REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


DISLOCACIÓN CULTURAL EN LA OBRA DE

ELIZABETH NUNEZ

Audy Yuliser Castañeda Castañeda

 

(Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto

Pedagógico de Caracas)

 

 

RESUMEN

 

          En este trabajo se intenta definir el concepto de dislocación cultural (cultural displacement), como noción central para entender la experiencia migratoria de escritoras del Caribe anglófono como Elizabeth Nunez, las vivencias a partir de la situación de separación, distanciamiento, de su tierra natal, en este caso Trinidad y Tobago, y cómo se manifiesta en sus obras literarias.  Se hace un recorrido por conceptos diversos, para luego dar cuenta de este fenómeno, tal y como aparecen en las siete novelas publicadas por Elizabeth Nunez hasta ahora.

 

PALABRAS CLAVE: dislocación cultural; Caribe anglófono; Elizabeth Nunez.

 

ABSTRACT

          In this study an attempt has been made to define the concept of cultural displacement, as a major notion that will help understand the experience of migration for writers from the English-speaking Caribbean, such as Trinidarian Elizabeth Nunez, her living separated, distanced from her motherland, and how this manifests into her literary works.  Several concepts are examined, and a reference to each of her seven novels is included to end this article.

 

KEY WORDS: cultural dislocation; English-speaking Caribbean; Elizabeth Nunez.

 


 

 

Introducción

 

Antes de precisar el concepto de dislocación cultural que sirve de eje temático de esta investigación, se hace necesario discutir brevemente sobre un aspecto de interés: el rol de las obras artísticas en los procesos comunicativos y su incidencia en situaciones donde se evidencia el encuentro entre varias culturas. Para ello, se tomará como fundamentos teóricos de apoyo los planteamientos de Yuri (Juri, también Iuri)  Lotman en sus diversos escritos, complementados con algunos comentarios de Mancuso (2007-2008). Se sostiene la idea de que la breve discusión que se incluye a continuación tiene relevancia para definir la idea de dislocación cultural en términos operativos, y contextualizarla debidamente. 

Lotman en sus escritos plantea que las obras artísticas (entiéndase en este contexto, las obras literarias) son un tipo particular de producción de signos, que intencionalmente tienden a provocar una irrupción violenta de significados diferentes al significado nuclear de un sistema cultural determinado, produciendo así un quiebre de la hegemonía que impide el funcionamiento de dispositivos de asimilación. En la obra literaria el lenguaje reconstruye la visión que tiene de sí mismo – proceso autorreferencial – a la vez que se transforma una determinada estructura de significados produciendo significados nuevos.  En este sentido, se puede afirmar que en una situación de exilio, por ejemplo, un escritor que ha dejado su tierra natal y se ha “transplantado” en una nueva nación, produce en sus obras, aún sin proponérselo, una visión o grupos de significados diferentes al predominante en ese lugar nuevo para él. 

En el caso de un escritor en el exilio, conviven en él al menos dos universos discursivos que se enfrentan, de manera que los textos literarios producidos en estos contextos tienden a ser más heterogéneos, caracterizados por una variedad mayor de significaciones y variables.  Cada contexto cultural tiene su propia memoria, su propia historia, y el contacto entre varios contextos culturales produce el significado nuevo, aleatorio o imprevisible. El viaje de un escritor que se exilia debería entenderse más allá del desplazamiento geográfico, ya que implica un traslado y fractura de un mundo cultural, una dislocación cultural, que puede o no evidenciarse a través de la producción literaria de dicho artista.

Para complementar lo anteriormente expuesto, donde se afirma que el encuentro de varias culturas en un texto literario tiene como producto una serie de nuevos significados, se cita un trabajo de Arlene Singh Datoo (2006), en el cual se describe la novela autobiográfica de V.S. Naipaul The Enigma of Arrival. En esta discusión se evidencia la condición de exiliado de este conocido autor Trinitario, quien, en palabras de Singh “oscila entre una educación estructurada bajo el yugo del colonialismo y la lucha por un sentido de pertenencia en un mundo postcolonial” (p. 95). En esta novela, se explora una de las consecuencias de la dislocación cultural que experimentan los habitantes del Caribe de habla inglesa a partir del proceso de colonización británica: los efectos psicológicos sobre un escritor postcolonial de esa región como Naipaul, la negación de un sentido de pertenencia basado en una línea continua, sin interrupciones, de historia cultural por la cual se defina su existencia.  Ante tal fragmentación histórica, para autores como Naipaul se hace necesario entonces crear su propia historia personal, a fin de darle sentido a su propia vida. 

Sostiene Singh que el narrador tiene la habilidad de “utilizar el idioma del colonizador (…) para alcanzar su auto-definición a través del acto de escribir.” (2006, p. 97), de manera que la realidad postcolonial de los escritores caribeños les proporciona la oportunidad de un renacimiento simbólico a través de su escritura. Tal y como se discutió antes con los planteamientos de Lotman, se puede afirmar entonces que un escritor postcolonial en general, un caribeño en particular, puede, a través de la escritura de sus obras literarias, presentar una visión de mundo novedosa para el nuevo contexto sociocultural donde se desenvuelve, a la vez que da cuenta del propio contexto cultural traído de su país natal, desatando una especie de “tormenta creativa”, donde las culturas nativa y la del país al cual ha emigrado se encuentran y generan una cosmovisión híbrida, un conjunto de signos y significados heterogéneos, para así lidiar con la experiencia del exilio y de la diáspora. 

 

La Diáspora y la Transculturación

 

A propósito de la diáspora, y siguiendo parte del argumento de Singh respecto a Naipaul, se pueden extrapolar algunas hipótesis con respecto a la situación de exilio en la que se encuentra la escritora objeto de esta investigación: Elizabeth Nunez. Al igual que Naipaul, Nunez sale de su Trinidad natal para desplazarse a una de las ciudades más importantes del llamado Primer Mundo, Nueva York, e inicia allí sus estudios universitarios, hasta obtener un Doctorado en Inglés.  Simultáneamente desarrolla su carrera como escritora, obteniendo muchísimo reconocimiento a través de diversos premios; además, sus novelas son bien vendidas. Es de destacar las circunstancias por las cuales Nunez toma la decisión de convertirse en expatriada, lo cual por supuesto trajo como consecuencia el desplazamiento. Al haber nacido en un mundo colonial y luego mudarse a un mundo desarrollado según los estándares del hemisferio occidental, escritoras como Nunez podrían experimentar la sensación de no pertenecer a ninguna parte, de encontrarse en una especie de limbo, una posición entre realidades diversas, sin pertenecer totalmente a ninguna de ellas. Singh (2006) describe esta situación como una ocupación física de un mundo postcolonial, “pero mentalmente atrapado en el mundo colonial” (p. 98).  Así, el exilio con el que tienen que convivir escritores como Naipaul y Nunez contiene dos vertientes: (a) el distanciamiento físico del lugar de nacimiento; y (b) el destierro de cualquier identidad cultural real proveniente de una cierta continuidad histórica, y esencial para lograr un sentido de pertenencia.

Este proceso – se podría denominar como de transmutación cultural – encuentra sus antecedentes en el devenir histórico de los pueblos de América y el Caribe durante la colonización, y se constituye en una lógica de intercambio cultural, como lo propone el antropólogo cubano Fernando Ortiz (1942, 1987) al afirmar que “cada inmigrante, como un desarraigado de su tierra nativa, debe adaptarse a un proceso en doble trance de desajuste y reajuste, de desculturación o exculturación y de aculturación o inculturación, y al fin de síntesis, de transculturación. “ (p. 93). 

          La transculturación viene a constituirse en una noción trascendente al hacer referencia a lo que en la presente investigación se ha denominado dislocación cultural.  Fernando Ortiz (ob cit) ha mencionado a la transculturación como la principal propuesta de interpretación del proceso cultural latinoamericano.  La transculturación según Ortiz se trata de un proceso de intercambio cultural simbólico muy puntual que se verificaba en el Caribe. El reto se trata entonces, para los escritores postcoloniales, de apropiarse, a través de la transculturación como un movimiento de resistencia, de las formas de expresión artística europea, por ejemplo, la forma novelesca, y producir un objeto estético que ya no se parece a éste, y que quizás lo supere en expresividad y heterogeneidad, además de constituirse en una muestra novedosa donde el mundo ficticio creado por el autor se ve coloreado por las especificaciones locales. Se rescata así, aspectos profundos de las culturas diversas que conforman el Caribe, para reinsertarlos en nuevos discursos o estructuras de significación, fortaleciéndose así los procesos de creación, aceptación y transmisión de nuevos valores, objetos y acciones de la cultura, y disolviendo algunos de los patrones culturales ya existentes. En este sentido, se sostiene la idea según la cual la transculturación, en el sentido propuesto por Ortiz, es un intercambio múltiple, un enriquecimiento continuo, que hace posible el surgimiento de una cultura “otra” que García Canclini (1992) ha identificado como hibridez – los diferentes procesos socioculturales en los que estructuras que solían existir por separado se combinan para generar nuevas estructuras y prácticas sociales. Asimismo, los escritores postcoloniales, como ya se señaló antes, relatan sus historias con las ideas de lugar y desplazamiento como ejes cruciales de su discurso. Ashcroft, Griffith y Tiffin (1995), definen al lugar, no como el paisaje, sino como una “intersección entre el lenguaje, la historia y el ambiente (…) en constante fluir, un discurso en proceso.” (p. 391). 

          La literatura del Caribe, sea de habla inglesa, francesa o hispana, contiene en sí misma elementos de subversión, y de allí su gran poder convocatorio. Al respecto Michael Dash (en Ashcroft, Griffith y Tiffin, 1995), argumenta lo siguiente[1]:

 

La escritura del Caribe explota precisamente este terreno [postmoderno] de lo inmencionable.  El escritor del Caribe, en su cuestionamiento radical de la necesidad de totalizar, sistematizas y controlar, es un deconstruccionista nato que apoya a la latencia, la informalidad, y la pluralidad.  Para poder sobrevivir, la sensibilidad caribeña debe descifrar e interpretar, en forma espontánea, los sistemas de signos de quienes desean dominar y controlar (…) no es sólo un asunto de activar el habla militante de Calibán en contra de la autoridad significante de Próspero. Es, quizás, un asunto de demostrar la opacidad e inescrutabilidad de un mundo que se resiste a una construcción sistemática o a un significado trascendente.  (p. 335)

 

          Por otra parte, y como contraste a la cita precedente, se citan y comentan a continuación fragmentos de una entrevista que realizara en noviembre de 2000 Elizabeth Nunez a una reconocida escritora del Caribe de habla francesa, Marise Condé, en ocasión de haberse publicado ese año la novela de Nunez, Bruised Hibiscus, obra de interés central en esta investigación.

          Ante la pregunta de Nunez sobre para quién escribe Marisa Condé, ésta le responde que “lo hago para mí misma. Escribo sobre la esclavitud, sobre África, sobre la condición de los negros a lo largo y ancho del planeta porque quiero ordenar mis ideas, entender el mundo que me rodea y estar en paz conmigo misma. Escribir es para mí una suerte de terapia, una manera de sentirme sana y segura.” (párrafo 9). Es una respuesta, de acuerdo a los planteamientos anteriores, que da cuenta sobre la estructura socio-cultural donde se ha desenvuelto Marisa Condé, parte en su isla natal de Guadalupe, parte en Francia, parte en África (Ghana), y parte en Nueva York, donde además en la Universidad de Columbia ha creado un Departamento de Estudios Francófonos, y al respecto la autora señala lo siguiente:

 

En Nueva York los caribeños de lengua inglesa y española son ampliamente reconocidos, pero no ocurre lo mismo con los de lengua francesa. Es como si no existiéramos. Cuando digo que soy de Guadalupe, la gente se queda perpleja, nunca han oído hablar de ese lugar. Cuando fui invitada a enseñar literatura del Caribe en la Universidad de Columbia, me sentí en la obligación de aprovechar mi posición para fundar un departamento que atrajera a personas del Caribe francófono proporcionándoles un espacio en el que expresarse sobre sí mismas y darse a conocer. Sería pretencioso afirmar que cambié la fisonomía de Nueva York, pero al menos en Columbia la gente ahora sabe que Aimé Césaire no es el único escritor francófono del Caribe.                                                                                              

                                                                                                  (párrafo 16)

 

          Es así como Marisa Condé, al igual que otros escritores y otras escritoras del Caribe se posicionan en los países donde han elegido vivir, en el exilio, no sólo produciendo obras literarias de alta heterogeneidad e impacto, sino también generando espacios académicos donde tengan cabida y vida el imaginario y las estructuras culturales de sus países de origen. En las universidades de prestigio en países del denominado “centro” – Europa, Estados Unidos – se estudia al Caribe en sus manifestaciones artísticas, en manos de quienes han emigrado desde esa región y han vivido en carne propia la experiencia del exilio, de la diáspora, de la dislocación cultural.

          La dislocación cultural se entiende aquí como una desubicación de los referentes personales construidos socialmente en un entorno nativo, que luego se ha transplantado a un ámbito extranjero, por ejemplo, como resultado del exilio. Así, la experiencia de un inmigrante, que trae al nuevo país sus costumbres, ideas, modos de vida y esquemas de comportamiento y valores, se encuentra en un proceso dialéctico en el cual se confrontan los constructos socio-culturales del país de origen con los del país al igual ha emigrado. Es un proceso caracterizado por la lucha, el intento de adaptación, la admiración, el rechazo, entre otras reacciones propias del fenómeno denominado Choque cultural.

Respecto a las formas de lidiar con la estructura de significados hegemónica al “transplantarse” a un nuevo país, caben mencionar los planteamientos de diversos teóricos postcoloniales tales como Said, Bhabha, y Hall, para quienes la única manera de eludir el discurso hegemónico que subyace en ideologías como el imperialismo y el nacionalismo, es adoptar un pluralismo cultural y político que revierta la polarización, y que permita así la comunicación entre el “yo” y “el otro”, y desmantelando conceptos binarios opuestos tales como “colonizador/colonizado”, “Primer Mundo/Tercer Mundo”.  Said en su libro Orientalism, de 1975, sostiene que la sociedad contemporánea, caracterizada por los efectos de la globalización, los continuos desplazamientos y contactos entre las culturas, y la permeabilidad entre fronteras, es híbrida en forma subversiva, ya que desmantela la estructura jerárquica establecida por tradición entre razas y etnicidades.  Bhabha (1995), por su parte considera al sujeto híbrido por antonomasia al emigrante postcolonial, pues éste cruza constantemente las fronteras establecidas por la nación, la clase, el género, y la raza; además, este sujeto postcolonial se ubica en lo que Bhabha identifica como el “Tercer Espacio”, un espacio que rompe con la dicotomía yo-el otro y que posibilita una relación más equitativa entre culturas. Stuart Hall (en Rutherford, 1990) también argumenta que a partir de la experiencia caribeña, la hibridez adquiere especial relevancia en la figura del emigrante.  Según sus palabras, Hall (1990) afirma que:

 

La experiencia de la diáspora como intento presentarla aquí, no se define por su esencia o pureza, sino por el reconocimiento de una heterogeneidad y diversidad necesaria; por una concepción de “identidad” con la cual y a través de la cual vive, aún a pesar de las diferencias: por hibridez.  Las identidades diaspóricas son aquellas que constantemente producen y se reproducen a sí mismas en formas novedosas, a través de la transformación y la diferencia.                                     

                                                                                                       (p.235)

 

          Según estudiosos de la cultural displacement (dislocación cultural) cuya perspectiva se basa en su condición de residentes de países del llamado Primer Mundo, la experiencia del exilio se traduce como un proceso de aculturación, la cual se refiere al fenómeno que ocurre cuando se encuentran diferentes grupos culturales, tal y como sucede cuando inmigrantes llegan a un país extranjero para establecerse y vivir allí.  Según Berry y Sam (1997) la aculturación resulta de la necesidad de los individuos de desarrollar nuevas conductas y relaciones para adaptarse a un ambiente de cambio.

          La aculturación es tomada muy en cuenta en documentos que establecen políticas educativas, tales como el Marco Común Europeo (Common European Framework), que establece las bases que guían la enseñanza y aprendizaje de idiomas extranjeros en Europa. En estos lineamientos, se describen las competencias o capacidades de los aprendices de idiomas que se clasifican en cuatro grupos: (a) conocimientos del idioma; (b) destrezas linguísticas; (c) habilidades para aprender; y (d) competencias existenciales – considerada estas últimas como la suma de las características individuales, los rasgos de personalidad y actitudes que tienen que ver con la imagen de sí mismo, la visión que se tiene del otro, y la disposición a involucrarse con otras personas en la interacción social. 

          Las competencias existenciales incluyen parámetros que deben tomarse en cuenta en la formación académica de todo individuo, en la medida que las mismas se forman en un contexto socio-cultural determinado, y constituyen áreas sensibles a percepciones y relaciones interculturales; por ejemplo, la manera como un individuo proveniente de un contexto cultural determinado expresa amistad e interés puede ser percibida por alguien de otro contexto diferente como muestras de agresión u ofensa. 

          Este aspecto de aculturación se relaciona directamente con lo que se viene planteando aquí sobre la dislocación cultural. El texto literario escrito por autor@s del Caribe, por plantear generalmente temas de desplazamiento, diáspora, y la construcción de identidades en constante devenir, puede ofrecer pistas al aprendiz de una lengua extranjera, como es el caso en Venezuela, para visualizar, entender, comparar, las experiencias de inmigrantes o de personas desplazadas, y sus intentos por definirse en nuevos contextos socio-culturales. De allí que la aculturación como tema subyacente en los planes de estudios de idiomas sea de gran importancia para lo que los expertos han identificado como la interculturalidad, tópico que se desarrollará a continuación.

 

La Interculturalidad

 

La migración, definida como el desplazamiento de individuos o grupos humanos sobre la superficie terrestre, es un fenómeno universal que se halla presente en todas las épocas de la historia. Desde el neolítico, con el desplazamiento de la población en los continentes africano y asiático primero, y europeo y americano después, hasta la actual, protagonizada por personas de muchos países que se trasladan a los Estados Unidos, Europa o Canadá, principalmente, la migración conlleva unas consecuencias de tipo cultural, familiar, social y económico en las comunidades diaspóricas.

La pérdida del sentido del hogar o de la nación puede llevar a una reafirmación de las identidades como recurso para mantener los vínculos con la patria. La consiguiente interculturalidad, entendida como la relación basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo, se encuentra presente en casi todas las prácticas cotidianas de la sociedad, y la literatura, en tanto que actividad cultural, se revela como un interesante retrato de este fenómeno.

Un repaso por la obra de Elizabeth Nunez puede dar luces sobre cómo se representa al otro en sus novelas, inmigrantes o exiliados de su tierra natal, donde pudiera evidenciarse preocupaciones de los personajes en esta condición por, (a) conservar su libertad; (b) mantenerse fieles a su religión y creencias; (c) reconciliarse con el pasado y el presente, para así encontrar su espacio; (d) alcanzar el estatus de sujeto autónomo como parte de una comunidad cultural minoritaria. Es posible que en algunos de los personajes participantes en los diversos mundos ficticios creados por Elizabeth Nunez en su obra manifiesten como destino común la búsqueda de la representación en el país al que han emigrado. 

A continuación se realizará un recorrido por las seis novelas que hasta ahora ha escrito Elizabeth Nunez, a fin de abordar en forma contextualizada cómo se evidencia la dislocación cultural y su relación con el exilio. Se sostiene una hipótesis según la cual la autora de origen Trinitario ha construido diversos mundos ficticios en sus novelas donde existen personajes y situaciones que reflejan la condición de exiliado, de desplazado, y donde se presume que existirán elementos identificados dentro del fenómeno de la dislocación cultural.

 

Las obras de Elizabeth Nunez

 

La novela más reciente de Elizabeth Nunez se titula Anna-in-between (Ana-en-el-medio). El título ya de por sí lleva a una situación de desplazamiento, de diáspora.  Surgen preguntas como ¿en medio de qué está Anna?, ¿dónde se encuentra exactamente? El estar en-medio-de algo implica una transición, hasta podría decirse una especie de limbo, lugar apartado en el otro mundo. Donde quedan detenidas las almas, reminiscencia de un estar-no estar, recuerdo del terrible recorrido sufrido por los esclavos traídos desde África en las embarcaciones de los colonizadores españoles, holandeses, franceses, ingleses, entre otros. El tema central de esta novela involucra a su personaje principal, Anna, una editora de gran éxito, hija de una familia caribeña con recursos económicos. Mientras está de vacaciones en su isla natal, se entera de que su mamá, Beatrice, sufre de cáncer de senos. Beatrice rechaza todos los intentos de persuadirla de ir a los EE.UU. a hacerse tratamiento. Anna y su padre, quienes procuran respetar sus deseos, deben convencerla para que cambie de idea.

Entonces, Anna está en-medio-de varias situaciones, los contrastes entre su vida exitosa en Estados Unidos y la salud y condiciones de vida de su familia en Trinidad, la negativa de su madre a realizarse tratamiento médico, la terrible agonía de ver consumirse a su madre víctima del cáncer, sin poder hacer mucho al respecto.  En lo personal y lo cultural, Anna está en-medio-de situaciones difíciles de manejar, todo lo cual constituye el motor que mueve la narrativa en este mundo ficticio de Anna in-between.

Retrocediendo en el tiempo, la penúltima novela de Elizabeth Nunez, Prospero’s Daughter (La Hija de Próspero, del año 2006, presenta una versión libre de la La Tempestad de William Shakespeare, referencia de por sí interesante por sus implicaciones respecto al concepto de Caribe, que será explorado en mayor detalle en otro capítulo dedicado a esta región. La novela se sitúa en una remota isla del Caribe, donde un demoníaco doctor inglés acusa a Calibán de tratar de destruir la inocencia de su hija. Es una novela con parte de romance, de historia detectivesca, así como de crítica social. Esta recreación de La Tempestad trae a la memoria el personaje de Calibán, nativo de la isla, quien no tiene otro idioma para dar cuenta de sus experiencias que el lenguaje del criminal que ha cometido el crimen. Calibán es la razón, el instinto, un personaje de condición precaria que no comprende más allá de los odios y de los fines particulares de quienes han llegado a invadir su espacio, conquistándolo y dominándolo todo.

Grace (Gracia), del 2006, trata sobre un personaje masculino, Justin Peters, un profesor inglés educado en Harvard, quien lee a Shakespeare para su pequeña hija de cuatro años, Giselle. Como nativo de Trinidad, recibe poco reconocimiento en el medio académico de Brooklyn, donde enseña literatura. Sin embargo, su mayor problema es descubrir que su esposa Sally ha comenzado a distanciarse física y emocionalmente de él. En este mundo ficticio, una vez más, confluyen elementos que evidencian un conflicto de valores, donde el personaje principal se encuentra en un punto de crisis, donde el desplazamiento o dislocación se da no sólo en el contexto académico donde se desenvuelve, donde por no ser oriundo del país donde reside, se le dificulta encontrar un lugar, posicionarse entre sus pares allí, sino también en el contexto personal, pues su condición de “felizmente” casado comienza a desmoronarse.

Beyond the Limbo Silence (Más allá del Silencio del Limbo) del año 2003, trata de una joven llamada Sara Edgehill, quien está encantada de recibir una beca para marcharse de Trinidad para Wiscosin, Estados Unidos. America, la imagen que conoce de las películas, la tierra de los sueños, la prosperidad, y la igualdad, pronto es para Sara el lugar de tomar decisiones fuertes. Comienza a darse cuenta de la cruenta discriminación racial, en medio del movimiento por los derechos civiles, del cual es testigo presencial. ¿Qué mejor contexto para un desplazamiento o dislocación cultural que la época de la lucha por los derechos civiles, encabezada por el gran líder Martin Luther King? Ubicando a Sara Edgehill en un contexto tan significativo en la historia contemporánea de los Estados Unidos, Elizabeth Nunez combina elementos de contraste entre la realidad de Trinidad y Tobago, y la búsqueda de posicionamiento de la población afrodescendiente en la época de la lucha por los derechos civiles. 

Discretion (Discreción) del año 2002, trata de otro personaje principal masculino, Oufula, descendiente de guerreros y criado por misioneros, un diplomático cuya fortuna y encanto provocan la admiración y la envidia de los demás. Es un hombre forjado a partir de una infancia trágica y lleva una vida disciplinada, casado con Nerida, una mujer a quien no desea decepcionar. Pero la hermosa Marguerite, una artista Jamaiquina que vive en Nueva York, hace que se cuestione los ideales que guían su vida y los valores que finalmente traiciona. Es un personaje en un ir y venir entre los valores adquiridos en su contexto socio-cultural y las tentaciones de una metrópolis intoxicante, amoral, altamente guiada por el consumismo, los placeres mundanos, y la auto-gratificación sin medir las consecuencias.

Bruised Hibiscus (Cayenas Mallugadas) del año 2000, presenta inicialmente el descubrimiento, por parte de un humilde pescador, de un cuerpo femenino mutilado, al parecer de una dama blanca, en el pueblo trinitario de Otahiti. Aunque luego se duda sobre la etnicidad de la víctima, la sola idea de que fuese una mujer blanca perturba la tranquilidad de este pequeño pueblo. El crimen, que los lugareños califican como “pasional”, renueva la amistad olvidada entre dos personajes centrales, Rosa Des Vignes y Zuela Chin. Estos personajes femeninos viven como seres despojados de su libertad para expresar quiénes son, qué creencias tienen, sus valores. Rosa De Vignes es una mujer blanca casada con un hombre de raza negra, educado, que la desprecia abiertamente por precisamente no haberse encontrado un marido tan blanco como ella; en realidad, Rosa al parecer no es completamente una persona blanca, se presume que su etnicidad está mezclada.  Por otra parte, Zuela Chin es una joven venezolana, llevada a Trinidad por un comerciante chino, quien la hace su mujer cuando ésta apenas era una pre-púber. Zuela – a quien justo como Calibán se le impone un nombre que no es el suyo, y una lengua y modo de vida muy diferentes a lo que conocía en Venezuela, es el espejo perfecto de un inmigrante que vive esa especie de dislocación, una desubicación en cuanto a sus referentes culturales, además de una gran opresión de parte de su marido, tan sólo por su condición de mujer.

When Rocks Dance (Cuando las Rocas Bailan) del año 1986, es la primera novela de Elizabeth Nunez. Ubicada en Trinidad durante la época colonial, trata temas como el poder, la riqueza, la educación, el patriarcado, los sacrificios rituales, el aspecto espiritual, la libertad, la propiedad de la tierra, y las tradiciones africanas. La novela comienza con la historia de Emilia, una nativa cuyo amante es un hombre inglés, quien le promete un trozo de tierra si ella le provee de un heredero.  Emilia da a luz a mellizos en tres ocasiones, sin embargo todos mueren al nacer, como resultado de una maldición de los espíritus Igbo sobre ella. Para romper el maleficio Emilia debe sacrificar el cuarto par de mellizos que tiene, que han nacido vivos, pero los ofrece a los dioses dejándolos abandonados en el monte para que mueran. Finalmente Emilia da a luz una niña, su novena hija, a quien llama Marina. Esta niña tiene todos los poderes y fortalezas de sus ocho hermanos previos. Es hermosa, fuerte y particularmente inmune a las enfermedades y desesperanzas de la vida. 

Específicamente, esta primera novela de Elizabeth Nunez pone en evidencia la cultura de la etnia Igbo de Nigeria, como la base para explorar la herencia africana en Trinidad. Los valores que se enfatizan son la religión, así como una visión cósmica según la cual el mundo humano debe vivir en armonía con el mundo de las divinidades. En esta novela también se examina la dignidad del subgrupo Warao de los Caribes, y la creatividad y tolerancia de los hindús venidos de la India.

 

Comentarios Finales

 

En este breve recorrido por la obra literaria de Elizabeth Nunez se puede observar diversos elementos que identifican la dislocación cultural.  Ya sean afrodescendientes que viven en Trinidad, generaciones de nativos de la India, jóvenes trinitarios que emigran a los Estados Unidos, los personajes presentados en los mundos ficticios creados por la autora están en una constante desubicación de sus referentes personales o profesionales, construidos socialmente en sus respectivos entornos nativos. Estos personajes se encuentran inmersos en un proceso dialéctico, en una constante reconstrucción de sus referentes socio-culturales e históricos, intentando reconciliar su historia en su país nativo con la realidad actual en una sociedad nueva, donde precisamente sus valores, creencias, lenguaje, educación, expectativas, no necesariamente encuentran un espacio propio. Es un proceso de aculturación o transculturación, que lleva consigo diversos cambios en aspectos tan triviales como la vestimenta, o tan importantes como la perspectiva psicológica, el cómo reconciliar la tradición de sus ancestros con la dinámica de un nuevo contexto generacional, donde el imaginario se reconstruye y transforma dinámica, a veces no de la mejor manera.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

 

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Maryse Condé, una gran señora de la literatura caribeña.  Entrevista a Elizabeth Nunez [Documento en línea].  Disponible:  http://unesco.org/courier/index.htm [Consulta: 2008, mayo 5].

 

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Said, E. (1978). Orientalism: Western conceptions of the Orient. Nueva York: Penguin Books.

 

Singh Datoo, A. (2006). V.S. Naipaul y The Enigma of Arrival.  Contexto, 10 (12):  pp. 93-112.

 



[1] Traducciones de textos originalmente escritos en inglés han sido realizadas, en todos los casos, por la autora de esta Tesis Doctoral.