|
Xavier Laborda Gil
(Universidad
de Barcelona)
Resumen
Vilhelm Thomsen publicó en 1902 la obra
fundacional de la historia de la lingüística, bajo el paradigma comparativista.
Estuvo de actualidad hasta 1963 y pasó luego al olvido con el paradigma de la
lingüística estructural. Thomsen fue un gran investigador en neogramática y el
precursor de la nueva disciplina. La historiografía reciente pone en valor su
obra. Historia de
Palabras clave.– Vilhelm
Thomsen, historia de la lingüística, historiografía, fundador, paradigma, 1902.
Abstract
The foundation of the History of Linguistics by Thomsen in 1902. Vilhelm
Thomsen published in 1902 the foundational work of the history of linguistics, in
the paradigm comparatist. It was a current work until 1963 and then went into
oblivion with the paradigm of structural linguistics. Thomsen was a great researcher
in neogrammar and the forerunner of the new discipline. Recent historiography
puts into value his work. History of linguistics is a model of concise
style and original content that has influenced his successors.
Keywords.– Vilhelm Thomsen, history of linguistics, historiography, founder,
paradigm, 1902.
Reconocimiento y olvido del precursor
La historia
de la lingüística es una disciplina que ya ha cumplido un siglo de vida con una
abundante producción narrativa.[1]
Su fundador es el lingüista danés Vilhelm Thomsen, que vivió entre 1842 y 1927.
Fue profesor en la universidad de Copenhague y destacó como excelente
investigador en el campo de la neogramática. Thomsen publicó en 1902 la obra Historia
de
La
contribución de Thomsen tiene un gran valor, como reconoce la historiografía.
Se trata de la primera historia de la lingüística y el texto más conocido de su
autor, por encima de sus brillantes trabajos en gramática comparada. Con motivo
del centenario del nacimiento de Thomsen, Louis Hjelmslev glosó así
Entre los especialistas, es también con toda seguridad la
obra de Vilhelm Thomsen usada con mayor profusión y frecuencia; es conocida por
cualquier estudiante de lingüística, que la guarda al alcance de la mano como
guía y manual. Por extraño que parezca, constituye la única exposición de
conjunto de toda la historia de la lingüística que jamás haya visto la luz.
(1942:32)
Hjelmslev
comparó la composición del libro con la complejidad de una dirección orquestal
y valoró el resultado con dos afirmaciones exultantes: “El campo de la
lingüística cubre la tierra entera; su riqueza es inmensa, su historia es tan
rica como la propia humanidad”. Sin embargo, el tiempo transcurrido desde su
redacción y la evolución que ha experimentado la lingüística han reducido la
obra de Thomsen a una referencia erudita y obsoleta. El reconocimiento que
recibe es honorífico y su futuro puede ser el olvido. La razón es que, como
reconoce Georges Mounin, esa y otras obras históricas:
son
demasiado antiguas y nosotros no vemos las cosas como ellos; tal es lo que
ocurre con Thomsen, lo mismo que con Meillet, Saussure, Jespersen y Bloomfield,
e incluso con Pedersen. (1967:10)
En
el razonamiento de Mounin destaca la contradicción que supone homenajear a los predecesores
y al mismo tiempo renunciar a sus enseñanzas porque son anticuadas. A este
propósito, el sino de la historia de la lingüística es una paradoja y una
anomalía entre las ciencias históricas porque –añade Mounin– “en historia
siempre se toma prestado de los predecesores”. El principio de la historia no
se cumple en la historia de la lingüística.
Al
releer la primera cita de Mounin, reparamos en la relación de autores que cofecciona:
Thomsen, Meillet, Saussure, Jespersen, Bloomfield, Pedersen. Son las máximas
figuras de esta etapa de la lingüística. Para la mayoría de ellos la atención a
la historia de la lingüística se redujo a un capítulo de una obra teorética.
Así sucede con los someros relatos de Saussure y Bloomfield o bien con las
notas sólo centradas en el comparatismo de Meillet y Jespersen. De los
mencionados sólo Holger Pedersen (1924) elaboró un libro de historiografía, El
descubrimiento del lenguaje, que
trata de la lingüística comparatista.[2]
Figura 1. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente, edición
española de Labor).
Conviene
subrayar una vinculación directa entre los tres autores daneses que menciona
Mounin. Se trata de Thomsen, Jespersen y Pedersen. Vilhelm Thomsen fue su
profesor. Y Pedersen sucedió a Thomsen en 1914 en
Prestigio científico
y social de Thomsen
Vilhelm Ludwig
Peter Thomsen (Copenhague, 1842-1927) finalizó sus estudios de licenciatura en
Las
contribuciones de Thomsen a la neogramática son de primer orden. Fue pionero en
el estudio de los préstamos lingüísticos que recibió el finés –una lengua no
indoeuropea– de lenguas germánicas y lenguas bálticas (Malmberg 1991:349). La
novedad del planteamiento de los préstamos léxicos y la permeabilidad de las
lenguas supuso un giro en la lingüística histórica. Hasta la publicación de las
investigaciones de Thomsen, en 1868 y 1890, se observaba el desarrollo lineal
de una lengua en sí misma considerada, sin cuidar de las acciones ejercidas
sobre ella desde fuera (Hjelmslev 1942:43-4).
Thomsen
estableció otro hito en 1893 al descifrar las inscripciones en un alfabeto
desconocido. Estaban grabadas en dos monumentos de piedra aparecidas junto al río
Orkhom, en Mongolia. Con ese logro demostró el parentesco de la lengua de las
inscripciones con determinadas hablas del turco. Y aportó así a la turcología
datos fundamentales para la historia del turco antiguo (Hjelmslev 1942:44-5).
En la figura
de Thomsen se reúnen no ya una, sino múltiples pruebas del prestigio social que
puede suscitar la filología. Entre otras distinciones, la ciudad danesa de
Randers –en la península de Jutlandia– donde transcurrió su infancia, le nombró
hijo predilecto y bautizó una plaza con su nombre. También Copenhague rinde
tributo con un monumento dedicado a Thomsen junto con otros tres pioneros de la
lingüística, Rasmus Rask, N.L. Westergaard y Karl Verner. Y en Ankara,
la capital de Turquía, la avenida donde está
Estos
tres reconocimientos refieren el prestigio social del lingüista. Resumamos
ahora su figura científica. El mayor mérito de Thomsen fue realizar
investigaciones sobre hechos positivos. Su rigor empírico se extendió a la
aplicación de un método preciso. Y así pudo introducir una nueva perspectiva en
la neogramática al formular el factor del préstamo lingüístico (Malmberg
1991:412).
El
lingüista Antoine Meillet resume el valor del danés con este juicio. “Toda la
lingüística actual lleva la marca de las ideas de Thomsen” (1926-1938:184). Y
en una obra actual sobre la historia de la lingüística urálica, Bo Wickman (1988:808)
le dedica este vivo elogio: “El investigador danés Vilhelm Thomsen (1842-1927) ha sido uno de
los mayores lingüistas de la historia. Se ocupó de un número asombroso de disciplinas
lingüísticas, y fue magistral por igual en todas ellas.” Entre esas
ocupaciones, como prueba de versatilidad y de acierto, se halla la fundación de
la historia de la lingüística.
Fundación de
la historia de
El
inventario de obras sobre historia de la lingüística se inicia a comienzos del siglo
XX con el libro de V. Thomsen. La exploración que al respecto hace G. Mounin
(1967:8-9) en siglos anteriores resulta infructuosa, salvo por algunas publicaciones
de autores del XIX, a propósito de una historia de la filosofía del lenguaje
centrada en aspectos de lógica.[3] Por ello Mounin concluye
que la fundación de la disciplina se produce con el libro de Thomsen en 1902.
La
obra de Wilhelm [sic] Thomsen es de hecho la primera tentativa de historia de
la lingüística, verdaderamente moderna en más de un aspecto, aunque escrita
desde el punto de vista de la lingüística histórica de 1900. (Mounin 1967:9)
Como
señala Mounin, hay una limitación inevitable en el punto de vista. Es obvio que
Thomsen no participe de las perspectivas estructuralista, generativista o
sociolingüística, porque son hijas del siglo XX. La apostilla de Mounin expresa
no tanto la crítica de una insuficiencia como la admiración ante un lingüista
fundador, del cual se podría esperar incluso la anticipación a un futuro
intenso y cambiante como ha tenido la lingüística.
Por
su parte, Javier de Echave-Sustaeta, autor de la traducción al castellano y
prologuista de
Primera
y, dentro de su extrema sencillez, de primer orden. Digo primera, porque nadie
se adelantó al sabio danés en el orden del tiempo. Vió la luz a primeros de
siglo, cuando no contaba esta ciencia con compendio alguno de su completo
desarrollo. Y añado de primer orden, tanto por el relieve del autor, uno de los
primeros lingüistas de nuestro tiempo, a juicio del egregio maestro francés
Meillet, como por la calidad de la obra. (Javier de Echave-Sustaeta 1945:5)
Figura 2.- Hoja de créditos y primera página de texto de
El
comentario del prologuista, tan elogioso, es coherente con el momento de su
redacción en los años cuarenta. Entonces el paradigma historicista era
preponderante en la filología. Este panorama cambió a principios de la década
de los sesenta con el desarrollo del estructuralismo, los estudios de semiótica
y la novedad de la gramática generativa. Y precisamente ese giro lingüístico
tuvo dos efectos en la historia de la lingüística. Por una parte avivó el
interés en la disciplina, porque las nuevas propuestas ampliaron con sus
progresos la perspectiva histórica y el afán por conocer mejor los
antecedentes. Y, por otra parte, supuso la obsolescencia de la obra de Thomsen
y el inicio de otra etapa, que justificó la publicación de nuevos títulos sobre
historia de la lingüística. En ese punto se sitúa el libro de Georges Mounin y
a ello se debe su crítica.
Ya
la madurez como académico Thomsen publicó Sprogvidenskabens historie; en
kortfattet fremstilling (Historia de
El 8 de abril de 1902, la universidad de Copenhague publicó
el programa de su fiesta anual con ocasión del aniversario del rey Christian
IX. El estudio que incluía tenía por autor al profesor Vilhelm Thomsen,
entonces rector de
La
festividad brindó a la publicación de Thomsen un escenario público excepcional.
Supuso una ocasión solemne y propicia para el estreno de la nueva concepción
historiográfica. Para mayor realce de la publicación,
Las
primeras palabras que dirigió Thomsen al lector, antes de justificar la
investigación de la historia, constituyen un elogio del lenguaje y de la
comunicación humana.
De
todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda de que el lenguaje
es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la más milagrosa. El lenguaje es, no
sólo aquello por lo que el hombre se revela de modo más inmediato como un ser
dotado de razón y pensamiento, en oposición al resto de las criatura
terrestres, sino también, y en virtud de su diversidad, cambiante hasta el
infinito, la expresión más evidente de todo cuanto, en el tiempo y en el
espacio, reúne o separa razas y sociedades en distintas nacionalidades.[5]
Y
a continuación Thomsen (p. 11) da cuenta de la necesidad de la historia de la
lingüística: “Apenas se da objeto que invite más que éste a la investigación,
en general y en particular, y en pocos terrenos puede el investigador volver
como en éste la vista a tan remoto desarrollo”.
Sprogvidenskabens
historie
es un libro poco extenso. Consta de tres páginas de créditos –con el título, el
autor y los datos de la edición– y de 87 páginas más de texto[6].
Cabe notar una particularidad formal de la redacción. El contenido del libro no
está organizado en capítulos ni secciones. Discurre como una unidad sin cortes
desde su inicio hasta su final. Es más, en las 87 páginas de texto no aparece
ningún título ni epígrafe. Sí contiene, sin embargo, abundantes notas a pie de
página. Son 135 notas, que se reparten a partes iguales las funciones de
ubicación de fuentes bibliográficas y también de ampliación de contenidos. Y no
hay una sección final de bibliografía.
Llama
la atención que se prescinda de un sumario, un índice de materias y nombres
propios, así como de una división de los contenidos en capítulos, entre otras
referencias útiles para la lectura. Una composición tan austera podría tenerse
hoy por un artículo de investigación, profusa y extensamente anotado. En
realidad la edición era congruente con un formato de conferencia. El texto
recogía el discurso del profesor como si fuera un registro de su alocución.
El programa
fundacional
Thomsen
compuso una Sprogvidenskabens historie o Historia de
Figura 3. Las dos últimas páginas de
Escogió
una redacción ágil y breve para establecer un programa fundacional. Ese
programa aportó un corpus de autores y obras –los existentes y ocurrentes, en
terminología de Barthes (1967). Y legó a
sus sucesores un canon lingüístico compuesto de fuentes de la tradición
literaria, filosófica y filológica, así como de tópicos sobre el signo
lingüístico y la tipología de las lenguas.
Para
ofrecer aquí una noticia escueta sobre el contenido de
a)
Extensión temporal.- La historia se inicia con el Antiguo
Testamento, a partir del siglo IX aC, y concluye con la neogramática, a finales
del siglo XIX.
b)
Etapas.- De un modo indirecto o no explícito
el autor distingue las etapas de Grecia clásica, Roma, cristianismo y Edad
Media, Renacimiento, siglo XVIII, comparatismo y neogramática.
c) Autores
citados.-
La nómina de autores es abundante y provechosa para estudios de especialización
ulteriores. Los que tiene mayor relevancia en el texto son Platón, Aristóteles,
el estoico Crisipo, Dionisio el Tracio, Varrón, Julio César y José Justo Scalígero, Petrus Ramus, Iacobus Mathiae,
Leibniz, Lorenzo Hervás y Panduro, Adelung, Jones, Schlegel, Bopp, Grimm,
Bredsdorff, Humboldt, Schleicher, Paul y Wundt.
d)
Reparto del texto.- La primera mitad del texto
(concretamente el 44%) trata de la historia hasta el s. XVIII inclusive,
mientras que la segunda (el 56%) se ocupa de la “nueva lingüística” del siglo
XIX.
La renuncia de Thomsen a ofrecer referencias de la
organización de su obra dificulta nuestra tarea de informar sobre su contenido.
Por fortuna, disponemos de un recurso excepcional, por su calidad y por la
libertad editorial que entraña. El traductor al castellano del libro, Javier de
Echave-Sustaeta, elaboró un índice y dispuso los siguientes capítulos en la
edición que Labor publicó en 1945 (p.
9-10).
I. El lenguaje. Aportación
del Antiguo Testamento. La ciencia del lenguaje en
II. La
ciencia del lenguaje en Grecia. Platón. La etimología. Aristóteles. Los
epicúreos. Los estoicos. Anomalía y analogía. Gramáticos alejandrinos. La
morfología. La prosodia.
III. La
ciencia del lenguaje en Roma. Varrón. La etimología en los gramáticos latinos.
IV. Limitación
de la aportación de
V. El
Renacimiento. Impulso a las lenguas semíticas. Julio César y José Justo
Scalígero. Petrus Ramus. Iacobus Mathiae. Aportaciones a las lenguas románicas
y nórdicas.
VI. El
hebraísmo primitivo. Guichard. Sus detractores. Leibniz. Período decisivo en la
historia de la lingüística. Catalina II de Rusia y sus «Linguarum totius orbis
vocabularia. comparativa». El P. Hervás y Panduro. Adelung. Vater.
VII. Carácter
de la nueva lingüística. Rask.
VIII.
Conocimiento del sánscrito. Jones, Schlegel, Bopp.
IX. El
aspecto histórico. Grimm. Bredsdorff. La lingüística general. Humboldt. Madvig.
X. La
lingüística histórica comparada. Continuadores de la obra de Bopp. Pott. Kuhn.
El estudio del sánscrito. Benfey. Westergaard. Pugna entre la filología y la
lingüística. Curtius. Influencia entre ambas ciencias.
XI. Interés
por las lenguas romances. F. Diez. Romanistas francescs. Ascoli. Las lenguas
eslavas. El lituano. Las lenguas célticas. Aplicación a otros troncos
lingüísticos de los métodos del indoeuropeo.
XII. Augusto
Schleicher. Su árbol genealógico. Schleicher y Bopp. Reconstrucción del
indoeuropeo. Los nuevos investigadores.
XIII. Oposición
entre la antigua y moderna orientación. Aportaciones psicológicas. Paul. Wundt
Teoría sobre la transmisión de las lenguas. Valoración de la influencia
analógica.
XIV.
Desarrollo de la fonética. Consonantismo. Vocalismo. Las leyes fonéticas.
Limitación de la lingüística.
El índice que Echave-Sustaeta redactó para la
edición castellana supuso un cambio notable de la organización original. Realizó
una interpretación del contenido y estableció a su criterio signos de
organización. Dotó así a la publicación de un orden más informativo y coherente
con el formato de libro.
Por otra parte, con la intervención del editor
castellano se puso de manifiesto una acción del autor. Nos referimos a cómo se distribuye
el discurso en el manuscrito original. Se observa que Thomsen dedicó los seis
primeros capítulos a los períodos que van de
Este tratamiento es común en las obras de historia. Sucede
que, a medida que el historiador se acerca a su tiempo, incrementa el tiempo
del discurso que produce. Sin embargo, en este caso el reparto es muy contrastado.
Thomsen indicó de manera redundante, con los espacios asignados y con la
cualificación expresa de las etapas, un estadio científico de la lingüística,
el del siglo XIX, y un estadio previo que constituye el camino hacia la ciencia
del lenguaje. [8]
Representación de la historia
La
historiografía o teoría de la historia concibe el discurso histórico como una
elaboración ideológica, una representación de lo real. Y tiene como principal
cometido conocer cómo elabora la representación de la historia (Barthes 1967,
Lozano 1987, Laborda 2002:189). Entre otros aspectos, considera las fuentes,
los tópicos y los episodios con que encabeza cada parte del relato su autor. [9]
Las fuentes de que se vale Thomsen en Sprogvidenskabens
historie son de cuatro tipos: literatura,
filosofía, gramática y lingüística histórica. Tienen un papel desigual, con
preponderancia de la gramática y la lingüística histórica, que van copando las
páginas a medida que progresa el relato. Los documentos literarios y
filosóficos son útiles en la etapa clásica y medieval para referir teorías
míticas y lógicas, respectivamente.
1. Literatura.- Las referencias al libro del Génesis,
del Antiguo Testamento, ejemplifican el modelo mítico de explicación de
la creación del lenguaje y la diversidad de lenguas. Thomsen presentó esos
relatos no ya como razonamientos verosímiles sino como indicios del interés por
dar respuesta a preguntas que jalonan la historia de la lingüística, tal como
se lee en el siguiente párrafo:
Si
de momento nos hemos detenido en las sencillas referencias del Antiguo
Testamento, ello ha sido, no sólo porque en él hallamos algunas de las más
remotas muestras de esta búsqueda del espíritu del hombre, sino también porque
más adelante nos veremos precisados a insistir en las mismas ideas, que en
época mucho más reciente ejercieron tan hondo influjo en la evolución
lingüística. (cap I, p. 13)
2. Filosofía.- El primer tópico que recogió Thomsen
de la filosofía es el debate sobre la naturaleza del signo lingüístico, en el
diálogo Cratilo de Platón.
Ocupaba
la cuestión, según se dice, a Heráclito y a Demócrito, de los cuales pasa aquél
como defensor de “fisis”, éste de “nomos”, sin que contemos con más datos sobre
el particular. Parece que también tratan de ella los sofistas (Protágoras), y
en tiempo de éstos era probablemente tema general de discusión.
La primera obra literaria en que se enfoca este problema es
el maravilloso diálogo de Platón, «Cratilo», en el que se tratan exclusivamente
cuestiones referentes a este tema. A más de Sócrates, entran en el diálogo dos
personajes: Hermógenes y Cratilo. Éste defiende que cada uno de los nombres,
tanto en la lengua griega como en las bárbaras, por naturaleza entraña y debe
entrañar acabada correspondencia con el objeto designado, y no pasa por reconocer
como nombres y palabras de la lengua cuantos acuerdan algunos emplear.
Hermógenes, por el contrario, opina que no se da otra correspondencia en una
denominación que el uso. (cap II, p. 20)
La elección de este debate sobre la teoría del signo
fue un éxito. Es un tópico que figura en todos los manuales de historia de la
lingüística. Sin embargo es inusual que las obras posteriores a la de Thomsen
concluyan de un modo tan crítico sobre el sentido del diálogo platónico como lo
hace el maestro
Divididas
estuvieron las opiniones sobre si estas páginas de Platón-Sócrates están
escritas en serio o en broma. Tiénese más bien la impresión de que se trata
sólo de parodiar, de burlarse del tono que se daba a la discusión de estos
problemas en general; mas en principio apenas difiere éste del que hallamos en
Platón. (cap II, p. 21)
3. Gramática.- La gramática como metalenguaje brinda
numerosas páginas en la historia de la lingüística. En el fragmento reproducido
a continuación Thomsen describió la contribución del gramático renacentista
Pierre de
Valiosos
elementos para un nuevo método, más empírico, de la ciencia del lenguaje aporta
Petrus Ramus (Pierre de
4. Lingüística histórica.- La “nueva lingüística”,
como la calificó Thomsen, se nutre de la gramática histórico-comparatista. Esta
es la fuente principal de la obra. Su valor se cifra en la descripción de un
período en el que Thomsen participó de manera directa y muy destacada.
Rask,
Bopp y Grimm han contribuído, cada cual a su modo, a iniciar un nuevo
desarrollo en la lingüística y a cimentar la ciencia comparada de las lenguas:
Rask, en primer lugar, merced a sus investigaciones sobre las lenguas nórdicas,
en especial del islandés, (…) y también mediante sus estudios de las diversas
relaciones de parentesco y puntos de mutua dependencia de éstas y otras muchas
lenguas; Bopp, por su característico modo de servirse del sánscrito en el
cotejo de las lenguas de nuestro tronco lingüístico y por sus ingeniosas
disquisiciones anatómico-genéticas (…); Grimm, finalmente, por sus tratados de
las lenguas góticogermánicas y su sólida manera de aplicar a su estudio los
puntos de vista históricos. (cap IX, p. 85)
En el siguiente pasaje sobre las teorías del alemán Jakob
Grimm (1785-1863) y el danés Rasmus Rask (1787-1832), el historiador anotó
informaciones y valoraciones en las que atesora un conocimiento extraordinario.
La
causa de que Grimm y Rask, que al principio habían mantenido correspondencia
relativamente amistosa, a pesar de sus destacadas discrepancias en el terreno
científico, incurrieran en abierta hostilidad en la última parte de su vida,
estriba, en parte, en que Rask no podía penetrar en el terreno histórico,
especialmente cuando llega a la ordenación sistemática de las distintas
flexiones y en casos análogos. En este punto, el desarrollo posterior de la
lingüística ha dado a Grimm la razón en todo frente a Rask. (cap IX, p. 82)
Thomsen aportó un juicio ponderado sobre los autores
de los que trató. Se atuvo a factores objetivos y a aspectos particulares, como
la nacionalidad de los lingüistas. Este mismo rigor le dio pie a proclamar la
valía de su compatriota y discípulo de Rask, J. H. Bredsdorff. Lo equiparó a las grandes figuras del comparatismo,
Rask, Bopp y Grimm. Por el interés que tiene se disculpará la reproducción del
extenso párrafo dedicado a Bredsdorff.
Desearía
se me permitiera colocar al lado de estas tres figuras de la lingüística al
danés J. H. Bredsdorff (1790-1841), uno de los iniciadores de la nueva época,
investigador extraordinariamente genial y profundo. De sus diversos tratados
lingüísticos, exceptuando aquellos que tratan de fonética, debemos destacar
aquí la obra Sobre las causas de las variaciones de los idiomas, editada
como trabajo escolar en Roskilde, en 1821, cuya nueva edición corrió a mi cargo
en 1886, la cual, dentro de su modestia, se nos revela como una sucinta obra
maestra por el don de observación y la agudeza de visión de su autor, a pesar
de la frecuente inconsistencia de su material lingüístico, representa en toda
su manera de ver un avance de medio siglo sobre su tiempo. Mas por desgracia,
en parte por esta razón, en parte por la forma de publicación, pasó por entero
inadvertida, sin poder ejercer en la evolución lingüística el menor influjo, lo
que fué muy de lamentar. (cap IX, p. 85)
Es interesante este pasaje porque muestra aspectos
de la enunciación, es decir, las marcas del historiador en la creación
historiográfica. El autor se designó a sí mismo e intervino como un personaje o
“existente” del relato. En primer lugar, pidió permiso para realizar lo que
podía tomarse como una licencia al poner en la máxima categoría a Bredsdorff.
Y en segundo lugar señaló su responsabilidad
como editor en la transmisión de las enseñanzas del compatriota.
Si
tomamos distancia respecto de este homenaje a J. H. Bredsdorff y examinamos su influjo
en posteriores obras de historia de la lingüística, el balance es muy escaso[10].
Pero ésta página particular del nacionalismo es incomparable con el efecto que
ha tenido Thomsen en la historiografía. Son tópicos fundamentales las
controversias sobre la naturaleza motivada o convencional del signo y sobre la
anomalía o analogía de la lengua como código.
La vigencia
de Thomsen tiene también otras causas. Su perspectiva, vinculada a la gramática
comparada, aportó el interés por la tipología lingüística. Ese fue un criterio que
permitió valorar como relevantes documentos del Renacimiento y de los siglos
XVII y XVIII. Una muestra de ello es la sección que dedicó al gramático
renacentista Scalígero.
Hagamos
resaltar que adeudamos al genial y polifacético filólogo José Justo Scalígero
(1540-1609), hijo de Julio César Scalígero, el primer ensayo de agrupación de
las lenguas de Europa, a pesar de su brevedad, extraordinariamente claro y
completo. Redúcelas a once troncos de lenguas «matrices», con multitud de
dialectos o «propagines». (cap V, p. 50)
Y las gramáticas misioneras son otro ejemplo de cómo
la tipología es un problema que interesa a la lingüística. Las preguntas sobre
tipología permiten rastrear el pasado y redactar una historia.
He
aquí tal vez la causa de la extrema importancia del siglo XVII, y todavía más
del XVIII, en la historia de esta ciencia, a saber: la ampliación cada vez
mayor de sus dominios, a lo que contribuyen dos circunstancias principalmente:
el afán de viajar y el celo por la expansión de la religión de Jesucristo.
Aparecieron gramáticas de multitud de lenguas de otras partes del mundo, en
especial de Asia y América, todas ellas según el esquema de la gramática
latina, y a su vez léxicos que insertaban con frecuencia versiones de trozos
más o menos amplios de
Estos
párrafos muestran algo más que la consideración de la gramática de las causas
de Scalígero y las gramáticas misioneras. Indican una realidad general de la
obra, esto es que la tipología, junto con la descripción gramatical, forma el
eje de
Tradición de
la obra de Thomsen
La difusión
de la obra de Thomsen ha contado con ediciones en danés y en otras lenguas.
Esta buena acogida editorial se ha producido a lo largo del siglo XX. Y algunas
ediciones han completado las páginas del fundador con apéndices sobre la
historia reciente de la lingüística.
La
imprenta de
La
traducción al alemán apareció en 1927 (Halle, Niemeyer), en el mismo año de la
muerte de Thomsen. Corrió a cargo de Hans Wolfgang Pollak y se tituló Geschichte
der Sprachwissenschaft bis zum Ausgang des 19. Jahrhunderts. Kurzgefasste
Darstellung der Hauptpunkte (Historia de la lingüística desde los
ínicios hasta el siglo XIX. Breve descripción de los principales puntos). Reeditó
la versión alemana la editorial Ferdinand Enke, de Stuttgart, en 1940. La misma
traducción alemana de H. Pollak, junto con el prólogo de Christoph Gutknecht,
en 1979 una nueva edición de la editorial P. Lang, en Berna.
Del
Extremo Oriente proceden las versiones al japonés y el chino. En 1937 apareció
la traducción al japonés de Hisanosuke Izui y Shinʼichi Takaya, Gengogakushi:
sono shuyōten o
tadorite,
publicada en Tokio por Ko-bundo-shobo. Y una reedición de esta versión,
en 1998, corrió a cargo de la editorial
Yumani Shobo en la capital nipona. En 1960 Zhenhua Huang realizó la traducción
al chino. Se publicó en Pekín, a cargo de la editorial Ke xue chu ban she, con
el título Shi jiu shi ji mo yi qian de yu yan xue shi.
Una
edición muy interesante es la versión castellana, que se distingue por la
organización del texto y la inclusión de escritos complementarios. En efecto, en
1945 se publicó la traducción al castellano de Javier de Echave-Sustaeta: Historia
de
Echave-Sustaeta
también redactó un extenso epílogo de 33 páginas (p. 133-165) para cubrir el período
de cuarenta años que media entre el original de Thomsen y la edición española.
El apéndice resume los principios de la gramática comparada, añade una bibliografía
y presenta las figuras de finales del XIX y principios del XX. Reseña las ideas
de Saussure y su “escuela sociológica”, si bien considera que su orientación no
es apropiada. Y elogia la aportación de la escuela parisina de Meillet porque
es afín a la neogramática, un paradigma en el que se reconocía el latinista
Echave-Sustaeta. [12]
Figura 4. Porta y hoja de créditos de la edición española
(Labor, 1945).
Con
Internet y la edición digital el libro de Thomsen ha conseguido un nuevo canal
de difusión en el siglo XXI. El proyecto de
La
tradición de una obra se basa en la preservación de su contenido mediante la
edición y la propagación de sus ideas en los trabajos de autores posteriores.
Es usual la cita de Thomsen en obras generales de historia de la lingüística,
si bien suele ceñirse a una mención en la bibliografía. Las excepciones son Hjelmslev
(1942) y Mounin (1967) –a quienes ya hemos hecho referencia–, Tusón (1982),
Malmberg (1991) y Lepschy (1992).[13]
Las menciones que hace J. Tusón de Thomsen toman en consideración su historia
de la lingüística, mientras que los comentarios de Malmberg y Lepschy se
refieren a las aportaciones del danés al comparatismo. Son valiosos los dos
puntos de vista porque significan un reconocimiento como lingüista e
historiador.
Figura 5. Páginas del epílogo y del índice alfabético
redactadas por Javier deEchave-Sustaeta para la edición española de Historia
de
Tusón
tiene en cuenta los juicios de Thomsen para criticar el enfoque neogramático
del precursor y para compararlo con el corte axiomático que brinda el estructuralismo
y el generativismo. Lo interesante es que realiza esta operación de cotejo en
cada etapa de la historia, de manera negativa en las primeras y positiva en las
últimas. Sobre
El valor del
precursor
La figura de
Thomsen es conocida en la historiografía pero ello no implica que esté
reconocida. Se tiene su aportación a la historia de la lingüística por primeriza
y elemental. Su libro parece demasiado breve para abarcar con perspicacia una
tradición milenaria. Y se le reprocha su sesgo hacia el comparatismo.
No
obstante, la contribución de Vilhelm Thomsen a la historiografía merece mucha
más atención de la que ha recibido. Es fácil reconocer las diferencias entre Sprogvidenskabens
historie y sus secuelas, hasta el punto de que esa apreciación sugiera que
las obras posteriores no están motivadas por la primera. Pero hay suficientes
afinidades entre la de 1902 y las actuales como para considerar su influencia.
Thomsen centró su atención en unos autores de los que ha surgido un corpus
clásico. Ello es especialmente apropiado en el período de
Conviene
señalar la predilección de Thomsen por la etapa del historicismo en el siglo
XIX. Como se ha dicho, más de la mitad de
Da
sentido cabal a la obra un programa coherente. Su progreso requiere tres
etapas. La primera elabora la gramática como instrumento empírico de
descripción de la lengua, con Varrón y Dionisio el Tracio, entre los antiguos,
y Scaligero y Ramus entre los renacentistas. A continuación sigue una etapa de
exploración de las lenguas y sus relaciones, con las gramáticas misioneras y
los repertorios multilingües. Y la tercera etapa se centra en la cartografía y
genealogía de las lenguas, así como en el estudio de su tipología e historia.[15]
Figura 6. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente,
Este
programa historiográfico, que se alumbró bajo el paradigma
histórico-comparativo, resultó no sólo coherente sino enriquecedor. Con el
advenimiento del paradigma estructuralista o axiomático han emergido nuevos
autores y asuntos, como la gramática de Por-Royal y su aplicación de la teoría
del signo, o John Wilkins y la creación de lenguas artificiales. Y más tarde,
con el paradigma hermenéutico y de la variación lingüística, se ha producido
otra renovación, de modo que resultan significativos para el pensamiento lingüístico
la sofística, la retórica de B. Gracián o la distopía futurista de G. Orwell.[16]
El
avance de la lingüística estructural auspició en los años sesenta la aparición
de muchos libros de historia de la lingüística[17].
La actualidad de la obra de Thomsen se prolongó hasta esa década. Sentó cátedra
durante sesenta años. A su vez, los manuales que le relevaron han sido
desplazados a partir de los años noventa por nuevas obras, que han surgido de
un paradigma de especialización en la historiografía[18].
Hubo
una etapa fundacional, con la figura única de Thomsen, que aportó la matriz de
etapas, obras y asuntos. Le siguió otra de profusa actividad, con el esplendor
de la lingüística como paradigma de las ciencias. Es la que se ocupó de ampliar y matizar la recopilación de los
hechos memorables del pasado. Y le ha sucedido luego otra que refina
la metodología y se abre a una perspectiva compleja del pensamiento
lingüístico. En esa perspectiva amplia se acomodan el programa filológico y el
hermenéutico.
Desde
la perspectiva actual de la historiografía, la obra de Vilhelm Thomsen recobra
un nuevo sentido. Su Historia de
La
mirada que Thomsen dirigió al pasado concibió una disciplina nueva. En 1902 compuso
una obra que recogía una sugestiva investigación sobre la historia. “Apenas se
da objeto que invite más que éste a la investigación”, escribió en el inicio
del libro, “y en pocos terrenos puede el investigador volver como en éste la
vista a tan remoto desarrollo”. Con este manifiesto proclamó
Bibliografía
Auroux, Sylvain, ed. (1989-2000): Histoire des idées
linguistiques, Liège, Margada Editeur, 3 vols.
Baratin, Marc; Desbordes,
Françoise (1981): L’analyse linguistique dans l’Antiquité classique,
París, Klincksieck.
Barthes, Roland (1967): “El discurso de la historia”, en Barthes, El
susurro del lenguaje, Barcelona, Paidós, 1987; pág. 163-177.
Beuchot, Mauricio (1998): La retórica como pragmática y
hermenéutica, Rubí (Barcelona), Anthropos.
Brøndal, Viggo. (1927): "L'œuvre de Vilhelm Thomsen." Acta
philologica scandinavica 2:289-318, København.
Cerny, Jirí (1996): Historia
de la lingüística, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1998.
Crystal, David (1987): Enciclopedia
del lenguaje de
Desbordes, Françoise (1989): “Rhétorique”, en S. Auroux, Histoire des idées
linguistiques.
Desbordes, Françoise; Baratin,
Marc (1981): L’analyse linguistique dans l’Antiquité classique, París,
Klincksieck.
Echave-Sustaeta,
Javier de (1945): “Prólogo”, “Epílogo” a Vilhelm Thomsen, Historia de
Fish, Stanley (1989): Práctica
sin teoría: retórica y cambio en la vida institucional, Barcelona, Destino,
1992.
Gadamer, Hans-Georg (1958): El
problema de la conciencia histórica, Madrid, Tecnos, 1993.
Harris,
Hjelmslev, Louis (1942): “Vilhelm Thomsen”, en L. Hjelmslev, Ensayos
lingüísticos,
Ivic, Milka (1963): Trends in Linguistics¸ Londres, Janua
Linguarum, 1965.
Joseph, John E.; Love, Nigel; Taylor, Talbot J (2001): Landmarks in Linguistic Thought II: The Western
Tradition in the Twentieth Century.
Koerner, Konrad;
Asher, R. E., eds. (1995): Concise History of the Language
Sciences,
Laborda Gil, Xavier (2002): “Historiografía Lingüística: Veinte principios del
programa hermenéutico”, Revista de Investigación lingüística, RIL., Nº
1, Vol. V, 2002, p. 179-207, Universidad de Murcia.
Laborda Gil, Xavier (2005): “Historiografía Lingüística y visibilidad de
Law, Vivien (2003): The History of Linguistics in Europe from Plato to
1600,
Lepschy, Giulio, ed. (1992): History of linguistics.
Nineteenth-century linguistics, Londres, Longman.
Leroy, Maurice (1964): Las grandes corrientes de la lingüística,
México y Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1969.
Lledó, Emilio (1991): El
silencio de la escritura, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
Lozano, Jorge (1987): El discurso histórico, Madrid, Alianza
Universidad.
Malmberg, Bertil (1991): Histoire de la linguistique: de Sumer à
Saussure, Paris, PUF.
Marcos Marín, Francisco (1990): Introducción a
Meillet, Antoine (1926-1938): Linguistique historique et
linguistique générale, tomo II, página 184, “Vilhelm Thomsen”, Paris : C.
Klincksieck, 1951 [Paris, Édouard Champion,
1965.]
Mounin,
Georges (1967): Historia
de la lingüística. Desde los orígenes al siglo XX, Madrid, Gredos, 1968.
Newmeyer, Frederick J. (2005): The History of Linguistics. Linguistic Society of
Niederehe, Hans-Josef;
Koerner, Konrad (1990): History and
Historiography of Linguistics. Papers form the Fourth International Conference
on the History of Language Sciences,
Parret, Herman, ed. (1976): History
of linguistic thought and contemporary linguistics, Berlín, W. de Gruyter.
Pedersen, Holger (1924): The discovery of Language.
Linguistic Science in the Nineteenth Century [Ciencia lingüística en el
siglo XIX,
Robins; Robert H. (1967): Breve historia de la lingüística, Madrid,
Paraninfo, 1974.
Romilly, Jacqueline de (1988): Los grandes filósofos en al
Atenas de Pericles.
Sebeok, Thomas E. (edit.) (1975): “Historiography of
Linguistics”, volumen 13 de Current Trends in Linguistics,
Serrano, Sebastià (1983): La
lingüística: su historia y desarrollo, Barcelona, Montesinos.
Steinthal, Heymann (1863): Geschichte der Sprachwissenschaft bei
den Griechen und Römern : mit besonderer Rücksicht auf die Logik / von H.
Steinthal, Berlin, F. Dümmler's Verlagsbuchhandlung.
Swiggers, Pierre (1997): Histoire de la pensée linguistique.
Analyse du langage et reflexion linguistique dans la culture occidentale, de
l’Antiquité au XIXe. siècle, Paris, PUF.
Tagliavini, Carlo (1969): Panorama di Storia della linguistica,
Bologna, Pàtron.
Thomsen, Wilhelm (1902): Sprogvidenskabens
historie; en kortfattet fremstilling [Historia de
Tuson, Jesús (1982): Aproximación a la historia de la
lingüística, Barcelona, Teide.
Wickman, Bo (1988): "The history of Uralic linguistics",
en Denis Sinor, ed., The Uralic Languages: Description, History and Foreign
Influences,
[1] El presente
artículo recoge una investigación que participa del proyecto FFI2009-10424,
"Globalización, intercomunicación y lenguas propias en las comunidades
lingüísticas medianas", financiado por MEC (0FIL).
[2] H. Pedersen
publicó en 1924 en danés El descubirmiento del lenguaje. Ciencia
lingüística en el siglo XIX. La traducción al inglés corrió a cargo de J.
W. Spargo en 1931 (Harvard University Press) y en 1962 se reeditó (Bloomington,
Indiana University Press).
[3] Un
antecedente parcial, puesto que se circunscribe a
[4] En el fondo
“Internet Archives” de
<www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog_djvu.txt>;
como documento facsimilar en pdf (4,46 Mb):
<http://ia351417.us.archive.org/1/items/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog.pdf>;
o para la lectura en red, con buscador de términos: <http://www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog >.
También como documento pdf
(5,92 Mb), un ejemplar de
<http://ia331430.us.archive.org/1/items/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft.pdf>
Y en formato de texto: http://www.archive.org/stream/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft_djvu.txt
[5] Página 1,
en la edición original; la versión procede de Hjelmslev (1943:35). El resto de
citas de Thomsen proceden de la edición castellana de J. Echave-Sustaeta
(Madrid, Labor 1945), que tiene una paginación más extensa por la división del
manuscrito en capítulos.
[6] Como
referencia sobre la extensión del texto –además del número de páginas–, cabe
indicar que se compone de unas 32.000 palabras.
[7] Hjelmslev (1942:32) ofrece una variación del
subtítulo que no aparece en la edición original, Una exposición concisa de
sus hechos esenciales (En kortfattet fremstilling af dens hovedpunkter).
[8] Un grado
similar de reparto asimétrico puede verse en la antología de textos de Hans
Arens, La lingüística (1969). Dispone el material anterior al siglo XIX
en 200 páginas –recogido en la parte “El camino hacia la ciencia del
lenguaje”–, mientras que el siglo XIX ocupa 300 páginas y, finalmente, los
sesenta años del siglo XX que estudia suponen 500 páginas más.
[9] La
historiografía distingue entre la enunciación, el enunciado y la
representación. La enunciación presenta las acciones del autor, como las
referencias a sí mismo (el yo autoral) o el modo cómo organiza el discurso en
partes. Corresponden al enunciado las fuentes, los autores y obras citadas. Y
se refiere a la representación el sentido que se da al relato histórico, es
decir, el canon o modelo de lingüística que se promueve.
[10] Aparecen
dos referencias breves a Bredsdorff en H. Pedersen (1924, en la edición inglesa
de 1931, p. 260, nota 1) y en M. Leroy (1964, en la edición castellana de 1969,
p. 29). En otro lugar del libro, en defensa de autores nacionales, Thomsen
también distingue a un gramático danés del Renacimiento, Jacobo Madsen Aarhus
(Iacobus Matthiae, 1538-1586), autor del compendio sobre fonética De litteris
libri duo publicado en 1586 (cap. V,
p. 51).
[11] El arte de
la traducción ofrece variaciones tan curiosas como la que podemos apreciar e n
dos versiones vertidas al español. Comparemos la traducción de la primera frase
del libro de Thomsen. En la edición de Echave-Sustaeta dice así: “”Fuerza es
considerar el lenguaje como la manifestación del espíritu humano tenida por más
digna de admiración a lo largo de los tiempos”. Y la cita de la frase en
Hjelmslev (1942:32), con traducción de Alejandro Cánovas en 1987, reza del
siguiente modo: “De todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda
de que el lenguaje es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la más
milagrosa”. En ambos casos los traductores no han trabajado el manuscrito en
danés sino que han partido de traducciones del alemán y el francés,
respectivamente. Por otra parte, la fecha de la traducción –1945 y 1987,
respectivamente– y la moda expresiva del momento puede explicar unas
diferencias estilísticas tan notables.
[12] El epílogo
se compone de siete partes con el siguiente contenido: Renovación de la lingüística. Aportaciones de la
gramática comparada. Principios innovadores. La escuela sociológica. La escuela
parisiense. La lingüística romance. La escuela idealista.
[13] Tuson
(1982:31 –n. 8-, 40, 62, 75, 89 –n. 31-, 177), Malmberg (1991:312, 325, 349,
351, 352, 412), Lepschy (1992:15, 227, 273, 280, 402).
[14] Junto a la
asimetría temporal también hay asimetría local, en sentido de que ciertos
autores que le son más cercanos en el espacio aparecen más; es el caso de la
lengua y los gramáticos daneses, a los que hace referencia de manera
preferente.
[15] Véase la
afinidad de este programa con el plan histórico que propone P. Swiggers
(1997:V-VII)
[16] En relación
a este paradigma contextual, véase Beuchot (1998) y Laborda (2005) sobre la
sofística y la retórica; y Joseph, Love y Taylor (2001) sobre Orwell y Bruner,
entre otros autores. Hay en Koerner y Asher (1995:3.8) una crítica frontal
contra la historia de la lingüística como “mera anotación de las
investigaciones” sobre este campo, es decir contra las etapas precedentes.
[17] En los años
sesenta y posteriores hay una producción historiográfica considerable con Ivic
(1963), Leroy (1964), Robins (1967), Mounin (1967), Arens (1969), Tagliavini
(1969), Sebeok (1975), Parret (1976), Tuson (1982), Serrano (1983), Harris y
Taylor (1989), Marcos (1990), Malmberg
(1991) o Cerný (1996).
[18] Auroux (1989-2000), Lepschy (1992), Koerner y Asher
(1995), Swiggers (1997), Joseph, Love y Taylor (2001), Law (2003).
|