SOLAR, IAN MCEWAN

(Círculo de Lectores, Barcelona, 2011)

 

         La joven le miró y dijo:

         - Ha viajado mucho por Oriente Medio.

         Su «mucho» fue glótico y entonó la frase como si fuera una pregunta. Lo que los lingüistas llaman «habla interrogativa», como él había aprendido recientemente. En los últimos tiempos se había convertido en un esnob del lenguaje, pero un esnob al revés, cuya edad y relaciones limitadas le impedían entender mucho de acentos y posición social en la Inglaterra moderna. El año anterior había iniciado un devaneo con una camarera de Londres a la que tomó por una vivaracha criatura salvaje de alguna urbanización remota. Pero resultó que se había criado en las colinas de Surrey, en una casa de Luytens escondida entre altos laureles, y que su padre era un matemático ennoblecido, miembro de la Royal Society. Beard había huido. Y aquí estaba de nuevo, ilusionado por la idea que se hacía de algo popular o picante.

         Dijo, neutralmente:

         - Sí. En efecto.

         - Libia, Egipto, Sudán. Y demás. ¿Negocios?

         Él asintió.

         - ¿Y de qué?

         Se lo habían preguntado muchas veces en controles parecidos.

         - Asesor de energía –dijo.

         - ¿Se refiere a petróleo?

         Una vez más, el toque de la glótica elidida cosquilleó algo malsano en él.

         - No. Solar.

(pp. 147-148)