraba por la jubilación y por no tener que andar con tantos permisos por enferma.

         En su juventud debió ser muy guapa. Una madrileña morenísima, con ojazos brillantes, apagados por el tiempo y la bilis. Llegó a Córdoba con doña Julia y doña Jesusa y, como esta última, casó con un cordobés propietario de una casa antigua en la típica calle de las Cabezas, muy cerca del lugar en el que, según la tradición, recordada en placa con texto de Menéndez Pidal, fueron expuestas las cabezas de los Infantes de Lara. Impresiona el lugar y la calle. También la casa de doña Inés. Cuando la visité por primera vez en su domicilio sentí un escalofrío inolvidable. Jamás una casa habitada me ha producido tal sensación al penetrar en ella. Todo allí se mostraba viejo y abandonado. El patio, tan fresco, contrastaba con los patios conocidos por mí, cuidados con esmero. Frente a las plantas verdes y frondosas de otros, en este solo se veían viejos macetones con plantas casi marchitas, necesitadas de savia nueva. El pilón de la fuente central sin agua, la escalera lóbrega, los baldosines, desconchados en parte, recordando un rojo que fue. En la sala, muebles enfundados con lienzos crudos y una extraña lámpara en el techo. Una cortina de colores desvaídos dividía la sala en dos partes y prestaba al lugar un especial misterio.

¿Qué habría tras aquella cortina? Me preguntaba antes de que saliera la señora de la casa. Por cierto, primero tuve que saludar al esposo, casi anciano, jubilado de la Administración, con mirada algo inexpresiva y bobalicona. También salió la hija, María Dolores, corpulenta, con larga melena rubia, ojos azules, mirada extraviada, indumentaria algo estrambótica, con lazos por todas partes, un verdadero tipo de película de “suspense”. ¿Era posible que doña Inés, toda vigor y energía, habitara con tales ruinas humanas? Tal vez allí residiera el secreto de su atrabiliario humor y el origen de sus trastornos hepáticos.

         Fuera ya de la casa, no era difícil encontrarse, en plena calle Gondomar o en la Plaza de las Tendillas, con la otra cara de la moneda familiar de esta excepcional mujer. Me refiero a la otra hija, casada con un médico, ella farmacéutica, matrimonio no muy bien avenido según las malas lenguas… Morena y guapa como su madre, moderna y hasta algo atrevida en el vestir, tenía esta mujer la extraña manía de pintarse en cara y brazos lunares negros, negrísimos, como su pelo brillante y sedoso. La gente la contemplaba con curiosidad cada día y también con el deseo de contar el número exacto de lunares pintados. Si tenemos en cuenta que esto ocurría en Córdoba antes de 1960 y de que los movimientos juveniles liberadores introdujeran las modas de pinturas extrañas en cuerpo y rostro, habrá que reconocer en la hija de doña Inés una verdadera precursora.

         En la Escuela, aparte el ambiente familiar, doña Inés era simplemente la temible y siempre temida. Su carácter áspero intimidaba a las alumnas. Sus clases de Pedagogía eran borrascosas, los exámenes, tormentos. En cuanto a los profesores se decía de alguno que había pedido el traslado por incompatibilidad con la Directora. Los subalternos temblaban si el brasero no estaba a punto a la llegada de doña Inés.

         Conservo dos regalos suyos: unos pañuelitos y un abanico de dudoso gusto pero que hace un aire muy fresco y que se lo regalé a mi madre para andar por casa. Sé que doña Inés me hizo estos regalos con verdadero cariño. Nos entendíamos bien ella y yo. Mi traslado a Albacete la hizo llorar…

 

15-6-1982

 

5

 

LA ESPOSA DEL JUEZ DE LAS TRES CRUCES

 (Albacete, 10, 11, 1981)

 

 

         Tres, eran tres, las dignísimas profesoras, procedentes de la famosa y extinguida Escuela Superior del Magisterio, que me recibieron en Córdoba cuando estrené Cátedra.

         Mucho oí hablar de los enfrentamientos que se producían en las Normales entre “antiguos” y “modernos”, procedentes de la Escuela Superior o  de la Universidad. Y no lo acababa de entender. ¡Con lo bien que nos entendíamos doña Inés, doña Julia y doña Jesusa -menudo triunvirato- y yo! De las dos primeras pienso escribir otro día, ambas navegaron ya con Caronte, porque hoy quiero recordar a aquella gallega -no sé si vive cuando escribo- que me dejó deslumbrada en cuanto hablé con ella. ¡Qué facundia! ¡Qué mundología! ¡Cuánto había viajado! ¡Qué actividad la suya!

         Era la Profesora de Labores y esto es decir que era el terror de la Normal en aquellos tiempos, por sus exigencias de primor, limpieza, espíritu artístico… a mí me encantaba entrar en su clase a curiosear. Tenía una profesora Adjunta, doña Antonia, cordobesa pintoresca, obsesionada por leer y releer el escalafón para averiguar las edades de aquellas profesoras que procuraban ocultarla. Mi primer encuentro con esta doña Antonia fue de lo más embarazoso pues me confundió con una alumna y comenzó a regañarme porque intentaba pasar a la Secretaría, donde había dejado mi cartera. Después se disculpó con mucha gracia y terminó echándole las culpas a doña Inés, la Directora, que no había convocado un Claustro de urgencia para presentarme en condiciones. No era para tanto la cosa…

         Doña Jesusa era una mujer esbelta, fuerte y femenina al tiempo, con andares dinámicos, siempre de tacón, y con un rostro ajado por el tiempo, que no debió ser muy hermoso. En él destacaban unos ojillos menudos pero vivaces y una boca algo grande, de mandíbulas prominentes que me la hacen recordar, cuando reía, como una persona toda dientes. Sin embargo su risa era argentina y su voz muy agradable. Un leve acento gallego, pese a los muchos años que estaba ausente de su tierra, era nota característica y relevante en aquel medio de acento andaluz. Estaba volcada en el trabajo y amaba la Escuela. Se encargaba, desde tiempo inmemorial, de organizar viajes de estudios a todos los puntos de España. Tenía una debilidad: las Islas Baleares. Allí tuve ocasión de viajar como profesora acompañante de segunda clase, a las órdenes de la experta doña Jesusa. Nos llevó a un Hotel de lujo, muy cerca del Castillo de Bellver. Desde allí se dominaba toda la Bahía de Palma, que era un gozo. Nos hicieron precio especial en atención a que doña Jesusa era cliente de honor pues cuando se inauguró el Hotel estuvo allí con sus huestes de turno….

         Don Francisco, su esposo, juez de primera instancia, era un tipo diametralmente opuesto. Terrateniente por aquellos pagos, aficionado a la caza y a su terruño, y que no le hablaran de viajes ni de aventuras…Aventuras las que la gallega me contaba, referidas a su juventud y llegada a Córdoba. Estuvo cierto tiempo hospedada en una casa, cuya dueña no lograba entender cómo aquella señorita se había trasladado desde la otra punta de España, sola hasta Córdoba ¡y para trabajar fuera de casa! La patrona encargaba a una sirvienta que acompañara a “la señorita Jesusa” a la Escuela Normal, tanto a la entrada como a la salida de sus clases. La sirvienta era algo menuda de estatura, de ahí que recibiera el apelativo de “apéndice”, inventado al efecto por un hermano del pintor Romero de Torres, a la sazón pretendiente enamorado de la profesora. ¡Con qué nostalgia me hablaba de Romero de Torres, muerto ya! El joven acudía con frecuencia para acompañarla a la salida de su trabajo y, naturalmente, la presencia del “apéndice” no resultaba grata, ni romántica ni nada. Pero ¡qué se hubiera dicho de la señorita Jesusa allá por el año veintitantos en Córdoba si se la hubiera visto transitar a solas por aquellas callejas embrujadas con el donjuanesco Romero de Torres!

         De todo esto y otras cosas hablábamos en Palma cuando, por cierto suceso, comprendí a nueva luz la vida de mi colega.

         Visitando la Catedral, barco gótico anclado en la Bahía, la experta directora de la excursión invitó a las muchachas a que orasen ante determinada imagen en un altar lateral porque, según la tradición, de aquellas oraciones siempre nacía un nuevo noviazgo. Y no era San Antonio. A mí me musitó al oído: Carmen, mucho te quiero y lamentaré que nos dejes cuando lo hagas, pero, si has de pedir un novio, pide que aparezca cuando ya te hayas ido de Córdoba. No te cases jamás con un cordobés porque ya sabes lo que dice el refrán: “Al andaluz, hazle la cruz, y si es cordobés, hazle tres”.

         Sin comentarios…

 

6

 

GRACIAS, DOÑA MARÍA 

22-9-83

 

 

         ¿En qué lugar de la tierra o del cielo se encontrará doña María?

         He aquí que ahora, cuando me encuentro ante el nuevo curso, no sé cómo aparece en el recuerdo la imagen de esta bendita mujer. Tendré que dedicarle unas líneas.

         Siempre vestida de negro, pelo gris  recogido muy tirante sobre la nuca, pañuelo de seda negro al cuello, bolso negro, medias y zapatos negros, menuda y escuálida, ligera al andar (pesan poco las carnes), nadie diría al verla por la calle Gondomar que aquel clásico ejemplar de beata de pueblo iba a dar clase de Matemáticas a la Escuela del Magisterio. Más bien que salía de un convento para entrar en otro. Después supe que sus clases de Matemáticas hacían honor a la imagen de la profesora, más preocupada por la salvación de las almas de las alumnas que por la ciencia de Pitágoras. Ignacia se desesperaba con ella, siempre dispuesta a justificar la ignorancia científica de quienes aparentaban modestia y piedad…”Pobresitas, ¡si no les hará falta la matemática para salvarse!” “- Pero, ¿no comprende que yo sí necesito las Matemáticas para salvarme porque tengo la responsabilidad de la Cátedra y de mi ética profesional he de responder ante Dios?”

         Y doña María, veterana profesora adjunta, no comprendía a la joven Ignacia que semanalmente viajaba de Sevilla a Córdoba para explicar Matemáticas y solo Matemáticas a las lindas cordobesas aspirantes a Maestras.

         ¿Qué llevaba en su bolso doña María? No penséis en tablas de logaritmos, ni siquiera de multiplicar. Imagino aquel bolso lleno de escapularios, velitas, rosarios, estampas de santos y alguna que otra imagen en miniatura. Tal vez llevara un pequeño cuaderno con tapas negras de hule -como el de las listas negras de don Andrés Sobejano, humanista culto si los hubo, en nada comparable a la profesora cordobesa, se me atropellan los recuerdos murcianos de otro tiempo-, digo que doña María en este cuaderno imaginario anotaría horarios de Misas, Novenas y Tríduos a los que acudir….

         Sí, doña María era la encarnación de un tipo sobradamente vilipendiado para que yo ahora me ensañe con ella. No. Mi simpatía hacia tan extravagante profesora es inevitable. Le estoy agradecida además. No soy capaz de imitarla, por supuesto. Pero si ella no hubiera tenido el Evangelio siempre en los labios, “opportune et importune”, no me quedaría aún latiendo en el hondón del alma un estremecimiento que jamás olvidaré.

         Eran los días de mi despedida de Córdoba. Cualquier muestra de afecto por parte de quienes me saludaban me emocionaba mucho ¿por qué se me había metido Córdoba tan adentro? Y sigue hoy latiendo la llama. María Lucía, con las cartas tan ingenuas que me escribe, evidente muestra de su condición de parvulista, contribuye no poco a actualizar mis vivencias cordobesas.

         Doña María irrumpe en la oficina haciendo sus acostumbradas recomendaciones y advertencias a todo el mundo. Confieso que siempre tuve cierta reserva al tratar con ella, temerosa de escandalizarla con alguna palabra mía. De repente, se me acerca y casi me dispara la siguiente hiperbólica despedida: “Ahora que se marcha, esté cierta de que de usted se dirá en Córdoba lo que de Jesucristo: pasó haciendo el bien.”

         Me diréis que viniendo de tal sujeto esas palabras pierden su propia eficacia. Por eso la he retratado hasta con cierta crueldad. Pero también es cierto -este es el poder de la palabra- que no he podido olvidar la emoción de aquel segundo. En pie estaba junto a un fichero y tuve que apoyarme para no caer. La luz se filtraba oblicua por la ventana de mi despacho que quedaba a la derecha.

-          Pero qué cosas dice usted, doña María, ¡vaya barbaridad!

 

Escribí las precedentes líneas el pasado día 15, mientras se examinaban unos alumnos. Era por la mañana. Por la tarde me sorprendía a mí misma “de convento en convento”…Tuve que ir a las Carmelitas Descalzas a darles el pésame por dos Hermanas que han muerto este verano y después al Sanatorio de Santa Cristina para felicitar y acompañar en la Misa a las Hermanas que celebraban la fiesta de la Virgen de los Dolores, su patrona. Ellas pertenecen a un Instituto Secular, las Obreras de la Cruz, fundado por un sacerdote valenciano. Está visto, no se puede hablar…

 

 

7

 

DOÑA JULIA, ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD 

20, octubre, 2008

 

         Difícil es recuperar el personaje, pasados cincuenta años. Buscando en los papeles inéditos de la década de los ochenta compruebo que quedó pendiente el prometido artículo a doña Julia, la tercera de las profesoras que me recibieron en Córdoba.

         Era la de menor estatura pero de gran corazón. En la vida privada creo que había sido -y lo seguía siendo- muy feliz aunque tuvo que compartir sufrimiento con su esposo por los avatares de la guerra del 36.

         Oriunda de la montaña santanderina no sé si llegó casada o soltera a Andalucía, sí que su marido no era cordobés sino forastero llegado, como ella, a la Escuela Normal para explicar Matemáticas. Doña Julia se dedicaba a  las Ciencias Naturales. Tuvieron una hija única que casó con un cordobés, comerciante, de buen pasar, propietario de una prestigiosa tienda de Tejidos en la calle Nueva. De su numerosa familia conocí a una niña de unos diez años que su abuela llevó a la excursión que hicimos a Medina Azahara el 28 de febrero de 1959. Contemplo ahora una curiosa foto. En primer plano la niña con pelo recogido en dos trenzas, cabeza ladeada, camisa con cuello y lazo blancos que destacan sobre un jersey oscuro -foto en blanco y negro-, le parece a doña Julia. Rodeada por seis alumnas de Magisterio entre las que reconozco a la  Castillejo con una boina muy coqueta, a Mª Rosa Boncompte y a una morenita de la que solo recuerdo que era de Fuenteovejuna ¿cómo se llamaría?, se hospedaba con las Monjas de la calle Gondomar. Al fondo, en pie, doña Inés, doña Jesusa y un hueco en el que debía estar yo y recorté la imagen al verme poco favorecida, presumida que era entonces.

         En 1939 el esposo de doña Julia, por motivos políticos, fue separado del servicio activo y lo debieron pasar mal económicamente. Supo rehacer su situación laboral fundando una Academia de preparación de Oposiciones. Las Ciencias siempre han necesitado ayuda. Doña Julia, generosa, aun la prestó a Emilia, parienta pobre montañesa que consiguió plaza de subalterna en la Normal. Todos vivían en la misma casa y las alumnas llamaban a Emilia “la chivata” porque sospechaban que contaba a las profesoras todo lo que veía del comportamiento de las jóvenes en los pasillos, fuera de las aulas. Era la centinela de la casa siempre sentada en lugares estratégicos, el banco junto a la puerta de entrada su preferido.

         Doña Julia era de trato afable, hablaba despacio, pensando las palabras para no ofender.

         Había sido la Secretaria durante muchos años y me aproveché de sus sabios consejos en cuanto me cayó encima la Secretaría, tras tomar posesión de la Cátedra. Estaba vacante el cargo por traslado a Galicia de Manolo Albendea ¡qué sorpresa encontrarlo en Córdoba! Este chico había estudiado en Murcia conmigo.

         La letra de doña Julia era inglesa, muy cursada y personal, de una perfección insultante. Cuando pienso en las Actas redactadas por mí en el mismo libro en el que ella lo había hecho en páginas anteriores todavía me sonrojo.

         Creo que la retrato con una anécdota. El año en que se jubiló, como gesto de benevolencia, había decidido aprobar a todas las alumnas oficiales. Acudió a Secretaría para entregarme Actas y papeletas casi a punto de llorar. ¿Qué le sucede, doña Julia?” -Hija mía, qué contratiempo. He tenido que suspender a una alumna, Amalia Gálvez, porque la sorprendí copiando en el examen final, eso no se puede tolerar, la justicia, en este caso, está por encima de la benevolencia. Pero vaya disgusto que traigo.” Hace bien pocos años en uno de mis encuentros cordobeses con antiguas alumnas pude recordar la anécdota con Amalia. Me dijo que se lo  había contado a sus hijos, buena pedagogía.

         Como doña Inés, poco disfrutó la jubilación. Todavía estaba yo en Córdoba y su muerte repentina acaeció en época de exámenes, en junio o septiembre. Era un día de exámenes con alumnos de enseñanza libre, a media tarde llegó la noticia. Nos reunimos doña Inés, doña Jesusa y yo en un aula donde estaba actuando el Tribunal de Pedagogía. Pensábamos qué hacer, si cerrar media puerta de entrada en señal de luto, si publicar un anuncio retrasando 24 horas los exámenes previamente convocados -había que acudir al entierro al siguiente día-… De repente una chica muy desparpajada se nos acerca preguntando “-¿Van ustedes a continuar examinando o no? porque pierdo el coche de mi pueblo”. Doña Inés, que estaba realmente conmovida por la noticia, le contestó rápida: -Paciencia, hija, que más ha perdido doña Julia que acaba de perder la vida. No era tan temible doña Inés.

 

8

 

LA ILUSTRÍSIMA INSPECTORA 

 

 

         Algo insólito me esperaba cuando era requerida al despacho de la Directora. Doña Inés nunca entraba en su despacho que más bien era un pequeño Museo dentro de la Escuela. Ella despachaba los asuntos en la Secretaría. Me sobresalté porque incluso había tenido que interrumpir un examen oral por la urgencia de la llamada. Corría el mes de septiembre de 1961, con el pie en el estribo para dejar Córdoba y enfrentarme con la incógnita de Albacete. Eran días en los que me encontraba con el ánimo algo alterado y sentimental. Las despedidas, la inminencia de la marcha, la nostalgia del embrujo de Andalucía, y no es literatura barata eso del embrujo. Cierro los ojos y veo aquel cielo limpísimo de un azul hermoso y transparente, el brillo de los guijarros en el empedrado de las calles, la cal de un blanco hiriente y oloroso, huele la cal en Córdoba, como las flores, el juego de sol y sombra al circular por las calles recoletas, las cancelas, los patios, los maceteros, los cobres relucientes, el agua y la albahaca, el soneto de Góngora, en fin, ¡oh excelso muro… Por cierto, que no hace muchos viajes encontré en la estación de Elche a una señora, paisana mía y residente en Córdoba desde hace veinte años, que me estuvo hablando de los “estragos” que la democracia ha causado en la ya proverbial limpieza cordobesa. Poco queda, por lo visto, de la imagen que ahora estoy recordando. Lástima. Menos mal que nadie podrá quitarnos el “embellecido” sentir, con perdón de Garcilaso…

         No hagamos esperar más a doña Inés. -¿Me llamaba?”-Sí. Quiero presentarte a doña fulana de tal, Inspectora de Enseñanza Primaria, que, según me dice, desea hablar contigo.”

         Las señoras estaban sentadas en el sofá, yo lo hice en una silla. Estaba expectante ante aquella señora de mirada altiva y escrutadora. Por fin rompió a hablar precipitada e incongruentemente -yo no entendía nada- exaltando como en canto épico su origen ilustre que se remontaba nada menos que a los tiempos medievales y al “Paso honroso” de Suero de Quiñones. Porque usted sabrá quién fue Suero de Quiñones, el defensor del Passo Honroso - y arrastraba las eses -, cerca del puente de Órbigo en León. Ya ve que mi apellido, Flores de Quiñones, está vinculado por origen y descendencia en línea directa al del noble y valeroso caballero, y una ofensa inferida al mismo es para mí cuestión grave de honor, bla,bla,bla…

         “- Señora, todo lo que dice me parece respetable pero no entiendo por qué y para qué me lo cuenta….”

         En aquel momento tomó tierra en el siglo XX la señora y me dijo, no en verso heroico sino en prosa vulgar, que su hija se había examinado conmigo unos días antes, aprobó solo con un cinco, ignoraba yo entonces su ilustre prosapia, y había llegado a casa atribulada porque “la profesora se había permitido unos comentarios sobre sus apellidos.” La madre, naturalmente venía a poner los puntos sobre las íes y a dejar inmaculado de nuevo su apellido.

         ¡Ah…acabáramos! Recordé. La señorita en cuestión tenía un nombre de pila compuesto de dos o tres, más el Flores de Quiñones precedido del apellido paterno, todo un conjunto que, en la lista que me dieron, ocupaba el espacio dedicado a nombre, apellidos, calificación y observaciones. Me permití, al tenerla delante, un inocente comentario sobre el hecho de que no me quedaba espacio para anotar la calificación en la línea correspondiente. Nunca lo hiciera. Desde aquel día ya se puede presentar ante mí gente con los más largos y extraños nombres. Punto en boca. No vayan a aparecer descendientes del Cid o Moctezuma.

         Para tranquilidad propia, despedida la visita, doña Inés me contó cómo aquella señora había estado separada temporalmente del servicio activo a causa de su enfermedad….”mental”, que promovía escándalos tremendos en las Escuelas cuando iba de visita, que había agredido con arma blanca en cierta ocasión a otra Inspectora -menos mal que salí ilesa de la entrevista-, que gracias a un hermano, Notario y muy influyente en las “altas esferas” -claro, el apellido- no había perdido la carrera y que así estaban las cosas.

         Y yo sin saber hasta última hora que, durante tres años, todas las mañanas -y las tardes- en mi desplazamiento hacia la Escuela pasaba por la puerta de los descendientes del defensor del Passo Honroso. De haber sabido entonces todo lo investigado por Martín de Riquer sobre los caballeros catalanes que acudieron al Passo, ya se lo hubiera contado a la señora a ver si se le bajaban un poco los humos.

 

Albacete 2-2-1982

 

 

9

 

A ANA MARÍA VICENT

 

 

         Recibí por mi santo en 1995 una carta de Ana María Vicent con fotocopia de un artículo suyo publicado en una Revista cordobesa en el que me citaba dos veces. Se lo agradecí con el siguiente romance INÉDITO.

 

A Ana María Vicent, amiga verdadera hallada en Córdoba

 

 

Hoy no puedo suscribir

verso de García Lorca

(aunque inevitablemente

lo actualiza la memoria)

entre el misterio y la queja:

Córdoba, lejana y sola.

No puedo sentirte lejos

a ti, siempre amada Córdoba,

que la distancia se mide

desde el alma y es muy corta

pues no se cuentan las leguas

ni el tiempo el afecto borra.

Tres años de juventud

(que me supieron a gloria)

pasé en la ciudad natal

de Mena, Rivas y Góngora ;

allí la Literatura

es disciplina muy propia

aunque no puede olvidarse

la Arqueología y la Historia

que por los cuatro costados

la recuerdan y pregonan.

¿Recuerdas, Ana María,

las disputas amistosas

sobre el valor de lo escrito

o la piedra, portadora

de mensajes sin palabras

de culturas muy remotas?

Valga este romance-carta

para agradecer gozosa

ese escrito en que recuerdas

tu desposorio con Córdoba

(al llegar a la ciudad

te ganó como a una novia

y le diste el SÍ rotundo

que se pronuncia en las bodas);

yo fui obediente a mi padre

y dejé, no sin congoja,

la tierra de los Califas

para andar en otra próxima

a nuestro común Levante…

y no me fue mal la cosa

que, a lomos de Rocinante,

esta quijotesa loca

sentó plaza en Albacete

(que es decir la Mancha toda)

por devoción a Cervantes

y a su inigualable obra.

De aquí a la Plaza del Potro

(en cervantina memoria)

os envío mis saludos,

vivas cordobesas sombras:

plazuela de Capuchinos

(tengo un retrato en mi alcoba),

Residencia en que habitamos

con ancianos y las monjas,

las Tendillas, Gondomar,

San Miguel, calle de Góngora,

Círculo de la Amistad,

Paseo de la Victoria,

San Nicolás y la Escuela

donde he sido profesora

a sus espaldas, los patios,

las callejas tortuosas,

la mole de la Mezquita,

el río, la sierra toda

de Arruzafa a las Ermitas…

(desde allí el cielo se toca).

Imposible en un romance

aludir a toda Córdoba…

La quijotesca misión

doy por terminada ahora,

que por haberlo intentado

mereceré alguna gloria.

Abrazos, Ana María,

y hasta que escriba la próxima.

 

Viamar (Elche) a 1 de agosto de 1995

 

 

Firmado: Carmen Agulló Vives

vives.auristela@gmail.com

Calderón de la Barca, 5, 5º,I, 02002 ALBACETE

Teléfonos: 967224987 y 696460380 

 

 

 

ADVERTENCIA

 

 

He alterado el orden de los textos con respecto al manuscrito para presentar en primer término los seleccionados con motivo de las Bodas de Oro de las alumnas cordobesas.

         Podemos considerar lo hasta aquí transcrito como la Primera Parte del cuaderno.

         La Segunda seguirá el orden del manuscrito con las inevitables ausencias de lo contenido en la Parte Primera. Y también de los artículos publicados en anteriores libros de los que se da referencia en el índice. El curioso lector, con el índice a la vista, puede consultar el libro correspondiente y releer el texto citado. Pretendo con esto, y siempre dando la última palabra al susodicho lector, que la lectura del presente cuaderno sea también un activo “viaje de ida y vuelta” a través de toda mi obra publicada, exigua, es verdad, pero es lo que hay y no estoy dispuesta a emprender nueva aventura editorial tal como anda la economía. Si funciona el nuevo sistema, tal vez este sea el primer cuaderno de una serie que vaya recogiendo digitalizada la inmensa colección de artículos inéditos que conservo.

         Una última advertencia. No van manuscritos en el cuaderno el primer artículo, Cuaderno de ida y vuelta, el siguiente, obra de Conchita Cuenca, Manuscrito con amor y el romance Bodas de Oro 2009, con su correspondiente prefacio en prosa.

Dicho lo cual es hora de comenzar la Segunda Parte de la transcripción que constará de algo más de veinte textos, estos sí, inéditos y manuscritos para deleite de Conchita Cuenca Alejandre, la inmediata responsable del invento. Ah, olvidaba añadir que el (pen)último artículo, Epílogo en 2009, por razones evidentes, tampoco figura manuscrito en el cuaderno; de su redacción hago responsable en primera instancia a mi querida amiga y colega Colette Bezaudun. Ella ha contribuido, junto con Conchita, a que tanto la portada como la contraportada, fermosa cobertura de la letra, tengan un aire francés muy elegante.  

 

 

 

10

 

 

A CONCHI CUENCA, EN SEVILLA

 

 

Para ti, Conchi, Ignacia Concepción

Cuenca Alejandre, por aquellos días

-medio siglo ha pasado- en que acudías

con diligencia, atenta a  la lección.

 

Supe más tarde -por tu confesión-

que no perder mis clases preferías

y, al salir de las Prácticas, corrías

rápida a la Normal desde Colón.

 

Me pasmó la noticia, me anonada:

no sé quién a quién debe agradecer,

si yo a ti, por tu noble proceder,

 

o tú a mí, por la entrega apasionada

a aquello que no fue tan solo oficio

sino más bien un alto beneficio.

 

Albacete, 13 de mayo, 2008

 

Piezas de mosaico.  Vid. P.M. página 13

Celeste don. Vid. P.M. página 147

 

 

11

 

 

ALBACETE, OTOÑO, 2007

 

 

                   Queridos todos, cercanos y distantes:

         Escribo en la melancólica estación puente entre verano e invierno para anticiparme, es ya costumbre, a felicitar la Navidad con el correspondiente villancico.

         Este año incluyo al dorso los versos que nacieron al leer la carta de Alicia que me llegó por Internet. La conmovedora visión de los incendios, tan de primera mano, me hizo sentirme casi culpable de la felicidad que me rodeaba. El canto al mar, al aire, contrasta con la devastadora acción del fuego sobre la tierra. Así es la vida.

         Tal dualidad se refleja también en el Villancico del diablo prisionero, excelentemente ilustrado por don Pedro López Onega, fiel colaborador de ¿cuántos años?....

         Verano, otoño, invierno… Llegará la Navidad y, mientras unos cantarán con los ángeles, otros se sentirán prisioneros de no sé qué, como el simpático diablillo. Ardo en deseos de conseguir para él la libertad. Es mi reciente criatura…. y de don Pedro.

Os desea todo lo mejor

Carmen Agulló Vives

 

 

 

12

 

 

VERANO, 2007, EN SANTA POLA[2]

 

3,9,07. A Alicia Villar en Atenas

 

Quiero abrazarte, mar, y no te abarco,

tu masa móvil se me escapa esquiva

y acaricia mi cuello, suavemente,

cuando en tu lecho sueño cara al cielo.

Brazos y piernas, remos de mi nave,

dejan estela de la espuma efímera,

penetra la cabeza en tus abismos

en busca de coral inexistente.

Vuelve al aire y al sol

aún solo tibio en la mañana nueva:

es la hora del baño convenida,

antes que invadan hongos tu ribera,

las toallas, los niños y los cuerpos yacentes.

Mi cita es con el mar, no con la arena.

Ser anfibio me siento en su regazo,

son el aire y el agua mi elemento.

Agradezco al Altísimo el regalo

de este mi mar, amor, antiguo mar,

el Mare Nostrum en el que me pierdo.

He de volver, el gozo se hace lágrimas:

arde la tierra en el Peloponeso.

 

 

Villancico 1998   Vid. B.N. páginas 35-36

 

Soneto a un pajarito  Vid. V.P. página 133

 

Texto soneto  Vid. V.P. página 134

 

 

13

 

 

EN LA SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

30, mayo, 2008, 7 tarde, Albacete

 

 

Te quiero, Amor, mi Cristo del Calvario,

el mismo que ascendió, Cuerpo Glorioso,

y se quedó, prodigio misterioso,

oculto en el silencio del Sagrario.

 

Ofrecen sacerdotes, a diario,

al Padre Eterno Todopoderoso

-y en abundancia Misericordioso-

a Jesús, permanente Intermediario.

 

¡Oh Santa Trinidad!, gracias sean dadas

por la feliz Encarnación del Verbo

en las puras entrañas de María.

 

Duras de la Pasión son las jornadas:

de la Cruz a la Luz, es Rey y Siervo.

¡Qué bien sabía Dios lo que se hacía!

 

         Breve autocrítica. Acabo de componer el soneto precedente en un contexto singular. La Liturgia de este mes de mayo ha sido rica en Solemnidades. El domingo, 4, la Ascensión del Señor, el domingo, 11, Pentecostés, el siguiente, 18, la Santísima Trinidad, y el último, 25, Cuerpo y Sangre de Cristo. Hoy, 30, El Sagrado Corazón de Jesús, y mañana, 31, la Visitación de la Virgen María.

         Los dos primeros endecasílabos los escribí, unos días antes de la Ascensión después de haber contemplado un Cristo, a quien saludo cada día al levantarme y acostarme. Ahí quedaron los versos a la espera de los doce siguientes. Esta tarde llegaron atropellados, como con prisa de aparecer antes de que finalizara el mes de María. Carecen de bellas metáforas, de imágenes brillantes, son pura doctrina cristiana, casi diría, el Catecismo en endecasílabos. Pero han brotado del corazón y quieren expresar una idea recurrente en mí. El Evangelio hay que tomarlo en su totalidad. Pienso en los versos tan celebrados de Antonio Machado y popularizados por un cantante. También divulgados por Internet en un video que me ha llegado por varios caminos, léase mis contactos internáuticos. Lo de “no quiero cantar al Jesús del madero sino al que anduvo en el mar”. Pues no, mi querido don Antonio. Un cristiano no puede vivir sin amar la Cruz. Salvo que usted no se haya sentido cristiano, sino otra cosa. Dios le habrá juzgado con Misericordia porque también escribió aquello de que era “en el buen sentido de la palabra, bueno”.

         Permítame que renuncie a la gloria de ser gran poeta a cambio de escribir sonetos como el precedente.

         Por cierto que he hurtado a Juan Ramón Jiménez una ideílla. El “de la Cruz a la Luz” procede de unos versos inéditos hasta su muerte y publicados en el tríptico recordatorio que editó su familia y que tanto he aprovechado.

         Observará el lector que se alude a todas las Solemnidades del mes. No ha cabido la referencia explícita a Pentecostés pero ya dijo Dámaso que “catorce endecasílabos son ciento cincuenta y cuatro sílabas y no hay bromas posibles con las matemáticas”.

         Sin embargo me parece acertada la alusión indirecta a la Fiesta de mañana. María visita a su prima Isabel poco después de haber recibido ella la del Arcángel.

         Y sí, estoy contenta con el verso final. Me parece un buen cierre. Cuántas veces habré explicado en clase que un buen soneto se reconoce por su verso final. Este debe ser rotundo, sintético, de fácil memorización. Y se acumulan los ejemplos clásicos:

….. Polvo serán, mas polvo enamorado,

….tu llano y sierra, ¡oh, patria!,¡oh flor de España!....

…y en la indefensa carne el tiempo sueña….

…de la ciudad de Dios al gran modelo…

…esto es amor: quien lo probó lo sabe…

…solo el dolor común nos santifica…

…mudo ciprés en el fervor de Silos….

 

         Y ya está bien por hoy,/ que tengo que cenar y retirarme pronto/ según costumbre inveterada./ Amenazaba silva, según veo,/ dejaremos la tecla hasta mañana.

 

 

14

 

 

DOS DÉCIMAS A MARÍA

Albacete 31, mayo, 2008

 

A María Teresa Torrecilla

 

 

 

                   Si el soneto de ayer nació condicionado por el contexto, las décimas de hoy han sido escritas gracias a la conversación telefónica mantenida con María Teresa hace bien poco tiempo.

 

                   Hablaba yo de la inminente Fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel y ella observó, atinadamente, que este año, en el mismo día 31 de mayo, coincidían tres fiestas marianas: la ya nombrada de la Visitación, la del Inmaculado Corazón de María y la habitual dedicación de los sábados a Nuestra Señora. ¿Qué se hizo de aquellas celebraciones sabatinas con sus tradicionales cantos? Tengo dos referencias distintas, ambas muy queridas: la de Elche en la Basílica de Santa María, Maruja Quesada, la enfermera, ella solita con su débil voz de tiple cantando desde el balcón del órgano Bendita sea, etc. y el pueblo respondiendo De la Santísima Virgen María. Más tarde en la Universidad, un grupo de estudiantes, chicos y chicas, acudíamos a la iglesia de San Pedro los sábados por la tarde a cantar la sabatina. Siempre que paso junto a ese templo, camino obligado desde el Puente de los Peligros hacia la casa de Carmen Bautista, lo tengo que recordar.

                   Cuántas ciudades en mi vida para la evocación.

                   Pero vayamos a las décimas, escritas en la madrugada del 30 al 31 de mayo, eran las dos aproximadamente. No me hubiera dormido sin atender la visita de la musa juguetona. Décima o espinela, ABBAACCDDC.

 

 

 

A María en la Fiesta de la Visitación

 

Hoy es fiesta singular:

María a Isabel visita;

acudamos a la cita

con ellas ante el Altar.

Con gozo hay que celebrar

este encuentro emocionado,

que ya Juan ha despertado

en el seno de Isabel

y saluda al Emmanuel

con su salto alborozado.

 

Mas no queda aquí la cosa,

que hoy es sábado también

y hay que dar el parabién

a María, Reina hermosa

del sábado, con la rosa

de nuestra fiel devoción.

Cantemos una canción

al Corazón de María

ofreciendo en este día

a María el corazón.

 

 

 

Cinco cartas  Vid. C. páginas 61-64

 

 

15

 

 

VERSOS  DE  REPENTE     

(3, 9, 08)

 

         He regresado de Santa Pola y acabo de hablar por teléfono con Fuensanta Martínez Alonso, compañera de la Facultad. Ella celebra su Santo al estilo de Murcia, el domingo siguiente al día 8, Fiesta de la Natividad de Nuestra Señora. Este año será el día 14, que por cierto va a coincidir con la Fiesta de la Exaltación de la Cruz. Tengo una amiga Exaltina a quien he de felicitar también. Pero los versos son para Fuensanta. La antigüedad es un grado y nos conocemos hace más de medio siglo. En cambio a la callosina (de Callosa de Segura) la conozco del veraneo, hará cinco o seis años solamente. Pese a ello, la tengo por buena amiga, no quiero desmerecerla. Querida Fuensanta, allá van los versos:

 

1.    Por ser día de tu santo

te mando un ramo de flores

bellas, por mí cultivadas

y vivas en mi balcón.

Van desde Albacete a Níjar

para unir los corazones

que tantas veces latieron

en Murcia y alrededores

ofreciendo a la Fuensanta

mil cánticos y oraciones.

2.    A las flores acompaña

la foto de San Miguel

que hará buena compañía

a las de San Rafael

que imagino presidiendo

en esa casa, pues él

da nombre a la Residencia

como sabemos muy bien.

De Arcángeles protectores

no tendrás queja, mujer.

3.    Aquí termina el romance

por este año, Dios quiera

que pueda felicitarte

más veces desde esta tierra.

 

 

16

 

EN LA FIESTA DE LA NATIVIDAD DE MARÍA  

(8, 9, 08)

 

 

Madruga el villancico como siempre,

con los calores del verano;

en la Bahía de mi Santa Pola

las olas de la mar están de parto.

El suave viento hace brotar los versos

cual peces saltarines al reclamo

de la luz cegadora que desprende

este brillante sol mediterráneo.

 

¿Acaso, Santa Virgen, no eras madre

en el verano aquél?

En tu seno ya el Hijo del Altísimo

participaba de tu misma carne.

¡Cuánta pregunta en esos nueve meses

que precedieron al alumbramiento!

 

Virgen de la Esperanza, la nacida

cuando el verano casi se despide:

es tiempo de la siembra y la vendimia,

del pan que ha de venir y el vino joven.

 

Predestinada, Madre, a los misterios,

te honrarán en septiembre muchos pueblos.

 

Yo te saludo con el villancico

y con otro poema, que ya suelo

componerlos a pares. Solo pido

que Tú misma los vayas repartiendo.

Versos que llegan de tan santa mano

nadie podrá decir que no son buenos.

 

 

17

 

ODA A LA AMISTAD

 

 

No escribiré palabras metafóricas

ni vocablos solemnes en abstracto:

abnegación, entrega, sacrificio,

desinterés, fidelidad constante,

disponibilidad, amor auténtico,

olvido en los agravios,

en la tribulación amparo firme,

en soledad presencia silenciosa….

Todo esto, y mucho más, indicio cierto

de amistad verdadera ha de llamarse.

 

Mas yo quiero decir, sencillamente,

que tengo amigos, que me siento amiga,

de personas con nombre y apellidos,

a quienes hoy envío mi saludo

y espero una respuesta.

Y si ella no llegara, poco importa,

que es Navidad y todo se disculpa….

(En secreto diré que todo el año

para mí es Navidad, os lo aseguro)

 

Amigos los cercanos, los de lejos,

los de anteayer y los de ayer mañana:

una mirada, un gesto, dos saludos

anudan amistad, qué gran asombro.

María, Pascualita, Nati, Alicia,

Antonio, Pedro, Pepe, Santiago,

(no son consortes de las susodichas,

Métrica los unió por accidente)

Elena Tacoronte, cómo suenan

tu nombre y apellido, tan eufónicos,

Maria Dolores, Maria Luisa, Pili,

Ana, Alejandro, Eva, Marisén,

aquí los Pacos, vivos y difuntos,

con mi padre del grupo a la cabeza,

Maria Teresa, Jose, Margarita,

Asunción, Angelita, Luís, Fernando…

Nombres del Viejo Testamento tienen

Maria Esther, Ruth, Jonás, Daniel y Sara,

amigos verdaderos y apreciados,

Maria Lucía, Rafi, Carlos, Rosa,

Dionisia, Almerinda, Constantina,

Manuela, Manolita y los Manolos,

Virtudes, -y de Cármenes un ramo-.

Juani, Cristina, Odila, Maria Gracia,

Clara María, Antonia, Josefina,

Doña Marga Zielinski bien merece

aparte ser citada, hay mil razones,

Verónica, Colette, Álvaro, Akiko,

mi japonesa amiga mexicana.

Más de cincuenta nombres van escritos

¡ y este es el verso número cincuenta!

Cifra mágica, el año dos mil ocho

Bodas de Oro celebré con Cátedra.

 

Conviene concluir, y faltan nombres,

tal vez los que debieran, por derecho,

encabezar la lista: Queden vivos

en la memoria oculta de mi alma,

cerca, muy cerca de mi corazón.

 

Defino la amistad muy brevemente:

Amigo es el que sabe decir tú.

 

 

 

18

 

 

N A V I D A D   2 0 0 8

 

VILLANCICO DE LOS AMIGOS

 

Al Niño Divino

que nació en Belén

he de agasajar

y no sé con qué.

 

No tengo zambomba,

perdí pandereta,

ni siquiera tengo

unas castañuelas.

Tampoco dispongo

de ningún cordero,

ni leche de cabra

o miel de romero.

Y no soy un ángel

que pueda cantar

el Gloria in excelsis

y en la Tierra paz.

 

 

Ojalá tuviera

granja con gallinas;

yo le haría un caldo

a Santa María.

Mas caigo en la cuenta

de que el feliz parto

de María Virgen

fue hace dos mil años.

 

Hoy otros presentes

espera Jesús.

Voy adivinando…

¿lo imaginas tú?

Tú, querido amigo,

que recibirás

mis clásicos versos

esta Navidad.

Por los  invisibles

átomos del aire

irá a mil destinos

rimado mensaje.

Algunos papeles

han de circular

por el aún vigente

correo postal.

Impaciente espero

cientos de respuestas:

con ellas al Niño

he de hacer la ofrenda.

 

Jesús de María,

Niño-Dios amado,

estas son las cartas

que al pesebre traigo.

Toda mi riqueza

en ellas  está:

¡cómo me responden

en la Navidad!

 

Al Niño divino

que nació en Belén

con gozo agasajo

pues ya sé con qué.

 

Carmen  Agulló Vives, vives.auristela@gmail.com

Calderón de la Barca, 5, 5º I  02002 Albacete

Teléfonos. 967224987 y 696460380

 

 

19

 

 

AL FOTOGRAFO ARTISTA…

 

         Vuelvo atrás en el tiempo. Recupero en este cuaderno textos inéditos que mi buen sentido crítico no consideró publicables. Tienen valor sentimental y biográfico. Un folio amarillento me brinda dos poemas. El primero fechado en Elche el 8-3-1981 y dice:

 

Al fotógrafo artista que aceptó el trabajo, poco creativo, de ampliar un retrato, en postal amarillenta, solo por la sonrisa.

 

 

¿Qué vio don Jaime Belda en la sonrisa

de aquella hermosa joven

en añeja postal encarcelada?

No fue el vestido blanco

ni el rizado cabello

(despeñado en cascada desde el lazo

a la frágil cintura),

no la anchurosa frente

(indicio de talento)

ni su perfil sereno.

No las manos unidas

(en súplica tal vez o coqueteo)

ni su mirar ardiente.

La sonrisa movió al hábil artista

(relámpago del alma)

a aceptar el encargo impertinente.

Gracias, maestro de la negra caja:

tu hermosa ampliación me ha permitido

contemplar a mi madre en su retrato

eternamente joven.

 

 

         No podía imaginar, cuando escribí los versos, que veinte años después serviría la fotografía para ilustrar la portada de mi libro VIVOS EN MI PALABRA, y que antes, en 1998, la contemplaron quienes recibieron el tríptico recordatorio dedicado a mi madre en su muerte el 21-XI-1998.

 

 

20

 

         Y sigue en el mismo folio un soneto dedicado al Castillo de Almansa y escrito en el tren el mismo día, 8-3-81 (estaba de vena) y, según consta, como “salida” de la situación incómoda que me planteaba la revista pornográfica que iba leyendo el soldado, vecino de asiento. La evasión hacia el paisaje (gracias que mi asiento era el de la ventanilla) me deparó la hermosa vista plasmada en soneto.

 

 

(¡Oh tardes de La Mancha!)

 

  CASTILLO DE ALMANSA

 

 

Copa de piedra de gigante pino

te me apareces entre la maleza.

No sé si eres castillo, fortaleza

o invitación a un alto en el camino.

 

Entre lomas azules imagino

destaca de la piedra la belleza,

blanca nube en el cielo despereza,

al Greco por los grises adivino.

 

Entre almendros en flor, olivo verde,

tierras de pan llevar sedientas de agua,

tu silueta gallarda se me pierde.

 

Raudo camina el tren, la tarde lenta.

¡Corazón de mi España, dura fragua

donde germina el pan que el sol calienta.

 

(8-3-81)

 

 

Interludio poético  Vid. C. páginas 131-132

 

 

 

         Si fui capaz de publicar versos prematuros, apenas en 1980 escribí los primeros poemillas, muchos quedaron inéditos porque me parecían francamente malos o mediocres. Ejercicio de humildad es trasladar algunas muestras al elegante cuaderno que tengo entre manos. Siguen con indicación de títulos y fechas.

 

 

21

 

MADRUGADA 

 

(30, abril, 1980)

 

Madrugada.

La hora de la palabra.

Llueve sobre el vidrio,

y la palabra….

¿Qué ríos remotos

buscan mis palabras?

¿Qué nubes, qué fuentes,

el agua?

A contracorriente

quieren mis palabras

encontrar su fuente

remota, la lluvia

sus nubes, la forma

mis ansias.

Llueve sobre el vidrio

y la palabra.

 

 

22

 

 

MARINA

 

(26-5-80)

 

 

Mar, verde mar, azul mar,

movimiento de las olas,

barco a lo lejos, galera

de tiempo y tierras remotas.

Pescador de caña y cebo,

paciencia de muchas horas;

y si no pican los peces

el pensamiento reposa.

Entre la orilla y la piedra

asoman dos gaviotas

disputando el alimento

que emerge de entre las rocas.

Hombre, barco, pez y aves

se funden en una sola

marina de sueño y agua

que del corazón me brota.

 

 

23

 

 

VOCES

 

 (11-6-80)

 

Fantasmas, llamadas,

inquietantes voces:

la voz de la prisa

(continuo redoble

del tambor del tiempo

no se sabe dónde…),

la voz de la calma

(¿hacia dónde corres?),

la voz de la luna

entre bastidores…

El grito de un niño,

inmensos clamores

de gente que sufre,

gritos, grandes voces…

Y un tierno susurro

Que, del horizonte

de la luz, me llega

diciendo mi nombre.

 

 

 

         En vísperas de mi viaje a México escribí tres poemas dedicados a esa aventura que aparecieron en la Revista BARCAROLA de Albacete recién fundada.

 

         Ya en América fui escribiendo sobre la marcha versos bastante malos. Pienso que si este viaje lo hubiera realizado en el siglo XXI, otra cosa sería. Es evidente que, de 1980 a la fecha, el ejercicio métrico ha ganado en soltura. Pero voy a copiar unas muestras, prueba de que se puede mejorar con la práctica. Don Mariano así me lo dijo en una ocasión citando a Goethe y Azorín.

 

 

24

 

SALTO DEL ATLÁNTICO

 

(México 27-7-80)

 

 

Por los caminos del aire

cruzan fantasmas de hierro

y la luna los saluda

y se pasea con ellos.

 

Dime, luna ¿cuánta gente

ha pasado junto a ti?

¿has visto a mi pensamiento

entre las nubes salir?

 

¿Te vistes todas las noches

con tu cinturón de estrellas

para esperar a los monstruos

que cruzan como saetas?

 

Habrás sido confidente

de las angustias pasadas

por miles de viajeros

en una noche muy larga.

 

En el cruce del Atlántico

en busca del sol poniente

¡qué larga noche se vive,

símbolo de lenta muerte!

 

El comandante del barco

aéreo sigue la ruta

que descubriera Colón

pero por vía de altura.

 

El que sigue este camino

largo, por primera vez,

debería recordar

al osado genovés

 

que encontró la flor de América

flotando alegre en las aguas

como un inmenso borrón

en su equivocado mapa.

 

 

 

Español mejicano

 

 (Recordando a Dámaso)

(Méjico, 29-7-80)

 

 

 

Habla que se hace canción

en boca de mejicanos

oh, lengua nuestra común

que nos convierte en hermanos.

 

¡Cómo gusta platicar

con esta gente sencilla

que le da un acento nuevo

a la lengua de Castilla!

 

¡Cómo no, señor, mi reina,

ahorita le estoy llevando

bolillos, continental,

para que vayan tomando!

 

Reina, nos vemos al rato,

qué bueno, ya mejoró,

nosotros decimos “este”…

“este…”, repítamelo.

 

“¿Cómo es España?” me dijo

el estudiante taxista.

En su tono adiviné

respeto por la conquista.

 

El ascensor que se atora

en el hotel nos divierte:

entrar y salir con vida

en él es cosa de suerte.

 

“Suba su vidrio por mi hijo”

no puede ser octosílabo:

esta entonación requiere

pronunciarlo eneasílabo.

 

Y de nueve paso a doce

para poder recoger

la pregunta que, en Reforma,

un indio me vino a hacer:

¿No me da su hora, por favor, cielito?

 

Cuando un mejicano habla por teléfono

en primer lugar siempre dice: ¡Bueno!

Ahorita termino esta relación

que continuará en otra ocasión.

 

 

(Siguen siendo malos de solemnidad

los versos que copio ¡qué barbaridad!

 

Nota escrita hoy, 8,9,2008)

 

 

 

 

Teléfono ultramarino

 

(8-8-80)

 

 

Y quedaron tus palabras,

madre, flotando en el aire

de la noche mejicana.

Este valle de Oaxaca

ha sido testigo mudo

de mi charla emocionada.

Para platicar contigo,

madre, estuve todo el día

con el corazón en vilo.

Ya nunca podré olvidarte

tierra sureña de México,

que me has traído a mi madre

por los hilos del teléfono.

 

Arcángeles mejicanos

trasladaron desde España

esa voz que tanto amo.

Vuela, pensamiento mío,

cruza mares y montañas

hasta mi pueblo querido.

Ladran perros a lo lejos,

oigo música liviana,

todo me resulta ajeno

con el recuerdo de España.

 

         (8,9,2008. ¡Qué pobre la palabra para tan hermosa emoción! VALE)

 

 

25

 

 

SONETO A ABELARDO CUESTA

 

 

         Este soneto tiene su historia. Después de haberle entregado el original a su destinatario, sin saber por medio de quién -todavía hoy lo ignoro- apareció publicado en el diario LA VERDAD. Por alguna parte andará el recorte de prensa o fotocopia. Esto provocó una alarmada carta mía a don Mariano, preocupada por si la difusión pública del soneto me desacreditaba como profesora de Literatura. El maestro, benévolo, me dijo que ello no iba “en desdoro de la cátedra” sino que era un “adecuado complemento”. Indirectamente, Abelardo Cuesta es responsable de lo mucho escrito y publicado después.

 

 Fue escrito el 26 de noviembre de 1980 y dedicado

 

A Abelardo Cuesta Jiménez, con motivo de su jubilación como catedrático de Dibujo en la Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B. de Albacete

 

Entre pinceles lienzos y colores,

pizarras de cristal, lápiz y tizas,

con hábil mano pintas y deslizas

la pluma dura que germina en flores.

 

Escogiste entre todos los amores

amar el arte con que te eternizas,

igual que el caballero que en la lizas

más duras vence a sus competidores.

 

Te marchas, Abelardo, de la Escuela

y yo te felicito por tu suerte:

has apresado el pájaro que vuela,

 

has sido creador en el trabajo

con óleos, ceras y con aguafuerte.

Dichosa vocación que aquí te trajo.

 

 

26

 

TRADUCIENDO A ANTERO DE QUENTAL

 

(22-1-81)

 

A D. Dictinio del Castillo que me hizo memorizar a Antero en portugués

 

 

Donde la mar se estrella en roca dura,

rugidora y monótona, y los vientos

extienden en la arena sus lamentos

halle mi corazón la sepultura.

 

El sol lo vuelva como un ascua pura

en el seco verano, en días lentos,

y en el invierno soplos violentos

agítenlo como fruta madura. 

 

Hasta que se deshaga y, ya tornado

en impalpable polvo, sea llevado

entre los torbellinos, al azar.

 

Y con sus luchas, su cansado anhelo,

su loco amor disuélvase en el hielo

de ese infecundo, de ese inmenso mar.

 

 

27

 

 

Bodas de Oro

(24-2-81)

 

 

Pronto celebraré bodas doradas

con la vida, constante compañera

de mi ser-en-el-mundo. No quisiera

que fueran con tristeza celebradas.

Tampoco espero alegres mascaradas

con fingidos amigos, verdadera

plaga de nuestro tiempo. Mi alma espera

tan solo revivir horas pasadas.

 

Ir y venir con Lope, sola, a solas,

agradecer a Dios toda esta vida,

volver al mar, caricia de las olas.

Amar al mundo sin contrapartida,

escuchar el rumor del rompeolas

y esperar, muy serena, la partida.

 

         Escrito entre las 8 y las 9 de la mañana, ajena por completo a los acontecimientos externos, cuando toda España, por lo que he sabido después, estaba pendiente de la radio. Anoche cerré el televisor cuando prometieron sucesivos avances informativos. Esta mañana muy temprano he orado mucho por España y por el mundo entero, y por estos militares cuyo fracaso presentía. No les viene mal un susto a los diputados. Que mediten más y vociferen menos.

Acabo de transcribir fielmente el texto del 24-2-81. Merece un comentario 27 años después. Profeta fui al predecir el fracaso militar de aquel 23-F. Pero no hubiera imaginado entonces que el ejército español caminara con tal velocidad al desguace. Porque no me negará el lector que hace más de 20 años alguien imaginara una Ministra de Defensa como la que actualmente forma parte del Gobierno. Escribo el 12 de septiembre de 2008. Espero que si alguien lee esta página pasados unos años, ni memoria quede de tal señora. Quizá el 23-F fue el comienzo de un declive imparable. ¡Qué bien hice aquella noche acostándome tranquila! Nadie podrá quitarme el sueño de que disfruté.

 

 

28

 

 

A LUISA Y EUSEBIO, EN SUS BODAS DE PLATA

 

 

Aquella voluntad honesta y pura

que cantara en un verso Garcilaso,

adecuado comienzo en este caso,

en que mi pluma celebrar procura

 

lejana boda cuya ilusión dura

conservada feliz. Y no es el paso

del tiempo el que os conduce hacia un ocaso

sino a la plenitud áurea y madura.

 

Bodas de Plata hoy, que anuncian oro,

voluntad mantenida con firmeza,

comprensión, armonía y lealtad.

 

Familia en paz. Inmenso y gran tesoro

que puede coronar vuestra cabeza

con el maduro fruto de la edad.

 

Albacete, 18-5-81

 

 

         No pudo cumplirse mi deseo de que estos buenos amigos pasaran de la Plata al Oro.

         Tan excelente persona era Eusebio que a Dios le dio la prisa por llevarlo a su lado. Una vez más, el cáncer. Siempre recordaré la visita que le hice en el Hospital de Valencia, en vísperas de su muerte. Casi presencié el tránsito de un justo.

         Y Luisa sobrevive, debilitada su salud pero fuerte su ánimo.

 

Hoy, 12-9-2008

 

 

29

 

 

A Sissi y Enrique, en Viena

 

Sissi, Isabel, Elisabeth, Belisa,

Austria y España en ellos hermanadas,

nombres que evocan reinas muy amadas,

o damas que cautivan con sonrisa

 

esquiva a los poetas. Ya divisa

el tierno Garcilaso las jornadas

por la hermosa Isabel tan enlutadas,

la que la muerte arrebató con prisa.

 

De Portugal otra Isabel nos vino

a compartir con el gran César Carlos

vida y amor en único destino.

 

Tu nombre, Sissi, viene a recordarlos:

de nuevo Austria y España se han unido

con Isabel y Enrique, su marido.

Albacete, 11, junio, 1981

 

Sigue en Albacete, septiembre, 2008

 

         Conocí a esta simpática pareja en el viaje a México, 1980, Congreso de AEPE. A ellos me refería en la introducción a mis “Apuntes para una novela”[3] cuando escribí:

         A orillas del Danubio azul marino (anochecía ya) le contaba a Sissi la vienesa, la esposa de Enrique, algunos de los datos que me propongo recoger en estos “apuntes” y ella, sin sospechar que era cosa decidida de antemano, me sugirió que escribiera una novela partiendo de tales datos que, pese a ser reales, no lo parecían. Sissi trajo a colación a una doña Victoria, patrona suya en Madrid, de características similares a las de mi señora doña Encarnación (¿se llamaba Encarnación, Visitación, Presentación o Adoración?), a la que visitaba cuando venía a España y cuyos relatos, siempre los mismos, soportaba con cierta crispación resignada el pobre Enrique. Si alguna vez se atrevía a preguntar si era imprescindible visitar a doña Victoria, Sissi lo dejaba fuera de duda. A doña Victoria había que visitarla porque ella necesitaba contar a alguien por enésima vez aquello de que Sissi era una santa porque le había traído de Viena aquel mantelito precioso por su cumpleaños cuando su sobrina ni se había acordado de felicitarla. La eterna canción de la soledad…

 

         Como en México había tanto congresista no tuve mucho contacto con ellos. Fue en 1981 cuando asistí a un Coloquio de AEPE en Austria, era primavera, llegué a Viena, vía Barcelona, un día de la Ascensión. Precisamente se había elegido esa fecha, con los tres días siguientes, para el Coloquio porque en bastantes países de Europa el jueves era festivo. No en España donde se anticipaba la corriente laicista tan en boga hoy. No olvidaré el contraste entre la mañana española y la tarde vienesa, incluida una Misa de Primeras Comuniones en la Catedral. Sabido es como se canta en Austria. Un gozo. Sissi, como socia de AEPE y anfitriona, estuvo muy atenta con todos los asistentes. Me recordó de México y tuvo la gentileza de invitarme una tarde-noche a cenar en un sitio muy agradable y estratégico, donde se podía contemplar el río con la clásica noria al fondo y los ecos de la película “El tercer hombre”.

         Entonces supe que Enrique se había negado a aprender alemán porque su esposa dominaba el español -era profesora de esta lengua en su país- y vivía feliz con tan excelente intérprete. No tenían hijos pero parecía un matrimonio muy feliz. Los recuerdo con verdadero placer. Al encontrar el soneto, de cuya existencia me había olvidado, he considerado oportuno entregarlo a la custodia de Platero y también del cuaderno elegante que me ha regalado Conchi. No va muy allá el soneto, es de 1981, pero tiene ciertos toques histórico-literarios que le dan prestancia. Quien no se consuela es porque no quiere. ¿Qué será de la vida de Sissi y Enrique? Ojalá sigan siendo tan felices como los imaginé. A ella la recuerdo de mediana estatura, un tipo muy fino, rubia, sonriente, con una voz muy dulce, sencilla y elegante en el vestir, en Viena cuando vamos a la Ópera vestimos muy bien….Enrique era un tipo muy español, moreno, con bigote, el pelo algo alborotado, creo que llevaba gafas pero no lo puedo asegurar. Era hombre de negocios y asistía como consorte a los Congresos de AEPE, según su esposa, para vigilarla, no fuera a tener algún romance con un colega, profesor de español en la China o Inglaterra… Muy español.

 

 

30

 

 

CRISTO  VIVO 

(17-09-2008)

 

         Esa arma de doble filo que es la televisión -angélica y diabólica-, me ha proporcionado este verano dos ocasiones para bendecirla y he de dejar constancia por escrito.

         La primera ha sido en julio con motivo del viaje a Sydney del Santo Padre, Jornada Mundial de la Juventud. A tiempo instalé el aparato supletorio en la televisión para poder conectar a TDT, que aunque tiene nombre de insecticida, es la sigla de Televisión Digital Terrestre.

         Como no podía grabar en video desde el canal de Popular Televisión (el único en España que trasmitió íntegra la Jornada), tuve la peregrina idea de hacer fotos con el teléfono móvil ante el televisor sin demasiada esperanza de poder convertir en imagen fija la película.

         Y resultó el invento. Más de cien fotos quedaron almacenadas en la cámara del móvil y de algunas he sacado yo misma copia en papel manejando una máquina automática en la tienda de revelado. Un placer contemplar y mostrar una foto del Papa hecha por mí en Santa Pola cuando él andaba por Australia. Tales imágenes serán buena ayuda para reconstruir las vivencias de julio.

         Comienzo por el Vía Crucis. Fue una representación de los pasos de Jesús desde la última cena hasta el sepulcro. Yo, que nunca quedo satisfecha con las películas de tema bíblico -me cuesta imaginar que los actores puedan ni siquiera aproximarse a la realidad de la persona representada, ¿qué actriz me dará la talla de la Virgen María?...y no digamos de Jesucristo… El escultor, el pintor, nos dan una realidad trasmutada por el arte que abre el camino a la trascendencia. La película, la dramatización, se han de servir de personas de carne y hueso. El buen actor puede hacer maravillas al interpretar, sí, pero el listón está demasiado alto al encarnar al Hijo del Hombre-, muy largo ha sido el inciso, tomo tierra desde el lejano YO en busca de su verbo y afirmo paladinamente que el Vía Crucis escenificado en Sydney y trasmitido por televisión llegó a emocionarme profundamente.

         Las cámaras contribuyeron a ello. Ya se centraban en la acción representada, alternando planos generales con primeros planos, ya enfocaban rostros de espectadores o grandes espacios que daban una idea aproximada de la cantidad de metros cuadrados que se habilitaron para el acto. Todo grandioso y de una enorme sobriedad. La ciudad de Sydney convertida en escenario de la tragedia del Gólgota. El joven australiano que aceptó el reto de representar a Cristo, según anunciaron, lo hizo para dar testimonio de su fe.

         Me maravilló la fidelidad a los Evangelios de la puesta en escena. La elegancia y el saber estar de los intérpretes. Tuve la impresión de que más que representar se trataba de una vivencia personal del cristianismo, vivencia que se contagiaba a los espectadores, jóvenes y no tan jóvenes, convocados por el Papa a la Jornada de la Juventud.

         La fidelidad a la Escritura no estuvo reñida con una serie de soluciones muy atinadas y originales. Destaco el hecho de que la flagelación se “representó” a puerta cerrada del siguiente modo: Cristo subía por una rampa al lugar designado y, cuando estaba en la cúspide, los soldados lo hicieron caer en una especie de foso. Luego salió todo ensangrentado y se sometió a la coronación de espinas.

 Otra estrategia de gran efecto fue la de hacer subir a Cristo con la cruz a una plataforma flotante que se movió por toda la Bahía dando la impresión de que Jesús, sin moverse, caminaba con la cruz a cuestas, no por tierra sino por mar, es cierto; tal desviación histórica tuvo para mí un simbolismo muy fuerte, no sé si pensado por los organizadores: aquella “Vía Dolorosa” marítima estaba representando a cada hombre de hoy, cargado con su cruz por los caminos de todo el mundo y nada más apropiado que el mar para dar esa sensación de apertura, de universalidad. Y no es despreciable el efecto estético del momento; conseguí foto fija de él, una de las mejores.

Muy bien resuelto el encuentro con Simón de Cirene, representado por un aborigen australiano. Este cargó con la cruz tras de Jesús que iba llevado a rastras por dos soldados que lo tenían sujeto por las axilas. También conservo fotografías.

¿Y qué decir del grupo formado por las piadosas mujeres rodeando al Señor caído en tierra? ¿O del momento de la Crucifixión y muerte? Una de mis fotos preferidas es la que hice al Crucificado, de medio cuerpo, con la cabeza caída sobre el pecho. Es impresionante, me recuerda el Cristo de Velázquez. Y pensar que el “modelo” era un joven que estaba allí, vivo en aquel momento, en las antípodas, anochecía en Sydney, lucía el sol en Santa Pola…

No puedo olvidar la función de la música, los coros, los solistas, todo extraordinario, invitando al recogimiento, a la oración.

A orar con el Papa fueron los jóvenes, a invocar al Espíritu Santo representado en lugar visible del escenario principal, con el color rojo dominante, tan significativo.

La Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento en el Hipódromo resultó de una gran ejemplaridad, como la Misa del día siguiente. Si me pongo a destacar fotos preferidas no termino. Porque la conseguida en el momento en que el Papa estaba con la capa pluvial frente al Santísimo, de espaldas a mi cámara, en la que aparece sobreimpreso “DIRECTO-VIGILIA-HIPÓDROMO RANDWICK, SIDNEY”, es un amor y un recuerdo para siempre.

Muy de pasada he de recordar los primeros planos de Benedicto XVI, con mitra, sin ella, revestido de rojo, con su hábito blanco… Las hice yo en Santa Pola. Así como las de los jóvenes de distintas partes del mundo que dieron testimonio de sus más profundas vivencias religiosas: el chileno con su traje típico, sombrero de ala ancha, o la joven sorda que con su lenguaje gestual hablaba de lo muy feliz que era pese a su limitación. Y estoy citando de memoria, han pasado dos meses…

 

A estas alturas del relato ya imagina el lector que en segundo lugar voy a referirme a la más reciente visita de Su Santidad a Francia, con motivo del 150 aniversario de las Apariciones de la Virgen en Lourdes a Santa Bernardita, del 12 al 15 de este mes de septiembre, escribo el 17, último día de Feria en Albacete, por cierto. Ni he aparecido por allí.

Aquí he podido grabar en video todos los actos y también hacer alguna foto fija desde el móvil, mi nueva afición.

No he visitado Lourdes. Mi primera peregrinación a un Santuario mariano de relevancia universal fue en 1980 y nada menos que en México, a la Basílica de Guadalupe. Muchos años después, ya en el siglo XXI visité Fátima. En ambos casos fui bendecida por la invisible presencia de Nuestra Señora, tal vez por eso no me atreva ni a escribir las impresiones personales. Estoy releyendo a Santa Teresa y, afortunadamente, no me encuentro en el caso de la Santa, obligada a escribir por sus superiores. Con qué gracia dice:

Pareceros ha de qué sirve tratar de estas mercedes interiores y dar a entender cómo son, si es esto verdad, como lo es. Yo no lo sé, pregúntese a quien me lo manda escrivir, que yo no soy obligada a disputar con los superiores, sino a obedecer, ni sería bien hecho. (Moradas, Obras Completas.  BAC, Madrid 1967, pág. 380)

         Regresemos a Francia. Doy gracias a Dios que me ha permitido peregrinar desde Albacete a Lourdes siguiendo los pasos del Santo Padre. Y no ha venido mal la vueltecita que nos hemos dado por París: el encuentro con el mundo de la cultura en el Colegio de Bernardins, recientemente restaurado gracias a la iniciativa de mi querido Cardenal Lustiger. Cuando la cámara se paseaba por el recinto recogiendo los rostros de los asistentes, tan atentos al magnífico discurso del Papa sobre la Palabra, se me ocurrió imaginar que estaba viendo una réplica de la Mezquita de Córdoba, pero en románico. Yo soy así.

         Las Vísperas en Nôtre Dame, un gozo espiritual y estético, por el marco, por la música, por los orantes.

         La Solemne Misa en la explanada de los Inválidos, con tantos asistentes, la sentí como muy vivida, muy auténtica la gente.

         Y el recorrido de Su Santidad por las calles de París, el corazón de la ciudad, con lo verde, la piedra noble de los edificios, me trasladaba a época bastante lejana, creo que a 1967, por no decir mayo del 68, no presencié aquello, estoy segura, el único acto de violencia, que todavía recuerdo, acaecía en una de las calles estrechas que descienden desde el Sacre Coeur hasta Montmartre: un hombre tendido en el suelo era apaleado sin piedad por otro, ante la impasible mirada de varios curiosos. “Ajuste de cuentas” lo llamarían hoy, y aquí no pasa nada. Doloroso.

         Debo limitarme a reseñar los actos de Lourdes según su orden. Como todo está grabado en video, más de una vez volveré con el Papa a ganar el jubileo de los 150 años. Que conste que ya lo he ganado en la Basílica de Santa María de Elche, un día próximo al 11 de febrero, Fiesta de Ntra. Señora de Lourdes, según las normas establecidas en la Iglesia para quienes no puedan viajar a Francia. Así es nuestra Madre, ya me refiero a María, ya a la Iglesia.

         Visité con el Papa tres estaciones y la Procesión de las antorchas, asistí a la Misa de Peregrinos, Fiesta de la Exaltación de la Cruz, y a la Adoración y Bendición Eucarística -qué hermosa oración del Santo Padre, qué silencio fecundo- y, antes de verlo subir al avión que lo llevaba de regreso a Roma, estuve en la Misa de enfermos. Este Papa es un teólogo poeta. No de otro modo se explica esa homilía centrada en las lágrimas de María al pie de la Cruz que se convierten en sonrisa permanente para acoger al peregrino. Demos gracias a Dios.

 

 

31

 

 

DON JOSÉ  

(Albacete, 14-6-1981)

 

 

         Es curioso el poder de sugestión que pueden tener las palabras y más si se trata de nombres propios. ¿Quién no ha conocido a alguien que se llame don José? ¡Qué mundos tan distintos pueden ponerse en pie al conjuro del mismo nombre!

         Y no estoy teorizando. Sometí a una experiencia singular a mis alumnos. Propuse una lista de unos veinte temas de composición entre los que debían de elegir, uno para ser escrito y otro para leído, en la hipótesis de que existiera artículo escrito con tal tema. En el caso de “Don José”, hubo gran aceptación, más para escribir que para leer, y los artículos eran de lo más disímiles. Debo destacar el ejercicio de Lourdes, mi alumna extremeña, esposa de un aviador y madre de varios hijos, mujer de gran inquietud intelectual. Su artículo es muy bueno y casi me atrevería a decir que está en la línea de mis propias memorias. Empieza recordando a su padre, don José, hijo de don Antonio a quien dedica el resto del artículo. Y no era para menos. Don Antonio abandonaba de vez en cuando su solar extremeño y se daba una vuelta por la Villa del Oso, etc. para acudir a una tertulia nada menos que con Galdós. Comenta Lourdes que, a través de los relatos de su abuelo, Galdós para ella vino a ser un personaje entrañable y familiar. Como esta alumna asiste a las clases de 2º y 3º, fue invitada dos veces al mismo ejercicio por si en la segunda ocasión quería rectificar. Se mantuvo en los temas elegidos, prueba de que había disfrutado escribiendo todo aquello sobre su abuelo, el patriarca de la familia Cruz, desperdigada hoy por el mundo.

         Y pasemos a escribir sobre nuestro “Don José”, el mío y el tuyo, lector.

         Cuando, en reciente viaje a Murcia, paseaba por la “galería de Rectores” en al Universidad (no recuerdo si fue el día de la instalación del cuadro del último Rector o algo antes) tuve que preguntar en qué cuadro aparecía don José. Así, al óleo, y vestido de Rector, no supe reconocerlo… Para mí don José será siempre una bata blanca de laboratorio, una mirada cansada tras los cristales de las gafas, un microscopio, un taburete…. y una gran emoción.

         Hija, ahora que ya estás en Murcia estudiando, debes acercarte un día a la Facultad de Ciencias a saludar a don José y darle las gracias por lo del Examen de Estado, que sepa que estás allí estudiando…en fin, portarte bien. Aquello se me hacía una montaña. Yo no conocía a don José más que a través de los relatos de mi padre: que antes de la guerra veraneaba en Santa Pola, que en el Casino jugaban al dominó por las tardes, que había sido Rector de la Universidad….y que al cabo de los años (tiempo hacía que no se veían, con la guerra don José dejó de ir a Santa Pola) mi padre le había escrito con motivo de nuestra Examen de Estado (el de mi hermana primero y luego el mío) y en ambos casos don José se había portado estupendamente.

         Antes de hacer aquella visita para mí tan difícil (en realidad no sabía como iniciar la conversación) procuré documentarme sobre la personalidad del profesor. Quedé asombrada: era un señor que no suspendía a nadie, era muy sabio, respetado y querido por todo el mundo…también supe algo sobre desgracias familiares que no vienen al caso.[ De hecho estas noticias me sorprendieron porque mi recuerdo reciente de don José se limitaba al momento de uno de los ejercicios escritos del Examen de Estado en el que estuvo vigilando en el aula donde me encontraba. Se paseaba a grandes zancadas por entre los pupitres y no cesaba de hablar intentando paternalmente calmar nuestros nervios, con lo que conseguía el efecto contrario, al menos conmigo. Sin embargo tengo muy presente una de sus preguntas en el examen oral: ¿Qué otro nombre recibe en Botánica la palmera? Fue un modo muy elegante de recordar mi ciudad natal. Yo podía haber fallado la respuesta pero aún recuerdo lo de “estipe” que le solté casi a bocajarro. Por algo me llamaban después “la niña Premio”…] (Lo escrito en cursiva es un inciso de hoy, 24-9-2008, mientras transcribo, valor añadido a mi proverbial memoria. Vuelvo a 1981)

         Me armé de valor y un día anduve preguntando por aquellos pasillos, menos familiares que los del edificio antiguo de la Universidad, y fui a desembocar en un Laboratorio. Creo que era el primero que veía en mi vida. Quiero decir Laboratorio de estudio e investigación, que los de Análisis Clínicos sí los había visto. En mi Colegio de Bachillerato el laboratorio estaba en una cocina, la de la casa antigua en la que se instaló el Colegio, con grandes recursos humanos y escasos materiales, prefiero que haya sido así y no al contrario.

         Llamé tímidamente la atención de don José con un ligero carraspeo, él estaba solo, sumido en la observación microscópica. Levantó la cabeza y me miró distraído. Me presenté como hija de mi padre, le hablé de Santa Pola y le dije que le traía recuerdos y al mismo tiempo le comunicaba que, gracias al Premio, me habían concedido una Beca y estaba matriculada en la Facultad de Filosofía y Letras… eso debí decir aproximadamente. Algo recuerdo con claridad: la mirada vaga y soñadora de don José, perdida en el vacío, cuando nombré Santa Pola. Eran tiempos aquellos muy felices; después han pasado tantas cosas…y no siguió hablando.

         Ahora, después de tantos años de aquella entrevista, pienso en el tema del conflicto entre generaciones. ¡Menuda estupidez! Por nada del mundo cambiaría aquel momento de emoción que supo trasmitirme don José, él entonces a punto de jubilarse, a mí, jovencita de diez y siete años, que una también los tuvo en su momento, tan solo con aquellas lacónicas palabras. Confieso que lo imaginé joven, con niños pequeños correteando por la playa, en su cabeza un sombrero de jipijapa como los que yo había visto en películas antiguas o en las viejas fotografías familiares, erguido y enormemente feliz.

         Tuve la impresión de que había estado hablando con un gran hombre.

         Su memoria queda perpetuada no solo en la “galería de Rectores” de la Universidad sino también en una hermosa Avenida muy cercana a la Institución docente a la que dedicó su vida por tantos años.

 

 

32

 

MADRE

 

Diez años, madre, sin tenerte al lado,

sin escuchar tu voz

ni ver que tu mirada me acaricia

o se pierde en ausencias;

sin compartir yantar

ni darte el andador, tu salvavidas.

Lo sé, se han invertido los papeles:

hoy me sostiene tu invisible fuerza;

es tu ausencia presencia misteriosa,

tus ojos son mis ojos,

tu voz es mi palabra.

El mosto de granadas saboreo,

el último manjar que pude darte.

Un día no lejano el dulce fruto

dejaré de exprimir,

que morir poco a poco me conviene.

Hay que dejar la casa que habitaste,

conmigo irás allí donde me encuentre,

no faltes a la cita.

Que tu invisible mano me conduzca

por camino certero hacia la Luz.

 

Escrito en Santa Pola, 9, octubre, 2008, para el 21 de noviembre siguiente

 

Octavo aniversario  Vid. V.P. página 181

 

 

33

 

COMENTARIO EN PROSA

 

 

         Me ha parecido oportuno transcribir el poema precedente, ya publicado, a continuación del recién escrito para el 21 de noviembre, décimo aniversario de la muerte de mi madre.

         No estoy en condiciones de hacer autocrítica y comparar ambos poemas entre cuya redacción median nada menos que trece años. Recuerdo que Frau Kohnen, murciana por nacimiento y alemana por matrimonio, le puso un pero al poema de mi padre: “no le gustaba el término bulto del tercer verso.” No recuerdo, sin embargo, como me defendí en aquella ocasión. Esto de la polisemia de los vocablos dificulta la comunicación. Imagino que, para Antonia, leer bulto la llevó de inmediato a la acepción 5 del DRAE: Fardo, caja, baúl, maleta, etc. Sobre mí pesaba la acepción 2 : Cuerpo indistinguible por la distancia, por falta de luz o por estar cubierto, perfectamente aplicable a los habituales paseos por el pasillo, siempre a oscuras. Pero aún pesaba más, estoy segura, una acepción que no queda reflejada en el Diccionario pero que tiene grandes connotaciones en el habla coloquial valenciana. Es muy frecuente en mi tierra, cuando se habla de una persona fallecida de avanzada edad, oír los comentarios de familiares y allegados lamentando el vacío que ha dejado el bultet, así en diminutivo, con su enorme carga afectiva. Ese querido ser que ya solo podía ocupar un lugar en un sillón inmóvil, era la referencia, el bultet que nos acompaña y aleja la soledad.

         Escribo el 19 de octubre de 2008 cuando la cultura de la muerte acecha por todas partes; pocos lectores actuales me entenderán. Ya fue incapaz de percibir estos matices, hace trece años, Antonia....

Ese tercer verso es el correlativo del primero en el poema a mi madre. Poema más breve y más intenso dadas las circunstancias. Está escrito desde la más absoluta soledad. El otro se incluye en la parte A dos voces de VIVOS EN MI PALABRA. Tan optimista estaba en 1995, con mi madre al lado, que no podía sospechar que sus días estuvieran ya contados. Pasaron tres años en un suspiro. De eso hace diez.

 

 

34

 

 

SIGO CON LOS ANIVERSARIOS

19-10-2008

 

 

 No he visto este verano con demasiada frecuencia en Santa Pola a Ángeles, la hermana de Mariano. Pero nos encontramos en la Glorieta uno de los primeros días de agosto y ella me comentó que se cumplían once años de la muerte de Mariano. Me pareció increíble, tan presente tengo su imagen cada día en la playa.

Ahora tengo abierto Vivos en mi palabra en la página 210 y copio el soneto que allí aparece dedicado

A Mariano Rodríguez, IN MEMORIAM

 

A Mariano Rodríguez, In Memoriam,  Vid. V.P. página 210

 

 

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MI SONETO ANÓNIMO

 

 

         No sabía yo qué regalar a don Vidal Martínez Álvarez con motivo de sus Bodas de Oro sacerdotales y le escribí un soneto.

         Tanto le gustó que me pidió permiso para imprimirlo en el recordatorio. Me sentí muy honrada pero, como estaba escrito en primera persona, acordamos que no apareciera impreso mi nombre. Él, que gusta de la ambigüedad inteligente, no ha aclarado a sus amigos si es el autor o no del soneto. El recordatorio es muy hermoso: En el anverso una Anunciación del siglo XVI cuyo original forma parte del Retablo de la Capilla de la Virgen de los Llanos en la Catedral de Albacete. El nombre y las fechas (Barcelona, 31, mayo, 1952-Albacete 31, mayo, 2002). En el reverso mi soneto “anónimo” que dice:

 

Cada mañana, nuevo Jueves Santo;

de los días se pierde ya la cuenta....

y los años cumplidos son cincuenta

de que a tu Altar, Señor, yo me adelanto.

Al tiempo que la copa y pan levanto,

tu palabra, en mi voz, avanza lenta;

deja que te reciba y que te sienta

desde esta fe de roca, sin quebranto.

 

Gracias, Dios mío, porque me llamaste,

gracias, Señor, porque te he sido fiel....

y no es mérito mío, ¡a Ti la gloria!

 

Tú solo me sostienes y ayudaste.

Lo que queda hoy escrito en el papel

por siempre ha de guardarlo la memoria.

 

(Aquí me permito firmar)  Carmen  Agulló  Vives

 

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EPÍLOGO EN 2009

 

 

         No sé si mis enemigos, los espíritus informáticos que mantienen en actividad constante a Juana Teresa o las “cucaferetes” de Bonfill andan en este negocio. Jamás pensé que este epílogo se escribiría. Pero….

         En carta por correo electrónico escribí a Colette: Gracias mil por tu regalo que me ha dejado auténticamente “épatée”. Hoy, 30, llego a Albacete y voy a la oficina de Correos a recoger el certificado que llegó el 23. Tú lo enviaste el 13. Debías estar intranquila por mi silencio. He estado en Alicante con mi hermana. Esto traerá cola pues el pasado año recibí un regalo “paralelo” al tuyo que se ha convertido en libro muy singular. Paciencia, que he de dar forma a lo escrito y archivado. Serás la primera en recibir el libro, que no lo es en el sentido estricto del término. Será una obra artesanal como la carpeta que me envías. Muy bella. Tienes un gusto exquisito. Etc. etc… Carmen

         Pocos días después, Internet corre que vuela, contesta Colette contentísima porque me ha gustado el regalo. No todos los días consigue una “épater” a la gente. Más bien difícil. (Risa). Etc. etc…

         Aunque soy persona de buen conformar y procuro ver siempre el lado positivo de los acontecimientos, hay que reconocer lo sorprendente del que nos ocupa.

         El lector del cuaderno sevillano, -bien le cuadra el nuevo nombre por su origen y destino actual- conocerá ya la historia del libro singular, aunque en este punto de la lectura mantenga cierta intriga con respecto al regalo de Colette. Paso de inmediato a su descripción.

         Se trata de una carpeta de cuero que contiene un cuaderno en blanco acompañado de la consabida tarjeta en la que se me desea Bonne Année  y Colette escribe de su puño y letra: Que te sea prueba de amistad. Coloca dentro lo que te guste, cariño, recuerdo, esperanza…

         No me negará el lector que es regalo “paralelo” al cuaderno que Conchi Cuenca me mandó desde Sevilla hace exactamente un año. Regalo que me ha tenido todo 2008 ocupada en manuscribir, digitalizar, fotocopiar, encuadernar…

         Por lo visto en 2009 habré de seguir amarrada al duro banco de tu teclado, Juana Teresa. Y por si decidiera rebelarme alegando falta de inspiración o cualquier cursilada semejante,-¡qué cosas me suceden!- nuevo certificado he recibido, este en casa donde, al oír la llamada del cartero un viernes ya anochecido, pensé si traería fatídicas noticias de la Hacienda Pública expresando su disconformidad con mi Declaración de la Renta y reclamando más dinero; palabra, ese fue mi primer pensamiento.

         No, lector amigo. Conocí por la letra al remitente. Mi colega, amigo y ente de ficción en alguno de mis escritos, Manuel Pérez Bonfill, me envía una Fábula, omito el título por ahora, con la siguiente dedicatoria: Per a Carme, que ja sap que els Reis Mags són els pares.

         Y aquí me tienes, Colette, inaugurando el cuaderno en blanco con la traducción del texto catalán que, por diversos motivos, también me ha dejado épatée. Dadme al menos, ¿enemigos?, ¿espíritus informáticos?, ¿“cucaferetes”?, el plazo de un año para que vaya elaborando el irremediable “Segundo cuaderno” de la serie artesanal que aún no sé cómo denominarla.

         Antes quiero, y con esto termino, copiar la etiqueta del regalo venido de Francia como lo hice del cuaderno sevillano.

         Cuirs Mimard. Pour tous nos articles, nous utilisons un cuir pleine fleur de très belle qualité. Les éventuels défauts ou imperfections sont la garantie d’un travail artisanal. Tous nos modèles sont conçus en notre atelier de telle sorte que chaque pièce soit considérée comme unique. Les techniques de reliure, de gainerie sont à la base de notre travail. Le rêve, l’imaginaire apportent la touche de création et donnent à nos réalisations leur caractère original.

         Para corroborar tales afirmaciones, va fotocopiada una cara de la carpeta en la contraportada del cuaderno.

         Gracias por haberme leído, si habéis llegado a esta línea.

 

En Albacete, enero, 2009

 

Y

 

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COMO LAS OLAS…

 

(Enviado a José María Jiménez Cano un par de meses antes del 25 aniversario de la muerte de Don Mariano Baquero Goyanes)

 

 

         Cuando, cada lunes, emprendo el regreso a la patria profesional -¡ay, el destino de los desarraigados, hijos de mil patrias y países- en el simpático trenecito Cartagena-Valencia -que he de abandonar en La Encina para el enlace-, experimento el placer de contemplar el mar durante breves minutos a mi paso por Alicante. Siempre abandono la lectura para poder leer en las olas. ¿Cuándo escribiré -me digo- un poema al mar? Es este uno de mis deseos no cumplidos. De tanto como lo amo no puedo hacerlo. Tal vez porque prefiero recordar a Juan Ramón…

         Pero el Domingo de Ramos, después de ver “Pueblo de Dios” en TV, comencé a pensar en esas olas que me electrizan, siempre distintas y siempre la misma, ya besándose y fundiéndose, ya sucediéndose mansamente, ya estallando en blanca espuma. Un día pensé que el mar era un inmenso aparato de comunicaciones y las olas los mensajes que a través de él, sin cesar, eran trasmitidos a todo el mundo. Y quería encerrar este pensamiento en un poema. Como en el de Gerardo Diego, pero al revés, el mar canta distintos versos con la misma agua…

         Y este Domingo de Ramos, primavera, 1984, Martín Descalzo sale a mi encuentro con un bellísimo texto ilustrado con imágenes de Salzillo. Profunda emoción. El dolor de Cristo y nuestro dolor por el querido maestro que, en Murcia, precisamente en Murcia, está viviendo también su Semana Santa. A él va nuestro recuerdo.

         El pasado año, por estas fechas, me decía la Hermana María Jesús, carmelita descalza, hablando de dos hermanas que tenían muy enfermas: El que está arriba sabe lo que hace. Se nos va a llevar pronto a estas dos pero ya nos ha mandado a quienes las suplan. Han entrado dos nuevas postulantes.

         Se marchan los mejores y aquí quedamos los gusanicos con el corazón en la garganta y la cabeza que se agarra a la fe en la resurrección, sí con minúscula, que me refiero a la nuestra, la de nuestra carne pecadora que un día resucitará por los méritos del gran Resucitado. Desde que supe la noticia de la enfermedad de don Mariano no he tenido ánimos para escribir hasta hoy. Pienso que él también leerá mis escritos algún día, si no en la tierra -y aún esperamos el milagro- desde el seno de Dios en la eternidad.

         Ordenando y releyendo sus cartas he visto que, no hace mucho, se emocionaba él por la carta que le escribí a don Ángel, en un aniversario de su muerte. Cada año sigo haciendo la lección conmemorativa en la que se me quiebra la voz al leer sus poemas en clase. También le debo una carta a don Manuel, el querido Rector a quien tanto debo. ¿Será mi destino escribir cartas destinadas a la eternidad?

 

Albacete, Martes Santo, 17-4-1984

 

 

         Sigo en el Primer Domingo de Cuaresma, 1-3-2009.

 

         Y no tengo más remedio que transcribir para los lectores vivos un soneto de Valbuena Prat, que siempre leí en esa clase a la que acabo de aludir, y por el que siento especial predilección ¿será por su título en latín? Creo que ilustra poéticamente mis palabras sobre la resurrección.

 

“ET IN CARNE MEA VIDEBO DEUM MEUM”

 

¡Líbrame de esta carne de pecado

de la que intento en alas desasirme,

Señor, que en una cruz por redimirme,

diste todo en la llaga del costado.

 

…¿Y volaré para volver atado

a mi antigua enemiga? ¿Andaré firme

el día que otra vez vuelva a vestirme

de la túnica inútil del pasado?

 

Vivo en la fe, y el alma no se atreve

a pedir verte solo en lo inefable,

solo en aliento y en blancor de nieve.

 

¡Otra vez lo corpóreo, lo palpable!

¡Que mi segunda carne sea leve!

¡Dame, Señor, la vida perdurable!

 

         Todo un gozo haber sido alumna de tales maestros. Mi agradecimiento permanente.

         Vuelvo al tema del mar y me digo que ya se cumplió el deseo de dedicarle unos versos. Bastantes años tardé si me refiero al poema de circunstancias, Verano, 2007, que dediqué a Alicia Villar, impresionada por el relato que me mandó por Internet sobre los incendios que asolaron Grecia en aquellos días. Incluido queda ahora en el nº 1 de los Cuadernos de CAVISUR, el Cuaderno de ida y vuelta.

         Lo curioso es que, gracias a la recopilación realizada en este cuaderno, compruebo que ya en diciembre de 1981 tenía escrito un breve poema al mar que publiqué en 2003 en el libro Crónicas de dos siglos. Esto demuestra el poco aprecio que por tales versos  tenía en 1984. Los había olvidado y durmieron el sueño de los justos más de veinte años. Gracias a Cervantes, por la alusión quijotesca, han visto la luz.

 

 

 

 

 

 

 



[1] Para esta edición electrónica hemos cambiado la numeración (nota del editor).

[2] Publicado este texto, con la página precedente, como pliego suelto (500 ejemplares) para felicitar la Navidad 2007, hoy está incluido en el libro GUÍA DE POETAS DE ALBACETE 2009, Ediciones QVE.

[3] V. mi libro VIVOS EN MI PALABRA (Verso y Prosa) , Albacete, 2001, pág. 79