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Revista de estudios filológicos
Nº23 Julio 2012 - ISSN 1577-6921
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ENRIQUE FUSTER, CONDE DE ROCHE: ARISTOCRACIA Y CULTURA

 

Francisco Javier Díez de Revenga

(Universidad de Murcia)

 

 

          Los estudiosos de la historia de Murcia de finales del siglo XIX, sobre todo los que se han aproximado al estudio de la historia del arte, aluden con frecuencia a la figura del conde de Roche, un aristócrata que dedicó su vida, entre otras muchas cosas, a la conservación del patrimonio artístico y cultural de Murcia. Bibliófilo empedernido, investigador en los archivos locales, su figura ofrece perfiles que han despertado mi interés como investigador, por una especie de afinidad intemporal: fue el primero que escribió un libro sobre Saavedra Fajardo y dio a conocer inéditos y ediciones del diplomático barroco no superadas aún; presidió la cofradía de Jesús

 

 

 

El conde de Roche

 

Nazareno y reformó su privativa iglesia hasta convertirla en el lugar que hoy conocemos para situar adecuadamente los pasos de Salzillo; fue amigo y corresponsal de Menéndez Pelayo; y por si este interés no fuera suficiente veraneó en la Torre de la Horadada y estuvo casado con una hermana de mis tatarabuelos. Suficientes razones para recuperar su figura y su obra que, aunque hoy es reconocida por todos, nunca ha sido estudiada en detalle y en su totalidad, como pretende hacer esta aproximación estrictamente biográfica.

 

Familia, título y formación

 

          Enrique Fulgencio Fuster y López nació en Murcia el 1 de diciembre de 1845, hijo único del IV conde de Roche Fulgencio Fuster y López de Oliver y de Isabel López Sussías o Lussías, natural de Monóvar.  Quedó huérfano de padre, el 8 de marzo de 1853, a los siete años, muy niño, momento en el que heredó el título de V conde de Roche y la «pingue fortuna» de la casa Fuster, al decir de su nieto Enrique Fontes Fuster en su libro Nuestra heráldica. Su madre, doña Isabel, pasado el luto contrajo segundas nupcias con Lope Gisbert, político, diplomático y «culto poeta», que había ya realizado importantes méritos para la patria en diversos países tanto en América como en Europa. Por lo que cuenta Fontes, «cobróle gran cariño al hijastro», al que siempre consideró como hijo propio, le aconsejó, le dirigió su formación y le aficionó al estudio y a la pasión por los libros. Don Lope le dedicó en su primera comunión una expresiva dedicatoria en el devocionario que le regaló, lo que revela el aprecio que tenía hacia su hijastro.

          Según la ficha carlista de 1871, el joven conde estudió Humanidades y Latín en Murcia y en la Escuela Pía de San Antonio Abad de Madrid. Amplió sus estudios en Londres y en Paris, donde permaneció largo tiempo con objeto de perfeccionar su educación.

 

 

Pilar Fontes, condesa de Roche

 

          Se casó el día 12 de octubre de 1866, día de la Virgen del Pilar, cuando no tenía más que veinte años, con Pilar Fontes Rossique, hija del VIII marqués de Ordoño Mariano Fontes Queipo de Llano y de su segunda esposa María Dolores Rossique Hernández Tilly, que era hermana del marqués de Camachos y marqués de Casa Tilly. Pilar había nacido en Madrid el 15 de diciembre de 1844, y era, por tanto, hermana de padre del que sería IX marques de Ordoño, mi tatarabuelo,  Antonio Fontes Contreras, y hermana de madre de la esposa de éste, mi tatarabuela, la marquesa de Ordoño Dolores Alemán Rossique, hija del primer matrimonio de su madre con Diego Alemán García-Falcón, regidor perpetuo de Murcia. Lope Gisbert dedicó un extenso poema, que recoge Enrique Fontes, a Pilar el día de su boda. Fueron apadrinados por los Reyes de España.

          De este matrimonio nacieron los siguientes diez hijos: Mariano, fallecido menor; Pilar, fallecida a los 16 años el 20 de agosto de 1895 en la Torre de la Horadada; Enrique, fallecido menor; Fulgencio, VI Conde de Roche, Maestrante de Ronda, casado en París con Mª Victoria Ewars, natural de Santiago de Chile y sin sucesión;  Luz, nacida en 1868, casada el 19 de mayo de 1887 con Rafael Vinader y Antúnez, nacido en 1855, hijo del III Marqués de Torre Octavio; María Dolores, casada con José Mª Fontes y Alemán, su primo hermano, hijo del marqués de Ordoño; Isabel, casada el 15 de julio de 1897 con Gerardo Murphy y Trives, comandante de Caballería; Enriqueta, nacida en 1874 en Murcia, casada en primeras nupcias con José Varona, sin sucesión, y en segundas con Ernesto Botella y Martínez, general inspector de Sanidad de la Armada; Fuensanta, casada con Eusebio Chico de Guzmán y Caballero; Mariano, VII conde de Roche, casado con María Dolores Clemares Valero.

Fulgencio Fuster y Fontes consiguió el 11 de noviembre de 1902 que se le reconociera como duque de Amalfi y Grande de España, título que perdió en un pleito ante otro aristócrata con más derecho el 27 de marzo de 1912. Es el Pencho que aparece en las cartas del conde a Menéndez Pelayo. Pencho, como dice Roche en las cartas, estaba en Madrid estudiando el doctorado en Derecho Civil y Canónico (carta del 16 de septiembre de 1898), título que consiguió en noviembre de 1898, con su padre allí presente, tal como recoge El Diario de Murcia, el 20 de noviembre cuando comunica que el conde acaba de regresar de Madrid de asistir a la graduación de su hijo Fulgencio.

En la carta del conde a Menéndez Pelayo, que no tiene año (pero que es seguro de 1898) y que está fechada el 16 de abril se alude al viaje de don Marcelino de regreso de Murcia. Por Pencho sabe que llegaron bien, porque Fulgencio había sido uno de los que acompañaron a Don Marcelino a Cartagena, y debió de regresar tras la Semana Santa a Madrid a continuar sus estudios. También alude a su hijo Pencho en la carta de 3 de noviembre de 1899, porque don Marcelino debía de ser visitado por Fulgencio, que sin duda le llevaría encargos de su padre el conde.

Lope Gisbert no era el padre del conde de Roche ni el padre político, según entendemos ahora, como lo llama la prensa de la época. Era realmente su padrastro. La madre del conde, Isabel López Sussías o Lussías, como ya se ha señalado, a la muerte de su primer marido, se casó con el diplomático y escritor Lope Gisbert. Tuvieron una hija, Isabel Gisbert López, nacida el 1 de enero de 1857 en Murcia, hermana-de-madre del Conde de Roche, que recibiría el título de Condesa de Torre-Isabel por los servicios de su padre en La Habana en 1876. El 3 de enero de 1880 moría en Madrid doña Isabel López, tras larga enfermedad, ya que en junio de 1879 el conde de Roche se traslada a Madrid alarmado por el estado de salud de su madre.

Gisbert murió en Manila el 1 de febrero de 1888. Dos hijas de la Condesa, Isabel y Luz Gisbert Moreu, serían fusiladas en Málaga en 1936 por piadosas y católicas. La segunda de ellas fue la primera concejala en Motril, donde vivían, por Unión Patriótica. Su hermano Carlos también sería fusilado por los republicanos.

Todo el mundo dice que Lope Gisbert fue para el conde de Roche como un padre, lo que es lógico porque Enrique tiene tan solo siete años cuando muere su padre y hereda el título de conde de Roche y cuantiosa fortuna. Le ayudó mucho en la administración de sus bienes y le aficionó a los libros y a los documentos, a la historia, a la literatura y al arte, dominios que Gisbert controlaba totalmente. Cuando Gisbert muere en Filipinas, el conde enferma y tiene que guardar cama a consecuencia de la «sorpresa» que le ha causado la muerte de «su padre político», como llama a Gisbert la prensa local. Y así lo refleja La Paz de Murcia el 8 de febrero de 1888. El 11 de marzo de 1888, El Diario de Murcia da cuenta de los funerales que se han celebrado en la iglesia de San Miguel, presididos por el conde de Roche, y se indica que San Miguel se ha reconstruido gracias a las gestiones de Gisbert.

 

 

Lope Gisbert García-Tornel

Fue don Lope un activo representante del Gobierno en diversos puestos en colonias. En Cuba fue director del Banco Hispano Colonial de La Habana e intendente de la Isla de Cuba. Nació en Murcia en 1823 y fue, antes de sus puestos en La Habana, subsecretario de Hacienda, subsecretario de Gobernación, director General de Contribuciones, delegado especial del Gobierno para el arreglo de la Deuda del Estado con diversos países europeos y representó a Murcia en la Exposición Universal de Londres. Por sus actividades en Cuba, en 1876, se concedió el título de Condesa de Torre Isabel a su hija única Isabel Gisbert López. Su último puesto fue el de comisionado especial y administrador general de la Compañía de Tabacos de Filipinas. Era poeta y novelista y publicó diversas obras.

 

Escudo del Conde de Roche

Escudo del matrimonio Fuster Fontes, condes de Roche

 

 

He aquí la descripción del escudo del conde que figuraba en su casa de Murcia y que aún puede divisarse en lo más alto del edificio de la Torre de la Horadada: Escudo cuartelado: 1º De azur, una luna de plata surmontada de tres estrellas de oro puestas en faja. 2º De gules, tres amacayos de oro bien ordenados. 3º De oro, una carrasca de sinople y un oso al natural pasante atado a ella. 4º De plata, tres palos de sinople. En el de Murcia tres fajas.

 

 

Escudo de la casa de Murcia

 

 

Escudo en la Torre de la Horadada (Foto Rafael Francés Márquez)

 

(Vocabulario: cuartelado: división por dos líneas puestas en cruz; azur: color azul; plata: color blanco; surmontada: pieza que tiene sobre otra pero no se tocan; oro: color amarillo; puestas en faja: línea horizontal; gules: color rojo; amacayos: lises; bien ordenados: disposición de las piezas: dos en jefe, en la línea superior y una en punta, en la inferior; carrasca sinople: color verde; oso al natural: oso del color propio de la pieza; pasante: animal en actitud de andar, visto de lado; palos: línea o pieza vertical.)

 

Casa y vida familiar

 

          Una personalidad de la importancia y de la relevancia social del conde de Roche no habría de pasar inadvertida en su vida familiar que trasciende a la prensa local constantemente. Bodas, bautizos, entierros, nacimientos y defunciones, asistencias a sepelios de las más diversas personas, en cuya presidencia siempre aparece destacado y citado, son acontecimientos de la vida cotidiana en los que la participación de Roche era indefectiblemente reseñada en las páginas de los periódicos, como sus veraneos, sus viajes (como la larga «expedición» a Andalucía en mayo de 1886), sus descansos en los Baños de Mula, etc. El Diario de 15 de diciembre de 1894 anuncia que ya es abuelo; el 4 de enero de 1880 comunica la muerte de la señora madre del conde, por lo que se le traslada el pésame no solo a Roche sino también a Lope Gisbert.

 


 


 

Casa del Conde de Roche, calle del Porcel, hoy calle del Conde de Roche

 

En el oratorio de su casa de Murcia, situada en la calle del Porcel, se celebró la boda de varias de sus hijas. Oratorio que sirvió también para otras ceremonias religiosas significativas. Podemos citar, como indica El Diario de 30 de mayo de 1893, la primera misa del sacerdote Antonio Pérez Buendía en el «oratorio particular» del conde, también en sufragio por su hija Pilar; la boda de su hija María Dolores con José María Fontes Alemán, hijo del marqués de Ordoño, según refleja El Diario de 10 de junio 1893, a la que ha asistido Fulgencio, el hijo mayor, venido desde Madrid. Los novios le han acompañado en su regreso a la capital de España hasta Archena, ya que se han trasladado a la finca de la Hortichuela a pasar la luna de miel; la boda de su hija Isabel, de la que da cuenta El Diario de 15 de julio de 1897. El equipo de novia de Isabel Fuster Fontes, que se casa el día de San Enrique, aparece publicado en El Diario de 24 de junio de 1897. El 16 de julio, el periódico reproducirá la lista de los regalos de boda de la pareja. Antes, en 22 de mayo de 1897, se ha dado cuenta de la boda de su hija Luz con Rafael Vinader, hijo del marqués de Torre Octavio oficiada por el obispo Bryan Livermore en la propia casa del conde; el 25 de mayo, el periódico indica que con este motivo el conde les ha enviado un surtido de dulces al periódico.

 


 


 

Oratorio y vestíbulo de la casa de Murcia

 

 

 

          Incluso, podría ser noticia la adquisición de un mueble como es el caso de la cama de palo que viene aludida en un suelto por El Diario de 24 de septiembre de 1893: «Hemos tenido ocasión de ver la preciosa cama de palo santo que ha hecho para el Sr. Conde de Roche el maestro carpintero, ebanista y tallista, D. Antonio López Chacón. Reúne dicha obra una elegancia artística que resulta de su dibujo y proporciones, una severidad majestuosa que se la dan la sobriedad de sus adornos y lo bien concluidas qué están todas sus piezas. El cortinaje es riquísimo y los demás accesorios de un gusto y trazado irreprochables. Felicitamos al Sr. López Chacón, por haber concluido en su taller de la calle de Santa Catalina, un mueble que parecería traído de París a los que creen que aquí no hay gusto para nada.»

En otra ocasión, y así lo relata La Paz el 14 de junio de 1892, la referencia al conde alude a un posible grave atentado en plena calle: «Momentos antes de regresar el domingo a su casa de la calle del Porcel la familia de nuestro respetable amigo el Sr. Conde de Roche, que volvía de oír misa de doce, arrancó el portero una bala todavía caliente que se incrustó en la pared de enfrente de la puerta de dicho Sr. Conde. Al oír la detonación, salieron varias personas y solo vieron en la calle a dos hombres que por su aspecto parecían albañiles. La frecuencia con que actos de esa índole se repiten, sin que la autoridad ponga a ellos enérgica enmienda ni haga el mas pequeño esfuerzo para perseguir tales salvajismos, raya en el abuso mas escandaloso y nos hace creer que Dumas tuvo razón al incluirnos entre los africanos.»

 

 

Otro aspecto de la vida cotidiana del conde es el de los constantes y muy diversos donativos, a los que habitualmente hace alusión la prensa local. Es continua en la prensa la información sobre los más diversos que fue ofreciendo el conde a lo largo de su vida, bien de manera individual o participando en suscripciones colectivas. Algunos son muy llamativos, sobre todo los individuales, como por ejemplo, el que recoge La Paz de Murcia el 30 de marzo de 1886 cuando los vecinos de la diputación de los Velázquez le agradecen con una serenata el haberles costeado la edificación de una ermita. Y así ofrece donativos también para la lápida de don Pedro González Adalid para dar nuevo nombre a la calle de Aljezares (1896), o la suscripción  para los soldados que regresan enfermos o heridos de la Guerra de África (1896).  El Diario de 18 de enero de 1898 indica que el conde de Roche dio cuatro arrobas de bacalao para el reparto de socorros, y el 12 de febrero del mismo años destaca el donativo de 1.000 pesetas al alcalde Lorenzo Pausa para la Tienda Asilo.

En 1902, lo dice El Diario de 22 de noviembre, promete con otros ayudar a restaurar y embellecer la catedral, que ya ha instalado las cuatro nuevas vidrieras del altar mayor. Y, ya al final de su vida, en 1905, El Liberal, del 13 de octubre, recoge una simpática aunque triste noticia: «El señor conde de Roche ha hecho un donativo de doce gallinas al hospital provincial, en memoria de su buena esposa (q. e. p d.) Dª María del Pilar Fontes, por ser ayer el día de su santo. La superiora de dicho establecimiento benéfico, la bondadosa hermana de la caridad sor Lorenza, nos encarga hagamos pública su gratitud y la de los enfermos al donante».

 

 

En la Torre de la Horadada y otros descansos

 

          Uno de los aspectos  más entrañables de la biografía del conde de Roche, y que pone de relieve un perfil familiar muy nítido, es el relacionado con sus veraneos en la Torre de la Horadada, en donde se construyó una magnífica casa a orillas del mar, adherida a un torreón de vigilancia del siglo XVII, en cuya parte alta instaló su escudo nobiliario.  En parcelas contiguas se irían construyendo casas veraniegas muy hermosas algunos familiares de la condesa, como los marqueses de Ordoño, Diego Fontes, Pablo y Ramón Torres de Parada, mi abuelo. Ambos hermanos Torres de Parada estaban casados con sendas hijas del marqués de Ordoño, María y Josefa Fontes Pagán. Ramón no llegó a construir su casa en la Horadada, porque enviudó muy joven, y la parcela permaneció deshabitada, conservando los mojones con sus iniciales, hasta los años setenta del siglo XX.

En la prensa murciana era frecuente que se hiciera referencia a su marcha al veraneo, como hace, bien temprano, El Diario de Murcia el 28 de junio de 1888. Obsérvese el interesante posesivo que precede a la palabra torre y la referencia política a la filiación carlista del conde: «Ha salido para su torre de la Horadada, orilla del mar, a gozar del veraneo, y después de haberse declarado de D. Carlos, contra “El Siglo Futuro”, nuestro amigo el señor Conde de Roche». O el mismo periódico, el 17 de julio de 1889 cuando señala: «Hoy sale para su posesión de la Torre de la Horadada, en la orilla del mar, el Sr. Conde de Roche y su familia. Anteayer, y como día de su santo, se despidió el Sr. Conde de sus amigos de la tertulia de este periódico, con una magnífica tortada que hemos probado a su salud.» Y al día siguiente, es La Paz de Murcia (18 de julio de 1889) la que recoge: «Se halla ya en su posesión de la Torre de la Horadada, en la orilla del mar, el Sr. Conde de Roche y su familia.»

 

 

La casa de la Torre de la Horadada

 

 

          En la Torre de la Horadada ocurrieron muchas cosas. Y una de ellas, de la que da cuenta la prensa murciana, fue la grave enfermedad que aquejó en plena juventud a una de sus hijas, con fatal desenlace allí mismo. Las noticias, en principio malas, llegan a Murcia desde la Torre a finales de julio de 1892, aunque a primeros de agosto se señala que ha mejorado y que está fuera de peligro. Pero el día 21, El Diario de Murcia  da la noticia de la muerte en La Horadada de María Pilar Fuster y Fontes, que tan solo tenía 16 años. Se inserta un artículo necrológico.

En el verano de 1895 vio por fin terminadas las obras de un oratorio en la Torre, y a su solemne bendición acudió un delegado del obispo diocesano, tal como recoge El Diario de Murcia, de 27 de julio: «Delegado por el Sr. Obispo de Orihuela, el canónigo nuestro amigo D. Juan Ruiz Ramírez, bendijo el día de Santiago el Oratorio que ha hecho en la Torre de la Horadada el Sr. Conde de Roche. Se verificó la ceremonia religiosa dedicando el Oratorio a la Virgen de la Aurora, y después el canónigo oriolano dijo la primera misa que fue aplicada por la inolvidable hija Pilar de los Condes de Roche». Otro acontecimiento familiar tuvo lugar, en la Torre,  el 21 de julio de 1896 porque nacería allí  María Dolores Fontes Fuster, una de las nietas del conde de Roche, hija de José María Fontes Alemán y de María Dolores Fuster y Fontes.

 

 

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Recordatorio de Pilar Fuster y Fontes

 

 

 

 

 

La vida del conde también en La Horadada era muy activa, hasta el punto de sufrir un accidente de circulación junto a su maestro albañil cuando está haciendo unas reformas en su casa de la Torre. Pero tal hecho sucede en octubre de 1895, como refiere con todo detalle El Diario de Murcia del día 16: «En su magnífica hacienda de la Horadada que en término de San Pedro del Pinatar posee nuestro querido amigo el Sr. Conde de Roche, ocurrió anteayer tarde un accidente desgraciado. Iban en una tartana con objeto de visitar ciertas obras cerca del mar, el señor Conde y el maestro de albañilería D. Antonio Carrión, cuando dio el carruaje un espantoso vuelco, del que resultaron ambos con la fractura del brazo derecho, por el tercio medio del húmero. Seguidamente acudieron en auxilio de los lesionados el médico de Torrevieja D. Manuel García que casualmente se hallaba en una casilla de carabineros allí próxima, y el facultativo del Pinatar D. Miguel Ferrero, que con toda solicitud les hicieron la primera cura. Ayer mañana llegaron en un carruaje a esta capital el Sr. Conde y el Sr. Carrión acompañados del Sr. D. Eustasio Viviente, médico de San Javier. Lamentamos este doloroso accidente y tanto al Sr. Conde de Roche, como a nuestro también amigo D. Antonio Carrión deseamos una curación rápida y eficaz.» Es curiosa la ubicación que el periódico hace de la Torre de la Horadada en el término de Pinatar, que aparecerá con cierta frecuencia.

El último veraneo del conde, se anuncia en El Diario de Murcia de 20 de julio de 1905, junto al de otros ilustres murcianos, cuando señala, bajo el título «De veraneo» que el conde de Roche ha salido «Para Pinatar».

 

 

 

 

 

 

La torre con el escudo de los Fuster

(Foto de Rafael Francés Márquez)

 

 

La vida de ocio del conde era, desde luego, más amplia, y la prensa la refleja con detalle. Por ejemplo, sus temporadas en los Baños de Mula en otoño o en primavera. Así El Diario de Murcia, de 23 de octubre de 1888 señala que «sale para los baños de Mula», y el 25 indica que ya «se halla en los Baños de Mula el Sr. Conde de Roche», mientras que el 31 avisa que ya ha regresado el conde a Murcia. El balneario era sin duda lugar de reunión para las personalidades de Murcia, si hacemos caso de los que nos dice El Diario de 18 de octubre de 1889: «Baños de Mula. Hoy sale para los Baños de Mula el Sr. Conde do Roche. En dichos baños se encuentran ya los señores don Agustín Abril, D. Antonio Hernández Almansa y D. Luis Fontes Contreras.» Y en relación con esta estancia en los Baños, un romance de José Martínez Tornel, en su «Crónica dominguera» bromea con el conde  postulándolo como alcalde de Murcia, a pesar de ser carlista en El Diario, ese mismo octubre, el 27. Lo mismo informará El Diario de 17 de abril de 1894.

También acudía a descansar a los baños de Fortuna, si hacemos caso de lo que dice El Diario de 21 de noviembre de 1895. Y en 1902 lo encontramos en los Baños de Fortuna enfermo, aunque recibe visitas e invita a almorzar a sus visitantes, como detalla El Diario el 15 de abril, aunque el 19 se dice que ya ha regresado muy mejorado. Y también realizó una larga excursión a Extremadura, Andalucía y Madrid, acompañado de su hijo Fulgencio, según cuenta El Diario el 6 de diciembre de 1902.

Las tierras orillas del mar Menor denominadas Los Alcázares, vinculadas a la familia Fontes, en los finales del siglo XIX crearon a sus legítimos propietarios algunos problemas y un pleito con el Ayuntamiento de San Javier que aireó la prensa de la época. Los terrenos conflictivos llegaron a manos del conde de Roche por su matrimonio con Pilar Fontes Rossique, que los hereda de su padre el marqués de Ordoño, Mariano Fontes Queipo de Llano, que dejó a su hija Pilar todos los terrenos de los Alcázares. A la muerte de la condesa, pasarían a su hija María Dolores casada con José María Fontes Alemán, con lo que parte de los terrenos retornaron a los Fontes, entre ellas la finca «La Cerca». Otra hija de los condes de Roche recibió en herencia otros terrenos en Los Alcázares, que más tarde ocuparían las actuales instalaciones militares, compradas en 1915 al matrimonio Murphi-Fuster. Tanto el marqués de Ordoño como otros títulos (Rozalejo, Ríoflorido, Torre Pacheco) construyeron en aquellos terrenos lugares para veranear, al tiempo que las gentes más humildes de Murcia y sobre todo huertanos acudían a aquellas inmensas llanuras y acampaban libremente en ellas. Por supuesto uno de los alicientes era la feria de agosto, o feria del mar, a la que acudían feriantes que se situaban libremente en aquellos terrenos. Los Fontes se vieron incluso obligados a cercar su finca con un inmenso muro de unos dos metros de altura, por lo que a la finca se le dio el nombre de «La Cerca».

Entre 1886 y 1889 el conde de Roche se ocupó, como administrador de su mujer, de frenar al Ayuntamiento de San Javier que se empeñaba en imponer impuestos injustificados a todos los que acampaban en los territorios propiedad de la condesa, como si se tratase de la vía pública. Por ser terrenos privados, ya el Consejo de Ministros decretó que el Ayuntamiento no podía disponer de esos terrenos como si fueran suyos, y así lo publicó en 1886 el Boletín Oficial del Estado, en un decreto firmado por el rey Alfonso y por Cánovas del Castillo, dado que la  condesa era propietaria de los terrenos que «adquirió por herencia de su padre, quien los compró al Estado como procedentes de los propios de las villas de Pacheco y San Javier, según lo ha hecho constar con los respectivos títulos de pertenencia que no han sido impugnados» y que «la Corporación municipal de San Javier solo estaba autorizada por la ley para imponer arbitrios en la vía pública ó en propiedades del pueblo, y de manera alguna en la que pertenezcan a particulares que las posean anteriormente por títulos legítimos». Y establece que «el Conde de Roche, como administrador legal de los bienes de su mujer, propietaria de la finca conocida con el nombre de los Alcázares, tiene derecho a su exclusivo aprovechamiento, y a oponerse a la imposición de cualquier gravamen que no se haya obtenido por los medios prefijados en nuestras disposiciones legales»

Pero aun así, en los años siguientes, el ayuntamiento de San Javier siguió incumpliendo la ley, hasta que una sentencia de 1899 lo impidió definitivamente. Lo cuenta El Diario de Murcia: «El Conde de Roche, propietario del terreno de los Alcázares, acudió a la vía contenciosa, fallando a su favor la Diputación provincial, en primera instancia y el Consejo de Estado en segunda. No obstante el carácter de ejecutorio que el dictamen del citado Consejo tiene, el municipio de San Javier persistió en el derecho de que se cree asistido para la imposición de arbitrios a los puestos de la mencionada feria.» Y el 31 de enero de 1889 da cuenta puntual del resultado del contencioso: «Nuestro amigo el Sr. Conde de Roche ha ganado el pleito que seguía con el Ayuntamiento de San Javier sobre la imposición de ciertos arbitrios que aquel municipio impuso a los feriantes que asisten a la fiesta de los Alcázares; cosa que era de esperar dicho fallo dada la justicia que asiste a dicho Sr. Conde y tan evidentemente puesta de manifiesto ante el tribunal de lo Contencioso Administrativo por su abogado el Sr. D. Eulogio Soriano. Lo que sí extrañamos es que un asunto tan claro y ya resuelto en 1885 por un decreto sentencia del Consejo de Estado, haya dado lugar a nuevas cuestiones, promovidas principalmente por el Decreto del Gobernador, de 3 de Agosto de 1887, para venir a parar, al cabo de dos años de molestias, en perjuicio todo de los pobres feriantes de los Alcázares, en que dicho Ayuntamiento no tuvo antes ni tiene ahora razón ninguna, para invadir terrenos que no son suyos.»

 

Casa Jose Mª Fontes

 

 

Casa de José María Fontes y María Dolores Fuster Fontes en Los Alcázares

 

 

          Todavía, el 14 de agosto de 1889, El Diario de Murcia, en pleno verano, da más noticias en relación con el conde y Los Alcázares: «Sabemos que le han hecho proposiciones al Sr. Conde de Roche para adquirir a censo el terreno en que se hace la feria de los Alcázares y dedicarlo a construcción de casas, que tendrían la misma alineación que las ya construidas en aquellos terrenos. Indudablemente, si se realizan estos proyectos el pueblecito de los Alcázares sería bien pronto uno de los sitios de más fresco y comodidad para la temporada de verano. Entonces se haría la feria en los terrenos contiguos de la jurisdicción de Pacheco, con mucho gusto de los feriantes que acuden a la popular fiesta de la Mar, porque no se verían molestados y perjudicados con impuestos y gabelas como los que hasta aquí han venido satisfaciendo tan injustamente al Ayuntamiento de San Javier.»

 

 

Actividades políticas, empresariales e institucionales

 

          La prensa murciana informa puntualmente de la participación en política de Roche, que fue variada y extendida a lo largo de los años. La Paz recoge, en su número de 4 de marzo de 1871, cuando apenas tiene veinticinco años, la lista de candidatos que apoyará la coalición carlo-alfonsina-republicana en Murcia compuesta por el conde de Roche, Francisco Melgarejo y el general Juan Contreras, e indica que «algunos republicanos confían mucho en la elección del último por el tercer distrito: allá veremos», termina diciendo el periódico. Pero lo cierto es que el 12 de mazo, La Paz informa que en los tres distritos de la capital ha vencido la coalición federo-carlo-moderada, en los primeros por bastante mayoría.

En consecuencia el conde de Roche fue elegido diputado carlista, junto a los otros candidatos citados: Melgarejo, moderado y Contreras, progresista. El mismo La Paz da cuenta, el 15 de abril, de que el conde ha sido «admitido como diputado sin debate en la sesión del congreso del día 13». Aparecerán esporádicamente noticias sobre participación y votaciones en los años siguientes, y el 13 de enero de 1873 el mismo periódico comunica que «definitivamente ha trasladado su residencia a Madrid nuestro amigo el Sr. Conde de Roche. El viernes salió para aquel punto su apreciada señora y demás familia.»

          De las actividades de tipo institucional que el conde desarrolló en Murcia, que fueron muchas y muy variadas y relacionadas con todo tipo  de cuestiones políticas y organizativas, también la prensa facilitaba cuantiosa información. Podríamos decir, que, regresado a Murcia y residente de nuevo en la ciudad, el conde participaba en cualquier comisión que se organizaba fuera oficial o extraoficial. Así La Paz señala el 18 de febrero de 1875 que forma parte de una comisión contra la plaga de langosta formada en el Gobierno Civil, o el 3 de octubre del mismo año indica que se está formando una liga o asociación de contribuyentes en la que el conde también está presente. Tal asociación acabaría convirtiéndose en la Comisión Representativa de Hacendados que se constituye en 1879, tal como informa El Diario de Murcia el 4 de junio, que añade que se propone redactar unas ordenanzas de la huerta. El presidente de tal comisión es el conde de Roche y el secretario Pedro Díaz Cassou. No pasaría un año cuando aparece en la prensa (Diario de 26 de febrero de 1880) que el conde rehúsa a la presidencia de la Junta de Hacendados porque cree que tiene que renovarse. En ella quedaría, sin embargo como vocal, y así lo consigna La Paz el 9 de junio de 1881.

          Otra de las actividades sociales del conde la representó su presentación como candidato a la presidencia del Casino de Murcia, como informa el Diario de 28 de diciembre de 1881, elecciones que ganaría convirtiéndose en presidente, según anota La Paz el 2 de enero de 1882. En el casino desarrollaría una actividad institucional notable a juzgar por las personas que recibe en el mismo como el músico Isaac Albéniz o el tenor Julián Gayarre. En 1884 volvería a ser elegido presidente del Casino.

 

 

Casino de Murcia

 

 

          Con gran interés y apasionamiento, se ocupó el conde de todo lo relacionado con las inundaciones, y, por ello, formó parte de la Junta del Congreso de las Inundaciones en 1886 y  fue el autor de un valioso escrito de que se hizo eco la prensa en los primeros meses de 1886. Y El Diario anota el 26 de abril de 1887 y el 5 de mayo de ese mismo año que, como presidente del Congreso de las Inundaciones, viaja a Madrid para presentar al jefe del Gobierno Antonio Cánovas del Castillo, el escrito que ha redactado el congreso sobre las inundaciones, cuyas actividades continúan a lo largo de todo el año, tal como refleja La Paz del 2 de octubre de 1887, que se refiere al conde como presidente del mismo. Gestiones que ya han sido realizadas el día 7 de mayo ante Cánovas y ante el ministro de Hacienda, tal como refiere El Diario cuando informa del regreso de Madrid del conde. La Paz informa el 22 de abril de 1888 de que se ha reunido la Junta de Agricultura para informar de los proyectos en defensa de las inundaciones. Las actividades del conde en este terreno de las inundaciones fueron constantes a lo largo de toda su vida, con intervenciones en la prensa muy sonadas y comentadas. En enero de 1892 se está preparando para la inauguración de las obras realizadas por el organismo que presidía Roche para prevención de las inundaciones. El Diario da cuenta de ello en su número del día 14 y de la reunión que ha tenido lugar en la casa del conde. El día 20 informará de la reunión preparatoria de la inauguración en el Gobierno Civil, y el 29 La Paz recoge la carta de Cánovas del Castillo agradeciendo la invitación a la inauguración de las obras. En 1894, lo cuentan los periódicos de los días 21 y 22 de junio, el conde propone en sesión de la Sociedad Económica de Amigos el País que se reclame al representante de Murcia en las Cortes que gestione el divorcio de la cantidad asignada en los nuevos presupuestos a las obras del Segura y del Júcar. Y todavía se puede leer un artículo suyo muy reivindicativo en torno a las inundaciones en El Diario de Murcia de 22 de febrero de 1895.

          A principio de 1898 los periódicos informaron de que el conde había decidido abandonar los despachos y visitar personalmente las márgenes del río en Llano del Beal y El Raal porque el Segura las ha roto. Lo dice El Diario de 24 de enero. Y en el mismo periódico el conde publicará un artículo muy duro, el 6 de febrero, con el título de «Un peligro inminente», sobre la ruptura de esas márgenes. Se iniciaron a  raíz de estos reclamos unas urgentes  obras en el río que visita el propio conde, según refleja El Diario de 1 de marzo.

          El 24 de marzo de 1886 El Diario de Murcia comunica que el conde ha sido designado compromisario para elegir un senador en Valencia por la Real Sociedad Económica de Amigos del País, y el 26 de octubre el mismo periódico anuncia que se ha constituido una comisión para ir a Madrid con el fin de solicitar una fábrica de tabacos para la ciudad, de la que forma parte el conde de Roche.

          Participó también de forma muy activa en la comisión preparadora de la peregrinación a Roma que se constituyó en el obispado para celebrar el jubileo del papa León XIII. Así lo señala El Diario en su número de 22 de marzo de 1887. Por supuesto el conde fue vocal de tal comisión, que se reúne varias veces en abril, tal como dan cuenta los dos diarios y en noviembre, tal como refleja El Diario del día 29.

          El 21 de junio de 1887 El Diario comienza a facilitar información, que continuará en los números siguientes, sobre una nueva participación en la vida empresarial de Roche, cuando anuncia que en casa del conde se ha constituido la delegación para la región de la Sociedad Vinícola y Enológica, que elegirá al conde como su presidente, tal como informa el mismo periódico ya el 22 de julio. La Paz de 17 de agosto de 1888 informa de la circular de la Sociedad Española de Viticultores invitando a participar en la exposición de París de 1889, y el conde se implica directamente en esta nueva acción.

          El Diario de Murcia de 23 de julio de 1889 y La Paz del 24 recogían un suelto que pone de relieve la buena marcha y lo útil que era esta sociedad vinícola, dentro y fuera de Murcia: «Nuestro colega “Las Provincias” dedica un artículo al Sr. Conde de Roche, excitándole a que tome la iniciativa para llegar a una inteligencia con los productores de vinos de esta provincia y constituir un núcleo de mutua defensa. Como el Sr. Conde de Roche preside ya una junta, tan identificada con el objeto de que se trata, como es la Sociedad Vinícola y Enológica de la provincia, le será fácil extender su acción hasta realizar el pensamiento oportuno y conveniente. El 26 de julio añade El Diario: «Dice “Las Provincias”: «Desde su casa de “La Horadada” nos escribe el Sr. Conde de Roche, ofreciéndonos su valioso apoyo para cuanto se relacione con nuestro propósito de dar a conocer en los mercados consumidores los vinos de la provincia. Dicho señor ofrece además reunir lo antes posible a sus compañeros de la sociedad vinícola, para exponerles la conveniencia de la asociación de productores de vinos en todo cuanto a los intereses de los mismos convenga, y especialmente con el fin de dar a conocer este rico caldo a nuevos mercados, poniéndose a salvo de los peligrosos egoísmos de los intermediarios.» La sociedad funcionó durante algunos años, aunque el 6 de noviembre de 1897 se puede leer en El Diario una carta del conde titulada «Liquidación de una sociedad» sobre la fin de la Sociedad Vinícola y Enológica.

          Su actividad política, como carlista, nunca fue abandonada por Roche. Y de vez en cuando la prensa local da cuenta de alguna nueva iniciativa, como lo hace El Diario el 22 de junio de 1888, cuando señala que el conde ha firmado un escrito de 12 o 14 carlistas de adhesión al marqués de Cerralbo por un escrito suyo dirigido al rey de España. Y en ese mismo orden de cosas, como tradicionalista firma su adhesión a la celebración del XIII centenario de la unidad católica de España en el III concilio de Toledo. La Paz recoge la noticia el 25 de julio de 1888, tomada del periódico El Tradicional de Valencia. El Diario de 19 de marzo de 1989 anunciaría la creación en España del Partido Tradicionalista, en el que nuestro conde estaría presente desde el principio: «Según vemos en los periódicos de la corte acaba de organizarse el partido Tradicionalista de España, con el objeto de celebrar si XIII centenario de la unidad católica en nuestra nación. La junta central presidida por el marqués de Cerralbo, la componen varios vocales, entre los que figura el Sr. Conde de Roche como presidente de la junta regional de las provincias de Murcia y Albacete.» Justamente, el marqués de Cerralbo visitará Murcia en la primavera de 1893 y será acompañado a ver los pasos de Salzillo en la iglesia de Jesús por el conde, tal como lo señala El Diario, de 1 de abril. Otro visitante político muy significativo fue Juan Vázquez de Mella, de la minoría carlista, que será acompañado por el conde para ver la catedral y la iglesia de Jesús, así como el Belén, según lo indica El Diario el 8 de enero de 1899.

El 23 de noviembre de 1898 indica el mismo periódico que ha acompañado al conde las Almenas, que ha venido desde Archena para ver la iglesia de Jesús y el Belén de Salzillo, que la marquesa de Salinas tenía en su palacio de la calle de Riquelme. El Conde de San Luis y Eduardo Gasset visitan Jesús en 1903, acompañados del conde de Roche y «haciendo grandes elogios de la obra del inmortal escultor murciano […], Gasset ha escrito en el álbum un entusiasta elogio de nuestro insigne escultor, considerándolo como un modelo digno de estudiar e imitar», tal como cuenta El Liberal el 16 de septiembre.

 

 

Palacio de la Marquesa de Salinas en la calle de Riquelme, donde se podía visitar el Belén de Salzillo

 (Foto de los años cincuenta cuando era sede de la Diputación)

 

 

Y, desde luego, Roche recibió a dos reyes en Jesús. En 1877 formó parte de la comisión para la vista del rey Alfonso XII, tal como dan cuenta los diarios murcianos de enero y febrero de aquel año, cuando anuncian la intención de reunir en San Andrés otras obras de Salzillo para que sean visitadas por el monarca junto a las imágenes de la iglesia de Jesús; y en 1903, el 28 de junio, El Liberal recoge detalladamente la visita a la Iglesia de Jesús de Alfonso XIII acompañado por el conde de Roche y otros mayordomos: «El rey ha ido contemplando una por una toda lo efigies, dedicándole entusiastas elogios, singularmente al Ángel de la Oración en el Huerto. Ha firmado en el álbum, en una hoja sola: el príncipe ha firmado también.»

En 1892 se ha retirado de la política, según anota El Diario de Murcia del 6 de noviembre: «Los tradicionalistas de esta ciudad han celebrado el día de S. Carlos con un acto religioso en la iglesia de la Merced y un modesto banquete en el Hospedaje de la Catedral, donde reinó, dentro del orden más cumplido, la expansión y el esparcimiento de la más sincera amistad. Los brindis que al final se pronunciaron fueron entusiastas, dominando en todos ellos la idea de que los ideales tradicionalistas triunfen en España. Según hemos oído decir, formarán muy en breve un círculo político que será centro de propaganda. Dicho partido ha dejado de estar dirigido por el Sr. Conde de Roche, el cual, después de mas de veinte años de vida política, se retiró hace pocos meses a la vida privada; resolución de que no han podido hacerle desistir sus mejores y más antiguos amigos políticos de Murcia y de Madrid. Ignoramos todavía quien lo sustituirá en el cargo de Delegado en esta región murciana; tan luego como lo sepamos daremos cuenta a nuestros lectores de cuanto ocurra entre los adeptos de esta agrupación política, que, al parecer, y por lo que hemos oído a algunos de sus afiliados, va a emprender una campaña activa y enérgica de reorganización en toda esta provincia.»

Años después, El Diario de Murcia de 20 de abril de 1894 anuncia que el conde de Roche ha sido invitado a asistir «personalmente» a la boda de don Carlos. En efecto, Carlos VII, una vez que enviudó de la reina Margarita el 29 de enero de 1893, contrajo segundas nupcias, en 1894, con la aristócrata austriaca María Berta de Rohan.

          Pero no se apartó desde luego de la actividad institucional y empresarial, ya que rastreando la prensa de aquellos años podemos señalar que  formó parte de los más diversos organismos, patronatos y juntas: jurado de los Juegos Florales (1887), vocal de la Comisión de Cuentas y Peticiones del Heredamiento de Alguazas (1889), vocal de la Comisión para la Exposición Hispanoamericana de Madrid (1891), vocal de la Comisión Permanente de Pósitos (1892), vocal de la Junta Patriótica Murciana (1893), jurado del Concurso de Ganado de la Sociedad Económica (1897), vocal de la Comisión promotora del Monumento a Cánovas del Castillo (1897),  vocal de la Junta Local de Socorros, en la alcaldía (1898), vocal del Sindicato de la Seda (1898 y 1899), vocal de la Junta Auxiliadora y de Propaganda del Congreso Católico de Burgos (1899), vocal de la Junta para la preparación e la Exposición Agrícola (1899), vocal del Consejo de Agricultura (1899), presidente de la Comisión de Monumentos (1900), vocal de la Junta Diocesana Auxiliadora de los Congresos católicos, para el que ha de celebrarse en Tarragona (1902), vocal de la Comisión Permanente de Pósitos (1902), vocal de la Junta Higienizadora y de Saneamiento de Murcia (1902).

          En 1900 formará parte de una comisión de propietarios que se oponen a un proyecto del ministerio de Hacienda por cuestiones fiscales hasta que consiguen que el ministerio suspenda las investigaciones que estaba llevando a cabo a los propietarios. La prensa de marzo y abril da cuenta del litigio y publica el 9 de mayo que gana la liga de propietarios y da a conocer la resolución de Hacienda.

          En 1902 se pone al frente de una operación muy emprendedora, la creación de un banco de crédito agrícola, como dice El Diario de 16 de mayo. El 10 de junio se comunica que se ha reunido la junta de accionistas de la Caja Rural en la Real Sociedad Económica presidida por Roche, que será elegido, junto a otros propietarios agrícolas, vocal de tal junta. El 20 de junio el periódico indica que el nuevo banco se denominará Caja de Ahorro Rural y de Préstamos y, entre los componentes del consejo de administración, figura el conde de Roche.

También en 1902, según El Diario de 16 de noviembre, el gobernador civil, Aguado, cesa a Roche como representante de los propietarios de la Huerta en el Consejo Provincial de Agricultura Industria y Comercio. El periódico protesta enérgicamente, y, en 1903, será restituido en su puesto de vocal de la Junta tal como detalla El Diario el día 16 de enero: «Con fecha de ayer ha sido nombrado, por el actual Gobernador Civil de la provincia, para cubrir la vacante de vocal de la Junta Provincial de Agricultura, nuestro amigo el Sr. Conde de Roche, dando el Sr. Contreras, con este nombramiento, una prueba más de sus dotes de discreción y acierto; pues en esta ciudad fue en general muy mal visto que el Sr. Aguado destituyera de dicho cargo al Sr. Conde que lo venía desempeñando con justificada representación, hace diez y ocho años y a satisfacción de todos los propietarios.»

 

 

La vida cultural

 

          Desde muy joven también, el conde de Roche aparecía en la prensa local protagonizando todo tipo de actividades. Así, el 8 de enero de 1867, cuando tenía tan sólo veintiún años, participa en la creación de una sociedad coral que presidiría Joaquín Codorniu y en la que Roche figuraría como vicepresidente. Lo cuenta el diario La Paz, que señala igualmente que el 31 de diciembre de ese mismo año que se ha creado la Sociedad Filarmónica, que ha de reunirse el día 1 de enero en la casa del conde, su vicepresidente, con el objetivo de elegir los cargos que habrían de regir dicha sociedad. El mismo diario informa el 16 de octubre de 1888 que Roche ha participado en la Exposición de Bellas Ares y ha sido premiado en la sección de Armas, por la colección de espadas de su propiedad que ha presentado.

          El 22 de diciembre de 1887, según constata El Diario, preside en el Ateneo una sesión en la que ha pronunciado una conferencia Andrés Baquero Almansa. El Ateneo se reunía en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Y así el 20 de enero de 1888,  según reseña El Diario, ha presidido «honradamente el absolutista Sr. Conde de Roche» un debate sobre la monarquía liberal y la república liberal y, según lo indica el de 26 de enero, preside de nuevo una conferencia sobre Bellas Artes del señor Marín-Baldo. Cuando, a primeros de febrero muere en Manila Lope Gisbert, «padre político del Sr. Conde de Roche», el Ateneo en su reunión, según cuenta La Paz de 5 de febrero, recibirá la noticia y escuchará el elogio de su figura que hace Andrés Baquero. También se decide dar el pésame al conde «presidente de la sección literaria» del Ateneo. La pertenencia del conde a la Económica fue también muy efectiva, e incluso, al producirse la vacante por la muerte del director a principios de 1890, se piensa en él para ocupar la dirección de la Real Sociedad Económica, como dice El Diario de 4 de febrero y La Paz del día 5. Pero tal cargo le corresponde automáticamente, como exige La Paz el 8 de febrero, al vicedirector, el marqués de Ordoño. Todo se queda en la familia.

          Una de las actividades anuales en las que participaba Roche sin excepción eran los concursos de El Diario de Murcia, en los que se encargaba de donar uno de los premios. Por ejemplo, el periódico del 26 de agosto de 1887 comunica la donación de un premio para el citado concurso por el conde de Roche, mientras que otras personalidades significativas otorgaban otros premios, como el alcalde de Murcia Julián Pagán Ayuso, mi tatarabuelo, entre otros. En otro concurso literario, anunciado esta vez en La Paz de 29 de junio del mismo año, el premio para los accésit será el libro de Saavedra Fajardo, de Roche y Tejera, «encuadernado lujosamente». En numerosas ocasiones, lo veremos formar parte del jurado de las composiciones presentadas al certamen de la prensa. La Paz así lo indica en 14 de mayo de 1891.

          En 1888 se creó una junta provincial para promover la concurrencia de expositores en la Exposición Universal de Barcelona. El 8 de marzo La Paz daba cuenta de su constitución y el nombramiento de Roche como presidente de la sección de Bellas Artes y vocal de la junta ejecutiva provincial, y el día 13, El Diario señala que el conde ha presidido en el Museo Provincial la reunión para cooperar con la expo de Barcelona. El conde fue además académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Lo sabemos porque, cuando en 1877, se constituye en el Gobierno Civil una comisión para preparar la visita de Alfonso XII, está formada por «los tres académicos correspondientes de S. Fernando, Sres. Albacete, Berenguer y Conde de Roche, y por el académico correspondiente de la Historia Sr. Fuentes», según lo anuncia La Paz, el 28 de enero.

          Otro capítulo de interés lo representa la relación del conde de Roche con el teatro, desde dos frentes distintos, como espectador y como accionista del Teatro Romea. La Paz de 13 de mayo de 1890 informa que se ha reunido la Junta de Accionistas del teatro, a la que Roche pertenece como vocal muy activo. Y, en relación con el teatro, se destacan algunos eventos significativos, como la presencia en Murcia de José Feliú y Codina, con banquete, al que asiste el conde de Roche y entrega de una corona de laurel y encina en el Teatro Romea, tal como recoge El Diario los días 22 y 23 de abril de 1895. El autor de María del Carmen sería de nuevo homenajeado con participación activa del conde más adelante y también en el Romea. Tal como destaca el mismo periódico el 27 de septiembre de 1896, María del Carmen se representa en el Romea y el conde le regala a Feliú y Codina «una magnífica corona». El periódico de ese día trae reseña de la representación.  Y el 8 de mayo de 1897 El Diario informa del funeral en la iglesia de Jesús por el alma de Feliú y Codina bajo la presidencia de nuestro conde.

 

Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero

 

María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza

 

          Otra noticia relacionada con el teatro aparece con el lacónico título de «Murciana», en El Diario  de 8 de febrero de 1896, y no es otra que el obsequio de un traje de huertana para la gran María Guerrero: «Nuestro amigo el Sr. Conde de Roche ha terminado el encargo que tenia de proporcionar un buen traje completo y lujoso de huertana murciana para la Sra. Guerrero, María del Carmen, en la obra de este nombre del Sr. Feliú y Codina. Sabemos que el traje es rico, propio y del mejor gusto.»

          Como es sabido María Guerrero estaba casada con un aristócrata murciano, Fernando Díaz de Mendoza y Aguado (Murcia, 1862 - Vigo, 1930), que llegó a ser, en 1907, a la muerte de su padre, marqués de San Mamés, marqués de Fontanar, conde de Balazote y conde de Lalaing. El entierro de su madre en Murcia, la marquesa de Fontanar Concepción Aguado Flores, lo presiden junto a Fernando el conde de Roche y los marqueses de Ordoño y Torre Pacheco, según lo dice El Diario de Murcia el 7 de marzo de 1901, pero el matrimonio Díaz de Mendoza-Guerrero aprovechó la estancia para hacer vida social y el conde regaló a la actriz una cruz de brillantes y zafiros y un bouquet de flores. El periódico del día 14 señala cómo fueron a despedir al matrimonio a la estación numerosos amigos, entre ellos el conde de Roche. Meses después, El Diario, en su número de 16 de mayo, señala que María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza han llegado a Montevideo y han enviado un telegrama al conde de Roche. El mismo Diario señala que el conde de Roche y su hijo Fulgencio han asistido, en Madrid, al Circo de la plaza del Rey para ver una representación de María del Carmen de Feliú y Codina. Y debió de permanecer en Madrid algunas semanas, ya que no regresa hasta el 20 de noviembre, tal como comunica ese día el citado Diario, cuando señala que viene de Madrid donde ha recibido el grado de doctor en Derecho Civil y Canónico su hijo Fulgencio Fuster y Fontes.

          El otoño de 1902 estuvo lleno de acontecimientos luctuosos. El Liberal  da cuenta, el 14 de septiembre, de la muerte del obispo Bryan Livermore. Habrá misa por su alma en Jesús, presidida por el conde, con asistencia de los mayordomos, entre ellos el que el periódico denomina don Emilio Diez y Sanz de Revenga. Así lo indica El Diario, que el 7 de octubre comunica la muerte del gran amigo de Roche, José Pío Tejera y Ramón de Moncada, nacido el 5 de mayo de 1846 y muerto ese 6 de octubre. En El Diario del día 11 se da cuenta del entierro de Tejera, presidido por el conde, «más que un amigo, un hermano para el difunto».

 

 

Visita a Murcia de Zorrilla

 

La Paz de Murcia, de 10 de enero de 1886 da cuenta detallada del banquete que se ofreció a Zorrilla en el Casino de Murcia, y detalla no solo el menú de la excelente comida servida por Gabriel Pinar («He aquí el menú del almuerzo: Tortilla de jamón a la francesa.- Salmi de perdices a la parisiense.- Merluza gratinée salsa blanca.- Chateaubriand, puré de patatas.- Ponche a la Romana.- Vinos: Burdeos.- Oppenhein, (Rhin).- Champagne.- Pajarete.- Licores: Ponche sueco.- Cognac Martell.- Café.- Thé.- Entremeses variados.- Postres y dulces.»). Por supuesto, en la presidencia, junto al marqués de Villalba de los Llanos, presidente del Casino, que hizo el primer brindis, estaba el conde de Roche y otros numerosos amigos murcianos, entre ellos sus parientes los Revengas, Luciano, Ezequiel y Benigno Díez y Sanz de Revenga, mi bisabuelo, que también hizo un brindis, así como Andrés Baquero Almansa, Ricardo Sánchez Madrigal, Juan de la Cierva Peñafiel, «y otros que no recordamos». Además de los brindis, se leyeron poesías dedicadas a Zorrilla, quien intervino al final tal como apunta el detallado cronista: «El deseo cada vez más grande de oír al eminente poeta hizo que no hubiere más brindis, y el Sr. Zorrilla se levantó a dar gracias a todos, con frases que al querer con suma modestia empequeñecerse, le elevaban más. Para mostrar su gratitud leyó su preciosa composición La siesta, y no pareciéndole esto bastante leyó otra magnífica descriptiva, titulada El pinar, y después recitó otra, y en todas no se sabía que admirar mas, si el trabajo poético, los conceptos, pensamientos, descripciones, bellísimamente reunidos en conjunto numeroso, o la forma de leerlas que parecían cantadas. No hay que decir el entusiasmo que producían y el silencio con que se oían, que era interrumpido con expansivos aplausos cuando el poeta terminaba una estrofa.»

 

 

Carta de José Zorrilla al Conde de Roche

 

          Y El Diario de la misma fecha hace también relato de la comida muy detallado al tiempo que añade que el día anterior, también en el Casino, se celebró una velada donde se leyeron otros poemas, transcritos en el artículo, y algunos jóvenes interpretaron piezas al piano: «la señorita don Conchita Rodríguez, simpática entre las simpáticas, la niñita Rafaela Díez, profesora prodigio de siete años y el niño de D. Benigno Díez Sanz, que es un poco mayor». El cronista califica a cada uno de los intérpretes: «Y el niño Revenga, que es algo nieto del Sr. Zorrilla, parecía, efectivamente, que ponía, en las notas que arrancaba al piano con sus diminutas manos, algo de un cariño especial.» El tal niño Revenga no era otro que Emilio Díez de Revenga Vicente, mi abuelo, que en ese momento tenía tan sólo diez años.

          La aparición del poema De Murcia al cielo de Zorrilla la conocemos a través de una crónica de Madrid, en forma de telegrama, del 13 de mayo de 1888, cuando El Diario de Murcia reseña una velada madrileña: «Telegrama.- Madrid 13.- En el Ateneo velada Zorrilla brillantísima, extraordinaria y escogida concurrencia. Asistió Emilia Pardo Bazán. Zorrilla ocupa la presidencia saludándole con una salva de aplausos. Lee el poema De Murcia al cielo, dedicado a Madrigal, Conde de Roche y Sandoval. El cuento contiene dos partes. Primera parte, quintillas, escena en el cielo, puerta del paraíso. Segunda parte, verso alejandrino, la escena en la huerta de Murcia. La versificación inspiradísima, brillante, robusta; resulta una de sus mejores composiciones. Al terminar la lectura, entusiasmo indescriptible. […] En la imposibilidad de enviar copia poema Murcia, Zorrilla díceme envía cariñosísimo saludo a esa ciudad, cuyo grato recuerdo existe en él desde que tuvo la dicha de pisar su suelo. Leyó unos 3000 versos. El lunes entrará prensa poema a Murcia. Leyó también preciosa leyenda morisca».

 

 

Portada de la edición de 1888

 

Y dos días después dirige esta carta (publicada, aunque no transcrita, por Ginés García Martínez en Murgetana, 38, 1972) José Zorrilla al conde de Roche: «Madrid, mayo 15 88.- Excmo. Sr. Conde de Roche.- Mi estimado amigo: me cuesta más trabajo escribir una carta que un libro, pero no soy ingrato ni olvidadizo. Con mi poema “de Murcia al cielo” no he hecho más que cumplir con mi deber: y al dedicárselo a Vds. no pretendo más que probarles que estimo su amistad y recuerdo con reconocimiento sus agasajos.- La semana entrante estará impreso mi librejo, y de este y del de la Guaqui les enviaré a Vds. algunos ejemplares y los cuatro suyos firmados. Estos para que se acuerden de mí y los otros para que se los den a vender a alguno que no se quede con el dinero y los libros. Cuando se los remita les enviaré las necesarias instrucciones.- A Madrigal he escrito dos veces y una a Sandoval y no he tenido contestación.  Supongo que se habrán extraviado por ausencia suya o mala dirección.- Hoy lo hago a Vd.  para darle mis satisfacciones por el pasado silencio y para anunciarle que le enviaré a disculparme un ángel muy buen mozo y una hurí murciana que por aquí han parecido muy bien como han visto Vds. en los periódicos.- Por un restaurante inglés donde como alguna vez he visto al pollo y hemos hablado de Murcia con delectación morosa y casi pecaminosa fruición.- Sírvase dar un abrazo de mi parte al Sr. Marqués, a Sandoval y a Madrigal y recíbalo Vd. de su aftmo. amigo el viejo poeta.- Zorrilla.- (Sordo, 12.)

          El 5 de junio, el libro ya está en Murcia. Así lo manifiesta El Diario: «Hemos recibido ejemplares de este poema, que se vende a seis reales en la imprenta de este periódico. Creemos de nuestro deber copiar la dedicatoria, que dice así: «A los señores Marqués de Villalba de los Llanos, Conde de Roche, D. Ricardo Sánchez Madrigal y D. Antonio de Sandoval. Mis queridos amigos. Al recibir este librejo que os dedico, puede que se os ocurra que es una parodia profana de la santa parábola de los peces y los panes, puesto que pretendo satisfacer a tantos con tan pocos versos: pero os suplico que tengáis presente que esta leyenda, cuento, poema, o como queráis llamarlo, siendo obra de un poeta que ha contado ya sus setenta y un inviernos, es una, de las últimas llamaradas de la lamparilla de su ingenio que chisporrotea para apagarse; uno de los últimos suspiros de su cuerpo que va a volverse a la tierra, y una de las postreras aspiraciones de su alma, que va a volverse a Dios. Debieran ir con los vuestros en esta dedicatoria los nombres de mis buenos parientes los Revengas y el del alegre Nicolás Acero, mi hospedador. Pero a aquellos, que tienen la sangre de mi madre y que saben que por ella llevo sus nombres esculpidos en mi memoria y su cariño infiltrado en mi corazón, no necesito darles públicas pruebas de amistad, ni al público le interesarían mis alardes públicos del cariño quo sólo recibe calor en el del hogar domestico y en la intimidad de la familia; y a Nicolás Acero le guardo su sitio en uno de los rincones de Valladolid de “Mi última brega”; en el de la casa en que nací, de la cual es hoy propietario.- Decídselo así a Nicolás, si por ahí dais con él, que por ahí debe de andar; y repetidlo a los Revengas, que en Murcia habitan. Enviad este librejo a Orihuela, don de la lluvia nos dejó apenas vernos las caras, y a Mula, donde no pude ir a enseñar la mía, por la premura del tiempo, por enojosos negocios y por achaques de mi edad inevitables. Haced presentes mis recuerdos al prelado, que tan benevolente escuchó mis salmodias, al municipio y a los institutos, que me honraron con sus invitaciones y obsequios, y haced leer a las murcianas de la ciudad y de la huerta los versos que a ellas y a vosotros os dedica, cumpliendo un deber de gratitud, vuestro viejo poeta que os quiere, José Zorrilla.- Madrid, Mayo 20 de 1888.»

 

 

Amistad con Menéndez Pelayo

 

          El gran maestro de la crítica y de la historia literaria española Don Marcelino Menéndez Pelayo visitó Murcia una sola vez, en abril de 1898, cuando a sus cuarenta y un años era ya una persona de un gran prestigio intelectual y social. Cuando viene a Murcia ya había conseguido los títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, había obtenido a los 22 años la Cátedra de Historia Crítica de la Literatura Española de esa Universidad. En 1881, a los 24 años, ya era académico de la Real Academia Española, en 1883 de la Historia, en 1889 de Ciencias Morales y Políticas y en 1892 de Bellas Artes de San Fernando, Bibliotecario de la Real Academia de la Historia en 1892 y decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central en 1895, y en 1898 es nombrado director de la Biblioteca Nacional de Madrid, cargo que desempeñó hasta su muerte. Posteriormente, en 1909 fue elegido director de la Real Academia de la Historia y en distintas legislaturas fue Diputado en Cortes y Senador por la Universidad de Oviedo y por la Real Academia Española.

La visita a Murcia la realizó con la intención de asistir y presenciar la procesión de Viernes Santo de Murcia, organizada por la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, invitado por su amigo y corresponsal murciano  el conde de Roche, que en ese momento era presidente de la cofradía.

          La primera noticia de la visita la encontramos en el periódico El Diario de Murcia, de 2 de abril de 1898, sábado de Pasión, el inmediato anterior al domingo de Ramos, con el lacónico título de «Menéndez Pelayo»: «Es ya casi seguro que el eminente literato, profundo critico y sabio profesor (de la Universidad de Madrid), D. Marcelino Menéndez y Pelayo, vendrá dentro de breves días visitar esta nuestra hermosa ciudad de Murcia al objeto de pasar en ella la Semana Santa. Mucho, en verdad, tendrá que admirar este insigne y consumado conocedor del arte y de la ciencia de lo bello, en las preciosidades esculturales de nuestra procesión del Viernes Santo; pero seguramente, más todavía va a ganar Murcia con la visita de este esclarecido huésped, quien habiendo ya dado en sus inmortales escritos tantos días de gloria a España, es de esperar que ahora lo haga también particularmente con respecto de dar a conocer como es debido el nombre del gran escultor murciano D. Francisco Salzillo y el sobresaliente mérito de sus admirables esculturas, que ya en verdad necesitaban un encomiador de la talla, de los talentos y de la autoridad indiscutible del Sr. Menéndez».

          El Diario de Murcia, del Lunes Santo 4 de abril ya da la noticia de la llegada en un suelto con el título de «Menéndez Pelayo»: «En el tren correo de Madrid llegó ayer mañana a esta ciudad el eminente escritor, gloria de las patrias letras Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo, que fue recibido en la estación por el gobernador civil señor D. Julián Settier, Sr. Conde de Roche, D. Juan Cayuela, D. Ricardo Sánchez Madrigal, D. José María Fontes, D. José María Molina Andréu, D. Joaquín Báguena y el director de este periódico [José Martínez Tornel]. El Sr. Menéndez Pelayo está hospedado en casa del Sr. Conde de Roche.»

Al día siguiente Martes Santo, 5 de abril, el mismo Diario de Murcia recoge la siguiente noticia, titulada «Nuestro ilustre huésped» en la que da cuenta de la visita de Menéndez Pelayo a la casa de la Marquesa de Salinas para ver nada menos que la colección del Belén de Salzillo, que era propiedad en ese momento de la aristócrata murciana mencionada: «El Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo, acompañado de los señores D. Antonio García Alix, D. Mariano Palarea, D. Joaquín Báguena, don Ricardo Sánchez Madrigal, señor Conde de Roche y otros amigos, visitó ayer el preciosísimo Nacimiento de Salzillo, que tiene la dicha de poseer y custodiar con el más cuidadoso esmero en su casa la señora Marquesa de Salinas; y hemos oído decir que el sabio publicista se deshizo en elogios hacia nuestro insigne escultor y esta su obra, que tuvo el placer de examinar minuciosamente y siempre admirando, por espacio de cerca de dos horas. Ayer fue visitado por muchas personas distinguidas de esta ciudad, siendo el primero que le saludó ayer mañana y se le ofreció el alcalde Sr. D. Lorenzo Pausa.»

La prensa sigue dando cuenta diaria detallada de las actividades del eminente catedrático en la ciudad. Así lo vuelve a hacer el Diario de Murcia, del miércoles Santo, 6 de abril de 1898, otra vez con el lacónico título de «Menéndez Pelayo»: «Este nuestro distinguido huésped está siendo objeto de las atenciones que le son debidas. Ayer mañana fue visitado por una comisión de profesores del Instituto presidida por su director D. José Santiago Orts; por otra comisión del cabildo eclesiástico, en cuyo nombre le saludaron los Sres. Montesinos y Mérida, y otra comisión de catedráticos del Seminario de San Fulgencio. Al mediodía estuvo el Sr. Menéndez Pelayo en la Catedral, donde le esperaba una comisión de señores canónigos, los cuales le acompañaron en la visita que hizo a dicho templo y le mostraron las alhajas, preciosidades y obras de arte que hay que admirar.»

 

 

 

Menéndez Pelayo en 1898

 

          Y en efecto, Menéndez Pelayo tuvo ocasión de presenciar la procesión del Viernes Santo, reseñada en el Diario de Murcia del sábado 9 de abril con todo detalle. Por supuesto el desfile salió perfecto según detalla el cronista en el suelto titulado precisamente «La procesión de Jesús»: «Una mañana hermosa y fresca le hizo ayer a la gran procesión de Jesús. Las calles estaban completamente inundadas de gente, de la ciudad y de la huerta, que se detenían en las del tránsito de la procesión para admirar una vez más las hermosas efigies del inmortal Salzillo. La procesión salió a la hora de costumbre y entró bastante después que otros años; porque el día permitía lucirla y llevarla muy despacio. ¡Qué efecto tan maravilloso hacían los artísticos Pasos destacándose, bañados de sol, sobre la multitud en las grandes plazas! Sobre todo aquellos grupos, como el de la Oración del Huerto, la Caída y el Prendimiento, que por efecto de las mismas tarimas y del conveniente adorno, se les puede admirar en el conjunto sin perder tampoco ningún detalle. Todos los demás pasos, con las innovaciones que necesariamente han de ir haciéndose en ellos, para su conservación, tienen ya modelos a que sujetarse, para su más conveniente exhibición. Ayer, viendo la Oración del Huerto, dijimos pensando en Salzillo: que si este inmortal escultor lo viera como está ahora, diría seguramente: «¡Bien lo han arreglado!» En cuanto al orden de la Procesión, fue completo. Salieron todas las cruces. Han regido y dirigido los mayordomos Sr. Conde de Roche, D. Rosendo Alcázar, D. José María Fontes, D. José Catañ, D. Emilio Díez, D. Juan Gayá y otros que no recordamos. Presidiendo el clero, de capa, iba el Sr. Cura de San Andrés D. José Vivancos Clares; y en representación del Ayuntamiento D. Adrián Perona, D. Serafín Murcia, y don Simón Parra, D. Carlos Mann y don José Costa.»

          En el mismo Diario de Murcia, como primer artículo del periódico y en la primera página apareció un interesante y emotivo texto de José Pío Tejera, el eminente erudito, colaborador directo del conde de Roche en sus tareas de investigador histórico y literario, en el que celebra que Menéndez Pelayo conozca personalmente la obra de Salzillo, porque así lo tratará en el futuro en sus estudios. Pero, a pesar de los buenos deseos de Tejera, Menéndez Pelayo no escribió nada sobre Salzillo, aunque antes ya lo había hecho en 1886, en su Historia de las ideas estéticas en España, en el volumen III, capítulo IV, al tratar del desarrollo de la escultura en el siglo XVIII, cuando señala, en una nota a pie de página: «Aquí conviene advertir que nuestra tradicional y realista escultura en madera tuvo un verdadero renacimiento en el siglo XVIII, en las innumerables  obras del murciano Salzillo llenas de poder y de vida a su manera».

          La visita de Menéndez Pelayo a Murcia contó con un viaje y estancia más que breve en Cartagena, tal como recoge el Diario de Murcia el mismo sábado 9 de abril en una sucinta nota con el título de «Viajeros»: «Para Cartagena, donde permanecerá hoy y mañana, saldrá en el tren correo el Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo»; y en Cartagena conocerá su elección para el puesto de Senador en representación de la Universidad de Oviedo. Lo cuenta, con todo detalle, el Diario de Murcia, el lunes de Pascua, el 11 de abril: «Ayer se recibió en esta un telegrama del Rector de la Universidad de Oviedo, participando al Sr. Menéndez Pelayo, que habla sido elegido senador, en reñida lucha. El Sr. Conde de Roche que recibió el telegrama, comunicó la noticia al justamente favorecido Sr. Menéndez Pelayo, que se hallaba en Cartagena, para donde salió en el tren correo, acompañado de los señores D. Víctor Fernández Llera, D. Fulgencio Fuster y D. Francisco Medina. Reciba el ilustre catedrático nuestra enhorabuena por su elección.»

La prensa sigue pendiente de los pasos y del itinerario del visitante, y en el número del martes 12 abril comunica su regreso de Cartagena. «Ayer regresó de Cartagena el señor Menéndez Pelayo y hoy asistirá al banquete con que le obsequian los Sres. Catedráticos de este Instituto.». Banquete del que se da muy cumplida cuenta en el Diario de Murcia del miércoles 13 de abril, en una nota titulada «Almuerzo y despedida», con la que se cierra la información sobre la visita del importante huésped.

Es interesante advertir los nombres citados en el artículo y algún detalle protocolario comunicado también en el mismo periódico, revelador del exquisito gusto con que se solían preparar y desarrollar estos acontecimientos como en verdad era considerada la visita de Menéndez Pelayo a Murcia: «Ayer se ha verificado, efectivamente, el almuerzo con que los catedráticos del Instituto querían obsequiar a su eminente colega el señor Menéndez Pelayo, el cual por este motivo había diferido un día su regreso a Madrid. Ha sido una fiesta de carácter corporativo, digámoslo así, y por eso, además del claustro, solo han asistido el Sr. Menéndez y su huésped el Sr. Conde de Roche. Ha tenido lugar en el gabinete de Agricultura, siendo el local adornado con mucho gusto por el jardinero del Botánico, y servida la mesa espléndidamente por el restaurant del Comercio. Ha reinado la confraternidad más discreta y agradable. No ha habido brindis: el Sr. Orts, en nombre de sus compañeros, ha pronunciado al final unas cuantas frases de agradecimiento al Sr. Menéndez, y este las ha contestado mostrando su singular complacencia por las atenciones tan cariñosas y espontáneas de que ha sido aquí objeto. Poco después, en la estación, ha recibido una nueva manifestación de respetuosa simpatía, saliendo a despedirle muchas personas distinguidas, entre las que estaban todos los catedráticos del Instituto y otros murcianos distinguidos, que fueron los Sres. Conde de Roche, Orts, Amigó, Peñafiel, Novella, Palarea, Báguena, Clemente, Guirao, Calvo, Tejera, Baquero, Hernández del Águila, López, Molina Andréu, Medina, Escartín, Fontes (D. José), Museros, Cerdán, Murphi, Fernández Llera, Sabater, Ruiz Pastor, Sánchez Madrigal y otros. Algunos de estos señores han seguido acompañándole hasta Alcantarilla.»

 

 

Carta de Roche y Tejera a Menéndez Pelayo

 

 

Y la última nota, muy breve, con el título de «Obsequio», en el mismo Diario de Murcia, del 13 de abril: «En el banquete celebrado en el Instituto ayer tarde en honor del señor Menéndez Pelayo, se acordó que el primoroso ramo que ocupaba el centro de la mesa se le dedicase a la Sra. Condesa de Roche; como, en efecto, fue entregado a dicha señora en nombre de los distinguidos comensales.»

El conde de Roche mantendría a lo largo de los años una correspondencia continuada con Menéndez Pelayo, cartas que ya publicó en 1956 Luciano de la Calzada, en Anales de la Universidad de Murcia, Filosofía y Letras, volumen 15, 4, y que se conservan en la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander, aunque no se ha conservado ninguna, que sepamos, de las que el conde dirigió al ilustre polígrafo. En las cartas, muy conocidas desde hace muchos años se tratan diversos asuntos literarios y algunas recomendaciones, y en ellas también interviene o es citado, entre otros, el colaborador fiel del conde José Pío Tejera. He aquí un ejemplo en el que le comunica un asunto del que tratamos más adelante: «Murcia, 5 de febrero de 1897.-Señor Don Marcelino Menéndez Pelayo.- Mi distinguido amigo: deseo saber si en el Cancionero de poetas castellanos de fines del siglo XVI que usted descubrió en Nápoles, según dice D. Miguel García Romero en los Apuntes para la biografía de usted, y de cuyo M. S. usted seguramente tendrá apuntes, se halla alguna composición del poeta español de aquella época Jerónimo Ramírez.- Le mando a usted adjunta una nota que cuando tenga usted tiempo tendrá la bondad de contestarla. Yo tengo algunos datos individuales del Licenciado Cascales, pues he tenido el pensamiento que no sé si realizaré de publicar su biografía tan desconocida de todos.- Ya notará usted que lo que añade la 2.ª edición de los Discursos Históricos es muy importante; y como quiera que no es posible persuadirse a que un hombre de la instrucción y veracidad del Sr. Saurín y Robles y un impresor como Benedito se atreviera a achacar a Cascales su presencia en un acto de guerra, no yéndoles nada en ello supongo yo que tal vez el ejemplar de la 1.ª edición que tuviera a la vista, llevase del puño del Licenciado este aditamento. Para ilustrar este punto desearía yo me dijese usted en qué historia particular o Crónica de Guerras pudiera encontrarse este hecho tan glorioso para Guardiola y Cascales.- Sé por nuestro amigo Multedo que le ha complacido a usted mucho mi recuerdo referente a los libros de Lozano y de Pantoja. Aquí los tenemos por muy raros y esto es lo que hace que los aficionados los busquen.- Soy de usted afmo. s. s. y amigo q. b. s. m.- P. El Conde de Roche.

El conde firmaba anteponiendo a su título una P mayúscula, en honor a su mujer, la condesa Pilar Fontes. Lo hacía siempre, y en el periódico, cuando publicaban alguna carta o artículo de Roche, siempre transcribían cuidadosamente la firma con la P antepuesta.

 

 

Firma del Conde de Roche con la letra P antepuesta

 

Se conservan en total diecisiete cartas del conde y alguna más del duque de Amalfi y de la condesa de Torre Isabel, lo que revela la buena relación de la familia con Menéndez Pelayo, algo que se puso especialmente de manifiesto cuando tuvieron la oportunidad de atenderlo y hospedarlo en su propia casa durante su vista a Murcia en 1898.

 

 

En la cofradía de Jesús

         

Vicente Montojo Montojo, en un reciente artículo en la revista Murgetana (125, 2011), ha recuperado las actividades de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, años en los que el conde de Roche jugó un papel decisivo: «El conde de Roche fue mayordomo de Jesús desde 1867 y tuvo un especial protagonismo en lo que se refiere al cuidado de los pasos escultóricos de Francisco Salzillo, pues ya en 1877 propuso su restauración y consiguió que el escultor Francisco Sánchez Tapia hiciera un informe de los desperfectos y un presupuesto, aunque su ejecución no se realizó hasta veinte años más tarde».

Se ha referido a los encargos o comisiones recibidos por Roche en la cofradía de Jesús, y ha señalado que se ocupó de los más diversos asuntos como enajenar dos lámparas para conseguir medios con que restaurar los pasos (1877); organizar el archivo (1880 y 1883), redactar constituciones (1881). Fue nombrado comisario de Pasos en 1882, cargo que mantuvo aun en los años en que fue presidente de la cofradía (1894-1906). Intervino activamente en la restauración del paso de la Oración del Huerto, cuyos estantes y cabo de andas despidió en 1886 a consecuencia de su descuido en la procesión que causó incluso la ruptura del ala del Ángel. Propuso años antes que los cabos de andas fueran más moderados con los golpes que daban en las tarimas para avisar a los estantes (1877), y, con el experto asesoramiento de su amigo Javier Fuentes y Ponte en todo lo referido a la restauración de los pasos, intervino activamente además en la ampliación del espacio de la iglesia y en concreto de algunas capillas en las que se situaban los pasos. Así logró la adquisición de una parcela colindante de la Iglesia de San Andrés para ampliar el camarín de La Dolorosa, para lo que se le dio poder en 1904, aunque al poco tiempo enfermó de gravedad, por lo que le sustituyó interinamente Enrique Barnuevo Rodrigo de Villamayor, mayordomo alférez. El duque de Amalfi, hijo del conde de Roche, pidió que se le sustituyera de presidente en febrero de 1906 pocas semanas antes de su muerte en abril de aquel año, por lo que no pudo ver culminada esta obra, ya que se concluyó en 1909, cuando el obispo de Cartagena autorizó la cesión del patio de la Arrixaca.

He aquí, de acuerdo con la trascripción de las actas de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, entre 1877 y 1900, que hizo Montojo, alguna de las iniciativas tomadas por el conde. El 4 de Abril de 1877 presentó a la junta la memoria que aquella le había encomendado, hecha por el escultor D. Francisco Sánchez Tapia, del estado en que se hallaban los pasos de la cofradía así como un detallado presupuesto del valor de la restauración. La junta valoró «el celo y actividad» del conde y decidió desde luego que se llevase a efecto la restauración de los pasos, aunque para ello los mayordomos hubieron de costear de su propio bolsillo la operación.

 

 

La iglesia de Jesús

Es interesante, para que se advierta la capacidad de decisión del conde, lo que sucedió la mañana del  Viernes Santo, 26 de Marzo de 1880, cuando, a las seis de la mañana, se reunió el cabildo bajo su presidencia para tomar la decisión, habiendo amanecido día apacible y sereno, tras una noche muy tormentosa, de que saliese la procesión como en efecto hizo a las nueve y media y «corrió la carrera de todos los años con una mañana tranquila, teniendo el lucimiento que todos los años lleva consigo y sin ocurrencia alguna que pudiese dar disgusto a esta corporación entró en esta su iglesia a las tres, sin haber entrado dicha procesión por la Santa Iglesia Catedral, como es de costumbre, porque a su paso por su frente estaban celebrándose los solemnísimos oficios de este día». 

El 21 de marzo de 1881, en cabildo extraordinario, se le encarga al conde redactar unas constituciones para la cofradía y que se incorporasen «cuantas noticias históricas y antecedentes pudieran dar al referido trabajo algún carácter de documento interesante, por cuya razón no podía fijar con puntualidad el plazo de su terminación, pero que procuraría estuviese verificado para antes de las procesiones venideras» comunicando a los ausentes que «se cercioraran de que el espíritu de todos los cofrades no es otro que el retener en su fondo las inveteradas costumbres y antigua devoción de sus antepasados en esta cofradía no alterando más que aquello que las novedades de estos tiempos y la experiencia hagan necesario.» El 16 de diciembre de 1881 le encargan al decano, José Elgueta, que se entreviste con el conde de Roche para que termine la redacción de los estatutos de acuerdo con el encargo que había recibido y el 27 de febrero de 1882 se reúnen por fin para conocer las nuevas constituciones y, en consecuencia, se procedió «por el dicho Sr. Conde de Roche a la lectura de las referidas constituciones novísimas, terminada la cual y después de discutidas en sus principales artículos y de proponerse por otros algunas ligerísimas e insignificantes enmiendas, mas bien de forma y accidentes que de fondo y esencia pero habiendo satisfecho en general en contexto y doctrina así por su sabor agradable de antigua y tradicional devoción como por las necesidades y vacíos a que atiende y satisface, fueron solemnemente y por unanimidad aprobadas». El 9 de marzo siguiente la junta conoció los reparos a las constituciones de algunos mayordomos que habían estado ausentes, sobre todo en relación con las camareras de los distintos pasos, pero no se aceptaron sus argumentos y en la del día siguiente lo que se hizo fue elegir los oficios de acuerdo con la nueva normativa. A Roche le correspondió  ser comisario de Pasos y, en relación con la procesión, se le recordó «la importantísima responsabilidad en que incurriría si por ventura y desgraciadamente se diese el caso de no estar como siempre, arregladas y adornadas las efigies a su debido tiempo», y que  «se encargare de proveer a cualquiera dificultad o detenimiento que pudiere ocurrir en este importantísimo asunto.»

El 8 de enero de 1883 la junta encargó a Roche y Manuel Fontes Álvarez de Toledo el arreglo del archivo, y el 26 de febrero se comisionó al conde para inspeccionar las obras de redificación de la iglesia y que, bajo la dirección del arquitecto Millán, realice las obras, se haga cargo de los gastos y presente la cuenta a la cofradía. El 9 de abril de 1886, por unanimidad, le agradecen su cooperación y celo en la restauración del paso de la Oración del Huerto.

Presidirá el conde su primer cabildo, en su propia casa, el 18 de marzo de 1894, y el 1º de Abril de 1894 de ese mismo año el conde del Valle de San Juan, nuevo presidente-decano, tras la muerte de José Elgueta, a quien sus muchas ocupaciones le impedían presidir y atender al gobierno de la cofradía, confía a Roche la presidencia que le corresponde por antigüedad inmediata, y en el de 16 de septiembre de 1894 el conde «manifestó escrúpulos de alguna incompatibilidad en este cargo y el de comisario de Pasos, por lo que deseaba conocer la opinión de los Sres. Mayordomos presentes sobre el particular. Consultadas las Constituciones resultó no existir tal, toda vez que la presidencia la ejercía el Sr. Conde de Roche con perfectísimo derecho interinamente por ausencia del Sr. Decano, interpretando por unanimidad ser excesiva delicadeza en el acertado desempeño de su digno cargo, el reparo aducido.»

En la junta de 6 de marzo de 1896, Roche comunicó que, con los primeros fondos del legado de José Elgueta, habían comenzado las restauraciones de las imágenes. Se le felicita por su gestión para obtener efectivamente tales fondos y  por las obras de reparación y conservación de los pasos y capillas, y se acuerda dar la mayor publicidad a todos estos trabajos artísticos, «pues que tan dignos son de aplauso, de que todos los amantes del arte puedan ver palmariamente como esta Ilustre Corporación cuida con devoción y amor las obras del inmortal Salzillo». El 29 de Marzo de 1896 el decano-presidente, conde del Valle de San Juan, le cede definitivamente la presidencia y hace una alta valoración de las obras de restauración que está llevando a cabo la cofradía, y destaca la labor en este asunto del conde y de su asesor, Fuentes y Ponte.

 

 

Capillas de la Oración del Huerto y de la Dolorosa

 

          Es muy interesante lo que se relata en las actas de lo sucedido en la junta de 15 de abril de 1896, en la que se daba cuenta de la comunicación del Sr. D. Javier Fuentes y Ponte, con destino a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sobre las obras de restauración; y en la de 12 de febrero de 1897 el conde dio cuenta del fin de la restauración de las imágenes de la Cena, por el escultor Sánchez Tapia.

El 14 de Mayo de 1897 piden al obispado el patio de la Arrixaca de la contigua iglesia de san Andrés, lindante con la capilla de la Oración del Huerto para ampliarla tras abonar la limosna de ciento veinticinco pesetas. Roche hizo una detallada exposición de la nueva obra y del presupuesto de 1.500 pesetas, sin contar la pintura decorativa de la capilla, ni la carpintería. El Diario de Murcia, de 11 de mayo, ya daba cuenta de la cesión del patio conseguida por la cofradía: «Ante el notario D. Ramiro Conde se ha otorgado ayer por el párroco de San Andrés en nombre de nuestro Excmo. Prelado diocesano a favor del Sr. Conde de Roche en el de la Iltre. Cofradía de Jesús la escritura pública de cesión de una parte del patio llamado de la Rejaca lindero  a la capilla de la Oración del Huerto y con el objeto de dar ensanche a este local y mejor colocación por consiguiente a este admirable paso. Esta cesión fue hecha por nuestro Sr. Obispo al Sr. D. Mariano Vergara, el cual ha traspasado todos sus derechos la Ilustre Cofradía, por virtud de lo cual ha podido tener lugar el otorgamiento de dicho instrumento público.»

El 11 de marzo de 1898, Roche informó del éxito de sus gestiones con el director de La Ilustración Española y Americana para publicar las fotografías de los pasos del fotógrafo Almagro, y comunicó que, concluida la restauración del paso de la Oración del Huerto, se proponía invertir el resto del legado en aquello que ofreciere mayor necesidad; y el 25 de marzo se congratuló por «la edificación y ejemplo espiritual que en todos los fieles había producido el piadoso espectáculo que acababa de tener lugar, llevando la Soberana Imagen de N. P. Jesús Titular de nuestra Ilustre Cofradía, en hombros de los Sres. Mayordomos», en el traslado a la Agustinas y pidió que continuase esta antigua tradición, que se restauraba en este momento. Y es el Diario de Murcia el 26 de marzo de 1898, el que recoge con todo detalle la noticia de esta hermosa tradición que ahora se restauraba: «Ayer tarde fue trasladada procesionalmente desde su ermita hasta el convento de Madres Agustinas, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Por iniciativa del Sr. Conde de Roche presidente de la cofradía,  se ha reanudado la antiquísima costumbre, interrumpida desde el año 1816, de que los mayordomos llevasen las andas. El Sr. Conde, a quien felicitamos con tal motivo, ejerció de estante mayor y «cargaron» como estantes menores en las varas, D. Rosendo Alcázar, D. Ramón Molina, D. Alfredo Gallego y D. Luis Peñafiel; y en la basa D. Ricardo Sánchez Madrigal, don Antonio Palarea, D. José Catañ y D. Manuel Ibáñez Carrillo. A pesar de lo desapacible de la tarde acudió numerosísima concurrencia a presenciar el paso de esta nuestra primera procesión, regida por el mayordomo Sr. Marqués de Villalba de los Llanos, y en la que llevó el estandarte como es costumbre el mayordomo más moderno D. Emilio Diez Vicente.» El 14 de Septiembre de ese mismo año, al elegir los oficios, se le nombra por fin presidente. El Diario también da cuenta, el 12 de abril, con el título de «Gloria a Salzillo», de que el conde de Roche ha conseguido que La Ilustración Española reproduzca los pasos de Salzillo.

 

 

Roche fue camarero del paso de la Verónica

 

El 3 de marzo de 1899 «manifestó que así como en años anteriores había procurado que en los periódicos de Madrid se ocuparan de nuestras procesiones con artículos de propaganda, para dar a conocer nuestras solemnidades religiosas, igualmente este año se había dirigido a varios escritores con el mismo objeto, creyendo conveniente que tanto de estos artículos, como de cualquiera otro que saliera en alabanza de nuestra procesión o del insigne escultor Salzillo, se adquiriesen ejemplares para nuestro archivo». Y el 23 de Marzo de 1900 da cuenta del final de las obras de restauración del paso de la Caída y de su capilla, que queda en mismas condiciones en que se hallan los de la Cena y Oración del Huerto. El 9 de diciembre de 1903, según cuenta El Diario, se dio a conocer la concesión del título de Real a la cofradía: «que desde ayer se puede llamar Real, porque el rey D. Alfonso XIII, que ha aceptado el título de Mayordomo y Presidente Honorario de ella, le ha concedido esa merced.»

El final del mandato de Roche en la cofradía se produjo por su enfermedad, y así lo recoge el diario El Liberal de Murcia, en su sección «De domingo a domingo», en un artículo firmado por Martínez Tornel, el domingo 11 de febrero de 1906, no sin destacar lo mucho que llevaba hecho en la iglesia de Jesús el presidente de la cofradía, como vemos más adelante. 

 

Murcianos que hicieron historia

 

          Desde el punto de vista histórico y cultural, la figura del conde de Roche destaca por sus investigaciones y por sus iniciativas en torno algunos murcianos que hicieron historia, y, muy especialmente, destacan sus trabajos en torno a Saavedra Fajardo, Cascales, Salzillo y Roque López, actividades que se han destacado por los escasos estudiosos de la figura de Roche.

Se relacionan estas actividades con la biblioteca y archivo que llegó a coleccionar, y, en este aspecto, son muy destacables sus aportaciones sobre Saavedra Fajardo, recogidas, ya en 1884, y coincidiendo con el centenario del diplomático murciano, en su libro, escrito en colaboración con José Pío Tejera y Ramón de Moncada, Saavedra Fajardo. Sus pensamientos, sus poesías, sus opúsculos precedidos de un discurso preliminar crítico, biográfico y bibliográfico sobre la vida y obras del autor e ilustrados con notas, introducciones y una genealogía de la casa de Saavedra, publicado en Madrid, en la Imprenta Fortanet, en aquel año de 1884.

La relevancia bibliográfica del volumen se basa en que los beneméritos investigadores murcianos ya facilitaban la mención de una treintena de ediciones de Saavedra, de algunas de las cuales no se ha podido comprobar nunca su existencia, mientras que otras se han podido localizar en determinadas bibliotecas muchos años después. En todo caso, de la treintena de ediciones, hay descritas bibliográficamente dieciséis de las Empresas, cuatro de la República literaria, tres de la Corona gótica y una de la colección de Obras, en total veinticuatro ediciones. No es menor el valor de los textos que dan a conocer por primera vez, entre otros casi todas las poesías de don Diego, algunas cartas  así como algunos opúsculos menores, que, desde entonces, han formado parte de las obras completas del escritor barroco, como la Relación de la jornada al condado de Borgoña, Discurso sobre el estado presente de Europa,  Apuntamientos para las Empresas, Memoria de algunas cosas que los marqueses mis señores, podrían mandar proveer tocantes al gobierno de su casa y estado, y Dispertador a los trece cantones esguízaros. Recopilaron también sus pensamientos y realizaron un amplio estudio preliminar con relación de ediciones y colección en apéndices de interesantes documentos sobre la vida y la actividad diplomática de Saavedra Fajardo. El prólogo del libro correspondió a Lope Gisbert, quien no oculta su entusiasmo y su relación con los autores, sobe todo con el propio Roche.

La prensa se hizo eco en diversas ocasiones sobre el libro. Así El Diario, el 27 de junio de 1884 daba la noticia con el título de «Un libro nuevo»: «Se ha publicado ya el que con el titulo de “Saavedra Fajardo” han escrito nuestros paisanos y amigos el Conde de Roche y D. José Pio Tejera. Hemos tenido ocasión de verlo y hojearlo y podemos afirmar que es un lujoso y hermoso libro, digno del escritor murciano, a cuya memoria está dedicado, y digno también de la esplendidez de sus autores. A pesar de ser erudito y crítico, el libro está hecho con tal amenidad, que se leerá todo él, hasta en su notas, ya por el inteligente literato, ya por el murciano amante de las glorias de su ciudad, o ya por el que quiera ver de la manera sutil e ingeniosa, con que se manifiesta, en la presentación del ilustre Saavedra, el criterio de los Sres. Conde de Roche y Tejera. Al leer las tres primeras líneas del  discurso preliminar, se dice uno: “Aquí están ya los autores”; pero leídas las primeras veinte palabras, hay que seguir.» A continuación da la relación completa del sumario y termina con una felicitación y un anuncio comercial: «Merecen sus autores una felicitación y con gusto se la damos. El libro vale más de los 30 reales a que se vende en esta ciudad en la librería de Ramírez, calle de la Platería.»

En enero de 1885 copiará La Paz de Murcia, en su ejemplar del día 23, una reseña del libro: «Una importante publicación, la “Revista contemporánea”, se ha ocupado en su boletín bibliográfico de la obra Saavedra Fajardo, y no de cualquier modo, sino de manera que honra mucho a sus autores, por lo que creemos un deber de amistad y de periodistas, copiar íntegro el comentario que a la ilustrada publicación madrileña ha merecido la obra de los Sres. Conde de Roche y Tejera. Dice así: “Contiene este notable libro muchos documentos interesantes y hasta ahora desconocidos, sobre la vida y obras de D. Diego Saavedra Fajardo, entre los cuales son dignos de especial mención los opúsculos inéditos del insigne escritor murciano y los apéndices que sirven de ilustración y complemento al bien escrito y erudito discurso preliminar de los colectores. Es obra, en fin, tan discretamente concebida como acertadamente ejecutada. Abundan en ella noticias biográficas interesantes y rasgos curiosísimos, que los dichos colectores han tenido la fortuna de sacar por primera vez a la luz publica, por lo que las buenas letras en general, y Murcia, patria del eximio autor de las Empresas políticas, en particular, los deben agradecimiento.— V. V.»

 

 

Libro de Roche y Tejera sobre Saavedra Fajardo

 

 

          El Diario de Murcia recoge también el 11 de febrero de 1885 una elogiosa reseña de La Época, que, entre otros elogios señala: «Lo que pudiéramos llamar introducción y que alcanza hasta la mitad del volumen (200 páginas), constituye una verdadera obra, original de los señores conde de Roche y Tejera, digna de encomio por más de un concepto, porque en ella compiten, a la par, las bellezas del hablista, las investigaciones del crítico y los juicios del observador.» El Ayuntamiento adquiriría 60 ejemplares, según indica El Diario el 24 de diciembre  y la Diputación, bastante más tarde, tan solo seis, como revela el mismo periódico el 24 de junio de 1886.

En otras actividades participó el conde en aquel 1884 relacionadas con Saavedra Fajardo, tales como la velada realizada en el casino con motivo del centenario y su intervención en el traslado de los restos del diplomático a Murcia. Sobre la velada dan información los diarios murcianos muy detallada. Así lo hace El Diario el 8 de mayo del 1884, cuando indica: «Velada en el casino.- El Sr. Conde Roche y el Sr. Cañete, leyeron poesías de Saavedra Fajardo; dos preciosas composiciones que bastan ellas solas para añadir el laurel del poeta, a los que de filósofo, político, moralista e historiador ornan la frente del autor de “Las Empresas.”».

          Con referencia a los restos del diplomático, el conde publicó en El Diario de Murcia, de 21 de marzo una carta sobre el particular muy interesante: «Sr. Director de El Diario de Murcia.- Muy señor mio: Hace algún tiempo que me vengo ocupando en reunir datos para una biografía de D. Diego Saavedra Fajardo. Cuando supe que, por iniciativa del Sr. Fuentes, se trataba de celebrar un centenario de este insigne literato, creció entonces más mi avidez por la adquisición de noticias suficientes para un trabajo de alguna novedad, hasta el punto que hice un viaje a Madrid con tal objeto. Pero conociendo que por mí mismo no podía obtener fácilmente todo aquello de que tenía noticias, o sospechaba existía, acudí para ello a algunos amigos, entre los cuales figuran nombres harto conocidos en la república de las letras. Como resultado le tales gestiones, tengo hoy en mi poder documentos preciosísimos, y entre ellos, copia del testamento original de D. Diego Saavedra Fajardo, que me ha sido remitido por medio de la siguiente carta del ilustrado sacerdote señor Puyol y Anglada.- “Sr. Conde de Roche. Toledo 14 de Marzo de 1884. Querido Conde: Cumplido se han sus deseos y colmado mis esfuerzos. Tengo la satisfacción de remitir a usted el testamento de Saavedra Fajardo, que ninguno halló hasta ahora, con cuyo documento podrá usted sorprender muy pronto a Murcia, a los literatos españoles y extranjeros, por los nuevos y desconocidos datos, que corrigen mucho de lo que se ha escrito, y explican cosas que parecían inexplicables. Suyo es el mérito y a V. de justicia corresponde la gloria. Se repite de V. etc.- Mariano Puyol Anglada.” Ahora bien, con tales noticias a la vista, he indicado varias veces al Sr. Fuentes y a otros varios amigos que debía darse enterramiento a los restos del insigne literato en la capilla de sus mayores que está en la iglesia parroquial de San Pedro; y, como quiera que tales indicaciones no han sido bien acogidas, por creerlas, tal vez, hijas de un mero capricho, o de intención de poner obstáculos a la resolución tomada por las autoridades, me creo en el deber de hacer pública manifestación de que D. Diego Saavedra Fajardo expresa terminantemente en tres cláusulas de su testamento la voluntad de que sea trasladado al Panteón de su noble casa en la referida iglesia. Y no molestándole mas, se repite de usted affmo. s. s. q. s. m. b. P. El Conde de Roche. Murcia 20 de Marzo de 1884.»

 

 

 

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Sepulcro de Saavedra Fajardo en la Catedral de Murcia

 

 

          En relación a esta carta hay que añadir que el testamento de Saavedra lo publicaron el conde y Tejera en su libro de ese año, y que finalmente los restos mortales del escritor reposan en la catedral de Murcia. El Diario de Murcia incluiría el 23 de marzo una carta de Fuentes y Ponte dando explicaciones de por qué los restos no se enterrarían en San Pedro, dado que la cripta de los mayores de Saavedra había desaparecido y sus restos estaban mezclados con el osario general de la parroquia, por lo que no parecía el lugar más adecuado para depositar los del insigne don Diego.

          Sobre Cascales, varias fueron las intervenciones del conde de Roche. Acaso la más importante fue la publicación del testamento, así como el acta de defunción, documentos por él descubiertos, en El Diario de Murcia de 3 de junio de 1902, que daba a conocer el escrito del conde, dirigido a la Comisión de Monumentos, sobre el particular. Aparte del interés de ambos documentos, y del valor que hay que atribuirles como investigaciones hechas por el propio conde en el archivo de la Catedral (parroquia de Santa María) y en el de Protocolos, respectivamente, lo más destacable es que descubrimos al propio aristócrata copiando de su puño y letra los documentos, cuando los descubre, allá por junio de 1888, y facilitándoselos a José Pio Tejera para la Biblioteca del murciano, cuando este la estaba ya redactando, debido ya a sus achaques y otras ocupaciones como advierte el conde en su escrito. Y a la Comisión de Monumentos pide que se coloque una lápida en el lugar en el que fue enterrado Cascales, que fuera de mármol y que él mismo la costearía. Tal escrito del conde, fechado el 31 de mayo de aquel año, sería publicado también con el título de «Monumento erigido al historiador murciano Francisco Cascales», en el Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 42, 1903.

Y el 23 de diciembre de 1902, El Diario de Murcia da la noticia de que en efecto se ha llevado a cabo la colocación de la lápida en la iglesia de Santo Domingo, en el lugar del enterramiento, tal como indicaba el acta de defunción aportada por el conde de Roche: «Ayer mañana se solemnizó en la iglesia de Santo Domingo el hecho de haber puesto en dicha iglesia una lapida mortuoria del Licenciado D. Francisco Cascales, famoso y primer historiador de Murcia, que esta enterrado en el referido templo. Se dijo una misa por el Sr. Cura de Santa Catalina, y asistieron el Sr. Gobernador D. José Contrera, que pertenece a la Comisión Provincial de Monumentos de Córdoba, el Sr. Conde de Roche (que ha costeado la lápida), D. Javier Fuentes, D. Andrés  Baquero, D. Ricardo Sánchez Madrigal, D. Mariano Palarea, don Pedro Miralles, D. Joaquín Báguena, D. Gabriel Roca, D. José María Ibáñez García, D. Agustín Perea, D. Juan Molina Andreu, el P. Berjano y D. Alfredo Gallego. Estos señores, después de la piadosa ceremonia, pasaron a la sacristía invitados por el P. Berjano y fueron obsequiados con dulces. Es Cascales uno de los murcianos de más renombre en el mundo literario, no sólo por sus “Discursos Históricos sobre la Muy Noble Leal ciudad de Murcia”, sino por otros libros suyos de filología y de varia literatura. Está considerado como autoridad “en la lengua castellana” por la Real Academia. Menéndez Pelayo alaba muchísimo su traducción de la Epístola de Horacio a los Pisones aunque le censura la humorada de haber pretendido coordinar los preceptos que contiene la todavía vigente Arte Poética Horaciana. La lápida dice lo siguiente: “En las antiguas  bóvedas de la capilla mayor fueron sepultados los venerables restos del licenciado Francisco Cascales notable filólogo y esclarecido humanista. Murió en esta ciudad de Murcia el 30 de noviembre de 1642. R.I.P. A su eterna y feliz memoria; la Comisión Provincial de Monumentos. 1902.”»

 

 

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Lápida en honor del Licenciado Cascales

 

 

 

No son menos valiosas las aportaciones del conde a todo lo relativo a la cofradía de Jesús y a Francisco Salzillo, a quien dedicó algunas páginas, que se habrían de recoger en varios lugares y que pueden leer como apéndice en el volumen del discurso de ingreso de Antonio García Alix en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, muy documentado en algunos aspectos como el destino que se dio a las efigies que precedieron a los pasos de Salzillo. También facilita detalles como los pesos de los pasos de la Oración del Huerto y la Dolorosa. Textos suyos son también sin duda alguna el preámbulo de las Constituciones de la Cofradía de Jesús, en los que del mismo modo se revelan detalles históricos de gran interés para el conocimiento de la cofradía y los argumentos que aconsejaba la redacción y aprobación de una nueva norma estatutaria: «Atravesamos unos tiempos distintos completamente de aquellos que, por dicha, lograron alcanzar nuestros felicísimos abuelos: unos tiempos especiales en que involucradas todas las ideas y destruidos todos los principios, hanse renovado los fundamentos sociales y han cambiado la faz todas las cosas. […] En vista, pues, de tales consideraciones y de tales vacíos; teniendo en cuenta nuestras modernas costumbres; y conformándonos además, en cuanto sea posible, con el espíritu y la letra de los antiguos estatutos de esta Cofradía Ilustrísima de Jesús Nazareno, los Mayordomos actuales, reunidos en Cabildo General del presente año de 1882, resuelven de común acuerdo formar para su régimen y gobierno interior, cada día más necesario, las siguientes constituciones…»

Y, por último, Roque López, otra de las aportaciones sustanciales de Roche a la historia artística de Murcia, ya que fue Roche el que descubrió y publicó un catálogo completo de las obras del discípulo de Salzillo. El Diario de Murcia de 8 de enero 1889 adelanta la siguiente noticia con el título de «Roque López»: «Esta tarde se reúne la Comisión Provincial de Monumentos, y es probable que a esta sesión asista el gobernador de la provincia, y que el Sr. Conde de Roche lea una lista completa que ha adquirido de las esculturas que hizo D. Roque López, el discípulo distinguido de Salzillo; cuya lista estamos imprimiendo y regalaremos a nuestros lectores.»

Y en efecto, el 9 de febrero, con el título «Esculturas de D. Roque López» señala el mismo periódico: «Desde hoy principiamos a repartir a nuestros suscritores el catálogo de ellas, precedido de la carta que nuestro amigo el Sr. Conde de Roche dirige al Sr. D. Andrés Baquero. Es verdaderamente importante este opúsculo, por contener noticias curiosísimas sobre los trabajos de este discípulo del gran Salzillo, y desvanecer el error de otras que hasta ahora se tenían por indubitables. Según el cómputo que hemos tenido la curiosidad de hacer de dicho catálogo, resulta un total de quinientas ochenta y nueve esculturas, de las cuales, cincuenta y una figuran sin precio, ascendiendo el importe de las apreciadas, quinientas treinta y ocho, a la suma de trescientos treinta y dos mil ochocientos ochenta y dos reales; cantidad que no parecerá exagerada dado el tiempo que estuvo trabajando este maestro y la suma que naturalmente ha de descontarse por el valor de la madera, pintura, estofado. etc. Con este catálogo a la vista, se engrandece a la par al maestro y al discípulo, dando a cada uno lo suyo, pues no pocas esculturas de D. Roque, han venido tomándose como de Salzillo; lo cual prueba cuán cerca anduvo el discípulo del maestro, aunque no llegó a igualarle, ni en el número de obras, ni menos en el mérito de ellas.» La valoración hecha por el periódico de tal catálogo coincide con la alta estima que durante décadas se ha tenido a esta aportación documental, definitiva, del conde, aun hoy no superada e imprescindible para conocer la obra del discípulo.

 

Final

 

          Los últimos años del conde de Roche fueron muy duros. Su propia enfermedad le hacía viajar a Madrid para recibir adecuado tratamiento con frecuencia. Y en uno de estos viajes le sorprendió la muerte de su mujer, tal como recoge El Liberal 14 de febrero de 1905: «Ha fallecido victima de rápida enfermedad la excelentísima señora condesa de Roche, produciendo su muerte general sentimiento en Murcia y especialmente en la buena sociedad. Por todos eran apreciadas las nobles prendas  de la virtuosa finada y la distinguida familia recibe en estos momentos la manifestación de las generales simpatías de que goza merecidamente. El conde de Roche y su hijo el duque de Amalfi se encontraban en Madrid, donde el primero había acudido en busca de alivio a su dolencia, al ocurrir la dolorosa desgracia. Avisados de lo que ocurría han regresado inmediatamente, aunque sin haber tenido el consuelo de haber recibido el último suspiro de la bondadosa señora. Al señor conde de Roche, sus hijos y demás estimada familia de la finada, acompañamos en la inmensa pena por que pasan en estos momentos, deseándole a todos los posibles consuelos en su desgracia.»

          La siguientes noticas hablarán de la postración del conde, hasta el punto que será Fulgencio, duque de Amalfi, el que agradezca a Menéndez Pelayo, el pésame por la muerte de su madre, en nombre de su padre: «Por mi padre que además de su pena está delicado de salud, le escribo para darle las gracias por su cariñosa y sentida carta de pésame por el reciente fallecimiento de mi buena madre (q. e. p. d.). También se las doy muy sinceras de todos mis hermanos. Le escribiría más extensamente, pero no puedo hacerlo. Bástenle estos renglones  y crea que con el alma le agradecemos su afecto al que siempre correspondemos muy especialmente su afectísimo y buen amigo q. b. s. m. Amalfi, Murcia, 23-2­-1905.»

          Y seria debía de ser la enfermedad del conde cuando un año después, en febrero de 1906 toma la que posiblemente sería una de las decisiones más difíciles de su vida: dimitir de la presidencia de la Cofradía de Jesús. La noticia viene en El Liberal  de 11 de febrero: «El señor conde de Roche, por su delicado estado de salud, ha hecho dimisión del cargo de presidente de la Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús, que tiene a su cuidado y bajo su patronato los mejores pasos de Salzillo. Seguramente habrá sentido pena el señor conde al dejar ese puesto, que le obligaba a lo que más era de su gusto y llenaba todas sus aspiraciones de murciano. A él se debe casi todo lo que se ha hecho en la ermita de Jesús, en estos últimos años, para hacerla digna de las maravillosas esculturas que guarda. Le ha sustituido el Sr. D. Juan Aguilar, que seguramente continuará la obra de su antecesor. La cofradía ha conseguido también una cosa que venía anhelando y defendiendo: localizar en su iglesia el legado piadoso del Sr. Elgueta».

No falta en el periódico de algunos meses después la crónica de la procesión de Jesús de ese año, firmada por José Martínez Tornel en El Liberal, de Domingo de Resurrección,  15 de abril de 1906, y en su relato detallado del desfile procesional tampoco falta la mención al dimitido y enfermo presidente: «Con este motivo, he de dedicar un recuerdo de justicia al decano de los mayordomos de esa cofradía, al señor conde de Roche que tanto ha trabajado por hacer de la iglesia de Jesús un relicario digno de esas joyas del arte cristiano. El conde de Roche, aristócrata y todo, no ha tenido más orgullo que el de ser de esa cofradía, ni nunca se creyó más condecorado que cuando se ponía la túnica de nazareno. Por eso me explico la satisfacción y la pena con que habrá visto este año esa procesión, imposibilitado de salir en ella y encerrado en un coche que se situó en lo ancho de la calle de Santa Teresa y en la salida de la calle de San Nicolás. Seguramente que al ver  su Dolorosa (porque su familia cuida de ese Paso) lloraría el señor conde lágrimas de ternura... ¡Quiera la Virgen santa devolverle su salud por completo!»

 

 

El Liberal con la esquela del Conde de Roche y el artículo de Martínez Tornel

 

Pero, desafortunadamente no fue así, y el conde falleció a los muy pocos días, el 20 de abril. Los periódicos hicieron la obligada crónica y en los listados de asistentes al entierro se advierte el gran aprecio que todos los murcianos dispensaban a Roche. Y no faltó el artículo necrológico del amigo fiel, José Martínez Tornel, aparecido en El Liberal de 22 de abril, con el que cerramos este perfil biográfico del conde de Roche: «No hace muchos días, cuando escribí sobre la procesión del Viernes Santo, dediqué algunas frases de merecido elogio al señor conde de Roche, por si llegaban a él, proporcionarle en el angustioso estado de su mal, la satisfacción de que se apreciaba su labor, su celo y su  entusiasmo por la Cofradía de Jesús, por su procesión y por las esculturas de Salzillo. Aproveché aquella ocasión, porque sabía que los médicos temían un funesto desenlace y quería adelantarle en vida los que siempre se tributan después de la muerte. Tal vez él mismo presintió su próximo fin, cuando tan dolorido y apenado salió a despedirse de sus Pasos queridos, de su Virgen de los Dolores, amada y reverenciada. Y despedida fue en efecto, porque falleció ayer mañana, cuando todavía, en la agitación de sus facultades intelectivas, podía perdurar la impresión que le produjeran aquellas hermosas imágenes. La noticia de su fallecimiento ha causado sensación general; porque el conde de Roche era una personalidad de gran relieve y muy estimada. Era un aristócrata popular. Predominaba en él, pero de un modo muy intenso, el cariño a Murcia y a todo lo murciano. El libro “Saavedra Fajardo” compuesto por él, en colaboración con el malogrado D. José Pío Tejera, es un testimonio imperecedero de su acendrado amor por las glorias murcianas. Y no digamos de su culto por Salzillo y sus obras, porque ese rayaba en verdadera adoración, que por profunda que fuese nunca se podría llamar fanatismo. Precisamente de lo que encontramos siempre libre y despojado al conde de Roche, a pesar de haber sido toda su vida un fervoroso católico y un convencido tradicionalista. Nunca le vimos en ningún caso, cegado por ningún fanatismo. Por el contrario, se inspiraba, en sus obras y en sus palabras, en esa santa tolerancia racional en que fraternizan todas las personas cultas y bien educadas. Su nombre honra la lista de suscriptores de este periódico desde su fundación; y en esta redacción se le ha oído siempre con respeto. Yo, por mi parte, sé decir que me he guiado muchas veces por sus consejos y que he tenido siempre en cuenta sus leales y sinceras advertencias. […] El señor conde de Roche ha muerto a los 61 años. La traidora enfermedad que se le presentó en plena virilidad, se convirtió en mortal, con el rudo golpe de la pérdida de su buena esposa. Los sufrimientos que ha padecido y que ha soportado con resignación cristiana, habrán purificado más y más su alma sencilla y  candorosa y Dios seguramente le habrá recibido en su gloria. Su cadáver ostenta el blasón que él estimaba en más: su túnica de nazareno.»

 Nota final: Agradezco la lectura que han hecho del primer borrador del texto y las correcciones y sugerencias que me han indicado Juan Torres Fontes, Francisco Calvo García-Tornel, Concepción de la Peña Velasco, Mariano de Paco, Francisco Florit, Luis Lisón y Vicente Montojo, a quien también reconozco su excelente información sobre el conde y la cofradía de Jesús. A José Antonio Conesa Serrano mi gratitud por las fotografías que me ha proporcionado del palacio de Murcia, algunas de ellas utilizadas en su historia de los Maristas; a Juan González Castaño el recordatorio de Pilar Fuster; a Rafael Francés Márquez las fotos del escudo de la Torre de la Horadada; y a Borja Rodríguez las copias de las cartas de Roche, Amalfi y Torre Isabel dirigidas a Menéndez Pelayo. Gracias a todos.