teselas
Consumidos, David Cronenberg
(Anagrama, Barcelona, 2015)
- Vale, ¿te haces ya una idea? –dijo Nathan detrás de la cámara–. Estoy trabajando en un teatro de operaciones y tú eres uno de los personajes. ¿De qué va mi artículo?
- Mmm. Me has cubierto las piernas con una sábana.
- No sólo las he cubierto.
- Las has… ocultado.
- No sólo ocultado. –Nathan pulsó ruidosamente el disparador para subrayar lo que faltaba.
Naomi dilató los ojos.
-Las has ampuado.
-Ah –exclamó Nathan.
Naomi se removió ligeramente y toqueteó la sábana.
- ¿Es es artículo sobre personas que quieren amputarse alguna parte del cuerpo porque creen que no tiene la forma que debiera tener?
- Y vagan por la tierra en busca de un médico que les corte un brazo o una pierna perfectamente sanos. Un brazo y una pierna.
- O si no se los cortan ellas mismas con una motosierra o una escopeta. Entiendo. ¿Cómo se llama eso?
- Apotemnofilia.
- Ya. Vulgarmente, trastorno dismórfico corporal.
- Amputación psicoterapéutica.
- Trastorno de identidad de los que se mutilan voluntariamente, con un enfoque de bioética. Parece sabroso.
- Hablando de ética –dijo Nathan, acercándose a Naomi con la cámara -, creo que tengo un ramalazo de acrotomofilia. ¿Qué puedo hacer?
- No sé –dijo Naomi con algo de inquietud–. Sólo he entendido lo de «filia».
- Significa atracción sexual por las personas amputadas.
(pág. 88)
- Éramos un grupo muy unido cuando estábamos en la Sorbona. Era muy emocionante.
No pronunció el nombre francés de la Sorbona a la francesa, Sogbón, sino como lo pronunciaría una americana del Medio Oeste que no hubiera oído hablar francés en su vida: Sárben. Nathan preguntó si la joven no estaría desarrollando un complejo metalenguaje que acabaría por aniquilar todo rastro de francés en su lenguaje y su mentalidad, tal como había hecho el esquizofrénico Wolfson al metamorfosear el inglés en una mezcla de hebreo, francés, alemán y ruso. En cierto modo era lo contrario de lo que había hecho Samuel Beckett, que escribió algunas obras en francés, renegando de su lengua materna, para obligarse a escribir, según él mismo, con más claridad y economía.
(pp. 280-281)