Trabajo Fin de Máster en Didáctica de las Ciencias Sociales

GID_Ferrer_Cactus¿Vayamos por partes? ¿Cómo estructurarlo?

Ya habéis elegido la línea de trabajo, el tutor o tutores y la temática que os interesaría desarrollar, bien a nivel de reflexión teórica, bien como innovación docente a desarrollar en el aula o pequeño trabajo de investigación empírica (es decir, modalidad 1 o modalidad 2). Es más que posible que, incluso, ya hayáis realizado buena parte de las lecturas necesarias para comenzar a redactar algunos fragmentos del trabajo.

Llegados a este punto, y antes de comenzar a realizar esa redacción, es más que conveniente hacer una reflexión sobre la estructura del texto que va a conformar vuestro TFM. Tener bien claro desde el principio qué y cómo se va a exponer el hilo discursivo de vuestro texto puede ahorraros mucho trabajo.

En este sentido, y partiendo del hecho de que hay mucha literatura sobre la manera de elaborar un texto académico (comenzando por el ya clásico ensayo de Umberto Eco (2010), el primer problema al que nos enfrentamos es que no existe una estructura o guión único que nos pueda servir de marco. Es decir, no existe una plantilla que se pueda cumplimentar para realizar nuestro trabajo. De hecho, en el caso que nos ocupa, la única indicación que aparece en la Normativa del TFM, es que el trabajo debe tener entre 20 y 40 páginas y debe incluir un resumen de un máximo de 200 palabras y 5 palabras clave, en castellano e inglés.

Por ello, y aunque pueda parecer una obviedad, lo primero que se debe tener en cuenta antes de iniciar la redacción del trabajo, es que, al igual que en cualquier exposición, se debe seguir una estructura lógica en la que se sucedan los elementos básicos de toda narración, esto es: introducción, nudo y desenlace.

Dicho esto, que como se acaba de señalar, es poco más que una obviedad, sí que existen una serie de elementos que no pueden faltar en todo trabajo académico, y que no se deben olvidar. El primero de ellos es la portada, en la que se debe indicar el título, la autoría y una serie de datos identificativos de la institución y la titulación en la que se enmarca el trabajo. Tras la portada debe aparecer un índice numerado de todos los apartados y subapartados presentes en el trabajo. A continuación, un resumen breve y un número determinado de palabras clave (en este caso, como se acaba de ver, la propia normativa del máster ya nos dice qué cantidad de palabras hay que incluir y cuál puede ser la extensión máxima del propio resumen). Tampoco puede faltar un apartado de bibliografía, en el que se recojan todos los textos que se han consultado para elaborar el trabajo. Y por último, y si se considera necesario, unos anexos que pueden servir para completar la información presentada en el cuerpo del trabajo.

En síntesis, el trabajo ha de incluir portada, índice numerado, resumen, palabras clave, introducción, nudo (cuerpo del trabajo), desenlace (conclusiones), apartado de referencias bibliográficas; y si se estima oportuno, un último apartado en el que se recojan los anexos.

Recomendaciones

Pero no está de más tener en cuenta una serie de recomendaciones antes de iniciar la redacción de cada uno de estos elementos.

En cuanto a la portada, como se ha indicado, además del título del trabajo no deben faltar los datos identificativos del autor, tutor o cotutores; el nombre del máster y el curso en el que se realiza el TFM; la Universidad y la línea en la que se enmarca el trabajo. No es necesario que se incluyan imágenes, aunque es habitual que aparezca el logotipo de la Universidad de Murcia.

En el índice se debe cuidar que las páginas de comienzo de cada apartado estén correctas. Es conveniente que dentro del índice también se mencionen los subapartados en los que se ha dividido el texto. Se puede utilizar para ello la herramienta de “Numeración” del procesador de textos, que realiza automáticamente la sangría a la derecha en los subapartados.

En cuanto al resumen, hay que tener en cuenta que es, después del título, la primera “carta de presentación” del trabajo. Se trata, por lo tanto, de un apartado importante que hay que cuidar: implica tener que explicar al lector, en menos de 200 palabras, qué se va a encontrar en el resto del texto. Lo recomendable es seguir, una vez más, la estructura de introducción, nudo y desenlace: sintetizar en muy pocas palabras cuál ha sido la principal motivación del trabajo, cuál el método de acercamiento al tema, y cuál la principal conclusión alcanzada. Suele servir de ayuda seguir el método de resumen científico conocido como IMRaD, un acrónimo que hace referencia a Introducción, Metodología, Resultados y Discusión. No es un trabajo sencillo debido al gran esfuerzo de síntesis, por lo que, en muchas ocasiones, es recomendable dejarlo para el final, una vez ya finalizada la redacción del resto de apartados.

En lo referente a las palabras clave, hay que intentar no repetir las palabras que aparecen en el título, y preferiblemente utilizar sustantivos relacionados con las temáticas trabajadas. Es interesante consultar el Tesauro de la Unesco, un listado de términos que se utiliza para buscar documentos en diversas áreas científicas o el tesauro de ERIC.

La introducción es otro elemento de gran importancia. En ella se ha de plasmar, claramente, las principales líneas directrices de todo nuestro trabajo. En otras palabras: en la introducción se ha de mostrar al lector todo lo que se va a encontrar en el resto del texto. Es cierto que es algo que ya se ha hecho en el resumen, pero en este caso no hay que tener que contar las palabras que se utilizan para ello, ni es necesario ser excesivamente sintético. Un apunte importante: la introducción no hace referencia exclusivamente al marco teórico, sino que debe servir para explicar todo el trabajo, conclusiones incluidas.

En cuanto al nudo del trabajo, en este caso se debe diferenciar entre aquellos que tienen un carácter de reflexión teórica y aquellos otros en los que se ha realizado un trabajo de investigación empírica.

En los de reflexión teórica, lo más normal es que se comience con una presentación/justificación de la problemática a tratar en la que se muestran cuál es o cuáles son los objetivos del trabajo, y a partir de la misma, se muestren las distintas visiones que de esa temática se muestran en la bibliografía de referencia, haciendo un contrapunto de todos ellos que, más tarde, se retomará en el apartado de conclusiones. Así por ejemplo, si se tiene intención de trabajar sobre la viabilidad de trabajar con videojuegos en el aula para la enseñanza de ciertos contenidos de historia, lo primero que se tiene que hacer es justificar el tema (¿hasta qué punto se puede organizar la enseñanza de los contenidos de historia a partir de los videojuegos?, por ejemplo), para después pasar a analizar las distintas posturas que tienen los expertos en la temática sobre el mismo (los que defienden su utilidad, los que la defienden únicamente en ciertos casos, los que dicen que no es viable; pros y contras de su uso…). Si se considera oportuno, en algunos trabajos la parte final puede ser una propuesta propia basada en la bibliografía consultada.

En los trabajos en los que se ha optado por realizar una intervención en el aula o una investigación educativa inicial, la estructura de este cuerpo del trabajo es algo distinta. Se ha de iniciar, igual que antes, con un apartado en el que se muestra la presentación/justificación de la problemática a tratar, lo que supone presentar el objetivo u objetivos a alcanzar. Una vez hecho esto, se ha de hacer un marco teórico de esa temática (un pequeño “estado del arte” de la misma). Una vez enmarcada la temática en la literatura científica y académica, se pasaría a hablar de la metodología utilizada en la investigación o en la intervención didáctica. En ambos casos se ha de indicar los instrumentos utilizados, la muestra con la que se ha trabajado y los datos obtenidos. Tras ello, se pasa a analizar y discutir esos datos.

El siguiente apartado sería el de conclusiones. En este caso, es conveniente hacer una recomendación: este apartado no hace referencia únicamente al análisis de los datos, o a la posible propuesta redactada en el caso de los trabajos de reflexión teórica. Es un apartado de cierre, en el que se ha de mostrar de qué manera y en qué nivel se han conseguido los objetivos planteados inicialmente, se han de retomar las principales ideas mostradas en el marco teórico, y se ha de reflexionar sobre los datos obtenidos bien durante el trabajo de campo, bien en el análisis bibliográfico. Un último apunte: en las conclusiones pueden aparecer algunas reflexiones personales, pero no son el apartado de reflexiones propias.

Por último, el apartado de bibliografía. En éste deben aparecer todas las referencias que se han citado en el texto, ordenadas en orden alfabético de apellidos. No debe faltar ninguna referencia citada, y no debe aparecer ninguna referencia que no esté reflejada en el texto: se trata de bibliografía utilizada, no bibliografía consultada.

Evidentemente, y puesto que no hay ninguna estructura prefijada para hacer un trabajo académico (o son tantas que no se puede hablar de una única forma de organizar el texto), la libertad que se tiene para estructurar los grandes apartados del trabajo (introducción, cuerpo del trabajo y conclusiones) es casi total. La principal recomendación es que no falte ningún aspecto importante del trabajo realizado, y que el lector no se pierda en un texto embrollado o que deja muchos datos por sabidos.

Fuente de imagen: Isidro Ferrer. Recuperado de: www.isidroferrer.com