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OFRENDA  A  SALZILLO
Francisco Gómez Ortín
(Universidad de Murcia)

Descargar Libro Completo (65 págs - 2.65Mb)

De cara al inminente tricentenario del nacimiento de Salzillo, nada más oportuno que reeditar, para hacer boca, esta filigrana de biografía apasionada del gran escultor murciano. Su autor, Antonio Oliver Belmás, murciano-cartagenero de pro, fue, a la par de su esposa Carmen Conde,  un fino poeta, amén de exquisito degustador de arte. Trasterrado a Soria, en la recia posguerra, supo hermanar la nostalgia del amado terruño con la añoranza del sublime acervo artístico murciano, simbolizado en el portentoso Francisco Salzillo. Allá, “pane lucrando”, se vio forzado a esgrimir sus buidas armas literarias, encubriendo su identidad bajo el seudónimo de Andrés Caballero. En buena hora se le cayó del corazón, más que de la pluma, esta obrecica palpitante de vida, mientras se tragaba “a sorbico callao” el acíbar del injusto destierro. Su refinado espíritu se solazaría, paladeando en el recuerdo  la belleza inmarcesible de las obras maestras de Salzillo, sobre todo, la deslumbrante serie pasionaria de la cofradía de Jesús, milagrosamente indemne de la hecatombe ateo-revolucionaria. ¡Cómo se abochornaría su alma tan sensible, al enterarse del inmenso “culturicidio”, consumado en la zona republicana! Y, celebrando el salvamento de los fantásticos “pasos”  salzillanos, ¡qué suspiros de alivio no se le escaparían, hasta arrancarle esta confesión, alusiva al icono más emblemático de Salzillo, su mágico Ángel!: “Los iconoclastas de 1936 no se atrevieron a romperlo”. Piadosa excusa para los “rompeimágenes”, que perpetraron el mayor exterminio de ellas, desde la herejía iconoclasta del emperador de Bizancio, León el Isáurico, en el siglo VIII. La verdadera realidad fue que las autoridades murcianas, conscientes del valiosísimo patrimonio artístico de la Región, se enfrentaron valientemente con la chusma entigrecida, parándole los pies, como era su deber, aunque fallaran en tantos casos, uno de ellos en 1931, cuando la siniestra quema de la Purísima, “la obra cumbre de Salzillo” (Mariano Benlliure). Esta linda miniatura literaria, escrita con primor de orfebre, se esmalta con candorosas viñetas de Garay, otro glorioso artista murciano, amigo de Oliver. Cumple ponderar juntamente la bondad y pequeñez de esta alhaja, conforme a la máxima de Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Tan amanosico libro viene pintiparado para iniciar en el culto salzillista no sólo a niños y adolescentes murcianos, sino incluso a los adultos, que acaso estén ya familiarizados con el arte de Salzillo, pero que ignoran las vicisitudes de la trayectoria existencial del fabuloso artista. Si cada uno es el “yo y su circunstancia”, en frase de Ortega y Gasset, es indudable que conociendo las circunstancias vitales del genial Salzillo, seremos capaces de penetrar más hondamente la quintaesencia y sublimidad de su arte incomparable, para arregostarnos aún más en el deleite de  las prodigiosas esculturas creadas por su  gubia inmortal.  He aquí la ficha técnica de esta joya bibliográfica, que dedicamos a honra de Salzillo, cual preludio a su tricentenario: “Andrés Caballero, El escultor Francisco Salzillo. Madrid, Edit. Alhambra, 1944, 101 p., 15 x 11 cm. (Biblioteca del Adolescente)”. Vaya, por colofón, el atinado juicio sobre la obrita debido al eminente crítico de arte, Enrique Pardo Canalis: “Andrés Caballero dedica al artista una biografía breve, pero cálida, con indudable acento anovelado, apuntando sobre su obra agudas observaciones” (“Valoración retrospectiva de Salzillo”, 1963, p. 354).