estudios
EDGAR ALLAN
POE Y SU MÉTODO DE CREACIÓN ROMÁNTICO
Loriet Gómez Mejias
(Universidad
«Máximo Gómez Báez» de Ciego de Ávila. Cuba)
Resumen
Edgar Allan Poe es una de las más grandes figuras de la literatura
norteamericana y universal, considerado, además, padre del relato policial
moderno. Por la trascendencia y vitalidad de su obra, se pretende un
acercamiento, desde los planos ideotemático,
estilístico y compositivo, a tres de los cuentos más conocidos: El corazón
delator, El gato negro y El tonel de amontillado. Asimismo, enfatizaremos en
las características de su método de creación, matizado por las peripecias
vitales del autor.
Palabras
Claves: cuento de terror, método de creación, espacios, temática.
Abstract
Edgar Allan Poe is one of the most important personalities of northamerican and universal literature, considerated,
too, father of the modern detective story. For the transcendency
and vitality of his work, is to approach, from the ideothematic,
stylistic and compositional plans, three of the most popular stories: The
tell-tale heart, The black cat and The cask of amontillado. They also
emphasized the characteristics of his method of creation, qualified by the
author's life adventures.
Keywords: horror story, method of creation, space,
theme.
Edgar Allan Poe, hombre de la literatura universal
Edgar Allan
Poe (1809–1849) es una figura
preponderante en la literatura norteamericana y universal, considerado
padre del relato policial moderno. Por su trascendencia en las letras
anglosajonas, realizaremos un acercamiento preliminar a la vida y obra de tan
relevante autor, enfatizando así en las características de su método de
creación presentes en los cuentos El
corazón delator, El gato negro y El
tonel de amontillado. ¿Qué elementos textuales caracterizan estos cuentos?
será la interrogante que pretendemos responder desde los planos ideotemático,
estilístico y compositivo, instancias que constituyen puntos de partida para la
construcción del método de creación.
En la historia de la literatura la obra de Poe
se ha situado dentro del movimiento romántico, por tanto, es de suponer que su
método de creación se muestre influenciado por rasgos propios del Romanticismo.
Por otra parte, al conocer la definición planteada por Oldřich
Bělič: «el método de creación literaria
consiste en el principio de selección y generalización de hechos de la realidad
que sigue el autor en su labor creadora» (1983: 179), podemos afirmar que en su
método de creación no solo influyen las experiencias vitales del autor sino
también la formación literaria y las características epocales. Sería valioso
entonces analizar las características del método de creación de Edgar Allan Poe
en los cuentos: El corazón delator, El
gato negro y El tonel de amontillado,
teniendo en cuenta sus conexiones con el movimiento romántico, constituye el
camino para lograr un mayor conocimiento de la obra de Edgar Allan Poe.
El Romanticismo. Generalidades
El
movimiento romántico surge en Europa después de
Cada uno de
estos rasgos tomó un matiz característico en cada país, así por ejemplo el
Romanticismo alemán surge más tempranamente con el nombre del «Sturm und Drang», Romanticismo este
reaccionario, retrospectivo. Por su parte, en Italia fue revolucionario, de
avanzada, como también lo fue en Francia. En Inglaterra, sensualista, místico
con arranques fantásticos. En este país se desarrolló la parte lúgubre del
Romanticismo: mientras que Goethe se regodeaba en la delicadeza de sus
personajes, Byron se hundía en el infierno de su alma.
¿Pero qué
pasaba en la otra parte del mundo? El continente americano ya empezaba a
inquietarse. Estados Unidos había obtenido la independencia de Inglaterra en
1783 tras largas luchas contra la colonia. Así, conjuntamente con los avances
en materia de comunicación que trajo consigo
Sin lugar a
duda, fueron los aires del Romanticismo Inglés los que llegaban a Norteamérica;
lo grotesco y lo gótico, el lado «oscuro» del movimiento, conquistaban el Nuevo
Mundo. Edgar Allan Poe sería su máximo representante cuyo Romanticismo se muestra
mas apegado a las perturbaciones de Byron, a los embates de la conciencia y el
instinto humano que a la frescura y luminosidad de Goethe.
Tres grandes cuentos
Es así que
en El corazón delator
(título original en inglés: The
Tell-Tale Heart),
también conocido como El corazón revelador, publicado por primera vez en
el periódico literario The Pioneer en
enero de 1843 y más tarde en su periódico
The Broadway Journal en su edición del 23 de agosto de
1845, se encuentran
gérmenes del llamado terror psicológico.
E conflicto
culpa/deseo tras el asesinato es el tema espantosamente presente en este
cuento. Su argumento puede resumirse en un joven empleado que comienza a
obsesionarse con el ojo ciego del anciano con el cual convive. Su visión
termina resultándole insoportable, hasta que una noche pone fin a su vida. La
policía acude a investigar. Finalmente, el propio asesino sufre una espantosa
alucinación que sirve para rematar la historia al revelar su culpabilidad.
El autor
nos entrega una sucesión perfecta de los hechos. Un suceso subordina al otro:
desde la propia presentación del tema, la situación emocional que presenta el
asesino, hasta el final donde se descubre la verdad del crimen.
El narrador
es el propio protagonista del cuento, o sea, un narrador-personaje que no
conoce más allá de su accionar, y lo que puede suponer de su alrededor. Lleva a
cabo más acciones en su pensamiento que en la realidad concreta. De hecho, todo
sucede primeramente en su pensamiento. Por otra parte, nos presenta la historia
en forma de monólogo, dirigido a un narratario marcado que se devela, ya en la
segunda línea del texto, a través del pronombre personal ustedes. Su único defecto es esa extraña obsesión que lo domina. Su
enfermedad, de entrada, no parece mucho más grave que la simple y cotidiana
neurastenia presente en cualquier ser humano. El cuidado con que procede, su
cautela, la claridad al razonar, su meticulosidad neurótica, no se enuncian
simplemente, son plasmados –como es característico en el Romanticismo–
con todo lujo de detalles.
Los escasos
personajes participan de una curiosa desubicación: son todos impersonales,
anónimos, no se ofrece dato identificatorio alguno. Tampoco existe un
antagonismo al personaje principal, sino que él mismo cumple esta función,
además de ser él quien realice las más importantes acciones.
No se
especifica el espacio o el tiempo, por lo que el relato se lee hoy de la misma
forma que cuando fue escrito, hace más de ciento cincuenta años. Únicamente se
detecta un rasgo en todo el texto que lo asigna a una época, lugar o cultura
determinados: ese tipo de linternas sordas con cierres metálicos lógicamente
pasó a la historia hace mucho tiempo.
La acción
transcurre en un solo espacio, lo cual está en consonancia con el estado
emocional del protagonista. La contaminación del microespacio (la pensión), más
aún la claustrofóbica habitación, transmiten esa sensación de enfermedad al
lector. Existen eventos donde el espacio toma también importancia en el crescendo de la tensión: el asesino
desea alabar la perfección del crimen y para ello, coloca las sillas de los
policías en el lugar exacto en que ha emparedado a su víctima. Pero si hubiese
que destacar algún aspecto, sería la habilidad de su autor para hacer que
resulte tan cercana y verosímil la malsana personalidad del asesino, su
perversidad exhibicionista que desde el primer momento, apoyada en la primera
persona narrativa, se apropia y enseñorea de todo el relato. Poe logra que el
público lector se sienta sobrecogido ante la psicología que caracteriza al
personaje principal. Realiza una acumulación de rasgos reconocibles como
malignos y los mezcla con aquellos que definirían una personalidad, digamos,
normal.
El escritor
emplea un lenguaje en función de tender una trampa al lector. La reiteración de
determinadas palabras pretende acentuar una anomalía psíquica en el personaje
que en realidad no alcanza tal grado. De una forma u otra, el asesino sí
presenta algún trauma mental con esa obsesión que padece pero que no llega a
convertirlo en un loco de atar.
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso,
terriblemente nervioso. Pero, ¿por qué afirman ustedes que estoy loco?
(1973:126)
En él existe cierta meditación. Muestra además un agudo sentido para
los detalles. Se demora a voluntad de determinados pasajes o elementos que
contribuyen, en gran medida, a otorgar fuerza y verosimilitud a la historia. El
levísimo quejido de terror del viejo al notar que le vigilan en la oscuridad,
el repentino enfurecimiento del asesino al abrir la linterna y contemplar de
nuevo el ojo ciego:
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo
empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con
toda claridad, de un azul apagado, y con aquella horrible tela que me helaba
hasta el tuétano. (: 129)
De
igual modo, el momento en que el joven se dispone a cometer el crimen capta
toda la atención del espectador. Por demás, la insensata pretensión de escuchar
el latido de otro corazón a distancia, se convierte al final en leit motiv que va
generando un aumento emocional para el espectacular desenlace de la trama. Esta
pretensión origina un conflicto conciencia/deseo que posteriormente asumirá
Dostoievski en su personaje Raskolnikov. El asesino anhela una paz interior
mediante la violencia; sin embargo, después de cometer el crimen, la
culpabilidad lo conduce a autodelatarse.
La
aparente sencillez de la historia y la intensificación de muy precisos
pormenores en menoscabo de otros, son los recursos que utiliza el escritor para
reforzar en la obra, hoy igual que hace siglo y medio, su gran poder de fascinación.
El gato negro
(en inglés:
The Black Cat),
cuento de
horror aparecido en el periódico Saturday
Evening Post de Filadelfia en su número
del 19 de agosto
de 1843 y considerado por la
crítica como uno de los más espeluznantes de la historia de la literatura,
establece puntos de contacto con El
corazón delator. Tal es así, que este cuento también conduce al tema: el conflicto
culpa/deseo tras el asesinato. Ambos relatos nos presentan un personaje
principal aquejado por cuestionables accesos de demencia sádica, provocado en
uno por la obsesión que lo domina, derivado de una severa adicción en el otro.
Un
joven matrimonio lleva una vida hogareña apacible con su gato, hasta que el
marido empieza a dejarse arrastrar por la bebida. El alcohol le vuelve
irascible y en uno de sus accesos de furia acaba con la vida del animal. Un
segundo gato se le aparece en la taberna y los sigue a casa. La situación
familiar empeora, y los acontecimientos se precipitan hasta el horrendo
asesinato de la esposa. Para culminar, un aullido del gato desenlaza la
historia al delatar el crimen.
Es
este un cuento a manera de testamento. La narración resulta circular. Una
infancia feliz, un pacífico hogar, una mimada mascota, son degradados por la
violencia; pero la perfección del engranaje se logra con la aparición de la
nueva mascota, el nuevo acto de violencia, esta vez contra la mujer, y la
venganza que personifica el gato.
Nuevamente
nos encontramos ante la presencia de un narrador personaje que no solo hace
alusión a sus actos y a los que puede suponer, sino también a los hechos de l
conciencia. Es así que este tratamiento intimista y confesional del narrador
pudieran ser recursos autobiográficos. De igual manera, característico de los
románticos, el narrador pretende un coqueteo con el lector que conlleva al
narratario marcado por alguien y aquellos, pronombres indefinido y
demostrativo, respectivamente.
Los
personajes actúan en el anonimato, excepto el primer gato; pero en Poe nada es
gratis: «Plutón» hace alusión al dios de la muerte, «Hades». Esta primera
mascota vendría siendo un símbolo de lo diabólico y lo demoníaco. Sin embargo,
el segundo gato, por mucha semejanza que presente con Plutón –incluso el ojo
tuerto–, posee una característica que los contrapone: esa macha blanca «que le
cubría casi todo el pecho» (: 101), nos da indicio de la pureza y la fidelidad
que le hacen revelar el crimen. Por otra parte, el personaje principal se deja
arrastrar por el alcohol hacia un abismo sin salida, se destruye a sí mismo y
su destrucción afecta a otros, especialmente al personaje femenino. Muchos
críticos ven en el trío central (narrador, esposa, gato) un reverso infernal de
Poe, su esposa Virginia y la gata Caterina. Lo cierto es que el autor consigue
una recreación perfecta de los peores tormentos domésticos y los conduce al
sorprendente final de lo que resulta un verdadero infierno conyugal. La
enajenación de la esposa lo conduce a cometer el crimen, la máxima expresión de
la alineación.
En
la narración coexisten dos tiempos: uno, el momento en que se redacta el
«testamento»; y el otro, el tiempo que se condensa según la trama. En esta
última ubicación temporal se ejercen todas las acciones del evento. No
obstante, si coexisten dos tiempos, también ocurre con el espacio. La primera
marca espacial que apreciamos es real, la celda criminal; el hogar, la taberna,
constituyen el espacio evocado. El cuento es en sí una evocación al pasado y al
igual que en el anterior se desdeña la naturaleza hermosa, los lugares son
factibles para que el protagonista se centre en sí mismo, en sus conflictos
psicológicos.
El
autor emplea estos traumas de personalidad y consigue un rejuego
entre el conflicto culpa versus apariencia,
apariencia versus verdad. El esposo
aparenta estar libre de cargos ante las autoridades; sin embargo, podemos
conciliar con palabras de Parménides cuando afirma
que la apariencia es lo contrario de la verdad.
El gato negro, sin lugar a dudas, es uno de los más conocidos y siniestros cuentos de
Poe. La relación establecida entre el terror y la psicología nos conducen a la
conjugación del miedo, la enajenación y el arte.
Por su parte, El
barril de amontillado (en inglés:
The Cask of Amontillado), también conocido como El tonel de
amontillado, fue publicado por primera vez en 1846 y constituye uno de los relatos de la etapa final de la
vida de Poe, escrito poco tiempo antes del inicio de su declive definitivo
marcado por la muerte de su esposa en 1846.
Es
el tema de la venganza como farsa, con determinados subtemas como misoginia
humana y la locura premeditadora.
En
plenos carnavales de alguna ciudad italiana del siglo XIX, Montresor
busca a Fortunato con ánimo de vengarse de una pasada humillación. Al hallarlo
ebrio, le resulta fácil convencerlo de que lo acompañe a su palacio con el pretexto de darle a
probar un nuevo vino. Lo conduce a las catacumbas de la casa, y allí consuma su
venganza.
También
es este un narrador personaje que se presenta como si el lector lo conociera
desde hace mucho, da por sentado que el lector lo conoce:
Vosotros,
sin embargo, que conocéis bien mi alma, no pensaréis que proferí amenaza
alguna. (:157)
Inicia
una conversación con el narratario en función de lograr la verosimilitud.
Quiere seducirlo con determinados efectos de la posteriormente llamada novela
policial. Los espacios lúgubres, abandonados, los pasillos sombríos, las
criptas, sótanos, están en consonancia con la naturaleza de la acción que se
efectuará.
Se
presenta un breve o muy escaso sistema de personajes reducido a Montresor, Fortunato y a los sirvientes que junto a Lucresi son personajes referidos, o sea, son mencionados
pero nunca aparecen. Montresor, el narrador, realiza
un estudio psicológico de su víctima. Es calculador; utiliza a Lucresi como motivo para atrapar la atención de Fortunato.
El ambiente, desordenado, de fiesta, está en contraposición con el personaje.
Él es el más cuerdo, centrado completamente en su objetivo; y, al igual que en
los cuentos anteriores, carece de un antagonista «competente», pero sí lo
alimenta en su imaginación.
Por
otra parte, en este cuento, a diferencia de otros, existe una ubicación
tempo-espacial marcada: no se muestran saltos comprobados, desde que comienza
el relato se refiere a un pasado evocado. Es posible señalar además el empleo
de diálogos secos, incisos, que en ocasiones reflejan toda la ironía posible en
el personaje de Montresor:
–Y
yo brindo porque tengas una larga vida. (: 161)
Cuando en verdad deseaba acabar con ella.
Ironía
o farsa, pues Fortunato se encuentra vestido de bufón; sin embargo, el asesino
es el verdadero bufón de la obra.
Indudablemente es este un perfecto tratamiento de
lo escatológico. Ese paseo por la cripta llena de cadáveres, la constante
presencia de la muerte, nos hace evocar mundos de ultratumba, y genera así
cierto dramatismo.
El barril de amontillado
resulta entonces el más polisémico de los cuentos
analizados, maestro del género suspense.
Podemos
decir entonces que estos cuentos de Edgar Allan Poe están preñados de elementos
propios del movimiento artístico de su época: el Romanticismo.
Bibliografía
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