REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


Teoría Lingüística de la Optimidad,
de Juan Antonio Cutillas Espinosa,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia. 2003.

 

 José María Jiménez Cano

(Universidad de Murcia)

 

Recientemente se ha publicado el primer libro que, desde el ámbito de la lingüística española, expone los principios fundamentales de la novedosa Teoría de la Optimidad (McCarthy y Prince 1993; Prince y Smolensky 1993). Esta teoría lingüística, que nace a comienzos de los años noventa con un interés prácticamente exclusivo en la fonología y la morfología prosódica, se ha desarrollado de un modo espectacular, extendiendo su campo de influencia a la sintaxis, la adquisición del lenguaje, la variación y el cambio lingüístico. En Teoría Lingüística de la Optimidad, el autor realiza un recorrido general por sus principales postulados teóricos, así como algunos de sus más destacados hallazgos.

         Una de las características más llamativas de la obra que nos ocupa es el esfuerzo realizado por ejemplificar y desarrollar los principales principios teóricos con referencia a las lenguas española e inglesa. El autor basa esta determinación en una razón práctica y otra teórica, de más calado. En primer lugar, sostiene que es mucho más fácil para el público en general entender (y en su caso, enjuiciar críticamente) ejemplos y análisis basados en lenguas conocidas muy ampliamente por los lingüistas. En segundo lugar, el autor mantiene que precisamente en estas lenguas, sobre las que sabemos tanto, se verifica la universalidad de los análisis propuestos para otras lenguas menos conocidas. En otras palabras, un marco teórico con pretensiones de universalidad, basado en análisis de lenguas minoritarias, tiene que pasar forzosamente por el banco de pruebas que supone enfrentarse a lenguas como el inglés y el español, abundantemente estudiadas y que proporcionan mucho material para la reserva, la excepción y el ejemplo inoportuno que puede desmontar el análisis más elaborado.

         El libro se podría dividir en dos partes bien diferenciadas. Los dos primeros capítulos son un intento de contextualizar la teoría y exponer sus fundamentos teóricos básicos y sus rudimentos prácticos. En lo que resta del libro, se analizan las contribuciones de la teoría en los distintos niveles fonológicos y morfológicos, para acabar con la discusión de algunos temas de interés como el aprendizaje (al que se dedica un capítulo completo) y la variación y el cambio lingüístico.

         El primer capítulo es una aproximación a los orígenes de la Teoría de la Optimidad. Ésta surge como respuesta al paradigma dominante de naturaleza generativo-transformacional y se presenta como un desarrollo de éste, más que como una alternativa completa y excluyente. Existe a comienzos de los noventa un sentimiento de hartazgo de los análisis fonológicos basados en sucesiones de reglas aplicadas siguiendo un orden determinado (véase Goldsmith 1993). Esta tendencia lleva a postular una fonología orientada a los resultados, más que a los procesos y reglas que cambian una forma subyacente y la convierten en forma superficial. Se analizan en este capítulo las principales tendencias en la fonología de los años 70 y 80, tanto en lo referente a la representación de las unidades fonológicas, como en lo que respecta a las alternativas al modelo generativista.

         El capítulo segundo expone los fundamentos del funcionamiento de la gramática optimalista. Se define el sistema lingüístico como un mecanismo de interacción y conflicto entre restricciones fonológicas, entre exigencias contrapuestas de distinta naturaleza. Por un lado, tenemos las restricciones de marcación, que exigen que el sistema lingüístico sea lo más sencillo posible, evitando las formas marcadas, que se definen con criterios tipológicos y fonéticos (articulatorios y perceptuales). Por otro lado, ejercen el contrapeso las restricciones de fidelidad, que intentan limitar las simplificaciones y demandan el respeto a las especificaciones subyacentes. El modo en que cada lengua resuelve estos conflictos, mediante la jerarquización de restricciones –esto es, mediante el establecimiento de prioridades–, determinará las diferencias y similitudes con otros sistemas lingüísticos. Las restricciones se postulan como universales compartidos por todas las lenguas; lo que varía en cada lengua específica es el modo en el que éstas están jerarquizadas. El capítulo segundo ofrece además información básica sobre la mecánica de la Teoría de la Optimidad, tanto a nivel teórico –con una descripción de los componentes de la gramática– como a nivel práctico, incluyendo una introducción a las convenciones de representación mediante tablas y otros símbolos. Se ofrece, pues, al lector, la información básica para iniciarse en la lectura de la abundante literatura en torno a la Teoría de la Optimidad.

         El capítulo tercero se centra en las contribuciones en torno a los rasgos distintivos, los segmentos y las sílabas. Analiza cómo se explican en Teoría de la Optimidad la selección del inventario segmental de cada idioma, así como las interacciones de restricciones que se han propuesto para explicar fenómenos como la asimilación, la fusión y la supresión. Se entra a discutir con bastante detalle qué restricciones pueden explicar los patrones silábicos de las lenguas, así como la fonotaxis propia de cada idioma. Se analiza críticamente la aproximación de Hammond (1999) a las restricciones fonotácticas de la lengua inglesa, resaltando los problemas que suponen para una teoría que es esencialmente generalizadora el explicar patrones muy particulares.

         El capítulo cuarto se centra en la teoría métrica y suprasegmental, uno de los pilares básicos de la Teoría de la Optimidad. Comienza por realizar un análisis general de las contribuciones a esta área, distinguiendo entre aproximaciones constituyentes y no constituyentes. En la segunda parte del capítulo, el autor se embarca en la discusión de las descripciones optimalistas de los patrones acentuales del inglés (Hammond 1999) y del español (Hammond 1995; Garrett 1996). Es especialmente crítico en su evaluación de la aproximación de Hammond al acento inglés, resaltando aquellos aspectos que resultan dudosos o contradictorios. Al final se sugiere la posibilidad de que muchos de los patrones acentuales observados sean el producto de una especificación léxica, en lugar de una compleja interacción de restricciones que, en muchos casos, se crean ad hoc para solucionar problemas concretos del análisis.

         El capítulo quinto describe la aproximación de la Teoría de la Optimidad a las interacciones entre fonología y morfología. De nuevo, pueden distinguirse dos partes principales dentro de esta sección. En primer lugar, se discute la teoría general de la morfología prosódica, una de las dos bases principales sobre las que se asentó el edificio teórico optimalista (véase McCarthy y Prince 1993). Así, se ilustran los fenómenos de reduplicación con referencia a lenguas como el aixininca campa. La segunda parte del capítulo incluye una revisión crítica de los estudios optimalistas en torno al artículo en español y un análisis propio de un caso de reduplicación en inglés.

         El capítulo sexto es una discusión sobre las distintas aproximaciones al aprendizaje en la Teoría de la Optimidad. Se analiza en primer lugar el modelo de Degradación de Restricciones (véase Tesar y Smolensky 2000), para después discutir otras alternativas como la Degradación de Restricciones Sesgada (Prince y Tesar 1999), la Degradación de Restricciones Guiada por el Error (Tesar 1998) o el Algoritmo de Aprendizaje Gradual (Boersma y Hayes 2001). No sólo se discuten los algoritmos, sino también cuestiones previas como cuál es el estado inicial de la mente del aprendiz, si es una tabula rasa o si posee, de modo innato, unas restricciones ordenadas de algún modo en particular. La mayor parte de modelos aparecen ilustrados con ejemplos sobre la adquisición de ciertos aspectos de la fonología del inglés.

         El capítulo séptimo es una revisión de algunas de las cuestiones que más discusión y trabajo están generando en el seno de la Teoría de la Optimidad. El autor comienza por discutir los fenómenos de correspondencia entre formas superficiales, con ejemplos extraídos del inglés y el italiano. En este campo sólo se proponen soluciones parciales, puesto que la investigación todavía se encuentra en una fase inicial. Otro de los grandes temas tratados en este capítulo es el de la fonología de préstamos, donde se discute si se debe confiar toda la interpretación a la gramática optimalista (Jacobs y Gussenhoven 2000) o si se debe asumir que algunas de las modificaciones observadas tienen una explicación puramente fonética o perceptual (Yip 1993). Esta última es la interpretación que el autor favorece. Finalmente, se hace una revisión de los mecanismos que la Teoría de la Optimidad propone para la variación y el cambio lingüístico. No sólo se mencionan estudios puramente fonológicos, sino que también se citan los primeros trabajos sociolingüísticos que se apoyan en el marco teórico optimalista.

         En su conjunto, el libro que nos ocupa es una buena introducción a una teoría que ha crecido de un modo enorme en los últimos diez años. La literatura sobre el tema es ingente y la lectura de esta obra puede proporcionar ayuda para orientarse hacia las áreas que, dentro de la teoría, más puedan interesar a quien se inicia en ella. Sólo quedan fuera del libro los estudios optimalistas que se han centrado en la sintaxis. Su lectura es desde luego recomendable para cualquier persona –ya sea un lingüista o un estudiante de postgrado– que desee obtener una idea general de la que es, probablemente, la teoría lingüística más influyente de nuestros días.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

BOERSMA, P. y y HAYES, B.P. (2001) "Empirical tests of the gradual learning algorithm". Linguistic Inquiry 32(1): 45-86.

GARRETT, S. (1996) "Another look at Spanish stress and syllable structure". Chicago Linguistic Society 32: 61-75.

GOLDSMITH, J. (1993) The last phonological rule: Reflections on constraints and derivations. Chicago: University of Chicago Press.

HAMMOND, M. (1995) "There's no lexicon!". ROA-43.

HAMMOND, M. (1999) The phonology of English: A prosodic optimality-theoretic approach. Oxford: OUP.

JACOBS, H. y GUSSENHOVEN, C. (2000) "Loan phonology: Perception, salience, the lexicon and OT". En: J. Dekkers, F. van der Leeuw y J. van de Weijer (eds) Optimality Theory. Phonology, syntax, and acquisition. Oxford: OUP.

McCARTHY, J. y PRINCE, A. (1993) Prosodic morphology I: Constraint interaction and satisfaction. Manuscrito, Universidad de Massachussetts, y Universidad Rutgers.

PRINCE, A. y SMOLENSKY, P. (1993) Optimality Theory: Constraint interaction in generative grammar. Manuscrito, Universidad Rutgers y Universidad de Colorado. Será publicado por Blackwell en 2004, aunque sigue disponible en ROA-537.

PRINCE, A. y TESAR, B. (1999) "Learning phonotactic distributions". ROA-353.

TESAR, B. (1998) "Error-driven learning in Optimality Theory via the efficient computation of optimal forms". En: P. Barbosa, D. Fox, P. Hagstrom, M. McGinnis y D. Pesetsky (eds) Is the best good enough? Optimality and competition in syntax. Cambridge, MA: MIT Press.

TESAR, B. y SMOLENSKY, P. (2000) Learnability in Optimality Theory. Cambridge, MA: MIT Press.

YIP, M. (1993) "Cantonese loanword phonology and Optimality Theory". Journal of East Asian Linguistics 2: 261-291.