Materiales curriculares

 

Los materiales curriculares son elementos que se utilizan en el diseño, desarrollo y evaluación del currículum con el fin de comunicar contenidos o de favorecer y orientar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Dentro de la E.F., se pueden distinguir distintos tipos de materiales curriculares: los materiales impresos, los recursos materiales y los medios audiovisuales e informáticos. En sí mismos no son elementos educativos, sino que el significado educativo se alcanza cuando se combina con estrategias metodológicas y dentro de un determinado proyecto curricular. Los materiales curriculares son mediadores entre el contenido curricular seleccionado y la práctica educativa, sirven para realizar actividades y transmiten valores y conocimiento intencionada e inintencionadamente (Devís, 1998).
La selección y utilización de un determinado material curricular son fundamentales porque da forma pedagógica a las actividades y contenidos, además de obedecer a una determinada opción moral y política sobre la educación, así como una determinada opción cultural. Por esta razón resulta conveniente comentar dos formas distintas de entender los materiales curriculares, como simples instrumentos neutros o como elementos de experimentación (Devís, 1998).
Entender los materiales como instrumentos significa verlos como herramientas neutras que transmiten conceptos e ideas, y son utilizados tal y como los ofrecen las empresas comerciales sin modificación y adaptación a los contextos educativos particulares de grupo y centro (Devís, 1998).
La elaboración de este tipo de materiales es encomendada a personas expertas que seleccionan y articulan correctamente los contenidos, eligen las actividades más adecuadas, y proponen formas de evaluación acordes con todo ello. De tal forma que el control técnico de la enseñanza queda en sus manos y el profesor se convierte en el ejecutor de lo que los materiales dictaminan. Los materiales, y el ejemplo más claro lo encontramos en el libro de texto, son entendidos como prescripción técnica que el profesor tiene que llevar a cabo quedando limitada su responsabilidad de reflexión y planificación.
El profesorado se convierte en un mero usuario de la mercancía producida y distribuida por potentes empresas de comercialización (bien sea esta mercancía en forma de materiales impresos, recursos materiales, audiovisuales, etc.), que por su propia lógica de producción y distribución son homogeneizadoras y uniformizadoras del currículum. De ahí que Apple (1989), teniendo en cuenta esta forma de diseñar y elaborar los materiales, los denomine materiales a prueba de profesores, es decir, materiales prescriptivos que se encuentran descontextualizados de las particularidades de la práctica docente, de los problemas del desarrollo del currículum y del marco organizativo del centro. Entender los materiales curriculares de esta forma supone creer que los materiales asegurarán el éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje sea cual sea la formación del profesorado. Es más, se considera que de esta manera los materiales paliarán las posibles deficiencias de preparación o formación de los docentes (Devís, 1998).
Esta visión de los materiales lleva implícita una política curricular o educativa que surge de la desconfianza en la profesionalidad de los/as docentes y que renuncia a hacer del currículum un elemento esencial en la transformación de la enseñanza y en la formación permanente del profesorado. Lo que está potenciando es su estancamiento profesional, es decir, una desprofesionalización de los docentes al hacerlos depender de decisiones externas y relegarlos así a meros ejecutantes de unos materiales. Pero además, esta desprofesionalización implica la sustitución de las habilidades educativas del profesorado para elaborar programas. De este modo, el material aporta a la enseñanza el aspecto educativo y el profesor/a reduce su aportación al aspecto organizador (Devís, 1998).