Niveles de práctica de los escolares

Numerosos estudios han abordado el análisis del nivel de práctica de actividad física en chicos y chicas en edad escolar, si bien la literatura científica se ha centrado en mayor medida en la adolescencia. El análisis de los estudios que incluyen en su muestra a una población entre 6 y 12 años, evidencia una alta heterogeneidad en los niveles de práctica, que depende de múltiples variables. No obstante, existen una serie de tendencias generales que suelen acontecer en diversos contextos geográficos de países industrializados. Para contextualizar, de manera más correcta, los niveles de actividad física en los escolares, es preciso conocer previamente las recomendaciones de práctica de actividad física en estas edades.

Para los niños y jóvenes entre 5 y 17 años, la Organización Mundial de la salud recomienda una práctica de actividad física consistente en juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas, educación física y/o ejercicios programados, en el contexto de la familia, la escuela o las actividades comunitarias, con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratoria, muscular y mejorar la salud ósea, así como reducir el riesgo de enfermedades metabólicas. Para ello indican que:

  • Los niños y jóvenes deberían invertir, como mínimo, 60 minutos diarios en actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa.
  • La actividad física diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica. Convendría incorporar, como mínimo tres veces por semana, actividades vigorosas que refuercen, en particular, los músculos y huesos.
  • La actividad física por un tiempo superior a 60 minutos diarios reportará un beneficio aún mayor para la salud.

Estas recomendaciones son válidas para todos los niños sanos de 5 a 17 años, salvo en casos de determinadas enfermedades específicas que aconsejen lo contrario. Se habla de acumulación para referirse a la meta de dedicar, en total, 60 minutos diarios a realizar alguna actividad, incluida la opción de realizarla a intervalos más cortos (por ejemplo dos sesiones de 30 minutos) y sumar esos intervalos. Estas recomendaciones son válidas para todos los niños y jóvenes independientemente de su sexo, raza, origen étnico o nivel de ingresos. Siempre que sea posible, los niños y los jóvenes con discapacidad también deberán seguirlas.

En el caso de los niños y jóvenes sedentarios, se recomienda un aumento progresivo de la actividad hasta alcanzar finalmente el objetivo indicado. Es conveniente empezar con una actividad ligera y aumentar gradualmente la duración, la frecuencia y la intensidad. Si los niños no realizan actividad física alguna, cualquier actividad inferior a los niveles recomendados será más beneficiosa que no hacer ejercicio físico.

En España, algunos estudios han realizado una valoración de la práctica de actividad física en niños. La encuesta nacional de salud realizada en España en el año 2006 (Ministerio de Sanidad, 2006) señalaba que el 43,6% de la población de entre 10 y 15 años de nuestro país no hace ejercicio o lo hace de forma ocasional, siendo las mujeres, con un 53,6% las más inactivas, frente al 34,6% de los varones.

Dependiendo del tipo de metodología utilizada para medir la actividad física, hay entre un 1,8% y un 2,7% de descenso por año en la actividad física realizada en chicos entre 10 y 17 años, mientras en chicas este descenso es mayor, entre el 2,6% y el 7,4% por año. Roman y cols. (2006), en un análisis descriptivo sobre la práctica de actividad física de la población española de 2 a 24 años, encontraron que la práctica de actividades físico-deportivas va en aumento hasta la edad de 10 a 13 años, donde alcanza su máximo nivel y, a partir de aquí, comienza un descenso. Entre los 10 y 13 años, el 40% de los escolares practica ejercicio regularmente, estando en un 31,5% el porcentaje de niños de estas edades que no practican ejercicio físico alguno, aumentando hasta casi un 60% el porcentaje de escolares que nunca realiza ejercicio físico o lo hace tan sólo un día a la semana. La diferencia en función del género es considerable. Así, el 19,8% de los niños no practican deporte en su tiempo libre frente al 43% de las niñas. Además, más de la mitad de los niños realizaban actividades deportivas en su tiempo libre dos o más veces por semana, frente a poco más de un 25% de las niñas.

El estudio de las conductas de los escolares relacionadas con la salud (ECERS) (Mendoza y cols., 1994) muestra que España es uno de los países más sedentarios de Europa. Especialmente llamativo es comprobar que las chicas españolas de 11 años ocupan el último lugar en práctica de actividad física intensa al menos 2 días a la semana. En cuanto a los chicos españoles, si bien no ocupan el último lugar, ocupan las últimas posiciones. Las diferencias entre la población española y europea podrían explicarse en base a aspectos de seguridad en el entorno social, barreras para la práctica de ejercicio físico, políticas físico-deportivas, educación físico-deportivas, etc.

Esta disminución en la actividad física conforme aumenta la edad también ha sido observada en varias especies animales, y parece estar relacionada con una alteración en los neurotransmisores involucrados en el sistema central de la dopamina (Ingram, 2000). No obstante, no debe entenderse la práctica o no de ejercicio físico como una conducta con una mera determinación biológica. Los factores psico-sociales van a tener una importancia crucial con los hábitos desarrollados en la infancia.

Mendoza (1995) planteó una serie de motivos que podrían explicar el descenso progresivo de la práctica físico-deportiva conforme aumenta la edad, así como las diferencias tan acusadas entre ambos géneros:

- La escasa importancia que se da a la Educación Física por parte del sistema educativo español.

- El planteamiento psicopedagógico de la Educación Física, que no se ha orientado hacia la incorporación del ejercicio físico al estilo de vida, poniendo mayor énfasis en las competiciones escolares.

- El sistema escolar español, que pone un gran énfasis en las tareas escolares a realizar fuera del horario escolar (deberes), yendo en detrimento de otras como el ejercicio físico.

- El diseño urbanístico de las ciudades, que no ha apostado por facilitar las actividades peatonales o en bicicleta.

- Las instalaciones deportivas municipales en las grandes ciudades, que suelen estar lejos del hogar y, además, no siempre accesibles en horas adecuadas.

- La calle como un lugar inseguro, en especial para niños.

- El menor valor cultural de la práctica físico-deportiva respecto a otras conductas que implican sedentarismo, tales como tener buen coche, ver la televisión, escuchar música, jugar al ordenador, "navegar" por Internet, etc.

- La mayor valoración del consumo de espectáculos deportivos que su propia práctica. Además, la información deportiva está orientada casi exclusivamente al deporte competitivo y profesional.

- La familia española, que no se caracteriza por ser físicamente activa, lo que limita la presencia de modelos a imitar.

- La denominada movida juvenil, que ha suplantado al juego infantil.

- La política deportiva en España, que no ha plasmado adecuadamente el principio del deporte para todos. En este sentido, en un estudio realizado con técnicos deportivos, estos consideraban que la oferta deportiva se orienta casi exclusivamente a las prácticas competitivas típicas del modelo deportivo masculino, produciendo un abandono entre los jóvenes menos capacitados, especialmente en las niñas (Nuviala y Nuviala, 2005). Las mujeres encuentran mejores sensaciones en actividades dirigidas y controladas por un técnico, en ausencia de competición, donde las relaciones afectivo-sociales son fundamentales, y el interés está más relacionado con la estética e imagen corporal, mientras que en los varones la práctica se relaciona, en mayor medida, con el disfrute y la competición (Blasco y cols., 1996).

El informe Skip (2006) hizo un completo análisis de los hábitos deportivos de los niños tanto dentro como fuera del colegio. Según los padres, sus hijos practican deporte y/o realizan actividad física espontánea principalmente en el colegio, con una media de 2 a 4 horas semanales. Fuera del colegio, los niños dedican gran parte de su tiempo de ocio a actividades sedentarias dentro del hogar, como jugar en casa, ver la televisión y jugar con videojuegos, el ordenador e Internet.

Más detalladamente, la mitad de los encuestados (64,80%) consideraba que sus hijos hacían suficiente actividad física en el colegio. Según el 30,55% de los padres, sus hijos practican deporte organizado entre dos y cuatro horas a la semana, y el 28,10% afirma que sus hijos dedican de dos a cuatro horas semanales a la práctica de actividad física como correr, jugar al balón, etc. Sin embargo, tres horas de actividad física a la semana son insuficientes para un niño menor de 12 años. Los expertos consideran necesario incrementar la actividad física en los niños. Por el lado contrario, el 31,60% de los padres encuestados indicaron que sus hijos no practican deporte durante la semana fuera del colegio. Y casi un 20% de los encuestados afirmaba que sus hijos no dedicaban nada de tiempo de ocio a la actividad física. Los principales motivos que alegan los padres para justificar el sedentarismo de sus hijos eran: insuficientes instalaciones deportivas (más del 30% afirma no disponer de los espacios adecuados para practicar deporte); mayor preferencia a jugar con videojuegos y el ordenador, y demasiados deberes.

Al ponderar el nivel de práctica con las recomendaciones científicamente aceptadas, Montil y cols. (2004), en un estudio con escolares de 10 a 13 años, encontraron que únicamente el 30% de los niños y 16% de las niñas cumplían con los requisitos establecidos para ser activos (60 minutos al día, los 7 días de la semana). Por su parte, con el requisito para jóvenes menos activos (más de 20 minutos, dos o 3 ves por semana) cumplían el 50,8% de los niños y el 45% de las niñas. Por tanto, tan sólo el 47% de la muestra alcanzaba las recomendaciones de actividad física para poblaciones sedentarias. Por otro lado, Lasheras y cols. (2001) consideran que sólo el 30% de los niños españoles de 6 a 15 años pueden considerarse activos en su tiempo libre.

Cualquier escolar y sus tutores legales deberían tomar como referencia la pirámide de práctica de actividad físico-deportiva (figura 1), que clasifica las actividades en función de la frecuencia de su práctica y el volumen de la misma. Así, es preciso potenciar actividades activas en la vida cotidiana y limitar aquellas actividades más sedentarias, con objeto de alcanzar los niveles recomendados de actividad física.

Figura 1. Pirámide de práctica de actividad físico-deportiva. Imagen obtenida en "http://www.classbrain.com/artread/publish/article_31.shtml"

Resulta necesario realizar un análisis de los motivos por los que se inicia una práctica de actividad físico-deportiva en la edad escolar. Palou y cols. (2005), en un estudio con niños de entre 10 y 14 años, señalan como motivos principales de inicio: la diversión y el ocio (31,4%), estar en forma (23,5%) y, en tercer lugar, y con el mismo porcentaje los padres y el deseo de competir (11,3%). Como motivos de mantenimiento de la actividad física encontraron: la diversión (37%), mantener la forma (25,1%) y, en tercer lugar, ser deportista profesional (15,1%). Mantener un cuerpo atractivo y el gusto por competir tienen un porcentaje muy bajo entre las razones para la práctica de actividad física (Palou y cols., 2005; Vílchez, 2007). Sin embargo, es significativa la diferencia entre géneros en el gusto por competir, siendo de un 10,2% en niños y un 2,3% en niñas (Vílchez, 2007).

En cuanto a la opinión de los padres, más del 75% quieren que sus hijos hagan deporte para mejorar y mantener su salud física (76,70%), para aprender a desarrollarse (41,50%), por la diversión que les aporta (37,20%), así como su contribución a la hora de hacer amigos (33,20%). También consideran que la práctica deportiva aleja a los niños de hábitos sedentarios como los ordenadores, los videojuegos y la televisión (28,90%) (Informe SKIP, 2006).

Adicionalmente, es preciso analizar los motivos por lo que se produce el abandono de una práctica de actividad físico-deportiva. Cervelló (1996) estableció que las causas de abandono en la práctica pueden deberse a la creación de conflictos de intereses, falta de competencia, falta de diversión, problemas con padres o entrenadores y la frecuencia de lesiones. Un aspecto que influye en la autopercepción motriz, son las expectativas creadas por personas significativas como padres y entrenadores, que pueden llegar a ser una de las causas del abandono, si las exigencias son mayores que la propia habilidad que posee el niño.

Un motivo frecuentemente aducido en los diferentes estudios es la falta de tiempo. Este hecho podría estar relacionado con la poca importancia que tiene la práctica físico-deportiva en relación con otras actividades de la vida cotidiana. Según el informe SKIP (2006), las principales barreras que los niños encuentran a la hora de hacer ejercicio físico son la falta de instalaciones deportivas adecuadas y la falta de tiempo, pues éste se emplea en otras tareas más sedentarias como hacer deberes o jugar con videojuegos.

En esta línea, Nuviala (2004) relacionó el modelo deportivo escolar y el abandono. Si el modelo organizativo se orienta hacia la competición y hacia una sola modalidad deportiva, donde el fin principal es la victoria, exigiendo a los participantes un elevado coste físico y psicológico, se va a producir una situación de frustración para muchos de los alumnos que comienzan, produciendo un abandono prematuro de la actividad físico-deportiva. Por el contrario, una mayor satisfacción del alumnado con su práctica, conlleva un menor porcentaje de abandono. Así, el abandono deportivo en las escuelas de carácter competitivo fue del 33,6% mientras que en las escuelas deportivas de carácter formativo deportivo era del 18% (Nuviala y Nuviala, 2005).

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