El calentamiento o parte preparatoria

La sesión de ejercicio físico suele estructurarse en tres partes sucesivas, cada una con un objetivo y metodología. Estas tres partes son: calentamiento o parte preparatoria, parte principal y vuelta a la calma.

Siempre se ha destacado la necesidad de realizar una adecuada preparación y acondicionamiento previo de todas las estructuras corporales que van a participar de forma directa en la actividad, pues preparar el organismo antes de una actividad aumenta el rendimiento y disminuye el riesgo de lesión (Pope y cols., 2000; Fradkin y cols., 2001).

El calentamiento se puede definir como una preparación física y psicológica para una actividad posterior de mayor esfuerzo. Diversos autores citados por Safran y cols. (1989) atribuyen el carácter protector del calentamiento al incremento del rango de movimiento y a la reducción de la rigidez muscular.

Es comúnmente aceptado que un período de calentamiento previo al ejercicio, compuesto por contracciones musculares activas seguidas de estiramientos, incrementa la flexibilidad de los tejidos conectivos, y por ello, disminuye el riesgo de lesión de las estructuras músculo-tendinosas durante la parte principal (Strickler y cols., 1990).

Smith (1994) indica que el calentamiento se realiza para incrementar la flexibilidad del músculo y tendón, para estimular el riego sanguíneo a la periferia, incrementar la temperatura corporal y mejorar la coordinación de los movimientos. Safran y cols. (1988) indican que el calentamiento debería incrementar el rango de movimiento articular y de la unidad músculo-tendinosa, así como incrementar la temperatura muscular y la eficiencia de la contracción.

Toda sesión de ejercicio físico que solicite intensamente el aparato locomotor y de sostén, debe iniciarse con un adecuado calentamiento, con objeto de mejorar la capacidad elástica de la musculatura para evitar distensiones, roturas musculares y/o tendinosas (Brenke y cols., 1991). Realizar una sesión sin un calentamiento específico aumenta las posibilidades de sufrir una lesión tendinosa, especialmente cuando la temperatura ambiental es fría y no se sigue un aumento paulatino de las cargas durante la sesión.

No todas las personas son conscientes de la necesidad e importancia de una buena preparación o calentamiento de cara a la práctica de actividad física. Los efectos principales del mismo se centran en:

- Aumentar la frecuencia cardíaca.

- Aumentar la presión arterial sistólica.

- Producir una dilatación de las vías ventilatorias.

- Generar una adecuada redistribución del flujo sanguíneo a las zonas activas.

- Posibilitar un correcto calentamiento de los tejidos desprovistos de vasos sanguíneos.

- Aumentar los sustratos energéticos y oxígeno en la red arterial.

- Mejorar los procesos neuromusculares, en cuanto a mejorar la coordinación e incrementar la capacidad de reacción.

- Reducir la lactacidemia muscular y sanguínea para una misma intensidad (Gray y cols., 2002). En este sentido, Kato y cols. (2000) encontraron que un calentamiento podría disminuir la acidosis intracelular durante el ejercicio intenso.

- Mejorar los procesos metabólicos de facilitación de energía.

- Eliminar el déficit inicial de oxígeno.

- Disminuir la viscosidad intramuscular.

- Mejorar la mecánica de movimiento articular.

- Aumentar la capacidad de elongación muscular.

 

A pesar de todo, no existe una evidencia científica firme que sostenga la eficacia del calentamiento en la prevención de lesiones (Stewart y Sleivert, 1998; Safran y cols., 1988 y 1989; Fradkin y cols., 2001; Knight y cols., 2001; Evans y cols., 2002).

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