Punto 12. Física y química para defender la ciudad

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El convento de Verónicas guarda parte de la muralla que una vez defendió la ciudad. Pero su construcción y su resistencia le deben mucho a la Física, que mantiene su especial estructura, y a la Química, que asienta y moldea su finalidad protectora.

Muralla de Verónicas

La vieja muralla

La muralla árabe de Murcia es la antigua estructura defensiva de la ciudad, construida durante la etapa andalusí. La muralla se mantuvo en uso hasta el final del carácter fronterizo del Reino de Murcia en 1488. 

El crecimiento de la ciudad, así como la falta de necesidad de protección hizo que la muralla, poco a poco, fuese desapareciendo. Los viejos muros pasaron a utilizarse en las nuevas construcciones que se edificaron encima. También se reformaron las puertas que daban acceso a la vieja medina, que fueron las últimas estructuras de la muralla en desaparecer, en la segunda mitad del siglo XIX.

¿Sabías que...?

Además de defender la nueva ciudad, la muralla se ideó para protegerla de las periódicas crecidas del río Segura, ante el emplazamiento de la urbe en el centro de un valle aluvial.

Los restos que hoy se conservan proceden, probablemente, del siglo XI o XII. Su construcción, lejos de ser primitiva, era tremendamente inteligente, versátil y, sobre todo, resistente. El tapial es como se conoce a la técnica de hacer un molde con madera, un encofrado, y rellenarlo de lo que será el muro.

La muralla de Murcia está hecha con un tapial hormigonado, es decir, con mortero rico en cal, con abundante grava de mediano tamaño y gran dureza. El material se reparte de forma homogénea en el cajón dándole la consistencia necesaria.

Normalmente, para el muro, se hacía el encofrado en una sola vez con el fin de evitar las filtraciones de agua a través de los huecos de las agujas y las juntas. Es el más duro y complejo de los tapiales por la cantidad de cal y trabajo invertido en la preparación de la grava. 

Trozo de la muralla de Verónicas

Física y Química para defender una ciudad

El muro supone una defensa de excepcional calidad por cuestiones físicas y químicas extraordinarias. Cuando se produce la mezcla del muro, rellenando con tierra y grava el molde, lo que se genera es una estructura muy versátil, muy dura, pero capaz de transpirar parte del agua. Esto evita que el muro se contraiga y se dilate, provocando roturas, como pasaría con un cuerpo uniforme.

Al mismo tiempo es capaz de absorber muy bien los golpes, como el de un ariete o una máquina de asedio, y aguanta bien las estructuras defensivas y a sus defensores. En esto también juega un papel fundamental la Química.

Para poder darle la consistencia adecuada, la mezcla del mortero con cal era fundamental y muy delicada. Al precipitar le da consistencia a la mezcla, convirtiendo una mixtura de tierra y piedra en un bloque sólido y duro.

La clave de todo es la cal, su adición a la mezcla (dado su carácter higroscópico, su capacidad de retención de agua) confiere una mayor consistencia y plasticidad, permitiendo una mayor “trabajabilidad” y un fraguado más lento, que impide la formación de fisuras. Una vez precipitada, mejora la adherencia de los materiales. El resultado es en un bloque sólido y duro, pero dinámico, capaz de deformarse plásticamente. Además, si bien la cal es transpirable e higroscópica, resulta ser impermeable, impidiendo las filtraciones de agua de lluvia al interior del muro.

Según su composición y tratamiento la cal recibe diferentes nombres:

  • Cal viva: resulta de calcinar al horno la piedra caliza, obteniéndose óxido de calcio. (En el Puerto de la Cadena aún existen vestigios de este tipo de hornos)
  • Cal apagada: obtenida mediante el tratamiento del óxido de calcio con agua, proceso que forma hidróxido de calcio y desprende mucho calor; utilizada para preparar morteros.
  • Cal muerta: aquella que expuesta al aire y a la humedad se apaga lentamente, retornando a su composición original de carbonato de calcio.
  • Cal Hidráulica: contiene un 20% de arcilla y sílice y alúmina que durante la cocción se transforman en silicatos y aluminatos cálcicos, es una cal en polvo y parcialmente apagada que puede fraguar en sitios húmedos e incluso debajo del agua.

¿Sabías que...?

Hasta hace poco más de un siglo, cuando alguien tenía un hijo se preparaba una balsa de cal para cuando éste tuviese que emprender la construcción de su casa. El lento proceso de apagado optimizaba sus posterior comportamiento para sus uso en revocos, estucos o morteros. Durante esa maduración, la cal seguía siendo cáustica, y cualquier elemento orgánico que cayera en la balsa acabaría desapareciendo devorado por la cal. 

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