Medalla de Oro de la Universidad de Murcia (in memoriam). Discurso del Rector

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Extracto del discurso que pronunció el Sr. Rector, D. José Ballesta Germán, en el acto académico de Santo Tomás celebrado el día 28 de enero de 2005, refiriendose al Excmo. Sr. D. Antonio Soler Andrés, acto en el que se concedía la Medalla de Oro de la Universidad de Murcia (in memoriam).

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Precisamente, avanzar, siempre avanzar, fue uno de los principios a los que dedicó su vida el Rector Antonio Soler. En el Discurso de apertura del curso académico 1985/86 nos decía lo siguiente: "Avanzar. Es la vida de la Universidad. Avanzar. A veces con paso firme. A veces atropelladamente. Tambalearse. Casi caer. Erguirse nuevamente. Y siempre avanzar. Es lo que la hace distinta de otras instituciones. Porque está viva y queremos que siga viva". El Rector Soler, su memoria y su obra, siguen vivas entre nosotros. Podemos verlo diariamente, en su familia, dedicada ampliamente a la Universidad, en sus discípulos y amigos, en su querida Facultad de Química.

La figura del Rector Soler fue providencial para unos momentos complicados de la historia de la Universidad de Murcia. Supo conjugar, en brillante síntesis, la auctoritas y la potestas. Entendió que la Universidad está obligada a mantener un sistema de valores alejado del utilitarismo rampante y de las utopías dificiles de aprehender y fijar en coordenadas humanas. En una época difícil, en la que desde algunos sectores parecían querer retirarse de la circulación los principios de la ética y los valores humanos, el Rector Soler puso de manifiesto la necesidad que tiene la sociedad de encontrar respuestas desinteresadas y fiables a sus demandas, a sus numerosas inquietudes, desde instituciones, como la universidad, que no responde básicamente a planteamientos económicos o políticos.

Entre las peculiaridades más características de la Universidad se sitúa su forma de gobierno. No existen, a pesar de que se haya generalizado una imagen absolutamente contraria, jerarquías definidas. No hay un consejo de administración que tenga el control económico, no existe la obediencia debida de otras instituciones ni siquiera la jerarquía del puesto o del nivel social. No. La Universidad se gobierna desde la corresponsabilidad de todos los univesitarios. Se trata de decisiones adoptadas con amplias bases de acuerdo y que, por tanto, obligan a su cumplimiento voluntario. Este cumplimiento, aceptado de forma meditada y voluntaria, es de una intensidad mucho mayor que el cumplimiento impuesto de forma jerárquica o el acatamiento sin reflexión de una norma dictada por el superior.

Y en el eje de este singular sistema de gobierno se sitúa la figura del Rector. Su autoridad es, fundamentalmente, moral. Para conseguirla es imprescindible el que su vida, tanto académica como personal, esté impregnada de profundos principios éticos. Este fue, sin duda, el caso del Rector Soler.
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