REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


España y el mundo árabe: imagen e imaginario
Mohamed El-Madkouri Maataoui
(Universidad Autónoma de Madrid)
el-madkouri@uam.es

 

 

Este artículo tiene como objetivo, desde la perspectiva del análisis del discurso, describir la imagen de España en el mundo árabe y analizar sus circunstancias y motivos. ¿Existe una sola imagen de España unificada en todo el mundo árabe o varias? ¿Y si existieran varias, existen en el mismo país o están diseminadas por lo ancho y largo del mundo árabe?

Para contestar a todos estos interrogantes debemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿qué imagen presenta de sí misma España ante el mundo y cuáles son las razones de la misma?

La propia imagen

El pasado histórico de España ha determinado que ésta construyera y retroalimentara su identidad por contraposición y autoafirmación. La imagen del cristiano es contrapuesta a la del musulmán ―moro―, en los anales de la historia. Pero también en la realidad: no en vano en muchas aldeas de Andalucía se sigue entregando a los infantes moros para que, una vez bautizados, se devuelvan convertidos en cristianos.

 

Los moros nunca gozaron en nuestras latitudes de buena prensa, ocho siglos de reconquista dan para mucho, empezando por el calificativo cariñoso pero lleno de significado, de “morito”, que se aplica al niño que aún no está bautizado, o sea con el pecado original a cuestas. En una expresión tan frecuente como “hay moros en la costa”, los moros son naturalmente los indeseables, los que representan el peligro. (Soler-Espiauba, 1996: 522)

 

No obstante, esta oposición no siempre tiene justificación circunstancial en la fe o en el color del otro elemento de la oposición, sino en la propia creencia del propio Yo. Es decir, que el español no se autoafirmó tradicionalmente sólo frente al moro, sino también frente al europeo. En la edad media, después de la caída de Granada, España quiso demostrar a los europeos que era tan cristiana como el que más, y ahora no faltan argumentos de que España quiere demostrar que es tan europea y tan occidental como el más europeo entre los europeos, y el más occidental entre los occidentales.

La proyección exterior de la imagen de España era y sigue siendo una preocupación del español sólo cuando la siente cuestionada. En un, para mí, excelente artículo de Fernando Domínguez Reboirs de la Universidad de Freiburg, titulado La España medieval, frontera de la cristiandad, se hace hincapié en la defensa de la identidad española frente a una Europa medieval que dudaba de la pureza racial y religiosa de la España de entonces. Esta defensa dará lugar a un género literario que el autor anterior denomina Laudes seu defensio Hispaniae dedicado a contrarrestar una propaganda real en contra de España y de los españoles. Existe, por ello, un sincretismo entre lo individual y lo colectivo en el caso español. La España medieval era quizá la única región de la Europa cristiana occidental en cuyo territorio convivía más de una religión. España necesitaba reintegrarse en un marco religioso septentrional que se presentaba como puro. No había musulmanes al norte de España y los pocos judíos que allí vivían debían vestirse de una forma en la que se les pudiera identificar. Esto es lo que junto a factores de tipo económico explicaría “como se pasó de una sociedad ejemplo de tolerancia y convivencia pacífica a una sociedad ejemplo de intolerancia y represión ideológica” (Domínguez Reboirs). Siguiendo al autor citado, la identidad española parece haberse fundado sobre la demarcación y negación lo que se presenta como modelos antagónicos. Además los modelos ideológicos y religiosos negados deben personificarse. El mal debe materializarse en una persona, raza o grupo cultural. La incompatibilidad o el conflicto no se resuelven en el plano teórico, sino que tienen sus prolongaciones en lo pragmático. La argumentación racional para demostrar el yerro o, en su caso desvío de la postura ajena se convirtió en la edad media en una sencilla retórica plagada de juicios de valor. El otro es malo y sólo bastaba designarlo y esto es lo que favoreció y consolidó la Inquisición:

 

El infiel para el francés era un ser humano fuera de la sociedad cristiana, una persona que creía en todo aquello en lo que se fundamentaba su existencia, pero una persona, sobre todo, de la que se adivinaba su existencia pero que jamás habría visto. Ese cristiano, fuese culto o analfabeto, podría vivir cien años sin encontrar una persona no cristiana. Para el cordobés, en cambio, era el infiel una persona de carne y con la que se encontraba a diario en la calle y de quien podría necesitar asistencia médica, a quien compraba pan o las berenjenas o con quien de niño había jugado a las canicas. (Domínguez Reboirs, 4)

 

Por eso el otro y sus modelos no eran ni son abstracciones en lo español, sino que se materializa en personas de carne y hueso. La tolerancia hacia ese otro no era, por tanto, una construcción teórica, ni un modelo abstracto fundado sobre una visión positiva de la alteridad, sino que fue, según Américo Castro el “resultado de un modelo de vivir y no una teología”. De hecho:

 

Desde un punto de vista estrictamente cristiano, la cultura que se desarrollaba en España bajo el influjo de la ciencia árabe y judía no estaba en consonancia con los ideales unitarios de la cristiandad. El orden social que se imponía en España era un escándalo más allá de los Pirineos. (Domínguez Reboirs, 7)

 

El modelo multicultural nacido de la convivencia y del día a día en vez de favorecer a España se ha convertido en un argumento en su contra.

 

Al español se le odia y se le identifica con un objeto ya anteriormente odiado y desaparecido en la cristiandad: el judío y el moro. Los italianos veían en la raza española rasgos de las odiadas razas judía y mora. Los españoles pertenecen a un pueblo impuro y proceden de una sociedad no del todo ortodoxa, una sociedad no del todo integrada en la sociedad hispana. (Domínguez Reboirs, 18)

 

Por eso el español ha marcado su identidad desmarcándose de una forma antitética del judío y del moro:

 

Integrarse plenamente en Europa significaba eliminar el pasado judío y musulmán que la especial situación de frontera había impuesto en la sociedad española. (Domínguez Reboirs, 10)

 

Concluyendo: esta visión de la historia me parece lógica y comprensible a diferencia de muchos anales históricos donde se mezclan la realidad y su imagen, la historia y su representación, y el dato histórico y su valoración. No se dejan pistas para los análisis objetivos y desinteresados. ¿Qué es lo que pasaba en las sociedades y en el día a día? ¿En qué escenario o escenarios se movía la gente? ¿Cuáles eran los verdaderos actores de las relaciones comunitarias o, en su caso, intercomunitarias, interreligiosas, interculturales...? Y sobre todo, ¿cuántos eran? Resolviendo, presentar la Historia como una dialéctica entre conquistas y reconquistas es una simpleza incapaz de explicar no sólo la conjunción, sino muchos aspectos de la unión. Se ha querido que dicha Historia sea, cuando no es antinómica, paralela, y eso sólo es posible en las representaciones e imágenes, pero no en la realidad. De lo contrario, cómo se explicarían las alianzas cruzadas en todos los sentidos: cristianos aliados con musulmanes en contra de otros cristianos y musulmanes aliados con cristianos en contra de otros musulmanes. Todo parece indicar que la vertebración de la “historia compartida” en torno a la conquista y la reconquista es una construcción discursiva posterior a los hechos que pretende describir y analizar. Pues, incluso si podemos poner una fecha al término de la conquista, no sería fácil hacerlo con la reconquista ¿Cuándo empezó y cuándo terminó la reconquista? Estas construcciones discursivas y sencillas sobre esta realidad histórica compleja obligan a una alineación no menos traumática. Parece ser que o se es de unos o se es de otros en esta especie de verbena verbal nada lúdica de moros y cristianos. La indeterminación es imposible en esta metáfora, y menos en las convicciones que ha creado en la sociedad.

La España de al-Ándalus y el mundo árabe

Aquí la imagen es unificada en todo el mundo árabe si se toman como parámetro los textos literarios. Al-Ándalus es un espacio discursivo mítico donde confluyen todos los elementos metafóricos de la belleza, sensualidad, naturaleza, perfección... Esta España andalusí es el “paraíso perdido” que sólo podía y puede evocarse poéticamente. Esta España de los poetas como al-Bayati, Adonis o Nizar Kabbani, es también la del turismo árabe en la costa del Sol; es el revivir el pasado en el presente.

No obstante, no todo es positivo en esta imagen: existe la nostalgia, el llanto, la impotencia y la rabia... todas ellas sensaciones de un al-Ándalus perdido, en que las tintas se recargan sobre la “dejadez” y el “libertinaje”, simbolizados por la metáfora de “las noches rojas” de los árabes en España. El color rojo de esa metáfora alude a la sensualidad, a la diversión y a la carne trémula de los palacios del “oriente” andalusí.

España tras los atentados del 11-S

La opinión pública española se ha creado, prensa mediante, nuevas imágenes de los árabes y de los musulmanes en general tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero al hacerlo, intuitivamente se ha creado y se ha hecho crear otra imagen en el mundo árabe. La cadena de Al-Jazeera emitió un programa el 1 de septiembre de 2002 con el título de Situación de las comunidades musulmanas en Europa, dedicado casi exclusivamente a España. Éste es un dato que hay que tomar muy en consideración ya que España no es precisamente el país donde residen más musulmanes. Sino que va muy detrás de Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Holanda e Italia. Los titulares de dicho programa televisivo, transcrito y publicado en la página Web de esta cadena panárabe que goza de una buena audiencia y mucha credibilidad, son los siguientes:

 

-          La situación general actual en España y la resucitación de los tribunales de la Inquisición.

-          La emigración de los marroquíes a España y el aumento del racismo contra ellos.

-          Los atentados del once de septiembre y la realidad del retroceso de las libertades en Europa.

-          Relación entre el Islam y occidente entre la enemistad y la mejora de la imagen.

-          Europa y el doble rasero en la aplicación de las leyes cuando se trata de musulmanes.

 

Aquí también la Historia es recurrente. El presentador argumenta que:

 

Los atentados del 11-S han puesto al mundo occidental ante un nuevo espejo, no solo para mirar y reexaminar su relación con el mundo islámico, sino también para revisar su propia relación consigo mismo. Todo ello no sólo en el ámbito de los ideales que le proporcionaban las ideologías que presentaban la visión del europeo ante la vida y el universo, ante la relación del hombre con el hombre, sino, además, ante una parte que ya no se puede separar de la cultura europea. Esa es la parte islámica. En este caso, España, en especial, tiene una historia distinta a los demás países europeos en su relación con el Islam. (Situación... p.1)

 

No obstante, esa relación especial ya no es la poética historia común, sino otra versión de la misma a ojos del presentador y de su invitado médico de origen árabe residente en Valencia desde hace más de treinta años. Son reiteradas a lo largo de las quince páginas que dura la entrevista palabras, conceptos y evocaciones como: Inquisición, moriscos, Valencia como último bastión de la Inquisición, el preguntar a los hijos si sus padres cumplen o no con el Ramadán y si comen o no cerdo en casa, las detenciones de islamistas con tan sólo la ligera sospecha de que pudieran ser terroristas. Se ha mencionado también al juez Garzón y su asignación a causas de islamistas, sin cargos, como si fueran etarras. Otra de las observaciones del presentador sobre España, por la cual pregunta a su entrevistado:

 

P. ¿Cómo explicaría la repetición del mismo fenómeno? Es decir, la identidad de la mayoría de los detenidos ha sido divulgada y publicada en los periódicos y revistas. Se les ha mencionado claramente como imputados, como culpables; pero luego se les libera por insuficiencia de pruebas. Y sin embargo, se repite lo mismo. Es decir, no podían aprender de sus errores para, por lo menos, mantener en secreto la detención hasta que se aclaren las pruebas. Es una continuidad... ¿Cómo explicaría la repetición del mismo fenómeno?

R. (...) hemos protestado por ello. Detienen a un sospechoso ―para ellos― que podría ejercer alguna actividad terrorista, o parecida a terrorista... esto puede ocurrir... y puede ocurrir en cualquier país... Pero que se mencione su nombre y apellidos, profesión, ciudad de residencia, y que los periodistas cerquen su domicilio y molesten a su familia, a su mujer, hijos... nosotros tenemos ciertos reparos sobre eso y así se lo hicimos saber a algunos responsables... sobre lo que ocurre en España. (Situación..., p.4)

 

Este tipo de inseguridad jurídica dentro de ciertos sectores de musulmanes y árabes residentes en España, presenta del país una imagen de arbitrariedad en la aplicación de las leyes. Así es como piensa un médico árabe residente en España que llamó al programa.

 

Si eres árabe y musulmán, eres extremista religioso, y si no eres musulmán dicen que eres extremista nacionalista... en ambos casos eres víctima... Desde aquí sospechamos que existen ciertas operaciones de trueque de favores, de los cuales son víctimas los musulmanes (un espectador que llama desde España). (Situación..., p.10)

 

En todos estos casos España se ha presentado como un país agresivo contra los musulmanes. Si bien se habló de él como país democrático, con un sistema judicial independiente que presenta una serie de garantías procesales para los acusados, se ha recalcado en que esto no es de rigurosa aplicación cuando se trata de ciudadanos de origen musulmán o árabe. Los conceptos más usados a lo largo de las quince páginas de la transcripción del programa de Al-Jazeera son de “doble rasero” y de “inquisición” cuando se trata de árabes.

La guerra contra Irak y la imagen de España

La última guerra contra Irak no ha pasado desapercibida al discurso sobre la imagen de España en el mundo, especialmente en los países árabes:

 

El socialista Manuel Marín expresó su preocupación por el deterioro de la imagen de España en sus áreas tradicionales de influencia. Dijo que el Gobierno no tenía derecho a “destrozar” la política exterior y le sugirió olvidarse de las “fantasías” para no caer en el cuento de la lechera.

 

La guerra contra Irak y la adhesión del gobierno español a las tesis anglo-norteamericanas ha sido criticada y denunciada en más de una manifestación en Egipto, Argelia y Marruecos. Así se expresan algunos licenciados, estudiantes para la obtención del título de Traductor especializado en la Escuela Superior Rey Fahd[1] de Traducción en Tánger. Hacemos hincapié en este centro de “elite” y en la profesión mediadora que pueden desempeñar los traductores, pero también en su extrema influencia en la configuración de imágenes:

 

1.     La imagen de España se vio deteriorada por la guerra de Irak. El apoyo de Aznar a los Estados Unidos y Gran Bretaña fue una gran paliza para el mundo árabe. A pesar de la actitud de la oposición y del pueblo de España en contra de la guerra, ésta no fue tomada en cuenta.

2.     A pesar de ello todos los marroquíes odian a España por varias razones: porque ayuda al Polisario porque no quiere devolver las ciudades de Ceuta y Melilla y sobre todo porque ayudó a Estado Unidos.

3.     España es uno de los aliados de Bush.

 

Curiosamente esta imagen de España y de su gobierno no es propia sólo de destacados estudiantes hispanistas, sino que la podemos leer también en la prensa europea:

 

Aznar apoyó de forma casi servil el ataque de Estados Unidos y el Reino Unido contra Irak, a pesar de que más del 90 % de los españoles estaban en contra de él y salieron por millones a la calle. (Burghardt, Süddeutsche Zeitung, 27.5.2007)

 

La participación española ha sido vista por parte de la opinión pública árabe como Cruzada: opinión asumida por algunos sectores extremadamente críticos y, en ocasiones, esencialmente antioccidentales dentro de las sociedades árabes. Desafortunadamente no les han faltado argumentos en los discursos de los planificadores y aliados de las tesis belicistas. Esta visión tiene sus defensores desde Marruecos hasta Omán. Remito en este caso un artículo titulado “Los verdaderos motivos de la guerra” firmado por Makki Hassan en Ajbar Al-Jaliy de Bahrein, el 25 de abril de 2003, y en el cual se cita también a España.

 

En plena agresión a Irak y en plena búsqueda de motivaciones para justificar esa guerra y su legitimidad por parte de Estados Unidos y sus aliados, Gran Bretaña, España y Australia, y el desfile de la fuerza militar que llegó al Golfo para enfrentarse a las humildes posibilidades militares de Irak. Sin embargo, se dejó claro que la superioridad y la fuerza favorables a los aliados no han dado una justificación a Irak como régimen y pueblo para aceptar su derrota y entregarse sino a través de una tenaz resistencia en Basora, Karbala, Nasiriya, Najaf y en el aeropuerto de Bagdad.

 

Oportunista: opinión mayoritaria dentro del espectro político e ideológico del mundo árabe. España, tradicional “amigo” de los árabes no podía entrar en esta guerra si no fuera para cazar alguna que otra oportunidad estratégica, política o económica, que se desprenderá de la recompensa norteamericana al alineamiento de España.

No obstante, la opinión pública de los países árabes ha sabido distinguir entre la postura de la opinión pública española y la postura adoptada por el ejecutivo español.

Antidemocrática: la posición del gobierno español, favorable a las tesis belicistas, también se ha interpretado de una manera perjudicial para la democracia y la transparencia sobre todo para los intelectuales y militantes prodemocráticos del mundo árabe. Se ha dado un argumento más a las dictaduras, a sus defensores y a los ideólogos de los sistemas autoritarios del mundo árabe. La España democrática, se ha posicionado en contra del 92 % de su opinión pública, a favor de la guerra. En este caso la imagen es doble: reprochable desde la opinión pública, pero comprensible desde algunos regímenes árabes. No contar con la opinión pública es precisamente lo que hacen siempre y en todos los casos los sistemas autoritarios que gobiernan para el pueblo, pero sin él. Los regímenes autoritarios toman las decisiones que piensan son positivas para sus intereses y para los de sus países. Cualquier crítica u objeción interna se interpreta como disidencia censurable y, por ende, castigada. La tesis probelicista de España, en esta guerra, puede que sea favorable desde el punto de vista económico y geopolítico, pero no es una postura que se ha apreciado ni comprendido en la opinión pública árabe.

Ya para la posguerra Manuel Vázquez Montalbán, escribe irónicamente en la última página del El País, 5 de mayo de 2003:

 

De momento los enviados de España actuarán ante los iraquíes como el ángel bueno que no mata y que, además, puede conseguir cierta ternura del ángel malo, el que mata. Por eso, convendría explicar desde el primer día al ciudadano iraquí que los matarifes son los norteamericanos y los ingleses; en cambio, los españoles, sean soldados, funcionarios o financieros, son los ángeles globalizadores con rostro humano.

 

Esta afirmación algo irónica refleja que existía efectivamente en el mundo árabe una imagen de España distinta, a la que se podía tener de Gran Bretaña y de Estados Unidos. Es decir que España es el tradicional amigo convertido circunstancialmente en aliado de los proyectos militares y económicos anglo-americanos. Este sentimiento de relación y de unión entre España y el mundo árabe hacen que muchos autores árabes quieran fundir a los dos polos en un apasionado abrazo capaz de anular la distancia geográfica. Así Mohamed Chakor, respaldándose en Octavio Feijoo Masna, percibe cierta continuidad geográfica entre España y Marruecos:

 

... al detectar, en las montañas, diversas cavernas a la misma altura, que serían coincidentes, formando una sola, si, empujadas ambas, pudiésemos colocarlas en su posición primitiva. (Chakor, 2003)

 

Aquí también parece aflorar el pasado de la relación hispanoárabes aunque se hable de un periodo anterior. En todos los casos, cuando se habla de la conjunción entre España y el mundo árabe, se presenta como una unión a ultranza:

 

Los habitantes de Iberia y los de lo que hoy es Marruecos, provenían de un tronco común, o si éste fue distinto, compartieron vida común y las mismas mezclas raciales. Era el mismo pueblo con idéntica sangre, formación y, es de suponer, cultura. (Chakor, 2003)

 

Independientemente del valor científico de esta afirmación, el deseo y la argumentación a favor de una conjunción con España, conlleva una opinión positiva de lo deseado. España, se presenta en este sentido con una imagen idílicamente positiva. Esta imagen está muy presente también a lo largo y ancho del mundo árabe siempre y cuando se asocie España con el pasado y con las tradicionales relaciones hispanoárabes desde una perspectiva histórica. Así se expresa una hispanista marroquí del grupo encuestado1:

 

España es el vecino europeo más cercano a Marruecos. Apenas son catorce kilómetros los que separan los dos países vecinos. Esto en el ámbito geográfico. Históricamente, también siempre había relaciones e intercambios entre los dos países. Intercambios culturales, comerciales, religiosos e incluso lingüísticos ¡No olvidemos los ocho siglos de convivencia entre musulmanes y cristianos en al-Ándalus! Actualmente la imagen de España en Marruecos ha cambiado.

 

Parece ser que cualquier tiempo pasado es siempre mejor que el que le sucede. La posición primitiva de la relaciones hispanoárabes parece convertirse en una utopía. Esperemos que el futuro de esas relaciones, de seguirse esta dinámica, no sea peor que el presente.

Marruecos y la imagen de España

Así resume una estudiante marroquí de postgrado en Traducción e Interpretación, licenciada por la Universidad de Granada la imagen de España en Marruecos:

 

España siempre fue un “refugio” para muchos marroquíes, ambos pueblos compartían una complicidad que se justifica por el pasado histórico… pero estamos viendo que España, sobre todo desde la llegada de Aznar, nos está complicando la vida: inmigración, islote de Leila, problema de la pesca, actitud frente a la guerra, además de los tradicionales conflictos por Ceuta y Melilla, así como el Sáhara ¿Qué estarán tramando? La verdad es que ya no existe esa solidaridad y buena convivencia como antes.

 

De hecho, la imagen de España dentro del mundo árabe tiene ciertas particularidades cuando se trata de Marruecos:

 

Lo que verdaderamente es importante y nos une incontestablemente: los emigrantes, las relaciones económicas, los intereses geopolíticos mediterráneos comunes, los intercambios sociales y culturales. (Martín Muñoz, El País)

 

Ésta es una buena síntesis de la nueva realidad. Se trata, en el caso de Marruecos, de una actualización de la imagen. Aquí ha desaparecido la dimensión histórica y mítica de la relación entre España y el mundo árabe. De hecho, en Marruecos y fuera de la literatura poética, el pasado o la famosa historia común hispanoárabe es controvertida. La historia compartida es representada, en no pocas ocasiones, como un factor disyuntivo que planea con sus sombras discursivas sobre el presente. Abundan los ejemplos. El uso recurrente a la conquista/reconquista en cierto discurso periodístico español relacionado con el Otro, transmite una imagen belicista de España. La referencia y el uso de estos dos términos se hace, muy a menudo, para exhortar a la unión de todos los españoles o para criticar a los disidentes como he podido comprobar con la cobertura informativa que la prensa conservadora ha hecho de la crisis entre España y Marruecos, relativa a isla de Perejil. No obstante, aunque esta visión del pasado se presenta mayoritariamente como negativa en España, en la mayoría de los países árabes la imagen es positiva. En todos los casos los problemas del presente son cuantitativamente importantes y cualitativamente considerables como para que los pueda absorber un pasado histórico común visto por los árabes como idílico. Los encuentros bilaterales que se consagran a tratar los elementos disyuntivos superan a los que lo hacen con los elementos conjuntivos. En un artículo del periódico Arif, de tendencia bereber publicado en Rabat, leemos bajo el titular La comisión mixta marroco-española, cuando el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, anunció durante su visita a Marruecos la próxima reunión de la comisión hispanomarroquí presidida por los primeros ministros de los dos países:

... las relaciones marroco-españolas han pasado por un periodo crítico al suspenderse las conversaciones sobre la pesca marítima entre Marruecos y la UE, y tras unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores español en las que acusaba a Marruecos de no hacer lo posible para limitar la emigración ilegal.

 

Y añade el breve artículo:

 

Fuentes periodísticas hablan, tras el encuentro entre el ministro de Asuntos Exteriores y su homólogo marroquí, de un acuerdo para proporcionar a Marruecos equipos avanzados para vigilar sus fronteras septentrionales, en el marco de la colaboración española para limitar el fenómeno de la emigración clandestina. No obstante, dichas fuentes no han informado de si las conversaciones han abordado el tema de Ceuta y Melilla. (Arif, 20.10 al 19.11.2001)

 

He aquí, en este breve artículo de menos de cien palabras una buena síntesis de los problemas que alimentan la imagen de España, en este caso, en Marruecos, su vecino árabe: la vecindad y todos los problemas que derivan de ella, la pesca, la inmigración y el problema de Ceuta y Melilla. Paradójicamente en el mismo espacio en que se ha publicado esta noticia se ha publicado otra que, casi pasa desapercibida. Dice la noticia bajo el titular: Encuentro Euroárabe:

 

La ciudad de Al-Hoceima albergará entre los días 24 y 27 de octubre el encuentro euroárabe bajo los auspicios de su Majestad Mohamed VI y del rey español Juan Carlos.

En este encuentro en que participarán varias personalidades españolas y marroquíes se organizarán varias ponencias y conferencias que tratarán sobre las relaciones marroco-españolas durante el siglo XXI. (Arif, 20.10 al 19.11.2001)

 

Esta nueva realidad de la relación entre España y una parte del mundo árabe produce una serie de imágenes basadas en miradas cruzadas en las que los problemas pendientes vienen siempre al final de los artículos que informan de los encuentros entre españoles y marroquíes, lo que, la mayoría de las veces convierte estos encuentros en desencuentros. De hecho los espacios que ocupan los problemas superan a los encuentros amistosos que puedan transmitir buenas imágenes, tanto de unos como de otros.

Los nuevos elementos que configuran la imagen vienen representados por:

La visión económica y laboral

España se representa como un país desarrollado que posibilitaría imaginativamente buenas oportunidades de promoción personal para los emigrantes. Ésta es una imagen real y parece ser una convicción para el marroquí. En la encuesta de estudiantes de postgrado en Traducción e Interpretación se han podido recoger las siguientes opiniones:

  1. Siendo España un país muy cercano a Marruecos, los marroquíes no dejan de soñar a diario con este día en que el viaje se convertirá en una especie de peregrinación para purificarse y deshacerse de la pobreza tremenda en que viven ¡La realidad amarga lo dicta todo!
  2. Para el marroquí España es la tierra de la libertad y del dinero. Para las generaciones anteriores existía el American Dream, las actuales llaman el suyo el Spanish Dream.
  3. España se impone como unos de los países que puedan cambiar el destino de tantos marroquíes fracasados y que han perdido la última luz de esperanza en su país (…) Desde los años 90 los marroquíes ven en España el paraíso perdido

 

En este sentido, España se reviste de la imagen de un mercado laboral para los parados marroquíes.

Desde los ámbitos del poder financiero, económico y político de los últimos gobiernos marroquíes, España se percibe como un inversor emergente al cual tanto los dirigentes como la prensa local, especialmente la oficial, guiña el ojo. No obstante, la implantación económica española y su influencia financiera en Marruecos, no son tan fuertes como para representar una fuente de presión política sobre el gobierno marroquí como es el caso de una Francia competidora y heredera de España incluso en las zonas tradicionales de influencia española.

La visión geopolítica: el discurso político y militar.

Como consecuencia del punto anterior y además de la percepción de España como rival geográfico, los marroquíes siguen percibiendo a España como fuerza de ocupación que se entromete en la zona para desestabilizar a Marruecos. Esta imagen de España como fuerza de ocupación y colonizadora por parte del mundo árabe ha sido destacada por el reputado periodista de Al-Jazeera, Sami Haddad, en su programa Más de una opinión. La emisión del 19 de julio de 2002 tuvo como título: El islote de Laila y el legado tradicional del colonialismo. Los titulares de la transcripción son:

 

  1. Las repercusiones de la crisis del islote de Laila en las relaciones hispanomarroquíes.
  2. La ocupación de Ceuta y Melilla entre los parámetros de doble rasero españoles y la debilidad árabe.
  3. La suspensión del acuerdo de pesca y sus repercusiones negativas sobre ambas partes.

 

De hecho el campo léxico-semántico relativo a la desestabilización y a España como la fuerza que la lleva a cabo, ha sido utilizado por buena parte de la prensa marroquí en más de una ocasión. Los marroquíes ven a España como un incondicional aliado del Polisario en detrimento de la estabilidad de su país. En un editorial del periódico socialista marroquí con el más que revelador titular de Una postura española sana:

 

―Es difícil que uno esté al lado de Marruecos y al mismo tiempo apoyando al Polisario―. Esto es lo que declaró el miércoles pasado en Barcelona Jordi Pujol, presidente del gobierno catalán, palabras que han recogido los periódicos La Vanguardia y El Periódico (...)

La Coalición Nacionalista catalana, presidida por Pujol, ha acertado en sus presiones sobre varios y sucesivos gobiernos españoles para animarlos a dar más importancia a Marruecos aunque esta misión no es nada fácil. Pues dentro de la opinión pública española y la prensa existen algunos sectores que odian a Marruecos. Por eso apoyar a Marruecos no siempre ha gozado de popularidad, añade Pujol (...)

La declaración del presidente Pujol es una postura española sana que parte de las obligaciones de la vecindad y de la cooperación mediterránea. (Al-Ittihad al-Ichtiraki, 3.4.2003)

 

De hecho se percibe en Marruecos cierto rechazo a la posición española con su país, a pesar de que España ―entienden― sufre una situación política parecida en Gibraltar y en el País Vasco. Por eso los marroquíes no conciben cómo España es incapaz de comprender el problema del Sáhara occidental:

 

Cuando Pujol dice que España no puede apoyar dos posturas contrarias (estar con Marruecos y con el Polisario), el presidente catalán ha puesto el dedo en la llaga y en el meollo de lo que hace explotar continuamente la crisis entre Marruecos y España. (Al-Ittihad al-Ichtiraki, 3.4.2003)

 

En todos estos casos los problemas derivados del espacio discursivamente compartido y sus consecuencias en cuanto a creación y recreación de imágenes no son ignorados por la prensa española. Leemos en La Verdad:

 

Aunque es habitual que los representantes marroquíes no desistan en referirse a las citadas ciudades españolas en los foros internacionales, no lo es que sea el propio Rey quien lo afirme en un discurso como el de la fiesta el Trono, algo que cabe interpretarse como el anuncio de una próxima movilización en clave nacionalista. De hecho, el reino alauita acaba de sufrir un serio varapalo en sus aspiraciones en el Sahara, y puede pensarse que Ceuta y Melilla aparecen ahora en el horizonte como una buena causa para desviar la atención. No obstante, el antecedente de Perejil podría indicar que la campaña estaba preparada de antemano y que la tensión aumentará en los próximos meses. El esperado restablecimiento de las relaciones bilaterales, que se esperaba lograr para el mes de septiembre, se presenta de nuevo como un reto difícil de alcanzar para un gobierno como el de José María Aznar que demostró en Perejil que no admite bromas con la soberanía de un solo palmo de suelo español. (La verdad, 31.7.2002: Mohamed VI a por Ceuta y Melilla)

 

Ceuta y Melilla no son sólo orígenes de varios problemas entre España y Marruecos, sino fuentes para la creación y recreación de imágenes para unos y otros. La prensa marroquí, creadora también de imágenes, no para de reivindicar dichas ciudades. El periódico de tendencia bereber, Arif, publica en octubre de 2001 un artículo con el titular: Vientos de cambio económico soplan en el horizonte de la ciudad usurpada. Hacia un nuevo acercamiento a los tipos de relaciones locales y regionales en el Rif:

 

A unos 12 Km. de Nador, en el norte del Rif, en las laderas cabo Ourche, se sitúa la más antigua colonia del mundo. Es la ciudad de Mlilia (Melilla) que en bereber significa la blanca, con una población de unas decenas de miles de personas, de las cuales más de la mitad son musulmanes de origen marroquí rifeño, y el resto se reparte entre cristianos, judíos y budistas. (Arif, octubre de 2001)

 

Muy relacionado con esta visión geopolítica resultante, a mi entender, del hecho de compartir el espacio y el tiempo, viene a sumarse el problema del mal apagado incidente del islote Perejil/Laila/Taura, que en este sentido profundizó las imágenes negativas a ambos lados del Mediterráneo. El discurso eternamente interno de España, sin discutir la legitimidad o no de sus reivindicaciones, no ha podido extenderse fuera de las fronteras españolas. En este caso, no se trata sólo de la imagen española en el mundo árabe, sino de su imagen en otros países de los cuales Francia y Gran Bretaña han sido claros ejemplos en el momento de la crisis, la prensa de ambos países no escatimó esfuerzos en ironía para caricaturizar la postura española. La labor informativa de canales panárabes como Al-Jazeera y Dubai TV, por ejemplo, y la poca proyección argumentativa de los entrevistados españoles ha dejado en mal lugar la postura española frente a esta crisis creando la imagen de una potencia colonizadora y arbitraria. Pero, tampoco ha salido muy favorecida la de Marruecos. España no pudo o no supo apoyar su ofensiva militar para reestablecer el estatu quo del islote en una ofensiva diplomática de proyección extrapeninsular, dirigida especialmente al mundo árabe. Los canales de información panárabes han propagado una imagen de España como fuerza ocupante de varios enclaves en el norte de Marruecos. Al-Jazeera atribuye el estatuto de Ceuta y Melilla, como “tierras árabes ocupadas”, a la debilidad árabe (el islote de Laila y el legado tradicional del colonialismo, 19.7.2002)

La prensa marroquí, sin excepciones, presenta a España como un país que no trata al suyo en plan de igualdad, además se la caracteriza con una falta de espíritu de cooperación y de buena vecindad:

 

Añade el secretario de estado en Exteriores que siempre se ha observado cierta confusión y contradicción en la postura española. Esos residuos [motivos de la retirada del embajador marroquí] se han aplicado a la naturaleza de cooperación que no siempre se ha basado en un trato de iguales y en el espíritu de cooperación y buena vecindad, sino que ha tendido a cierta creencia de superioridad por parte de Madrid. En esto se deben mencionar las manifiestas amenazas españolas tras la suspensión del acuerdo de pesca. (Al-Ittihad al-Ichtiraki, 3.4.2003)

 

España con esta crisis ha ganado la imagen de una potencia militar en la zona, pero ha generado otra imagen antitética en su discurso de política exterior, pero también en su discurso, siempre dirigido y centrado en su propia opinión pública. Eso es quizá lo que explica que la postura de gran parte de los medios de comunicación franceses, y sobre todo ingleses, fueran desfavorables acerca de la imagen de España.

España relaciona el pasado (conquista/reconquista) con todos los problemas que le vienen del Sur, incluidos los de la historia reciente:

 

Inconscientemente se nos viene a la memoria la hecatombe colonial española del 98 y el desastre de Anual, dos hechos que marcaron la historia española, ampliaron nuestros cementerios, enterraron nuestro orgullo imperial y nos dieron un par de películas mediocres y una hermosa y melancólica canción que incluso, quedaba bien en la voz de Karina. Pero Isla Perejil no es Cuba, ni recuerda Filipinas, ni Cavite, ni el desastre del Riff. Y antes de dejarnos llevar por un banal patriotismo, a lo mejor es conveniente zanjar el tema con abundante derramamiento de gramática. (Alvite, 2002)

 

Esta reacción inconsciente y sus consecuencias no menos inconscientes, hacen que los demás perciban la reacción española como desproporcionada y a veces incluso irracional. Esta “irracionalidad” consiste en el intento de “matar moscas a cañonazos” que fue señalado por la prensa extranjera y aireado por buena parte de la prensa marroquí. El español pasa a transmitir cierta imagen de frivolidad e irracionalidad. Muchos árabes perciben cierto déficit intelectual en España. Así se expresa un hispanista encuestado:

 

España, país europeo del tercer mundo y cuya evolución económica supera desgraciadamente su evolución intelectual ha actuado y sigue actuando frente al mundo árabe con agresividad y menosprecio.

 

De hecho una de las imágenes de España resulta de este comentario de Aboubakr Jamaï quien piensa que la crisis de Perejil ha demostrado que:

 

Desgraciadamente, en algunas capas de la sociedad [española] perviven ciertas reacciones medievales. El papel de las elites, en sus componentes político, económico y, sobre todo, cultural es el de elevar a la sociedad.

 

Esta afirmación es tópica como esta otra, empleada en sentido inverso, por Antonio Escohotado, en El Mundo:

 

... sigue siendo evidente que pereza e ignorancia no son determinaciones genéticas sino culturales.

 

En ambos casos, el Otro es presentado como intelectualmente pobre. No obstante, el punto de vista en ambos es diametralmente opuesto. Para El Jamï ciertas clases de la sociedad español siguen ancladas en el pasado. Una visión, compartida o no, de tipo sociológico. Por ello apela a los intelectuales españoles a elevar el nivel de conocimiento de sus compatriotas. En el caso de la opinión determinista de Antonio Escohotado, la pereza y la ignorancia del Otro se debe a un condicionamiento de tipo cultural. Lo que condena este autor es toda la cultura del Otro, es como si vivir en ese marco cultural obligara a ser perezoso e ignorante, mientras que, en el caso de la crítica opuesta, lo que censura El Jamï es el conocimiento desfasado de unas clases sociales y apela a un proceso de aprendizaje e instrucción que protagonizarían los intelectuales españoles. Ambas opiniones reflejan las imágenes cruzadas que tienen unos de otros. El marroquí opina que algunos sectores de la sociedad española son ignorantes y que se precisa que emprendan el camino del aprendizaje y de la instrucción. El español opina que aunque no se pueda decir que los marroquíes sean codificados genéticamente para la pereza y a la ignorancia, sí que lo son desde su cultura. La única alternativa que Antonio Escohotado les deja, si quieren ser mejores, es que cambien de cultura porque la suya determina la pereza y la ignorancia.

La visión social: el discurso del emigrado.

Los incidentes contra inmigrantes en Tarraza y en El Ejido no han pasado desapercibidos al discurso social que configura la nueva imagen de España. Estos incidentes han transmitido la imagen de la población española como impropia de un país institucionalizado y desarrollado. De hecho, muchos de los marroquíes instruidos piensan que gran parte del pueblo español es de pocas lecturas y de menos apertura sobre el mundo. Curiosamente el término de la comparación que motiva dicha imagen no es el propio marroquí, sino el de otros países del entorno europeo. Parece ser que cuando el intelectual marroquí habla de lo español lo hace como si él fuera el francés. En el caso de los incidentes mencionados anteriormente se ha señalado, casi siempre, la responsabilidad de los medios de comunicación como incitadores y propagandistas de ciertas opiniones contrarias a la presencia de inmigrantes marroquíes en dichas zonas. Es decir, que según ese punto de vista los medios de comunicación, de tanto hablar de los inmigrantes, han instigado a esos pueblos a que los persigan. Y detrás de todo ello está la imagen de la España “antimora”. Existe una arraigada opinión, en parte del mundo árabe, de que España es antiárabe, y esta opinión no es exclusiva de Marruecos, sino que la he podido apreciar también en ciudadanos argelinos, tunecinos, egipcios, palestinos, jordanos, sirios e iraquíes, que residen o han residido en España.

No obstante, la relación establecida entre discurso mediático, configuración de imágenes e incidentes como los de El Ejido y Terrassa, no debe entenderse como una relación de causa-efecto. Sería algo simplista pensar que los ejidenses o tarraconenses actuaran por imperativos discursivos exclusivamente. Si eso fuese posible, esas escenas se hubiesen verificado también en Bélgica, Francia o Holanda, donde hay un número considerable de inmigrantes magrebíes. Esta comprobación de los hechos es la que motiva la siguiente pregunta, ¿por qué en algunas regiones de España la gente de pueblo persigue en masa a los inmigrantes?, ¿por qué en dichos actos se anula la autoridad de las instituciones del Estado de Derecho? En Francia, pero sobre todo en Alemania, se han registrado agresiones contra inmigrantes pero se ha demostrado que estos actos han sido protagonizados por individuos de una determinada ideología amparados, la mayoría de las veces, por la oscuridad. Algo que induce a pensar que, a diferencia del caso español, el racismo en esos países es individual o sindical. Es decir, que es un racismo “organizado” ―cuando no representa casos aislados― en torno a colectivos afiliados a determinados partidos u organizaciones. En España (en las regiones arriba mencionadas) además de este último, de importación, se da el curioso dato de que algunos pueblos “se levantan”, personas de todas las edades y sexos ―como se pudo comprobar en algunos reportajes― para “echar a los inmigrantes” apaleándolos y quemando sus casas, coches y negocios, a veces, bajo la mirada impasible de las fuerzas de Seguridad del Estado, como en El Ejido. Puede que estas imágenes difundidas por todo el mundo árabe, sean las que posibilitan la creación de la imagen de algunos pueblos españoles como atrasados, desorganizados y tribales.

La industria turística en el país norteafricano y el comercio entorno al turismo no transmite buena imagen de los españoles como buenos turistas. Los españoles son representados por los dueños de los bazares de Agadir, una de las ciudades más caras de Marruecos, como “desconfiados”, “tacaños” y que regatean mucho según algunos comerciantes susis. Así se expresa un licenciado marroquí en Filología española (reproduzco sus palabras sin ningún tipo de intervención, ni siquiera para corregir algunos errores formales):

 

En general al hablar de los españoles en Marruecos, siempre se refiere a ellos como gente maligna, racista e incluso avara. Viviendo en una ciudad de destino turístico, conocida mundialmente por los turistas, mis amigos que trabajan en el sector turístico suelen hablar, en general, bien de todos los occidentales, menos de los españoles. Son gente cerrada, poco o poca confianza de los extranjeros (sic). Los españoles en Marruecos tienen la fama de no conocer otras lenguas a parte de las suya (sic). Incluso los que las conocen se aferran a hablar la suya con los extranjeros, conociéndola éstos o no. Si esto fuera poco los medios de comunicación participan sobremanera en afear la imagen de los españoles en Marruecos. En el caso de difundir escenas de camiones que llevan mercancías marroquíes a la U. E. y que eran saqueados por los españoles, noticias de vez en cuando en torno a asesinatos de inmigrantes marroquíes por españoles. Lo mismo cabe decir de los medios de comunicación españoles que suelen presentar imágenes desafortunadas de Marruecos. La manera no equitativa con que tratan a marroquíes frente a otras nacionalidades…

 

Frente a esta imagen existe otra paradójicamente distinta. Los españoles son muy simpáticos, tratables y físicamente guapos, especialmente las mujeres.

España, espejo.

España tiene otra imagen en el mundo árabe del mismo modo que la tiene la Unión Europea. Esta imagen se presenta muy a menudo, en Marruecos por ejemplo, como el espejo en que los marroquíes ven el fracaso de su propio país. No es extraño escuchar: “¡eran como nosotros, incluso puede que nosotros hayamos sido mejores, y mira ahora donde están!”. Del mismo modo los árabes, en general, hablan de cómo Europa se va uniendo y cómo ellos están cada vez más desunidos. En este caso, más que tratarse de imagen del otro, se trata de la propia imagen. En todos los casos, España es un país “exitoso” que “ha corrido mucho” y “que ha ido muy lejos”.

En el caso de la democracia, España es un buen ejemplo para muchos países árabes. España pasó directamente de una dictadura absoluta a una impecable democracia que se ha ido consolidando desde 1976. En el programa La Unión Europea vista por los árabes (Al Jazeera, 24.12.2002) pone como una condición para una posible unión de los países árabes la democratización de los mismos, poniendo como ejemplo de ello a España, Portugal y Grecia.

La imagen cultural: ¿inexperiencia o falta de medios?

La imagen que los árabes tienen de la cultura española viene tamizada por la tradicional presentación y representación que franceses, ingleses y americanos transmiten de lo español a sus propios ciudadanos. Las elites árabes hablan de España como hablaría de ella un francés, inglés o americano. Si exceptuamos algunos casos concretos y limitados de los árabes del Golfo, en que la imagen viene impregnada por la literatura fantástica sobre al-Ándalus, esta imagen occidentalizada de España parece generalizarse. En una zona tan próxima a España como es el norte de Marruecos, antiguo protectorado español, los intelectuales marroquíes de la zona denuncian la dejadez cultural de España:

 

Jalil Mechbal, director del semanario tangerino Chamal, culpa directamente a España. Mucho antes de que se implantase el engorroso visado, en 1956, “España se retiró y se desinteresó de su protectorado desde todos los puntos de vista, empezando por el cultural”, sostiene. “Dejó un gran vacío”. “Francia hizo, en su zona, lo contrario”. (Cembrero, El País, domingo 8 de junio de 2003)

 

No he podido, a pesar de buscarla, ninguna opinión favorable a la tradicional o actual intervención cultural de España en Marruecos. La imagen cultural de España en este país norteafricano se puede sintetizar en los siguientes puntos.

Cultura institucional

La imagen cultural de España y su proyección institucional en las sociedades árabes si se compara con la inglesa, francesa, alemana o, incluso últimamente la italiana, deja mucho que desear. De esto exceptuamos dentro de todo el mundo árabe el reducido enclave del norte de Marruecos donde la proyección cultural española es involuntaria gracias a la penetración de las emisiones televisivas y el trasiego de personas y mercancías entre Ceuta y Melilla, y Marruecos.

En aquellos sectores de la población árabe que son en principio objetivo de cualquier intervención de la política cultural y académica como los estudiantes e investigadores, la imagen de España es modesta si se compara con la francesa, belga, canadiense, alemana, estadounidense e italiana, por ejemplo. El intercambio de profesores, becas y programas de ayuda a la investigación con el mundo árabe no va compaginado con una política de facilidades administrativas y de buen trato a estas personas. En este caso, las quejas y denuncias parecen ser unánimes. La claridad, el rigor y la seducción que ejercen los franceses en la universidad marroquí, por ejemplo, deja en mal lugar a los agentes culturales españoles desplegados en la zona acostumbrados a la burocracia de despacho. Poquísimos son los que se acercan a la universidad, entablan “amistad” con los “autóctonos” con vistas a una mejor presencia de la cultura española en la zona.

Cultura académica

No obstante, esta falta de presencia contrasta con la imagen positiva que transmiten los directivos académicos en los pocos actos y congresos que se celebran entre intelectuales de ambas orillas. El director de una importante institución académica marroquí de formación americana y australiana, ex profesor de Filología inglesa y con dominio del francés, pero con modestos conocimientos de la lengua española, me confesó que los españoles como directivos son los mejores cuando se trata de intercambiar ideas. Los españoles exponen lo que hacen, escuchan la exposición de los demás, pero no van, “como los directivos de otras nacionalidades ―supuestamente franceses― a decir a los demás como deben hacer su trabajo”. Esta visión receptiva y positiva está aún sin explotar.

La nueva generación de hispanistas marroquíes, en términos estadísticos, falla. Los buenos entre ellos, de vuelta a Marruecos, transmiten de España una imagen nada satisfactoria. Dos novelas, una publicada en español, El Diablo de Yudis de Ahmed Dawdi y otra en árabe, Diario de un ilegal de Rachid Nini, lo prueban.

Los programas de estudios en los departamentos marroquíes de filología española, dominados por graduados en Francia, están volcados, igual que el hispanismo francés, sobre la literatura hispanoamericana. Al preguntarle a un compañero el porqué, éste contesta que la realidad de estos países se aproxima a la de Marruecos, y que el estudiante se reconoce en dicha literatura. No obstante, me quedé sin respuesta a la observación de dicha desproporción si se compara con los departamentos de filología inglesa o francesa, en lo que respecta a la literatura de la francofonía o de la Commonwealth, por ejemplo.

El arabismo español, tradicionalmente volcado sobre la historia medieval de España o sobre el Mashrek, oriente árabe, se está volviendo poco a poco al Magreb. Pero estamos todavía lejos de entablar puentes para el conocimiento actualizado del Otro.

Entre los argumentos que exhiben los contrincantes marroquíes de España, está la falta de intelectuales de ningún tipo favorables a las tesis marroquíes tanto en el ámbito popular como en el político y mediático. Algunos hablan incluso de tesis “antimoras”, o de “morofobia”, en la cultura española, comprobable en la literatura y la prensa. Del moro solo se transmite lo problemático. Intelectuales simpatizantes de Marruecos, como en el caso francés, son, dicen, inexistentes.

Cultura mediática

Aquí entendemos la labor mediática también como proyección cultural:

 

Siempre me ha extrañado ―escribe una articulista de El País― que cuando un partido, sobre todo de izquierdas, saca a relucir en campaña el tema cultural lo haga centrándose en el aspecto de la diversión y del espectáculo, y olvide esa inversión a largo plazo que es la educación. (Lindo, El País, 28.5.2001)

 

En este sentido la televisión española captada en varios países transmite una imagen positiva, aunque en ocasiones utópica, de España. Pero también existe otra realidad: los medios españoles al transmitir una imagen negativa del otro transmiten a la vez su propia imagen. La prensa española muy leída en el norte de África, no transmite buena imagen ni de sí misma ni de España especialmente cuando se trata de la representación del Otro. Un estudiante marroquí de postgrado, que nunca visitó España, asegura que:

 

Los medios de comunicación españoles suelen presentar una imagen desafortunada de Marruecos. La manera no equitativa con que tratan a marroquíes frente a otras nacionalidades profundiza el hablar de los españoles en Marruecos como gente maligna.

 

La caza de noticias, vistas como irrelevantes, sobre “moros” la convierten en un instrumento de desprestigio:

 

Se ha utilizado con demasiada frecuencia la publicidad de los medios de comunicación como instrumento para transmitir reproches o acusaciones al otro (que es el mejor modo de que el otro la reciba de la manera más reactiva posible). (Martín Muñoz, El País, 18/7/2002)

 

En todos los casos, se ha observado una falta de perspectiva internacional en la mayoría de los medios de comunicación españoles. Parece ser que el destinatario final del discurso mediático es el ciudadano español al cual se habla desde una perspectiva exclusivamente española. Este discurso es exclusivamente interno y carece de una perspectiva extraterritorial. Sería difícil por tanto encontrar un medio español citado por otro extranjero en un tema no español, es decir sobre un asunto o tema que no sea local. El problema, y aquí reside en la imagen, es que los medios españoles no sólo los lee el tradicional español “desinformado” que espera que esos medios lo informen. Ahora el mundo cibernético pone el mundo al alcance de todos, y la prensa española no sólo la leen los españoles que además ya leen con mucha facilidad prensa cibernética de otros países. ¿Qué pensaría un árabe de esta noticia de ABC y qué imagen se crearía de España al leerla?:

 

“Mensajeros del miedo” (título). Al Yasira, la presunta voz independiente del mundo árabe, desafinaba tanto que su director, Mohamed Jasem al Ali, ha sido destituido. La supuesta relación del responsable de la emisora de Qatar con los servicios secretos del régimen de Sadam le ha costado el cargo a un hombre que quiso liberar a su audiencia de la esclavitud de la televisión occidental para atarla ―en corto y con un atípico sentido de la neutralidad― a los intereses de Bagdad. (ABC, pág. 8 ‘opinión’ y 32 ‘internacional’, 28.5.2003)

 

Aquí un lector español ―desinformado― puede que se crea esta información falta de argumentación y de establecimiento de las fuentes. Los juicios de valor son evidentes: presunta voz independiente, desafinaba tanto..., supuesta relación del responsable con los servicios secretos del régimen de Sadam... Además en estas breves líneas cuya redacción viene firmada por el mismo medio, ¿cómo se puede destituir a un director por una supuesta relación...? Si esa fuera la razón de dicha destitución entonces no sería supuesta la relación sino evidente. Ahora bien, si ABC no sabe que esa es la razón de la destitución del director de Al Yasira, entonces la supuesta relación le habría costado el cargo, y no ha sido así, como se afirma tajantemente. En cualquier caso aquí se comprueba cierta falta de rigor en la presentación de este asunto árabe, algo que muchos árabes encuestados calificarían, como lo han hecho de otros temas parecidos, de enemistoso.

Cultura mediático deportiva

En este caso, las imágenes son variadas y van desde las más cercanas, y por tanto, críticas hasta las más lejanas y exóticas. Sin embargo, parece ser que el deporte español transmite una imagen positiva de lo español en todo el mundo árabe. En este caso, los marroquíes hablan del Real Madrid o del Barça como si hablaran de equipos locales y cercanos. Un ejemplo de ello es esta noticia sacada del nada más que nacionalista marroquí Al-Alam. Este periódico publica en el 4.11.2001 un artículo en su sección de deportes con el título de: Ojo con la cumbre del Real y del Barça. El artículo empieza hablando de los esperados partidos entre el Barça y el Real Madrid, el Bayer Leverkusen con el Kaeser y el Liverpool con el Manchester United. Sin embargo, después de las tres primeras líneas introductorias el articulista se olvida de los equipos ingleses y alemanes y de las ligas germana e inglesa para concentrar todo su discurso en el Santiago Bernabéu español:

 

Las miradas se dirigen a los dos partidos tradicionales. El primero entre los rivales Real Madrid y Barça en España. El segundo entre el Liverpool y Manchester United en Inglaterra. Al mismo tiempo aparece el partido entre el Bayer Leverkusen con el Kaeser Slotern en Alemania.

España:

El campo del Santiago Bernabéu en Madrid asistirá a una tradicional lucha en la undécima etapa de la liga entre el equipo de la Capital, portador del título de campeón de la liga y el Barça que lucha para arrebatárselo [...] (Al-Alam, 4.11.2001)

 

De hecho la imagen de España desde el punto de vista deportivo es muy sana y unánimemente extendida a lo largo y ancho del mundo árabe. Varias televisiones árabes locales informan del deporte español del mismo modo que los panarabistas Al-Jazeera y sus recientes competidores Al-Arabia y Abu Dabai TV. No pocos árabes son o del Barça o del Real Madrid aunque se ha comprobado que algunos otros son incluso seguidores del Deportivo o, curiosamente, del Celta. Las cafeterías de Marruecos suelen estar repletas de jóvenes, y no tan jóvenes, seguidores de equipos españoles:

 

“En general, la acogida es buena, excepto - reconoce con una sonrisa- cuando están viendo un partido de fútbol en el que juegan equipos españoles. Me piden entonces que pase más tarde”. (Cembrero, El País, 8.9.2002)

 

Este es el testimonio de un vendedor ambulante sobre su negocio cuando pasea por las cafeterías del norte de Marruecos.

La lengua española y el mundo árabe

Las fronteras de la lengua española no se corresponden hoy en día con las fronteras de los países hispanohablantes. En algunos lugares, como Marruecos, se puede hablar incluso de una escritura en lengua española. No obstante, a diferencia de otros países en los que lo español está relacionado con el hispanismo académico y con los departamentos de lengua y literatura españolas, en Marruecos muchos de los que escriben en español son extrauniversitarios: profesionales de otros sectores que no manejan el español como herramienta de trabajo y que sin embargo deciden ―varían las razones― expresarse en castellano. Existen por ello tres grupos: docentes escritores, profesionales de otros sectores relacionados con la lengua española (periodistas, diplomáticos y traductores…) y profesionales hispanohablantes para quienes la lengua española no es herramienta de trabajo. Todos, parece ser, se están organizando entorno a la Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española, con un portal, recientemente creado, en Internet.

La lengua española utilizada por todos ellos es algo más que un medio de comunicación. Toda lengua es portadora de una cultura sin que esto signifique una relación consanguínea y biunívoca entre lengua y cultura. Existen culturas con varias lenguas y lenguas con varias culturas. Por ello, la escritura marroquí puede ser un fenómeno digno de estudio: escritores de otra lengua que escriben desde otra cultura usando una lengua aprendida. Sólo “en los últimos cuarenta años más de veinte marroquíes han cultivado todos los géneros literarios empleando la lengua castellana”, opina Bouzelmate. (Chakor y Macías, 1996)

Conclusión

De todas las representaciones tratadas en este trabajo podemos concluir que la imagen de España en el mundo árabe está dominada por la pasión. Tanto en sus aspectos positivos como en los negativos existe amor y rabia. Parece ser, como en la vida real, que se recargan demasiado los errores y faltas del amado o del familiar. Muchos autores árabes reivindican inclusos lazos consanguíneos con España:

 

Y no sólo es esta sangre bereber y árabe la que pervive en España y Portugal, sino que, desde el año 711 en que entra Tariq, al 1146 en que lo hacen los Almohades, e, incluso, hasta poco antes de 1492 en que la perdida de Granada como último reino islámico de al-Ándalus, fue una verdadera riada de sangre bereber, árabobereber y árabe la que penetró en España por unas u otras causas; sangre que, pura en unos casos, y mezclada en otros, con la de los andaluces, que ya tenían muchísima sangre bereber y árabe en sus venas, arraigó en la península. (Chakor, 2003: 9)

 

Esta mezcla histórica de sangre se percibe en el mundo árabe como positiva y al-Ándalus como el paraíso perdido. De hecho, curiosamente, cuando mis encuestados hablan de España como destino de la emigración árabe, en este caso marroquí, la palabra usada en sus metáforas es la de “paraíso”.

No obstante, esta mezcla de sangre es también un arma de doble filo. Puede usarse para crear imágenes positivas, pero también para las negativas. Dice un encuestado:

 

Normalmente por compartir un legado histórico común, España tiene que ser el país europeo más cercano al mundo árabe, pero la realidad no es así. Al negar este vínculo histórico y eterno, España se empobrece política y culturalmente, rechazando un “más” que sin lugar a dudas, la hubiera favorecido tanto en el mundo árabe como en todo el mundo.

 

Este rechazo del “más” tiene su explicación en la imagen que se ha creado de España en la Edad Media como país religiosamente relajado y étnicamente “contaminado”. Rechazar el “más” es asimilarse al entorno natural europeo de España. No obstante, este deseo de desvincularse de lo árabe no es una política deliberada, sino que se ha tejido a lo largo de la historia en el subconsciente colectivo. No en vano el español transmite a primera vista que es “el que más” de todo, sobre todo si este “todo” se enmarca dentro de sus parámetros culturales. Una cultura que asimile lo árabe y lo musulmán y lo integre como parte del Nosotros, no ha tenido mucho éxito, si exceptuamos, por citar un ejemplo los escritos de Américo Castro. Éste presenta, en cierto modo, la heterodoxia en el pensamiento histórico español, si se compara con Sánchez Albornoz, que sí encarna la continuidad ortodoxa.

 

Bibliografía

Alvite, J. L. (14.7.2002), “Más Perejil”, La Verdad.

Bunes de Ibarra, M. A. (1989), La imagen de los musulmanes del Norte de África en la España de los siglos xvi y xvii: los caracteres de una hostilidad, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Burghardt, P. (27.5.2003), “Los herederos de Aznar”, Süddeutsche Zeitung.

Cembrero, I. (8.6.2003), “Tánger, centinela del Islam”, El País.

Chakor, M. (2003), España y Marruecos de la prehistoria al siglo xx, inédito.

Chakor, M. y Macías, S. (1996), Literatura marroquí en lengua castellana, Madrid.

El-Madkouri, M. (1994), “Los árabes y la prensa española”, Diario 16, 11 de abril de 1994.

Esposito, J. L (1997), “Imágenes contemporáneas del Islam en Occidente”, Revista de Occidente, Nº 188, Enero 1997. (Número dedicado al Islam y Occidente)

Esteva, J., “Mil y una voces para comprender el Islam”, Ajoblanco, núm. 51.

Lindo, E. (28.5.2003), “Cultura”, El País.

Mira E. y V.A. (1991), El Mediterráneo, entre Europa y el Islam; prólogo a la Guerra del Golfo: La Última Cruzada, Madrid, Valencia.

Roudani, A. (2001), “Vientos de cambio económico soplan en el horizonte de la ciudad usurpada”, Arif, Núm. 3, Octubre 2001

 

 



[1] Manifiesto mi agradecimiento a los estudiantes del penúltimo y último curso de dicha Escuela, durante el curso académico 2002-2003, por participar en las encuestas recogidas en este trabajo. Estas opiniones fueron redactadas por los encuestados en Español. Mi intervención se limita en este caso a la operación de selección y presentación.