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Revista de estudios filológicos
Nº33 Junio 2017 - ISSN 1577-6921
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EL PARADIGMA SAUSSUREANO.

LA DIFUSIÓN DEL CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL EN LA LINGÜÍSTICA ESPAÑOLA E ITALIANA (1972-1982)

 

José María Jiménez Cano

(Universidad de Murcia)

jimecano@um.es

 

1. Nota fonética preliminar:

Ferdinand de Saussure ha puesto a prueba el dominio de la fonética francesa de todos los españoles que se han ocupado de su vida, obra y milagros. El profesor Rafael Monroy me comentaba, entre divertido y asombrado, la respuesta que acababa de darle en clase un alumno a su pregunta de “quién era Ferdinand de Saussure”: un futbolista del Real Madrid. Lo saqué de su sorpresa cuando le planteé la posible explicación fonética: /sosir/=/ozil/ (Özil, el jugador alemán de origen turco), con la relajación de la líquida final propia del habla murciana. Un /sóser/ parecía entenderse de la presentación de nuestra vicerrectora, el día de la presentación de este ciclo de conferencias[1].

2. Discurso repetido saussureano:

Todo fundador genera en torno a su obra un corpus de doctrina que es salvaguardada y difundida por sus discípulos y seguidores. De la misma manera que se han constituido ramas filológicas particulares en el caso de los grandes autores clásicos (Dante, Shakespeare, Cervantes), en el caso de nuestro clásico de la Lingüística moderna europea, en particular en la obra decisiva que estamos conmemorando, se ha creado un círculo de revisión ecdótica, ampliación y difusión, explicable por la naturaleza polifónica (poligráfica) de los receptores inmediatos de su obra, en un primer momento, sus alumnos y los apuntes de clase. Como se ha puesto tantas veces de manifiesto, la doble cara de Jano del investigador y del profesor aparece por doquier en el desarrollo del Curso de Lingüística General:

El investigador:

-“La Semiología es la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social”.

-“La langue est un système où tout se tient”.[2]

El profesor:

-“pero suele ser más fácil descubrir una verdad que asignarle el puesto que le toca”. (pág. 90, edición española).

-“en materia de lengua siempre se han contentado los investigadores con operar sobre unidades mal definidas”. (pág. 139, edición española).

3. Conmemoraciones y paradigmas científicos y académicos:

Entre otras varias, este año se celebra el 500 aniversario de la publicación de la obra Utopía de Tomás Moro. Las conmemoraciones sirven para volver a poner en circulación autores, obras o conceptos que han quedado de tal manera integrados, asumidos y sobreentendidos en los paradigmas culturales que ya no requieren de su lectura o conocimiento directos. El grado de asentamiento de una determinada doctrina o teoría aumenta cuando sus partidarios y seguidores se proclaman como tales, sin haber leído directamente ninguna de las obras fundacionales de tal doctrina o teoría.

Es lo que ocurre con la propia palabra PARADIGMA[3] (en el ámbito de estudio de la Historia de la Ciencia) que vamos a utilizar para revisar algunas cuestiones del alcance historiográfico del Curso de Lingüística General, cuyo centenario conmemoramos con este ciclo.

4. La presencia y difusión del Curso de Lingüística General en la enseñanza e investigación lingüística españolas:

Será la nuestra una especie de prospección en el hielo glacial de la historia de la lingüística española contemporánea, hasta alcanzar y recuperar, en esta ocasión, las capas de esta particular sincronía (1972-1982), e interpretar en ellas la presencia y difusión del Curso de Lingüística General en la enseñanza e investigación lingüística españolas, de suerte que afloremos y revivamos el estado climático/paradigmático de aquellos años en los que la ciencia lingüística se convirtió en la ciencia piloto de las Humanidades, en pie de igualdad con el resto de las llamadas ciencias experimentales. En la contraportada del primer libro de divulgación de la lingüística española, La lingüística moderna de Antonio García Berrio, se anunciaba:

“Desde hace unas décadas la lingüística se ha erigido en una de las ciencias a la que es necesario acudir con mayor frecuencia, de una manera directa o bien para trasladar sus conceptos y metodología a otras ciencias. Quizás el ejemplo más destacable sea cómo el término estructural pasó de la lingüística a las demás ciencias humanas. En el presente volumen se hace una inteligente, amena y científica exposición del curso de la lingüística desde la aparición del estructuralismo”. (García Berrio 1977).

En el Prólogo a la edición española del Curso de Lingüística General afirmaba Amado Alonso con rotundidad: “Sí; éste será siempre un libro clásico en la ciencia del lenguaje”. A veces, no es infrecuente que, por su propia grandeza, algunas obras artísticas, literarias o científicas sufran un exceso de respeto reverencial que las aleja de la contemplación, lectura o consulta cotidianas. La celebración de este centenario es la ocasión propicia para volver a la lectura y comentario de la obra de Ferdinand de Saussure, reconocido pórtico de entrada de la Lingüística europea contemporánea.[4]

Ahora bien, el Curso no se ha limitado a ser la ‘Puerta de Alcalá’ que mira pasar el tiempo de los estudios lingüísticos. Utilicemos otra imagen -tan queridas por Saussure (la lengua y el juego del ajedrez; el signo y la hoja de papel; el valor del signo y el valor de la moneda; el sistema lingüístico y el sistema planetario, entre otras)- para dar una idea de su justa naturaleza, la del puente romano que sigue integrado en los circuitos del tráfico de la teoría lingüística contemporánea (enlazamos con la imagen de las autopistas de Ignacio Bosque). La propia obra de Saussure transitó las dos orillas de ese puente: la gramática histórica del siglo XIX (recordemos su Memoria sobre el sistema primitivo de vocales en las lenguas indoeuropeas), de fundamentación positivista, asentada en la formulación y comparación de LEYES evolutivas en el cuerpo vivo de la dimensión FILOGENÉTICA de las lenguas (diacronía). Del otro lado, se abre el camino a la Lingüística SINCRÓNICA integrada en una nueva ciencia de fundamentación lógico-comunicativa: la SEMIOLOGÍA. El germen saussureano nunca ha sido visto como un pórtico arqueológico, de mera referencia ritual o historicista, sino como un núcleo generador que, pese a la opinión de algunos generativistas, no ha terminado de tener un nuevo paradigma superador o alternativo. Esta valoración la realizó de forma explícita el lingüista italiano Luigi Heilmann y la vamos a recordar y defender más adelante.

5. El Curso de Lingüística General como obra inaugural del paradigma estructuralista europeo:

Va a ser la obra de Thomas S. Kuhn la que nos va a servir de mapa para este recorrido por la difusión de la obra del maestro ginebrino.[5]

5.1. El paradigma saussureano:

Difícilmente no encuadraría el Curso en una definición de límites tan abiertos:

“Al tratar de descubrir el origen de esta diferencia, llegué a reconocer el papel desempeñado en la investigación científica por lo que, desde entonces, llamo “paradigmas”. Considero a éstos como realizaciones que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”. (KUHN 1977:13)

5.2. Difusión del paradigma saussureano:

“… cada revolución científica modifica la perspectiva histórica de la comunidad que la experimenta, entonces ese cambio de perspectiva deberá afectar la estructura de los libros de texto y las publicaciones de investigación posteriores a dicha revolución”. (KUHN 1977:15)

“En este ensayo, ‘ciencia normal’ significa investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior. En la actualidad esas realizaciones son relatadas, aunque raramente en su forma original, por los libros de texto científicos, tanto elementales como avanzados. Esos libros de texto exponen el cuerpo de la teoría aceptada, ilustran muchas o todas sus aplicaciones apropiadas y comparan éstas con experimentos y observaciones de condición ejemplar”. (KUHN 1977:33).

5.2.1. A nivel general: Antonio García Berrio trazó el primer relato de divulgación de la teoría lingüística moderna en España (para que quede más claro: como literatura de kiosco).

La mencionada obra de García Berrio[6] es un libro de extensión breve, ciento cincuenta y seis páginas. Se correspondía con el número noventa y dos de la Colección RTVE. Representa la primera obra de divulgación española, con conciencia de tal, de la teoría lingüística moderna: “Hemos querido empezar como lo hemos hecho sobre todo por una razón especial, adelantada a esta introducción, que el lector al que van dirigidas estas páginas –que sabe de otras cosas, pero sólo tiene inicialmente por la que se etiqueta de lingüística moderna curiosidad o interés no especializado -, quede orientado desde el comienzo. Porque entre las varias estrategias habituales de hacer naufragar el interés de muchas personas cultas y sensatas que hemos descubierto los especialistas, la de más rendimiento –y que menos esfuerzo nos cuesta además – es refugiarnos en la exposición de nuestra disciplina como un rompecabezas, una especie de complejísima, endiablada arquitectura infantil de millares de piezas, cuya utilidad explícita nunca se aclara.

Los lectores actuales no iniciados, e incluso muchos sufridos alumnos de bachillerato y universidad –y ahora parece que hasta los niños de las escuelas – padecen a menudo una lingüística, incluso vamos a conceder que no mal expuesta e interpretada en sus procesos internos, que empieza y acaba como fin en sí misma.” (GARCÍA BERRIO 1977: 10-11).

Cuatro cuestiones destacan sobre las demás en el libro de García Berrio:

            1.- La defensa de la fundamentación humanística de los estudios lingüísticos. No se puede decir con más rotundidad: “…el móvil de toda la especulación de la ciencia lingüística moderna es invariablemente humano. Preocupa saber cómo habla el hombre. O lo que es lo mismo, cómo es ese producto tan esencial de la condición humana que es el lenguaje.” (GARCÍA BERRIO 1977: 120).

            De forma más transcendente se anunciaba ya en el arranque del libro: “La especulación lingüística moderna no ha sido nunca ni es un islote… aspiramos a dejar encuadradas brevemente sus causas y su arranque dentro de una corriente actual en la evolución de los intereses humanos, donde lo lingüístico es una consecuencia de lo científico, y esto una más de lo histórico. En lo sucesivo trataremos también de introducir los materiales técnicos que vamos a ir presentando. Creemos en esta <pérdida inicial de tiempo> de la orientación; en la integración humana de los productos científicos desde el comienzo de su exposición, y no sólo como paradisíaca atalaya <a posteriori> del especialista. Así se han fomentado tantas miopías cultas en todos los tiempos. Vivo convencido además de que esto no es, ni mucho menos, lo más fácil, cuando no sea lo más difícil. En cualquier caso es tan necesario, a nuestro juicio, como la especulación más especializada. Si los presupuestos quintaesenciados de la ciencia de los lingüistas –como la de cualquier otra especialidad – no ganan extensión general incorporándose homologadamente y enriqueciendo con sus propias explicaciones la cultura contemporánea, están sencillamente perdidos y la sociedad puede etiquetar tanto sudor y tanta vanidad esotérica como productos marginales del ocio.” (GARCÍA BERRIO 1977: 11).

            2.- Justa valoración de la transcendencia histórica del Estructuralismo.

3.- Aceptación crítica del Generativismo (como veremos más adelante).

4.- Primera presentación divulgativa de los principales modelos europeos de análisis textual.

5.2.2. A nivel universitario:

El libro de García Berrio tuvo una réplica erudita escrita en colaboración con el profesor Agustín Vera Luján: Fundamentos de teoría lingüística, Comunicación, Madrid, 1977. Tanto en la obra de divulgación como en este manual universitario, se postula la obra saussureana como el pilar de la lingüística moderna europea. Así se quintaesencia la presentación del Curso:

“La preocupación por el funcionamiento estructural del sistema va a ser la preocupación central de la lingüística moderna. “Nadie hasta Saussure se había planteado la realidad sistemática de la lengua[7]… Considerando suficientemente atendido ya el dominio de la evolución lingüística, diacronía, Saussure dedicó su actividad a definir la fisonomía general de la lengua como sistema desde una perspectiva estática, sincrónica…Por consiguiente, ni desde este punto de vista ni desde ningún otro, negó Saussure la licitud de la diacronía como un tipo más de interés del hombre por los hechos del lenguaje… La lengua contempla la sistemática potencial que, consciente o inconscientemente, opera en nosotros, y que se realiza o actualiza en ocasiones y productos concretos que constituyen el habla. Saussure definió así la lengua diciendo que -«es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos». El vehículo intermediario entre el esquema abstracto y global y la selección de actos concretos está constituido por el dispositivo normativo… la lengua establece paradigmas para su actualización selectiva. Y las realizaciones concretas de habla se estructuran en unidades llamadas sintagmas… La gravitación sobre cada unidad del decurso hablado de ambos tipos de relaciones conforma la fisionomía relacional del sistema lingüístico… «En el orden sintagmático, el valor de un término se debe al contraste que ofrece con lo que le precede y lo que le sigue (dado que, por el carácter lineal del significante, un término no puede ser simultáneo con otros términos); por el contrario, en el orden asociativo, un término se opone a los demás, con los que tiene algo en común (por semejanza o por diferencia) y que no aparecen en el discurso, precisamente porque aparece dicho término: se trata de una relación in absentia (en ausencia de los términos con los cuales el término en cuestión entra en relación asociativa) y no in praesentia (en presencia de los términos precedentes y siguientes»… las lenguas se definen como conjuntos de relaciones (la estructura funcional de la lengua). Sus unidades son perfiladas desde sus relaciones, sus funciones; no son descritas sustancialmente, diciendo cómo son en sí mismas, sino funcionalmente con una aclaración desde su contexto… «en un estado de lengua, todo se basa en relaciones»… Las palabras –o las unidades de comunicación lingüística- son signos; es decir, objetos materiales –conjuntos de sonidos- que están en lugar de realidades inmateriales, los conceptos en los que se referencia la realidad externa y objetiva… «Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa imagen es sensorial, y si llegamos a llamarla material es solamente en este sentido, y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto».” (GARCÍA BERRIO-VERA LUJÁN 1977:13-16).

5.2.3. A nivel de enseñanza secundaria:

 Esta síntesis de la teoría general de Saussure es la que había servido de base a la presentación universitaria de la doctrina estructuralista de fundamentación saussureana en el arranque de la década de los setenta. Es la doctrina, arriba resumida, que dictaba García Berrio en las aulas de la UMU (entonces estábamos en el claustro de la Facultad de Derecho) en el curso 1973-1974, año académico en el que se implantaba la licenciatura de Filología Hispánica. Era la explicación que los jóvenes licenciados murcianos llevaban a las aulas de bachillerato en los institutos murcianos (doy fe de esta presentación en las clases de la profesora Pepa Díez de Revenga en el curso 1972-1973 en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Molina de Segura).

En la edición de 1979, el Manual de Orientación Universitaria: Curso de Lengua Española, de Fernando Lázaro Carreter (Editorial Anaya. Madrid), iniciaba el programa de estudio con la presentación de la disciplina propuesta por Ferdinand de Saussure en 1916 (LÁZARO CARRETER 1979:6):

“El gran lingüista suizo Ferdinand de Saussure previó en su Curso de Lingüística General (1916), una nueva ciencia, la Semiología, que se ocuparía del estudio de los signos en el seno de la vida social. Entendamos esto bien: de todos los signos, no sólo de los orales y escritos que constituyen el objeto de la Lingüística. De esa manera, la Lingüística sería sólo una rama (fundamental, es cierto) de la Semiología.

Aquella ciencia prevista por Saussure ha alcanzado gran desarrollo en los últimos años. El norteamericano Ch. S. Peirce la rebautizó en 1931 con el término Semiótica, y, desde entonces, se designa indistintamente con ambas palabras: Semiología o Semiótica (ambas están formadas sobre el griego semeion, que significa ‘signo’.

El campo que esta nueva ciencia abarca es extensísimo: prácticamente, todos los hechos culturales, científicos, artísticos, sociales, etc., ya que se manifiestan mediante signos”.

La clarificación de esta dicotomía había sido precisamente el tema de la tesis de licenciatura del profesor Ramón Almela[8].

Esta presentación se va a mantener notablemente ampliada a lo largo de dos décadas, como ponen de manifiesto los manuales Lengua Española. Curso de acceso, de Antonio Quilis, Manuel Esgueva, María Luz Gutiérrez y Pilar Ruiz-Va (Editorial Centro de Estudios Ramón Areces. Madrid. 1990) y Lengua Española. Nivel COU, dirigido y coordinado por Ángel López García (Editorial ECIR, Valencia. 1994).

 De obligado cumplimiento en el currículum académico de un bachiller de los setenta, de los ochenta y de los noventa del siglo pasado era el enmarcar los estudios superiores de Lengua Española en el cuadro general de la comunicación lingüística y de las funciones del lenguaje (K. Bühler y R. Jakobson) y en la fundamentación del estudio lingüístico en la piedra angular de la noción saussureana de signo lingüístico (Semiología), enriquecida en los manuales de mayor cimentación lingüística con las aportaciones de Ch. S. Peirce (Semiótica). La distinción de Saussure de langue y parole, junto con las dimensiones del estudio lingüístico paradigmática y sintagmática, se contrastaban en esos manuales con las nociones chomskianas de competence y performance. Incluso la noción de norma (desarrollada por Eugenio Coseriu) se comparaba con las nociones de gramaticalidad y aceptabilidad del lingüista norteamericano. Finalmente, esta antesala teórica, previa a la descripción por niveles lingüísticos y gramaticales de la lengua española, se cerraba con la presentación de las dimensiones diacrónica y sincrónica del estudio del lenguaje y de las distintas lenguas.

Esta ha sido también la horma de una parte del programa de evaluación del profesorado de enseñanza secundaria de los últimos 50 años.

¿Cuándo empieza a desaparecer de los manuales de secundaria la referencia fundacional a los estudios saussureanos?

En 2011, en el manual de segundo de bachillerato: Lengua Castellana y Literatura, coordinado por José Manuel Blecua (Editorial SM. Madrid), no se incorporan fundamentos lingüísticos generales y se distribuyen los contenidos lingüísticos sobre la base de la definición, descripción y tipologización de textos, de la caracterización de los niveles gramaticales (léxico y sintáctico, especialmente) y una doble serie de comentarios lingüísticos (por niveles) y textuales.

El modelo se mantiene en las ediciones de textos de segundo de bachillerato en 2016.

1)   Lengua Castellana y Literatura, de Ricardo Lobato Morchón y Ana Lahera Forteza. Oxford Educación. Salvo una breve presentación de las funciones del lenguaje de R. Jakobson, los contenidos se distribuyen en la caracterización y tipología de los textos, la descripción de niveles gramaticales (morfológico, sintáctico y léxico) y la presentación de las variedades lingüísticas de la comunidad lingüística hispánica.

2)   Lengua Castellana y Literatura, de E. Escribano Alemán, F. Esteso Moya y P. Rodríguez Delgado. Editorial Vicens Vives. Barcelona. Desde la definición y tipología de los textos y de los modelos de comentario de textos, se mantiene la estructura tripartita de tipología de textos, de caracterización de los niveles gramaticales (sin considerar el léxico) y una descripción retórica de los tipos de discurso.

3)   Lengua Castellana 2 B, de Jesucristo Riquelme y Carlos R. Talamás. Micomicona Ediciones. Valencia. Es el único que mantiene una caracterización básica del signo lingüístico y de las funciones del lenguaje, pero sin ninguna referencia a Ferdinand de Saussure.   

La progresión y desenlace de las claves de la doctrina saussureana en el nivel de la enseñanza secundaria española actual no necesita de mayores comentarios.

5.3. Desarrollo e institucionalización de las corrientes estructuralistas:

         Thomas S. Kuhn describe en los siguientes términos la fase de consolidación y expansión de un determinado paradigma, plenamente coincidentes con el desarrollo histórico de los modelos estructuralistas:

“Voy a llamar, de ahora en adelante, a las realizaciones que comparten esas dos características, ‘paradigmas’, término que se relaciona estrechamente con ‘ciencia normal’. Al elegirlo, deseo sugerir que algunos ejemplos aceptados de la práctica científica real –ejemplos que incluyen, al mismo tiempo, ley, teoría, aplicación e instrumentación- proporcionan modelos de los que surgen tradiciones particularmente coherentes de investigación científica. Ésas son las tradiciones que describen los historiadores bajo rubros tales como: ‘astronomía tolemaica’ (o de ‘Copérnico’), ‘dinámica aristotélica’ (o ‘newtoniana), ‘óptica corpuscular’ (u ‘óptica de las ondas’), etc. El estudio de los paradigmas, incluyendo muchos de los enumerados antes como ilustración, es lo que prepara principalmente al estudiante para entrar a formar parte como miembro de la comunidad científica particular con la que trabajará más tarde. Debido a que se reúne con hombres que aprenden las bases de su campo científico a partir de los mismos modelos concretos, su práctica subsiguiente raramente despertará desacuerdos sobre los fundamentos claramente expresados. Los hombres cuya investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas reglas y normas para la práctica científica. Este compromiso y el consentimiento aparente que provoca son requisitos previos para la ciencia normal, es decir, para la génesis y la continuación de una tradición particular de la investigación científica”. (34)

         5.3.1. Relato de García Berrio

“La lingüística como fin en sí misma” es una fórmula excelente para adentrarnos en algunas de las claves del panorama de la investigación lingüística de finales de los sesenta del pasado siglo. La lingüística estaba de moda. En su tarjeta de presentación más habitual no faltaba el calificativo de “la más científica de las disciplinas humanísticas”. Los adjetivos ‘matemática’ e ‘informática’ apellidaban dos de las nuevas ramas que se consolidaban entonces y se iniciaba una “gemelización” de la lingüística con la ‘lógica’, con la ‘ciencia jurídica’, con la ‘ciencia histórica’, con, en definitiva, la práctica totalidad de las disciplinas humanísticas. El género ensayístico de divulgación se enriquecía con una nueva especie: los ensayos introductorios. ¿Quién no recuerda –con más de 50 años, tendría que añadir- introducciones como las de G. Mounin (Claves para la lingüística, Anagrama, Barcelona, 1969), G. C. Lepscky (La lingüística estructural, Anagrama, Barcelona, 1971), J. Nivette (Principios de Gramática Generativa, Fragua, Madrid, 1973), N. Ruwet (Introducción a la Gramática Generativa, Gredos, Madrid, 1974), H. López Morales (Introducción a la Lingüística Generativa, Ediciones Alcalá, Madrid, 1974), O. Ducrot (¿Qué es el estructuralismo? El estructuralismo en lingüística, Losada, Buenos Aires, 1975), entre tantas y tantas? También hacen su aparición las primeras traducciones de manuales de historia de la lingüística: Mounin (Historia de la lingüística (Desde los orígenes al siglo XX), Gredos, Madrid, 1971), Leroy (Las grandes corrientes de la lingüística, F.C.E., Madrid, 1974), Arens (La lingüística (sus textos y su evolución desde la Antigüedad hasta nuestros días), Gredos, Madrid, 1976), entre otras. Pero, especialmente dignas de mención son las selecciones antológicas de textos lingüísticos. Su interés radica en la puesta en circulación de textos traducidos de los lingüistas más representativos de las principales corrientes de investigación lingüística de aquel momento. Compilaciones como la de Francisco Gracia (Presentación del lenguaje, Taurus, Madrid, 1972) o, su equivalente italiano, La linguistica: aspetti e problemi, de Luigi Heilmann y Eddo Rigotti (Il Mulino, Bolonia, 1975), son dos buenos ejemplos de estas antologías que, en clave historiográfica, se han convertido en nuevas fuentes para el estudio contrastivo de la difusión y aceptación de las diversas teorías del análisis lingüístico y gramatical del pasado siglo. 

Adelantándose al diagnóstico que al inicio de los ochenta realizó el profesor Luigi Heilmann, según el cual, ni el generativismo ni los modelos textuales forjaban un paradigma diferente y alternativo al instaurado por Ferdinand de Saussure a principios de siglo, García Berrio asignaba idéntica misión paradigmatizadora a las diferentes variantes del modelo estructuralista (las características del estructuralismo europeo y del estructuralismo norteamericano eran presentadas por separado). No pueden ser más expresivas las primeras palabras del libro: “Si valiera la pena apostar por cuál va a ser el calificativo que a la cultura de nuestro siglo, pese a la frenética evolución de tendencias que indudablemente la complica, le van a poner nuestros sucesores, es seguro que la denominación más viable sería la de estructuralista; y al siglo seguramente le llamarán siglo del estructuralismo. Al menos para sus dos primeros tercios está ya asegurado; quizá sólo en alguna medida tendrá que combatir parcialmente con la designación del movimiento que fue en cierto modo su precursor y contrario, el existencialismo.” (GARCÍA BERRIO 1977: 7) Superada la moda generalizadora de contemplar estructuralmente la realidad: “…lo que sigue teniendo vigencia poderosa en nuestros días, es lo que llamaremos la actitud estructuralista en el análisis de la realidad. Gastada su actualidad como denominación –los lemas verbales son lo primero que vuela -, perdida incluso la autoconciencia social del fenómeno, esta vaga «actitud» que le dio vida, prolonga bajo nuevas formas su período de vigencia. Esas nuevas formas –en lingüística ya sabemos que se llaman generativismo – son ya secuelas que conculcan muchas de las notas periféricas fundacionales del fenómeno cultural. Pero respetan su entraña vital, su corazón, su nota definidora por excelencia.” (GARCÍA BERRIO 1977: 8).

         5.3.2. Relato de Estanislao Ramón Trives: la doble lectura del curso saussureano en Europa y en España:

         Casi de máxima moral se puede calificar la siguiente afirmación de T. S. Kuhn:

“La historia muestra que el camino hacia un consenso firme de investigación es muy arduo”. (KUHN 1977: 40)

Una de las primeras valoraciones críticas de las lecturas del Curso de Lingüística General la encontramos en la obra Aspectos de Semántica Lingüístico-Textual, de Estanislao Ramón Trives (Ediciones Istmo-Ediciones Alcalá, Madrid, 1979. Págs. 166-169):

«Para el caso que me ocupa, una lectura parcial del planteamiento lingüístico del Curso de Saussure, según creo, ha sido responsable del progreso de la “lingüística estructural”, y, justo es decirlo, también de su propia decadencia. La restricción metodológica, en efecto, según la cual el sistema es estudiable en sí, fue fructífera en una época ebria de observaciones concretas, datos, que reclamaban ordenamiento, geometrización, algebrización. Pero eso era radicalmente falso al considerar las propias limitaciones metodológicas de estudio como lo único estudiable: si se estudiaba la sistematicidad en niveles mínimos, ¿por qué no encontrar sistematicidad en niveles superiores? Pero el error que la “lingüística del texto” ha imputado a la “lingüística saussureana”, no es, razonablemente, imputable a F. de Saussure. La urgencia u oportunidad metodológica del estudio de la “microsistematicidad” pudo contribuir a una lectura errónea del Curso, en forma parcial o descontextualizada, excluyendo la “macrosistematicidad”, con argumentos de autoridad que no se sustentan, a mi parecer, válidamente en el Curso en su integridad (1). En efecto, me parece suficientemente evidenciable – cf. nota 1 – la tesis saussureana, terriblemente actual, de una tipología sintagmática latente, según señala el propio Saussure al hablar de “type syntagmatique latent”, en una curiosa relación englobante con respecto a la “sintaxis”, puesto que “Tous les faits de syntagmatique ne se classent pas dans la syntaxe, mais tous les faits de syntaxe appartiennent à la syntagmatique”(2).

El hablar, aunque no especialmente tratado por F. de Saussure, no es descartado de sus planteamientos, con clara incidencia en el texto, puesto que “Dans la règle, nous ne parlons pas par signes isolés, mais par groupes de signes, par masses organisées qui sont elles – mêmes des signes”, según el acertado aserto del genial autor del Curso.

No obstante, pese al integral ideario saussureano, la lingüística que reclamó su nombre ha venido centrándose en el ámbito de la “frase”, no aceptando razones cualitativas, sino meramente cuantitativas, para abordar la problemática supraoracional (3).

(Prescindimos de las notas).

6. La crisis del paradigma estructuralista: ¿ESTRUCTURALISMO vs. GENERATIVISMO?

Así se presenta la agonía de los paradigmas en palabras de Kuhn:

“Para ser aceptada como paradigma, una teoría debe parecer mejor que sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se puedan confrontar con ella”. (KUHN 1977:44)

“hay también circunstancias, aunque las considero raras, en las que pueden coexistir pacíficamente dos paradigmas en el último periodo”. (KUHN 1977:16)

“La competencia entre fracciones de la comunidad científica es el único proceso histórico que da como resultado, en realidad, el rechazo de una teoría previamente aceptada o la adopción de otra”. (KUHN 1977:30)

6.1. División de opiniones en la aceptación paradigmática del Generativismo:

Recuperemos la aceptación crítica del Generativismo de García Berrio, marcando distancias con las, por desgracia, tan frecuentes actitudes dogmáticas y sectarias de sus partidarios incondicionales y de sus detractores. La percepción del modelo es tajante: “La gramática generativa se perfila de principio a fin como una inmensa hipótesis en sí misma, establecida sobre la inestable base de un elevado índice de modelos hipotéticos.” (GARCÍA BERRIO 1977: 88). La conciencia de la provisionalidad de sus etapas redundan en el sentido último de su valoración: “De hecho la evolución histórica de la teoría generativa… ilustrará las sucesivas etapas históricas de sus naufragios. Lo que cuenta para los generativistas es ir arrancando a la verdad no evidente progresivas limaduras que enriquezcan algo a fuerza de sagacidad y paciencia, el acervo científico del hombre. Y eso, en el balance que ya podemos trazar, está asegurado. En este sentido, esperamos que este libro robustezca el optimismo cultural de sus lectores en algún pequeño grado. Los logros objetivos del estructuralismo americano hacen que no tengamos razones para enjuiciarlo en términos absolutamente negativos, pese a sus limitaciones. Las aportaciones incontrovertibles del generativismo nos impiden ya calificar de ociosos tantos esfuerzos quemados.” (GARCÍA BERRIO 1977: 88-89). La que hemos denominado “aceptación crítica del generativismo” se refuerza si la contemplamos a la luz de las tajantes y furibundas condenas que realizaron lingüistas tan prestigiosos como E. Coseriu y E. Alarcos Llorach, en unos años en que la doctrina generativo-transformacional se difundía merced a las traducciones de manuales franceses, a las primeras divulgaciones y aplicaciones a la lengua española realizadas por estudiosos hispanoamericanos y a las primeras antologías de textos generativistas como la realizada por Víctor Sánchez de Zavala. Sorprenden las agudas aristas de esta entrada del generativismo en España con el actual reconocimiento académico de gran parte de las aplicaciones de los últimos desarrollos de la teoría generativa.

6.2. Preguntas para un debate:  

A la luz de los siguientes planteamientos de T.S. Kuhn ¿cuál ha sido y está siendo el papel del Generativismo y de las corrientes posgenerativistas y posestructuralistas?

 

 “En el desarrollo de una ciencia natural, cuando un individuo o grupo produce, por primera vez, una síntesis capaz de atraer a la mayoría de los profesionales de la generación siguiente, las escuelas más antiguas desaparecerán gradualmente (…una realización universalmente reconocida sirve para unificar a la profesión). (…) “Pero hay siempre hombres que se aferran a alguna de las viejas opiniones y simplemente, se les excluye de la profesión que, a partir de entonces, pasa por alto sus trabajos. El nuevo paradigma implica una definición nueva y más rígida del campo. Quienes no deseen o no sean capaces de ajustar su trabajo a ella deberán continuar en aislamiento o unirse a algún otro grupo. (KUHN 1977:45 y 46)

         Motivo de reflexión: La comodidad y tranquilidad del trabajo científico dentro de los paradigmas asentados.

…”algunos científicos han adquirido grandes reputaciones no por la novedad de sus descubrimientos, sino por la precisión, la seguridad y el alcance de los métodos que desarrollaron para la redeterminación de algún tipo de hecho previamente conocido”. (KUHN 1977:55)

         Motivo de reflexión:

“Debido a que exige la destrucción de paradigmas en gran escala y cambios importantes en los problemas y las técnicas de la ciencia normal, el surgimiento de nuevas teorías es precedido generalmente por un periodo de inseguridad profesional profunda”. (KUHN 1977:114)

“una vez que ha alcanzado el status de paradigma, una teoría científica se declara inválida sólo cuando se dispone de un candidato alternativo para que ocupe su lugar… La decisión de rechazar un paradigma es siempre, simultáneamente, la decisión de aceptar otro, y el juicio que conduce a esa decisión involucra la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y la comparación entre ellos”. (KUHN 1977:128-129)

“La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un procedimiento de acumulación, al que se llegue por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es más bien una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma. Durante el periodo de transición habrá una gran coincidencia, aunque nunca completa, entre los problemas que pueden resolverse con ayuda de los dos paradigmas, el antiguo y el nuevo; pero habrá también una diferencia decisiva en los modos de resolución. Cuando la transición es completa, la profesión, habrá modificado su visión del campo, sus métodos y sus metas”. (KUHN 1977:139)

7. Estructuralismo como paradigma abierto:

El arriba mencionado profesor Luigi Heilmann -por su culpa leí y estudié la traducción italiana del Curso-,[9] uno de los padres del estructuralismo en Italia, afirmaba en un artículo memorable[10]: “Cualquier ciencia, y también, por tanto, la ciencia lingüística, en sus enriquecidas etapas elabora principios catalizadores que se establecen en una precisa dimensión cultural de la que llegan a ser el polo dinámico. Tal ha sido, desde principios de siglo, el concepto de «estructura» en sus múltiples manifestaciones y aplicaciones. Hoy el módulo generativo y textual se presenta como el catalizador dinámico de un ulterior progreso y de un compromiso de superación, frente al pasado y al presente, en el tratamiento integral de los perennes problemas de la ciencia.

Como conclusión a todo lo que he dicho, quisiera resumir mi planteamiento en los siguientes puntos, fundamento del trabajo pasado y programa de trabajo futuro:

1. La lingüística moderna encuentra su unidad en el principio de «estructura»;

2. es, por ello, en sus diversas variaciones, estructuralismo;

3. es el resultado de la necesidad de superar, mediante la síntesis, las polémicas antítesis saussureanas;

4. nos encontramos dentro de un «paradigma» científico unitario todavía en proceso de elaboración.”

De hecho, el profesor Heilmann jugó en Italia el papel de García Berrio y de Estanislao Ramón Trives en la percepción y ubicación de los modelos pragmático-textuales.

8. Colofón:

No es la primera vez que a lo largo de estos años se han formulado las preguntas que podemos seguir haciéndonos todavía: ¿siguen siendo válidas las premisas de los profesores García Berrio, Trives y Heilmann en su valoración de la obra saussureana? En otras palabras, ¿continúa sin cerrar el paradigma saussureano? ¿Es todavía el Curso una de las ‘células madre’ de la Lingüística europea?

Confío en haber dejado entrever mi respuesta como entrada al debate que ahora comienza, no sin antes dejar constancia de mi agradecimiento a las profesoras María Isabel López Martínez, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez Manzanares, del área de Lingüística General de la Universidad de Murcia, por no haber dejado pasar la ocasión de conmemorar en nuestra universidad la obra maestra de Ferdinand de Saussure.

Murcia, 17 de noviembre de 2017



[1] Texto base y notas de la lección impartida con motivo de la celebración del Centenario del Curso de Lingüística General en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia (11 de noviembre al 19 de diciembre de 2016), ciclo coordinado por las profesoras María Isabel López Martínez, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez Manzanares.

[2] Así puede leerse la serie de citas facilitadas por la profesora Ana Bravo y su contraste con las afirmaciones de Noam Chomsky, en este mismo ciclo de conferencias.

[3] Otro ejemplo de noción abierta y estereotipada es el de GENERACIÓN (LITERARIA). Cf. “Las generaciones literarias”, de J. Petersen. En Filosofía de la Ciencia Literaria, de E. Ermantinger (ed.). FCE. México. 1966, págs. 137-193. Son nociones abiertas, necesarias para la organización y explicación de un determinado campo de conocimiento.

[4] Lectura contrastiva de Manuel Pruñonosa entre el paradigma ‘enactivo’ y la teoría saussureana del cambio lingüístico. La lectura ‘a la protestante’ de Ana Bravo y la confrontación directa de Saussure y Chomsky.

[5] KUHN, Thomas S. (1977): La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, Madrid (primera edición inglesa de 1962. Primera edición española 1971). “Principalmente, me asombré ante el número y el alcance de los desacuerdos patentes entre los científicos sociales, sobre la naturaleza de los problemas y métodos científicos aceptados. Tanto la historia como mis conocimientos me hicieron dudar de que quienes practicaban las ciencias naturales poseyeran respuestas más firmes o permanentes para las preguntas que sus colegas en las ciencias sociales”. (KUHN 1977:13)

[6] Tonos Digital, Revista Electrónica de Estudios Filológicos, 1, marzo, 2001. http://www.um.es/tonosdigital/znum1/relecturas/relecturas0.htm. (Recuperamos, fragmentado, el texto).

[7] En la nota 2 de la página 14 se recogen diversas referencias a las interpretaciones de la obra de Ferdinand de Saussure.

[8] «En torno a la Semiótica (I): Terminología», Anales de la Universidad de Murcia, volumen XXXII, nn. 1-4, 1977, págs. 43-57. Y «En torno a la Semiótica (II): algunas ideas para su historia», 1981, págs. 23-42 (con la indicación del autor del año 1976 como fecha de redacción del artículo). https://digitum.um.es/xmlui/bitstream/10201/23681/1/N%C2%BA%202%20En%20torno%20a%20la%20semi%C3%B3tica%20II%20algunas%20ideas%20para%20su%20historia..pdf

[9] Corso di Lingüística Generale. Introduzione, traduzione e commento di Tullio De Mauro. Editori Laterza. Roma-Bari. 1978 (5ª edición).

[10] “Dallo strutturalismo alla linguistica del testo”, págs. 29-30. En Linguaggio, lingue, culture. Saggi linguistici e indologici, Il Mulino, Bolonia, 1983, págs. 13-30.