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FERNANDO RIELO. FUNDADOR DE LOS MISIONEROS Y
MISIONERAS IDENTES DE ISABEL ORELLANA VILCHES
Por Pilar Martín Espíldora
(Profesora de español en la Universidad de Filipinas (UP), Diriman y Profesora Visitante de la Cátedra Fernando Rielo, Dpto. de Lenguas Europeas)
Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2009,
255 págs.
ISBN:
978-84-330-2325-4
Es
como emprender un viaje a un destino desconocido, pero de seguro crucial en
nuestra vida. Hay una apertura del alma, un dejarse sorprender. Justa
disposición para sentarse a leer la vida
de Fernando Rielo.
Como
bien dice la carátula del libro, aquí se muestra la intensa espiritualidad de
un español, Fernando Rielo (Madrid, 1923 − Nueva York, 2004) Fundador de los Misioneros y Misioneras Identes, pensador,
poeta místico, metafísico, que promovió, además de la fundación
religiosa, otras varias fundaciones culturales y humanitarias. Toda su vida
estuvo orientada a llevar el Evangelio
al mayor número de personas posible, cualquiera que fuera su creencia o descreencia religiosa.
Tenía una certeza total en la
necesidad humana universal de la experiencia vital de Cristo.
Esta
biografía, ecuánime y apasionada, brevísimo apunte de su vida, maneja
documentos de primera mano, además de la experiencia personal de alguien que,
como en el caso de su autora, Isabel Orellana Vilches, Misionera Idente, vivió
muy cerca de Fernando Rielo. Su contenido se trifurca en lo que la autora denomina las 3 grandes pasiones en la vida de
Rielo: el Padre Celestial, la Iglesia y sus hijos Identes. Estas se entretejen
a lo largo de la biografía con un hilo común: su conciencia filial, “grabada
con trazos tan sólidos en su espíritu,...” (17).
Los
capítulos 1 y 2 recogen su infancia y juventud, que, si bien transcurrieron en
el seno de “una familia deliciosa”, sufrieron también el triste
fragor de los 3 años de Guerra Civil en
España. Uno de los apartados del segundo capítulo lleva por título el
imperativo recibido del Padre, primer instante que marcó la vida de Rielo:
“Sé santo como Yo, tu Padre Celestial,
soy santo!”. El segundo fue el imperativo a participar
en los sufrimientos de Cristo: “Te entrego en manos de tu Celeste Hermano”
(37). Se unirían, a lo largo de su vida, a múltiples enfermedades y operaciones
quirúrgicas que siempre le acompañaron.
Ya
el tercer capítulo, de los 10 que componen el libro, se resume bajo la pregunta
que acompaña a Rielo, como a todo fundador, a lo largo de su vida: “¿Cuál es tu
voluntad?”. La narración de los hechos nos permite comprender, sin embargo, cómo
para un fundador, lo mismo que para cualquiera de nosotros, no es fácil saber
cual es la voluntad divina sobre su vida.
En
el mismo capítulo 3 se relatan hechos decisivos durante sus años de formación en el Seminario de los Padres Redentoristas.
Dicho periodo se unió desde el inicio a
su profundo interés por la filosofía. Años más tarde, y fruto de su incesante
reflexión y profundización, presentaría
al mundo del pensamiento su metafísica genética. Cristo, concluía Rielo, era el
metafísico de
Entre
el material con el que la autora cuenta para su narración, a partir del capítulo 4, “Fundador, pese a
todo”, abundan citas epistolares de la correspondencia que Rielo mantuvo con Su
Santidad Pablo VI, así como con diversas altas personalidades de la Curia.
Igualmente se incluyen testimonios de personas que convivieron en cierta época
de su vida con nuestro autor. Uno de sus compañeros en el Seminario
redentorista define sucinta y acertadamente su personalidad:
“Persona que desbordaba a todos… Espiritual,
original, con unas cualidades extraordinarias de todo tipo… Les daba clases a
todos y les infundía ánimo… Era una persona distinta que sobresalía entre los
demás… Era un líder indiscutible, al que se acercaban todos los que trataban de
intensificar su espiritualidad”. (56).
Pero
los que destacan siempre tienen detractores. Entre los capítulos 4 y 10 y último, recoge Orellana la contradicción del
origen y desarrollo de
Su
gran preocupación por establecer al Cristo metafísico se puso de manifiesto
públicamente con el deseo expreso de Rielo a un grupo de profesores y
estudiantes (Capítulo 8) de fundar la Real Academia de Filosofía Española. En
este mismo sentido, el libro expone su reacción ante los intelectuales de la
Iglesia, su preocupación por ellos, marcando, con su vida y obra, un nuevo periodo
intelectual en aquélla.
Su
última etapa en Nueva York la inicia la autora ya en el capítulo 9, narrando con cierto detalle la grave
amputación que el autor sufrió, unida a una serie de serios problemas
referentes al reconocimiento de la Institución.
El
capítulo final recoge sus últimos 10 años de vida: se van verificando sus
sueños fundacionales en la medida que su ser se va apagando. Y el cumplimiento,
una vez más, de sus palabras: “Cuando me muera, sabréis quién he sido y cuánto
os he amado”. Y así es. Fernando Rielo, una vida tan apasionante como fecunda.
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