teselas
Al desnudo,
Chuck Palahniuk
(Mondadori, Barcelona, 2012)
Mi
cargo en esta casa no es el de mera doncella o cocinera o dama de honor. No
estoy empleada en calidad de servicio doméstico de ninguna clase.
Esto
no es ningún regalo de cumpleaños.
-
Si la agencia me lo pregunta, tal vez les diga que eres una au pair –dice
la señorita Kathie, de puntillas, con la nariz muy
cerca de su propia imagen en la pantalla del televisor–.
Me encanta esa palabra… au pair –dice–. Suena casi…
francesa.
(pág. 77)
Con
los brazos cruzados para sostener al huérfano, la señorita Kathie
da un paso atrás y se gira para mirarse en el espejo de cuerpo entero del
vestíbulo. Su reflejo es el de Susan Hayward o Jennifer
Jones en Santa Juana o La canción de Bernadette:
una resplandeciente Madonna con niño salida de los pinceles de Caravaggio o de Rubens. A continuación se lleva una mano al pescuezo, se pasa un
dedo por el nudo del pañuelo y se lo suelta de la cabeza. Mientras el pañuelo
cae en el suelo del vestíbulo, la señorita Kathie
sacude el pelo e inclina la cabeza a un lado y al otro hasta que la melena
caoba se le despliega, suave y amplia como un velo, rodeándole los hombros, con
la camisa blanca cubriéndole los pechos y enmarcando al diminuto recién nacido.
-
Menuda pièce de résistance
–dice la señorita Kathie, frotando su nariz contra la
del huerfanito. Y añade–. Que quiere decir… gemütlichkeit, en
italiano.
(págs.
82-83)
Con
los ojos de color violeta refulgiendo bajo la maraña de encaje belga, tan
luminosos como si fueran flores bajo una capa de escarcha, la señorita Kathie dice:
-
C’est la vie –dice–. Que quiere decir «Pues sí» en ruso.
Con
gesto impulsivo, le levanto el velo y me inclino hacia delante para plantarle
un beso en la mejilla maquillada. Mi boca encuentra un sabor a perfume Mitsouko y a
polvos de talco. Apartando la cabeza y girando la cara, suelto un estornudo.
Mi
querida señorita Kathie dice:
-
Ich liebe dich. –Y añade–: Que quiere
decir «Gesundheit»
en francés.
(págs.
158-159)
Aunque
mi cargo no ha sido nunca marido ni cónyuge ni compañero sentimental, siempre
he sido algo mucho más importante.
El
señor don Oliver «Red» Drake, en
cambio, fue distinto. En calidad de fundador de un imperio de fundición de
acero, era el único que poseía los recursos necesarios para casarse con mi
señorita Kathie y darle una vida casera, una
colección de hijos y reducirla al estatus de hausfrau estilo Gene Tierney…
que quiere decir «pringada» en italiano. El acero la compraría y la apartaría
del mundo igual que la familia Grimaldi
compró a Grace Kelly, y yo me
quedaría sin premio alguno a mis esfuerzos.
Cada
marido que ella tuvo supuso un paso adelante en su carrera, pero Oliver Drake
representó un paso adelante en su vida personal. Para cuando se conocieron, la
señorita Kathie ya no podía hacer el papel de ingénue, que
quiere decir «zorra» en italiano. El futuro comportaba mendigar papeles de
actriz de carácter y apariciones como invitada en exteriores desconocidos.
(pág. 172)