REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


CHORUS OF MUSHROOMS (CORO DE SETAS) DE HIROMI GOTO:   MIGRACIÓN, IDENTIDAD E HISTORIAS

 

Irene Starace

(Universidad Autónoma de Madrid)

 

 

Resumen  

A partir de los años Setenta del siglo pasado, en Canadá empezó a ser   publicada una producción de notable calidad por autores de origen japonés. La novela que voy a analizar, Chorus of mushrooms, de Hiromi Goto, publicada en 1994, es una de estas obras y explora los temas de la migración, del idioma, de las historias como medio para encontrar una identidad.

Palabras clave

Nipocanadienses, migración, identidad, historias, idioma.

Summary

Since the last thirty years of the last century, a remarkable literary production by Japan-Canadian writers began to be published. This novel by Hiromi Goto, Chorus of mushrooms, published in 1994, belongs to it and explores the themes of migration, language, and tales as a possibility to find an identity.

Keywords

Japan-Canadian, migration, identity, tales, language.

   

1.Premisa

 

Este artículo se basa en mi trabajo de fin del curso de doctorado "Creación literaria y experiencia del exilio", aunque en la novela que analizo a continuación se habla de migración escogida libremente más que de exilio en el sentido estricto del término. Esta obra forma parte de una ya rica e interesante tradición de literatura de nipocanadienses de habla inglesa. Para su análisis he utilizado el método del tematismo estructural.

 

2. La Ley de Multiculturalismo

 

En 1971, dada la presencia de numerosas y compactas comunidades de inmigrantes en el territorio canadiense, el gobierno aprobó la Ley de Multiculturalismo, que tenía como objetivo la promoción del conocimiento mutuo entre los canadienses y las poblaciones de inmigrantes. El año sucesivo, fue instituido un ministerio para el multiculturalismo, que promueve traducciones, enseñanza de idiomas, organización de eventos culturales, etc., para favorecer el conocimiento y el intercambio cultural[1]. En lugar del melting pot estadounidense, el estilo de convivencia canadiense es definido "mosaico cultural"[2].

 

3. Literatura nipo-canadiense

 

Los escritores nipo-canadienses empezaron a hacer oír su voz justamente en esos años, aunque tenían una historia de presencia en el país de más de cien años. Algunas de las causas fueron las duras condiciones de trabajo y la feroz discriminación a las que eran sometidos. En 1975 fue publicada Maple (Arce), una antología de poetas de tanka (la forma poética tradicional japonesa, de 31 sílabas) inmigrantes de primera generación. Uno de sus autores más destacados fue Takeo Nakano, llegado a Canadá en 1920.

Durante la Segunda Guerra Mundial pasó algo traumático para los nipo-canadienses: fueron considerados enemigos y en consecuencia encerrados en campos de concentración. Nakano habla también de esa experiencia en Within the barbed wire fence (Detrás del alambre de púas) de 1980, pero la obra más lograda sobre el tema, y la que más eco tuvo, fue Obasan (Tía), de Joy Kogawa (1935-), del año sucesivo. La obra, de marca autobiográfica, es la historia de una niña, Naomi, y de los esfuerzos de su tía para salvarla del cautiverio. Ganó el primer premio "Books in Canada" para la novela y el premio "Book of the Year" de la Asociación de los Autores Canadienses. La novela tiene una continuación, Itsuka (Un día, 1992), que cuenta la implicación de Naomi en el movimiento para obtener una indemnización al daño sufrido con el cautiverio. Kogawa es también autora de varios libros de poemas[3].

El tema de los campos de concentración también aparece en Daruma Days (Los días de Daruma, 1997) de Terry Watada (Toronto, 1951-), autor de ficción, poesía, teatro y ensayística: Daruma Days es una serie de cuentos conectados entre sí que forman la historia de una familia de inmigrantes japoneses a lo largo de un siglo. Otras obras importantes de Watada son Kuroshio (Corriente negra, 2007), también de ficción, Bukkyo tozen: a history of Buddhism in Canada (Bukkyo tozen: una historia del Budismo en Canadá, 1996) y las obras de teatro Vincent (1993), historia de una familia con un hijo esquizofrénico, y Tale of a Mask (Historia de una careta, 1993), que sigue en paralelo la historia de dos mujeres japonesas emigradas que asesinaron a sus esposos e hijos y se suicidaron. A través de estas historias, Watada examina los puntos de vista sobre la enfermedad mental en la cultura canadiense y en la japonesa.[4]

En general, los escritores nipo-canadienses, tal y como los demás escritores de origen asiático, van a la búsqueda de sus raíces y rechazan la asimilación. Esos aspectos aparecen también en la obra de Hiromi Goto.

 

 

4. Hiromi Goto

 

La autora de esta novela nació en Chibaken, en Japón, en 1966, pero se mudó a Canadá con su familia a los tres años. Vivieron ocho años en Columbia Británica y sucesivamente se trasladaron a Nanton, donde su padre abrió un cultivo de setas. En 1989 se graduó en literatura inglesa y arte e ingresó a la escuela de escritura de Aritha van Herk. "A chorus of mushrooms" fue su primera novela, publicada en 1994, y ganó varios premios, entre los cuales el Commonwealth Writers' Prize. En 2001 publicó su segunda novela, "The kappa child" (El niño kappa; los kappa son criaturas del folclore japonés), con la que ganó el James Tiptee jr. Memorial Award. También es autora de una novela para niños, de cuentos, poemas y ensayos, y activista por los derechos de las mujeres y contra el racismo.[5]

 

 

5.Análisis de Chorus of mushrooms

 

5.1. La trama y la estructura

 

La novela cuenta la historia de una familia de cultivadores de setas japoneses emigrados a Canadá, a la pequeña ciudad de Nanton: padre, madre, una hija, Muriel, y la abuela materna, Naoe. Esta última es la primera en aparecer, sentada en una silla y gritando sin interrupción en japonés contra el viento de las praderas que también sopla sin cesar, traendo polvo y secando el cuerpo. Naoe, la Obachan (abuelita) ha transcurrido de esta manera los veinte años de su estancia en el nuevo país, pero un día, a los ochenta y cinco, decide irse para vivir las experiencias que hasta el momento no ha tenido y porque "quando le parole hanno fatto il loro corso, arriva un tempo per il cambiamento".[6] Después de su huida, Keiko, su hija, se enferma y Muriel es obligada por el padre a atenderla. Pide ayuda a la abuela con el pensamiento y Naoe le responde que prepare comida japonesa. Muriel sigue su consejo y empieza así a descubrir que su padre ha seguido comiendo a la japonesa a escondidas, y los sabores de su tierra natal. Su madre se cura y poco a poco la cultura japonesa entra en la vida de la familia; al mismo tiempo los padres y la hija empiezan por primera vez a comprenderse y a conocerse. Muriel encuentra a un novio japonés y empiezan una relación muy feliz, pero ella también decide marcharse, como su abuela, porque "le donne camminano verso una stessa meta".[7] Dónde irá no nos es dicho: sólo sabemos que no será Japón, porque sería "troppo letterale".[8]

Es difícil resumir la trama de Chorus of mushrooms porque el trato del tiempo es extremamente libre y hay muchos saltos entre el pasado y el presente. Así conocemos también la vida de Naoe, su niñez feliz en una familia rica, el empobrecimiento a raíz de un engaño en el que cae el padre, su matrimonio con un hombre que no ama, la estancia en Manchuria, la guerra. También nos es contado bastante sobre la vida de Muriel, una vida en la que tropieza constantemente con los malentendidos y las incomprensiones causadas por su "diversidad" y sus padres, que han decidido renunciar a su cultura para evitar problemas, sobre todo a ella, no son en absoluto capaces de ayudarla.

También la estructura narrativa y la instancia enunciativa son muy originales: el marco de la historia son los cuentos que Muriel narra a su novio sobre su vida y la de su abuela, involucrándolo progresivamente en los sucesos como personaje. Dentro de este marco, la novela está dividida en cinco partes, pero la tercera es explicitamente declarada "faltante": los olvidos, las pérdidas, lo escondido, lo eliminado.

Con respeto a la instancia enunciativa, la historia es narrada en primera persona por la abuela y la nieta, y siempre es indicado quién habla. Sin embargo, hay algunas excepciones: las historias que Naoe cuenta y algunos puntos importantes (Muriel traendo a la abuela un paquete llegado de Japón, la partida de Naoe y una escena de su viaje, la escena en la que Murasaki se sienta en la silla de su abuela), que son narrados en la tercera. Además, de vez en cuando se insertan en el texto artículos periodísticos y frases anónimas, en ambos casos sobre el tema de la inmigración. Un artículo es sobre la desaparición de Naoe, como para mirar el evento de otro punto de vista.

 

5.2.Temáticas: la identidad

 

5.2.1 Migración y racismo

La migración y el racismo de que se habla en esta novela no son los de la tragedia: la migración de la familia Tonkatsu no fue causada por miseria o persecuciones (de hecho, el motivo tampoco es especificado) y el racismo no es violento o agresivo, sino que es el racismo de la ignorancia, de los prejuicios, de las preguntas estúpidas, de la desconfianza constantemente alerta: Murasaki sabe, "grazie a quella forma di istinto che viene dalla paura",[9] que no debe unirse a los demás inmigrantes de origen asiático si quiere ser aceptada. Ellos son tolerables sólo individualmente.

La novela registra estos dos temas no sólo a través de lo que pasa en la vida de Murasaki, sino aduciendo artículos de periódicos y frases anónimas, éstas llenas de aquellos lugares comunes que son tan difíciles de soportar.

Las reacciones de las tres mujeres de la familia a la nueva vida son completamente diferentes: como hemos visto, Keiko, la hija, decide, y convence también al marido, integrarse totalmente. Naoe, al contrario, decide reaccionar contra la nueva realidad, y sobre todo contra la actitud de su hija, y en su apariente locura desarrolla una mirada crítica, llena de ironía, hacia ambas culturas. En este sentido, es muy importante que nombre un tema todavía tabú en Japón, el de las atrocidades cometidas por los japoneses durante su intento de colonizar a China y Sureste Asiático, empezado antes de la Segunda Guerra Mundial. Muriel quiere ser aceptada, pero al mismo tiempo tiene que hacer frente a los prejuicios de la gente, se siente a disgusto sin saber cómo reaccionar (también por "no tener palabras" contra eso), y  la integración total praticada por su madre no es en absoluto una posibilidad de salvación. En este sentido es extremamente significativo el episodio en que Muriel, a sus once años, es elegida para interpretar a Alicia en el espectáculo de la escuela, pero, según la maestra, tendría que ponerse una peluca rubia y la madre, en lugar de ofenderse, llega a ofrecerse de teñirle el pelo, causando a la hija una comprensible verguenza. Esa misma noche, sola en su habitación, meditando llena de enfado,  Muriel tiene su primera regla y se asusta, no sabiendo qué es. Quien está a su lado, la tranquiliza y celebra el evento, logrando hacerse comprender aunque habla otro idioma, es la Obachan. Este doble episodio es el que mejor expresa la extrañeza entre la madre y la hija, incapaces de comunicar tanto en la familia como en el mundo exterior.

Para concluir, es importante subrayar que la búsqueda de un equilibrio en la vida de los inmigrantes es presentada como difícil, pero defínitivamente posible. Hay un optimismo de fondo en esta novela: "Una storia di migranti a lieto fine. Niente è impossibile. Entro certi limiti, naturalmente".[10]

 

5.2.2 Identidad e idioma. Al decidir cambiar de cultura, Keiko y su marido Shinji no logran más ni hablar ni pensar en japonés. Ni siquiera recuerdan su apellido. Sólo, Shinji recuerda una palabra: tonkatsu, el nombre de una comida (chuletas de cerdo fritas), y por una vez es él quien toma una decisión: asumirla como apellido. Sin embargo cambian sus nombres: Keiko se convierte en "Kay" y Shinji  en "Sam". Naturalmente dan a su hija un nombre inglés, pero su abuela la llama Murasaki y, de adulta, ella se entera del significado de este nombre, que es doble: en el sentido literal significa "violeta", pero es también el nombre con el que es conocida la autora de la primera (y mejor) novela de la literatura japonesa, el Genji monogatari (Historia de Genji). En todo eso hay una fractura terriblemente profunda, que involucra la identidad no sólo cultural, sino también individual y humana de la familia. Muriel ha crecido hablando con sus padres un inglés despojado de sentimientos y profundidad, tal y como su relación con ellos, que siente completamente extraños y vacíos, sobre todo su padre. Por otra parte, ha escuchado desde siempre las "parole cariche di dolore e di desiderio"[11] de su abuela, pero no puede llegar a comprenderlas. Su "fame di parole",[12] que tiene desde siempre, no puede ser saciada, ni siquiera fuera de su familia, donde no hay nada que se pueda comparar con las palabras de la Obachan. La falta de palabras, como hemos visto, también impide defenderse de los frecuentes choques con los prejuicios ajenos. Aprendiendo, una vez adulta, su idioma nativo, Murasaki adquiere las ventajas de compensar las carencias de un idioma con el otro, además de la posibilidad de volver a su cultura nativa y de enriquecerse como persona.

Hay algunos momentos en los cuales la reapropriación del idioma llega por vías misteriosas, mágicas: cuando Murasaki, de niña, escuchando a Naoe logra comprenderla y expresarse ella misma en japonés, que es uno de los momentos más hermosos de la novela, y cuando Murasaki (y, en paralelo, Naoe) descubre haber hablado siempre en japonés con su novio, aunque había creído hablar en inglés.

En la novela, aparecen de vez en cuando palabras y expresiones japonesas: una opción de la autora de reivindicar su identidad y las peculiaridades de su idioma, aun a riesgo de no ser entendida.

La reapropriación de la identidad cultural, obviamente, pasa por muchas vías, no sólo por el idioma: una es el estudio de la cultura, otra, aún más importante, la comida. Es la comida japonesa lo que permite a Keiko curarse de la extenuación nerviosa en que ha caído después de la huida de su madre, y a toda la familia empezar a comunicar de una manera nueva. Poco a poco salen a la luz sus relaciones con sus costumbres originarias, mantenidas en secreto como un amor clandestino, y el trauma de haber olvidado el idioma nativo. Entre los padres y la hija se establece una nueva comprensión y relaciones más auténticas. Incluso, Keiko ríe más y Murasaki se alegra tanto que se queda en casa para escucharla. En su vida empiezan a entrar pequeñas costumbres cotidianas japonesas, como la de hacerse limpiar las orejas por su madre con un palito de bambú, que no sólo encuentra increíblemente agradable, sino también la lleva a oír sonidos que nunca había oído antes. Algo parecido pasa cuando se entera del significado literal de su nombre japonés: lo primero que siente es placer, asociando el color a las cosas de la naturaleza que lo llevan. Este placer, esta posibilidad de entrar en el espíritu de las cosas y crear relaciones con ellas, a lo largo de la novela sólo se verifican con lo que es japonés, de la comida a las palabras al amor. Viceversa, la vida canadiense es presentada como pobre y amorfa en estos mismos aspectos y en otros, como los prejuicios raciales y el fanatismo religioso. Sin embargo, no hay racismo en la autora, ni en su personaje: ella no quiere dejar Canadá. A pesar de todo, es uno de sus países.

 

5.3. Las historias: cruce entre realidad y ficción y vuelta a la cultura japonesa

 

Tanto Naoe como Murasaki son narradoras de historias. A este propósito, el hecho de que Naoe llame a su nieta Murasaki puede ser una manera de llamarla a tomar un sitio en la gran tradición literaria de su país. Murasaki también recibe de su abuela la idea de que el idioma es "un organismo viviente", que se transforma y vive con nosotros. De la misma manera, las historias cambian en el propio momento en el que son narradas. Creerlas o no es "cuestión de fe", como dice más de una vez Murasaki frente a las dudas de su novio. Eso nos pasa, por ejemplo, con las "conversaciones" a distancia entre la abuela y la nieta: a menos que no se crea en la telepatía, es muy poco verosímil que Murasaki pueda pedirle consejos a Naoe en varias ocasiones, entre las cuales la enfermedad de su madre. En otras ocasiones la autora brinda algunos detalles " realistas". Por ejemplo, ¿qué es de Naoe cuando se va de casa a los ochenta y cinco años, después de pasar veinte en una silla? No lo sabemos, damos por sentado que lo que nos sigue contando no es cierto, pero de la voz de Murasaki, que nos habla de los recibos de la tarjeta de crédito y de una postal enviada a Keiko, sabemos que su viaje continúa, y entonces que, de alguna manera, lo está pasando bien. Sin embargo, en la mayoría de los casos somos advertidos de que todo lo que nos es narrado es inventado en el momento y que su verdad dura exactamente el momento en el que es formulado.

Naoe cuenta cuatro historias en las que recrea, con mucha ironía, mitos y leyendas japonesas, y declara explícitamente que las historias cambian y por eso no hay que tomarlas al pie de la letra. Fijar las historias en un único texto y en una única interpretación sería como intentar paralizar la vida, porque las historias no son algo distinto de la vida. Dicho sea de paso, el Genji, que la autora cita en el apéndice final, junto a las leyendas japonesas, como uno de los textos que han influenciado su novela, tiene una característica parecida de mutabilidad, aun en el marco de una historia claramente definida, y de potencial abertura ad infinitum.[13]  Es algo típico, desde la antiguedad, de la literatura oriental, mientras que el Occidente sólo lo ha descubierto recientemente.

Contar y viajar son las maneras que la abuela y la nieta han encontrado para definir su identidad de mujeres inmigrantes, para encontrarse a sí mismas y relacionarse con los demás. Es una búsqueda que puede reservar sorpresas, aventuras y también la posibilidad de escuchar historias interesantes de los demás. No es algo excluyente. Cuando Murasaki se marcha, al final de la novela, bajo la mirada triste de su novio, escribe que él sabe que puede cambiar la historia. Quizá la inclusión, la textura de redes que no dejen fuera a nadie, es la meta común de las mujeres de que habla Murasaki.

 

6. Conclusión

 

Lo que hasta ahora ha quedado fuera de este análisis son los momentos líricos de extraordinaria belleza presentes en esta novela, las estupendas imágenes que Hiromi Goto sabe crear. Uno de éstos momentos, y el más importante, es el del "coro de setas" que da el título a la obra. Cuando Naoe se marcha, por la noche, pasa por el setal, a verlo por primera vez, y es acogida por la humedad que en Canadá no existe. La humedad penetra en su cuerpo y le devuelve la juventud y la hermosura y en el silencio se oye el coro de las setas, que no conoce el tiempo. El setal, que Murasaki odia desde siempre, se vuelve un lugar mágico. En efecto, es el lugar de la diversidad por excelencia: húmedo, caliente y fecundo en un país reseco y frío. La humedad y el calor son también características de Japón, y asimismo, junto a la fecundidad, del cuerpo femenino en su plenitud vital. El paso de Naoe por el setal podría así interpretarse como un segundo nacimiento. Al mismo tiempo, su huida marca un renacimiento en la vida de la familia: el vacío dejado por su presencia obliga a sus familiares a ajustar cuentas con la fractura cultural y existencial que quiebra sus vidas.

Este mismo concepto de renacimiento se puede aplicar sin dificultad a la manera en que la migración es vista por las dos mujeres: al fin y al cabo, como una oportunidad, de conocimiento y enriquecimiento mutuos, en un recorrido sin fin que, tanto a nivel individual como al colectivo, acaba de empezar. Sin desarraigo y búsqueda, sus historias habrían sido sin duda menos interesantes y habría sido más difícil empezar el camino hacia la "meta" de las mujeres. Es eso lo que ocurre al final de esta novela. El optimismo hacia la situación de sus protagonistas y hacia la vida es lo que la recorre y contribuye a dar esperanza en un futuro más rico y con menos barreras.

 

Bibliografía

 

De Sanctis, C., Come una salamandra, introducción a supra.

Goto, H., Coro di funghi, traducción italiana de Cristiana De Sanctis y Valeria Trisoglio, Roma, Edizioni Socrates, 2005.

 

Sitios web

 

www.athabascau.ca/writers/goto/goto.html

 

www.thecanadianencyclopedia.com/ethnic­literature 

 

www.quarles.unbc.ca/kbeeler_html/research/kog1.html

 

www.poets.ca/linktext/direct/watada.htm

 

 



[1] ) www.thecanadianencyclopedia.com/ethnic literature (consultado el 15 de mayo de 2009)

[2] De Sanctis, C., Come una salamandra, introducción a Goto, H., Coro di funghi, traducción italiana de Cristiana De Sanctis y Valeria Trisoglio, Roma, Edizioni Socrates, 2005, p. 7.

[3] quarles.unbc.ca/kbeeler_html/research/kog1.html (consultado el 17 de mayo de 2009)

[4] www.poets.ca/linktext/direct/watada.htm (consultado el 17 de mayo de 2009)

[5] www.athabascau.ca/writers/goto/goto.html (consultado el 20 de mayo de 2009)

[6] Coro di funghi cit., p. 84. "Cuando las palabras han hecho su recorrido, llega un tiempo para el cambio".

[7] Idem, p.199. "Las mujeres andan hacia una misma meta".

[8] Id., p. 207. "Demasiado literal".

[9] Ib., p. 132. "Gracias a esa forma de instinto que viene del miedo"

[10] Ib., p. 209. "Una historia de migrantes de final feliz. Nada es imposible. Dentro de ciertos límites, naturalmente".

[11] Ib., p. 105. "Palabras cargadas de dolor y deseo"

[12] Ib., p. 107. "Hambre de palabras".

[13] (13) Cfr. Haruo Shirane, The bridge of dreams. A poetic of 'The tale of Genji', Stanford, Stanford University Press, 1987 y Earl Miner, Poetiche della creatività. Un saggio interculturale sulle teorie della letteratura, Roma, Armando Editore, 1999.

El primero hace notar cómo, a lo largo de la novela, Murasaki retoma los mismos temas, pero con enfoques e intenciones totalmente diferentes, y cómo el último capítulo es al mismo tiempo un final y un nuevo inicio; el segundo subraya que, en la literatura oriental, el final es continuamente postergado, como la iluminación de las personas a lo largo del ciclo de los renacimientos.