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Revista de estudios filológicos
Nº29 Julio 2015 - ISSN 1577-6921
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Juan García Abellán, escritor

 

Francisco Javier Díez de Revenga

(Universidad de Murcia)

revenga@um.es

 

 

Juan García Abellán nació en Murcia, el 23 de noviembre de 1923, ciudad en la que murió el 15 de diciembre de 1997. Escritor y abogado, profesor universitario especializado en Derecho del Trabajo, fue Académico Numerario de la Real Academia de Alfonso X el Sabio, en la que ingresa en 1975 con un discurso sobre La otra Murcia del siglo XVIII, que recibió la contestación del académico y bibliófilo Antonio Pérez Gómez.

 

(1991)

 

García Abellán, como profesor universitario de Derecho del Trabajo, desarrolló una intensa actividad docente e investigadora que se tradujo en la publicación de numerosos estudios especializados en relaciones laborales e incluso alguno de sus tratados, como el Curso de Derecho sindical, se convirtieron en materiales imprescindibles para los estudiantes de su especialidad: el derecho del trabajo y de la Seguridad Social, el despido, la tutela de la libertad  sindical, la militarización de los trabajadores en huelga, el riesgo imprevisible del contrato de trabajo, la legislación sindical, son algunos de los aspectos a los que dedicó páginas imprescindibles en aquellos años del franquismo y de la transición desde el punto de vista jurídico-laboral.

Pero es su múltiple actividad literaria como poeta, narrador, estudioso de costumbres y tradiciones, biógrafo y gastrónomo, la que constituye el objeto de este acercamiento a su personalidad y a su figura histórica. Su primera actividad se desarrolló en el mundo de la poesía lírica y estuvo vinculada a los movimientos juveniles de la Murcia de los cuarenta y cincuenta y a la promoción de la revista Azarbe, colección en la que figuró como cofundador y codirector, y a los premios Polo de Medina de la Diputación Provincial, que él mismo obtuvo en 1953 por Amor, tu antología.

 

Ingreso en la Academia Alfonso X el Sabio.

Le acompañan los académicos González Moreno y Díez de Revenga (1975)

 

La literatura de posguerra en Murcia inicia su desarrollo con un lento despertar. Los mejores escritores habían desaparecido o habían marchado a Madrid, y la posibilidad de publicar era muy escasa. Por eso, los primeros intentos de crear la literatura nueva han merecido el aplauso de los historiadores. Tal es lo que sucede con la primera empresa colectiva importante de estos años, reunida en torno a la efímera, pero muy valiosa, publicación, la colección Azarbe. Un grupo de escritores, no lo suficientemente valorado hasta ahora, que brilló en la Murcia del medio siglo XX, en la Murcia de los años cuarenta, publicaron unas entregas de poesía, de teatro, narrativa y de ensayo en una quincena de cuadernos bellamente impresos, que hoy constituyen una joya de la literatura regional. Eran escritores modernos, inspirados en la más rigurosa expresión natural sin alardes lingüísticos, sin barroquismos innecesarios. Podríamos decir que era un grupo de autores integrado en la modernidad de aquellos años por la vía de la sinceridad. Muchos de ellos, prácticamente todos, figuran hoy con un lugar de honor en la historia de la literatura murciana, y, desde luego, un lugar muy merecido, representando el esplendor de una época difícil, pero no exenta de buen gusto, imaginación y originalidad.

Azarbe aparece como colección, más que como revista, poética y literaria, y se publica en Murcia entre 1946 y 1948. Fue creada por Salvador Jiménez, Juan García Abellán, Jaime Campmany y José Manuel Díez. Dio a la luz 15 «entregas», denominación dada a los números de la publicación, que bien podían contener colaboraciones de varios escritores reunidos en torno a un determinado asunto o bien podían editar un libro completo de uno de los escritores del grupo.

Todos los colaboradores de las diferentes entregas, que en este momento comenzaban su obra literaria, alcanzaron posteriormente reconocida fama como escritores, cada uno en su campo. Casi todos los poetas la lograron inmediatamente con la obtención del Premio “Polo de Medina”, que recayó sucesivamente en aquellos años en alguno de sus poemarios.

El primer libro de poesía de Juan García Abellán fue una de las entregas de Azarbe y se tituló Adolescencia del gozo (1946). En sus poemas se crea un clima de exquisita sensibilidad ante el amor y los objetos que ese amor rodean, evocados en la pureza de una expresión nítida, muy en consonancia con el virtuosismo que caracterizó a los poetas de Azarbe. La representación amorosa está forjada en la evocación de instantes fugaces muchas veces y evadidos en definitiva, que dotan al poema de un sentimiento de ingrávido abandono, mientras que los escenarios están enriquecidos por un cierto toque de hermosura de tono místico.

La palabra poética deja ver un bien aprendido y dominado virtuosismo técnico o formal que delimita en ocasiones un acceso más directo al espacio de los sentimientos. Sin embargo, la expresión es entonces muy depurada y la contención amortigua las emociones. A veces, son las imágenes de la naturaleza las que en su belleza no son capaces de referir el concepto, la imagen o la figura de esa amada sentida y presentida en todo el poemario.

Cuando el hombre no duerme (1952) es un libro de poemas muy distinto, ya que, desde una expresión de barroquismo muy exigente, se abordan temas existenciales e incluso sociales desde una perspectiva de protesta y denuncia.

Una expresión muy personal, forjada en recurrencias barrocas dominadas por una sobriedad muy exigente es la cobertura apropiada para abordar asuntos existenciales e incluso sociales desde una postura de rebeldía declarada. Es una poesía de denuncia que afirma la identidad del yo lírico, como hombre, como joven con ilusión y con afán, frente a la apatía, frente a la desidia y el abandono. La vertiente existencial se declara en poemas  muy sólidos, como el que cierra el libro —«La muerte»— o aquel otro del que se extrae el título del poemario, un nocturno que acoge un decidido y angustiado canto de soledad.

 

 

La facción más social del libro viene representada por la evocación de personajes y oficios —el carpintero, el funcionario, el cartero— o situaciones personales —el fracasado— para crear un conjunto en el que la afirmación del poeta como ser comprometido con el mundo es fundamental. Como escribió Valbuena Prat en el prólogo de Amor, tu antología, «cuando el hombre no duerme, advierte cómo la palmera es mecida por el viento. Y la lejana voz del mar. Y, entre el ruido de las olas, Dios. Suena el Padrenuestro de la noche, y un violín negrea más la soledad. Cuando el hombre no duerme, a las cartas les crecen alas de angustia, y hasta  se nota cómo la muerte mueve el reloj».

Amor, tu antología (1954) supone una recopilación muy amplia de poemas escritos entre 1939 y 1953, en los que se tratan temas no exclusivamente amorosos, sino también de paisajes, naturaleza, evocaciones, lecturas, viajes, religiosos (Semana Santa y villancicos navideños) y sobre todo Murcia.

Al abarcar un largo período temporal total —desde 1939 a 1953—, el libro refleja extraordinaria variedad, pero interesa porque  nos muestra la evolución experimentada por el poeta, curiosamente, dispuesta  en sentido inverso, ya que figuran en primer lugar los poemas más recientes. Toda esta obra conjunta deja sentir en todo su esplendor el dominio del lenguaje poético muy personal, creado sobre la base de asociaciones imaginativas y atrevidas que no dudaríamos en calificar de nuevo de barrocas, acrecentada esta impresión por la vitalidad de las metáforas gongorinas y por la profundidad de los conceptos quevedescos.

Ese lenguaje, creado ahora  y asumido con rigor, es el mismo que García Abellán ha de utilizar y consagrar más tarde en sus ensayos y finalmente en sus narraciones, y, de hecho, se habría de convertir en un tipo de expresión genuino y característico alcanzado con madurez en plena juventud. A esta perfección contribuye en la poesía el dominio de las formas, especialmente el soneto y mucho más la décima. Con gran sensibilidad ante la naturaleza y el paisaje, el poeta logra transmitir y contagiar la emoción de los momentos evocados.

Valbuena Prat destaca el conjunto de poemas venatorios, pero todo el libro está entregado a ese mismo vitalismo que lo preside y lo informa desde el principio hasta el fin. Por eso pudo muy bien afirmar Valbuena, en el prólogo a la obra, que «las emociones de recuerdos y de presentimientos, unas veces sonríen desde su serena lejanía, otras nos estremecen irremediablemente. Pero al final de la obra, conocida esta, siempre queda el poeta de lo humano, que eso importa sobre lo demás. Y queda, intacta, la fragancia de vivencias singulares. El poema del hombre».  

En el campo de la narrativa, destaca Juan García Abellán por su cultivo del cuento y de la novela corta, cuyo ejemplo más significativo es La barra (1979), por el que obtiene el Premio Gabriel Sijé de novela corta, relato colectivista en el que aparecen multitud de personajes con un solo punto común, su paso por la barra, verdadero protagonista de la novela, del restaurante Neptuno, un local modesto en cuyo bar recalan a lo largo del día numerosas personas. La novela responde al modelo estructural de novela sin héroe, cotidianista y con el protagonismo colectivo de toda una compleja sociedad y que tantas muestras ha dado en la literatura del siglo XX y no solo española. Interesan entonces los tipos, las situaciones y los comentarios, la ironía y el humor con que son tratados y, sobre todo, el ambiente de clase media urbana que incurre en los tópicos vulgares de su existencia. El narrador observa la confluencia de caracteres en la barra y ejecuta el retrato colectivo de una sociedad ambulante.

 

 

 

 

La colección de relatos Diálogos para un jardín y otras fabulaciones (1985) recoge interesantes muestras de su narrativa breve, como el divertido «El desvalido fantasma del barrio de San Antolín», o del mismo aire y espíritu de La barra, como «Mare chiaro, mare chiaro», del que Baquero Goyanes destacó su condición de «sarcástico cuadro de costumbres que recuerda el mejor Cela». «La deuda», «Velada en el balneario» y «Carta a una inolvidable señorita» habían aparecido publicados en la revista Monteagudo en los primeros años ochenta, y revelan fantasía, imaginación, ingenio y sobre todo singular expresividad gracias a un estilo narrativo personal e inconfundible.

«Se ha fugado Ana de Prusia» (1984), premio Gabriel Miró, es el que mejor puede definir el estilo variado de la narrativa breve de García Abellán, ya que en este cuento irónico, con un cierto y sano sentido del humor, confluyen la historia y el presente, al aire de una fantástica fuga de la reina Ana de Prusia del cuadro de Mengs, en el museo en el que permanece coleccionado. La ciudad de hoy, con sus luces de neón, sus escaparates, sus personajes anónimos en la barra de un bar, contrasta con la delicadeza y lirismo irónicamente revividos que inmortalizara en la figura de Ana de Prusia el pintor Mengs. El relato permite al autor realizar un efectivo enfrentamiento del pasado y el presente.

Su faceta de ensayista sobresale por su fecunda multiplicidad y por su dedicación a Murcia, tanto desde el punto de vista histórico-costumbrista, en gastronomía Murcia entre bocado y trago, vida urbana Murcia entre dos calles, leyendas Murcia distinta y distante, costumbres La otra Murcia del siglo XVIII, supersticiones Mágica Murcia, como por la biografía de pintorescos protagonistas de la historia (Genio y figura de Antonete Gálvez o Hernández-Ardieta, el librepensador murciano) o de personas y personajes que vivieron en la ciudad de Murcia Gentes de Murcia, años 30. En todos sus libros se destaca su preferencia por los personajes extraños y singulares, como pueden ser las brujas, los revolucionarios, los perseguidos y los librepensadores.

Algunos de estos libros han tenido una repercusión extraordinaria y han recibido elogios por estudiosos de prestigio. Una buena exégesis de Murcia entre bocado y trago realizó Manuel Muñoz Cortés, al publicarse el libro, en 1965, que el maestro de la filología recuperaría en los años noventa en el homenaje a García Abellán de la Academia Alfonso X el Sabio, junto a otro completo estudio sobre Mágica Murcia. Juan Barceló Jiménez haría una valoración muy positiva de Murcia entre dos calles al estudiar el ensayo literario y el espacio urbano murciano en la literatura regional más reciente.

 

 

 

Su último libro fue Figuras de cera, que puede muy bien sintetizar la multiplicidad de intereses que enriquecían su literatura ensayística, porque a través de personajes muy peregrinos, fue trazando una serie de bosquejos de figuras muy extrañas que tuvieron algo que ver, en algún momento de sus vidas, con Murcia. Se trataba de recuperar de la historia pequeña y cotidiana los nombres de la gran historia y sorprenderlos en actitudes asombrosas e impactantes, de manera que el lector se viera inmerso en un mundo ya desaparecido que merece recordarse con sus extraños protagonistas.

De Figuras de cera ha destacado José Mariano González Vidal que es la crónica sepia de Murcia hecha por un náufrago del siglo XX: «Bulle por estas páginas el dandismo de Enrique Martí, la chifladura del viejo forestal Codorníu, la lánguida decadencia de Fernando Díaz de Mendoza, ilustres murcianos. El paso por la ciudad de Ilya Ehrenburg, el espectro de André Gide en la Trapería o los vuelos de André Malraux, aviador en Alcantarilla. Resuenan las notas del piano de Sofía Salomé Herold, evocando sus veladas con Paderewki o Stravinsky en su piso murciano de la calle de la Gloria, y los gorgoritos de Berta Singerman, esa serpentina lírica, recitando a Rabindranath Tagore y Alfonsina Storni en las noches líricas del Romea. No faltan los monstruos y prodigios en esta nómina de raros y extravagantes fugaces habitantes de la ciudad, una fauna de estrafalarios esperpentos tan cara al autor: Don Néstor Lujan, caballero portugués y Hombre Mosca, escalador de alturas urbanas, o el llamado General Mil Hombres, famoso fenómeno de cuatro palmos de alto.»

La obra de Juan García Abellán permanece por encima del tiempo con su inteligencia, su variedad y su indudable ingenio puestos de relieve en todos los géneros que cultivó, siempre cerca de Murcia, y con la ciencia de quien sabía escoger las palabras oportunas para crear mundos literarios y eruditos que han permanecido en unos libros que destacan por su singularidad. Pero junto a su obra, permanece vivo el recuerdo de la persona. Como señalaba Juan Torres Fontes, en las palabras preliminares del homenaje que le rindió la Real Academia Alfonso X el Sabio en 1991, «si la histórica figura del humanista del Renacimiento fuera posible hoy día, sin duda pudiera personificarse en un intelectual como Juan García Abellán, que ha logrado hacer realidad “ese personaje imaginario que constituye su verdadero yo” en frase de Ortega y Gasset, pues en él se conjuntan esas cualidades humanas indispensables del vir bonus: firmes amistades, principios inalterables, lealtad, ser fiel a sí mismo…» Magister dixit.

 

 

 

Libros de Juan García Abellán

 

Adolescencia del gozo, Murcia, Azarbe-Imprenta Provincial, 1946.

Amor, tu Antología, Murcia, Diputación Provincial-Patronato de Cultura, 1953.

Cuando el hombre no duerme, Murcia, Belmar, 1952.

Murcia entre bocado y trago, dibujos y viñetas de Baldo Ferrer, Murcia, Cámara de Comercio, Industria y Navegación, 1965. 2ª edición, Murcia, Ediciones Mediterráneo, 1980.

Murcia entre dos calles, dibujos de Antonio Hernández Carpe, Murcia, Hijos de Antonio Zamora, 1973.

La otra Murcia del siglo XVIII, Discurso de ingreso en la Academia Alfonso X el sabio y contestación de Antonio Pérez Gómez, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio,  1975.  2ª edición, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1981.

Organización de los gremios en la Murcia del siglo XVIII y recopilación de ordenanzas, Murcia,  Academia Alfonso X el Sabio, 1976.

Genio y figura de Antonete Gálvez, Murcia, Patronato Hoja de Laurel-Belmar, 1976.

Hernández-Ardieta, el librepensador murciano, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1979.

La barra, IV Concurso de Novela Corta Gabriel Sijé, Orihuela, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, 1980.

Murcia distinta y distante, Murcia, Editora Regional de Murcia, 1980.

Nuestras leyendas, prólogo de José Mariano González Vidal, Murcia, La Verdad, 1981.

Se ha fugado Ana de Prusia, Alicante, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, 1984.

Diálogos para un jardín y otras fabulaciones, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1985.

Mágica Murcia, Murcia, Academia Alfonso X El Sabio, 1987.

Gentes de Murcia, años 30, ilustraciones de Luis Luna, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1992.

Figuras de cera, Murcia,  Real Academia Alfonso X el Sabio, 1997.

 

Bibliografía

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Baquero Goyanes, Mariano, «Prólogo», Narradores murcianos actuales, Murcia, Editora Regional, 1983.

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González Vidal, José Mariano, «Figuras de cera, de Juan García Abellán», Murgetana, 98, págs. 115-118.

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Pérez Gómez, Antonio, «Juan García Abellán», Murgetana, 42, 1975, págs. 81-84.

Torres Fontes, Juan, [Prólogo], Homenaje al Profesor Juan García Abellán, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1991.

Valbuena Prat, Ángel, «Prólogo» a Amor, tu antología, Murcia, Diputación, 1953.