Punto 1. El submarino de Isaac Peral

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Plaza CIM Cartagena

 

Iniciamos nuestra ruta desde una plaza repleta de ciencia, la del antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería, rodeados de piedra natural del cercano Cabezo Gordo, palmeras datileras y washingtonias (se evitó especialmente la palmera canaria, Phoenix canariensis, para esquivar la plaga del picudo rojo) y losas de hormigón con los nombres de los buques construidos en Cartagena desde el siglo XVIII. Entre tanto “científico” elemento, destaca frente a nosotros una grandiosa obra de ingeniería, el submarino de Peral.

 

El Peral fue un prototipo de submarino con propulsión eléctrica realizado por la Armada Española según un proyecto de Isaac Peral construido en los astilleros de La Carraca, en San Fernando (Cádiz). Actualmente se encuentra conservado como buque museo en el Museo Naval de Cartagena.planos submarino peral

Aunque no fue la primera vez que se planeaba la construcción de un buque que navegaba en inmersión, en 1885 la novedad era que se propulsaba por medio de la energía eléctrica.

En 1885 el teniente de navío Isaac Peral se dirigió al Ministro de Marina, Manuel de la Pezuela y Lobo, para exponerle sus teorías sobre la posibilidad de realizar un torpedero sumergible para defensa de costas.

El ministro autorizó la construcción del aparato por Real Orden de 4 de octubre de 1886, con un crédito inicial de 25 000 pesetas. En abril del año siguiente, el nuevo ministro de marina, Rafael Rodríguez de Arias, autorizó la construcción.

 

Créditos imagen

¿Sabías que...?

 Junto con el Gymnote (Q1) francés - botado el 24 de septiembre de 1888 – El Peral es uno de los primeros submarinos totalmente eléctricos del mundo y equipado con torpedos.

Submarino Isaac Peral

El buque

La nave tenía un casco era de acero fusiforme de 22 metros de eslora y 2,87 metros de manga en su cuaderna maestra. El diseño contaba con tres tanques de trimado, que achicaban por medio de bombas. La cota máxima de inmersión era de 30 m y se controlaba por medio de dos hélices de eje horizontal accionadas eléctricamente.

Tenía un tubo lanzatorpedos a proa, cosa que no volvería a verse hasta los Holland norteamericanos de la Primera Guerra Mundial y una torreta central en las que se ubicaban las escotillas de entrada y que contaba con un moderno periscopio.

El buque tenía una autonomía de 66 horas y un radio de acción de 284 millas náuticas (511 km) Fue diseñado para ser maniobrado por dos tripulantes y contaba con numerosos instrumentos que permitían la navegación. Su interior estaba pintado de color blanco y alfombrado con goma, mientras que el exterior es de color gris.

Peral tuvo en cuenta diversos aspectos relacionados con el funcionamiento interno como el aislamiento de la electricidad con una alfombra de goma para el suelo y su canalización, el iluminado eléctrico interior o los sistemas de provisión de oxígeno.

BY-SA 3.0

La principal novedad fue la utilización de la energía eléctrica para propulsar el submarino. Los motores eléctricos movían el sistema de hélices que permitía avanzar al submarino por las profundidades.

Otra de las novedades fundamentales fue la incorporación de armamento. Anteriormente, los ataques no permitían permanecer oculto. El submarino de Peral incorporaba un tubo lanzatorpedos que podía disparar hasta tres torpedos y podía recargarse desde su interior.

Tras la torre central y en la proa, se ubicaba lo que se denominó “aparato de profundidades”. Por este sistema se actuaba sobre la marcha de las hélices lo que permitía dirigir al submarino, sumergirlo y mantener su profundidad. Además llenaba y vaciaba los tanques de forma automática para anticiparse a la inmersión o emersión del submarino.

Su periscopio ya contaba con el sistema de funcionamiento de los actuales equipos. Dentro de un tubo que sobresalía por la torreta, se sucedían un conjunto de prismas para proyectar la visión del exterior sobre la mesa de la caseta de derrota.

¿Sabías que...?

A pesar del éxito de las pruebas, la junta técnica encargada de supervisarlas rechazó el proyecto. Isaac peral abandonó la Armada y el buque quedó varado abandonado durante años en el arsenal de la Carraca.

 

isaac peral

Isaac Peral, científico, marino y militar

Nacido el 1 de junio de 1851 en Cartagena, Isaac Peral se convirtió, en 1888, en el inventor del primer submarino propulsado con baterías. Estuvo durante un periodo destinado a Cádiz, en la nueva Escuela Naval de Ampliación de Estudios de la Armada, donde encontró el tiempo necesario para planificar la construcción de un submarino, un invento que revolucionó la navegación bajo el mar.

Siguiendo la tradición familiar, Isaac ingresó en la Armada en 1866 y allí adquirió una amplia formación técnica que le permitió alcanzar diversos cargos en el Observatorio Astronómico de San Fernando, la Comisión Hidrográfica y la nueva Escuela de la Armada, donde fue profesor de Física y Química.

Durante su juventud, viajó alrededor del mundo a bordo de la corbeta Villa de Bilbao, la urca Santa María –una urca es un barco similar a una fragata– y la fragata Almansa. En sus viajes anotaba sus observaciones en un diario personal. Durante una parada en Filipinas, Peral cayó gravemente enfermo cuando un barbero le cortó por accidente una verruga que tenía en la sien. A pesar de que la herida parecía insignificante, al final se complicó tanto que fue enviado de regreso a España y destinado a Cádiz en la nueva Escuela Naval de Ampliación de Estudios de la Armada. Allí encontró el tiempo necesario para planificar la construcción de un submarino con batería eléctrica y con el poder de disparar torpedos sin necesidad de salir a la superficie, lo que en teoría lo convertiría en invencible. Los planos de la nave no se hicieron públicos hasta que España estuvo a punto de entrar en guerra con Alemania en 1885 a causa de la invasión germana de las islas Carolinas (situadas en el océano Pacífico). Este incidente aceleró la construcción del sumergible y contó con el apoyo del ministro de Marina, el vicealmirante Pérez y Lobo.

Peral recibió un primer presupuesto de 5.000 pesetas y se ocupó personalmente de viajar al extranjero para adquirir los materiales necesarios para su fabricación y que no encontraba en España: aparatos ópticos en París, accesorios y torpedos en Berlín, acumuladores en Bruselas, y aceros, motores eléctricos, hélices y tubos lanzatorpedos en Londres. El proyecto estaba clasificado como de alto secreto militar por parte del ministro de Marina, pero, de forma inverosímil, fue descubierto por otros países que, en defensa de sus propios intereses –y con la inestimable ayuda de la exasperante burocracia española– lograron retrasar e incluso a boicotear el proyecto hasta en cuatro ocasiones.

¿Sabías que...?

El 7 de agosto de 1889, el submarino de Peral permaneció una hora en inmersión y logró un gran éxito en la prueba de tiro. 

Tal vez oscuros intereses que no se llegaron a conocer motivaron que se denegara el permiso para la construcción de submarinos a gran escala. Unos submarinos con los que quizá la guerra entre España y Estados Unidos hubiera podido dar un giro, y tal vez se hubiera podido evitar la pérdida de muchas vidas y barcos, e, incluso, la pérdida de las colonias de ultramar (Cuba y Filipinas). A partir de entonces empezó una campaña de desprestigio contra Isaac Peral, al cual no le quedó más remedio que solicitar la baja en la Marina e intentar aclarar ante la opinión pública la verdad de lo sucedido.

Tras pasar una mala época y superar una campaña de desprestigio, Peral se retiró de la vida militar y, ya como civil, se dedicó al campo que le había entusiasmado toda la vida: el aprovechamiento de la energía eléctrica. Fundó junto al marqués de Salinas la Compañía Termoeléctrica de Manzanares, en Ciudad Real.

El 4 de mayo de 1895, Peral se trasladó a Berlín para ser operado de un cáncer de piel, pero una vez más la tragedia se cebó en él. Un descuido en las curas le hizo contraer una meningitis que acabó con su vida el 22 de mayo de 1895. El 11 de noviembre de 1911, los restos mortales del inventor fueron trasladados desde el cementerio de la Almudena, en Madrid, al cementerio de Los Remedios de Cartagena, su ciudad natal, donde descansan desde entonces.