Punto 9. Nobel de las Letras, genio de las Matemáticas

José Echegaray y Eizaguirre es uno de los grandes intelectuales españoles que triunfó en todas las áreas en las que se involucró: Literatura, Matemáticas, Física, Economía e Ingeniería. Fue docente, político y científico y miembro de la Reales Academias de Ciencias Exactas y de la Lengua. Recibió, como dramaturgo, el Premio Nobel de Literatura en 1904.

¿Quién fue Echegaray?

José Echegaray y Eizaguirre fue un ingeniero, dramaturgo, político y matemático español, hermano del comediógrafo Miguel Echegaray. Fue un polifacético personaje de la España de finales del siglo XIX, con excelentes resultados en todas las áreas en las que se involucró. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1904,img class="mx-auto d-block" siendo el primer español en conseguir dicho galardón, y desarrolló varios proyectos en ejercicio de las carteras ministeriales de Hacienda y Fomento.

Realizó importantes aportaciones a las Matemáticas y a la Física. Introdujo en España la geometría de Chasles, la teoría de Galois y las funciones elípticas. Está considerado como el más grande matemático español del siglo XIX. Julio Rey Pastor afirmaba: «Para la matemática española, el siglo XIX comienza en 1865 y comienza con Echegaray». Aclarar que 1865  es el momento en el que Echegaray publica sus famosos problemas de álgebra.

Probablemente los nombres de Chasles, Galois y las funciones elípticas resuenen todavía confusamente en tu cabeza; si es así, permítenos arrojarte algo de luz:

• Michel Floréal Chasles (1793 - 1880) fue uno de los fundadores de la geometría proyectiva moderna de la que ya hablamos en el Punto 4.
• La teoría de Galois permite la resolución de ecuaciones polinómicas de quinto grado (o superior) mediante operaciones algebraicas (suma, resta, multiplicación, división) y extracción de raíces. Algo que cualquier estudiante de Secundaria debe reconocer al instante, ¿recuerdas a Ruffini?
• Las funciones elípticas no son una elipse, sino que están relacionadas con la teoría de números y el cálculo integral, y su desarrollo permitió, entre otros logros, la resolución del famoso último teorema de Fermat:

"No existen números enteros positivos x, y y z, tales que se cumpla la igualdad:

para un número entero n ≥ 3"

Y el Premio Nobel es para...

Aunque fue un eminente científico, profesor, ingeniero y hasta político, su mayor logro se asocia a la Literatura. En 1904, Echegaray compartió el Premio Nobel de Literatura con el poeta provenzal Frédéric Mistral, convirtiéndose así en el primer español en recibir un premio Nobel. 

El premio le fue entregado en Madrid, el 18 de marzo de 1905, por el rey y la comisión sueca organizadora. La concesión del Nobel de Literatura escandalizó a las vanguardias literarias españolas y, en particular, a los escritores de la generación del 98. En ese tiempo Echegaray no era considerado un dramaturgo excepcional y su obra era criticada muy duramente por escritores de tanto relieve como Clarín o Emilia Pardo Bazán. 

Pero Echegaray tenía un gran prestigio en la España de principios del siglo XX, un prestigio que alcanzaba los campos de la literatura, la ciencia y la política, además de una asentada fama en la Europa de su tiempo. Sus obras triunfaron en ciudades como Londres, París, Berlín y Estocolmo.img class="mx-auto d-block"

Echegaray fue presidente del Ateneo de Madrid durante diez años, del 1898-1899, y presidente de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles durante el periodo de 1903 a 1908. También fue miembro de la Real Academia Española donde ocupó el sillón "e" minúscula entre 1894 y 1916.

Entre los puesto de importancia, Echegaray fue dos veces presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, primer presidente de la Sociedad Española de Física y Química, creada en 1903; presidente de la sección de Matemáticas de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias y primer presidente de la Sociedad Matemática Española. 

«Fui niño en Murcia»

Aunque nació en Madrid en 1832, con tres años la familia se trasladó a Murcia, donde su padre obtuvo la Cátedra de Agricultura del Instituto Alfonso X el Sabio, estableciéndose en la calle Puxmarina, cerca del futuro Teatro Romea. Pronto el niño demostró unas dotes sobresalientes para el aprendizaje, especialmente en el campo de las Matemáticas, hasta el extremo de utilizar trozos de yeso para tapizar con complejas fórmulas las puertas de las habitaciones de su hogar. Fue aquí donde inició sus estudios y cursó el Bachillerato hasta marcharse, ya con 14 años, para completar su formación.

Muchos años más tarde, Echegaray recordaría que «yo fui niño en Murcia y no lo he vuelto a ser en ninguna parte». No era un simple cumplido. En 1905, el autor escribiría: «¡Cuántas cometas, estrellas y barriletes he remontado yo en Murcia cuando chico, desde la alegre azotea o desde la hermosa huerta próxima al Malecón, o desde la fábrica de Salitre!...». Echegaray, sin lugar a dudas, era murciano. Y muy pocos en su época lo dudaron. Sobre todo, porque el autor insistía en recordarlo en cada escrito. Así, en otra de sus aportaciones literarias insistía en que «puedo llamarme murciano, con gran derecho, si es que nuestra tierra es la tierra en donde desarrollamos nuestro cuerpo y formamos nuestro espíritu. No he nacido en Murcia, pero en ella me he criado, y los primeros recuerdos que tengo de mi niñez los tengo de Murcia (…). Aquí, para mis adentros, ¡me siento murciano! ¡Muy murciano!».

Este amor por Murcia, siempre fue reconocido y mutuamente correspondido. Así, por citar un ejemplo, en el verano de 1881, durante la representación de En el seno de la muerte, un público enfervorecido obligó al autor a salir a escena lo menos diez veces entre un delirio de aplausos y una nube de ramos y flores, a la terminación de la obra, la antigua plaza del Esparto ofrecía un aspecto excepcional, con más de mil personas que aguardaban la salida del dramaturgo, muchos de los cuales, portaban hachones encendidos y que se repartían en dos hileras, formando calle para que el escritor transitase entre ellas hasta su alojamiento, entre los sones de una banda de música y el clamor de la muchedumbre que lo vitoreaba.

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Fuentes

• National Geographic
• RTVE