Un árbol caído, Rafael Reig

(Tusquets, Barcelona, 2015)

Al lado del tablero dejé el Practical Chess Ending, de Wolinski, un manual de finales de partida, con el que pretendía anunciar mi decisión de acabar el juego, de derribar mi propio rey y entregarme a Teresita sin condiciones, a cualquier precio, con tal de que volviera a mi lado.

En el resto de la mesa construí lo que Teresita no tendría más remedio que interpretar como un «un desorden creativo»: la máquina de escribir, folios corregidos con rotulador rojo, notas en hojas sueltas, recortes de periódico y otro libro, Codes and Ciphers, de Higgenbottam, la prueba irrefutable de que mi nueva novela de espías avanzaba, como también atestiguaban los dos archivadores rotulados ZUGZWANG I y ZUGZWANG II. Al otro lado había un tercer archivador rotulado CHIP. Teresita había vivido conmigo y entendería que ZUGZWANG era el título de mi nueva novela, mi Work in Progress (WIP), que ya llenaba dos archivadores; mientras que CHIP, como de costumbre, eran las notas para el capítulo que estaba escribiendo, el Chapter in Progress.

(pág. 241)

         Al volver de Barcelona, las aguas no habían vuelto a su cauce y Luis Lamana sufrió una emboscada.

         Eran cuatro, capitaneados por Pepe el del taller mecánico, con los hermanos Rebollet a sus órdenes, y un primo de Lourdes que actuaba como legítimo titular del derecho a agravio. Le llamaron en castellano «gordo degenerado», «vaca enferma» y «violador», le escupieron y luego le dieron puñetazos hasta que cayó al suelo, donde lo arrastraron a patadas hasta tirarlo a la acequia. Esto es sólo el principio, le advirtieron los Rebollet, alternando las dos lenguas: Son pare et matarà. Estás cadáver, chaval, fiambre del todo. Es farà mandonguilles amb els teus collons, el señor Vicent. Encontrarán tu cadáver en un cubo de basura. Menjat pels gossos. Sabemos a qué colegio vas, amenazó Salva Torregrosa, el primo agraviado: iremos a Madrid a buscarte.

(pág. 248)