Punto 4. Minerva y María

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Puerta casa Cervantes, Cartagena (España)

Al poco de adentrarnos en la multitudinaria calle Mayor, puerta de entrada desde el mar al centro de la ciudad, nos sale al paso un bello y singular edificio que marca el inicio del reconocible estilo modernista de la arquitectura de Cartagena, la Casa Cervantes. Proyectada como vivienda por el empresario Serafín Cervantes Contreras, un importante magnate de la Sierra minera de Cartagena-La Unión, fue el primer encargo de Victor Beltrí en Cartagena en 1900 y el inicio de un aluvión de ofertas de trabajo por parte de la burguesía local.

La casa consta de cuatro pisos. En el frontón destacan multitud de símbolos relacionados con el Comercio, la Industria y la Minería. La entrada por su parte ostenta dos placas de bronce con las cabezas de las deidades romanas Mercurio y Minerva junto a sus atributos.

En la mitología romana, Minerva es la diosa virgen de la sabiduría, las ciencias, la educación, las artes y la industria entre otros muchos títulos y roles, además de poseer un marcado carácter protector. Una deidad polifacética, ingeniosa e inventiva que bien recuerda al ilustre personaje objeto de esta historia.

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Retrato de María Cegarra Salcedo

María Cegarra Salcedo: la primera perito químico de España

Ana María Otilia Cegarra Salcedo nació el 28 de noviembre de 1899 en La Unión. Última de cuatro hermanos, hija de Filomena y Ginés, una maestra cordobesa y un agente comercial nacido en Alumbres (nombre químico donde los haya) su carácter, preeminentemente reservado e introvertido, se impuso desde su primera juventud revelando un profundo mundo interior repleto de imaginación y fantasía, tan rico, hondo y extenso como las minas de su lugar de nacimiento y que tanto marcaron su vida hasta el instante mismo de su muerte.

Su adolescencia giró en torno a la figura de su hermano Andrés quien padecía una enfermedad degenerativa que le dejó paralítico y ciego en su juventud. Fueron tiempos difíciles para la familia, tras la Primera Guerra Mundial, el descenso de la demanda de plomo, requerido fundamentalmente para fabricar proyectiles, agravó una difícil crisis económica y minera que provocó el éxodo de las familias más pobres huyendo del hambre y la precariedad. Aquellos que se quedaron, como los Cegarra Salcedo, sufrieron la escasez, el abandono y la nostalgia.

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¿Sabías que...?

La Sierra minera de Cartagena-La Unión fue intensamente explotada por su riqueza en plata, plomo y otros minerales desde la antigüedad. El control sobre estos recursos fue una de las principales causas del establecimiento de los cartagineses en el sur de España y de la posterior ocupación romana. La prosperidad generada por la minería hizo de la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena, una de las más florecientes de la Hispania romana.

Andrés fue sin duda inspiración y estímulo de la joven María en sus dos grandes pasiones: la poesía y la química. Fue él quien animó a María a estudiar química: «Andrés, mi hermano, decidió que yo debía de tener un medio de vida. Así, en tierra de minas, analizar minerales podía tener futuro». KonglutinaComo escribiente de Andrés, María se empapó de sus artículos y poemas y participó en las tertulias literarias que éste mantenía en su casa con algunos de los intelectuales más destacados de su entorno. Así, logró hacer de la poesía química y de la química poesía.

«Es que yo me he enamorado de la química. Francamente, la he trabajado con mucho gusto y no he encontrado aridez. Bueno, la química son unos nombres, unas letras con unos subíndices que te dicen…, pues hasta el secreto de la vida y de la muerte».

Entre los años 1921 y 1924 trabajó como ayudante técnica en el laboratorio de análisis industriales de la viuda de Francisco Munuera (con el haber mensual de 200 pesetas) y el 7 de mayo de 1928 obtuvo el título de Perito Químico en la Escuela Politécnica Superior de Alcoy, convirtiéndose en la primera mujer perito químico de España.

Ya titulada, abrió su propio laboratorio de análisis mineralógico (Laboratorio Cegarra Salcedo) en los bajos de la casa familiar, trabajando en el diseño y fabricación de productos de interés para la aún pujante industria minera de la zona como la Konglutina, un cemento para hierro revolucionario que permitía tapar poros y grietas. Su trabajo ayudaba a sostener a la familia y, tras la muerte de sus padres, su hermana Pepita y ella hubieron de vivir con el único sueldo de María.

 

Homenaje de la docencia murciana

Portada libro homenaje a María Cegarra SalcedoA partir de 1934 inicia su carrera docente siendo nombrada Profesora Auxiliar de Ciencias Físicas, Químicas y Naturales en la Escuela Elemental de Trabajo de Cartagena, simultaneando estas clases con otras en la Escuela Superior de Trabajo como Auxiliar meritorio.

En 1940 se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia obteniendo el título de Licenciada en Ciencias Químicas en 1946. Apenas cuatro años después ya era profesora auxiliar en la Escuela de Peritos Industriales de Cartagena y, con el tiempo, pasaría a ocupar la Cátedra de Química de dicha escuela hasta su jubilación. Entre tanto, ejerció durante cuarenta años en distintos centros de enseñanza de Cartagena, así como en otros centros de Formación Profesional y Bachillerato. En 1980 le fue impuesto su nombre al Instituto de Enseñanza Secundaria de La Unión, reconocimiento al que se sumó la publicación de un libro: “A María Cegarra. Homenaje de la docencia murciana”. Créditos imagen

Una poetisa entre matraces

Tras la muerte de Andrés, en 1928, nacería la poeta. Junto a él compartió amistad con escritores y políticos de su época como Carmen Conde y su marido Antonio Oliver, ambos poetas e ilustres cartageneros. Aunque de ideologías opuestas, fue gran amiga y confidente del poeta Miguel Hernández, con quien mantuvo una relación epistolar y quien según se cuenta estuvo perdidamente enamorado de ella.

María dedica su primer poemario, Cristales míos (1935), a su hermano, y en él la química está muy presente:

La sílice es una afirmación con un círculo duplicado. Tierra y Dios: mi barro y mi atmósfera”.

Hidrocarburos que dais la vida: Sabed que se puede morir aunque sigáis reaccionando; porque no tenéis risa ni aliento, ni mirada ni voz. Sólo cadenas”.

Su obra alumbra una íntima aleación de ciencia y literatura en la que sus análisis químicos, su docencia y su poesía estuvieron siempre ligados a la tierra en la que siempre residió. En Desvarío y fórmulas (1978) escribe:

 

He sido

una sencilla profesora de química.

Portada de Desvarío y fórmulas de María Cegarra SalcedoEn una ciudad luminosa del sureste.

Después de las clases contemplaba el ancho mar.

Los dilatados, infinitos horizontes.

Y los torpedos grises de guerras dormidas.

He quemado mis largas horas en la lumbre

de símbolos y fórmulas. Junto a crisoles

de arcilla al rojo vivo hasta encontrar la plata.

No he descubierto nada.

No tengo ningún premio.

A Congresos no asistí.

Medallas y diplomas

nunca me fueron dados.

Minúscula sapiencia para tan grandes sueños.

Pequeñez agobiante para inquietudes tantas.

Y rebelde ha surgido, como agua en desierto,

el manantial jugoso, intenso, apasionado,

dulce herencia entrañable— que tiene la riqueza

de llenar de poesía tan honda desolación”.

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¿Sabías que...?

Una peculiaridad de los escritos de María Cegarra era el tintero de tinta verde que alimentaba su pluma. Por los múltiples textos que se conservan, puede observarse que utilizaba esta tinta con asiduidad, puede que incluso la fabricase ella misma en el laboratorio.

Siempre muy integrada en las actividades locales llegó a ser la primera mujer en desempeñar el cargo de concejal en La Unión, y fue un activo miembro en la formación del Festival Internacional del Cante de las Minas.

Dentro del tópico de científica y española, los homenajes y premios tardaron en llegar, pero fueron muchos los que supieron ver y admirar la gran huella y legado artístico que este personaje dejó en su tierra y fuera de ella, y en sus últimos años pudo disfrutar del aprecio y reconocimiento tan largamente merecido.

Así en 1981 ingresa como Académica correspondiente de la Real Academia Alfonso X el Sabio a lo que se sumaron otros méritos como su nombramiento de «Mujer del Año» en 1989 o el título de «Hija Predilecta de La Unión» en 1992.

María Cegarra falleció el 26 de marzo de 1993. Su vida pasó tranquila, entre análisis de minerales, clases de química y poemas. Estando en Murcia, ya enferma y a punto de morir, a María se la recuerda pronunciando el '¿cuándo nos vamos a La Unión?'.