Por primera vez se ha podido demostrar analíticamente, a los varios años que hubiese tenido lugar, con métodos que alcanzan sensibilidades de partes por billón, el uso de gases nerviosos y gas mostaza por parte de los participantes en un conflicto. Así lo ha constatado la Asociación de Médicos por los Derechos Humanos en muestras de suelo recogidas in situ, que han establecido concluyentemente que el ejército iraquí utilizó masivamente tales medios en sus enfrentamientos con los kurdos cerca de la frontera turca, en 1988.