Obesidad

La prevalencia de la obesidad en la población general, así como entre la población infantil y juvenil, está aumentando día a día, siendo la obesidad que se origina en la infancia la que reviste mayor gravedad y es más difícil de corregir (Rossner, 1998).

La obesidad juvenil incrementa el riesgo de ser un adulto obeso. El 40% de los niños de 7 años que presentan obesidad y el 70% de los obesos adolescentes se convierten en adultos obesos (Bar-Or y cols., 1998).

La obesidad se ha relacionado con una alimentación inadecuada y con una progresiva reducción de la actividad cotidiana. La obesidad en las sociedades industrializadas es más un problema de disminución del gasto energético que un problema de exceso de energía.

El acúmulo de grasa abdominal se ha mostrado como uno de los factores de riesgo de la enfermedad cardiaca (Park y cols., 2003). Bar-Or y cols. (1998) relacionan la obesidad infantil y adolescente con un mayor riesgo de hipertensión, hipercolesterolemia, hiperinsulinemia, disminución de la secreción de la hormona del crecimiento, problemas respiratorios, alteraciones ortopédicas, y disminución de la autoestima. Además, la obesidad ha sido relacionada con algias dorso-lumbares (Leboeuf-Yde y cols., 1999).

¿QUÉ ES LA OBESIDAD?

La obesidad se define como el exceso de grasa corporal, por encima del 20% del peso medio de individuos de la misma edad, del mismo peso y de la misma talla. Existen varias causas para explicar la obesidad, tales como factores genéticos, constitución física, factores dietéticos y sedentarismo (Park y cols., 2003).

La obesidad no es sólo el aumento de peso provocado por un acúmulo excesivo de grasa, sino más bien la pérdida de armonía por el depósito de grasa en todo el cuerpo o en ciertas zonas del mismo (Cidon, 1994).

 

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APARICIÓN DE LA OBESIDAD

Hay que distinguir entre la obesidad de aparición en la infancia, caracterizada por aumento del número y tamaño de los adipocitos (hiperplasia), de aquella de comienzo en el adulto, que casi siempre tiene aumento del tamaño de las células grasas, sin aumento de su número (hipertrofia). La respuesta de la primera a un tratamiento es limitada, pues aunque baje su tamaño no se podrá descender el número total de adipocitos (Gómez y Pérez, 1992). Además, ésta se asocia a mayor prevalencia de enfermedades crónicas de tipo metabólico.

Parece que el número total de adipocitos está determinado, y que el acumulo de grasa depende del incremento del tamaño de los mismos. Sin embargo, en una persona obesa, y una vez alcanzado el tamaño máximo de las células, el aumento adicional de la adiposidad ocurre mediante aumentos del número de adipocitos (hiperplasia) (Gutiérrez, 1995).

RIESGOS EN LA SALUD FÍSICA Y PSICO-SOCIAL

Diversas son las causas de la obesidad, pero nos interesa aquella que aparece por una relación inadecuada entre el gasto energético y el consumo de energía (Bar-Or y cols., 1998), pues es ésta sobre la que vamos a actuar.

En un número muy reducido de casos (inferior al 5%), la obesidad está provocada por enfermedades genéticas o endocrinas. El resto corresponden a la denominada obesidad exógena o nutricional, relacionada a la ingesta de dietas hipercalóricas y a una actividad física reducida (Hernández, 1993).

En la práctica, dada la escasa o nula capacidad para actuar sobre el componente genético, los esfuerzos terapéuticos deben centrarse en la modificación de las condiciones ambientales que favorecen la obesidad (Hernández, 1993).

Desde un punto general, un exceso de peso hace que el ejercicio físico sea más difícil y desagradable, por lo que no se puede disfrutar con una actividad que produce malestar y fatiga precoz. Desde un punto de vista psíquico, las personas obesas pueden sentir vergüenza de su cuerpo, por lo que no hacen ejercicios para que su condición no sea evidente; y desde un punto de vista sociológico, en ocasiones, son rechazados por el grupo, siendo el blanco de sus burlas.

Para valorar el grado de riesgo fisiológico que presenta un acumulo excesivo de grasa, debe establecerse su distribución corporal. Se puede clasificar en base a si el predominio es en la zona abdominal (más característica en varones) (obesidad de tipo androide) o predomina en la zona glútea (más característica en las mujeres) (obesidad de tipo ginoide). La primera de ellas está más asociada a patologías cardiacas, hipertensión, hiperlipidemia y diabetes.

Vicent y cols. (2004) investigaron los niveles de estrés oxidativo y la capacidad antioxidante en niños obesos que realizan ejercicio aeróbico y de resistencia muscular. Aunque tanto los niños que estaban dentro de su peso normal (media de 20,8% de grasa corporal) como los obesos (media de 35% de grasa corporal) presentaban una elevación de los niveles de peroxidación lipídica tras el ejercicio, la obesidad aumentaba esta respuesta sin diferencias significativas entre un ejercicio aeróbico y otro de resistencia muscular (Figura 1). Esto es debido a que los obesos presentan una menor capacidad antioxidante (Figura 2).

 

Imagen extraída de: VINCENT, H. K., J. W. MORGAN, and K. R. VINCENT. Obesity Exacerbates Oxidative Stress Levels after Acute Exercise. Medicine and Science in Sports and Exercise, Vol. 36, Nº. 5, pp. 772–779, 2004. Copyright © 2004 by the American College of Sports Medicine.

 

Figura 1. Niveles de hidroperóxidos lipídicos en plasma en no obesos y obesos antes y después del ejercicio aeróbico (AX) y ejercicio de resistencia muscular (RX). * diferencias significativas (p<0.05) respecto al valor antes de comenzar el ejercicio; ^ Diferencias (p<0.05) entre los grupos (Tomado de Vincent y cols., 2004).

 

 


 

Imagen extraída de: VINCENT, H. K., J. W. MORGAN, and K. R. VINCENT. Obesity Exacerbates Oxidative Stress Levels after Acute Exercise. Medicine and Science in Sports and Exercise, Vol. 36, Nº. 5, pp. 772–779, 2004. Copyright © 2004 by the American College of Sports Medicine.

 

Figura 2. Estado antioxidante total en no obesos y obesos antes y después del ejercicio aeróbico (AX) y ejercicio de resistencia muscular (RX). * diferencias significativas (p<0.05) respecto al valor antes de comenzar el ejercicio; ^ Diferencias (p<0.05) respecto al grupo de no obesos (Tomado de Vincent y cols., 2004).

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