Ansiedad

La ansiedad es, en los países desarrollados uno de los trastornos más frecuentemente diagnosticados entre los trastornos mentales o del comportamiento.

 

De las numerosas definiciones que existen sobre la ansiedad, Miguel Tobal (1996) la define como una "respuesta emocional o conjunto de respuestas que engloba: aspectos subjetivos o cognitivos de carácter no placentero (tensión, aprensión, inseguridad, falta de concentración, dificultad para tomar decisiones, etc.), aspectos corporales o fisiológicos, caracterizados por un alto grado de activación del sistema nervioso periférico autónomo y somático (palpitaciones, tensión muscular, sequedad de boca, temblores, sudoración, etc.), así como aspectos observables o motores, que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptativos (movimientos torpes o repetitivos, movimientos sin una finalidad concreta, tartamudeo, etc.).

 

Esta reacción de ansiedad puede ser provocada por estímulos externos (oscuridad, tormentas, ruidos, etc.) e internos (pensamientos, ideas, imágenes mentales, etc.), que son percibidos por el individuo como peligrosos o amenanzantes. El tipo de estímulos, tanto internos como externos, que son capaces de provocar la reacción de ansiedad van a estar determinados, en parte, por las características personales de cada individuo, por lo que cada individuo presenta una tendencia diferente a manifestar reacciones de ansiedad ante las distintas situaciones.

 

Los datos existentes sobre el número de pacientes que presentan un trastorno psicopatológico de ansiedad, en la población general, son de un 15% (Miguel-Tobal y Cano Vindel, 1995), afectando más a las mujeres (19,5%) que a los hombres (8%) (Robins, Helzer y Weissman, 1984).

 

Ejercicio físico como prevención de la ansiedad

Desde el punto de vista preventivo, existen numerosos estudios que atribuyen al ejercicio físico y a la práctica deportiva habitual un efecto tranquilizante o de relajación y, por tanto, una capacidad para reducir el estado de ansiedad, en todas las edades, tanto en hombres como en mujeres.

 

Fominaya y Orozco (1988) describen los efectos psicosomáticos del ejercicio y de entre los efectos positivos podemos destacar el efecto tranquilizante.

 

Estos autores, basándose en la literatura existente al respecto, llegan a la conclusión de que el ejercicio físico habitual, tanto agudo como crónico, de intensidad tanto moderada como vigorosa, está asociado con una reducción del estado de ansiedad y de los síntomas objetivos de la activación fisiológica producida por la ansiedad (frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria, etc.), tanto en personas sanas como en personas que presentan sintomatología clínica.

 

Esta reducción de la activación fisiológica observada tras la realización de ejercicio físico ha sido demostrada mediante investigaciones basadas en medidas de la ansiedad a través de cuestionarios e informes psicológicos.

 

Sara Marquez (1995) enumera algunos de los beneficios potenciales psicológicos de la actividad física, entre los que destacan:

  • El ejercicio puede ir asociado a reducción del estado de ansiedad.
  • El ejercicio puede ir asociado a una reducción de los niveles de depresión, considerando que ansiedad y depresión son síntomas de incapacidad a la hora de enfrentarse al estrés.
  • El ejercicio a largo plazo puede ir asociado a una reducción de los niveles de neuroticismo y ansiedad.

 

Los mecanismos por los que el ejercicio físico reduce la ansiedad no están todavía del todo claros. Se habla de la implicación tanto de mecanismos fisiológicos como psicológicos.

 

A) Mecanismos Fisiológicos:

  • El incremento de los péptidos opiáceos, las endorfinas (principalmente las beta, Ieuencefalinas y dinorfina) que pueden reducir el dolor y producir una sensación de euforia (Sharkey, 2000).
  • El incremento de la eficacia y de la respuesta a hormonas tales como la insulina (Sharkey, 2000).

B)Mecanismos Psicológicos:

  • Mejora del estado de ánimo (Sharkey, 2000).
  • Mejora de la autoestima (Marquez, 1995; Van Atnersfoort, 1996).
  • Mejora del equilibrio emocional (Van Amersfoort, 1996).
  • Mejora de la autosuficiencia (Biddle y Mutrie, 1991; Sharkey, 2000).
  • Aumento de la distracción (Shaykey, 2000).
  • Mejora de la capacidad de autocontrol (Van Ainersfoort, 1996).

 

Actividad Física como tratamiento de la ansiedad

Desde el punto de vista del tratamiento, se han realizado distíntos estudios. En unos estudios se ha comparado la eficacia del ejercicio físico aerobico frente al tratamiento farmacológico (tranquilizantes menores o ansiolíticos), llegando a la conclusión que el ejercicio físico es tan eficaz en la reducción de la ansiedad como la administración de estos fármacos (De Vries, 1987; Martinsen, 1987).

 

Además, el ejercicio no parece alterar la biotransformación del fármaco, por lo que es compatible la administración del mismo con el ejercicio físico (Van Amersfoort, 1996).

 

En algunos estudios se ha comparado la eficacia del ejercicio físico aeróbico frente a placebo y grupo control (grupo de personas sedentarias). Se ha comprobado que mientras el ejercicio físico reduce la ansiedad, el placebo no (Bartholomew, 1999) y el sedentarismo tampoco (Van Amersfoort, 1996).

 

En otro grupo de estudios se ha evaluado, mediante test, la ansiedad antes y después de someter a un grupo de personas sanas y enfermas, a una práctica de ejercicio físico aeróbico durante unas semanas (4-6 semanas, 7-10 semanas, más de 15 semanas), dando como resultado en la evaluación posterior al ejercicio, que la ansiedad se había reducido en estas personas (Martinsen, Sandvik y Kolbjornsrud, 1989; Sexton, Maere y Dahl, 1989).

 

Los efectos sobre la reducción de la ansiedad eran más consistentes a medida que los programas de ejercicio físico se alargaban en el tiempo, estableciéndose el periodo de 10 semanas como el tiempo mínimo para conseguir resultados en la reducción de la misma (Petruzzello y Landers, 1994; Petruzzello, 1995).

 

Martinsen, Hoffart y Solberg (1989) analizaron el efecto del ejercicio aeróbico y anaeróbico en el tratamiento de trastornos de ansiedad, llegando a la conclusión de que ambos tipos de ejercicio, realizados de forma sistemática, disminuyen la ansiedad, aunque los datos sobre el efecto del ejercicio anaeróbico no están tan contrastados como los del ejercicio aeróbico, al no existir gran número de investigaciones al respecto.

 

A la vista de los resultados existentes, se puede concluir que la actividad física, preferentemente de carácter aeróbico, disminuye signifícativamente la ansiedad tanto en personas sanas como enfermas, en hombres y mujeres, en todos los grupos de edad y niveles de condición física (Petruzzello, 1995; Sharkey, 2000).

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