Realización correcta y segura de los ejercicios físicos

Existe un amplio consenso de que la práctica regular de ejercicio físico es un hábito saludable, siempre y cuando las características cuantitativas y cualitativas del mismo se ajusten al nivel y características del individuo, entre otras variables.
 
En una programación de ejercicio físico con objetivos recreativos y saludables, los ejercicios seleccionados son una variable clave a controlar en el diseño de la sesión, pues unos ejercicios inadecuados aumentan el riesgo de generar repercusiones a medio largo-plazo en las estructuras osteoarticulares del raquis (López Miñarro, 2000).
 
Las estructuras raquídeas requieren de una atención especial ya que son inherentemente inestables por la falta de tonicidad de las estructuras musculares raquídeas, la frecuencia de posturas incorrectas en las actividades de la vida diaria, así como por la ejecución de ejercicios con unas características cualitativas y cuantitativas inadecuadas.
 
Para aumentar la estabilidad del raquis y prevenir repercusiones, hay que desarrollar un correcto programa de ejercicios físicos para la musculatura abdominal, paravertebral dorsal, lumbar, escapular e isquiosural, siguiendo una serie de principios generales al diseñar los ejercicios físicos:

 

1) Conservar curvaturas fisiológicas del raquis.

2) Realizar ejercicios dinámicos lentos con inclusión de fases estáticas.

3) Evitar posturas hiperlordóticas en la región lumbar y cervical.

4) Evitar posturas cifosantes e inversiones y rectificaciones lumbares dinámicas no fisiológicas.

5) Concienciarse de la movilidad pélvica y escapular como medio de control de las curvaturas raquídeas.

 

 

En la ejecución de ejercicios para el desarrolllo de las capacidades físicas hay que realizar una adecuada preparación, incluyendo actividades de movilidad articular y estiramiento muscular. McGill (2001) opina que los ejercicios de movilidad y extensibilidad del raquis deben limitarse a flexiones y extensiones en descarga. Un ejercicio muy seguro y aconsejado es el ejercicio denominado "gato" o "cat-camel", ya que reduce la viscosidad espinal (resistencia interna del disco y fricción), la rigidez raquídea y el estrés pasivo, facilita la movilidad intervertebral y produce poca presión en las articulaciones intervertebrales (McGill, 1999 y 2001).

Desde cuadrupedia se alterna una postura de cifosis total (flexión lumbar, dorsal y cervical) y una rectificación de las curvas (extensión lumbar, dorsal y cervical), acompañada de anteversión pélvica. La distancia entre el apoyo de manos y rodillas no debe ser menor que la longitud entre trocánter mayor y la articulación escápulo-humeral.

Este movimiento de flexión-extensión raquídea debe realizarse lentamente a través de un rango de movimiento completo, realizando unas 5-6 repeticiones. Hay que enfatizar que se trata de un ejercicio de movilidad, y por tanto, no hay que presionar en los rangos finales de flexo-extensión (McGill, 2001).

 

McGill (2001) recomienda que en la fase preparatoria de cada sesión este ejercicio esté presente seguido de ejercicios de movilidad de los segmentos que estén implicados en las actividades de la parte principal.

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