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Un homenaje para la noche
más larga
Emilio del Carmelo Tomás Loba
(Universidad de
Murcia)
Atrás en el tiempo, que no alejado o
lejano, queda un trágico suceso que envolvió de oscuro llanto el espíritu
murciano así como el del pueblo español. Hablamos del terremoto que acampó a
sus anchas en Lorca (Murcia) un día de mayo de 2011, el 11, con sucesivas réplicas
los días 13, 14 y 15. Decimos trágico porque, esta España, tan acostumbrada a
la falta de memoria histórica suele actuar de forma que lo que en un origen
llena y copa exclusivas en el maremoto del alma, pernocta otrora en el terreno
de la soledad y el olvido cuando la instantánea del periodismo o la Acracia del
político decide que “eso” ya no vende para su campaña o para la cadena
mediática… Todo ello, sumado al progresivo y constante desinterés de la
población cuando algo deja de ser noticia, da lugar a que todo lo trágico se
convierta en un hecho más trágico si cabe y las noches se hagan largas para los
damnificados, muy largas y oscuras.
A la memoria de nuestros anales de
historia local acude la diluviana efeméride que tuvo lugar en Murcia, en toda
su huerta hasta la población de Beniel, el día de la copatrona de España, Santa
Teresa, un 15 de octubre de 1879. La riada dio comienzo en la noche del 14
hacia el día 15 y provocó infinitos daños en Cartagena y Lorca pero,
fundamentalmente, en Murcia y toda
Hay que señalar que hasta no hace
mucho, en una antigua casita del Barrio del Carmen en Murcia capital (donde
está situada la iglesia titular de todo el antiguo Partido de San Benito)
estaba situada una losa conmemorativa de tal fecha indicando hasta dónde llegó
el agua entonces …, y que hoy, lamentablemente, ha desaparecido sin dejar
rastro alguno fruto del levantamiento urbanístico a granel que viene sufriendo
nuestro patrimonio desde hace unos años a esta parte y que, curiosamente, con
tan buenos ojos ha visto y ve el pueblo aunque sufra la crisis de sus consecuencias.
Por lo que respecta al apoyo gubernamental, se sabe que tras la gigantesca
riada el rey Alfonso XII estuvo apoyando al pueblo haciendo acto de presencia
en
Hemos de señalar por otra parte, por
no situarnos únicamente en esa postura unamuniana de “España me duele”, que no
todo fue indiferencia o “aprovechamiento lucrativo del mal ajeno” tras los
devastadores resultados de aquella Riada de Santa Teresa, sino que también un
sector culto e ilustrado de la sociedad, concienciada con el gran desastre
humano y económico, se movilizó ante la magnitud de la tragedia acaecida por
tierras del “Nilo” español. Y fue así que fruto de intensas movilizaciones,
sobre todo por parte del director de El
Diario de Murcia, el patiñero José Martínez Tornel y el Marqués de Molins[1],
dos grandes publicaciones vieron la luz para tender una mano amiga creando un
estrecho vínculo entre París y Murcia: una tirada o edición especial titulada Le Monde y otra edición única conocida
como Paris-Murcie (publicación ésta
última aparecida en diciembre de 1879, dirigida por Edouard Lebey, avalada por
firmas tan insignes y notables como las de Alejandro Dumas o Emilio Zola entre
otros muchos sin olvidar los insuperables grabados que de la barbarie murciana
supo reflejar Gustavo Doré). Incluso apareció otra tercera publicación titulada
Murcia–París a imagen y semejanza de
la edición francesa pero sin la repercusión de aquella… De esta forma y gracias
al dinero recaudado pudo completarse una gesta solidaria en base a estas empresas
literarias (y otras de menor calado pero igual de importantes por el gesto de
auxilio), así como una iniciativa estatal de favorecer una participación de la
Lotería Nacional a beneficio de Murcia entre otros apoyos nacionales e
internacionales, unido claro está el mencionado apoyo moral que supuso la
conmovedora visita del rey Alfonso XII para acompañar a su pueblo hundido…
Fruto de esta encomiable labor, la prensa murciana continuó con este proyecto
caritativo de tal forma que hasta 1884 estuvieron recogiendo dádivas por todo
el territorio español para lograr la total recuperación del territorio
murciano. Un año después, la tragedia volvería a cebarse con este reino
histórico ya que en 1885 sería la “riada” pandémica del cólera la que habría de
acampar a sus anchas llevándose por delante tantas víctimas como años antes lo
había hecho la fuerza del agua…[2]
***
Es curioso pero la historia se repite
como antes mencionábamos. Y de la misma forma que la polémica ha estado y está
servida en nuestra contemporaneidad a través del “pelotazo” (muy español por
otra parte), las malas artes y el aprovechamiento lucrativo gracias a la falta
de ayudas a los afectados…, no queda sino alabar las pequeñas empresas surgidas
por personalidades del mundo de las artes, humanidades… Es así que, de nuevo,
el mundo de la cultura o de la concienzuda y concienciada ilustración, como en
aquel lejano siglo XIX, es el que se ha movilizado para tender una mano amiga,
de verdad, de una forma real, clara y física, a los damnificados de la Ciudad murciana
del Sol.
Para ello surgió la ocurrente idea de
consolidar una gesta literaria que pudiera servir para conseguir una recaudación
lo más urgente posible en base a la consolidación de un trabajo poético que
sirviera para recordar ese dolor infinito… De esta forma y gracias a la
iniciativa de María Jesús López Rodríguez e Isabel Amat Ocón, directoras de la
edición titulada Lorca 11. La noche más
larga[3],
un sueño impensable por la premura del tiempo llegó a hacerse realidad gracias
al milagro de una organización furibunda y pasional. De esta forma fue
difundido un comunicado sobre un futuro libro con fines benéficos a numerosos
rincones no sólo de la geografía murciana, sino de la nacional, y muchos fueron
los que con su pincelada personal trazaron huellas de palabras, palabras de
voces, voces de ecos y ecos de un dolor alimentado bajo los particulares
prismas de cada mirada poética.
Así, Alejandro Céspedes, Alejandro
López Andrada, Alejandro Pedregosa, Alexis Díaz Pimienta, Amalia Bautista,
Amalia Masó, Amel Gardez, Amparo Bonet Alcón, Ana María Romero Yebra, Ana
Martín Puigpelat, Ana Noguera, Andrés Neuman, Ángel Almela Valchs, Antonio
Albertus, Antonio Cabrera, Antonio Lucas, Antonio Marín Albalate, Antonio
Martínez Arboleda, Antonio Mozonís Guillén, Antonio Porpetta, Antonio Soto,
Antonio A. Gómez Yebra, Arturo Tendero, Ascensión Pérez – Castejón Abab,
Beatrice Borgia, Blas Muñoz, Carlos Marzal, Carmen Gracia, Carmen Meca, Carmen
Silva, Coriolano González, Daniel Correa, Daniel de Cullá, Daniel J. Rodríguez
Villa, David Cotilla, Elena Escribano, Elena Torres Pons, Eloy Sánchez Rosillo,
Elvira Vicente Bernabéu, Emilio del Carmelo Tomás Loba, Emilio Porta, Encarna
Martínez Tafalla, Enrique gracia Trinidad, Enrique García–Máiquez, Enrique
Martín Corrales, Estel Juliá, Francisco Baldó Vives, Francisco Gálvez,
Francisco Javier Ávila, Francisco Lázaro Bacon, Ginés Aniorte, Guadalupe
Andrade, Gurtzane Estrada, Hagustín Unjene, Héctor García Fuentes, Hortensia
Higuero Peinado, Inma Marín, Inmaculada Pelegrín Isabel Amat Ocón, Isabel
Miguel, Isidro Sánchez Brun, Javier Almuzara, Javier Asiáin, Javier Irazoki,
Javier Lostalé, Javier Sánchez Menéndez, Jeannine Alcaraz, Jesús Cánovas, Jesús
Cotta Lobato, Jesús Martínez Gómez, Jesús Munárriz, Joaquín Mateos, Joaquín
Piqueras, Jorge Ferrer Etxezarra, Jorge Zani, José Iniesta Maestro, José Luis
López Bretones, José Luis Martínez Valero, José Luis Molina, José Manuel Regal,
José María Jurado, José María Lopera, José M. Pérez–Muelas, José María Remesal,
José Óscar López, José Saborit, José Serrahíma, Juan Antonio González Romano,
Juan Benito Rodríguez Manzanares Juan Campoy, Juan Cano, Juan Hernández, Juan
José Vélez, Juan Ramón Barat Dolz, Juan Tomás Frutos, Juan Valero, Juan Vicente
Piqueras, Juan J. Marín Saura, Juani Rodríguez, Julia Gallo, Katy Parra, Kostas
Kamaki, Lola Vicente, Luis de Blas, Luis García Montero, Luis Sánchez Manuel
Buitrago, Manuel Díaz Martínez, Manuel Jiménez González, Manuel Rico, Mar
Busquets Mataix, Medardo Fraile, Miguel Cabrera, Miguel Veyrat, Mila Aumente,
Mila Pérez Villanueva, Nieves Álvarez, Paquita Dipego, Pascual García, Pedro
José Moreno, Pilar Quirosa–Cheyrouze, Primitivo García, Rafael Correcher, Rafael
Saravia, Ramón Crespo, Ramona Molina, Reinaldo Jiménez, Ricardo Bellveser,
Ricardo Hernández Esteban, Rosa Castillo, Rosa María Vilarroig Colomé,
Salustiano Masó, Salvador Moreno, Santiago Delgado, Sebastián Mondéjar, Sergio
Belmonte, Simón Hernández Aguado, Sol de Diego, Teresa Berenguer, Teresa Núñez,
Tino Barruso, Txema Anguera, Vicente Benedicto Hernández, Vicente Cervera
Salinas, Vicente Gallego, Vicente Gallego, Vicente Velasco, Victoria Herrera
Lluch y Víctor Gómez…, han depositado su aliento corrompido de dolor en este
volumen para atestiguar que, en modo alguno, estuvieran situados más o menos
lejos geográficamente del hecho acontecido, ellos también son, fueron, eran,
han sido y serán Lorca bajo los escombros de la hedionda fortuna.
Muchos son de esta forma los que aquí
han querido sumar su corazón, alma y pena a un dolorido sentir ante el rechazo consumado altruista y ultraísta de
la injusta naturaleza, la cual si bien es cierto que sufre la desgarradora mano
del hombre, no pocas veces es ella la que se abre paso en la senda de la
civilización, devastando vidas anónimas que, poco o nada han tenido que ver para
merecer tan señero castigo…
Del vasto recorrido poético poco
podemos decir ya que la lectura de este volumen nos transporta al momento del
rugido terráqueo sin preámbulos, sin ediciones preparadas, sin pesadas
traducciones que permitan explicar la profundidad expresiva en un proceloso
desarrollo de estructuralismo poético…, no. Incluso, diríamos que la presencia
de los poetas es secundaria en esta obra. Sólo Lorca es aquí primordial a
través de la palabra hecha tiempo para que la historia recuerde que una vez, en
la Ciudad del Sol, bramó Gea desde lo más profundo de su ser el día 11 de mayo
de 2011, consumando un primer movimiento sísmico de 4,5 grados de mayo a las
17:05 horas y un segundo movimiento a las 18:47 horas de 5.1 grados.
Significativos son en esta edición los
dibujos que los niños lorquinos han pintado sobre este maremagno de irrealidad
hecho tragedia, distribuidos tanto al inicio como al final de la edición y más
simbólicos y significativos son las páginas rojas del libro, tras los iniciales
dibujos infantiles donde únicamente se recogen los datos del primer y segundo
seísmo para dar paso a otra hoja encarnada vacía de contenido como muestra del
resultado fatal del acontecimiento. Tras estos gráficos prolegómenos, es la
palabra henchida de trazos ácimos la que recorre las páginas de este
recopilatorio recordándonos, una y otra vez, “las rosas desmayadas”, “aquellos
fragmentos / de esa historia”, “el hipocentro del dolor”, “mil reflexiones”, la
“niebla de yeso y hormigón”, la “razón a la intemperie”, “Allí / donde las
violetas engullen”, el “vuelo divinal de una plegaria”, “gente corriendo”, “el
tenso arco de las sombras”, “laberintos de bruma”, “el barro solitario”,
“caballos galopantes en el abismo”, “la rabia de la tierra”, “agujeros de luz”,
“ilusiones olvidadas”, “ánimos desfigurados”, “lágrimas incrédulas”, “aura
silenciosa y entretejida”, “segundos de parkinson”, “la gravedad de la tierra”,
“pasado sin vestigios”, “oscuro boscaje”…, y cientos de palabras más llenos de
rabia, impotencia, soledad, angustia, vértigo, mareo y muerte. Y aunque algunas
muestras poéticas nos conducen o tratan de llevar por la mano al sendero de la esperanza…,
cuesta tanto y tanto creer que esto pueda mejorar que no queda sino batirnos
con la vida o contra ella, rebelarnos cual Edipo
Rey a la vez que dejamos caer la pesada cabeza del remordimiento al océano
de la reflexión preguntándonos, como bien nos muestra el magnífico poema del
poeta y trovero Alexis Díaz Pimienta, sobre el porqué de todo esto que nos
rodea con un aliento de culpabilidad…
me confieso culpable
para josé escánez
pero
no sé de qué y eso es lo triste
o lo
desconcertante por lo menos
me
confieso culpable sin que se me acuse
sigo
siendo el de ayer
cuando
era a todas luces inocente
pero
hoy no puedo
no
sin sentirme incómodo
me
confieso culpable delante del espejo
debajo
de la almohada
detrás
de los columpios
dentro
del baño
encima
de la mesa
junto
al pino donde se han ahorcado
los
mejores suicidas
me
confieso culpable
recojo
los platos con culpabilidad
escribo
con mirada de recién fusilado
todos
los índice se clavan en mi pecho
alfilerazos
dardos
no
pregunten por qué
hoy
oficialmente
paso
a ser cabizbajo
Llegados al final de este no–paseo
literario, las voces surgidas del ágora del raciocinio cual coreautas a través
de esta obra literaria, sólo queda recordar, para no olvidar, como en el
terremoto de 1829 o la riada de
[…].
Ante
el quejido, resta sólo
al
hombre sacudirse sus jirones
y
apresurarse a tapar, con la cera del tiempo,
sus
oídos al vacío melancólico de Gea.
(fragmento de Melancólico vacío)
[1] Mariano Roca de Togores, Marqués de Molins y
miembro de
[2] No obstante, otro hecho importante copó también
titulares en la prensa decimonónica aunque sin la repercusión internacional de
[3] López Rodríguez,
María Jesús, y Amat Ocón, Isabel
(directoras de la edición), Lorca 11. La
noche más larga, con la colaboración de CREM Repromecánicas, Martínez
Ayala, NovoArte, Pastigrafic 2000, Encuadernaciones Pedro Alcaraz, Torraspapel,
Sola y Bravo, Lorca (Murcia), 2011. Dicha obra fue presentada en un hotel de
Águilas (Murcia) para lo cual fue organizado un acto donde fueron recitados
algunos de los poemas recogidos para la ocasión y donde también numerosos
artistas donaron obras para ponerlas a la venta. De esta forma, a la
recaudación total de esa noche contribuyó la venta del libro, de las obras de
arte así como el coste de la cena para los asistentes.
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