Efectos directos e indirectos en ejercicio fisico en la obesidad

El ejercicio incrementa el gasto energético y completa la acción de la restricción del aporte calórico sobre el balance energético, pero además tiene una serie de efectos beneficiosos entre los que se pueden destacar los siguientes (Hernández, 1993): 

 

- Preserva la masa muscular y facilita la disminución del compartimiento graso (Pérez y Rigla, 1996).

- Ayuda a elevar el gasto metabólico basal y evita el fenómeno o síndrome del yo-yo (en el caso de que se produzcan ganancias y pérdidas sucesivas de peso por abandono de la dieta).

- Favorece la utilización de ácidos grasos por el músculo.

- Reduce el riesgo de algunas complicaciones, como la hipertensión, diabetes y la enfermedad coronaria, asociadas a la obesidad.

La cantidad de energía gastada durante el ejercicio físico está relacionada con el peso de la persona. Se requiere más energía en una persona obesa que en una delgada para realizar la misma cantidad de ejercicio, sobre todo si se trata de actividad física en la que hay que cargar con el propio peso, como la carrera. El gasto energético producido por el ejercicio disminuye durante la reducción de peso, por dos razones:

1. El descenso en el peso corporal que reduce la carga.

2. El nivel de actividad tiende a declinar lentamente durante un programa de restricción calórica.

Un entrenamiento aeróbico aplicado correctamente produce una mejora del funcionamiento enzimático oxidativo y favorece la posibilidad de trabajar adecuadamente en régimen aeróbico (Huang y cols., 1996). En este régimen, los ácidos grasos son una importante fuente de energía para el músculo esquelético (Nicklas, 1997).

Una premisa asociada indica la necesidad de dar tiempos de recuperación más largos, dado que el desgaste orgánico del niño cuando realiza actividad física es mayor al que se origina en el adulto, debido a su alta tasa metabólica.

Puesto que son recomendables actividades aeróbicas que supongan un gasto energético considerable, hay que valorar la actividad porque debido al peso corporal elevado, es recomendable escoger aquellas actividades de bajo impacto osteoarticular como caminar, ciclismo, nadar, remar, etc (Pérez y Rigla, 1996).

En general, este desarrollo de la resistencia debe basarse en un trabajo motivante y lúdico, que eluda el trabajo reiterativo y monótono de actividades. Los medios a utilizar deben ser situaciones cambiantes, planteadas en forma de circuitos (Delgado, 1994), y utilizando diversidad de materiales.

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