recortes
“Contra los eufemismos de Estado”, de Andrés García de la Riva. EL PAÍS, sábado 18 de mayo de 2013
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/17/actualidad/1368819235_704969.html
Los expertos denuncian la manipulación
del lenguaje en tiempos de crisis en el seminario de Lengua y Periodismo de San
Millán de la Cogolla
La crisis ha enriquecido la lengua
Durante los últimos
años, los españoles se han familiarizado con términos como prima de riesgo,
dación en pago, agencia de calificación, desregulación, escrache, reajuste, rescate, corralito,
reestructuración, marea blanca o verde, externalización,
desaceleración, troika... La crisis ha traído una cascada de palabras propias
de los expertos al lenguaje cotidiano. Pero estos denuncian que el uso del
lenguaje no es inocente y el poder político y financiero intenta utilizarlo en
su propio beneficio para manipular la realidad. Y es en este contexto donde los
medios de comunicación tienen una importante responsabilidad como pantalla de
resistencia contra ese intento de engaño.
Estas son las
principales conclusiones del VIII Seminario Internacional de Lengua y
Periodismo El
lenguaje de la crisis, en
San Millán de la Cogolla (La Rioja), organizado por la Fundación del Español
Urgente (Fundéu BBVA) y la Fundación San Millán de la
Cogolla. Entre jueves y viernes, en la cuna del castellano, lingüistas,
periodistas y economistas debatieron sobre la influencia de la crisis en el
lenguaje. Una cosa quedó clara: el lenguaje no está en crisis; muy al
contrario, “la crisis, a la que ya no ponemos apellido, enriquece nuestra
habla. Es una fuente de léxico, de nuevas palabras y recuperación de otras”,
asegura Joaquín Müller, director de la Fundéu. Opinión compartida por Soledad Gallego-Díaz, de EL
PAÍS, para quien la crisis ha enriquecido el vocabulario, la gente entiende
palabras que antes no sabía y las usan correctamente.
Además del
enriquecimiento léxico, esta época ha aumentado el número de hablantes y la
fuerza del idioma, según Gerardo Piña-Rosales, director de la Academia
Norteamericana de la Lengua Española.
La amenaza sobre
la lengua es latente. José Carlos Díez, de Intermoney, recuerda que “quienes aspiran a
detentar el poder siempre se aprovechan del idioma y de las palabras”. Esto
supone un riesgo para los hablantes que ya apuntó la princesa Letizia en la inauguración del encuentro: “La crisis tiene
su propio lenguaje y su utilización puede ser intencionada. Y no es lo mismo
decir ayudas que rescate, recesión por crecimiento negativo o reestructuración
en vez de recortes”.
Como respuesta a
ese enmascaramiento, Gallego-Díaz y Lucía Méndez, jefa de Opinión de El Mundo, abogan por “hablar claro y con un
lenguaje sencillo llamando a las cosas por su nombre para que pueda entenderlo
todo el mundo. Hay que resistirse a la manipulación. Desterrar los términos que
amenazan al ciudadano”.
Es aquí donde
entran en juego los medios de comunicación. Según los conferenciantes, estos
deben ser cautelosos a la hora de divulgar los mensajes procedentes del poder.
Contra el empleo de metáforas y eufemismos por parte de los gobiernos, la
profesora Elena Gómez, de la Universidad Europea de Madrid, insta a los
periodistas a “no ser perezosos a la hora de replicar los eufemismos que lanzan
los políticos”. En este sentido, Gómez apuesta por contextualizarlos y
explicarlos, de modo que transmitan un mensaje más claro a los ciudadanos.
En San Millán
abundaron los ejemplos de ese uso perverso del lenguaje que ha vendido la
crisis como una enfermedad, lo que implica asumir que la economía es un ser
vivo, reflexiona Carmen Llamas, profesora de Filología de la Universidad de
Navarra. Y es que la palabra crisis era un término utilizado en siglos pasados
sobre todo en medicina, recordó Ángel Gabilondo, catedrático de Metafísica y exministro de Educación. Para él nada hay más
contradictorio que referirse a una crisis duradera, porque la crisis, o la
tragedia, es la necesidad de decidir, de zanjar un asunto: Según Gabilondo,
“somos crisis, no solo estamos en crisis y la crisis no acaece solo en otro
lugar mientras asistimos como espectadores, como víctimas a su irrupción. Sin
cultura y educación, la crisis tomará su palabra y no será la nuestra”.