Punto 5. Los pecios

Cabecera Ruta San Javier

 

 

El Puerto Tomás Maestre, situado en La Manga, en el término municipal de San Javier, fue desde antiguo fondeadero y caladero habitual de los pescadores del Mar Menor que se servían de sus serenas aguas y de la protección de la isla Grosa situada en la embocadura del canal del Estacio para refugio de tormentas y tempestades. O al menos, esa era la intención.

buceadores excavando pecio

Bajo de la Campana

Bajo las aguas de la isla Grosa y la isla del Farallón, en el extremo más oriental del municipio de San Javier, se halla el yacimiento subacuático del Bajo de la Campana.

La roca sumergida de La Laja, más conocida como Bajo de la Campana, es una formación calcárea de unos 100 metros cuadrados que, desde los 24 m de profundidad asciende hasta prácticamente llegar a la superficie. Esto ha supuesto un auténtico peligro para la navegación durante milenios y ha hecho que en sus inmediaciones naufragaran numerosos barcos.

Hace más de 2.600 años el lugar formaba parte de una ruta marítima asidua de comerciantes fenicios, y en el constante trasiego, más de un barco se hundió para siempre con todo su cargamento. Uno de aquellos naufragios se ha convertido en el pecio más grande hallado hasta el momento en el Mediterráneo. Se trata de un navío fenicio de 20 metros de eslora que se hundió en estas aguas en el siglo VII a.C. y que, según han revelado sucesivas campañas arqueológicas, iba cargado con una valiosa mercancía destinada al comercio con la élite social de la época.

Créditos imagen

El yacimiento del Bajo de la Campana se descubrió en la década de los 50 del pasado siglo, cuando buceadores que se dedicaban a extraer chatarra del fondo marino, localizaron restos arqueológicos.

Hasta el momento la investigación se ha centrado mayormente en el barco más antiguo, si bien en las inmediaciones se ha registrado un hundimiento atribuible a mediados del siglo II a.C. con cargamento de ánforas púnico-ebusitanas y greco-itálicas, y vajilla campaniense; así como un pecio bético más extendido datado en el segundo cuarto del siglo II d.C.

Varias campañas han dejado al descubierto miles de piezas, enteras y fragmentadas. La mayoría adscritas a la carga del barco, comprendiendo materias primas en bruto así como bienes ya manufacturados. La parte más importante de la carga está constituida por unos 50 colmillos de marfil, algunos grabados como inscripciones de nombres propios como: “Bodashtart” (Nacido de la mano de Ashtart) o “Eshmunhilles” (Eshmun me ha salvado) éste último quizás no demasiado profético, más de doscientos lingotes de estaño de un peso aproximado de un kilogramo cada uno y una pureza superior al 99%, componente fundamental de la fabricación de bronce y de procedencia atlántica, lingotes de cobre y cerca de una tonelada de galena argentífera.

Comillo Bajo de la CampanaAra de altar barco fenicio Bajo de la CampanaLingote de estaño del barco fenicio del Bajo de la Campana

Catálogo deL Museo Nacional de Arqueología Submarina

¿Sabías que...?

La galena argentífera es un mineral muy abundante en la cercana Sierra Minera de Cartagena-La Unión del que los romanos extraían ingentes cantidades de plata y plomo. Ya en el siglo XIX sus cristales se utilizaban como primitivos semiconductores en las famosas “radios de galena”.

Las manufacturas consisten en cerámicas fenicias, principalmente ánforas, una de ellas con contenido de salazones de pescado en su interior, que probablemente transportaban otros cargamentos como vino o la famosa, y discutiblemente deliciosa, salsa garum. También se incluyen platos y cuencos, ollas, jarras, morteros trípode y lucernas, además de otros objetos de lujo como ampollas para perfumes y ungüentos, huevos de avestruz decorados, mangos de marfil para cuchillos, vasos de alabastro y ámbar, mobiliario de bronce, así como otros objetos que denotan el prestigio y rango de sus destinatarios.

También se han documentado abundantes elementos de a bordo como canastos llenos de piñones, agujas, anzuelos, etc.

Actualmente, los estudios sobre esta rica y diversa carga están arrojando luz sobre diferentes aspectos de la red colonial y comercial instituida por el pueblo fenicio en el Mediterráneo occidental, así como sobre el estudio de sus interacciones con los pueblos indígenas. Este tipo de cerámica y objetos de lujo aparece en contextos de enterramiento en necrópolis tanto indígenas como fenicias, revelando no sólo la profunda transformación cultural de las sociedades indígenas influenciadas por los asentamientos fenicios, sino también el impacto que éstas ejercieron en los colonizadores.

buceador arqueología

Un naufragio en el Mar Menor

Parece difícil de creer que un entorno tan pacífico como el Mar Menor, cuyo punto más hondo apenas alcanza los 7 metros, y las olas más grandes son las que provocan los niños al lanzarse en “bomba” desde las pasarelas, sea un lugar propicio para naufragios, pero como diría Galileo: “y sin embargo…

En 2017 y 2018 un grupo de buzos de la Armada extrajo de las “profundidades” del Mar Menor, a poca distancia del Puerto Tomás Maestre, tres barcos de entre 14 y 30 metros hundidos hacía más de una década. Bañados en óxido y enterrados en el fango, se trataba de un velero, un viejo mercante, y un buque británico de pasado militar, fondeados en un principio y sumergidos por los temporales.

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El “Manitou Enterprise” fue un antiguo arrastrero británico de más de 20 metros de eslora que se dice participó en el reembarque de las tropas inglesas en Dunkerque durante la II Guerra Mundial. La nave, reconvertida en un yate para uso recreativo, poseía una arboladura metálica de ocho metros con chimeneas, lo cual representaba un serio peligro para el entorno y la navegación en la zona.

Los barcos hundidos, si bien pueden constituir un refugio temporal y un hábitat adecuado para la fauna local, también representan en muchas ocasiones un impacto negativo, ya que son elementos ajenos al biotopo de la zona y potencialmente nocivos para el mismo, particularmente en el caso de contaminación por elementos de la carga o derrames de aceites, combustible, etc.

 

¿Sabías que...?

En la Región de Murcia se han creado varios arrecifes artificiales mediante el hundimiento controlado de barcos de pesca abandonados para favorecer la biodiversidad y combatir la degradación de los ecosistemas marinos, permitiendo con ello la recuperación de especies amenazadas..

arrecife sobre barco hundido

.interior de barco hundido con peces

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cabe mencionar que el deteriorado estado de los restos, así como el hecho de que las naves estuviesen “obstinadamente” semienterradas en el fondo de la laguna, dificultaron enormemente los trabajos. Afortunadamente, al menos, la profundidad somera del Mar Menor permitió a los buceadores efectuar largas inmersiones de trabajo sin necesidad de realizar descompresión alguna.

buceador autónomo

Cómo respirar bajo el agua

El aire está compuesto principalmente de nitrógeno y oxígeno. Dado que estos gases se comprimen fácilmente con la presión, cada inspiración realizada en las profundidades contiene muchas más moléculas que una inhalación en la superficie. Como el organismo utiliza continuamente el oxígeno, por lo general éste no se acumula. Algo que no podemos decir del nitrógeno, el cual además aumenta su solubilidad con la presión disolviéndose en la sangre y concentrándose en los tejidos.

Antes de emerger completamente, el buzo debe realizar varias “paradas” a medida que va disminuyendo la presión exterior, favoreciendo la eliminación paulatina de ese nitrógeno. De lo contrario, el nitrógeno disuelto comenzará a formar burbujas en la sangre y los tejidos, expandiéndose hasta provocar lesiones o bien obstruiyendo los vasos sanguíneos y originando una embolia.

Por otra parte, a profundidades de más de 30 m (> 100 pies), la elevación de la presión parcial de nitrógeno puede ejercer un efecto anestésico similar al del óxido nitroso. La narcosis por nitrógeno o “éxtasis de las profundidades” produce signos y síntomas similares a los de la intoxicación etílica: Deterioro del rendimiento intelectual y neuromuscular, cambios en el comportamiento y de la personalidad, pérdida de juicio… A profundidades mayores de 91 m (> 300 pies) pueden aparecer alucinaciones y pérdida de la conciencia, pudiendo convertir una simpática borrachera en un trágico ahogamiento.

¿Sabías que...?

A partir de ciertas profundidades el oxígeno resulta tóxico. Conocida como hiperoxia, se produce cuando la presión parcial de oxígeno excede de 1,3 atmósferas, equivalente a una profundidad 57 m cuando se respira aire comprimido, y aún menos con mezclas de oxígeno enriquecidas. Los síntomas incluyen parestesias, convulsiones, vértigo, náuseas, vómitos y visión limitada (en túnel).

botellas de buceo

 

Para evitar estos nocivos efectos, los buzos añaden Helio en las mezclas respirables de buceo. Este divertido gas, relleno habitual de globos de fiesta y capaz de ponernos la voz de pito, resulta muy beneficioso a la hora de respirar bajo el agua por varias razones: es un gas inerte -no reacciona y no forma compuestos químicos- (al menos no fácilmente), es menos soluble en la sangre que el nitrógeno y su peso molecular es muy bajo lo que le permite abandonar más rápido los tejidos reduciendo el tiempo necesario de la descompresión. Su proporción en la mezcla dependerá de la profundidad y del tiempo de inmersión.