Estiramientos musculares

Los elementos corporales que mayores dificultades ofrecen a los procesos de estiramiento y flexibilidad, vienen representados por los tejidos densos y ordenados que se encuentran situados en la cápsula articular, ligamentos, tendones y capas de envoltorio muscular. El colágeno es la molécula principal que constituye dichos tejidos, presentando un elevado poder de restitución cuando se ve sometida a fuerzas de tracción, en virtud de su estructura y organización molecular e intermolecular (Wheater y Burkitt, 1984).

Diversas investigaciones apuntan que las fibras de colágeno tan sólo pueden ser deformadas un 5% de su longitud hasta llegar al punto de ruptura, en contraste con las fibras de elastina, que alcanzan un 150% para llegar a dicho punto (Weiss, 1982). Para conseguir incrementos de movilidad en los núcleos articulares implicados en el movimiento, es necesario que los tejidos conectivos existentes en articulaciones y tejido muscular, puedan ser deformados ante estímulos de tracción sin ofrecer altos niveles de restitución u oposición, pero permaneciendo dentro de la llamada zona de deformación elástica.

El rango de intervención idóneo dentro de una curva tipo tensión/deformación para tejidos elásticos estaría en la zona de deformación elástica no proporcional a la “Ley de Hooke”, donde los tejidos disminuyen su poder de restitución en relación a los esfuerzos de tracción aplicados. Estímulos por encima de este rango deformarían los tejidos de manera irreversible.

Si se somete el tejido a una fuerza de tracción excesiva se puede pasar el denominado límite elástico y adentrarse en la "región plástica" o "zona de deformación plástica", en la cual, el tejido no recupera su longitud inicial al cesar el estímulo de tracción (Rodríguez y Moreno, 1997b). Hay que disminuir el poder de oposición de los tejidos ante estímulos de tracción dentro del margen óptimo de la denominada "zona de deformación elástica", que asegure en todo momento la condición de elasticidad de los tejidos corporales (Rodríguez y Moreno, 1997b).

Si a partir de este punto se incrementa más el esfuerzo deformante se puede alcanzar el llamado "punto de ruptura", en el cual se destruiría la unión natural del tejido.

La consecución de mejoras en los programas de flexibilidad se producirán por efectos de repetición constante de los estímulos de tracción sobre los tejidos blandos y, en virtud de una deformación visco-elástica de los tejidos, se conseguirá disminuir el poder de restitución con fuerzas de tracción más reducidas. Las uniones covalentes moleculares e intermoleculares de las fibras colágenas sufren un proceso de transformación interna que disminuye paulatinamente la atracción de las partículas en contacto.

La continuidad en el trabajo de estiramientos impedirá la consolidación de las conexiones intermoleculares en los tejidos conjuntivos, manteniéndose progresivamente las ganancias en los valores de movilidad articular conseguidos. Por el contrario, si es interrumpido el proceso de trabajo, se crearán de nuevo fuertes uniones que acelerarán la rápida regresión en los efectos de mejora acumulados.

Una elevación de la temperatura en un cuerpo genera un aumento de la energía cinética de todos sus átomos y moléculas, estableciéndose múltiples choques entre partículas que determinan un mayor distanciamiento entre ellas. El grado de dilatación producido será proporcional a la temperatura alcanzada (Kane y Sternheim, 1991).

Considerando la gran influencia que poseen las diferentes respuestas reflejas del sistema nervioso ante los estímulos de estiramiento efectuados en el desarrollo de flexibilidad, se pueden establecer una serie de medidas compensatorias que reduzcan, en la medida de lo posible las limitaciones de los mismos:

 

 

  • Realizar los ejercicios de flexibilidad mediante técnicas activas (estiramientos musculares efectuados por medio de la contracción de la musculatura agonista) aprovechando el efecto del “reflejo de inhibición recíproca”, que genera impulsos competitivos de relajación en la musculatura antagonista que está siendo estirada.
  • Realizar los ejercicios de estiramiento mediante técnicas estáticas (sin grandes variaciones de elongación muscular por unidad de tiempo) que reduzca la intervención de la respuesta dinámica de los husos neuromusculares.
  • Aprovechar la inhibición muscular del llamado “reflejo miotático invertido” producido por el órgano tendinoso de Golgi. Tras una contracción muscular isométrica mantenida, se pasaría a estirar de forma estática dicha musculatura, cuyas motoneuronas poseen elevado su umbral de excitación, dada la inhibición provocada por dicho receptor.
  • Realizar los estiramientos mediante técnicas estáticas en situaciones de alcance con generen una sensación de tirantez, sin forzar hasta el dolor, porque con éste aumenta la retracción de los tejidos sometidos a estiramiento (Rodríguez y Moreno, 1997a).

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